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i. ❛ 𝖭𝖮𝖱𝖳𝖧 🏔️ ❜






001. NORTE 🏔️

La chica veía cómo los copos de nieve caían por la ventana del carruaje. Ella iba a extrañar mucho el norte, pero su padre necesitaba su presencia. A medida que el paisaje invernal se desvanecía en un mar de blanco, su mente divagaba entre recuerdos de días pasados: risas junto a la chimenea, la calidez del hogar familiar y las historias susurradas bajo las mantas.

Sin embargo, el deber pesaba sobre sus hombros como una capa pesada. La idea de ser utilizada como un peón en el juego de poder de su padre la llenaba de inquietud. Alaenys sabía que su destino estaba sellado por las decisiones de otros, pero aún albergaba una chispa de esperanza.

El carruaje se sacudió levemente al atravesar un bache en el camino, sacándola de sus pensamientos. Miró hacia adelante, donde la figura imponente de su padre aparecía contra el cielo grisáceo. Otto Hightower era un hombre astuto y calculador; siempre había sabido cómo manipular a aquellos a su alrededor para alcanzar sus objetivos. La idea de convertirse en una herramienta más en sus manos le resultaba inquietante.

Mientras el viento soplaba con fuerza fuera del carruaje, Alaenys sintió una mezcla de miedo y determinación. Sabía que debía adaptarse a las circunstancias y encontrar aliados en la corte. Quizás, a través de astucia y paciencia, podría cambiar su destino y no ser solo otra pieza en el tablero del juego político.

Con ese pensamiento en mente, miró por la ventana una vez más, observando cómo los copos de nieve danzaban antes de tocar el suelo. Había belleza incluso en el frío invierno, y tal vez habría oportunidades inesperadas escondidas entre las sombras del palacio.

── ¿Está bien, mi Lady? ── preguntó su dama de compañía, con una mezcla de preocupación y compasión en su voz. La mirada de Alaenys se desvió de la ventana, enfocándose en el rostro amable de su amiga, que reflejaba la inquietud que ambas sentían en ese momento.

── Solo estoy pensando en lo que nos espera ── respondió Alaenys, tratando de mantener un tono firme, pero no pudo evitar que su voz temblara ligeramente. La dama de compañía asintió, comprendiendo el peso que la joven llevaba en su corazón.

── Es un nuevo comienzo, mi Lady. Quizás encuentres algo más allá de lo que imaginas ── sugirió, intentando infundirle un poco de esperanza. Pero Alaenys sabía que el camino hacia el sur estaba lleno de incertidumbres y peligros.

El carruaje giró en una curva cerrada, y Alaenys sintió cómo su estómago se encogía al pensar en lo que le esperaba: una corte repleta de miradas curiosas y susurros ocultos. No solo sería presentada como la hija del Mano del Rey, sino también como una posible pieza clave en las intrigas familiares.

── Debo ser más astuta ── murmuró Alaenys para sí misma. Sus pensamientos se centraron en cómo podría navegar por esos nuevos mares turbulentos. Si lograba ganarse la confianza de algunos nobles influyentes, tal vez podría encontrar aliados que la apoyaran en sus decisiones.

Su dama de compañía, percibiendo el cambio en su expresión, sonrió levemente.

── Recuerde, mi Lady, incluso las flores más frágiles pueden florecer en los lugares más inhóspitos ── alentó con dulzura.

Alaenys sintió un destello de gratitud por la lealtad de su amiga. Con cada palabra, sus miedos parecían desvanecerse un poco más. Tal vez no estaba sola después de todo; había personas dispuestas a apoyarla en este viaje incierto.

Mientras el carruaje continuaba su recorrido hacia el sur, la nieve seguía cayendo suavemente afuera, cubriendo todo con una capa blanca y pura. Era un recordatorio del cambio inminente que se avecinaba: aunque dejara atrás el norte y todo lo que conocía, tenía la oportunidad de reinventarse en un nuevo lugar y encontrar su propio destino entre los juegos del poder.

