La Subasta
A la mañana siguiente, Cellbit fue despertado por el mismo vampiro fornido de anoche. El tipo solo le informó qué era hora de desayunar. La diferencia estuvo en que esta vez no lo llevó al comedor, más bien esta vez una vampira entró cargando una bandeja, pero la comida pasó a segundo plano cuando la vio portar un gran sombrero con un velo qué cubría todo su rostro, además de un vestido qué cubría todo su cuerpo, excepto sus manos las cuales tenían un par de guantes.
Ahí fue que Cellbit cayó en cuenta que era de día y la luz del Sol se filtraba entre los barrotes de la pequeña ventana de la habitación y obviamente esa luz directa en la piel de un vampiro, aunque fuera tan poca, dañaría a la vampira.
Cellbit tuvo la repentina idea de arrancarle el sombrero, así crearía una distracción, pero esa idea la desecho luego de darse cuenta de que al movimiento brusco más mínimo el guardia lo reduciría lo reduciría a papilla sin problema alguno.
La vampira le extendió una bandeja de un tono rosado claro, Cellbit la tomó y sin decir nada, la vampira salió y el vampiro guardia cerró la puerta con fuerza. Observó su desayuno, dos rebanadas de pan tostado, un diminuto frasco con mermelada, un trozo de chocolate oscuro y una leche en un pequeño envase de cartón.
Nada glamuroso como la cena de la noche anterior.
Observó los platos donde todo estaba servido, eran de plástico, un plástico barato demasiado delgado y la bandeja lucia qué se rompería al mínimo golpe, así que nada de eso podría servirle como defensa. Entonces optó por solo desayunar, si su destino acabase ahí, al menos podría tener algo en el estómago.
Tuvieron que pasar cerca de dos horas para que volviera a por ruido en su puerta. Esta vez la puerta no se abrió repentinamente, sino que alguien golpeaba la puerta desde fuera.
—Voy a entrar —Anunció una voz femenina y segundos después la puerta se abrió.
Cellbit vio entrar a una joven vampira, una muy sonriente, tanto que mostraba sus afilados, pero impecables colmillos. La vampira tenía cabello castaño que caía en rizos perfectos hasta media espalda, resaltando sus ojos rojos intensos que brillaban con una mezcla de curiosidad y diversión. Su rostro estaba adornado con un maquillaje llamativo, con sombras coloridas que resaltaban sus ojos y labios rojos que contrastaban con su pálida piel.
Llevaba un vestido bustier azul celeste que realzaba su figura esbelta, decorado con telas brillantes y joyería demasiado brillante. Sus tacones altos resonaban en el suelo mientras caminaba con gracia y confianza, sosteniendo una gran tela negra en sus manos hasta la ventana, cubriéndola como una cortina asegurándola con tachuelas. Luego se volteó a ver a Cellbit.
—¡Oh, ¡qué emocionante! ¡Es día de subasta! —Exclamó la vampira, extendiendo sus brazos con un gesto teatral—. Y tú debes ser Cellbit. Soy Melissa, tu encargada para prepararte para la subasta.
Melissa soltó una risita aguda y juguetona.
—Debo decir que tu nombre es un poco peculiar, ¡me encanta! —Ella exclamó, dando un par de aplausos de emoción.
—¿Encargada? —Cellbit preguntó, hablando lento tratando de entender lo que esa vampira hablaba con tanta emoción y felicidad.
—¡Oh, sí, querido! Soy tu encargada, tu guía en tu viaje hacia la subasta. Mi trabajo es asegurarme de que luzcas y te presentes de la manera más espectacular posible. Después de todo, eres mi pequeña estrella en este evento tan especial —Melissa explicó, manteniendo su sonrisa radiante.
—¿Estrella? —Cellbit expresó su confusión, tratando de asimilar la surrealista situación en la que se encontraba.
Melissa se acercó a él con un movimiento grácil y colocó una mano en su hombro.
—Querido, hoy serás presentado ante algunos de los vampiros de la más alta sociedad vampírica. Ellos te verán hoy y tendrán la oportunidad de ofertar por ti y, si tienes suerte, te llevarán a casa como parte de su cuerpo de trabajo. Es casi un honor, de verdad. —Melissa hablaba con tanta naturalidad, como si estuviera hablando de algo cotidiano y mundano.
Cellbit prefirió no responder nada ante todo el malestar qué sentía por la situación en la que se estaba viendo envuelto, pero no podía hacer nada para evitar su poco favorable destino. Pensó en la rapidez con la que se había resignado, pero cada que pensaba, menos opciones de escape tenía.
Y la muestra de lo que pasaba con aquellos que trataban de huir no mejoraba su ánimo.
—Así que, de pie, chop, chop —Melissa lo animó a levantarse y Cellbit lo hizo pesadamente—. Lo primero es ir a la sala de baño.
¿Baño? Oh, no de nuevo, por favor no, esa manguera otra vez no.
Pero esta vez fue a un lugar diferente, Melissa lo escoltó hacia las escaleras qué llevaban al comedor, pero se desvió en un pasillo largo con muchas puertas blancas, y por muchas es porque ese pasillo estaba repleto de puertas blancas.
