Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

⤹ · .˚🐉 ༘⋆。˚ 13. ❛ 𝖨𝗍'𝗌 𝖺 𝗆𝖺𝗋𝗋𝗂𝖺𝗀𝖾 ❜

xiii. ES UN MATRIMONIO 💚

King's Landing, 141 d.c.
Fortaleza roja

La reina Jaehaera admiraba con ojos brillosos la estatua de la doncella, una de las deidades de la cual más había orado, con la que más se identificaba y por la que su madre habia orado antes de su muerte. La difunta Reina Helaena había rezado tanto cuando su hijo mayor estaba en coma, pidió que protegiera la inocencia de sus hijos menores, que los cuidara de los ojos indecentes sabiendo que pronto ya no estaría en el plano terrenal.

Relamió sus labios craqueados, se había levantado temprano solamente para venir a orar, en su lugar en el palacio, muchas veces prefería ir al Septo, pero le gustaba también venir a el invernadero privado donde habían pequeñas estatuas de los 7. Sus pensamientos desde el sueño solo se dirigían a la doncella, a punto de romper su promesa de quedar pura, ahora tendría que orar más a la madre por fertilidad. Observo la siguiente figura, más grande e imponente con un bebé sostenido en su pecho, un punzón en su cabeza la hizo apartar la vista de nuevo.

Jaehaera se enderezó, sintiendo que la curiosidad reemplazaba su momentáneo sobresalto. La anciana Lady Bulwer se acercó con un aire de seriedad que hizo que la reina se sintiera intrigada.

Lady Bulwer entro caminando al invernadero haciendo que Jaehaera diera un pequeño brinco, soltó un suspiro antes de sonreír con sus labios ── Su gracia, lamento interrumpir su momento de oración ── comenzó Lady Bulwer, su voz suave pero firme. ── Sin embargo, hay algo muy importante que debo compartir con usted.

La reina frunció el ceño, sintiendo que su corazón latía más rápido. ── ¿De qué se trata? ── preguntó, dispuesta a escuchar.

── Como usted bien sabe, cada año se lleva a cabo la celebración en honor a la Madre, donde se invoca la fertilidad y la abundancia en el reino ── explicó Lady Bulwer, acercándose a la figura de la Madre en el invernadero. ── Este año, los miembros de la comunidad han solicitado su presencia de manera especial. Quieren que se una a ellos en el ritual.

Jaehaera sintió un destello de emoción al escuchar sobre la celebración. Sabía que era un momento sagrado para todos, pero también había sentido el peso de las palabras, las había rechazado por tantos años. Desde su primer mes rojo a sus 12 años, diferentes Ladys que se habían encargado junto a Jaehaera de las festividades de la fé siempre trataron de hacerla ir a una de las celebraciones de la madre y hacer que le ofrendara su cabello o una de las escamas de su dragón, ella siempre las rechazó.

── Ah... No lo sé, no sé si estoy preparada ── Susurró la peliblanca mientras rascaba nerviosamente su nuca, siempre había sido una conversación incómoda.

── Oí que el consejo está pidiendo un heredero ── Ella apretó sus labios y la anciana le sonrió ── No se preocupe mi reina. Es normal que usted se sienta así por esto, pero es algo normal y es la responsabilidad de nosotras las mujeres.

── Además mi señora, apenas es reciente lo de Aekar. ── Dijo tratando de sonar tranquila, pero el desprecio salió de sus labios.

Lady Bulwer observó con atención la lucha interna de la reina, comprendiendo que no sería fácil para ella aceptar su papel. ── Mi reina, a veces el camino hacia lo que se espera de nosotras puede parecer abrumador, pero recuerda que no estás sola en esto. ── La anciana hizo una pausa, buscando las palabras adecuadas. ── Hay mujeres en la corte que están dispuestas a apoyarte y guiarte.

Jaehaera sintió un leve consuelo en las palabras de Lady Bulwer, pero la duda seguía acechando en su mente pero le molestó que a todo le sacará un "pero". ── Pero... No lo sé, no quiero realmente hacerlo. ¿Y si no es para mí? ── preguntó, su voz temblorosa.