El viaje sería muy largo, y ella estaba agotada de despedirse de todos los Stark, sin contar que su día fue loco, ya que sus primas la llevaron a recorrer todo el bosque por última vez. Había sido un día de risas y nostalgia, lleno de promesas y lágrimas, pero ahora el cansancio se apoderaba de ella.

Se recostó en el hombro de su criada y cerró los ojos, pensando que el viaje pronto acabaría y ella se acostaría en una de las cómodas camas del palacio. La imagen de su habitación en Invernalia se desvanecía lentamente, reemplazada por la visión del nuevo hogar que la esperaba: un lugar lleno de desconocidos y expectativas.

Mientras el carruaje avanzaba, el suave vaivén la adormecía. Los ecos de las risas de sus primas resonaban en su mente, recordándole momentos felices que ahora se sentían lejanos. Se imaginó corriendo entre los árboles cubiertos de nieve, sintiendo la frescura del aire helado en su rostro. Pero todo eso era parte del pasado; ahora debía enfrentarse a un futuro incierto.

Los recuerdos iban y venían como las sombras que danzaban en las paredes del carruaje. Pensó en sus padres, en cómo habían intentado prepararla para este momento. Las lecciones sobre la cortesía y la estrategia política resonaban en su mente, pero nada podía prepararla para dejar atrás a su familia.

El cansancio finalmente hizo mella en ella, y poco a poco se sumió en un sueño ligero. En sus sueños, los copos de nieve caían como estrellas brillantes, iluminando un camino hacia lo desconocido. Imaginó que cada copo representaba una nueva oportunidad, una nueva amistad que podría encontrar al llegar al sur.

Cuando finalmente despertó, sintió que el carruaje había reducido la velocidad. El aire fresco entraba por la pequeña ventanilla, trayendo consigo el olor de tierras nuevas. Abrió los ojos lentamente y vio que el paisaje había cambiado; ya no eran solo árboles cubiertos de nieve, sino colinas suaves y campos abiertos que se extendían hasta donde alcanzaba la vista.

── ¿Estamos cerca? ── preguntó con voz soñolienta.

── Sí, mi Lady ── respondió su dama de compañía con una sonrisa cálida ── Nos acercamos al reino donde comenzará su nueva vida.

Alaenys sintió un nudo en el estómago. Las palabras resonaban con una mezcla de emoción y miedo. Sabía que debía estar lista para enfrentar lo que vendría; era hora de dejar atrás sus inseguridades y abrazar este nuevo capítulo con valentía.

⦅🐉.💚.🧭⦆


── Mi Lady ── Una voz sacudió mis pensamientos. Luego de varios días de viaje, hablar con personas aparte de Clarissa se me hacía más difícil. La voz era suave, pero firme, y me sacó de la burbuja de recuerdos que había estado creando en mi mente.

── Hemos llegado a King's Landing ── continuó la mujer de cabellos rojizos, sonriendo con una calidez que apenas logré captar. Me sentí un poco abrumada; la ciudad que había escuchado en tantas historias ahora se materializaba frente a mí. Clarissa miro a la mujer con recelo y odiosidad.

Ella bajó del carruaje con gracia y estiró su mano hacia mí. Tomé un gran respiro antes de levantarme, sintiendo el aire caliente de la ciudad en mi piel. El bullicio y los sonidos de la vida citadina comenzaron a llenar mis oídos, una cacofonía vibrante que contrastaba con el silencio del bosque que dejaba atrás.

Al poner el pie en el suelo, una mezcla de emoción y nerviosismo recorrió mi cuerpo. King's Landing era más grande y más ruidoso de lo que había imaginado. Las calles estaban llenas de gente: comerciantes gritando precios, niños corriendo detrás de unos gatos y el aroma tentador de comida que provenía de algún puesto cercano.