Llegaron finalmente a una puerta al final del pasillo. Melissa la abrió revelando un cuarto de baño nada parecido al que lo llevaron cuando llegó ahí, este era más íntimo con un mosaico azul y blanco, sin olor a humedad. Muy limpio. La luz tenue provenía de una lámpara con tonos dorados que creaba una atmósfera cálida. En el centro del cuarto de baño se encontraba una bañera de porcelana con patas decorativas, lo suficientemente grande como para sumergirse un buen rato. A ambos lados de la habitación había dos repisas, la de la derecha tenía un sinfín de frascos de varios colores y formas, al lado izquierda estaba un aparato de música, con dos bocinas al lado, todo insertado en la pared.
En el interior, dos vampiros adultos, vestidos de manera elegante, esperaban.
—Cellbit, te presento a Lawrence y Ofelia, ellos son parte de mi equipo —Melissa los presentó y los dos vampiros, mostraron una sonrisa que dejaba entrever sus colmillos afilados.
Melissa se acercó a Cellbit con una expresión efervescente.
—Estos dos se encargarán de asegurarse de que luzcas impecable y exquisito —Comentó con entusiasmo, como si estuviera planeando una tarde de compras.
—Puedes hacer tus necesidades y quitarte ese sucio pijama detrás de esa puerta —Lawrence indicó.
—Mientras nosotros prepararemos el baño —Comentó Ofelia.
Cellbit no tuvo más que hacer caso y dirigirse a esa puerta, donde encontró un pequeño baño adyacente. Se deshizo de la ropa sucia con una mezcla de resignación y vergüenza.
Empezó a abrir la puerta, mirando al otro lado, Ofelia y Lawrence preparaban la bañera. El sonido del agua corriendo se unió a la plática de los vampiros, tan banal como Cellbit ha notado que lo hacen siempre. Mientras tanto, Melissa se encontraba en el lado del aparato música, colocando un CD y presionando unos botones, entonces la música empezó a reproducirse.
—Murder on the dancefloor, ¡Amo esta canción! —Melissa se expresó y Cellbit levantó una ceja.
Algo que él sabía de los vampiros, era su gusto por la mezcla de lo antiguo y lo moderno. Sus casas parecían hogares qué existirían perfectamente en los últimos años del siglo XIX y principios del siglo XX, pero también sabía que compraban aparatos tecnológicos para sus hogares. Una combinación demasiado peculiar.
—¡Oh, Cellbit! —Ella se expresó al verlo salir. Él se cubrió la entrepierna instintivamente al ver la atención de Melissa en él—. Vamos querido, entra al agua, Ofelia ya está colocando escénicas de vainilla en el agua.
Cellbit empezó a caminar lentamente hasta la bañera, la cual ya tenía burbujas y entró con rapidez al agua, sintiendo la calidez del agua rodear su cuerpo. Bajó la guardia unos segundos, mala idea, porque inmediatamente después de cerrar sus ojos, una gran cantidad de agua cayó sobre su cabeza. Ya había tomado las orillas de la bañera para levantarse, pero un líquido nuevo y frío cayó en su cabeza para luego sentir como dos manos empezaban a masajear su cabeza y cabello.
—Veamos que tal tu información hasta ahora —Melissa habló por encima de la música, sostenía una libreta y un bolígrafo—. Nombre, Cellbit, 18 años, tipo AB negativo, estudiante… Podemos hacer algo para hacer brillar eso. ¿Tenías trabajo?
Cellbit respiró cuando le enjuagaron todo el shampoo de la cabeza. Justo para intentar responder.
—Repartidor… —Dijo, escupiendo agua, solo para volver a sentir que masajeaban su cabello.
—Repartidor, ¡Oh! Entonces sabes seguir ordenes —Melissa comenzó a escribir en la libreta, sonriendo levemente—. Dócil, tranquilo, fácil de tratar.
—Si sabes que este fue el que golpeó a Theron con un crucifijo, ¿Verdad? —Preguntó Lawrance, tomando un brazo de Cellbit para empezar a enjabonarlo.
—Oh —Melissa miró la libreta—. Rebelde, inquieto, difícil de tratar… Puedo tratar en mejorar tu presentación.
La atmósfera del pequeño baño se llenó con la risa suave de Melissa mientras continuaban con el proceso. Ella seguía parloteando y escurriendo cosas en la libreta. Mientras Ofelia y Lawrence continuaban bañándolo, tallando su cuerpo con el jabón y el agua limpiándolo todo. El agua templada y los aromas envolvían la habitación, además aquellos olores del agua ya empezaban a marearlo. Todo mientras esa canción aun sonaba en el fondo.
Después del enjuague, lo hicieron salir de la bañera, donde un par de toallas fueron arrojadas sobre su cuerpo. Melissa lo observó con atención, como si estuviera evaluando su reacción ante cada paso del proceso.
—Ahora a vestirte, querido —Los vampiros lo guiaron fuera del baño después de secarlo y cubrirlo con una toalla. Con cuidado, los 3 vampiros lo sacaron del cuarto de baño, llevándolo a la puerta que estaba justamente frente a la del baño.
