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⤹ · .˚🐉 ༘⋆。˚ 14. ❛ 𝖲𝗈 𝗌𝗈𝖺𝗄𝖾𝖽 ❜









xiv. TAN EMPAPADA 💚

King's Landing, 141 d.c.
Fortaleza roja
Narra Jaehaera Targaryen


Mis piernas temblando ligeramente, mire a Viserys y con algo de miedo mire a Aegon, como si fuese un mounstro de los cuentos que me leian cuando era pequeña. Relamí mis labios y solté un suspiro antes de caminar hasta la puerta, al lado de Viserys.

── Ya me iba, buenos días Viserys ── Saludé y me despedí de Viserys, no volví a mirar hacia atrás donde se encontraba la tensa presencia de Aegon, mi espalda estaba tan rígida que dolía.

A medida que cruzaba la puerta, el aire fresco del pasillo me golpeó como un alivio. La tensión en mi cuerpo comenzó a disiparse lentamente, aunque la imagen de Aegon seguía acechando en mi mente. No podía sacudirme la sensación de que su mirada pesada me seguía incluso después de haberme alejado.

El eco de mis pasos resonaba en la piedra fría, y me pregunté si había tomado la decisión correcta al salir así, dejando atrás esa atmósfera cargada. Viserys me miró, sus ojos reflejaban una mezcla de preocupación y compasión. Sabía que las cosas no eran sencillas en el reino, y menos aún entre los miembros de la familia real.

── ¿Estás bien? ── me preguntó Viserys, su voz suave cortando el silencio. Me sorprendió su pregunta, Viserys jamás me había preguntado algo así

Mi corazón latía con fuerza mientras decidía cómo responder. Había algo en su presencia que me daba confianza, pero Aegon... él era un enigma envuelto en sombras. Sonreí sin esfuerzos y sin ganas de pelear.

── Solo... necesito un momento ── murmuré, tratando de sonar más firme de lo que realmente me sentía.

Viserys asintió, comprendiendo mi necesidad de espacio. Me dirigí hacia el otro lado de la habitación, lentamente, sentí como la puerta se cerró, mi cabeza se volteó instintivamente para observar el pasillo vacío, con Viserys y Aegon dentro de la habitación y yo fuera otra vez.

Muchas septas me habían dicho y hablado sobre el sexo de una forma linda, solo parejas que se aman tienen hijos, solo un matrimonio, mordisquee mis labios. Jamás fueron explícitas, no sabía cómo hacer nada, nunca me educaron de esa forma, me criaron para ser una reina pura y buena, una virgen.

En este momento tenía dudas, la forma en la que mis piernas comenzaron a temblar, en la que la sangre subía por mis mejillas y la forma en la que mi vientre se contrajo en unos pocos minutos, segundos incluso. Las septas no me darían respuestas, con los maestres seria muy incómodo, ¿A quien podria recurrir en busca de consejo?

Mientras el eco de mis pensamientos resonaba en mi mente, decidí que debía encontrar respuestas. No podía seguir viviendo con esta confusión y miedo que Aegon me provocaba. La imagen de su mirada intensa y su beso feroz me hacía sentir vulnerable, pero también despertaba una curiosidad que no podía ignorar.

Caminé lentamente hacia el jardín de la Fortaleza Roja, un lugar donde siempre había encontrado paz. Las flores estaban en plena floración, y el aire fresco traía consigo un aroma dulce que me envolvía como un abrazo. Allí, sentada en un banco de piedra, traté de aclarar mis pensamientos.

De repente, una figura familiar apareció ante mí: era Rhaena, la hermana de Aegon más dulce, aunque jamás fuimos unidas o algo parecido, siempre fue respetuosa y una buena persona, esta casada con Garmund Hightower, alguien de mi familia.

Ella se acercó con una sonrisa, su largo vestido color malva que le quedaba totalmente a la medida y a la perfección ── ¡Jaehaera! ── exclamó, sentándose a mi lado, sus pequeñas hijas salieron corriendo hacia el jardín y se sentaron a jugar con la nieve ── ¿Cómo estás, Jaehaera? ¿Qué te pasa? Te veo preocupada.

No sabía si debía abrirme a ella sobre mis inquietudes, pero su presencia era reconfortante. Mi mente se iluminó cuando mi mirada se posó en sus tres hijas más pequeñas, tres niñas con el cabello cobrizo y piel ligeramente bronce con unos ojos violetas que resaltaban en cualquier sitio.

