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━ i need to listen, baby




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MI NIÑERA ES UN VAMPIRO CAP 1
El Césped de los Muertos #2
El perro de Della te da las gracias.

ETHAN Y LUCINDA SALIERON DE SU CASA Y VIERON A BENNY PARADO EN FRENTE DE ELLA EN SU BICICLETA CON TRES PEQUEÑOS FRASCOS DE CRISTAL EN LA MANO.

—Hola. Recibimos tu mensaje. ¿Qué pasa?

—He cogido esto de la estantería de la abuela —les dijo Benny a los hermanos, que se miraban entre sí mientras les mostraba tres frascos pequeños de esencia brillante.

—Oh, hablaba en serio. Vale —comentó Lucinda a nadie en particular mientras parpadeaba rápidamente con preocupación, dejando escapar un suspiro, y apoyando su mano en el hombro de su hermano.

Los frascos contenían una esencia azul, una esencia roja y una esencia amarilla.

—¿Cómo sabes cuál tiene la poción para resucitar a un perro? —preguntó Ethan, examinando los frascos en las manos de Benny con un seño fruncido en la cara.

—He pensado que podrías usar tus poderes... —sugirió Benny—, para ver cuál es el zumo que devuelve la vida.

Ethan dudó al principio. Tanto él como Lucinda estaban en contra de que resucitara a un perro de entre los muertos, pero si Ethan cedía ante Benny, su hermana lo odiaría. Y si se ponía del lado de su hermana, Benny no le hablaría en todo el día.

—Venga, E —suplicó Benny—. Ayuda a reunir a una bella doncella con su amada mascota —miró hacia los frascos en sus manos y levantó la mirada hacia su mejor amigo—. ¿Sólo un toque?

Esto hizo que Ethan cediera y tomara los frascos en sus manos. En cuanto los agarró, sus ojos se iluminaron de un color blanco y amarillo bastante brillante. Lucinda rodó sus ojos, decepcionada, con la elección de su hermano.

—Este —sostuvo en alto el frasco azul—, pájaros enfadados.

—Sigue —Benny tomó la esencia azul de la mano de Ethan.

—Esto es estúpido. No puedo creer que estés consintiendo esto —Lucinda se llevó la mano a la frente. Ethan le lanzó una mala mirada a la que ella rápidamente respondió sacando la lengua.

—Este —continuó Ethan después de suspirar, y levantó el frasco rojo—, pelo asqueroso en las uñas.

—Ew —exclamó la rubia.

—Mola —dijo Benny.

Ethan continuó, haciendo caso omiso a sus reacciones mientras enfocaba su mirada en la poción que quedaba.

—Este... —hizo una pausa, sosteniendo en alto la esencia dorada/amarilla y agitándola—. Es este. Pero...

Lucinda tenía un nudo en el estómago. Con la mezcla de la magia en el linaje de su familia, ella había recibido una mezcla de poderes psíquicos junto con sus poderes de maga. Aunque, ella no tenía visiones como Ethan, sino que su cuerpo sentía la presencia de que algo malo estaba sucediendo, o iba a suceder. Y si Ethan la tocaba mientras ella estaba teniendo esa sensación, él recibía la visión de lo que estaba sintiendo. Por así decirlo, sus poderes estaban conectados, y la esencia de estar en su presente la hacía sentir incómoda y francamente— asustada.

—¡Guay! El perro de Della te da las gracias —Benny se lo arrebató rápidamente de la mano—. Deseadme suerte. Me espera un largo camino, y un chucho al que traer de entre los muertos.

Continuó abrochándose el casco en la cabeza, antes de recoger su bicicleta y sentarse en ella.

—¡A por él!

Los hermanos observaron al chico bajar a toda velocidad por la acera en su bicicleta, y ambos compartieron miradas que daban a entender que sabían lo que ambos estaban pensando.

—Menos mal que dominé el hechizo de teletransportación —la chica miró a su hermano—. ¿Estás preparado?

—¿Tú has dominado el hechizo de teletransportación? —preguntó Ethan a su hermana, que le miró ofendida—. Lo siento. A veces es muy difícil saber si estás haciendo un "Benny" o no.