La mujer cobriza me miró con una sonrisa alentadora. ── Soy Anne ── Se presentó con un ligero gesto hacia mí ──. Estoy aquí para ayudarte a adaptarte a tu nueva vida.

Me sentí un poco más aliviada al escuchar su nombre. Al menos tenía alguien que conocía esto y me ayudaría más, aunque fuera un poco. ── Gracias ── respondí tímidamente, tratando de ocultar la incertidumbre que aún me invadía.

── Ella es milady ── Dijo Clarissa antes de que alguna pudiera decir otra cosa. Anne la miro y sonrió amablemente.

── Si, lo sé. Pero yo seré su dama, su padre me ha mandado a hacerlo. No soy su sirvienta, simplemente una compañía, con Lady Alicent y la princesa Rhaenyra ── Su mirada se volvió a posar en mi y tragué saliva antes de sonreír con los labios nerviosamente.

Claramente note como mi ayudante se tenso a mi lado y como su semblante cambió. Anne empezó a guiarme a través del bullicio del rugido de dragones, esto era el pozo. ── Señorita Anne, ¿Que hacemos en el pozo de dragones?

── Lady Alaenys, dígame Anne; y estamos en el pozo porque la princesa Rhaenyra así lo pidió

Tomé la mano de la chica y baje por las escaleras del carruaje, una ola de aire me empujó y pude ver en el cielo a Syrax, a el dragón de Rhaenyra. Ví como se dirigía a la foza, y yo aún estaba emocionada por verlas.

── Quédate aquí, Clarissa ── Caminé hacía una de las puertas que daban a la foza, la abrí con cuidado, y pude ver cómo la peliblanca acariciaba las escamas de su dragón, ella volteó y se quitó el guante con los dientes. Sus ojos se posaron en mí, me miró con confusión, tratando de saber quien era yo.

── ¡Alaenys! ── Un grito se oyó, una cobriza bajo de un carruaje y corrió a abrazarme, era mi hermana menor.

La de ojos violetas sonrió y se acercó lentamente a dónde Alicent me abrazaba y lloraba a moco tendido. Acaricié suavemente su cabello tratando de calmarla ── Está bien, Ali, ya estoy aquí, no hay porque llorar.

Ella se separó y me miró, tomó mi rostro ── De verdad eres tú, eres tan amargada como siempre ── Rió secando sus lágrimas.

La atmósfera se tornó un poco más tensa al acercarnos a Rhaenyra. A pesar de su sonrisa, había una frialdad en su mirada que hacía que uno se sintiera en una cuerda floja. Sin embargo, cuando sus ojos se encontraron con los míos, algo en su expresión cambió.

── Alaenys ── dijo con voz suave, como si el tiempo no hubiera pasado desde la última vez que nos vimos. ── Te he extrañado.

Sentí un nudo en el estómago. Había sido tiempo desde que nuestras vidas tomaron caminos diferentes, pero la conexión seguía ahí, latente. Rhaenyra dio un paso adelante, dejando a un lado su actitud distante.

── Has crecido ── continuó, mientras me observaba de cerca, como evaluando cuánto había cambiado. ── Y pareces más fuerte.

── Gracias, princesa ── respondí, intentando ocultar mi nerviosismo. ── He tenido mis desafíos, pero siempre he recordado nuestros momentos juntas, haciendo travesuras.

Ella sonrió levemente y asintió, su mirada se suavizó un poco más. Era un contraste fascinante ver cómo la princesa podía ser tan poderosa y aún así mostrar una vulnerabilidad que pocos conocían.

Clarissa se quedó atrás, observando con curiosidad y algo de recelo. Sabía que Rhaenyra era una figura importante y poderosa en el reino, pero también podía notar la conexión especial entre nosotras.

── ¿Estás lista para enfrentar lo que viene? ── preguntó Rhaenyra, su tono se tornó serio y burlón nuevamente. ── Hay muchos ojos puestos sobre ti.