Pudo ver que, por las otras puertas, más vampiros sacaban a otros humanos para cruzar ese pasillo, casi como si los baños estuvieran cronometrados.
Al atravesar la segunda puerta la habitación tenía una luz tenue que iluminaba las paredes de tonos oscuros y muebles de estilo antiguo. El suelo, cubierto por una alfombra de terciopelo rojo, hacía juego con las cortinas pesadas que enmarcaban la única ventana, que dejaba entrever una tenue luz de la luna. Había un tocador en una orilla, mientras que al otro lado estaba un rincón adornado con ganchos que sostenían prendas que parecían sacadas de un museo. Cellbit observó con cierta incredulidad la extravagancia de los trajes. Eran gamas de colores oscuros en un extremo con ropa en extremo colorida al otro, había un exceso de encaje y ropas qué parecían pesadas.
—Lawrance, confío en tu buen gusto para elegir la ropa —Melissa comentó y Lawrence caminó hasta la ropa. Mientras, Ofelia empezó a secarlo más a fondo con la toalla.
Melissa seguía escribiendo cosas, dedicándole miradas casuales de vez en cuando. Lawrence había vuelto con la ropa y fue turno de él y de Ofelia de vestirlo, muy a su pesar, ya se estaba cansando de que lo vistieran y bañaran.
Lo primero fue la ropa interior, así que de nueva cuenta se tragó su vergüenza. Después vino una camisa de encaje blanco adornada con volantes y mangas abullonadas. Luego, un chaleco de terciopelo negro, seguido por un pantalón a juego y un par de botas altas. La última pieza del conjunto fue un abrigo largo que rozaba el suelo, negro al igual que el chaleco y pantalón.
—Vaya Lawrence, que opción tan… Elegante—Comentó Melissa, pero por la mirada en sus ojos se notaba qué ella no estaba convencida con ese atuendo.
Segundos después Cellbit sintió como lo empujaban hacia abajo, cayendo sentado sobre un banquete y fue girado para ver de cara al espejo del tocador y… Y entonces notó algo que no había notado antes, principalmente porque no había espejos ahí antes. La vista qué el espejo le regresaba era sólo él, tenía a Ofelia y Lawrence a sus lados, pero por obvios motivos ellos no tenían reflejo, eso Cellbit lo sabía, los vampiros no se reflejan en los espejos.
Pero entonces… ¿Por qué Melissa sí?
En cuanto Melissa se acercó, vio como ella se reflejaba y ella era consciente de eso porque se pasó las manos por el cabello, arreglando su peinado.
—Déjenlo guapo, llamativo, que resalten sus facciones —Comentó ella, mirando a Cellbit a través del espejo y le sonrió—. Me mostraron las cosas que traías cuando te trajeron. El Instituto de Investigación Fairchild, ¿Eh? Es muy difícil entrar ahí… ¡Por supuesto! Inteligente.
Y con eso, Melissa volvió a centrarse en su libreta, escribiendo más cosas que Cellbit sinceramente no entendía para que era.
Entonces Cellbit vio en su reflejo un cepillo qué se levantaba solo y se dirigió a su cabeza. Era Lawrence, quien comenzó a desenredar el cabello de Cellbit, Ofelia por su lado había tomado un recipiente rosado qué al abrirlo tenía una especie de esponja redonda encina de un polvo blanco.
—Eso es ma… —Sus palabras se interrumpieron cuando sintió que jalaban su cabello hacia atrás y después vino el impacto de la esponja, llenado parte de su cara con ese maquillaje, caso empezaba a toser, pero no podía por todas las acciones que le estaban realizando.
Melissa veía todo, haciendo una qué otra mueca cada poco tiempo.
Lawrence y Ofelia continuaron con su tarea, él peinando su cabello en ondas elegantes que resaltaban su peculiar mechón blanco. Ella pasaba una brocha por todo ese polvo por su cara hasta que ambos se detuvieron.
Finalmente, Cellbit se enfrentó al reflejo de un alguien totalmente diferente en el espejo. Su cabello, todo peinado hacia atrás, amarrado de forma muy apretada y con su cara totalmente blanca, excepto sus labios qué resaltaban con un horrible tono de rojo y un estúpido lunar sobre su labio.
—Está listo— Anunciaron Ofelia y Lawrence, llenos de orgullo.
—Me veo ridículo —Dijo Cellbit, dejando escapar toda su honestidad, la cual claramente enojó a Ofelia y Lawrance.
—Ciertamente careces de buen gusto y educación, pero eres humano, no esperaba algo decente de tu gente —Dijo Ofelia con desdén, dejando caer su brocha en el tocador.
Cellbit frunció el ceño y antes de decir algo, Melissa ya lo había tomado por los hombros.
—No seas grosero, ellos hicieron lo mejor que… Eh, lo mejor que es lo que hacen siempre —Ella forzó una sonrisa—. Bien, llegó la hora, es momento de ir a la subasta.
Melissa no perdió el tiempo, tomó el brazo derecho de Cellbit y lo jaló fuera de la habitación, al mismo tiempo observó como las demás puertas se habrían, volviendo a mostrar a todos los otros humanos. Y como si fueran soldados, empezaron a avanzar por el pasillo.