── Un hijo es un respiro. Pero si tú no quieres, aprovecha que ahora puedes negarte, que siempre haz tenido esa posibilidad... Muchas hemos tenido que tener hijos contra nuestra voluntad ── respondió Lady Bulwer con firmeza, aunque algo de nostalgia y rabia se oía en su voz. ── La Madre siempre ha guiado a quienes tienen fe en ella.

La reina miró hacia la figura de la Madre, sintiendo un tirón en su corazón. ¿Podría realmente entregarse a este ritual? ¿Podría abrirse a la posibilidad de ser madre, cuando tanto le había temido? Aegon siempre le dejo claro que jamás se hiciera ilusiones con tener hijos o con que él la tocara; ahora él mismo quería tener hijos.

── Tal vez... tal vez debería considerar asistir ── murmuró finalmente, sintiendo cómo un pequeño pequeño escalofrío por miedo recorría su espalda.

Lady Bulwer sonrió ampliamente, satisfecha con el progreso de su reina. ── Estoy segura de que será un paso importante para ti y para el reino. Recuerda que cada mujer tiene su propio camino y que cada elección que hagas será parte de tu historia.

Jaehaera asintió lentamente, escuchando como era el ritual/celebración este consistía en muchas cosas que la joven jamás pensó en hacer, empezó a caminar hacia afuera con Lady Bulwer.

La celebración se llevaría a cabo en la plaza del septo, un espacio amplio que normalmente resonaba con risas y música, pero que en esta ocasión estaría impregnado de un aire de solemnidad y expectativa. Lady Bulwer, observando la inquietud en el rostro de Jaehaera, decidió explicarle más sobre lo que implicaría su participación junto a Aegon.

── Este ritual no es solo para ti ── comenzó Lady Bulwer, con una voz suave pero firme. ── Es una celebración pública; un momento en el que el reino entero se reunirá para honrar la fertilidad y la unión. Tu presencia junto al rey enviará un mensaje poderoso: que incluso en las circunstancias más difíciles, hay esperanza y posibilidad de renacer.

Jaehaera sintió un nudo en su estómago al pensar en lo que eso significaría. La idea de estar al lado de Aegon, el hombre que había sido su tormento, era aterradora. ¿Cómo podría mostrarse abierta y vulnerable frente a él y ante todo el reino?

Lady Bulwer continuó, notando la inquietud de su reina. Jaehaera parecía caminar lentamente como la anciana, por sus prácticamente recientes heridas ── La gente necesita ver esa conexión entre sus líderes. La ceremonia comenzará con una procesión donde tú y el rey caminarán juntos hacia el altar, simbolizando la unión no solo entre ustedes como pareja, sino también entre el pueblo y sus gobernantes. Será un acto de reconciliación.

── Pero... ── Jaehaera titubeó aunque pronto se enderezó tratando de parecer más decidida ── ¿Es necesario? Sabe que al rey no le gustan estas celebraciones religiosas.

── Es necesario, mi reina ── respondió Lady Bulwer con firmeza. Jaehaera subio las cejas y ladeo la cabeza hacia la anciana con ironía ── Este es un momento crucial para ti. Si decides participar, debes hacerlo con la intención de abrirte a nuevas posibilidades. Además, pronto se harán las fiestas y Lady Mallister y yo estamos preparando todo, el septon nos está ayudando incluso. Sabe que la corona financia esto desde hace 15 años.

La reina respiró hondo, tratando de calmarse mientras imaginaba los días de las celebraciones. La plaza estaría adornada con flores frescas, banderas ondeando al viento y música resonando en el aire. Las mujeres del reino vestirían túnicas coloridas, mientras los hombres se reunirían para mostrar su apoyo a sus esposas e hijas. La de la madre era más que todo buscada por los nobles recién casados, los pueblerinos no deseaban tener muchos hijos por sus situaciones.

La ceremonia comenzaría al amanecer con un himno dedicado a la Madre , seguido por discursos inspiradores de las ancianas del reino sobre la importancia de la maternidad y la unión familiar, sermones que Jaehaera se sabia de memoria. Después vendría la danza ceremonial, donde hombres y mujeres se unirían para celebrar la vida.

── Al final del ritual ── continuó Lady Bulwer ── habrá una gran fogata donde cada uno arrojará sus ofrendas, simbolizando su deseo de dejar atrás los miedos y abrazar lo nuevo. Tu participación junto al rey será fundamental; será un mensaje claro para todos: que el amor puede crecer incluso en las circunstancias más adversas.

