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(31) Voces

El bosque permanece en silencio, salvo por el susurro del viento que se cuela entre las ramas y el sonido tenue de las hojas secas bajo los pies.

Ron descansa en el suelo, su respiración aún débil, pero estable. Hermione, sentada a su lado, le vigila con los ojos enrojecidos por el llanto y el agotamiento.

—¿Cómo te sientes? —pregunta Harry, acercándose a Leah.

Ella asiente, forzando una sonrisa que no llega a sus ojos.

—Estoy bien, solo... cansada. Utilicé mucha magia de golpe.

Hermione levanta la mirada hacia Leah, sus cejas fruncidas con preocupación. 

—Leah, lo que hiciste antes... —su tono es suave.

Se levanta despacio y camina hasta su novia:

—Sacaste el hechizo de Ron para parar la hemorragia y lo canalizaste al horrocrux. Eso no es algo fácil. ¿Estás segura de que estás bien?

Leah desvía la mirada, evitando los ojos analíticos de Hermione. Una presión incómoda crece en su pecho, un nudo difícil de deshacer. Algo dentro de ella le pesa.

El guardapelo cuelga alrededor de su cuello, frío contra su piel, como si su presencia tirara de ella hacia un abismo que no logra comprender.

—Sí... estoy bien —murmura la chica de pelo plateado.

Hermione no parece convencida. Su mirada persiste durante unos segundos más, hasta que finalmente suspira:

—Está bien —dice en voz baja— Sin embargo, si sientes que algo no va bien, dímelo. No puedes cargar con todo tú sola.

Leah fuerza una sonrisa.

—Tranquila, Granger. Estoy bien.

Hermione se queda mirándola por un momento más, pero al ver que su novia no le dará más respuestas, regresa a Ron.

Harry se cruza de brazos y observa el cielo: la luna sigue iluminando la noche, rodeada de un mar de estrellas.

—Deberíamos quedarnos aquí por ahora. Al menos durante unos días. —dice él— Ron necesita descansar y nosotros también.

Hermione asiente, todavía visiblemente preocupada. Se arrodilla junto a su bolso mágico, y tras buscar un momento, saca una tienda de campaña sorprendentemente pequeña.

—Aquí está —dice, mientras despliega la estructura.

Con un movimiento de su varita, la tienda se agranda de golpe, convirtiéndose en un refugio resistente y acogedor.

—A veces olvido lo útil que puede ser ese bolso —murmura Harry.

Hermione le sonríe divertida y empieza a ajustar los bordes de la tienda. Leah, que hasta entonces ha permanecido callada, se acerca para ayudar a sujetar una de las cuerdas.

Mientras montan la tienda entre los tres, Harry y Hermione murmuran algunas palabras sobre el plan para el día siguiente, sobre cómo avanzar y qué harán con el horrocrux.

Leah apenas escucha.

Está ahí físicamente, pero su mente está atrapada en algo más profundo, en una oscuridad que no logra entender.

Cuando finalmente la tienda queda lista, Hermione revisa a Ron una vez más y le cubre con una manta antes de entrar. Harry la sigue de cerca, ayudando a cargar a Ron hacia el interior de la tienda.

Leah se queda en el exterior, mirando la luna que se cuela entre las copas de los árboles. Su corazón se siente pesado, su pecho oprimido, y no sabe por qué.

"¿Qué me está pasando?", se pregunta, cerrando los ojos mientras sus dedos rozan el collar de forma inconsciente.

El frío metal parece pulsar bajo su toque, como si estuviera vivo, como si le susurrara algo que no logra entender.

Suspira profundamente y sacude la cabeza, intentando alejar esa sensación. El cansancio empieza a pesarle más que la inquietud, así que se da la vuelta y entra en la tienda, dejando la noche y sus sombras afuera.

❀・°・❀

Han pasado unos días desde aquella noche en el bosque, días en los que el tiempo parece moverse lento y denso.

Ron ha despertado y está mucho mejor, aunque no puede caminar con normalidad aún. Cada paso le cuesta, apoyándose en Harry o Hermione cuando es necesario.

Este retraso, aunque inevitable, ha empezado a pesarles a todos.

El avance en la búsqueda de los horrocruxes ha sido nulo, y, para rematar, siguen sin encontrar la manera de destruir el que ahora cuelga del cuello de Leah.

—Al menos está seguro con nosotros. —dice Hermione un día, intentando animar al grupo— Por ahora eso es lo importante.

Leah siente un escalofrío recorrerle la columna.

El peso del collar no es solo físico; es como si drenara algo de ella, algo que no puede recuperar. Está constantemente agotada, y aunque intenta disimularlo, Hermione y Harry no han dejado de mirarla con creciente preocupación.

Ahora mismo, caminan al atardecer por una pradera inmensa que parece no tener fin. La hierba alta y dorada se mece suavemente con el viento, y el cielo arde con tonos anaranjados y rosados mientras el sol desaparece en el horizonte.

—¿Cuánto falta para encontrar un lugar donde parar? —pregunta Ron desde atrás, con voz cansada. Está apoyado ligeramente en Harry, que le sostiene para evitar que se tropiece.

—No mucho. —responde Hermione, mirando a lo lejos— Tal vez detrás de aquella colina.

Leah va un poco más adelante, caminando sola, con la cabeza gacha y los brazos cruzados contra su pecho.

—¿Todo bien, Leah? —pregunta Hermione con cuidado, acercándose a ella y colocándose a su lado.

—Sí —responde ella rápidamente, demasiado rápido.

Mira hacia el suelo, evitando la mirada de su novia antes de decir:

—Estoy solo... cansada...

—Lo estás siempre últimamente. —replica Hermione con el ceño fruncido, observándola de cerca— No es normal. Sabes que puedes decírmelo si hay algo que no está bien, ¿verdad?

—No es nada —insiste Leah, su voz un poco más cortante de lo que pretendía—. Solo déjalo, Granger. Estoy bien.

—Solo quiero ayudarte —murmura Hermione en voz baja, lo suficientemente alto para que Leah la escuche.

Leah no responde.

Aprieta los puños, sus uñas clavándose ligeramente en sus palmas mientras sigue caminando.

—Voy a adelantarme. —dice con brusquedad— Alguien tiene que acelerar el ritmo y vigilar si el lugar que hemos elegido para descansar está a salvo.

Sin esperar respuesta, Leah se adelanta, sus pisadas rápidas y decididas mientras la sombra de su figura se pierde entre la hierba alta.

Hermione se queda mirando su espalda, su corazón encogiéndose con una sensación de impotencia y dolor. Algo va mal. Lo sabe. La persona que más quiere se está alejando, y ni siquiera entiende el motivo.

Harry, que ha escuchado la conversación desde unos pasos más atrás, se acerca ligeramente y murmura:

—¿Crees que es por el horrocrux?

Hermione suspira, cruzando los brazos mientras sus ojos siguen fijos en la dirección en la que Leah ha desaparecido.

—No lo sé, —responde en voz baja— pero algo no va bien.

Llegan al sitio que habían planeado justo cuando el sol termina de desaparecer por completo, el cielo apagándose en un tono violeta oscuro.

—Montemos la tienda —dice Harry, intentando infundir algo de normalidad en el grupo.

Es un hábito que han desarrollado en los últimos días: buscar un sitio apartado, montar la tienda mágica y acomodarse para pasar la noche.

Una vez dentro de la tienda, el grupo se acomoda en torno a una pequeña mesa donde Hermione ha colocado algunas frutas y un poco de comida.

La luz tenue de las lámparas mágicas crea una atmósfera más cálida, pero no lo suficiente para quitar la tensión que flota en el aire.

—No podemos volver con Aberforth, —dice Harry después de un largo silencio— Hay mucha gente buscándonos y, si nos encuentran, los pondremos en peligro a él y a los demás.

Ron está apoyado en un rincón, comiendo lentamente con la mirada fija en su plato.

—Lo sé. —responde Hermione, asintiendo lentamente— Y también necesitamos encontrar una forma de destruir el horrocrux. No podemos seguir así... creo que... nos está desgastando.

Hermione mira a Leah casi por instinto, ella, que apenas ha probado bocado, se remueve incómoda en su asiento.

La conversación le pesa demasiado, como si las palabras mismas aumentaran el peso invisible del collar que lleva al cuello. Su mirada se clava en la mesa, su rostro pálido y ojeroso bajo la luz tenue.

—Necesito un momento. —Leah se pone de pie sin mirar a nadie— Necesito un poco de... aire.

—Leah... —empieza a decir Hermione. No obstante, nada sirve, ella ya está caminando hacia la salida.

—Solo un momento —repite Leah con un tono más bajo, casi suplicante.

La lona de la tienda se cierra tras ella, dejando un silencio incómodo en su ausencia. Hermione baja la mirada a su plato casi intacto y suspira, removiendo la comida con la cuchara.

