➵ 𝕮𝐇𝐀𝐏𝐓𝐄𝐑 𝕾𝐄𝐕𝐄𝐍
ະ𓄹 New opportunities on the horizon
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❝Padre, ¿creéis que nuestra posición mermada
en la corte podría llegar a florecer de nuevo?❞

Richard Neville aprovecha las oportunidades
que va consiguiendo para retomar su legado de poder,
esta vez, metiendo a su familia de por medio.

🌹 El Hacedor de Reyes 🌹

𝐋𝐀 𝐍𝐎𝐓𝐈𝐂𝐈𝐀 𝐃𝐄𝐋 𝐍𝐀𝐂𝐈𝐌𝐈𝐄𝐍𝐓𝐎 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐇𝐈𝐉𝐀 𝐃𝐄 𝐌𝐈 𝐏𝐑𝐈𝐌𝐎 𝐇𝐀𝐁Í𝐀 𝐀𝐋𝐂𝐀𝐍𝐙𝐀𝐃𝐎 𝐌𝐈𝐒 𝐎Í𝐃𝐎𝐒 𝐂𝐎𝐌𝐎 𝐔𝐍 𝐓𝐑𝐔𝐄𝐍𝐎 𝐈𝐍𝐄𝐒𝐏𝐄𝐑𝐀𝐃𝐎. La querida esposa de mi primo Edward había engendrado una hija, no el varón que muchos esperaban. La ironía de esta circunstancia no me pasó desapercibida.

—¡La grandeza se ha vuelto fugaz en la corte! —exclamé, revelando mis pensamientos más íntimos en cuanto vi a mi familia reunida en la sala—. Mis queridas niñas, mi señora esposa, el supuesto heredero de mi primo resulta ser una
niña. Parece ser que la reina plebeya no le ha dado lo que esperaba. En lugar de un heredero masculino que consolidara su linaje. La corte esperaba un futuro rey que asegurara la continuidad de la dinastía, y lo que ha recibido es una princesita que apenas puede sostenerse en pie. ¡Qué desdén para un rey tan inepto!

«Una niña indefensa para un rey indefenso», murmuré para mis adentros, con una sonrisa de triunfo.

Mi esposa, Anne Beauchamp, y mis hijas, Isabel y Anne Neville, se encontraban a mi alrededor en el salón principal. Ellas no entendían aún la magnitud del cambio, pero yo, con mi sagacidad acostumbrada, lo comprendía bien. El nacimiento de la hija de Edward significaba que el legado de mi familia, una vez tan crucial, había sido reemplazado por los Woodville, la nueva familia en favor de la corte.

—Pero, Richard —dijo mi esposa con incertidumbre—, ¿qué significa esto para nosotros? ¿Y para nuestras hijas? La corte parece haber cambiado drásticamente.

—No temáis —respondí con seguridad—. No hay mal que por bien no venga. Edward ha sustituido a los antiguos favoritos, ahora el poder en la corte yace en manos de los Woodville, por no hablar de que ha realizado una alianza con Borgoña y no con Francia. Sabéis bien que Edward no tiene sesos para tomar decisiones sabias. Sin embargo, todo este desastre puede cambiar. He capturado a Henry VI y se lo pondré a sus pies, de ese modo, Edward me deberá un gran favor y no podrá rechazar nada de lo que le pida.

Isabel, mi hija mayor, intervino con una mezcla de inquietud y determinación.

—Padre, ¿qué sucederá con nosotros? Ya no tenemos el poder que teníamos antes. Edward podría declinar vuestro ofrecimiento, por mucho que hayáis hecho por él.

—El poder es fluido, Isabel —respondí con firmeza—. Él deberá aceptar, de lo contrario, no sería un verdadero rey. Os recuerdo que Edward y yo somos familia. ¿Qué clase de rey rechazaría la propuesta de un familiar que ha dado todo por él?

Mi hija Anne, aún joven pero con una aguda percepción de los asuntos familiares, añadió con voz temblorosa:

—Padre, ¿creéis que nuestra posición mermada en la corte podría llegar a florecer de nuevo?

—La situación es deplorable —respondí con desdén, consciente de que mis hijas no creían que mis acciones pudieran llegar a tener buen pie—. Edward ha olvidado aquellos que le ayudaron a alcanzar el trono. En lugar de mantener la lealtad y las alianzas tradicionales, se ha entregado a una nueva familia, la de Elizabeth Woodville. No solo ha desplazado a nuestros aliados, sino que ha sellado una alianza con el duque de Borgoña, despreciando a la corona francesa que debería ser nuestra amiga natural. Pero no temas, Anne, confía en mí —le aseguré—. Este nacimiento, que en un principio parecía una amenaza, es en realidad una oportunidad. Edward no olvidará lo que he hecho por él. La verdadera maestría radica en saber cuándo moverse, cuándo mantener la calma y cuándo aprovechar las debilidades del adversario.

Anne asintió, comprendiendo a medias, mientras Elizabeth escuchaba con atención.

—Esto no es solo una cuestión de poder —dijo mi señora esposa con un tono de reflexión—. Es también una cuestión de cómo nos mantenemos unidos como familia, incluso cuando las cosas cambian.

—Así es —afirmé—. Asegurémonos de que nuestras alianzas sean firmes y de que Edward nunca olvide la deuda que tiene con nosotros. La hija de Edward no es una amenaza, sino una oportunidad para reestructurar el poder en la corte. Y mi primo, tras ver a Henry VI capturado como un cachorrito indefenso gracias a mí, hará lo que sea necesario para tenerme a su lado de nuevo. Tal y pues es mi decisión que le daré una oferta de matrimonio entre nuestras familias como pago por haber capturado a Henry VI. Elizabeth, Anne, pediré a mi primo que os despose con sus hermanos, George y Richard. De este modo, nuestra familia se afianzará de nuevo en el corazón de la corte, como debe ser. 

Con esas palabras, me levanté, dejando a Anne y a mis hijas para que reflexionaran sobre nuestras futuras acciones. La política es un campo donde la audacia y la estrategia son las armas más poderosas. Sabía que nuestro lugar en la corte estaba asegurado por las decisiones que tomaría en los próximos días.

Me dirigí a mi despacho, la tormenta en el exterior parecía un eco distante de mi propio bullicio interior. Con cada paso, el futuro se desvelaba ante mí con una claridad fría y calculadora. La sombra del destino había comenzado a tomar forma, y yo estaba listo para ser su arquitecto.

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