───𝕮𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐮𝐧𝐨: 𝕷𝐚 𝐬𝐨𝐦𝐛𝐫𝐚 𝐝𝐞 𝐏𝐞𝐭𝐞𝐫
❝𝐌𝐞 𝐩𝐫𝐞𝐠𝐮𝐧𝐭𝐚𝐛𝐚 𝐝𝐨́𝐧𝐝𝐞 𝐭𝐞 𝐡𝐚𝐛𝐢́𝐚𝐬 𝐦𝐞𝐭𝐢𝐝𝐨❞
▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬▬
𝑰
𝐓𝐄𝐍𝐈́𝐀 𝐌𝐈𝐄𝐃𝐎 𝐃𝐄 𝐅𝐑𝐀𝐂𝐀𝐒𝐀𝐑. ¿Quién no? Siempre lo había tenido y hacía todo lo posible para avanzar aunque nunca llegaba a mi meta final. Me había pasado lo mismo con Roja, la había defraudado y para colmo no sabía si ella y Jake estarían bien. Debí de haberle puesto el brebaje ese maldito día. Todo por un maldito despiste porque me fui a entrenar pensando que Roja se quedaría en casa pero ya no era la chica que conocía. Desde que estaba con Jake, solo quería estar más tiempo con él. Debí de habérmelo imaginado. Debí de no haber confiado en ella. Al fin y al cabo ni siquiera sabía la bestia que la consumía y era mi responsabilidad darle ese brebaje todas las tardes de luna llena para controlar ese salvajismo cuando caía la noche. Si fallaba un día, las probabilidades de que acreditaran los efectos aumentaban y también su apetito voraz por la carne humana. Maldita sea yo. Ojalá no les haya pasado nada sino, no me lo perdonaría.
La nube de pensamientos se disipó cuando percibí una sombra en el suelo. La ventana estaba abierta y de ella asomaba la linde del bosque Redwood bañado por la luz de la luna. La claridad hizo que la sombra se alargara, dándole brazos y piernas alargadas como las ramas de un árbol viviente como los que salían en los cuentos de niños. Claro que esta sombra no pertenecía a ningún árbol, se trataba de Mischievous y aunque su nombre real no era así, me permití darle ese toque personal que tanto le pega, ya lo comprenderéis y estoy segura que no en mucho tiempo.
—Me preguntaba dónde te habías metido —inquirí de espaldas hacia él, al tiempo que sostenía dos dagas para depositarlas en el cinturón ceñido en mi cintura. No podía perder tiempo, necesitaba salir ya.
—Y yo me preguntaba qué estarías haciendo mientras tu lobita se come los sesos de su mejor amigo —dijo con gesto despreocupado. Hablaba con un tono privilegiado, arrastrando las palabras para que suenen más fuerte en mi cabeza, como si se creyera el dueño de todo lo que le rodeaba. Era un imbécil arrogante. Le devolví una mirada llena de odio y él me sonrió ligeramente, aparentemente feliz de que me hayan molestado sus palabras. Me arrepiento de haberle dado aquel gesto. Llevaba una camisola blanca de seda y unos pantalones del mismo material pero de color verde. Demasiado distinguido para un necio como él. La luz de las velas le arrancaban pequeños destellos pelirrojos de su cabello cobrizo. Sus ojos eran de un verde antinatural que contrastaban con sus pestañas retocadas con lápiz negro de ojos. En una de sus orejas ligeramente puntiagudas tenía un pendiente de oro bruñido que refulgía bajo la luz regalando pequeños destellos áureos. Debía de admitir que el capullo era guapo, una lástima que se comportara como un autentico patán.
CONTINUARÁ...
PROMETO ACTUALIZAR ESTE CAPÍTULO
EN EL MENOR TIEMPO POSIBLE.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro