Segundo objeto de mi obsesa colección: Dentadura de Diente de sable

Ya, ya, no pregunten más de lo que deberían, sí esta sería mi segunda y favorita dentadura que llegara a mi poder.

El término «dientes de sable» es un término genérico que se usa para describir a numerosas especies de mamíferos dotados de enormes caninos que vivieron durante diferentes épocas del Cenozoico.

Estas especies adquirieron sus característicos dientes de sable de forma totalmente independiente. La morfología de los dientes es un excelente ejemplo de evolución convergente, ya que ha ocurrido repetida e independientemente en por lo menos cuatro grupos diferentes de mamíferos: los macairodontes (Machairodontinae), una subfamilia de los félidos que incluye al famoso Smilodon; los nimrávidos (Nimravidae), una familia emparentada con los felinos, pero diferente; y finalmente, un par de casos aislados dentro de los creodontos (que no son considerados carnívoros auténticos) y los boriénidos, una familia extinta de marsupiales sudamericanos.

  fue uno de los grandes triunfos evolutivos de los mamíferos depredadores. Estos felinos carnívoros pesaban unos 400 kg. y tenían los colmillos superiores muy desarrollados, asemejándose a un sable curvo. La dentadura estaba reducida al mínimo indispensable para apuñalar, desgarrar y cortar, cumpliendo así con su tarea de predador carnívoro. Es llamativo observar en los restos fósiles los inmensos colmillos de estos grandes gatos. Aunque aún no se sepa a ciencia cierta el porqué de su desaparición de la faz de la tierra, los científicos han podido diseñar su posible camino evolutivo.

Nooooooooooooooooooooo

¡No evolucionaron en un gaturro!

¿Pero se imaginan como me vería con la mandíbula de un diente de sable?

Creo que me quedaría bien una a mi medida, toda una tigresaaaaaa.

Y bueno, como comprenderán no me podía quedar con esa dentadura que encontré una noche estrellada en las arenas del extenso desierto de Nazca, así que la misma se exhibe hoy en día en un museo de la ciudad capital.  Debo aclarar que aún conservo el crédito del hallazgo, pero ello no implica que tenga el objeto en mi poder; y en sí, ¿para qué?, cuando muchos espíritus científicos podrían disfrutar de este y otros fósiles en exhibición y estudio.