Respiré hondo y asentí. La emoción del momento me llenaba de determinación. No estaba sola; tenía a mi hermana y a Rhaenyra en cierto modo. Ella parecía ser alguien tranquila y candente al mismo tiempo

── Estoy lista ── respondí con firmeza.

Rhaenyra sonrió de nuevo, esta vez con un destello de complicidad en sus ojos.

── Así se habla. En algunos días será tu onomástico, podríamos hacer una fiesta de te con las damas.

Alicent se colocó entre las dos, y tomó nuestros brazos para caminar, me fijé algunas heridas en las uñas de Alicent, estaban rojas, se estuvo lastimando.

Tomé su mano, y la miré, ella me sonrió y me guío al castillo, entramos al palacio, era un lugar alegre, pero a la vez era oscuro. Rhaenyra fue a cambiarse ya que tenía la armadura aún puesta, y Alicent la acompaño, ya que no la deje que me acompañará a mi.

Trataba de recordar dónde estaban los aposentos de mi padre, dí algunos pasos, y me asome por una puerta encontrando nada.

── ¿Quien eres? ── Dí la vuelta para encontrar al peliblanco llamado Daemon, sentí como mi corazón empezó a latir de la emoción.

── Mi príncipe. Soy Alaenys, la hija de la mano. ── Expliqué, me aparte de su lado para colocarme en medio del pasillo, no podía aguantar tenerlo cerca.

La luz tenue del atardecer se filtraba a través de las pérgolas y techo descubierto del palacio, creando sombras danzantes en el suelo de mármol. Daemon se acercó un poco más, su mirada intensa y traviesa recorriendo cada rincón de mi rostro. Su sonrisa, casi arrogante, era como un rayo de sol que iluminaba la fría atmósfera del lugar.

El se quedó callado unos segundos, de nuevo ── No puedo creer que alguien tan encantadora como tú provenga de la casa de Otto ── dijo con un tono juguetón, sus ojos brillando con picardía. ── Debo ser afortunado al encontrarme contigo, ya que hasta ahora solo he visto sombras detrás de esos muros.

Mis mejillas se sonrojaron ante su halago. Era un cumplido inesperado, especialmente viniendo de él. Siempre lo había visto como una figura inalcanzable, un príncipe que parecía salido de un cuento de hadas. La calidez en su voz y la forma en que me miraba hacían que mi corazón latiera más rápido. Sabía todos los rumores que lo envolvían, pero lo sentía inevitable.

── ¿Y qué hace una joven tan hermosa vagando sola por los pasillos de este viejo palacio? ── continuó, acercándose aún más. ── ¿No temes encontrarte con algún dragón hambriento?

La risa escapó de mis labios, sorprendida por su humor. La imagen de un dragón merodeando por los corredores me hizo olvidar por un momento mis preocupaciones y el peso del linaje que llevaba sobre mis hombros.

── No tengo miedo a los dragones, solo a los rumores de la corte ── respondí con una sonrisa desafiante. ── Pero si usted está aquí, quizás sea más seguro de lo que pensé.

Daemon se inclinó hacia mí, sus ojos fijos en los míos, como si buscara algo más allá de las palabras. Había una chispa en el aire, una conexión que sentía pero no podía comprender del todo.

── Rumores de la corte... un tema fascinante ── dijo con un tono juguetón. ── Pero dime, ¿qué planes tiene la hija de Otto Hightower? ¿Seguir las órdenes de su padre como tú hermanita o harás tu propio destino?

Él se acercó y estiró su mano tocando el collar que colgaba de mi cuello ── Gracias, principe ── Sonreí. El hizo lo mismo ── Sí me lo permite, me voy, mi padre me debe estar buscando.

Antes de que el mayor pudiera decir algo, me marche de allí. Se me había olvidado preguntarle dónde estaban los aposentos, pero estaba tan nerviosa que nada más salió de mi garganta.