── Lady Rhaena, es un deleite verla. ¿Vino aquí por las festividades? ── Ella asintió ligeramente y se acomodó en la banca, nuestras ropas eran bastante abrigadas. En una mañana ya había estado dos veces en el jardín y ambas fueron para pensar, el mismo tema con diferentes puntos. Mi cabeza estaba a punto de estallar.

── ¿Estás bien, linda? ── Su mano se posó en mi hombro, volví la mirada a ella, sus ojos lilas parecían estar sonriéndome. A pesar de todo lo malo que hemos pasado, Rhaena siempre parecía traer paz al pueblo.

── No pasa nada...

── Querida, tus ojos están perdidos y están sudando en frio... Algo te sucede, cuéntame ── Ella paso una mano por mi cabello y sonreí con los labios.

── Solo es que últimamente estoy teniendo dudas ── Susurré mientras subía la mirada hacia la de ella. Ella frunció las cejas e hizo una señal de que siguiese ── Mmm... El consejo está pidiendo un heredero...

Sus cejas se fruncieron un poco más ── Así es... Pero Jaehaera, no te pueden obligar a nada.

── No no, no es nada de eso, Rhaena... ── Un nudo se volvió a hacer en mi garganta y mis mejillas se calentaron furiosamente ── Me da vergüenza decir esto... Pero no sé nada sobre el... el sexo...

Rhaena me miró con comprensión, como si supiera exactamente lo que necesitaba. ── Está bien, Jaehaera. Hablemos de eso de manera más directa, si es lo que deseas.

Tomé un respiro profundo, sintiendo que el tema era un poco incómodo pero necesario. ── Bueno, el sexo es... es una forma en que las personas se conectan físicamente. No solo se trata de la unión física, sino también de compartir momentos de intimidad.

Rhaena se inclinó hacia ella y sus faldas malvas crujieron contra el banco de piedra. Puso una mano suave sobre la rodilla de Jaehaera y sus ojos violetas se clavaron en los de ella con cálida tranquilidad.

── Verás, Jaehaera, el sexo es un acto sagrado entre dos personas que se quieren profundamente. No se trata solo del placer físico, aunque sin duda forma parte de él. No, se trata de conexión, intimidad y confianza. ── Hizo una pausa para que sus palabras calaran hondo. ── Cuando dos amantes hacen el amor, están compartiendo algo increíblemente especial y privado. Es una forma de expresar el amor y el deseo que sienten el uno por el otro en el nivel más profundo y primario.

── Pero... ── Comencé a hablar pero ella me detuvo.

── En tu matrimonio con Aegon no hay amor, no es un secreto para nadie. Pero aunque no haya amor, los matrimonios se construyen a base de respeto y responsabilidad, ustedes son lo suficientemente grandes para hacerlo. Esto se puede volver completamente satisfactorio ── Ella Murmuró, fruncí mis labios y bajé la vista.

── ¿Es satisfactorio? ── Pregunté, juntando mis manos con nerviosismo, ella soltó un suspiro.

── No para todas es satisfactorio. Muchas mujeres la pasan muy mal siendo maltratadas y abusadas por hombres. Por eso tenemos que dar gracias de haber nacido princesas y de tener el derecho de decir que no; hasta cierto punto... ── Hice un puchero con mis labios y los relamí ligeramente.

── Pero tampoco tenemos libertad, estamos atrapadas ── Ella asintió, sus ojos brillaron en tristeza.

── Ese es nuestro destino. Por eso hay que aprender a hacerlo solas, incluso el sexo ── Levanté la vista y la miré con clara duda ── Jaehaera... ¿Alguna vez te haz tocado...?

Apreté mis labios ladeé mi cabeza confundida, ── Pues sí, normalmente, tocó mis piernas o brazos, rostro o cosas así... ¿Que tiene que ver eso?

Ella soltó una risita acomodándose en el banco ── No tocarte de esa forma ── Murmuró ella. Rhaena se acomodó un poco más en el banco, parecía también estar incomoda, su mirada se volvió más suave y comprensiva.

── Jaehaera, es importante que entiendas que el cuerpo es una parte natural de nuestra existencia. La intimidad puede ser explorada de muchas maneras, y cada mujer tiene su propio ritmo y sus propias experiencias.

Jaehaera la miró con curiosidad, sintiendo que cada palabra de Rhaena le daba un poco más de confianza. No entendía casi nada de lo que decía pero todas sus palabras eran reconfortantes.

── Cuando te tocas, estás aprendiendo sobre ti misma. Conociendo lo que te hace sentir bien. No hay nada de malo en es. ── Rhaena sonrió con ternura ── Conocerte a ti misma te ayudará a entender lo que deseas... Sabes lo que te gusta y lo que no...

