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𝐇𝐢𝐧𝐚𝐭𝐚 𝐒𝐡𝐨̄𝐲𝐨̄.

𝕻𝖊𝖉𝖎𝖉𝖔: SakuraLuna1201


↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    𝐀𝐧𝐢𝐦𝐞: Haikyuu.

↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    𝐀𝐥𝐟𝐚! Lectora 𝐱 𝐎𝐦𝐞𝐠𝐚! Hinata

↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    ʟᴀᴍᴇɴᴛᴏ ʟᴀ ᴛᴀʀᴅᴀɴᴢᴀ

↬†ஓீۣۣۣۣ፝ۜ፝ۜ͜͜͡͡    ᴇsᴘᴇʀᴏ ʏ ᴛᴇ ɢᴜsᴛᴇ.

𝐀𝐔! 𝐄𝐩𝐨𝐜𝐚 𝐄𝐝𝐨.

𝑺𝒖 𝒃𝒆𝒍𝒍𝒆𝒛𝒂 𝒏𝒐 𝒇𝒖𝒆 𝒍𝒐 𝒖́𝒏𝒊𝒄𝒐 𝒒𝒖𝒆 𝒍𝒂 𝒄𝒂𝒖𝒕𝒊𝒗𝒐.

Recorría con parsimonia el alegre y próspero pueblo en compañía de sus fieles guardias, su mirada [C/D/O] estaba fija en las hermosas y ostentosas edificaciones que caracterizaban al lugar. Durante su recorrido, los efusivos saludos y las desinteresadas bendiciones por parte de los habitantes del pueblo se hicieron presentes, provocando la aparición de una amable sonrisa en su cara que, de un momento a otro, desapareció cuando uno de los guardias de su padre se hizo presente ante ella.

- Señorita [T/N], su padre solicita su presencia. - sentenció con seriedad aquel hombre mayor.

Sin explicación alguno, un pequeño malestar surgió en su interior. Dedujo al instante que aquello solo era una señal de que algo malo iba a ocurrir.

Entró a la enorme casa que era propiedad de su clan y en donde se encontraba su padre, uno de los más poderosos daimyō de Japón; siendo recibida por una reverencia de los dos sirvientes que la esperaban en el genkan donde, por costumbre, tuvo que dejar sus zapatos.

- Por aquí, [T/N]-sama. - indicó uno de los sirvientes al mismo tiempo en que empezaba a caminar en dirección a la sala de reuniones de su padre.

Conforme avanzaba, su malestar aumentaba y las ganas de huir de aquella casa se hacían más fuertes. Durante unos cuantos minutos más, camino por aquellos conocidos pasillos que, al igual que siempre que su padre la mandaba a llamar, se le hacían eternos.

- Pase, por favor. Su padre la espera. - expresó con suavidad el mismo sirviente que hablo al inicio del recorrido.

- Gracias. - agradeció la peli-[C/D/C] para después deslizar el shōji que la separaba del hombre más poderoso del lugar, entrando al cuarto sin sus cuidadores.

Y de la misma forma en que entró al lugar quiso salir en cuando se percató de los cuatro adultos que yacían sentados en la habitación; pero , para su desgraciada, el shōji ya había sido cerrado e intentarlo abrir daría una mala y patética impresión de ella a dos individuos en particular.

- Padre, estoy aquí como lo ordenó. - hizo una pequeña reverencia, intentado ignorar las miradas curiosas de las dos personas que no había visto en su vida.

- Es un gusto verte aquí. - fue lo único que le dijo su progenitor.

Después de aquello, la habitación se tornó en un ambiente incómodo para la fémina quien solo recibía miradas calificativas por parte de los invitados de su padre.

- Bueno, como pueden apreciar ... - volvió a hablar el señor del territorio, apaciguando un poco el ambiente - Ella es mi hija mayor, [T/N]. Futura heredera de todas mis tierras, primera Alfa en nacer y próxima esposa de Shōyō. - una vez dijo lo último, le dedicó una mirada severa a la consternada fémina quien intentaba digerir lo antes dicho.

Una vez termino de asimilar lo último, su mente empezó a hacer un recuento de los últimos meses de su vida, intentando encontrar el momento en que aceptó deliberadamente contraer nupcias con aquel Shōyō. Finalmente concluyó que dicho matrimonio, solo fue obra de su amado padre quien se vea notoriamente feliz, confirmando así sus sospechas.

- Joven ama, por favor guarde la compostura. - le rogó Daichi, uno de sus cuidadores que se le fue asignada cuando era pequeña, cuando la vio salir enojada de la habitación.

Haciendo caso omiso a las palabras del Beta, camino detrás de su padre que estaba rodeado de sus guardias, intentando alcanzarlo para poder encararlo como deseo desde el momento en el que terminó la desagradable reunión.

- ¡Padre!. - exclamó sin miedo alguno, provocando que este detuviera su andar y girará hacia su dirección, haciendo contacto visual con la joven alfa - ¿Podrías ser amable de explicarme lo que acaba de ocurrir?. - le cuestionó directamente sin despegar la mirada, haciéndole saber lo furiosa que esta a través de sus ojos [C/D/O].

- No es necesario explicarlo pero si así lo deseas. - la burla era notoria en su tono de voz - Gracias a tu amable cooperación, se ha creado un fuerte y favorable alianza con el clan Hinata.

Sin más que decir, dio media vuelta y retomó su andar sin preocuparse de la furia de su primogénita.

- ¿Y si me niego?. - preguntó con osadía, haciendo enfurecer a su padre y sorprendiendo a todos los presentes.

- No puedes. - expresó con frialdad - Es una orden. - sentenció con su voz de mando, siendo consciente que su hija no podría desobedecer sus órdenes al ser el líder de la manada, por más que esta quisiera.

Apretó sus puños y mordió sus labios en un intento por contener su ira, lastimando sus manos y labios en el proceso debido a las uñas filosas que reemplazaron las suyas, y los afilados colmillos que emergieron de su boca.

- ¿Cuando? - más que una pregunta, sonó como el gruñido de un animal salvaje - ¿Cuando lo conoceré?.

- Dentro de tres días. - una sonrisa triunfal se plantó en el rostro del adulto - No intentes escapar. - Y de nueva cuenta, utilizó su voz de mando.

Con esto, cualquier esperanza de encontrar a su Omega predestinado y formar con él una familia, se fueron al infierno.

Pequeños rayos de luz se colaron entre las rendijas de la cortina de bambú con las que contaba el ostentoso y pesado palanquín. Debido a esto, tres hombres cargaban de cada lado aquel presuntuoso transporte con el mayor cuidado posible; intentando mover lo menos posible aquel artefacto de madera para evitar molestar al Omega que iba en él.

- Creo que voy a vomitar. - cubrió su boca con su mano derecha, en un vano intento por controlar las náuseas provocadas por el movimiento del palanquín y los enormes nervios que sentía.

- ¿Se encuentra bien, Shōyō-kun?. - la apacible voz del espadachín que lo acompañaba y se encargaba de su seguridad, se hizo presente desde afuera del palanquín.

- No, voy a morir. - expresó con angustia, logrando sacarle una pequeña sonrisa al azabache.

- Eso sería una mala noticia para su Alfa. - agregó con burla el joven de mirada ámbar

- ¡Eso fue cruel, Kenma!. - le reprocho en voz alta - Oe, ¿falta mucha para llegar?.

- Mmm ... tal vez solo faltan unos cuantos minutos para llegar a la tierra del daimyō. - respondió vagamente.

Durante unos minutos el silencio se hizo presente, aquella respuesta había aumentado los nervios del pelinaranja. Nunca se había sentido tan inseguro en toda su vida como ahora.

- Kenma.

- ¿Ocurre algo?.

- ¿Te puedo preguntar algo?. - recibió con respuesta un simple sonido, indicandole al oji-marrón que podría preguntar lo que quisiera - Tu ... ¿ Tu crees que, ella me acepte?. - soltó de golpe, impresionando al de mirada ámbar.

Ante el abrupto silencio, sus mejillas se tornaron rojas e inconscientemente empezó a jugar con sus dedos, como señal clara de nerviosismo.

- Lo lamento pero, eso es algo que yo no puedo responder con seguridad. - respondió con vergüenza después de algunos minutos.

Tras aquello, la pequeña charla que mantenía con Kozume finalizó; aumentando la inseguridad que sentía el pelinaranja en su apariencia.

Bajo su mirada, analizando detalladamente el hermoso Kimono; apreciando así las rojas flores que lo adornaban. Pasó sus delicadas manos en el nudo de su atuendo, sintiendo los pequeños relieves en los detalles que este poseía.

Y por un momento, se arrepintió de haber escogido semejante kimono al pensar que - tal vez - a la hija de los [T/A] le gustaban más las cosas coloridas y exuberantes. Con aquel pensamiento en mente, se autoreclimino por su ,según él, pésima elección aun cuando aquel kimono hacía relucir su delicado y esbelto cuerpo, digno de un omega.

- Pero ... - la voz monótona del azabache lo tomó por sorpresa - dudo que su vista esté atrofiada para no notar su belleza, Shōyō-kun.

Sin poder evitarlo, su mirada se tornó brillosa al mismo en que un radiante sonrisa se plasmaba en su delicado rostro. Le agradeció mentalmente al espadachín, volvía a recuperar su confianza y entusiasmo característico.

Si su prometida lo rechazaba, poco importaba ahora.

La familia Hinata ha llegado. - Anunció con efusividad el mensajero de su padre.

Se hallaba sentada en uno de los suaves cojines que poseía el Ima, su naga hitatare azulado sobresalía debido a los exuberantes bordados dorados que adornaban toda la extensión de este, siendo algunos más sutiles que otros para evitar sobrecargarlo.

- Cariño. - la suave mano de su madre se posó sobre la suyas, atrayendo su atención hacia ella - Se amable con él. - suplico.

- Lo intentare, madre. - le dedicó una suave sonrisa, tranquilizando levemente.

El shōji fue deslizando por dos sirvientes, dejando a la vista a dos adultos que le eran conocidos a fémina desde hace tres días atrás.

- Mi señor, agradezco la gran oportunidad que le ha dado a mi familia de formar parte su clan. - el alfa de cabellera anaranjada hizo una reverencia, al igual que su mujer, en señal de respeto a su padre.

- Es todo un honor contar con un aliado tan fuerte con usted. - respondió de igual manera.

La fémina no pudo evitar chasquear al escuchar aquellas palabras, le resultaba irónico la manera en que dicha alianza de la que tanto alardeaba su padre se había logrado a cambio del futuro de ambos jóvenes.

- Para evitar prolongar esto. - el corazón de la fémina empezó a latir rápidamente, pese a que se había mentalizado en aceptar su futuro, no podía evitar que la desesperación invadiera su ser - Les presento a mi hijo, Shōyō.

Por reflejo, cerró sus ojos en el momento en que escuchó pasos resonar en el tatami de la sala. La respiración se detuvo abruptamente, rogaba a los dioses para que algo ocurriera y evitará que su compromiso se hiciera oficial.

Sin embargo, una vez su nariz recobró su función, un suave olor a lavanda se coló en sus fosas nasales, causando que su lobo interior aullara de alegría.

"Mío, mi omega".

La voz grave de su lobo se hizo presente en su mente, dejándola perpleja y obligándola a abrir sus ojos [C/D/O]; topándose así con la mirada más brillosa y apasionada que había visto en su vida.

- Creo que es momento de dejarlos solos. - propuso con amabilidad su madre, quien se había dado cuenta de la situación - Para que puedan conocerse más.

- Es una excelente idea, mi señora. - concordó la esposa del señor feudal de cabellera anaranjada.

Fueron cuestión de segundos para que los demás desalojaron la habitación, dejándolos solos.

- Shōyō, Hinata ... Shōyō. - pronunció nervioso, rompiendo el silencio - Es ... es un gusto conocerla. - concluyo haciendo una torpe reverencia que hizo reír a la Alfa.

Toda la su cara se coloreó de rojo a causa de la vergüenza que sentía aquel momento; bajó abruptamente su mirada al suelo, se sentía incapaz de poder observarla a la cara.

- [T/N] ... - la fémina se levantó de su lugar - [T/A] [T/N] - empezo a caminar hacia donde se encontraba el Omega, llegado en frente de él en cuestión de segundos.

Su mirada [C/D/O] observaba con detenimiento al peli-naranja que yacía delante de ella, guardando cada detalle. Era notoriamente más bajo que los hombres de su tierra, sin embargo, aquello se compensaba por la belleza poco inusual que poseía y resaltaba debido a aquel kimono que vestía el Omega.

En sus adentros, su lobo inflo su pecho como clara muestra de orgullo.

" Mío ".

Proclamó de nueva cuenta su Alfa interior, recordandole a la fémina el puesto tan importante que ocupaba el pelinaranja.

- Es un placer conocer a quien será mi esposo y ... - posó su mano en la cabellera del oji-marron, deleitándose de la suavidad de esta misma - quién es mi omega. - su voz salió más grave de lo normal, provocandole pequeños espasmos a Shōyō.

En busca por sentir de cerca el olor que desprendía Hinata; la fémina lo tomó de la cintura y jaló de él, poniendo más nervioso al pobre omega que se sentía desfallecer.

- No debes avergonzarte, Omega. - acercó su nariz al hueco que había en su cuello, deleitándose por el suave aroma que caracteriza al joven - Tu alfa te cuidara bien. - concluyó.

Sin más que esperar, Shōyō se acercó lentamente hacia el cuello de la fémina, dejándose envolver por el olor a Tierra mojada que desprendía ella y hacía saltar de la alegría a su pequeño lobo interior.

Cerró los ojos, todas sus inseguridades y preocupaciones desaparecieron.

Se sentía a salvo en los brazos de la fémina.

"𝐃𝐚𝐫𝐤 𝐏𝐚𝐫𝐚𝐝𝐢𝐬𝐞" 𝐭𝐞 𝐞𝐬𝐭𝐚́ 𝐥𝐥𝐚𝐦𝐚𝐧𝐝𝐨.

"𝐇𝐲𝐛𝐫𝐢𝐝 𝐒𝐭𝐨𝐫𝐞" 𝐭𝐞 𝐢𝐧𝐯𝐢𝐭𝐚 𝐚 𝐞𝐧𝐭𝐫𝐚𝐫.

"𝐏𝐚𝐫𝐚𝐝𝐢𝐬𝐞" 𝐚𝐧𝐡𝐞𝐥𝐚 𝐭𝐮 𝐦𝐢𝐫𝐚𝐝𝐚.

𝐘 "𝐑𝐚𝐛𝐛𝐢𝐭" 𝐬𝐨𝐥𝐨 𝐝𝐞𝐬𝐞𝐚 𝐭𝐮 𝐚𝐭𝐞𝐧𝐜𝐢𝐨́𝐧.

𝐂𝐚𝐫𝐢𝐧̃𝐨, 𝐧𝐨 𝐥𝐨𝐬 𝐝𝐞𝐣𝐞𝐬 𝐞𝐬𝐩𝐞𝐫𝐚𝐧𝐝𝐨.

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