(25) A Pesar de Todo
El silencio que sigue es casi ensordecedor. Hermione, visiblemente sorprendida, se aclara la garganta antes de hablar.
—Desconocía que el director Dumbledore tuviera hermanos... —su voz suena cautelosa, como si temiera interrumpir un momento demasiado personal.
Aberforth baja la mirada y dice:
—Como ya os he dicho, nuestra relación dejó de ser lo que era hace mucho tiempo. Me he mantenido al margen de su vida... —hace una pausa, frotándose la barba— Era más fácil así.
—¿Qué pasó entre ustedes? Si se puede saber, claro —Me atrevo a preguntar.
Aberforth suspira profundamente. Se nota que no es un tema del que le guste hablar. A pesar de eso, empieza a contar:
—Teníamos una hermana menor. Ariana. Era la luz de nuestra familia, brillante, dulce... una niña que no conocía la maldad...
Su voz es baja y llena de dolor.
—No obstante, todo cambió cuando tenía seis años... —sus ojos se oscurecen— Unos chicos muggles la vieron practicando magia. Se asustaron. Y, en lugar de dejarla en paz, la atacaron. Fue algo horrible. La dejaron... rota. Traumatizada de una forma que ni la magia ni el tiempo pudieron reparar.
Hace una pequeña pausa, como si tuviera que reunir fuerzas para continuar.
—Ariana no volvió a ser la misma. Su magia se volvió incontrolable. Cada vez que intentaba contenerla, era como si algo oscuro dentro de ella luchara por salir. Ahora sé que era un Obscurus, una fuerza destructiva que nace cuando un mago reprime su propia magia. Pero en ese entonces... no entendíamos lo que le ocurría.
Hermione se lleva una mano a su boca, horrorizada. Yo siento un nudo en el estómago, y Harry solo puede mirar a Aberforth, atónito.
—Nuestro padre, Percival, no pudo soportarlo. Amaba a Ariana más que a nada, y cuando supo lo que aquellos chicos muggles le habían hecho, los atacó. Fue su forma de buscar justicia. Claro que... el Ministerio no lo vio así. Fue encarcelado en Azkaban, y allí murió.
Un silencio pesado llena la habitación.
—Mi madre, Kendra, se llevó a Ariana y nos mudamos al Valle de Godric, intentando mantenerla a salvo, lejos de las miradas curiosas. La gente del pueblo... veían que Ariana nunca salía y comenzaron a murmurar. Decían que estaba loca, que era peligrosa.
Sus ojos brillan con un destello de amargura.
—Cuando Ariana tenía catorce años, tuvo uno de sus episodios. Una explosión mágica. Esta vez, no hubo forma de contenerlo. Mató a nuestra madre.
Siento como mi estómago se encoge al imaginar lo que debió ser para aquella niña.
—Después de eso, Albus quedó a cargo de todo. Yo era demasiado joven. Y él, aunque era brillante, no quería esa vida. Albus siempre tuvo sueños grandes, quería cambiar el mundo, ser alguien importante. Cuidar de Ariana... eso era una carga para él.
Aberforth mira al suelo antes de continuar:
—Entonces apareció Gellert Grindelwald. Él y Albus se hicieron inseparables. Planeaban grandes cosas juntos, hablaban de revoluciones, de un mundo mejor... pero yo sabía que esas ideas nos pondrían en peligro. Un día discutimos los tres. Yo, Albus y Grindelwald. Fue una pelea horrible. Los tres lanzamos hechizos, ninguno pensando en lo que hacíamos... y Ariana intentó intervenir.
Aberforth cierra los ojos con fuerza, como si revivir aquel momento fuera demasiado doloroso...
—Un hechizo la alcanzó. Nunca supimos quién lo lanzó. —su voz se quiebra— Ella murió allí mismo, delante de nosotros. Y yo, especializado en magia de curación, ni siquiera pude hacer nada para salvarla.
Un silencio sepulcral cae sobre la sala. Ninguno de nosotros sabe qué decir. Aberforth pasa una mano por la barba, con la mirada todavía fija en el suelo.
—Desde ese día, Albus y yo... nunca volvimos a ser los mismos. Él siguió adelante, se convirtió en lo que siempre quiso ser: el gran Albus Dumbledore, héroe del mundo mágico. Y yo... me quedé aquí, con mis recuerdos, intentando olvidar.
Tomo aire y reúno el valor para hablar.
—Siento mucho lo de su hermana Ariadna. Y entiendo que estén distanciados... —mi voz apenas un murmullo— No obstante, Albus le reveló su nombre a Harry. Tal vez sabía que en algún momento necesitaríamos su ayuda.
Aberforth levanta la mirada hacia mí.
—Quizá tengas razón. Albus siempre veía más allá de lo que el resto podíamos ver. Si quería que supierais de mi existencia, debía tener sus razones.
Harry da un paso adelante, su rostro decidido.
—Entonces, ¿nos ayudará?
—Si Albus confió en mí para esto, no puedo negarme. No obstante, no esperéis milagros. —nos mira con seriedad— Los milagros nunca han sido mi especialidad.
Aberforth se inclina junto al cuerpo de Dumbledore, su expresión tan sombría que siento un nudo formarse en mi garganta. Con movimientos precisos, saca su varita y la apunta hacia el director.
—Apartaos un poco. Este conjuro es muy potente.
Nos retiramos, aunque no puedo apartar los ojos de él. Observo cómo cierra los ojos y murmura unas palabras que nunca antes había escuchado:
— "Auramonitor examineo."
De inmediato, una luz azul electrizante envuelve el cuerpo de Dumbledore.
El aura vibra y se expande como si estuviera viva, pulsando con un ritmo que parece resonar en mi interior. Aberforth mantiene su varita firme, los labios apretados en una mueca de concentración. Es como si estuviera comunicándose con algo, escuchando respuestas que nosotros no podemos oír.
Tras unos segundos, la luz comienza a desvanecerse. Aberforth guarda su varita con un movimiento lento y se levanta.
—Albus se encuentra en estado catatónico. —dice, su tono grave.
—¿Estado catatónico? —pregunta Hermione con seria preocupación— ¿Qué significa eso exactamente?
Él cruza los brazos, mirando a su hermano como si todavía buscara respuestas en su rostro.
—La maldición destruyó su cuerpo, pero no su mente. Algo lo protegió en el último instante. Una barrera mágica muy poderosa evitó que su conciencia se desintegrara.
Él saca la varita nuevamente y apunta hacia Dumbledore, su expresión más tensa que antes.
—Voy a comprobar algo más. Este tipo de barreras no se forman por casualidad.
—¿Qué tipo de barrera es? —pregunta Harry con el ceño fruncido.
Aberforth repite el conjuro, y una vez más la luz azul aparece, envolviendo el cuerpo del director.
Mientras observo la escena, siento pequeños pinchazos cerca de mi corazón. Es un pequeño dolor, similar al que sentí antes, pero ahora es más intenso...
—Oh, vaya... —murmura Aberforth, con los ojos entrecerrados como si estuviera procesando algo sorprendente.
—¿Qué ocurre? —pregunta Harry, arrodillándose junto a él.
Aberforth se gira hacia nosotros, su expresión incrédula.
—La barrera que protege a Albus... está hecha de magia antigua. ¿Quién de vosotros puede usar ese tipo de magia?
El aire se vuelve pesado, y siento que todas las miradas caen sobre mí. Bajo la cabeza, cruzándome de brazos mientras un calor incómodo sube por mi cuello.
—Yo... —mi voz es un susurro, casi inaudible— Soy capaz de usar magia antigua.
Hermione se tensa a mi lado, y siento su mirada fija en mí.
—¿Tú hiciste esto? —pregunta Harry, pero su tono no es de acusación, sino de pura incredulidad.
—No lo hice a propósito... —respondo, temblando ligeramente— Apenas entiendo cómo funciona esta magia, mucho menos cómo controlarla.
De repente, un dolor agudo atraviesa mi pecho, obligándome a llevar una mano hacia él. Es como si algo dentro de mí estuviera intentando salir.
—Leah, ¿estás bien? —pregunta Hermione con preocupación, su voz alarmada mientras coloca una mano en mi hombro.
Me esfuerzo por asentir, aunque el dolor no cede.
—Estoy bien —miento.
Por dentro, estoy aterrorizada. Algo está pasando, algo que apenas empiezo a comprender.
Me esfuerzo por asentir, pero el dolor no cede del todo. Trago saliva y susurro:
—Es... es solo un simple pinchazo, nada más.
Harry frunce el ceño, su expresión claramente escéptica.