Jaehaera sintió la pesadez en sus hombros, empezaba a sentirse cansada de todo. De las ceremonias largas y los rituales, deseaba simplemente no tener que hacer hijos ni nada parecido, Aegon los últimos dos dias la habia ignorado. Después de que ella lo sentenciara el la miro con raro brillo en los ojos antes de irse con impotencia.

── Entiendo, cuando todo lo demás esté listo, yo misma iré a organizar la celebración de la madre. Gracias por pensar en mi Lady Bulwer ── La más joven sonrió cortésmente mientras que la anciana se reverenciaba. Camino hacia adentro del palacio, junto con dos de sus capas blancas.

El palacio estaba oscuro, no eran más de las 7 de la mañana, como la nieve apenas se acentaba las noches eran más largas. Acaricio ligeramente sus cienes preocupada por la situación, a pesar de declarar frente Aegon que ella decidiría ahora en adelante, seguía siendo difícil dado que toda su vida se habia dedicado a desafiarlo mas no a desobedecer drásticamente.

Asintió ligeramente cuando volteo hacia sus guardias haciendo que estos se quedarán en la puerta, a penas se había dado cuenta que sus pies habían caminado automáticamente a la habitación de su esposo. Tomó la manija y lo pensó unos segundos ¿De verdad quería entrar?

La manija se bajó junto a la mano de Jaehaera, entrando lenta y temerosamente a la habitación de su marido, el olor a pergamino, yeso y chocolate llenaba la habitación, algunos rayos de luz comenzaban a filtrarse por la ventana Pero la habitación estaba mayormente oscura, solo una vela grande iluminaba todo.

── ¿Que haces aquí? ── Su esposo hablo, el alma de Jaehaera salió por unos minutos antes de volver, volteando hacia su esposo, este se encontraba en el escritorio con una copa de vino mientras miraba a su esposa esperando una respuesta

Jaehaera sintió que la distancia se hacía más palpable a medida que Aegon la miraba, su expresión era como un muro impenetrable. La calidez que había sentido al entrar se desvanecía, dejando solo un frío incómodo entre ellos.

── Viniste a hablar ── dijo Aegon con un tono casi monótono, como si estuviera en una reunión de negocios en lugar de una conversación con su esposa. Su voz carecía de emoción, y eso hizo que Jaehaera se sintiera aún más sola.

Ella cruzó los brazos, intentando protegerse del aire helado que parecía envolver la habitación. No quería mostrar lo mucho que sus palabras la afectaban, así que mantuvo su mirada fija en el suelo.

── Hablar, sí ── respondió Jaehaera, tratando de sonar firme a pesar de la vulnerabilidad que sentía. ── ¿De qué quieres hablar? ── Las palabras nerviosas se apresuraron en salir, haciendo que Jaehaera quisiera que se la tragara la tierra.

── Eso te pregunto yo, que quieres hablar que es tan importante ── Habló con condescendiencia. Sus labios y ceño estaban fruncidos ligeramente. Aegon se reclinó en su silla, observándola con una expresión impasible. Era como si estuviera evaluando cada una de sus palabras antes de decidir si valían la pena.

── De lo que está sucediendo entre nosotros ── dijo finalmente, pero su tono era tan frío y distante que ella misma se sintió sorprendida. Hace unos segundos soltó palabras apresuradas y nerviosas mientras que ahora decía eso con un aliento frío.

── ¿Qué hay para decir? ── replicó ella, intentando mantener la calma. ── No se que quieres discutir, jamás ha existido un nosotros, Jaehaera. ── Aegon soltó un suspiro, pero no parecía estar dispuesto a abrirse. La forma en que hablaba era casi mecánica, como si estuviera siguiendo un guion preestablecido.

── Necesitamos mantener las apariencias por el bien del reino ── Dijo ella rápido, sin parpadear. Sus palabras eran frías y calculadoras aunque ella se veía nerviosa, aunque no hubiera mucha luz, la vela alumbra tenuemente la sala donde se veía perfectamente los ojos nerviosos de ella

── ¿Eso es todo? ¿Apariencias? ── cuestionó , dejando escapar una risa amarga mientras levantaba la ceja. ── ¿No hemos hecho eso toda la vida? Especialmente tú.