Encontré a las chicas en los pasillos ── ¿Conseguiste a padre? ── Cuestionó Alicent

Negué con la cabeza ── No lo hice, pero mejor vamos a donde sea que iban ustedes.

A medida que caminábamos por los pasillos del palacio, la tensión del encuentro con Daemon aún vibraba en el aire. Las risas de mis amigas resonaban a mi alrededor, pero mi mente estaba atrapada en la imagen de su mirada intensa y su sonrisa deslumbrante. Ellas me preguntaban si de verdad Cregan Stark era tan guapo como decían, haciendo que la tensión empezara a caer.

Al llegar a las puertas de los aposentos de la reina, el ambiente cambió. La solemnidad del momento me envolvió. Alicent empujó suavemente la puerta y entramos, encontrando a la reina Aemma postrada en un sillón-cama, rodeada de suaves cojines de terciopelo. Su rostro, iluminado por la luz dorada del atardecer, mostraba una mezcla de serenidad y dolor.

── ¡Alaenys! ── exclamó Aemma con una sonrisa cálida, extendiendo su mano hacia mí. ── ¿Cómo has estado, querida?

Me acerqué y besé su mano con respeto. ── Bien, mi reina. He estado explorando los pasillos y... ── titubeé un momento, recordando mi encuentro con Daemon. ── ...buscando a padre.

Rhaenyra se adelantó para saludar a su madre. ── Venimos a ver cómo te encuentras. ¿Hay algo que necesites?

Aemma sonrió con gratitud pero sus ojos reflejaban la fragilidad de su situación. ── Solo compañía... El tiempo puede ser un poco solitario aquí.

Nos sentamos alrededor de ella, creando un pequeño círculo de apoyo. La reina acarició suavemente su vientre con ternura, su gesto lleno de amor y preocupación a la vez.

── ¿Cómo ha estado este embarazo, mi reina? Pronto nacerá ── Pregunté con curiosidad mientras trataba de ocultar mi inquietud al verla así de demacrada. Su belleza se veía opacada por los interminables intentos de tener un heredero. Sentía pena por ella.

── Ha estado bien. Este es mi último intento y creo que será exitoso, querida ── respondió Aemma con voz suave pero entrecortada por el esfuerzo. ── Les hablo así porque pronto empezarán a tener hijos, este es nuestro campo.

Rhaenyra que parecía cansada de la charla, volteo los ojos mientras Alicent y yo intercambiamos miradas. ── Yo no tendré hijos

Al escuchar las palabras de Rhaenyra, ella sonrió ── Yo decía lo mismo.

De repente, un golpe firme resonó en la puerta. Era uno de los guardias del palacio. ── Mi reina, su majestad el rey desea hablar con usted, pronto vendrá.

La expresión de Aemma cambió ligeramente; una mezcla de preocupación y resignación atravesó su rostro antes de volver a sonreír hacia nosotras. ── Parece que me necesitan. Pueden retirarse, con mucho cuidado.

Alicent asintió rápidamente. ── Claro que sí. Estaremos esperando un llamado para hacerle compañía de nuevo.





















...











── Alaenys ── Hablo mi padre acercase, sonreí al verlo. Hacia algunos años no lo veía, algunas veces me mandaba regalos como dijes y vestidos por cartas, pero jamás me fue a visitar como tal

── Padre, me da gusto verte ── Susurré, el me abrazó, quería mucho a mi padre, pero sus abrazos eran vacíos, no eran como los de mi madre, ella era tan dulce. Siempre me abrazaba y me decía que todo estaría bien.


── Es bueno que hayas llegado bien ── Dijo mi padre separándose del abrazo, observándome con una mezcla de orgullo y preocupación. Sus ojos, aunque llenos de amor, llevaban la carga de años de decisiones difíciles.