Hacer un "Benny": A veces Benny decía que dominaba un hechizo sólo para parecer impresionante. Así que Lucinda se burlaba de él y decía que dominaba un hechizo cuando no era así.

—Yo me tomo la magia un poco más en serio —envolvió su brazo alrededor de Ethan—. Claro que nunca he probado esto en un humano, así que nuestras posibilidades de llegar de una pieza son 50/50. Agárrate fuerte.

—Espera, ¡¿qué...?! —exclamó Ethan antes de que Lucinda les hiciera aparecer en el patio trasero de la casa de Della. Tanto Lucinda como Ethan se acercaron a Benny sigilosamente para detenerlo.

El azabache se puso al lado de su amigo y Benny lo miró sobresaltado.

—Ethan, no le pegues esos sustos a alguien que está despertando a los muertos —gritó Benny en un susurro al chico, antes de levantar el dedo índice sin mirar atrás—. Lucinda, ni se te ocurra darme un zape.

—Me arruinas toda la diversión —hizo un puchero, y agarró el brazo del chico para ayudarle a levantar. Aunque le costó.

—Hablad más bajo —los calló Ethan, ayudando a su hermana a levantarlo del suelo—. Venga, vámonos antes de que hagas algo absurdo —se detuvo, mientras el castaño miraba hacia el otro lado y rodaba los ojos antes de volver a mirarle—. Oh, quiero decir, más absurdo.

—Es tarde. Ya lo he hecho.

—Eres increíble —dijo Lucinda negando con la cabeza. Agarró las manos del chico y lo alejó de la tumba del perro.

—Estás exagerando —respondió Benny—. No ha pasado nada. Pero...

—¡Ja! —escucharon detrás de ellos antes de saltar del susto y ver a un familiar chico rubio—. ¡Toma ya!

—Rory, te doy cinco segundos para correr —Lucinda volvió sus ojos verdes intensos hacia el chico. Tenía un pequeño temperamento y se disparaba fácilmente por cualquier cosa que la sobresaltara—. Como no corras, te mataré... otra vez.

—Si quieres matar a un Vampiro Ninja, primero tienes que encontrar a un Vampiro Ninja —le dijo Rory a la bruja.

La rubia se burló.

—Vampiro Ninja... —soltó antes de girarse.

En un abrir y cerrar de ojos Rory se perdió de vista.

—Vale. Eso ha sido casi impresionante —dijo Lucinda mientras el trío se acercaba al banco que estaba frente a la tumba del perro. Benny dejó escapar un suspiro.

—Da igual, la poción no ha surtido efecto —Benny volvió a mirar a Ethan y frunció el ceño—. Tal vez tu visión se equivocó.

—Mis visiones nunca se equivocan —se defendió él rápidamente. Ethan tenía razón, sus visiones nunca eran erróneas, pero no siempre daban todos los detalles—. Pero creo que tu abuela tenía razón. No deberíamos jugar con la vida y la muerte.

El trío escuchó pequeños gimoteos procedentes de la tumba.

—¿Qué ha sido ese ruido? —señaló Lucinda, haciendo una pequeña pausa—. Habéis oído eso, ¿verdad? No estoy loca.

—No puede ser —exclamó Benny con una gran sonrisa en la cara.

—¡Peludo! —dijeron los tres al unísono, poniéndose de pie y caminando hacia el sonido de los llantos del perro.

—¡Está vivo! —dijo Benny con voz de científico malvado, desenterrando al perro para verlo vivo y temblando—. Ese es el dulce sonido de Benny aceptando una cita con Della.

—En tus sueños —le respondió Lucinda—. ¡Salgamos de aquí!

—¿Qué? No, debe saber que lo he salvado —insistió Benny, haciendo un puchero—. Quiero sorprenderla mañana.

—Llora —dijo Lucinda antes de decir el hechizo de teletransportación y teletransportarles de vuelta al porche de su casa.

—Vale. ¿Podemos dejar a Peludo en vuestro garaje? ¿Sólo hasta mañana? La abuela no puede enterarse —les suplicó Benny.

—Ni hablar —dijeron los hermanos al unísono, sacudiendo la cabeza.