── Pero... ¿no es raro? ── Jaehaera preguntó, sintiéndose un poco insegura. Esto estaba en contra de todo lo que había aprendido, un cargo de conciencia la recorrería profundamente, ¿Acaso no sería como traicionar?

── No, querida. No estás traicionando a alguien ni mucho menos. Solo eres tú y tus manos, lo importante es sentirte bien, porque despues de eso no hay vuelta atrás... ── Ella volvió a soltar una sonrisa traviesa ── Me alegra haberte ayudado, prima. Nos vemos hoy en el sermón.

Asentí y ví como ella caminaba hacia sus tres hijas, las tres niñas con sus ropas turquesas resaltaban entre toda esa nieve que estaba regada por el suelo, sus risas llenaban el ambiente y lo volvían tranquilo. Sonreí al ver como corría una tras de la otra después de su madre, como si fueran soldados siguiendo a su comandante.

﴾.🐉.﴿

Más tarde esa misma noche, luego del sermón, Aegon y yo solo habíamos intercambiado unas palabras y algunas miradas. Él me miraba confundido, sus labios se fruncían y eso me desconcertaba. Relamí mis labios mientras caminaba hacia mi cama; la bata blanca colgaba de mi cuerpo, tan ligera, pero en mi interior sentía un extraño calor a pesar del frío que se filtraba por las ventanas del castillo.

Me senté en mi cama, observando cómo los dragones sobrevolaban felizmente en la noche estrellada, soltando ligeros rugidos que resonaban en el aire. El bullicio de la ciudad y las risas de los soldados bajo el castillo parecían tan lejanos en ese momento, como si todo lo que me rodeaba se desvaneciera, dejándome sola con mis pensamientos.

A medida que me recostaba sobre las almohadas suaves, no podía evitar pensar en Aegon. Su mirada intensa y aquella chispa que había sentido cuando nuestras manos se rozaron brevemente. Un escalofrío recorrió mi cuerpo al recordar su beso caluroso, un instante que había encendido algo dentro de mí. ¿Qué significaría realmente?

La noche avanzó lentamente y me encontré atrapada entre el sueño y la vigilia. Cerré los ojos, intentando dejar de lado los pensamientos sobre él, pero era inútil. En mis sueños, Aegon aparecía una y otra vez; su risa resonaba como una melodía familiar. Imaginaba sus brazos rodeándome y su aliento cálido acariciando mi piel.

De repente, desperté en medio de la noche, con la bata pegada a mi cuerpo por el sudor. Me incorporé de un salto, sintiendo una mezcla de confusión y deseo. La habitación estaba en penumbras; solo la luz tenue de la luna iluminaba mis pensamientos agitados.

Tomé aire profundamente, intentando calmarme mientras recordaba el beso que había compartido con él. Era un sueño tan vívido que casi podía sentir sus labios sobre los míos. Me levanté de la cama y fui hacia la ventana, buscando el aire fresco para despejar mi mente.

Al asomarme, vi a los dragones volar nuevamente en círculos sobre el castillo. Sus sombras danzaban sobre el suelo mientras sus rugidos resonaban como un eco lejano en mis oídos. ¿Acaso era posible que lo que sentía por Aegon fuera más profundo de lo que imaginaba?

La noche seguía su curso y mis pensamientos no cesaban; me preguntaba si él también pensaría en mí así. Sin poder resistir más, dejé escapar un suspiro resignado mientras miraba hacia las estrellas brillantes en el cielo. Quizás solo el tiempo podría darme respuestas a las preguntas que llenaban mi corazón.

Mi cabeza dolía y sobre mi vientre se sentía una rara presión, acaricie mi estómago despegando ligeramente el camisón que tenía pegado por el sudor. Mi mano acarició ligeramente mi vientre y recordé las palabras de Rhaena "es algo totalmente normal", "después de una vez no hay marcha atrás". Apreté mis labios aún pensando en si de verdad lo haría o no. Pero al mismo tiempo, le había dado algo a pensar. Sus manos se movieron por su propio impulso, tocando y acariciando su propio cuerpo. Notó cómo sus piernas eran suaves y cálidos bajo sus dedos.

Los dedos de Jaehaera danzaron por el interior de sus muslos, recorriendo la piel suave y cálida mientras su mente recordaba las palabras de Rhaena. Sus caricias se volvieron más deliberadas, deslizándose más arriba hasta rozar los pliegues húmedos de su sexo. Un suave jadeo escapó de sus labios ante la sensación, la imagen de Aegon apareció en su mente, su cuerpo respondía instintivamente al tacto extraño y, con manos temblorosas, separó los muslos lo suficiente para dejarse ver la parte más íntima de sí misma.