La comitiva de humanos y vampiros avanzó por los claustrofóbicos pasillos hacia una nueva serie de escaleras. Cellbit agradecía internamente dejar atrás a Lawrence y Ofelia, por muy gris que fuera su destino, la presencia de Melissa era más calmada que la de esos dos.
—Escucha, iremos al sótano, ahí es donde los humanos permanecen hasta que son llevados al nivel superior para ser exhibidos en la subasta —Melissa le fue explicando mientras caminaban a una marcha lenta. Casi tan sincronizada que los pasos se oían a la par en cada metro avanzado.
El grupo dio vuelta tras un pasillo que daba acceso a una escalera blanca de mármol. Cellbit notó como a partir de esas escaleras todo se volvió más lujoso, con paredes blancas, detalles dorados, de apariencia muy cara. En conjunto descendieron por las escaleras hasta llegar a un nivel más bajo del edificio, alumbrado con candelabros y pinturas de paisajes en las paredes. El aire se volvió más denso, y Cellbit podía sentir la tensión entre los humanos que lo rodeaban.
La comitiva de humanos y vampiros avanzaba por los claustrofóbicos pasillos hacia una nueva serie de escaleras. Cellbit agradecía internamente dejar atrás a Lawrence y Ofelia; por muy gris que fuera su destino, la presencia de Melissa era más calmada que la de esos dos.
El grupo dio vuelta tras un pasillo que daba acceso a una escalera blanca de mármol. Cellbit notó cómo, a partir de esas escaleras, todo se volvía más lujoso, con paredes blancas, detalles dorados y una apariencia demasiado cara. Descendieron por las escaleras hasta llegar a un nivel más bajo del edificio, alumbrado con candelabros y decorado con pinturas de paisajes en las paredes. El aire se volvía más denso, y Cellbit podía sentir la tensión entre los humanos que lo rodeaban.
La atmosfera se volvía cada vez más opulenta a medida que avanzaban hasta una gran puerta que se abrió pesadamente. Cellbit observó con asombro la magnífica sala. Grandes ventanales dejaban entrar la luz de la luna, destacando muebles elegantes y cuadros valiosos. Si no supiera lo que estaba a punto de sufrir, esa sala le parecería acogedora.
Melissa continuó guiándolo, ahora por una serie de puertas dobles que conducían a lo que parecía ser la sala de subastas, aun vacía. Cellbit se sintió más atrapado que nunca mientras se adentraba en ese ambiente. Estaba a punto de cruzar el umbral hacia lo que terminaría de sellar su destino. Esa sala era grande, pasaban lateralmente y Cellbit pudo observar mejor la construcción del lugar, la mayor parte eran mesas pequeñas con un mantel elegante rojo y cada mesa tenía dos o tres sillas. Todos divididos por niveles que ascendían hacia atrás. Al frente de todo estaba un pequeño escenario, con un podio de madera a la derecha y una vitrina a la izquierda.
Melissa condujo a Cellbit a una pequeña salita de espera a un lado de la sala principal a través de unas grandes puertas dobles, bajaron unos pocos escalones y ahí estaba una estancia muy bien decorada con elegancia, con sillones de terciopelo y mesitas auxiliares. Melissa le indicó a Cellbit que se sentara, y ella ocupó un lugar a su lado.
—Aquí esperaremos a que llegue tu turno, querido Cellbit —dijo Melissa con una sonrisa. La tensión en el ambiente era palpable, y Cellbit no podía evitar sentirse como un peón en un juego del que no entendía las reglas.
Los demás humanos y vampiros se esparcieron por la estancia, tomando lugares en diferentes puntos de la estancia. Cellbit miró a todos lados, notando como la mayoría de los vampiros tenían rostros series y desinteresados, sin intención de mirar a los humanos, no entendía porque entonces Melissa era tan amable.
Cellbit trató de buscar a Baghera, un rostro conocido que al menos le pudiera brindar algo de consuelo en ese momento.
—Ten, come esto —Melissa le llamó la atención, extendiendo su mano derecha hacia él. Cellbit vio como ella le ofrecía un caramelo de color verde—. Es de sandia, son mis dulces favoritos vamos.
Ella le sonreía sin mostrar sus dientes y Cellbit fue extendiendo su mano derecha hasta alcanzar el caramelo con sus dedos.
—Gracias —Él dijo y lo llevo a su boca, probando el dulce, sintiendo el sabor a sandia con un ligero toque picante llenaran sus papilas.
—El contador de ahí —Melissa señaló a una puerta de color azul, la cual en la parte de más arriba estaba una pantalla negra —, nos dirá cuando sea tu turno, tú eres el 27, está en tus muñequeras.
Cellbit levantó sus brazos ahí mismo, mirando las esposas, notando el número 27 que no había visto antes de ese momento. Entonces pensó que solo debía esperar a que terminara ese horrible juego de esperar a ser vendido.
La pantalla se encendió mostrando el 48 en números rojos, un vampiro robusto levantó bruscamente a un humano moreno del brazo para luego llevárselo por esa puerta, Cellbit los observó irse y tras esperar 5 minutos, ninguno volvió.