—Sois unos idiotas de primera —dijo Lucinda a los dos chicos mientras los seguía por el pasillo. Benny luchaba por mantener bien agarrada la caja en la que estaba Peludo—. Especialmente Benny.

—Oh, déjame en paz —contestó el mencionado, todavía luchando con la caja hasta que Lucinda la agarró y le ayudó a mantenerla firme.

—Con mucho gusto —sonrió al chico, soltando la caja—. Sólo que la próxima vez que traigan a un perro de entre los muertos, no vengan a mí en busca de ayuda.

—¿Por qué me metes en esto? —Ethan miró a su hermana con una expresión confusa en el rostro, encogiéndose de hombros—. Yo no he hecho nada.

—Tú le ayudaste.

—Oh, ahí está Della. Cuando vea a Peludo, se me va a tirar encima —Benny sonrió, haciendo el gesto—. Deseadme suerte.

—No lo va a conseguir —Lucinda se rió, apoyando la cabeza en el hombro de su hermano—. Casi me siento mal por él...

—Cuéntame. ¿En qué andáis tú y tu tú más tonto metidos? —Sarah se acercó a los hermanos. Su pregunta fue dirigida a Ethan.

—Larga historia corta: Benny resucitó al perro muerto de Della con la ayuda de mi hermanito aquí presente, y ahora está poseído. Y aun estando poseído, Benny decidió dárselo a ella. ¿Lo entendiste? Bien —Lucinda tocó el hombro de Ethan antes de alejarse, aunque en vano, ya que se detuvo en seco al escuchar los gritos y el llanto que provenían de Della, que salió corriendo.

—Ohh. No me ha dado ni las gracias. Ay... —se quejó Benny, pasándose una mano por el pelo y mirando hacia atrás horrorizado por el panorama.

—Bien hecho —Lucinda se rió antes de que Rory se acercara al grupo con los dedos de las manos cubiertos de vendajes.

—Oye, friki, ¿a qué vienen esos vendajes? —preguntó Lucinda.

—Algo raro. Anoche salí a picar algo crujiente... pero esta vez, la cena se resistió —explicó—. Creo que estaba poseída.

Esto hizo que Benny mirara a Lucinda, que le clavaba dagas con la mirada.

—¡Lo siento! —Benny bajó las manos con frustración mientras se disculpaba con la chica.

—No es a mí a quien tienes que pedir perdón —Lucinda le dedicó al chico una sonrisa malvada.

—Ya está. Voy a llamar a Evelyn —anunció Lucinda, agarrando su móvil antes de que Benny se abalanzara hacia ella y se lo arrancara de las manos.

—No, no. Si la abuela se entera, a saber lo que me hace —exclamó Benny. Lo que provocó que Lucinda le lanzara su malvada mirada verde.

—Si te mata, por fin seré libre.

Avance informativo especial —los tres desviaron su atención hacia la pantalla de televisión que tenían delante—. Por todo Whitechapel, nos llegan relatos de extraños ataques de animales pequeños... —dijo el reportero antes de que se le lanzara a la nariz una tortuga con ojos rojos brillantes.

—¡¿Ese es Tiberius?! —preguntó Ethan.

—¡No! —exclamó Benny.

—¡Sí! —contestó la rubia.

—Esto es de locos. Se escapó cuando tenías ocho años —Benny miró de Ethan a la televisión.

—Está bien. Hablaremos con Evelyn les guste o no. Y como intentéis detenerme una vez más, os embrujo —Lucinda lanzó una mirada mezquina entre los dos chicos, que parecían atemorizados.

—Me gusta su actitud —oyeron la voz tan familiar de la abuela. Lucinda sonrió a la mujer mayor en la entrada mientras Ethan y Benny se sobresaltaban—. ¿Hay algo que queráis contarme? —preguntó, dando unos golpecitos a un frasco amarillo.

—¿Tu nieto es un idiota y eso se le pega a Ethan? —bromeó Lucinda, ganándose un manotazo en ambos brazos por parte de Ethan y Benny—. ¡Ay!

—Primero, prepararemos suficiente anti-poción para dormir a todas esas criaturas demoníacas que habéis creado —explicó Evelyn, revolviendo la poción.