La visión era a la vez emocionante y desconcertante: su carne virgen brillaba a la luz de las velas. Sintió como su cuerpo se tensó, imaginando como Aegon estaba allí besando sus muslos cariñosamente, mandando electricidad a su mente. El corazón de Jaehaera se aceleró mientras sus dedos tanteaban y exploraban, trazando los contornos de su entrada intacta. A medida que profundizaba, un placentero escalofrío la recorrió y la hizo morderse el labio para ahogar un gemido. Sus dedos rodearon y presionaron su clítoris, provocando chispas de placer en su interior.

La sensación era abrumadora, un placer nuevo e intenso que nunca antes había experimentado. Perdida en la agonía del autodescubrimiento, las caderas de Jaehaera empezaron a sacudirse contra sus caricias, buscando más fricción, más presión y la imagen del rey seguia perpetuamente en su mente. Su respiración se aceleró, jadeando suavemente mientras perseguía el creciente dolor en su interior.

Las caderas de Jaehaera se agitaron con más insistencia y sus dedos se hundieron más profundamente en el calor resbaladizo de su pasaje. Cada embestida le producía una sacudida de placer electrizante y sus gemidos se hacían más fuertes en el silencio de la habitación. Su mano libre se deslizó hacia arriba para agarrar su trenza, tirando bruscamente de ella mientras se rendía a la incipiente tormenta en su interior. La presión crecía y crecía, todo su cuerpo se tensaba como un resorte en espiral a punto de romperse. Y entonces, una abrasadora oleada de felicidad se abatió sobre ella, haciéndola saltar de la cama en éxtasis.

Sus gritos resonaron en las paredes mientras el placer la desgarraba, dejándola temblorosa y agotada. Cuando las réplicas se calmaron, Jaehaera se desplomó contra las almohadas, con el pecho agitado y la respiración entrecortada. Sus dedos se retiraron lentamente de sus empapados pliegues, con una capa de sudor brillando en su frente.

Se sentía cambiada, había perdido su virginidad en su mente, pero en su lugar había adquirido un nuevo conocimiento de sus propios deseos y del poder que tenía sobre su propio cuerpo. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios mientras se dormía, con el fuego de su primer clímax aún ardiendo en sus venas.

A pesar del placer que había sentido, había algo en su mente que la atormentaba. Cada vez que intentaba apartar la idea de Aegon, su imagen se hacía más vívida. Jaehaera se sintió atrapada entre el deseo y la confusión, el recuerdo de lo que había hecho con sus propios dedos ahora inseparable de su anhelo por él.

── No debería haberlo hecho ──, pensó mientras se giraba en la cama, buscando consuelo en las almohadas suaves. Pero al mismo tiempo, no podía negar que esa experiencia había abierto una puerta a algo nuevo dentro de ella. Se sentía más viva, más consciente de sí misma y de sus deseos. Sin embargo, todo ese descubrimiento estaba manchado por la sombra del rey.

El odio hacia sí misma crecía con cada latido del corazón. ¿Por qué no podía liberar a Aegon de sus pensamientos? Había sido un momento íntimo y personal, un viaje hacia su propia esencia, pero ahora estaba atada a la imagen del hombre que no podía tener. "Es solo un sueño", se repitió una y otra vez, pero las palabras parecían perder peso al compararlas con la realidad del deseo ardiente que crecía dentro de ella.

Jaehaera se sentó en la cama, abrazándose las rodillas mientras miraba a través de la ventana. La luna iluminaba el cielo estrellado, recordándole lo distante e inalcanzable que parecía Aegon. Su corazón latía con fuerza al pensar en él; cómo se movería con gracia por los pasillos del palacio, cómo su voz podía hacer temblar su mundo.

── ¿Qué harías si estuvieras aquí? ──, murmuró en voz baja al vacío. La respuesta era simple: desearía poder compartir con él todo lo que había descubierto sobre sí misma. Pero el miedo al rechazo y la incertidumbre la mantenían cautiva.

── ¿Que crees que haría? ── Una voz sonó en la oscuridad, Jaehaera dió un pequeño salto y miro hacia ese sitio. Lo único que se diferenciaba a la luz de la luna eran ojos violetas cautivadores.

















HOLAA, actualice como prometí en el chat, ya está aquí, no actualizo hasta el finde o después, sorry amores.

Es muy corto el cap pero OJALA LES GUSTE, los amo

Por cierto, tengo un canal de difusión por si quieren entrar, ahí mando bastantes cosas de Shameless. >>>

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