—Vendido —Susurró Melissa.
Ambos permanecieron ahí sentados, viendo el número cambiar varias veces y veían a más humanos y vampiros moverse, algunos no volvían, otros regresaban, los humanos se veían ligeramente aliviados, pero los vampiros tenían gestos más molestos. Tras otros dos números, Cellbit finalmente vio a Baghera, iba vestida con un vestido que se veía muy incómodo de color rosa chillón y ella reflejaba esa incomodidad.
—¿Quieres quedarte quieta? —Dijo la vampira acompañante de Baghera, en un tono exigente.
—Veta el infierno —Ella le respondió.
—No me respondas así.
—Entonces no me hables —Baghera le dijo, jalando parte del corsé del vestido.
Un nuevo número apareció en la pantalla y la vampira se llevó a Baghera a trompicones hasta atravesar la puerta y desaparecer. Cellbit comenzó a jugar con sus dedos, algo ansioso y tras 3 minutos que parecieron eternos hasta ver que la puerta se abría y Baghera regresaba, con una vampira muy enojada detrás de ella.
—Siempre es lo mismo contigo, camina —La vampira dijo, empujándola a la salida.
Baghera tuvo un momento en el que cruzo miradas con Cellbit y le sonrió, él le regresó la sonrisa y la vio marcharse.
—Nos toca —Melissa dijo de pronto, levantándose y llevando a Cellbit con ella —. Vamos, vamos, es tu momento de brillar.
Melissa lo llevo lentamente hasta cruzar esa puerta azul, siendo recibidos por una habitación casi vacía salvo por una plataforma de madera rodeada por 4 delgados pilares en la orilla de la habitación, la cual tenía una vara de metal que llegaría hasta su cadera.
La vampiresa lo movió hasta esa plataforma, dejándolo frente a la vara metálica, la cual tenía también dos cadenas en la punta. Ella le tomó una mano y le acercó a la cadena, la cual se movió como si fuera magnético para aferrarse a la esposa de su mano derecha.
—Bien, irás allá arriba, vas a quedarte calladito, sin moverte demasiado —Ella le indicó, haciendo que su mano izquierda también se acercara la cadena, manteniéndolo quieto.
—¿Cómo que ir arriba? —preguntó Cellbit, pero antes de que pudiera recibir una respuesta, la plataforma comenzó a moverse, ascendiendo como si fuera un ascensor—. ¡Espera, Melissa!
—¡Suerte! —le deseó Melissa, y Cellbit observó cómo la plataforma quedaba justo detrás de la vitrina de la sala de subastas. Se encontraba ahora en exhibición.
Frente a él, numerosos vampiros ocupaban las mesitas, algunos observándolo con interés, mientras otros disfrutaban de copas de vino, deseando internamente que fuera vino tinto.
—Nuestro siguiente ejemplar es un joven masculino de 18 años —anunció la voz de Elena desde el podio—. Su tipo es AB negativo. Es inteligente, audaz, temperamental y... ¿sofisticado?
Cellbit frunció el ceño ante la descripción, preguntándose si esa era la imagen que Melissa había querido proyectar de él.
—Empezamos la subasta con... 75 monedas —continuó Elena.
75 monedas. La cifra lo hizo sentir ligeramente ofendido. ¿Esa era su valor? Se encontraba allí, en el centro de la sala de subastas, bajo la atenta mirada de vampiros adinerados que evaluaban su "oferta".
Cellbit se preguntó si Melissa había exagerado su descripción para generar interés, porque de ser así, no funcionaba y honestamente él no sabría decir si era bueno o malo. La tensión en la sala era palpable, y su desesperación aumentaba con cada segundo que pasaba sin una oferta. La situación lo dejaba vulnerable, como un objeto que nadie quería reclamar.
—¿Algún vampiro estaría dispuesto a ofrecer más de 75 monedas por este joven? —Preguntó Elena con indiferencia, buscando algún interés en la audiencia.
El silencio continuó. Nadie parecía dispuesto a pujar por él. Se sentía como un objeto desechado, con un valor aparentemente insuficiente para los presentes. Cellbit anhelaba escapar de esa sala y volver a su vida normal, pero las cadenas que lo ataban a la plataforma lo mantenían prisionero y la poca oferta le recordaba que se mantendría ahí un buen tiempo.
No tuvo que esperar más, porque la plataforma empezó a descender hasta la zona donde antes había estado, siendo recibido por Melissa, con una mirada algo decepcionada.
—Bueno, no todos reciben ofertas en su primera subasta —Melissa dijo en un pésimo intento de sonar reconfortante.
—¿Eso se supone debe animarme? —Preguntó Cellbit, un poco muy molesto.
—No me hables así, hice lo mejor que pude con el material —Melissa giró una perilla de la vara, liberando las esposas de Cellbit—. Ahora es momento de regresarte a tu habitación.
Dicho y hecho, Melissa lo escoltó directamente hasta estar de vuelta en su habitación donde lo dejó en la puerta.
—Nos vemos la próxima semana —Ella le dijo, cerrando la puerta.
Cellbit volvió a quedarse solo, mirando el pijama que tenía antes de que lo bañaran. Así que procedió a cambiarse para luego hundirse en la cama y dormirse hasta la mañana del día siguiente.
Al despertar, Cellbit se encontró de nuevo en el monótono entorno de su habitación. La mañana siguiente empezó por el vampiro fornido y la doncella llevando el desayuno. Cuando acabó, el vampiro fornido lo sacó de ahí, empezando a guiarlo a un nuevo lugar que no había visto del lugar.
Esa vez lo llevaron a una puerta doble de madera con una ventana cuadrada en cada puerta. Cuando las puertas se abrieron, Cellbit se sorprendió por la vista que tuvo.
Esa sala era sorprendentemente grande, con estantes llenos de libros, una vieja televisión en una esquina y varias mesas con sillas. Había un ambiente extrañamente acogedor, considerando las circunstancias. Cellbit exploró el lugar, observando a otros humanos que compartían su desdicha.
Volvió a recorrer la vista por la sala, mirando a una rubia muy conocida en una mesita, preparando una partida de ajedrez en solitario. Cellbit caminó lentamente a ella-
—Hola —Saludó Cellbit al acercarse—. ¿Puedo unirme?
Baghera levantó la vista y le ofreció una sonrisa.
—Claro, toma asiento —Ella le dijo y Cellbit tomó asiento frente a ella, eligiendo así las piezas negras—. Ya no pude verte anoche, pero es algo reconfortante verte de nuevo.
—Bueno, al parecer no fui del gusto de los vampiros —Cellbit bromeó.
—Te acostumbras con el tiempo —Baghera respondió, tomando un peón, moviéndolo—, ¿Y cómo fue que te capturaron? Digo, si no tienes problema con decirlo.
—No —Cellbit se apresuró a decir, moviendo su peón—. Yo estaba con mi hermana en la biblioteca, haciendo un proyecto de la escuela, no nos dimos cuenta del tiempo y nos fuimos de ahí muy noche, estábamos cerca de nuestra casa, pero ese tal Theron nos atacó, estuvo a nada de llevarse a mi hermana, pero yo la defendí, eso no le gustó a él y me tomó.
—Que noble —Baghera le respondió, moviendo otra pieza.
—¿Cuál es tu historia? —Preguntó Cellbit.
—Muy parecida a la tuya, estaba con mi hermano en nuestro porche, mirando el atardecer, estábamos a punto de volver adentro cuando vimos un vampiro en un tejado cercano—Baghera empezó a charlar mientras ambos seguían jugando—, nos estaba viendo, se mantuvo así durante toda la noche y las 4 noches siguientes. Nos había marcado como objetivos y espero a un error. Durante la cena, aun no sé cómo ocurrió, pero parte de la cocina se empezó a incendiar por cupa de un sartén, intentamos apagarlo, pero el fuego se extendió demasiado rápido, él y yo salimos de la casa y ese hijo de perra ya estaba en la entrada, tomó a mi hermano y se fue con él...
Baghera tomó una pausa mientras hacía que uno de sus peones se comiera a un alfil de Cellbit.
—Dos semanas después volví a ver a ese vampiro, así que salí a confrontarlo, me dejé raptar con la esperanza de verlo aquí, pero...
—Pero él ya no estaba —Cellbit dijo y ella asintió.
—Esa misma noche que me atraparon, ya lo habían subastado y no volví a verlo —Baghera dijo, resignada—. Mi única esperanza ahora es que me subasten con el mismo comprador que se llevó a mi hermano.
Cellbit guardó silencio, dándose cuenta de dos cosas. Primero, que él y Baghera no eran tan diferentes, ambos llegaron ahí por sus hermanos. Y segundo, lo que le preocupaba, era que Bagi fuera a hacer lo mismo que Baghera, entregarse a los recolectores para ser enviada ahí solo para verlo. Es algo que Cellbit haría por ella, pero él no quería que ella lo hiciera por él.
—Ahora tienes miedo de que ella haga lo mismo que yo, ¿No? —Baghera preguntó, moviendo otra pieza.
—Es mi miedo, pero hay más personas en casa, 4 amigos, casi nuestros otros hermanos así que... —Cellbit suspiró—. No sé si puedan detenerla por mucho tiempo, ella es aferrada, yo la conozco.
—Lamento decírtelo —Baghera dijo, mientras ambos seguían moviendo sus piezas—, pero ahora mismo lo único que podría detener a tu hermana de hacer algo estúpido, es que te compren y envíen el pago a tu familia, al menos así sabrán que estas con algún vampiro.
Cellbit se quedó callado, con un caballo en sus manos, su movimiento siguiente fue llevar la pieza para comer una torre de Baghera.
—Jaque mate —Dijo Baghera.
Mierda, ni siquiera le prestó atención al juego.
Cellbit se quedó pensando en todo lo que Baghera le había dicho. Su hermana tenía razón; su única alternativa real para protegerla era ser comprado. La idea de que Bagi se dejara atrapar solo para salvarlo lo atormentaba. No podía permitir que eso sucediera. Ahora tenía un plan.