—Yo sólo eché unas gotas donde estaba enterrado el perro —se defendió Benny, apoyando la barbilla en su mano y haciendo un puchero.

—Unas gotas es demasiado —lo regañó—. Deberías tomar notas de Lucinda la próxima vez.

—Hasta tu abuela me quiere más a mí —Lucinda sonrió contenta al chico. Benny imitó su sonrisa y le golpeó otra vez en el brazo. Esta vez, no contó con que ella le devolvería el golpe.

—Pero, ¿por qué son tan malos? —preguntó Ethan a Evelyn, ignorando la pelea de su hermana y su mejor amigo, y metiendo las manos en los bolsillos.

—Habéis reanimado sus cuerpos, pero sus almas ya no están —respondió, mezclando la anti-poción—. Y un cuerpo sin alma es el juguete perfecto para los demonios.

—¿Qué les había dicho? —Lucinda se dio una palmadita en el hombro por tener razón—. Por eso deberíais escucharme más. Casi siempre tengo razón.

—Sí, 3 de cada 10 veces —murmuró Benny, mirando hacia otro lado.

—Dímelo a la cara, Weir.

—¿Quieres pelea, Morgan?

—¡Chicos! —gritaron Ethan y Evelyn para que los dos dejaran de pelear, y ambos se sentaron de nuevo antes de compartir una mirada llena de enfado.

—Muy bien, ya tenemos toda la anti-poción preparada —Benny y Lucinda entraron por la puerta del garaje con pistolas de agua en las manos y en la cintura—. Si crees que estos bichos van a ser difíciles, intenta llenar un montón de pistolas de agua con anti poción y rociar accidentalmente a Lucinda con ella.

—¡Me dio justo en el ojo! —protestó Lucinda, lanzándole una mirada a Benny—. Tienes suerte de que sólo te haya dado un choque eléctrico.

—Rory está de camino —informó Ethan al grupo y ellos asintieron, continuando el trazado de su plan, asegurándose de que fuera perfecto.

—Bien. Cuando atraiga las criaturas, ocuparemos posiciones en mi jardín y les daremos caña —dijo Benny, sosteniendo una de las pistolas de agua.

—Vale, yo tengo que sentarme a la mesa con ellos —Lucinda se paró en seco y se giró para mirar a Benny—. Avísame antes de que vayas a hacerlo todo tú solo.

—Lo haré —le dedicó una pequeña sonrisa y la vio alejarse hacia la mesa con su familia.

—Rory está aquí y parece contento por algo. Eso nunca es bueno —susurró Sarah a los hermanos Morgan justo antes de que todos en la mesa empezaran a escuchar una espeluznante música de flauta por toda la casa.

—¿Qué es eso? —preguntó Ross a sus hijos.

—¡Oh! Es... música ambiente para la cena —mintió Ethan, lanzando a Lucinda una mirada de puro terror.

—Eh, volvemos enseguida —Lucinda se levantó y arrastró a Ethan a la cocina con ella.

—Rory, ¿qué has hecho? ¿Por qué sigo oyendo la música? —le preguntó Ethan a Rory, que sonreía mientras sostenía la flauta, pero no la tocaba.

—Tuve una inspiración —respondió él contento, una sonrisa apareció en su pálido rostro mientras miraba la flauta que sostenía en sus manos—. ¿Por qué malgastar mis labios cuando podía grabarlo y reproducirlo en bucle? No hace falta flauta.

—¿Dónde está el reproductor? —preguntó Benny mientras recuperaba la flauta.

—A-Aterricé en el tejado para venir, cuando apareció una ardilla psicópata y... se me cayó por la chimenea.

—¿La chimenea? —preguntó el grupo al mismo tiempo.

—Eh, relajaos. Sé cómo recuperarlo. Cuando Santa Claus entra por...

—Rory, cállate. Ya conoces las reglas sobre los planes de Santa —interrumpió Ethan, haciendo que el rubio tragara saliva, nervioso.

—Ósea que ahora la música está en la casa... Lo que significa... —Benny se detuvo y miró a su alrededor. En segundos, el grupo se vio rodeado de bichos demoníacos.

