
03. ❛ 𝘛𝘩𝘪𝘴 𝘮𝘢𝘳𝘳𝘪𝘢𝘨𝘦 𝘪𝘴 𝘥𝘰𝘰𝘮𝘦𝘥 𝘵𝘰 𝘧𝘢𝘪𝘭 ❜
03. ESTE MATRIMONIO ESTÁ
DESTINADO A FRACASAR... 🧭
ANUNCIO IMPORTANTE AL
FINAL DEL CAPITULO 🪧
Alemania, Baden-Baden,
21 mayo 2022
Narrador omnisciente
Los ojos de Jessica ardían por la resaca de la noche anterior, ayer se había besado con ese tipo al que no había visto completamente bien pero no pasó más nada, muy a pesar de ambos. Al parecer una situación se presentó y el se marchó, dejándola en la pista. Y ahora... Ahora se encuentra dejando que la peinen para la ceremonia de boda en la iglesia más grande de Baden-baden.
Se sentía privilegiada por vivir en este pueblo pintoresco y elitista, todo era elegante pero también exagerado y colorido. Ella sonrió un suspiro estirando ligeramente su cuello cansado ya por llevar varias horas allí, su maquillaje era perfecto y ligero, un aroma a frambuesa y feminidad olía su perfume nuevo y el peinado de rizos en su cabello negro empezaba a formarse. Mientras que el conflicto seguía en su pecho el "desenlace" del problema estaba casa vez más cerca.
Jessica sentía que el aire en la habitación se volvía cada vez más pesado. Las manos de la estilista se movían con destreza entre su cabello, dando forma a los rizos oscuros que caían con suavidad sobre su espalda. A cada segundo que pasaba, su pecho se apretaba un poco más. No era miedo, tampoco nerviosismo de los buenos, sino algo más profundo, una sensación de encierro que no podía controlar.
── Te ves hermosa, Jess ── susurró Valentina a su lado, con una sonrisa que parecía genuina.
Jessica apenas y pudo devolverle una media sonrisa. Por dentro, se sentía un desastre.
Las otras chicas que la acompañaban, Amanda, Carolina y Antonella, charlaban animadamente entre sí, sin darse cuenta del conflicto que la estaba carcomiendo. Ellas no la conocían tanto como Valentina, quien sí notó cómo Jessica jugaba con sus propios dedos, enredándolos nerviosamente.
── ¿Lista? ── preguntó Valentina en un tono más serio.
Jessica tragó saliva. No, no lo estaba.
No podía dejar de pensar en la noche anterior, en el chico con el que se había besado, en lo que pudo haber sido y no fue. Había algo en esa conexión efímera que la había hecho sentir... ¿viva? Y ahora, estaba aquí, vestida con un traje de novia impecable, lista para casarse con un hombre al que ni siquiera conocía realmente.
Se miró en el espejo y vio a una extraña. Su vestido era hermoso, claro que sí. Tenía un corpiño bordado con detalles en pedrería y una falda de tul que caía como una cascada hasta el suelo. Pero, por más hermoso que fuera, no podía evitar sentir que la estaba ahogando.
── Vamos, Jessica, no hagas esto más difícil ── murmuró para sí misma.
Sintió cómo le colocaban el velo y alguien le entregaba el ramo. El perfume de las flores mezclado con su propio aroma a frambuesa le revolvió el estómago.
Y entonces, llegó el momento. La marcha nupcial comenzó a sonar y el corazón de Jessica latió con fuerza. Sus damas de honor caminaron delante de ella, sonriendo, ajenas a la tormenta que tenía en el pecho.
Cuando puso un pie en la alfombra roja que llevaba al altar, todo se sintió irreal. Las miradas de los invitados se clavaban en ella, como si fuera un espectáculo. La iglesia era grande, con vitrales de colores que reflejaban la luz del sol en destellos dorados. Pero nada de eso importaba.
Cada paso era más pesado que el anterior. Su padre la llevaba del brazo, caminando con orgullo, mientras ella sentía que se desplomaba por dentro.
── No quiero hacer esto ── pensó, pero no dijo nada.
Mantuvo la mirada baja. No quería ver el altar. No quería ver al hombre con el que estaba a punto de unir su vida. En su cabeza, ya se había imaginado su destino: un viejo asqueroso, de esos que compran esposas jóvenes como si fueran trofeos. Su piel se erizó de asco solo de pensarlo.
Pero cuando llegó al altar y finalmente levantó la vista, su mundo se sacudió. El hombre que tenía frente a ella no era un viejo decrépito. Era él. El chico de la noche anterior.