En la siguiente preparación para la subasta, Cellbit decidió cooperar al máximo para aumentar sus posibilidades de ser subastado con éxito. Aceptó el baño y cambio de imagen forzados, siendo vestido y maquillado para la subasta por Ofelia y Lawrance. Melissa se mostró claramente sorprendida al verlo tan tranquilo, mientras ella continuaba concentrada en su libreta. Fue vestido y arreglado de la misma forma ridícula que antes, pero esta vez se atrevió a sonreír ligeramente cuando fue llevado a la vitrina, esperando al menos una oferta mínima y entonces...
No funcionó.
Nadie ofertó por él, otra vez. La frustración se reflejaba en su rostro, y Melissa lo notó cuando la plataforma lo dejó abajo.
—No tienes buena cara —Melissa dijo, observándolo detenidamente.
—No lo entiendo, ¿por qué nadie quiere comprarme? —Preguntó con sinceridad, buscando respuestas más allá de las explicaciones vagas—. ¿No se supone que los humanos jovenes más buscados?
Melissa frunció el ceño y, por un momento, su expresión se suavizó.
—Cellbit, ser subastado no funciona así, es todo un proceso —Melissa comentó—, hay humanos que han pasado hasta un año sin ser subastado, ¿Por qué te preocupas ahora? Te veías más aliviado la semana pasada.
Cellbit miró a Melissa con duda, pero poco a poco fue pensando en sus palabras, luego miró a sus manos mientras ella liberaba la cadena de las esposas.
—Mi hermana, Bagi —Respondió en voz baja—. Hable con otra chica aquí que llegó aquí porque se dejó atrapar para buscar a su hermano… Yo conozco a mi hermana, ella intentara buscarme y no puedo dejar que ella se quede atrapada aquí.
Melissa se había mantenido callada, escuchándolo con atención hasta cada última palabra que Cellbit dijo. Aunque al final no dijo nada, solo suspiró.
—Vamos, debo llevarte a tu habitación —Ella le dijo y ambos empezaron a caminar.
Cellbit fue dejado en su habitación, donde volvió a sumirse en su pesimismo y frustración bajo la cobija de su cama.
Toda su semana transcurrió con una pesada lentitud. Habló con Baghera y volvió a perder en el ajedrez al día siguiente, desayunó y comió en su habitación, cuando llegó la cena previa s la subasta se aseguró de comer todo lo que no consumió en la semana y finalmente llegó el día de la subasta.
—Buenos días Cellbit —Melissa saludó al entrar por la puerta.
Cellbit la miró, algo confundido porque la vampira había llegado antes de que las otras veces. Iba como siempre bien peinada, bien maquillada y con un vestido corto de color rojo brillante qué acentuaba su figura.
—Pase más temprano por ti porque esta será una preparación un poco distinta a las habituales, así que andando, no perdamos el tiempo.
Ella volvió a llevarlo hasta el cuarto de lavado, grande fue su sorpresa cuando vio que ni Ofelia ni Lawrence estaban ahí.
—Les dije que se tomarán el día libra —Ella dijo, como si le leyera su mente.
Cellbit fue a donde siempre a quitarse la ropa y al asomarse fuera, Melissa era quien preparaba el baño, llenando la bañera, poniendo las burbujas, luego ella miró los frascos de esencias de forma concentrada hasta que tomó uno blanco y liberó solo un poco en el agua.
—Coco, ¿No te parece uno de los mejores olores? —Ella preguntó mientras Cellbit solo entraba a la bañera.
Observó a Melissa moverse hasta que trajo una bandeja con ruedas, en la cual estaba un shampoo, acondicionador, un jabón y una esponja.
—¿Y bien? ¿Qué esperas? —Ella preguntó—. No esperes que yo te bañe, confío en que tu conoces tu cuerpo lo suficiente para darte una buena limpieza a fondo.
Tras eso, Melissa fue hasta el reproductor de música, Cellbit estaba sorprendido, pero de inmediato empezó a darse in baño por si mismo, algo que no había hecho desde que había sido llevado a ese lugar.
La música empezó a sonar con una canción que Cellbit reconoció como Candyman y mientras él se bañaba, Melissa volvía a escribir en su libreta, pero esta vez de manera más calmada y viendo a Cellbit de vez en cuando.
Cuando el baño terminó, Melissa lo dejó secándose cerca del tocador mientras ella buscaba algo de ropa, mirando de entre la ropa estorbosa y ridícula.
—¡Perfecto! —Ella exclamó, sacando un conjunto conformado por un pantalón negro, con las rodillas rotas y una camisa de franela a cuadros de colores negro y verde—. Esto combina con tus ojos.
Melissa lo dejó vestirse solo mientras le buscaba un calzado qué quedara con esa ropa, entregándole al final un par de tenis sencillos de color negro con verde.
—Ahora, esa cara tuya —Melissa dijo al tenerlo sentado frente al tocador, mirándolo fijamente a la cara—, sí, ya se.
Ella tomó algo de maquillaje, no ese polvo qué le dejaba la cara como si fuera una galleta espolvoreada, no, era otra cosa que Bagi también usaba, era corrector.