—¡Es como Blancanieves y sus amigos del bosque! ¡No muertos malignos! —dijo Benny, disparando a un par de Ratas Demonio.

—¿De verdad crees que ahora es el momento para hacer referencias a Disney? —preguntó Lucinda, disparando una rata que acabó en la espalda de Benny—. Tienes suerte de que acabe de salvarte de que te arranquen la oreja de cuajo.

—Gracias, supongo —dijo Benny en tono de pregunta mientras disparaba a otro demonio con anti-poción.

Pronto, un bicho demoníaco se posó en la espalda de Lucinda y Benny le disparó.

—Tienes suerte de que acabe de salvarte de eso —Benny se burló de ella y la rubia esbozó una sonrisa sarcástica.

—Gracias, supongo.

Cuando todos pensaban que ya habían acabado con cada uno de ellos, Ethan abrió el gabinete y vio a Peludo sentado en él, gruñendo. El perro demonio se aferró rápidamente a su muñeca y esté empezó a golpear al perro contra la encimera.

—¡Ethan! —gritó Lucinda espantada, viendo como Ethan y Sarah empujaban al perro contra uno de los gabinete de la cocina, llamándolos a Benny y a ella para que se acercaran y le dispararan.

Lucinda fue a por él pero tuvo que parar para disparar a un ratón que estaba dispuesto a trepar por su pierna.

—¡Benny! —gritaron los tres al mismo tiempo al chico.

—Adiós, Peludo —Benny disparó al perro con la anti-poción, viendo cómo se desintegraba en el aire—. ¡Sí!

—¡Eso ha sido bestial! —Benny y Lucinda chocaron los cinco, apartando rápidamente las manos con disgusto.

—Ew, su collar —dijo Sarah, con evidente asco en su voz. El collar del perro había caído junto con sus cenizas en la salsa. Es seguro decir que la salsa ya no estaba lista para la cena.

Oyendo pasos que se acercaban, Samantha entró en la cocina y cogió la salsa de la encimera.

—Sarah, necesito la salsa ahora mismo, ¿vale?

—Mamá, mamá, espera —Ethan intentó quitársela a su madre—. Ya lo llevo yo.

—No, da igual. Que ya la tengo yo —Samantha se peleó con su hijo por el cuenco de salsa—. Vale, suelta.

Ambos derramaron la salsa en el suelo y casi todo cayó en el vestido de Della, que justo acababa de entrar. Lucinda se rió del espectáculo que estaban montando pero se escondió detrás de Sarah para que no fuera evidente.

—¿Peludo? —preguntó Della, mirando del collar a los demás con la boca abierta.

—Sí, es él —Benny se encogió—. Más o menos...

Della salió corriendo de la cocina y Benny intentó seguirla.

—Della, espera, puedo explicártelo. Ahora no, pero se me ocurrirá algo —dijo él antes de salir de allí.

Después de las locas aventuras de la noche, el grupo decidió acomodarse y ver una película. Mientras Sarah y Ethan estaban en la cocina hablando, Lucinda y Benny estaban en el salón colocando las mantas para ver una pelí.

—Siento mucho lo de Della —dijo Lucinda, rompiendo el incómodo silencio entre los dos mientras se sentaba en el sofá con él—. Aunque la has fastidiado a lo grande, lo que cuenta es la intención.

Benny miró nerviosamente alrededor de la habitación preguntándose por qué estaba siendo amable.

—Es una broma, ¿verdad? —preguntó él—. ¡¿Dónde están las cámaras?!

—¿Qué? Una chica se siente mal por un chico porque le acaban de romper el corazón y ya le está gastando una broma —bromeó, mirando para ver a Ethan y Sarah caminando para sentarse en el sofá con ellos.

—Estaré bien —declaró y se levantó para meter el disco de la película en el reproductor—. Pero gracias por preocuparte. Sabía que tenías un corazón en alguna parte —bromeó, señalando con su dedo índice alrededor de ella—. Definitivamente, en alguna parte.

Lucinda soltó una carcajada y golpeó al chico con una almohada, sonriéndole cuando le devolvió el golpe con otra almohada.

—Sabes que mañana volveré a odiarte, ¿verdad?

—Ya, me lo imaginaba.


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