—Está rara desde lo que pasó con Ron. —murmura rompiendo el silencio— La noto distante... más cansada. Debería hablar con ella, ¿no?

Harry, sentado enfrente, cruza los brazos sobre el pecho y la mira con seriedad.

—No quiero meterme en vuestros asuntos, Hermione... Sin embargo, creo que deberías dejarla sola un momento. Tal vez lo necesita.

Hermione asiente lentamente, aunque su rostro no oculta lo preocupada que está. Muerde su labio inferior mientras medita las palabras de Harry.

—Sí, pero... no puedo ignorarlo. No es ella. Algo está pasando, lo sé.

—Es Leah, Hermione. Volverá a estar bien —añade Ron desde su rincón, sin levantar mucho la cabeza— Y creo que agobiarla no va a ayudar. Dale tiempo.

Hermione se queda pensativa unos segundos, mirando la salida de la tienda como si esperara que Leah volviera en cualquier momento.

Afuera, la noche está fría y tranquila.

Leah se aleja un poco de la tienda hasta encontrar un tronco seco que sobresale del suelo como si lo estuviera esperando y se sienta con un suspiro pesado.

Deja que su cabeza caiga ligeramente hacia atrás mientras mira las estrellas que cuelgan del cielo, tan calmadas, tan lejanas.

Sin pensar, sus dedos encuentran el guardapelo que cuelga de su cuello. Lo sostiene entre las manos y lo observa en silencio, con el ceño fruncido.

—¿Qué secretos escondes? —murmura, casi como si el collar pudiera responderle.

Con una mano en la barbilla, se queda pensando, su mente rebobinando todo lo ocurrido desde que el guardapelo entró en su vida. "Este objeto reaccionó a mi magia... ¿Tal vez podría usarlo a mi favor de alguna manera?"

La idea la sobresalta.

Sacude la cabeza rápidamente, asustada por sus propios pensamientos. ¿Cómo podía siquiera considerarlo? Sabe lo que es ese objeto. Sabe que deben destruirlo. No obstante... "¿Por qué siento que me pertenece?"

Antes de que pueda hundirse más en sus pensamientos, escucha unos pasos suaves aproximándose. Y no necesita girarse para saber quién es.

—Granger... —murmura en voz baja— Hola... ¿Qué haces aquí?

Hermione se detiene a unos pasos de distancia, observándola con tristeza antes de acercarse y sentarse a su lado en el tronco seco. Con suavidad, posa su mano sobre la de Leah.

—¿Por qué has salido sola? —le pregunta con voz calmada, como si temiera espantarla.

—Solo... necesitaba un momento.

Hermione la observa de cerca, notando las ojeras bajo sus ojos y la forma en que sus dedos rozan el guardapelo casi de manera inconsciente. Sin embargo, no dice nada al respecto. En lugar de eso, aprieta un poco más su mano, como si quisiera recordarle que no está sola.

—Siempre puedes hablar conmigo, Leah. —susurra Hermione— Te quiero y estoy para ti, lo sabes, ¿verdad?

Leah traga saliva, sus ojos fijos en el suelo.

—Lo sé —responde finalmente, aunque las palabras no suenan del todo sinceras.

Hermione, sin decir nada más, posa su cabeza suavemente sobre el hombro de Leah.

Al instante, el cuerpo de ella se relaja, sus pensamientos dejando de arremolinarse por un momento al sentir el contacto familiar. Es como si la cercanía de Hermione pudiera sanar cualquier herida, incluso las que no se ven.

Por fin, Leah respira hondo y cede.

—Hermione, yo... —comienza, casi en un susurro.

Hermione la interrumpe con un beso en la mejilla, sus labios suaves y cálidos. Cuando se separa, sus ojos se encuentran con los de ella, y una sonrisa leve se dibuja en su rostro. Leah siente un calor subir por su cuello hasta teñir sus mejillas de un leve rubor.

Todo parecía ir bien... hasta que la gryffindor rompe el silencio.

—Ron está a salvo gracias a ti. —dice con dulzura— No tienes que preocuparte, todos estamos bien gracias a ti.

La expresión de Leah cambia de inmediato. Su ceño se frunce y sus labios se curvan en una mueca tensa.

—¿Ron? —repite, su voz adoptando un tono extraño, casi agresivo.

Hermione, ajena al cambio en su tono, continúa con calma.

—Sí, se encuentra estable, así que no tienes que preocuparte...

—Ya está bien de hablar de él, ¿no? —interrumpe Leah de golpe, bajando la cabeza.

La tensión cae entre las dos como un muro invisible. Hermione parpadea, confusa, su cuerpo poniéndose rígido al instante.