—Esto para cubrir tus ojeras —Ella dijo mientras se lo aplicaba—. Y como toque final, un poco de delineador.
Cellbit se quedó quieto al tener eso cerca de los ojos hasta que ella terminó y sonrió bastante. Después tomó un cepillo, empezando a arreglar su cabello, lo cepillo y peino para dejarlo como Cellbit normalmente se peinaba, dejando las leves ondas caer por su cabeza, dando una apariencia peinada, pero casual a la vez.
—Voila, estas listo —Ella dijo—. Es momento de la subasta.
Ambos volvieron a bajar, al entrar a la puerta de la salida de espera ya había algunos humanos y vampiros ya listos, los voltearon a ver y vaya que Cellbit destacaba entre la mayoría. Fueron a sentarse y Cellbit puso ver como algunos vampiros murmuraban cosas entre ellos.
—Están hablando sobre mi, no te preocupes —Melissa lo tranquilizó, entregándole otro caramelo de sandia.
—Estoy acostumbrado de todos modos–Cellbit respondió, llevándose el caramelo a su boca—, en mi escuela siempre era así, la gente hablaba de mi a mis espaldas, me veían y se volteaban a charlar.
—Puedo entenderte con eso —Melissa dijo con simpleza y ambos cayeron en silencio.
Cellbit miró por la habitación, alcanzando a ver a Baghera, con un vestido azul celeste. Cruzaron miradas, ella sonrió y levantó su pulgar derecho. Cellbit sonrió también.
Pasaron los minutos y de nueva cuenta ellos dos eran de los últimos, Baghera desapareció tras la puerta en su turno y por primera vez en las 3 subastas que Cellbit ha visto, Baghera no regresó.
Bien, si él no era subastado entonces ya se quedaría sin su única amiga en ese lugar.
—Te toca —Melissa avisó, llevándolo a la plataforma, él se acomodó, dejando sus manos en la cadena magnética y Melissa lo miró—. Qué tengas suerte hoy.
Y Cellbit por primera vez pudo responder algo más o menos positivo.
—Gracias —Dijo mientras la plataforma se elevaba. Cellbit cerró los ojos y los abrió al sentir la plataforma detenerse.
Nuevamente Elena estaba en el podio, usando un vestido azul oscuro con detalles brillantes que resaltaban con la luz.
—Nuestro siguiente espécimen, joven masculino de 18 años, tipo AB negativo —Ella empezó a decir—, es un joven trabajador, es fuerte, habilidoso, inteligente y dedicado. Su encargada lo describió como alguien que sabe cuidar lo que se le encarga y necesita, algo irreverente, pero con las mente encaminada.
Vaya, Melissa se esmero con esa presentación nueva.
—Empezamos la subasta con 75 monedas de oro, ¿Alguien? —Elena preguntó y entonces pro primera vez, alguien oferta.
—100 monedas.
Cellbit miró por la vitrina, mirando entre la multitud de vampiros, observando a un vampiro en una de las mesitas más cercanas. Había un vampiro grande, gordo, usando gafas oscuras en ese espacio, con la paleta roja alzada. A su lado había una joven vampira y un vampiro, ambos mirándolo.
Pero entonces Cellbit reconoció a ese vampiro, había visto fotografías de él en la ciudad. Ese sujeto era el Conde Maximus, dueño del burdel Las Casualonas. El prostíbulo más prominente de la ciudad.
No, maldita sea su suerte que la primera oferta por él era dada por el dueño de un prostíbulo con la mala fama de tienes humanos ahí.
No, tenía que haber otra oferta.
—¿Alguien da más? —Preguntó Elena.
—175 —Dijo otra voz. Cellbit trató de buscar de donde vino esa voz, para su suerte, Elena señalaba con su pequeño mazo de madera a un nivel superior.
Había una mesa, con dos vampiros bien vestidos de traje, uno de morado y otro de azul claro, pero la altura, distancia e iluminación le impedían verle la cara a esos dos vampiros, pero se veían mejor que un proxeneta glorificado.
—250 —Dijo nuevamente el conde.
—350 —La pareja ofreció más.
—450.
—550.
Cellbit sentía sus manos sudar, tenía nervios, ansiedad, temor, estaba asustado de cual seria su destino entre esos vampiros.
—750 —El conde comentó en voz firme, con su paleta en lo alto y una sonrisa fanfarrona en la cara.
—¿Alguien da más? —Preguntó Elena.
Pero no vino otra oferta, Cellbit miró a la pareja, no parecían querer moverse, aunque el morado se movió contra el de azul, como si estuviera diciendo algo. Estaba con su corazón latiendo a mil por hora.
—750 a la una… 750 a las…
—1,500 monedas al contado —Dijo el vampiro de azul.
Incluso Cellbit se sorprendió de esa cantidad.
—1,500 monedas, ¿Alguien da más? ¿2,000? —Elena preguntó a la audiencia, pero nadie dijo algo más—. Entonces, son 1,500 a la una, 1,500 a las dos, 1,500 a las tres… ¡Vendido!
Elena golpeó su mazo en la madera del podio, cerrando el trato.
—Vendido por 1,500 a los señores Brown.
Continuará...
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