𝐄𝐥 𝐡𝐨𝐦𝐛𝐫𝐞 𝐬𝐢𝐧 𝐫𝐨𝐬𝐭𝐫𝐨.
Recuerdo pequeños fragmentos de lo que paso en el transcurso de mí vida, mi mente se ha ido deteriorando a medida que pasa el tiempo y muchas veces olvido cosas importantes pero este relato me acompañara por el resto de mi vida simple y llanamente porque el sigue aquí presente.
Creo que estábamos en pleno apogeo de invierno porque la lluvia resonaba contra el techo de la casa y las tormentas envolvían todos los espacios a mi alrededor. Nunca me gustaron las tormentas, me daban miedo. Se sentían como si una persona estuviese caminando sobre mi cabeza queriendo destruir el techo para entrar en casa y ese era uno de mis mayores temores -junto con las arañas- que alguien invadiera mi espacio y asesinara a mi familia. A veces pienso que leía muchas historias de terror y por eso tenía este tipo de miedos tan arraigados en mi mente.
No recuerdo cómo empezó todo esto, solo sé que un día todo en mi cabeza estallo y perdí la cordura. Todo empezó a cambiar en mi vida y a tomar formas extrañas. Mi cabeza simplemente dejo de funcionar.
Creo que todo empezó un miércoles y digo un miércoles porque mi madre estaba fuera de casa desde temprano, pero es difícil creerle a mí cabeza sobre que es real o no. Así que vamos a suponer que si era miércoles y eso significaba que estaba relativamente sola en casa.
Estaba recostada con la mente en blanco observando cada detalle del mohoso techo que yacía sobre mi cabeza "hay que arreglarlo", pensé. Pero fue un pensamiento fugaz así que simplemente me dedique a observar todo a mi alrededor. A veces el silencio puede ser muy ensordecedor y desesperante, un punto de quiebre diría yo.
Recuerdo volver la vista al cielo y volver a observar el techo, no había ningún motivo de por medio solo lo hacía de manera inconsciente. El tiempo pasaba lento, o quizás mi percepción del tiempo era lenta. De un momento a otro un escalofrío me sacudió de pies a cabeza, por el rabillo del ojo logre vislumbrar una figura que acababa de entrar a mi habitación y mi mente solo pensó en una persona: mi madre.
Baje la vista inconscientemente hacía un rincón de mi habitación y debo admitir que entre la oscuridad no logre visualizar absolutamente nada hasta que un leve rayo de luz se filtró por ese mismo rincón y lo vi. Allí había algo observándome.
No, no era algo. Era un hombre.
Allí en la esquina había un hombre frente a mí. Un hombre sin rostro, su cuerpo era totalmente negro y su silueta estaba completamente definida dándole un aspecto casi humano. Permanecía parado ahí, pero desconocía si me observaba porque donde deberían haber existido ojos, solo había una negrura profunda e infinita. Algo me decía que me estaba observando, quizás era el sudor que recorría la nuca y bajaba hasta mi espalda y la sensación de estar congelada. Recuerdo que mi cabeza solo me gritaba que arrancara, que saliera corriendo, pero mi cuerpo no respondía a ninguna orden.
El paso del tiempo se hizo infinitamente más lento y él seguía ahí observándome. Sólo recuerdo que en algún momento la puerta de casa se abrió y la melodiosa voz de mi madre resonó en el pasillo.
El hombre había desaparecido.
💀
El día había transcurrido relativamente tranquilo excepto que mi cabeza no dejaba de darle vueltas a lo sucedido. Solo pensaba y pensaba y pensaba, empecé a hacer conjeturas al respeto: la luz, la oscuridad y ya en verdad no se me pasaron por la cabeza más posibilidades. El momento más horrible fue la noche haciéndose presente lo que significaba solo una cosa, volver a mi habitación. Estaba asustada, no podía negarlo, pero nada me aseguraba que lo que había visto era realmente real así que simplemente me armé de valor y permanecí ahí hasta que caí rendida ante los brazos de Morfeo.
Los pájaros trinaban fuera de mi ventana y eso solo significaba que un nuevo día había comenzado. Me levanté perezosamente y me dirigí a la cocina por mi desayuno habitual. No había nadie allí más que yo y la nada por lo que automáticamente asumí que mi familia había ido de compras. El silencio era ensordecedor y por un momento pareció que todo quedo en completo silencio, los pájaros dejaron de trinar, los autos dejaron de pasar y todo quedo envuelto en una atmosfera tétrica y silenciosa.
Decidí prender la televisión para poder eliminar la sensación del silencio, pero el control yacía en un mueble en el otro extremo cerca del baño. En mi mente solo podía pensar en la pereza que me daba ir hasta allá, pero la incomodidad era mucho más fuerte. Así que emprendí mi corto camino hasta el mueble. Mi mirada se dirigió automáticamente al baño y me congele.
El hombre estaba ahí.
Me quede completamente estática en mi sitio observando esa mancha del más profundo negro que puede existir en este mundo mientras su silueta se iba definiendo en mi cabeza. No cabía duda, era un hombre el que me observaba. Estuve mirándolo fijamente durante mucho tiempo, la verdad es que no fui consciente de ello sólo sé que permanecía allí, quieto, analizándome, escudriñando cada parte de mí minuciosamente o eso era lo que pensaba, porque no tenía rostro.
Mi pulso comenzó a acelerarse y el sudor frío volvió a recorrer mi cuerpo. Seguía anclado al suelo como si mis pies estuvieran. Tenía miedo de bajar la guardia y que el hombre me lastimara, pero necesitaba arrancar.
La única pregunta que rondaba en mi cabeza era ¿cómo pudo entrar? Si bien mi casa no era una fortaleza, contaba con la suficiente seguridad como para que este tipo de cosas no ocurrieran así que por más que intentaba formar una explicación razonable en mi cabeza, no encontraba ninguna.
El miedo me carcomía por dentro, todo él irradiaba miedo y pánico aparte de un terrible hedor. Un nudo comenzaba a formarse en mi garganta y solo recuerdo haber gritado, posiblemente por horas porque cuando mi madre llego yo solo seguía gritando, observando el lugar donde Él había estado.
Lo único que sentí al instante luego de despertar fue un espantoso dolor de garganta que sentía que me quemaba por dentro. Mi cabeza era un torbellino de ideas y fragmentos de lo que había sucedido el día de ayer, realmente no recordaba todo con claridad y esto no me ayudaba a sentirme más tranquila.
Recuerdo que ese día mi madre quiso llevarme al médico para entender que era lo que había sucedido, pero yo me negué rotundamente y mentí diciendo que solo era una crisis de estrés.
Ojalá hubiese solo eso, pero de aquí en adelante comienza la verdadera historia, el verdadero terror.
Los días transcurrían lentos, pero entre tantas cosas que hacer no me daba tiempo para pensar ni quedarme a contar las horas. El invierno seguía en su magnificencia y volvía a llover a cantaros. No me molestaba en lo absoluto, pero estaba segura de que un día de estos producto de las ráfagas de viento, iba a haber un apagón y en mi cabeza solo había espacio para pensar en él hombre sin rostro.
Llegamos al final de la semana y recuerdo claramente el cumpleaños de mi hermano menor. 10 años cumplía ese día y todos en casa estábamos organizando una pequeña cena familiar. Solo éramos nosotros ya que las lluvias seguían sin apaciguarse por lo que nadie podía asistir.
De los tantos fragmentos que rondan por mi cabeza me acorde de uno bastante particular y es que desde la primera aparición de Él hombre sin rostro, mis tres felinos me seguían a todas partes, atraídos hacía mí. No sabía si considerarlo una protección o simplemente un mal presagio.
Luego de cantar el cumpleaños feliz y recoger la mesa, me dispuse a volver a mi habitación que era donde pasaba la mayor parte del tiempo, pero nuevamente ese escalofrío se hizo presente. Por un momento pensé en no dirigir mi vista hacía el baño para confirmar mis sospechas, pero mi madre se quedó observándome por lo que me sentí más valiente al estar acompañada y poder enfrentarlo a Él.
Gire mi cabeza lentamente hacía la puerta del baño y mis sospechas habían sido confirmadas. El hombre yacía nuevamente de pie como si estuviese esperando algo, pero esta vez se veía mucho más sombrío. Escuchaba la voz de mi madre en algún lugar, pero no podía prestarle atención, Él era completamente absorbente.
Mi madre me zarandeo un par de veces hasta que logre salir de mi estupor. La mire fijamente y apunte mi dedo hacía donde se mantenía aún de pie el hombre, mi madre dirigió sus ojos hasta allá pero su rostro no reflejo absolutamente nada. ¿Es qué no lo ves? Le pregunté reiteradas veces y solo obtuve un no por respuesta y su típica mirada de preocupación. Voltee la vista hacía el baño con la esperanza de que no estuviese ahí, pero, por el contrario, pareciese que se hubiese acercado un paso más a mí. Mi madre seguía observándome mientras toda mi atención se focalizaba en este extraño hombre hasta que sucedió lo más horrible que podría haber pasado. El hombre dio un paso al frente y luego comenzó a correr directo hacía mí.
Lo último que recuerdo es haber escuchado un grito distorsionado y mi cuerpo siendo impactado en el duro y frío suelo.
Desperté en la cama de un hospital al día siguiente por el golpe que me había dado en la cabeza. Una doctora esperaba sentada en una silla que se ubicaba al lado mío, estaba ojeando unos papeles y supuse que era mi expediente y los resultados de lo que sea que me hubiesen hecho mientras estuve inconsciente. Me revolví un poco incomoda entre las sabanas de tela blanca y la señora noto mi presencia.
- Por fin has despertado. – menciono. – Tú madre dice que te desmayaste sin motivo alguno y que antes de que este hecho ocurriera le habías mencionado ver a un hombre en el baño ¿eso es cierto?
La verdad es que las palabras no lograban salir de mi boca por lo que solo asentí con la cabeza. No esperaba que mi madre le comentara ese episodio a una doctora, pensé por un momento que no le tomaría la importancia suficiente, pero veo que estaba equivocada.
- Bueno debes saber un par de cosas antes. Soy psiquiatra y debido a lo mencionado por tu madre, podrías estar teniendo alucinaciones por lo que soy la persona más apta para tratar este asunto y poder ayudarte con esto.
La quede mirando fijamente por un momento sin entender que era lo que me estaba diciendo ¿alucinaciones? Yo no estaba alucinando, Él era absolutamente real. Moví la cabeza insistentemente en señal de negación, pero al parecer, todo lo que yo fuera a decir no sería tomado en cuenta por mi inexistente condición.
- Tú madre accedió a que te recetáramos ciertos medicamentos para ir controlando los episodios y así puedas mantener una vida normal. También debemos tener una consulta privada donde puedas contarme más sobre lo que estás viendo.
Lo único que pasaba por mi cabeza en ese preciso momento era que quería arrancar. Tirarme de la habitación y simplemente desaparecer. Me rehusaba completamente a medicarme innecesariamente.
Él hombre sin rostro era real.
Después de un par de horas, un par de papeleos y una bolsa con medicamentos, por fin pudimos dirigirnos hacía nuestra casa. Mi madre no menciono absolutamente nada en todo el transcurso así que asumí que se encontraba bastante afectada. Solo quería hablar con ella y poder explicarle que era lo que estaba sucediendo.
💀
Nuevamente el tiempo pasaba lento y tenía que consumir un par de pastillas con sabores asquerosos diariamente, la verdad es que no entendía porque debía hacerlo, pero lo hacía de todas maneras.
Una tarde hubo un horrible apagón debido a las fuertes lluvias y relámpagos. Me encontraba en casa porque todos estaban afuera en un cumpleaños al que no me interesaba ir. Fui en busca de un par de linternas y velas al cobertizo, el olor a humedad era molesto así que decidí apresurarme con mi búsqueda, pero ese extraño hedor volvió.
Tomé las linternas y salí corriendo de ahí, ese olor podía significar solo una cosa y esa era que Él hombre sin rostro había vuelto.
Permanecí sentada mucho tiempo alumbrando hacía todas las puertas, el olor a podredumbre permanecía en el aire y se acrecentaba con el pasar del tiempo, pero no hacía acto de presencia. El sonido del viento se filtraba por una ventana mal cerrada haciendo que el ambiente se tornara denso y escalofriante. Todos mis sentidos estaban alertas por si debía correr. Permanecí sentada alrededor de 30 minutos esperando algo que no llego.
Bajé la guardia y emprendí mi camino hacía mi habitación donde me sentía más segura y menos expuesta, pero al llegar allí, se encontraban diversas figuras esparcidas.
Mi corazón había dejado de latir y estoy segura de que ese fue el preciso momento en el que mi cabeza estalló y perdí todo rastro de cordura.
Todas estas personas mantenían el mismo patrón que Él, no tenían rostro y eran de un negro tan profundo que se mimetizaban con las cortinas. Ninguno tenía ojos y tampoco se lograba vislumbrar las cuencas, solo eran simples figuras. Lo más inquietante de la situación es que todas se mantenían quietas como simples maniquíes. Y de un momento a otro, mi cabeza estalló.
Un coro de gritos resonó en mi cabeza. Gritos agudos, graves, más agudos y así sucesivamente. Cerré mis ojos con fuerza y me sujeté la cabeza con las dos manos en un intento de acallar los gritos, pero era totalmente imposible, era como si provinieran de dentro de mí cabeza.
Hasta que se callaron. Todo volvió a quedar en absoluto silencio.
Abrí mis ojos lentamente y como si de una avalancha se tratara, diez cuerpos comenzaron a correr hacía mí intentando agarrarme y Él observaba a la distancia.
💀
Los últimos recuerdos que tengo sobre ese acontecimiento son de haber vuelto a despertar en una cama, pero esta vez un par de grilletes sujetaban mis manos. Había muchos doctores observándome y mi madre yacía al lado de ellos con los ojos aguados. ¿Qué estaba pasando? ¿Por qué estaba atada y mi madre llorando? Quería gritar y revolverme hasta que me liberaran, pero mi cuerpo se sentía demasiado pesado y aletargado, probablemente la bolsa de suero que colgaba sobre mi cabeza era un sedante.
Y luego me dormí.
Desperté nuevamente en una habitación acolchada y completamente blanca y ahí mi mente hizo "click". Estaba internada en un psiquiátrico, pero ¿por qué? Y la pregunta aún no tiene respuesta. Durante varios meses estuve en observación y escáner cerebrales, pero nunca hallaron nada así que solo asociaron mi situación a un trastorno al azar: esquizofrenia.
Pero la simple y llana verdad es que todos ellos estaban equivocados. Yo no estaba enferma y nunca lo estuve porque Él hombre sin rostro siempre estuvo aquí y siempre lo estará.
Porque Él es real.
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