Ella no respondió de inmediato; su silencio fue más pesado que cualquier palabra. Jaehaera sabía que estaba perdiendo la batalla emocional, pero no podía rendirse tan fácilmente.

── Te dije que sería yo quien tomaría las decisiones desde ahora, así que sí. Mantendremos bien las apariencias, nada de desplantes. ── insistió ella con un tono más desafiante. Pero Aegon permanecía impasible, como una figura distante en un cuadro antiguo.

El tiempo se detuvo mientras ambos mantenían esa tensa conexión en medio del frío inquebrantable de sus corazones. Jaehaera se dio cuenta de que este diálogo no sería fácil; necesitaban encontrar una manera de atravesar esa muralla helada antes de perderse por completo en la oscuridad.

Jaehaera dio un paso atrás, cruzando los brazos sobre su pecho como si intentara protegerse del hielo que emanaba de Aegon. Su mirada se desvió hacia la ventana, donde las sombras del amanecer se mezclaban con el cielo gris de la nieve. La distancia entre ellos parecía ampliarse, y aunque el aire estaba cargado de palabras no dichas, ella se negó a romper el silencio.

── No entiendo por qué insistes en hacer esto tan complicado ── dijo Aegon, su voz sonando como un eco en una cueva vacía. Sus ojos no mostraban emoción; eran dos espejos opacos que reflejaban solo su propia desconfianza.

Jaehaera giró lentamente la cabeza hacia él, sus labios presionados en una línea delgada. ── Porque cada decisión que tomas tiene consecuencias ── respondió con un tono helado, casi como si estuviera hablando de un tema trivial. ── Y no puedo dejar que me arrastres a tu mundo sin sentido. Tu mismo metiste a Sarra a tu vida, lo que te supuso un problema, bueno, más bien a la chica ya que nadie se la corte la quizo tomar por esposa.

Aegon arqueó una ceja, pero su expresión permaneció inalterada. ── No tienes que seguirme. Nadie te obliga a estar aquí ── replicó, despojando sus palabras de cualquier matiz emocional ── Sarra solo fue mi primer amor, la conoci de pequeño y eso es todo. Nunca te jure lealtad, solo ahora que necesito un heredero

La tensión aumentó entre ellos, como un hilo tenso a punto de romperse. Jaehaera sintió cómo el vacío se hacía más profundo; la distancia emocional era palpable. Sabía que su lucha no solo era contra él, sino contra el propio destino que parecía haberlos unido en este juego de poder y soledad.

── Quizás lo mejor sería que me escucharas e hicieras lo que te digo ── sugirió ella, con un leve temblor en la voz que trató de ocultar tras una fachada dura ── No más deslices, Aegon. No más putas, Ladys o campesinas. Desde que me dijiste que necesitabas un heredero me juraste lealtad indirectamente.

Aegon la miró fijamente, y por un momento, Jaehaera pensó que podría ver una chispa de algo más allá de la frialdad: ¿era comprensión o simplemente desafío? Pero antes de que pudiera descifrarlo, él desvió la mirada y se volvió hacia los papeles, tratando de evitarla.

── Solo seré yo. No tocarás a mas nadie, porque nadie más que yo te ha sido fiel ── Ella se acercó lentamente, Aegon parecía desconcertado volviendo a subir sis ojos violetas ── Eres mío y yo seré tuya. No más nada.

La atmósfera se volvió aún más densa, como si la habitación estuviera atrapada en una tormenta de emociones no expresadas. Jaehaera dio otro paso hacia Aegon, su determinación contrastando con la frialdad que él emanaba. Sin embargo, había algo en sus ojos, un destello que parecía romper la superficie helada de su comportamiento.

── No puedes simplemente ignorar esto ── dijo ella, su voz apenas un susurro, pero firme. ── Si tú haces algo así otra vez, te juro que yo misma te mataré. Me cansaste, los malditos rumores de las ancianas de la corte. Me cansé.

Aegon mantuvo su mirada fija en los papeles desordenados sobre la mesa, pero su mente parecía estar en otro lugar. La tensión entre ellos era palpable, una cuerda tensa que podría romperse en cualquier momento.

── Lo sé ── finalmente respondió, su tono más suave pero aún cargado de distancia. ── Pero tus sentimientos no cambian la realidad. Estoy atrapado en un rol que no elegí, y tú también lo estás.

Jaehaera sintió cómo su corazón latía con fuerza ante esas palabras. Era cierto; ambos estaban atrapados en un destino que parecía inquebrantable. Pero ella se negó a aceptar esa resignación.

── Es que no me importa ── Dijo simplemente como si estuviera a la defensiva ── No habrá más nada. Solamente un heredero. Después de eso, ya veremos lo que pasara.

Por un instante, Aegon levantó la vista y sus ojos se encontraron con los de ella. Fue como si el tiempo se detuviera nuevamente; en ese breve momento, Jaehaera vio algo más allá del hielo: duda, lucha interna y tal vez un destello de esperanza.

── No prometo nada ── respondió él finalmente, sus palabras cargadas de una mezcla de desafío y vulnerabilidad. ── ¿Pero a eso vienes realmente?

Jaehaera lo analizó unos segundos ── Todo lo que dije es cierto pero vine a decirte otra cosa ── Relamió sus labios bajando momentáneamente la vista ── Seremos los principales en la celebración de la madre, Aegon.

El me miró a los ojos, con una expresión confusa y molesta ── ¿Que? No, esa cosa es tuya ── Habló y se levantó del escritorio rodeándolo. Lo mire de nuevo y me encogí de hombros.

── Significa fertilidad, necesitas fertilidad, ¿no?

Aegon se detuvo en seco, su mirada fría como el acero. La expresión en su rostro era un enigma, una mezcla de incredulidad y desdén.

── ¿Fertilidad? ── repitió, como si la palabra le dejara un sabor amargo. ── ¿Crees que eso cambiará algo entre nosotros? Aún no he decidido.

Jaehaera sintió cómo la temperatura de la habitación descendía aún más. Su corazón latía con fuerza, pero no podía permitir que el miedo la dominara. Tomó nerviosamente las mangas del vestido, apretándolas entre sus dedos, sentía como por el calor su herida ardía ligeramente.

── No se trata solo de nosotros ── respondió, intentando mantener su voz firme. ── Se trata de lo que se espera de nosotros. De lo que tenemos que cumplir.

Aegon avanzó un paso hacia ella, su presencia imponente, casi amenazante ── Lo que se espera... ── murmuró, dejando que la frase flotara entre ellos. ── ¿Y qué pasa si me niego a seguir ese camino? ¿Acaso crees que te lo daré así como así? Pues no, yo soy un adulto también

Una chispa de desafío brilló en los ojos de Jaehaera. ── Entonces estarás eligiendo el mismo destino del que te quejas ── replicó con audacia, retándolo a mirar más allá de su propia resistencia. ── Siendo un rey que ni siquiera deja a su mujer tomar una decisión.

El silencio se hizo denso, cargado de una tensión palpable. Ambos parecían estar atrapados en una danza peligrosa; cada palabra era un paso más hacia el abismo o hacia una posible liberación. Aegon mantuvo su mirada fija en ella, como si intentara desentrañar algún secreto oculto detrás de su valentía. La tensión se podía cortar con fácilmente con unas tijeras.

── Tal vez deberías pensar dos veces antes de jugar con cosas que no comprendes, Jaehaera ── dijo finalmente, su voz baja y llena de advertencia.Jaehaera sonrió levemente, desafiando el frío que emanaba de él.

── Tal vez tú deberías aprender a jugar un poco más ── respondió, sabiendo que cada palabra podría ser un arma o una herramienta para abrir nuevas posibilidades, quizás una de las tantas heridas que el tenía.

Para sorpresa de Jaehaera, el tomo su brazo, su ceño se frunció mientras trataba de alejarse pero el la acercaba más ── No juegues con fuego. ¿Que pretendes? ¿Que me vuelva un sumiso? Por favor, Jaehaera.

La mirada de Jaehaera se endureció mientras Aegon la mantenía prisionera con su agarre. Su pulso se aceleraba, pero no podía permitirse mostrar debilidad.

── No estoy jugando ── respondió con firmeza, tratando de desviar su atención del ardor que sentía en el brazo. La mirada de Aegon parecía imperturbable ── Solo estoy tratando de entenderte.

Aegon soltó una risa seca, llena de desdén y sarcasmo, su cabello platino moviéndose ligeramente. ── Entenderme... ── repitió, como si la idea fuera absurda. ── ¿Y qué hay de entenderte a ti misma? ¿Crees que puedes cambiar el juego solo al desafiarme? Soy tu esposo, no tu muñeco de peluche

Jaehaera sintió una punzada de frustración, pero también una chispa de desafío ── No se trata solo de desafiarte, idiota ── dijo, manteniendo su mirada fija en él. ── Se trata de ser más que lo que este mundo espera. No soy un peón en tu tablero.

Aegon se inclinó un poco más cerca, su voz un susurro helado que la envolvía, con una sonrisa burlona que solo le dirigía a ella. ── No se quién te dijo eso Jaehaera, tu fuiste puesta en mi tablero, solo eres un obstáculo más. Un peón que trata de dificultar mi juego.

La intensidad de su mirada era casi palpable, y Jaehaera sintió que cada palabra era un golpe directo a sus inseguridades. Sin embargo, no podía permitir que él la intimidara.

Ella se rió mientras se acercaba ligeramente más cerca de él ── No querido, no creas que te quiero enamorar o algo así, siempre ha sido algo meramente politico, pero el respeto también existe ── Aegon arqueó una ceja, divertido y escéptico a la vez.

── Ignorarte sería un placer ── dijo con frialdad, aunque había algo en su voz que delataba una chispa de interés. ── Pero no puedo evitar sentir curiosidad por tus juegos.

El aire entre ellos se cargó de electricidad; cada palabra era una chispa que encendía el fuego entre sus corazones. Jaehaera sabía que estaba jugando con fuego, pero no podía resistirse a la atracción peligrosa que sentía hacia él. Una atracción que desde hace un tiempo trataba de ignorar, como trataba de enamorar a Lord Cregan poniéndose escotes y coqueteando estúpidamente, cuando siempre tuvo rabia por su esposo.

La tensión entre ellos se intensificó aún más; cada uno estaba decidido a no ceder, a mantener su posición en este juego peligroso donde las reglas eran inciertas y las consecuencias podrían ser devastadoras.

Jaehaera mantuvo su postura desafiante, pero en el fondo de su mente, una batalla interna se libraba. Aegon era todo lo que había esperado y temido: un enigma envuelto en arrogancia, un fuego que podía consumirla si no tenía cuidado.

── ¿De verdad crees que puedes jugar con fuego y no quemarte? ── Aegon la miró con una mezcla de burla y desafío, su voz resonando como un eco en la penumbra de la habitación. ── La curiosidad puede ser un arma de doble filo, Jaehaera.

Ella trato de apartar su brazo en vano de nuevo, Aegon parecía no querer soltarla, no querer que esa discusión acabara, ella intentando ocultar el ligero temblor que empezó a recorrerle el cuerpo. Su mirada se endureció mientras respondía: ── No tengo miedo a las llamas. Lo que me asusta es quedarme atrapada en este juego sin sentido que tú has creado.

Aegon se echó hacia atrás, como si sus palabras le hubieran golpeado. Su sonrisa burlona desapareció por un momento, dejando entrever una grieta en su fachada fría. ── ¿Sin sentido? ── repitió lentamente, como si cada sílaba estuviera impregnada de incredulidad. ── Este juego es mi vida, Jaehaera. Y tú... eres solo otra pieza en mi tablero.

Con la impotencia recorriendo sus venas, la peliblanca tomó está vez el brazo de su esposo, mientras que este tomaba el de ella. Se acercó a su rostro y siseó ── ¿Que pasa si yo voy ahora mismo y me rajo el vientre? No habrá herederos, el juego se saldría de tus manos ── Mis palabras fueron escupidas con rabia. El se safo de mi agarre en su mano y tomó mi barbilla.

── ¿Ahora me amenazas?

La tensión entre Jaehaera y Aegon se palpaba en el aire, electrificada por sus palabras. Era un tira y afloja constante, donde cada uno intentaba dominar al otro, pero había algo más profundo en su intercambio. La ira de Jaehaera era real, pero también había un subtexto de desesperación y deseo de ser escuchada, de ser vista como más que una simple pieza en el juego de Aegon.

Aegon, por su parte, aunque mantenía su fachada de desprecio y control, no podía ignorar la chispa que había entre ellos. La amenaza de Jaehaera lo tomó por sorpresa. Era audaz, quizás incluso imprudente, pero eso era lo que lo intrigaba.

── ¿De verdad crees que eso me asustaría? ── dijo Aegon, su voz más suave ahora, casi un susurro. ── El juego no se detendría solo porque tú decidas quitarte del tablero. Siempre hay otra jugada que hacer.

Jaehaera sintió una mezcla de frustración y desafío al escuchar sus palabras. ¿Era posible que él nunca entendiera la profundidad de su desesperación? Su mirada se endureció aún más mientras respondía: ── No se trata solo de un juego para mí. Se trata de mi vida, de mis decisiones.

Aegon soltó una risa baja, casi burlona. ── Y yo soy el rey en este juego. Las decisiones son mías y tú... solo eres una reina atrapada en una jaula dorada.

El corazón de Jaehaera latía con fuerza a medida que las palabras de Aegon resonaban en su mente. Sabía que tenía razón en cierto modo; estaba atrapada en un papel que no eligió. Pero no podía rendirse tan fácilmente.

── Y tu eres un maldito rey idiota que cree que se lo merece todo solo por ser hijo de Rhaenyra ── La expresión de Aegon se tornó seria, y por un instante, ella vio el dolor reflejado en sus ojos. Sabía que sus palabras le estaban haciendo daño; recordaba las noches solitarias que había pasado llorando por su madre, las pesadillas que lo atormentaban y la tristeza perpetua que lo acompañaba. Pero antes de que pudiera retractarse, Aegon dio un paso hacia ella.

Sin previo aviso, sus labios se encontraron en un beso feroz y cargado de emociones reprimidas. Era como si el tiempo se detuviera; el mundo exterior desapareció, dejando solo a ellos dos en ese momento ardiente. La sorpresa hizo que Jaehaera retrocediera un instante, pero pronto se dejó llevar por la intensidad del beso.

Aegon tomó su rostro entre sus manos, sus dedos acariciando suavemente su piel mientras la atraía más cerca. El roce de sus labios era a la vez demandante y dulce, una batalla entre el deseo y la pureza que habitaba en Jaehaera. Ella luchaba por seguirle el ritmo; su corazón latía con fuerza mientras sentía cómo el fuego crecía entre ellos.

El beso se volvió más profundo, sus labios moviéndose al unísono en una danza cautivadora. Jaehaera sintió cómo una oleada de calor la envolvía; era un torbellino de sensaciones desconocidas. Intentó resistirse al impulso de entregarse por completo, pero la necesidad de Aegon era abrumadora.

Sus manos encontraron el cabello blanco de Aegon, aferrándose a él como si fuera su único ancla en aquel mar tempestuoso de emociones. Su cuerpo reaccionó sin pensar; la tensión entre ellos se transformó en una conexión visceral. Era como si cada beso desnudara sus almas, revelando los miedos y deseos ocultos detrás de las máscaras que llevaban.

Sin embargo, Jaehaera sentía una mezcla de confusión y anhelo; quería dejarse llevar por esa pasión desenfrenada, pero había barreras invisibles que aún le impedían entregarse por completo. Su inocencia chocaba contra la voracidad del momento.

Aegon pareció percibir su titubeo y profundizó el beso con más fervor, como si intentara convencerla de cruzar esa línea invisible entre ellos. Era un juego peligroso; cada roce de sus labios era una promesa no dicha, un deseo oculto esperando ser liberado.

Pero justo cuando estaban a punto de perderse el uno en el otro completamente, una voz resonó en la oscuridad del pasillo detrás de la puerta tras un golpe:

── Aegon, hay una junta repentina e importante del consejo ── Viserys entro pero antes de eso ambos ya se habían separado, parecían agitados y jadeantes, la sala estaba callada ── ¿Que sucede...? ¿Que haces aquí, Jaehaera?















El más oportuno JAJAJA YO

Hola chikitas, cómo están? Llegó por quien lloraban, me extrañaron verdad que sí? Bueno amores, espero que les guste, voten y comenten.

Por cierto, cree un canal de difusión en WhatsApp, ahí podemos elegir a Aegon si gustan bebés, aquí les dejo el link por si quieren unirse >>>

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro