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(8) Entre Risas y Secretos

Han pasado unos días desde que Draco me habló del baile de invierno, y, para ser sincera, no he podido dejar de pensar en ello.

La idea de un baile, en el que todos nos arreglaremos y asistiremos con pareja, es emocionante... y, al mismo tiempo, un poco intimidante. 

Nunca he estado en un evento así en mi vida y mucho menos en un lugar tan mágico como Hogwarts.

Aunque trato de no darle demasiada importancia, cada vez que pienso en ello siento un pequeño cosquilleo en el estómago. 

Desde ese día, en nuestro dormitorio, mientras nos preparamos para dormir, la conversación gira en torno al tema del baile inevitablemente.

Y hoy, por desgracia, no es una excepción.

Araminta, Selene, Ophelia y yo estamos sentadas en nuestras camas mientras hablamos al respecto. 

Selene, siempre tan reservada, sonríe de una manera que la delata por completo, y las demás la notamos enseguida.

—Bueno, yo iré con Blaise —dice finalmente, casi susurrando, como si fuera un gran secreto.

En cuanto lo dice, nos lanzamos a molestarla un poco, riéndonos y lanzándole miradas cómplices. Verla sonrojarse así es algo raro, pero resulta adorable.

—Oh, vamos, como si a vosotras no os hubiera gustado alguien alguna vez... 

Replica ella, riéndose mientras se tapa el rostro con la almohada para ocultar su rubor.

Araminta se une a las risas, aunque enseguida noto que también empieza a ponerse un poco nerviosa, como si recordara algo incómodo.

—Ay, Selene, no seas tan dramática. —le guiña el ojo Ophelia— ¿Quién no ha tenido un crush antes? Aún recuerdo cuando Araminta tuvo un flechazo por Ginny Weasley el año pasado.

Araminta casi da un salto en su cama, sus ojos abiertos como platos, completamente escandalizada.

—¡Ophelia! ¿Por qué tienes que recordar eso en voz alta? —dice Araminta, llevándose las manos a la cara para cubrir su vergüenza— ...Fue solo una cosa de quinto año. Ni siquiera... ni siquiera fue algo serio.

Nos reímos un poco más, mientras Araminta intenta defenderse, aunque no puede ocultar una pequeña sonrisa de vergüenza.

—Bueno, fue una fase, ¿vale? Y ya pasó.

Nos calmamos un poco y, entonces, Ophelia, con una sonrisa traviesa en los labios, dice: 

—¿Sabéis? Siempre he pensado que Draco es bastante atractivo... —comenta, sin perder esa expresión curiosa. 

Luego se gira hacia mí y añade:

—¿No lo crees, Leah?

La habitación se queda en silencio de inmediato, y las tres me miran fijamente, esperando mi respuesta. 

Yo siento que el calor me sube al rostro, y de repente, no sé dónde meterme.

—Oh... y-yo... 

Tartamudeo, tratando de encontrar las palabras adecuadas para salir de la situación sin parecer que estoy ocultando algo.

—Vamos, Leah, suéltalo. ¿Tú crees que Draco es atractivo o no? —insiste Araminta, con una sonrisa divertida.

—Bueno, es decir, Draco es... es Draco. Pero... no, no lo veo de esa manera. Entre él y yo solo hay amistad. No seremos nada más que amigos.

Las tres me miran con sorpresa, como si mi respuesta no fuera suficiente para ellas.

—Ajá... claro, claro... —dice Selene, sin ocultar la sonrisa en su rostro— ...Solo amigos.

—Sí, solo amigos. 

Repito con firmeza, tratando de no parecer demasiado a la defensiva, aunque por dentro siento que me están analizando. 

—Él ha sido un buen amigo desde el principio, y me ayudó a encajar aquí. Eso es todo.

Ophelia me observa un poco más, como si estuviera tratando de leerme la mente, pero finalmente se da por satisfecha y suelta una risita.

—Está bien, Leah, te creemos... —su tono sugiere que aún guarda cierta duda— Solo amigos.

Siento una pequeña oleada de alivio, pero, por alguna razón, una pregunta empieza a rondar en mi cabeza, algo que nunca había pensado en voz alta. 

Al final, no puedo evitar preguntarlo:

—¿Cómo se sabe si te gusta alguien? 

Mi voz sale más baja de lo que pretendía, casi como un susurro, pero lo suficientemente clara para que todas lo escuchen.

Las tres se quedan en completo silencio, con los ojos abiertos como platos, sorprendidas por mi repentina pregunta. 

Me siento incómoda, como si hubiera revelado algo que no debería haber dicho.

—¡No me digas que a nuestra Leah le gusta alguien! —Ophelia rompe el silencio, gritando con asombro.

Araminta y Selene me miran fijamente, con las cejas levantadas, como si estuvieran esperando mi respuesta con mucha más atención de la que jamás habría imaginado.

Yo respiro profundamente, tratando de calmarme, pero mi corazón empieza a latir más rápido, como si me estuviera quemando por dentro. 

No tenía intención de hacer esta pregunta, pero ahora que la he lanzado al aire, no puedo detenerme.

Ophelia se acerca, una sonrisa traviesa en su rostro, mientras observa mi reacción.

—Vamos, Leah. ¿Es alguien que conocemos? ¿Segura que no es Draco? —su tono es burlesco, como si estuviera disfrutando mucho de la incógnita.

Selene y Araminta intercambian miradas, y la tensión en el aire es palpable. Se nota que no es solo curiosidad, sino que realmente quieren saber mi opinión.

Yo me siento como si estuviera atrapada en un juego que no sabía que había comenzado, pero ahora no puedo salir.

—No, como ya he dicho, no me gusta Draco... —respondo, un poco más firme de lo que esperaba.

Él ha estado muy presente en mis pensamientos últimamente, pero eso no significa que me guste.

Selene parece percatarse de mi incomodidad y decide intervenir, cambiando de tema con una sonrisa tranquila.

—Vamos, dejad a Leah tranquila, solo estaba preguntando cómo saber si te gusta alguien. 

Luego añade con una sonrisa tímida:

—Por ejemplo, a mí me gusta Blaise. Y lo sé porque cuando lo veo, siento ese pequeño cosquilleo en el estómago, y no puedo dejar de pensar en él. Además, cuando me habla, me sonrojo un poco... No sé, es como una sensación que no puedes ignorar.

Las chicas se quedan en silencio, aparentemente pensativas, y aunque Ophelia sigue sonriendo, su actitud se suaviza. 

Me doy cuenta de que todas están intentando ayudarme, quizás sin darse cuenta de lo incómoda que me siento al estar tan expuesta.

Araminta, que hasta ahora se había mantenido en segundo plano, agrega con un tono más relajado:

—Yo... bueno, no estoy tan segura de lo que sentía por Ginny. Fue en quinto año, cuando empezamos a encontrarnos en los partidos de quiddich, me encanta su estilo de juego, pero creo que, en el fondo, me gustaba por como era, aunque nunca me atreví a decírselo. 

Se sonroja un poco, y rápidamente mira hacia otro lado, como si no hubiera dicho nada. 

Las chicas se ríen suavemente, y Selene le da un golpecito en el hombro.

Yo observo la escena, pero estoy completamente sumida en mis pensamientos. 

Mis dedos tamborilean sobre mi regazo, indecisos, mientras intento procesar todo lo que estoy escuchando. 

Las palabras de Selene me dan vueltas en la cabeza, y algo dentro de mí empieza a hacer clic.

Ese cosquilleo en el estómago cuando la veo, la forma en que mi corazón late un poco más rápido cuando me habla, el pequeño nerviosismo que siento en su presencia... 

Todo eso está ahí, y yo no quiero admitirlo, no quiero enfrentar lo que realmente estoy empezando a sentir.

Ophelia, al notar mi silencio, levanta una ceja y me observa con una sonrisa curiosa.

—Y ahora que sabes esto, ¿Sientes algo similar por alguien? —pregunta, claramente disfrutando de mi incomodidad.

Cierro los ojos por un segundo, recogiendo todas las piezas del rompecabezas en mi mente. 

¿Cómo puedo explicarlo? 

¿Cómo puedo decir que sí, que me siento atraída por Hermione pero sin ponerle una etiqueta demasiado grande?

Al final, una parte de mí se siente algo aliviada por la forma en que Selene y las demás manejan todo esto.

Es evidente que no les importa quién me guste, ni siquiera si es una chica. 

De hecho, si hay algo que he aprendido en este último mes es que, a pesar de las diferencias entre nosotras, mis amigas son de las que no juzgan, sino que simplemente nos reímos juntas de nuestras desgracias.

