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La Guerra de las Rosas fue un conflicto civil que asoló Inglaterra entre 1455 y 1487, enfrentando a dos poderosas ramas de la casa real Plantagenet: la Casa de Lancaster, cuyo emblema era una rosa roja, y la Casa de York, representada por una rosa blanca. Este conflicto surgió en un contexto de inestabilidad política y económica, exacerbado por la débil y errática gobernanza del rey Enrique VI, que permitió que la nobleza dividida se disputara el control del trono.

Durante más de treinta años, Inglaterra se vio sumida en un ciclo de traiciones, alianzas efímeras y sangrientas batallas, donde la frontera entre amigos y enemigos se desdibujaba constantemente. Familias enteras fueron aniquiladas, y la lucha por el poder dejó al país en un estado de caos, hambre y desesperación. Finalmente, la guerra culminó con la derrota de Ricardo III, el último rey de la Casa de York, en la batalla de Bosworth en 1485, y la ascensión de Enrique Tudor, quien unió las dos casas rivales mediante su matrimonio con Isabel de York, marcando el inicio de la dinastía Tudor.

Este violento conflicto no solo cambió el curso de la historia inglesa, sino que también dejó una huella profunda en la sociedad, sembrando el temor y la desconfianza que perduraría por generaciones. En este tumultuoso período, se teje la historia de personajes atrapados entre el deber, la ambición y la supervivencia en un reino fracturado por la guerra.