── He estado bien ── respondí, intentando hacer que mi voz sonara más animada de lo que realmente me sentía. ── He estado explorando el palacio y conociendo a algunas damas de la cofte.

Mi padre asintió, pero su mirada se desvió hacia la pared detrás de mi, como si estuviera atrapado en sus pensamientos. ── Me alegra saber que te estás adaptando. Este lugar puede ser... complicado.

Un silencio incómodo se instaló entre nosotros. La distancia emocional entre un padre y su hija era palpable, como una sombra que nunca desaparecía del todo. Intenté romper el hielo. ── ¿Cómo está la corte? ¿Las cosas han cambiado desde mi última carta?

── La corte sigue siendo un lugar de intrigas y alianzas ── dijo él, con un ligero suspiro. ── Siempre hay algo en juego. Pero lo más importante es que debes cuidarte. Tu madre... ella siempre se preocupaba por ustedes.

Sus palabras resonaron en mí, recordando la calidez de los abrazos de mi madre y su forma inigualable de consolarme en momentos difíciles. Su rostro parecía impasible, Pero su voz reflejaba que si le dolía aún. ── La extraño mucho ── murmuré, sintiendo que las lágrimas amenazaban con asomarse.

Mi padre me miró con frialdad. ── Yo también la extraño. Pero debes ser fuerte, Alaenys. Eres una dama

Asentí lentamente, comprendiendo lo que quería decirme. La presión del deber pesaba sobre mis hombros como una armadura demasiado pesada para llevar. ── Está bien, prometo que no te decepcionaré ── Dije sarcásticamente, cambiando rapido de estado de ánimo.

── Eso es todo lo que te pido ── respondió él, sonriendo cínicamente antes de cambiar el tema. Así siempre eran nuestras conversaciones, incluso cuando yo era una niña. ── Dime ¿Conociste a Anne Fell?

── Así es. Es alguien amable ── Susurré mientras entrecerraba los ojos ligeramente ── ¿Los Fell son vasallos de los Baratheon?

── Lo son ── Otto hablo mientras regresan lentamente a su escritorio ── ¿Sabes dónde dormiré? Tengo mucho sueño, el viaje fue agotador.

── Las criadas te darán uno ── Llamo a uno de sus sirvientes y les ordenó que me llevarán a la habitación. Salí de los aposentos de mi padre y me dirigí a dónde los guardias me guiaban. Ellos me señalaron una puerta a la que entre con gusto, el sueño me estaba matando. La torre de la mano era más que todo color verde, diferentes tonos y a pesar de ser mi colores favoritos, jamás sentí cálido este sitio.

Abrí la puerta y pude ver las maletas acomodadas, obviamente vacías, sonreí satisfecha, ya que no tendría que hacer nada antes de irme a la cama, entre a los baños con una de las batas para dormir. Cambié mi ropa dejando una de color negro encima de mi.

La cama era amplia y cómoda, pero mi mente seguía agitada, atrapada entre los ecos de la conversación con mi padre y la imagen de Daemon. ¿Qué significaba realmente su presencia en el palacio? Había algo en su mirada que me había intrigado, un destello de desafío que contrastaba con la rigidez de las normas que nos rodeaban.

Me giré en la cama, tratando de encontrar una posición cómoda mientras recordaba su sonrisa sutil. Era un hombre de muchos secretos, y eso me atraía. Sin embargo, sabía que debía tener cuidado; no podía permitirme distraerme con pensamientos románticos cuando había tanto en juego. Mi padre me mataría por el simple hecho de pensar en el principe, sabiendo que el era su mayor enemigo.

Mientras contemplaba el techo adornado con intrincados diseños verdes, decidí que necesitaba despejar mi mente. Me levanté de la cama y fui hacia la ventana. La vista desde la torre era impresionante; el reino se extendía ante mí como un lienzo de oportunidades y peligros. Las luces titilantes del pueblo se mezclaban con la oscuridad, creando un contraste hermoso.