—No sé... —empiezo a decir, antes de darme cuenta de que no tengo una respuesta clara— Tal vez... es solo que, bueno, ella ha sido una amiga para mí desde que llegué aquí, y... a veces me siento un poco más nerviosa cuando estoy cerca de ella... Pero no, no creo que sea eso.

Al terminar mi frase, Selene se sobresalta, como si el rompecabezas en su cabeza haya sido completado al escuchar mi confesión. 

Después de eso, levanta la mano completamente seria como si estuviera en clase, esperando su turno para poder hablar.

Yo no puedo evitar reírme al verla.

—Adelante Selene, puedes hablar —bromeo, viendo su entusiasmo por participar en la conversación.

Ella me mira divertida. Se ve realmente interesada.

—Por casualidad... —empieza con aire académico, antes de mirar a Araminta y Ophelia. 

Luego, vuelve a mirarme, casi como si estuviera a punto de hacer la revelación del siglo:

—... ¿No estarás hablando de Hermione Granger?

Me congelo por un momento, sorprendida por lo directa de su pregunta.

Araminta, sin perder el ritmo, mueve la mano en un gesto despreocupado.

—Sí, yo también había pensado en ella con lo que nos has dicho. Es solo que, cada vez que llegas de la biblioteca después de pasar tiempo con ella, siempre dices: "Hermione me ha dicho esto," o "Hermione me ha enseñado lo otro." O incluso, ¿sabíais que el gato de Hermione...?

De repente, esas pequeñas observaciones hacen clic en mi mente. 

No me había dado cuenta de cuánto mencionaba a Hermione, de cómo todo lo que decía en las últimas semanas parecía estar relacionado con ella. 

Y sí, es cierto que, en gran medida, Hermione ha sido la persona que más me ha ayudado a sentirme parte de este lugar, incluso cuando todo parecía tan confuso.

Mi rostro se pone ligeramente rojo, dándome cuenta de que no soy tan discreta como pensaba. 

Ophelia sonríe suavemente.

—Vamos, Leah. No hay nada de malo en eso. No te pongas nerviosa. —su voz es tranquila, como si lo estuviera diciendo más para calmarme que para confirmar algo.

Selene se recuesta en su silla, entrecerrando los ojos de manera juguetona.

—Te lo digo yo, Leah, si alguien como Hermione te hace sonrojar así, es porque definitivamente te importa más de lo que quieres admitir.

De repente, Ophelia se pone las manos detrás de la nuca, resoplando con una sonrisa despreocupada.

—Ah, ahora ya entiendo por qué dijiste que nunca te podría gustar Draco —dice, mirando de reojo a Selene y Araminta, como si hubiese hecho una gran revelación.

Las otras dos chicas me miran rápidamente, claramente intrigadas, mientras yo, por un momento, no sé si reír o esconderme bajo la mesa. "¿Qué tiene que ver Draco con todo esto ahora?"

—¿Qué? —pregunto, intentando parecer casual.

Ophelia se encoge de hombros con una sonrisa traviesa.

—Lo que pasa, Leah, es que te has pasado todo este tiempo intentando convencernos de que tú y Draco sois solo amigos, y ya veo por qué. Es obvio que si realmente te gustara alguien como él, nunca habrías mencionado tan fácilmente a Hermione, ¿verdad?

Es como si me hubiera quitado un peso de encima y, al mismo tiempo, me hubiera dado otro para cargar. 

No me había dado cuenta de lo mucho que había estado intentando explicarme que no había nada más entre Draco y yo, y ahora eso se vuelve más evidente aún.

Selene se ríe ante la expresión confundida en mi rostro.

—¿Ves? Te hemos pillado. No hace falta que sigas ocultándolo, Leah. Es normal. Si hasta yo me sonrojaría si estuviera cerca de Hermione todo el tiempo, como tú.

Suspiro y trato de mirar hacia la ventana, pero las sonrisas de mis amigas hacen que finalmente me ría con ellas.

Viendo que quieren saber más cosas, intento cambiar de tema:

—Bueno, mirad la hora que es ya... venga, todas a dormir. Mañana tenemos Defensa Contra las Artes Oscuras y necesito estar al cien por cien. Sabéis que Snape ya me tiene algo de manía...

Las tres se ríen con complicidad, sabiendo perfectamente que estoy desviando la conversación a propósito. Sin embargo, Ophelia se estira, tapándose la boca mientras bosteza.

—Vale, vale, lo dejamos por hoy... pero no te escapas, Leah. Seguiremos esta charla otro día —dice, guiñándome un ojo antes de deslizarse bajo sus sábanas.

Selene y Araminta también asienten y se deslizan en sus camas, acomodándose bajo sus edredones mientras yo me arropo en la mía, sintiendo cómo se disipa poco a poco el calor en mis mejillas. 

La habitación queda en silencio, y pronto sólo se oye el ritmo suave de la respiración de las demás.

Me acomodo, tratando de relajarme, pero las palabras de mis amigas resuenan en mi mente. 

Nunca me había detenido a pensar en los nervios que siento cuando estoy cerca de Hermione, o en lo mucho que aprecio cada conversación, cada vez que me explica algo con esa paciencia infinita. 

Por alguna razón, su presencia me hace querer dar lo mejor de mí.

Con ese pensamiento, cierro los ojos, esperando que el sueño se apodere de mí antes de que el recuerdo de su sonrisa me haga dar demasiadas vueltas en la cama. 

Mañana será un nuevo día, y espero que con Snape como profesor, eso sea lo único que me quite el sueño.

❀・°・❀

No sé cuántas vueltas habré dado en la cama, pero cuando por fin decido rendirme a la vigilia, las primeras luces del amanecer ya se cuelan por la ventana, lanzando destellos pálidos en la habitación. 

Hundida en mis sábanas, gruño para mis adentros, intentando aferrarme a los últimos retazos de sueño, aunque sé que es inútil.

—Será mejor que no desaproveches una de las pocas clases que tienes con Granger... y llegues tarde, querida Leah... —murmura Ophelia con voz adormilada desde su cama.

Abro los ojos de golpe, notando el tono de burla en sus palabras. 

Aun con los ojos cerrados, ella sonríe divertida mientras me observa revolverme entre las sábanas. 

Me cubro el rostro con la almohada, suspirando mientras intento que no me afecte, pero una sonrisa escapa de mis labios.

—No sé de qué estás hablando. —respondo, intentando sonar convincente— Es a Snape quien no le hará mucha gracia si llego tarde...

Ophelia suelta una risita, y desde la otra cama Selene se despereza, escuchando nuestra conversación con una expresión soñolienta.

—Y a Snape seguro que le encantará verte tan emocionada por Defensa. No todos los días tiene a una alumna tan aplicada en la primera fila... —dice Selene, riéndose mientras me guiña un ojo.

Intento no reírme, pero ya no hay vuelta atrás. Sabía que mis amigas no iban a dejarme en paz tan fácil, pero al menos, en medio de sus bromas, siento el apoyo y la calidez de su amistad. 

Con una sonrisa en el rostro, me levanto.

—Ugh, sois lo peor, de veras... —murmuro, aunque no puedo evitar reírme mientras busco mis cosas para prepararme— Y por cierto, ¿puede alguien despertar a Araminta? A ella sí que no hay forma de motivarla para ir a clase.

—Déjamelo a mí —Selene me mira con una sonrisa maléfica, y noto el brillo travieso en sus ojos.

Saca la varita, apuntando hacia la cama de Araminta con un destello de emoción:

"Aguamenti."

Un fino chorro de agua sale de la varita y va a parar justo en la almohada de Araminta, quien salta de la cama.

—¡Por Merlín! ¡Selene, te voy a...!

Selene y Ophelia estallan en carcajadas mientras Araminta, aún medio dormida, intenta secarse el rostro.

Ya preparadas y con las risas todavía presentes, tomamos nuestras cosas y salimos del dormitorio.

Nos encaminamos por los pasillos de piedra hacia el aula de Defensa Contra las Artes Oscuras, charlando y disfrutando de la energía matutina. 

Al llegar, veo que ya hay algunos estudiantes dentro, y como de costumbre, Hermione Granger está entre los primeros, sentada en la primera fila y completamente absorta en uno de sus libros.

—Oh, mira, tu oportunidad perfecta, Leah —susurra Ophelia con una sonrisa traviesa.

Entonces Araminta me da un suave empujón en la dirección de Hermione:

—Ve y siéntate a su lado antes de que llegue Harry. Ya sabes que él siempre está con ella.

Me quedo congelada, sintiendo que el calor sube a mi rostro de inmediato.

—¿Estás de broma? Si me siento en primera fila, Snape va a lanzarme preguntas que no sabré cómo responder...

—Solo hazlo —insiste Selene, dándome otro empujón y forzándome a avanzar. 

Miro a mis amigas, quienes me observan con expresiones alentadoras y risueñas.

Avanzo con cautela hasta la primera fila, preguntándome si ella siquiera ha notado mi presencia. Está tan concentrada en su libro que parece ajena al resto de la clase. 

Me detengo junto a su mesa, aclarándome la garganta con un ligero "ejem" antes de atreverme a hablar.

—Hola... ¿Puedo sentarme?

Hermione levanta la vista, sus ojos brillantes con esa chispa de curiosidad que siempre tiene.

—¡Hola, Leah! Por supuesto, siéntate.

Me siento a su lado, intentando actuar con naturalidad mientras saco mis libros y los acomodo en la mesa. Pero, como era de esperarse, uno de ellos resbala de mis manos y cae al suelo con un golpe sordo.

—Oh, ya te lo recojo, no te preocupes —dice Hermione, inclinándose para recogerlo antes de que pueda reaccionar.

—No, no, tranquila, puedo yo —me apresuro a decir, pero ambas nos agachamos al mismo tiempo.

En el proceso, nuestras manos se rozan, y siento un leve escalofrío recorrerme al contacto. 

Levanto la vista y me encuentro con sus ojos castaños, observándome de cerca, curiosos y atentos.

—Gracias... —murmuro, apartando la mano y volviendo a mi asiento, intentando controlar el calor que sube rápidamente a mis mejillas.

Me giro hacia el frente, completamente roja, y trato de no pensar demasiado en la cercanía de Hermione, en su forma de mirarme.

Desde las filas de atrás, oigo unas risitas inconfundibles: mis amigas, observando cada uno de mis movimientos con obvio interés. 

Me esfuerzo por ignorarlas, aunque mis oídos laten con la misma intensidad que mi corazón. 

Las risas terminan abruptamente cuando la puerta se abre y Snape entra al aula, irradiando esa severa autoridad que envuelve todo a su alrededor. 

Con una voz gélida, anuncia:

—Abran el libro por la página 317. Hoy repasaremos hechizos defensivos avanzados y evaluaremos qué tan preparada está la clase para enfrentar algo más... desafiante.

Hermione ya tiene su libro abierto y los apuntes listos, claramente emocionada por el tema. Yo la sigo, tratando de concentrarme en las páginas y no en las miradas burlonas de mis amigas desde atrás.

Snape recorre la clase con la mirada, deteniéndose un segundo más en cada rostro como si buscara algún defecto que aún no ha señalado.

—Necesito un voluntario...

Entonces sus ojos se posan en mí.

—Leah, adelante.

Mi estómago se revuelve al escuchar su voz fría pronunciar mi nombre. 

Intento mantener la calma mientras me levanto y doy un paso al frente, consciente de las miradas de todos, pero especialmente de la de Hermione.

—Profesor Snape, —dice Hermione rápidamente, levantando la mano con decisión— yo podría mostrar...

—No, señorita Granger. Estoy seguro de que nuestra alumna especial puede manejarlo... ¿O no? —responde, su tono goteando sarcasmo.

Hermione me lanza una mirada de apoyo, y algo en sus ojos me llena de determinación. Respiro hondo y alzo mi varita, enfocándome como nunca.

Snape señala el hechizo defensivo que debo ejecutar, una barrera mágica avanzada, y, contra todo pronóstico, logro conjurarla con sorprendente precisión.

La barrera aparece brillante y firme, rodeándome de un aura protectora. 

Siento la satisfacción recorriéndome al saber que lo he hecho bien.

—Parece que ya no es tan incompetente... después de todo... —dice Snape, con un toque de ironía— No obstante, creo que eso se debe más a la influencia de la señorita Granger que a su propio talento.

Bajo la varita, mordiéndome el labio para no responder. 

Cuando regreso a mi asiento, siento los ojos de Hermione fijos en mí, y al mirarla, veo una sonrisa llena de orgullo en sus labios. 

Sin decir nada, asiento y le devuelvo la sonrisa.

╔══❀・°・❀══╗

Al menos Leah está avanzando más rápido que yo en organizar sus sentimientos... 😅

¡Espero que os haya gustado el capítulo! 

Como siempre, ¡los comentarios y votos son pura magia para mí!

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