Su mente se quedó en blanco. El aire se atoró en su garganta. Él la miraba fijamente, con una mezcla de astucia e intensidad en los ojos. Sus labios temblaron ligeramente por la sorpresa; la mano de su padre dirigió el delgado brazo de su hija hasta su prometido el cual lo tomo suavemente.
Su mirada se dirigió rápidamente al altar, sin querer mirarlo a la cara, la habitación estaba en silencio exceptuando la marcha nupcial que estaba por acabar, la respiración de Jessica se volvió más pesada mientras los segundos pasaban, los pasos del padre resonaron por la gran capilla.
── ¡Este día estamos aquí, para unir en sagrado matrimonio a Nicholas Alexander Chávez y a Jessica Neferet Asnicar!
El nombre retumbó en los oídos de Jessica como una sentencia de muerte. Nicholas Alexander Chávez. El chico con el que se había besado la noche anterior.
El aire se volvió más denso. Su pulso martilleaba en su pecho con fuerza, como si su corazón estuviera intentando escapar de su propio cuerpo. Sus manos temblaron sobre el ramo de flores, y por un instante, sintió que se mareaba.
Nicholas seguía sosteniéndola con suavidad, pero su agarre era firme, como si supiera que en cualquier momento ella podría intentar huir. No podía verlo directamente a los ojos. Se sentía demasiado vulnerable, demasiado confundida.
La voz del sacerdote seguía resonando en el fondo, recitando las palabras tradicionales del matrimonio, pero Jessica apenas podía procesarlas. Todo a su alrededor se sentía borroso, irreal.
Ayer ella solo era una chica escapando de la realidad por unas horas, dejando que el alcohol y la adrenalina la envolvieran en un beso con un desconocido. Un beso que la hizo sentir algo que no sentía desde hace mucho tiempo. Y ahora... ese desconocido era su futuro esposo. Que puta mierda, pensó la joven.
Jessica sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Su mente seguía atrapada en la imagen de lo que había imaginado antes de levantar la vista: un hombre mayor, repugnante, con una sonrisa satisfecha por haber comprado a una esposa joven. Pero Nicholas no era así.
No podía negar que era atractivo. Tenía un porte elegante, como si estuviera acostumbrado a la atención de todos, y sus ojos oscuros la miraban con un brillo que no supo descifrar. ¿Sorpresa? ¿Entretenimiento? ¿Satisfacción?, ella no lo sabía con certeza, su ego se había esfumado cuando lo había mirado a los ojos
── Jessica. ── Escuchó su nombre en un susurro. Nicholas se había inclinado ligeramente hacia ella. Su voz era profunda, pero había algo en su tono que la hizo estremecerse.
── Levanta la mirada ── pidió, con calma. Jessica sintió que su pecho se encogía.
No quería hacerlo. No quería mirarlo de frente. Porque si lo hacía, significaría aceptar que esto estaba pasando de verdad. Ella no quería aceptarlo.
El silencio se alargó entre ellos. Los invitados observaban la escena con atención, algunos con sonrisas de emoción y otros con miradas curiosas. Su padre estaba sentado en la primera fila con una expresión neutra, como si todo estuviera saliendo según lo planeado.
Y entonces, finalmente, Jessica alzó la vista. El impacto fue inmediato. Nicholas la miraba con intensidad, pero no con burla ni superioridad. No había rastro del hombre dominante y egocéntrico que imaginó. No. Sus ojos transmitían algo diferente. Algo que la desconcertó aún más.
Su corazón latió con fuerza. Nicholas entrecerró los ojos, estudiándola. ── ¿Ahora sí me reconoces? ── murmuró, con una sonrisa apenas perceptible.
Jessica sintió que la tierra se abría bajo sus pies. Él sabía. Sabía que ella lo había reconocido, sabía que ella no tenía idea de lo que estaba pasando, y sobre todo... sabía que no quería estar allí.
El sacerdote continuó con la ceremonia. Jessica quería gritar. Quería correr. Pero sus pies estaban clavados en el suelo. Nicholas no apartó la mirada de ella en ningún momento, y cada segundo que pasaba, la sensación de ahogo en su pecho se hacía más fuerte.
── ... Jessica Neferet Asnicar, ¿aceptas a Nicholas Alexander Chávez como tu esposo, para amarlo y respetarlo en la salud y en la enfermedad, hasta que la muerte los separe?
El silencio se apoderó de la iglesia. Jessica sintió que el mundo entero esperaba su respuesta. Podía decir que no. Podía arruinar la ceremonia en este mismo instante.
Podía...
Tragó saliva. Sus labios temblaron. Pero entonces, Nicholas se inclinó ligeramente hacia ella, lo suficiente para que solo ella pudiera escucharlo.
── Si dices que no ── susurró, con una calma inquietante ──, las cosas se pondrán más complicadas de lo que ya son.
Jessica sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Su mirada se encontró con la de él, y en ese momento, supo que no tenía escapatoria. ── Acepto ── Su voz sonó lo suficientemente fuerte para que toda la habitación supiera la respuesta afirmativa de la única hija mujer de la familia Asnicar.
La tensión estaba presente, los hombros finos de la mujer estaban tan tensos que se podían cortar como una cuerda tensa. Los ojos de Nicholas se iluminaron en satisfacción y una sonrisa casi burla y disimulada se poso el sus labios.
El sonido de los aplausos retumbó en la iglesia, pero para Jessica todo parecía un eco lejano, como si estuviera viendo su propia vida desde afuera. Sentía las manos heladas, y el ramo temblaba levemente entre sus dedos. Había dicho "acepto" sin pensar, sin sentirlo, sin quererlo. Y ahora, ya no había marcha atrás. Ni siquiera se había dado cuenta de que ya a Nicholas le habían preguntado.
Nicholas seguía mirándola con esa sonrisa apenas perceptible, como si supiera exactamente lo que pasaba por su cabeza. Le molestaba esa actitud suya, como si tuviera todo bajo control, como si esto fuera un juego en el que él llevaba ventaja.
── Ahora, los anillos ── anunció el sacerdote. Jessica tragó saliva cuando sintió el frío del anillo deslizándose por su dedo. Nicholas se lo puso con delicadeza, pero su toque era firme, casi posesivo. Su turno llegó y, con manos temblorosas, le puso el anillo a él, evitando mirarlo a los ojos.
── Y, los declaro marido y mujer... Puedes besar a la novia.── El padre le dió fin a la ceremonia. Jessica se quedó paralizada. No. No, no, no.
El corazón le latía con fuerza mientras Nicholas se acercaba. Podía sentir el peso de las miradas, los murmullos de los invitados esperando el momento, en qué momento la boda había pasado tan rápido, las bodas que siempre fueron tediosas, ahora no quería que se acabará. Ella no quería hacer esto, no quería que su primer beso como esposa fuera así, frente a todos, en medio de un circo en el que ella era la marioneta.
Pero Nicholas no dudó. Le levantó el velo con calma y se inclinó hacia ella. Jessica cerró los ojos con fuerza, esperando lo peor. Pero el beso no fue lo que esperaba.
No fue brusco, no fue invasivo. Fue suave. Apenas un roce, un contacto ligero pero firme. Nicholas no se burló, no la forzó, pero tampoco le dio oportunidad de alejarse demasiado rápido. Un par de segundos, y luego se separó con la misma tranquilidad con la que se había acercado.
Los aplausos aumentaron, la música comenzó a sonar, y antes de que pudiera reaccionar, Nicholas ya la estaba tomando de la mano para guiarla fuera de la iglesia.
Jessica caminó junto a él, sintiéndose como una prisionera secuestrada por su captor, solo que voluntariamente. A su alrededor, la gente sonreía, lanzaba arroz y flores, felicitándolos por el "hermoso matrimonio". Pero dentro de ella, solo había una sensación de vacío.
Cuando finalmente subieron al auto que los llevaría a la recepción, Jessica se atrevió a mirarlo de reojo. Nicholas se veía relajado, como si todo hubiera salido exactamente como lo planeó.
── ¿Por qué no me dijiste nada anoche? ── soltó ella de repente, sin poder contenerse más.
Nicholas giró el rostro hacia ella, con una ceja levantada. ── ¿Y arruinar la sorpresa? ── respondió con una media sonrisa.
Jessica sintió un nudo en la garganta. Maldito. ── Esto no es una broma.
── Nunca dije que lo fuera.
Ella apretó los dientes y desvió la mirada por la ventana. Su vida ya no le pertenecía. Ahora estaba casada con un hombre que apenas conocía, un hombre que jugaba con ella como si fuera una pieza en su tablero de ajedrez.
Y lo peor de todo es que la partida apenas comenzaba.