No sé a qué hora me quedé dormida, pero unos sonidos en la puerta me despertaron ── Ya voy ── Despegue las sábanas de lino que estaban sobre mi cuerpo, con cansancio.

Cuando abrí la puerta reconocí al principe canalla frente a mi, mis cejas se fruncieron. ¿Cómo había entrado a la torre de la mano? ── Alaenys ── Me dijo con una sonrisa, él apestaba a alcohol, aunque no lucía borracho.

── Principe, es tarde, ¿que hace aquí? ── Cuestione viendo al mayor frente a mí. Apreté mis labios poco después al ver como se daba un tiempo para responder, su rostro cincelado estaba ligeramente ladeado y era iluminado por la luz de la luna que se asomaba por las pérgolas

── Vine a verte a ti ── Dijo el sin más

── ¿A mí? ── Sus labios impactaron los mios, moviéndose a un ritmo embraigador, por mi espalda recorrió un escalofrío mientras mis labios seguían inertes. Rápidamente reaccioné, empujándolo suavemente hacia atrás. No podía dejar que ese momento me arrastrara; había demasiadas cosas en juego, y mi corazón no era un juguete en medio de esta guerra silenciosa entre mi padre y él.

── ¿Qué te crees? ── le dije, intentando mantener la voz firme, aunque mi pulso se aceleraba. Su mirada se tornó seria, pero había un destello de diversión en sus ojos.

── Solo quería saber si realmente eres tan fuerte como dicen ── respondió, cruzando los brazos. La sonrisa socarrona aparecío en sus labios

La provocación en su tono me hizo fruncir el ceño. No estaba aquí para jugar. Mi sangre hirvió mientras tomaba la manija de la puerta para cerrarla en cualquier momento.

── No estoy interesada en tus juegos, Príncipe ── le dije, intentando sonar más segura de lo que me sentía. La verdad era que su cercanía me desarmaba y me hacía cuestionar mis decisiones. Y pronto unas palabras salieron de mi boca, palabras que jamás antes había dicho ── Vé a cojerte a otra si estás tan necesitado

── Entonces, ¿por qué me miras así? ── dijo, acercándose un poco más. La tensión en el aire se volvió palpable.

Me obligué a dar un paso atrás, recordando las palabras de mi padre sobre no dejarme llevar por las emociones. Cerré la puerta y rápidamente le puse el botón, inclinandome

── Porque no puedo permitirme ser vulnerable y menos con tus juegos ── respondí, sintiendo que mi voz temblaba ligeramente. ── Tienes una esposa y si no te gusta, hay muchas bastardas valirias por ahí

Sabía de su fijacion por la sangre valyria, querer mantener su linaje puro, incluso pidio casarse con la princesa Gael varias veces. Un silencio se oyó afuera, por un momento creí que ya se había marchado, pero su voz, más grave, sonó cerca de la puerta.

── Está bien, Alaenys ── dijo con una mezcla de diversión y desafío. ── Pero no creas que esto ha terminado.

El silencio y la soledad esta vez invadió todo. Me quedé allí, respirando hondo para calmarme mientras los ecos de su presencia aún danzaban en el aire. Sabía que esta batalla no solo era contra él; era contra todo lo que representaba y el destino que intentaba evitar a toda costa. No quería ser una amante de un principe, quería casarme con un buen Lord y poder tener un buen puesto en la corte.

Al final del día, el verdadero desafío sería encontrar mi propio camino sin perderme en el laberinto de emociones que él despertaba en mí, en su libertinaje que parecía no tener fin.














Bueno, ahora lo estoy reescribiendo porque era horrible mi escritura antes. Aquí está el primer cap editado

#todosqueremoslafuerzadeAlaenys

No sé porque siento que Daemon haría eso, es que es raro.

¿Les gustó?

Besitos, Camii <3

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