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Observar la agitación de emociones en el rostro de Hermione le daba motivos para reflexionar. No había esperado una reacción tan fuerte de la chica. Casi parecía que tenían una relación. La miró con ojos apenados mientras seguía comiendo. Cuando ella le preguntó si no había nada que pudieran hacer, él se limitó a asentir. En su interior sentía emociones similares a las de Hermione. La sensación de haber perdido algo muy querido. Sin embargo, Severus no era de los que mostraban sus emociones, sino que las embotellaba, escondiéndolas en un oscuro agujero.

Ella se levantó de su asiento, haciendo que Severus levantara una ceja. Él también se levantó y se acercó a su pequeña. "Ven conmigo". Dijo mientras la rodeaba con sus brazos. La acercó, dejando que su cabeza se apoyara en su pecho. Por desgracia, no tenía mucho más que dar. Quería decirle que todo iba a estar bien y que tendrían mucho tiempo el uno con el otro, pero no quería mentirle a esta pobre chica. Sólo había silencio con el sonido ocasional de los sirvientes invisibles que traqueteaban los platos de la cocina.

Quería quedarse así para siempre. Quería sentirla entre sus brazos y no dejarla ir nunca, pero la realidad era una perra fría y despiadada. Se separó de su abrazo, besando su frente una vez más y se sentó de nuevo en la mesa. "Puede que haya una manera, pero puede que no te guste". Dio un largo y duro suspiro. "Podríamos hacerte invisible. Puede que tenga un hechizo para eso, pero tendrías que ser invisible todo el tiempo allí. Sería más fácil si nadie sabe que estás allí".



Hermione se había alejado, pero no pudo resistirse a estar en sus brazos. La forma en que la abrazaba. Se sentía tan segura. Casi como si a él le importara de verdad. Pero tuvo que recordarse a sí misma que esto NO era una relación. Al menos no una romántica. Esto era sólo sexo y un trato hecho entre dos maestros de Pociones. Nada más. Aunque Hermione quisiera que lo fuera. Eso era lo peligroso. El apego que sentía hacia ese hombre. No sabía cuánto tiempo la abrazaba, pero era tan tranquilo. Deseó poder congelar ese momento. Ser abrazada tan firmemente por Severus Snape de entre todos los hombres. Era surrealista. Extraordinario. Al igual que su propuesta.

"¿Invisible?" Repitió ella, después de que ambos se hubieran vuelto a sentar. Esa era su solución. Nadie sabría que estaba en el castillo. Estaría allí únicamente como su.....su.....concubina? Un objeto para su placer. En un aspecto era atractivo, pero tenía muchos inconvenientes. ¿Podría soportar ser invisible durante todo el período? "Me siento un poco incómoda con esta opción", admitió lentamente. "No es que dude de tus habilidades, pero ¿no te meterías en un gran problema si la directora se enterara? Por no hablar de mis amigos. Mis contactos para pociones.... ¿Cómo se manejaría eso?"

La reacción de ella a su propuesta lo sacudió fuertemente. Sabía que era una petición ridícula, pero su negativa seguía doliéndole. Tomando sus palabras como un rechazo a él, se limitó a asentir en silencio. "Tienes razón. Olvida que he dicho algo". Evitó su mirada, concentrándose en la comida. Sabía que su sugerencia era mala, pero era lo único que se le ocurría. No quería perderla, pero parecía que no tenía muchas opciones. Un fuerte suspiro salió del hombre, pero por lo demás su expresión siguió siendo estoica. Tomando otra tostada, la miró con ojos oscuros y penetrantes. "Podríamos esconderte en mi habitación, así no tendrías que ser invisible. Necesito a mi pequeña mascota de regazo"

Sin dedicarle ninguna de sus miradas, terminó su desayuno antes de agitar su varita para retirar su plato de la mesa. No tenía ni idea de lo que haría ahora sin ella. Ella había despertado en él una lujuria que permanecía latente en su interior. Era su culpa que él la deseara. ¿Realmente esta mujer iba a despertarla y luego marcharse? Una cosa cruel para un hombre. La ira en sus ojos no era sutil. Intentó calmarse, pero sabía que cualquier desaire podría llevarle al límite.

Mirando a la maestra de pociones en su asiento, no pudo evitar preguntarse si éste era su plan desde el principio. Hacerlo dependiente de ella y luego abandonarlo. "Daddy te necesita", soltó en un tono más suave.

Su pequeña mascota del regazo.

¿Por qué le molestaba de repente que la llamaran así? Tal vez porque se sentía como si hubiera sido reducida. Disminuida. O tal vez sólo estaba siendo arrogante. Y tonta. Temerosa. Esas partes inseguras querían sabotear lo que fuera que habían estado construyendo. Tal vez si lo destruía ahora le dolería menos después....

Excepto que ahora le dolía muchísimo.

Hermione suspiró y apartó el plato, incapaz de comer. El aire estaba tenso por la ira, por lo que ella no sabía. ¿Era ella? ¿Estaba enfadado porque ella no quería ser invisible? Ella no podía tener eso. No podía permitir que este problema creara una brecha entre ellos. Daddy te necesita. Esas palabras eran tan ciertas. Él la necesitaba y ella lo necesitaba a él.

En silencio, se puso de pie. Los pezones como guijarros empujando a través de la fina malla del escaso traje que llevaba. Hermione recorrió el corto camino hasta el regazo de él y se sentó, con las piernas balanceándose sobre el costado de su muslo. "De acuerdo", respiró, apoyando la mano en el pecho de él. "Seré invisible Severus. Eso parece más eficiente que simplemente esconderme en tu habitación. Olvida mi respuesta egoísta. Elijo esto por encima de todo eso".

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