❪🧭.🚬❫
El salón de la recepción era enorme, iluminado con cientos de luces doradas que daban un aire de cuento de hadas. Mesas decoradas con centros de flores blancas y doradas rodeaban la pista de baile, y el sonido de una orquesta suave llenaba el ambiente. Todo estaba impecable, perfecto... demasiado perfecto para lo que Jessica sentía en su interior.
Entró del brazo de Nicholas, quien se veía demasiado cómodo con la atención de todos. Sonreía con tranquilidad, saludaba a los invitados con cortesía y se inclinaba ligeramente cuando alguien le felicitaba por su "hermosa esposa". Jessica, en cambio, apenas lograba mantener la sonrisa en su rostro. Sentía que todos la miraban como si fuera parte de un espectáculo, como si quisieran ver qué haría ahora que el anillo brillaba en su dedo.
── Relájate ── murmuró Nicholas a su lado, sin dejar de sonreír.
Jessica sintió cómo su piel se erizaba. ¿Relajarse? ¿Cómo podía relajarse cuando acababa de casarse con un completo desconocido?
── ¿Cómo puedes actuar como si nada? ── preguntó en voz baja, sin mirarlo directamente.
Nicholas soltó una leve risa. No burlona, sino como si realmente se estuviera divirtiendo con su incomodidad. ── Porque no es el fin del mundo, Jess. Solo es un matrimonio.
Jessica apretó la mandíbula. Para él, tal vez era así de simple. Para ella, era una condena.
Los meseros comenzaron a servir la cena, y Jessica aprovechó el momento para enfocarse en su plato en lugar de en su esposo. Apenas probó la comida, aunque sabía que debía comer algo. No quería parecer más incómoda de lo que ya estaba. Mientras tanto, Nicholas comía con calma, de vez en cuando intercambiando palabras con los invitados más cercanos.
La música cambió y pronto anunciaron el primer baile de los novios. Jessica sintió el estómago hundirse cuando Nicholas se levantó y le tendió la mano.
── Es nuestro turno.
Ella quería decir que no. Quería huir. Pero los ojos de todos estaban sobre ellos, y sabía que negarse solo haría las cosas más complicadas. Así que suspiró y colocó su mano en la de él, dejando que la guiara hasta el centro de la pista.
Cuando la música comenzó, Nicholas la tomó por la cintura con firmeza, acercándola más de lo que ella habría querido. Jessica sintió el calor de su cuerpo, su aroma elegante con un toque amaderado. Su mirada estaba fija en ella, pero no con arrogancia, sino con una especie de curiosidad. Como si estuviera tratando de descifrarla.
── Bailas bien ── dijo en tono casual.
Jessica bufó suavemente. ── Es lo único que me obligaron a aprender.
Nicholas sonrió levemente. ── Entonces tenemos algo en común.
Jessica no respondió. Su mente estaba demasiado ocupada tratando de procesar todo lo que había sucedido ese día. Ni siquiera se había dado cuenta de que, de alguna forma, el baile se había vuelto más natural. Sus cuerpos se movían en perfecta sincronía, como si en realidad fueran una pareja feliz y enamorada.
Cuando la canción terminó, los aplausos llenaron el salón. Nicholas no la soltó de inmediato, y Jessica tampoco hizo el intento de alejarse demasiado rápido. Pero en cuanto tuvo la oportunidad, retrocedió un paso, sintiendo su corazón latir con fuerza.
La recepción continuó con discursos, brindis y más felicitaciones. Para cuando la noche cayó por completo, Jessica estaba agotada. Quería que todo terminara, quería quitarse ese vestido y desaparecer. Pero entonces, la realidad la golpeó de nuevo.
La noche de bodas.
El auto los llevó hasta el hotel donde pasarían su primera noche como esposos. Jessica se sintió más nerviosa a cada minuto, con el estómago hecho un nudo. Cuando entraron en la lujosa suite, sus pasos fueron lentos, inseguros.
Nicholas cerró la puerta detrás de ellos y aflojó el cuello de su camisa con tranquilidad. Jessica, por otro lado, se quedó de pie en medio de la habitación, sin saber qué hacer ni qué decir.
── Relájate ── dijo él nuevamente, con su tono sereno de siempre.
Jessica frunció el ceño. ── No me digas que me relaje.
Nicholas alzó una ceja, divertido. ── ¿Y qué quieres que te diga entonces?
Jessica cruzó los brazos, sintiendo su piel arder. ── Que esto es una locura. Que esto no debería estar pasando.
Nicholas suspiró y se acercó un poco, pero sin invadir demasiado su espacio. ── Pero está pasando. Así que dime, Jessica... ¿cómo quieres que termine esta noche?
Jessica sintió su corazón acelerarse. No tenía respuesta para eso. Ella no respondió de inmediato. Sus pensamientos eran un completo caos, y cada segundo que pasaba en esa habitación, a solas con Nicholas, hacía que todo se sintiera más real.
Él la observaba con calma, esperando su respuesta, sin moverse demasiado. No parecía apurado ni insistente, lo cual, de alguna manera, la ponía aún más nerviosa.
── No lo sé ── murmuró finalmente, desviando la mirada.
Nicholas dejó escapar una leve risa y se pasó una mano por el cabello, despeinándolo un poco. Luego, caminó hacia la pequeña mesa junto a la ventana, donde había una botella de vino esperándolos. Sirvió dos copas y le tendió una.
── Entonces, bebamos primero ── dijo con su voz tranquila.
Jessica dudó por un momento, pero terminó tomando la copa. Necesitaba calmarse, aunque fuera solo un poco. Dio un sorbo y sintió el líquido cálido deslizarse por su garganta. Nicholas hizo lo mismo antes de sentarse en uno de los sofás.
Ella lo miró de reojo. Le molestaba lo relajado que estaba. Como si todo esto fuera simplemente una cena más para él, una noche cualquiera.
── ¿Por qué accediste a esto? ── preguntó ella de repente, sin poder contenerse más.
Nicholas giró el rostro hacia ella, apoyando un codo en el respaldo del sofá. ── Razones personales ── respondió con simplicidad.
Jessica bufó suavemente, inclinando su cabeza irritada. ── No me vengas con respuestas vagas.
Nicholas la miró en silencio por un instante y luego sonrió, pero no con burla, sino con algo parecido a... comprensión. ── Mi familia necesitaba esta alianza tanto como la tuya. No tenía muchas opciones.
Jessica sintió un escalofrío. Ella tampoco había tenido opciones. Desde el principio, su destino había estado decidido por otros. ── Pero eso no explica lo de anoche ── insistió.
Nicholas inclinó la cabeza ligeramente. ── ¿Te refieres al beso?
Jessica sintió su rostro arder. ── Sabías quién era yo. ¿Por qué no me lo dijiste?
Nicholas se encogió de hombros. ── Porque quise ver qué pasaba.
Jessica lo miró incrédula. Su rostro permanecía sonrojado, su cuerpo sin que ella se diera cuenta temblaba ligeramente.
── ¿Qué pasaba? ¿Te pareció divertido besarme sin que yo supiera quién eras?
Nicholas soltó una leve carcajada. ── No lo planeé. Simplemente sucedió.
Jessica sintió un nudo en el estómago. Todo esto era demasiado absurdo. Y lo peor era que, por más que quisiera odiarlo, por más que quisiera gritarle, había algo en su actitud que la desarmaba. Como si no fuera el villano que ella quería que fuera.
El silencio se alargó entre ellos. Jessica bebió otro sorbo de vino, tratando de calmar el torbellino en su cabeza.
── ¿Y ahora qué? ── preguntó finalmente, con voz cansada.
Nicholas dejó su copa en la mesa y se puso de pie.
── Ahora puedes ir al baño y cambiarte. No espero nada de ti esta noche, Jessica.
Sus palabras la tomaron por sorpresa. ── ¿Qué...? ── Nicholas metió las manos en los bolsillos y la miró con seriedad.
── No tienes que hacer nada que no quieras hacer. Tómate tu tiempo.
Jessica lo miró fijamente, buscando en su rostro alguna señal de mentira. Pero no encontró ninguna. Él se levantó del sillón y caminó hasta quedar atrás de ella, la cabeza de Jessica se inclinó para mirarlo, él estaba cerca de la puerta. Mientras que la mirada de ella seguía confundida y desconcertada, la expresión de Nick de reseteó, volviendo a esa seriedad burlesca que tenía el hombre.
Jessica vio como la fuerte mano de él tomaba el cerrojo y lo abría antes de salir, ella se quedó mirando la puerta anonadada. Y permitió que su respiración pesada se calmara mientras soltaba unas lágrimas de alivio.
1000 AÑOS SIN ACTUALIZAR, PERO YA. Actualicé porque ya se lo que quiero hacer con la historia, quiero que sea simple y rápida, pero que tenga drama.
AVISO; Las actualizaciones seguirán siendo lentas.
Btw, les quiero decir que sus comentarios motivan mucho, por eso comenten, cuando dejan de comentar me desmotivo ;<
LOS QUIERO, BYEEE 💞
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