—¿C-Cómo? —balbucea incrédula.

Leah levanta la mirada, su expresión más dura de lo habitual.

—Como lo abrazabas cuando despertó... o como lo has cuidado estos días... —continúa Leah, su voz cada vez más fría y amarga— Está claro que él te gusta.

Hermione retrocede ligeramente, sus ojos abriéndose con incredulidad.

—¿De qué estás hablando? —pregunta, con la voz rota— Yo te quiero a ti, eres la que me gusta. Ron me importa, igual que Harry, porque son mis mejores amigos. Eso es todo, Leah...

No obstante, Leah no la escucha. La voz del guardapelo, suave y peligrosa, comienza a susurrarle al oído, como si hablara desde dentro de su mente.

"Te está mintiendo, Leah. Es evidente que él le gusta..."
"No quiere decirte la verdad porque te tiene miedo..."

—No me mientas, Granger —espeta Leah de pronto, mirándola directamente a los ojos.

Hermione se queda helada. Por un segundo, el brillo rojizo en los ojos de Leah la paraliza. El color de la magia antigua no es un color humano, y un escalofrío recorre su espalda.

Se levanta de golpe, alarmada.

—¡Leah, suficiente! —grita con firmeza— ¡Quítate ese medallón!

Leah también se levanta, de manera abrupta, y su voz retumba con una fuerza que no parece suya.

—¡NO! —grita con desesperación, sus ojos encendidos con ese brillo antinatural.

Su mano se aferra al medallón, apretándolo contra su pecho como si fuera lo único que la mantiene en pie:

—¡Esto es lo único que me permite ver la verdad!

Hermione da un paso atrás, su varita ya en mano. Entonces, unos pasos apresurados irrumpen en la escena.

—¿Qué está pasando? —pregunta Harry, llegando con la varita ya lista.

Hermione le lanza una mirada rápida, su voz firme y urgente.

—¡Ayúdame, Harry! ¡Debemos quitarle ese medallón!

Harry se queda petrificado al ver el estado de su amiga. La chica que había conocido no está allí; en su lugar hay alguien más. Su mirada, teñida de rojo, está llena de furia y odio, y sus manos tiemblan sobre el medallón oscuro que late con una pulsación que parece venir de un corazón propio.

—Leah... —dice Harry con cuidado, intentando que su voz suene calmada— Por favor, reacciona. No queremos hacerte daño.

Sin embargo, su voz no puede llegar a ella. Las voces del medallón son lo único que llena su mente. Envolviéndola en una sombra cada vez más espesa:

"Todos te odian."
"Son tus enemigos."
"Acaba con ellos."

—¡No! —grita Leah de nuevo, sacando su varita con un movimiento rápido y apuntando a Hermione y Harry.

Su rostro está contorsionado por la rabia y sus ojos, completamente rojos, parecen brillar en la oscuridad.

—Leah, por favor, ¡detente! —suplica Hermione, su voz quebrada y llena de dolor.

Pero Leah no escucha. Un rayo de luz brota de su varita sin previo aviso, dirigido hacia Hermione.

"¡Protego!" —grita Harry, lanzándose al frente y bloqueando el hechizo justo a tiempo.

La fuerza del hechizo empuja a los dos hacia atrás. No obstante, Leah no pierde el equilibrio.

Avanza con pasos lentos y calculados, su mirada fija en ellos.

—¡Para, no tienes que hacer esto! —grita Harry, intentando razonar con ella mientras apunta su varita con precaución.

Leah responde con otro hechizo, esta vez dirigido a Harry.

"¡Expulso!"

La luz golpea a Harry, quien apenas logra bloquearlo. La fuerza del ataque lo hace tambalearse, pero se mantiene en pie.

Hermione, aprovechando el momento, lanza un hechizo para tratar de desarmarla:

"¡Expelliarmus!"

"¡Protego!" —ruge Leah, desviando el hechizo con una facilidad inquietante.

Sus movimientos son rápidos, más fuertes de lo habitual, como si una fuente de poder oscuro la alimentara.

La batalla se desata entre los tres.

Los árboles crujen bajo el impacto de los hechizos, chispas y luces de diferentes colores iluminan la noche. Leah ataca con una precisión salvaje, como si no estuviera del todo en control de su cuerpo.

Harry esquiva otro ataque y tropieza, jadeando, mientras Hermione desvía un rayo de luz roja que Leah lanza con un grito desgarrador. Ambos están agotados, el sudor les empapa la frente y sus movimientos son cada vez más lentos.

—¡No podemos seguir así! —jadea Hermione, con los ojos llenos de lágrimas— ¡No quiero hacerle daño!

—¡No tenemos opción! —responde Harry, bloqueando otro hechizo con un esfuerzo visible.

De repente, Leah levanta su varita con una rapidez casi inhumana.

"¡Bombarda!" —grita con furia.

Un estallido explosivo sacude el suelo y hace que Harry y Hermione salgan despedidos hacia atrás, cayendo de bruces en la tierra húmeda.

Hermione deja escapar un grito ahogado cuando golpea el suelo, mientras Harry se apresura a levantarse, pero el dolor le frena.

Leah avanza lentamente entre la bruma que ha dejado el hechizo, su figura se ve más imponente bajo la luz de la luna.

Su varita apunta directamente a ellos.

Los ojos de Hermione se llenan de lágrimas al ver a su amada en este estado, consumida por la oscuridad.

—Leah... por favor... —murmura Hermione, su voz rota por la desesperación.

Leah no dice nada. Su mano temblorosa sostiene la varita, y sus ojos, brillantes y rojos, parecen indecisos por un breve instante. Y Hermione se percata de eso.

Sin embargo, antes de que ella pueda decir algo más, un rayo de luz roja impacta de lleno en la espalda de Leah.

"¡Desmaius!" —exclama una voz firme.

Leah cae al suelo, inconsciente. Su varita rueda a unos centímetros de su mano, y el silencio se apodera del bosque.

Harry y Hermione levantan la mirada, atónitos, para encontrarse con Ron, apenas manteniéndose en pie. Su varita en la mano y su rostro está pálido.

—¿Qué está pasando? —pregunta Ron con un tono de alarma, mirando a su alrededor y luego a su amiga, desplomada en el suelo.

Hermione, temblando, apenas logra ponerse en pie.

Su respiración es irregular mientras se acerca a Leah y se arrodilla a su lado, con la desesperación reflejada en sus ojos.

—¡Ayudadme! —grita, su voz quebrándose— ¡Tenemos que llevarla a la tienda, rápido!

Harry la mira con preocupación:

—Hermione, tu ceja... estás sangrado...

—Ahora no hay tiempo para eso, ayudadme a levantarla.

Harry y Ron se miran por un segundo antes de apresurarse hacia ellas.

Entre los tres, logran levantar a Leah con cuidado. Ron apenas puede sostener su peso, pero hace su mejor esfuerzo, jadeando de dolor mientras camina. Harry apoya su hombro bajo el brazo de Leah, y juntos la llevan de regreso a la tienda.

Una vez dentro, la tumban sobre la mesa con cuidado. Hermione se queda a su lado, sus manos temblando mientras intenta revisar su estado. El medallón sigue en su cuello, pulsando débilmente con un brillo oscuro.

—Tenemos que quitárselo —dice Harry con decisión, acercándose.

Ron, recuperándose ligeramente, asiente.

—Y si... le hacemos daño...

Harry no responde, simplemente intenta tirar del medallón, pero suelta un gruñido de dolor cuando el metal le quema los dedos.

—¡Arde! —exclama, agitando la mano.

Ron, sin pensarlo dos veces, agarra un trapo y lo envuelve alrededor del medallón.

—Lo intentaré yo.

—¡Ron, espera! —advierte Hermione.

No obstante, es demasiado tarde.

Ron jala con fuerza, intentando quitar el medallón del cuello de su amiga. En ese instante, Leah empieza a gritar de dolor, su cuerpo arqueándose bruscamente sobre la mesa.

—¡No, no, no! —grita Hermione, apartando a Ron de inmediato, sus ojos llenos de pánico— ¡Para, le estás haciendo daño!

Harry observa la escena con el ceño fruncido, su voz apenas un murmullo, temblorosa y cargada de temor.

—Es como... —dice con dificultad, tragando saliva— como si el medallón se hubiera adherido a su cuerpo...

Hermione, temblando y con lágrimas cayendo por sus mejillas, toma la mano de Leah entre las suyas, apretándola suavemente.

—Aguanta... —susurra con la voz rota— Te prometo que encontraremos la manera de salvarte...


╔══❀・°・❀══╗

Oh dios mío... ha pasado todo tan rápido que aún no puedo procesarlo.

PD: Y ahora... ¿Cómo van a ayudar a Leah? :(

Espero que os haya gustado, no olvidéis dejar un voto en cada capítulo o comentar, me ayuda mucho <3

Gracias por leer.

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