—Leah, esto ya te pasó una vez. En la cueva, ¿recuerdas? No parece algo que debamos tomarnos a la ligera.
Hermione me mira con el ceño fruncido, claramente alarmada.
—¿Qué pasó en la cueva?
Siento mi rostro arder mientras murmuro, incapaz de sostenerle la mirada:
—Umm... nada importante...
Antes de que pueda decir algo más, Aberforth avanza hacia mí con determinación. Su mirada es severa y me obliga a retroceder un paso.
—Esto parece muy serio. Permíteme.
—¿Qué va a hacer? —pregunta Hermione, preocupada.
Aberforth no responde. Con un rápido movimiento de su varita, murmura:
— "Pulsus revelio."
Un destello de luz me golpea directamente, y de inmediato siento un alivio momentáneo, como si una pesada carga dentro de mí se aligerara. Sin embargo, algo más me invade: una energía extraña, casi inquietante, se agita en mi interior.
—Por Merlín... —susurra Aberforth, fijándose en mis ojos con intensidad.
—¿Qué? —pregunto, alarmada por su expresión.
—Tus ojos... han cambiado de color.
—Siempre lo hacen cuando la magia dentro de mí quiere salir... —le digo, tocándome instintivamente el rostro como si pudiera notar el cambio.
Aberforth mantiene el hechizo y me pregunta con un tono grave:
—¿Cuánta magia antigua has usado hasta ahora?
El alivio que sentí hace unos segundos comienza a desvanecerse. Cuando el hechizo finalmente cesa y puedo respirar con mayor facilidad, murmuro:
—Yo... yo solo la usé en las situaciones que lo requerían, señor.
Aberforth se lleva la mano al mentón, pensativo, mientras evalúa lo que acaba de descubrir.
—La cantidad de magia antigua que has usado es descomunal, Leah. Tu cuerpo está pagando el precio. Se está debilitando sin descanso.
El aire se vuelve más pesado con sus palabras.
Hermione lleva una mano a su boca, tratando de ahogar un grito, y sus ojos se llenan de preocupación.
—¿Qué significa eso? —pregunta Harry con un tono casi desesperado.
Aberforth suspira profundamente antes de continuar:
—Temo que si sigues utilizando este tipo de magia sin moderación... no podrás soportarlo por mucho tiempo más.
Hermione murmura, su voz casi inaudible:
—Madre mía...
Me siento expuesta, vulnerable. Respiro hondo, tratando de calmarme, y confieso en voz baja:
—Yo... debo admitir que asumí ciertos riesgos.
Aberforth endurece su mirada y su tono.
—Leah, esto no es un juego. Usar magia antigua sin control puede costarte la vida.
Hace una pausa, su expresión más sombría que nunca.
—Además, pude percibir que ya tienes secuelas de antes. ¿Es cierto que tuviste problemas con la magia antigua anteriormente?
Bajo la cabeza, incapaz de mirarlo a los ojos.
—Sí... —admito con voz quebrada— Estuve inconsciente durante un tiempo. Usaron la Piedra del Despertar para ayudarme, pero... perdí mis últimos recuerdos por eso.
El silencio que sigue a mis palabras es sofocante.
Siento el peso de sus miradas, especialmente la de Hermione, que ahora parece más preocupada que nunca. Aberforth asiente lentamente, como si intentara digerir lo que acaba de escuchar.
—¿Qué recuerdos perdiste esa noche? —pregunta, su voz grave— Tal vez, si averiguamos por qué te desmayaste, podamos evitar que vuelva a ocurrir.
Sus palabras me atraviesan como una flecha. Trago con dificultad, intentando mantenerme firme, pero duele. Duele más de lo que quiero admitir.
—Al parecer... no pasó nada importante. Y si pasó, nadie quiso decírmelo.
En ese momento, Hermione baja la mirada. Es un gesto pequeño, pero lo noto de inmediato. La forma en que sus hombros se hunden y cómo sus manos tiemblan ligeramente. No puedo evitar sentir que sabe algo... algo que no quiere decirme.
La mirada de Aberforth se estrecha.
—Pues entonces, toca empezar desde cero y...
Una voz firme interrumpe el momento, cortando el aire con una decisión inquebrantable.
—Esperad.
Miro a Hermione, confundida, al igual que los demás. Tiene los puños cerrados con fuerza, como si estuviera conteniendo una tormenta dentro de sí misma.
Harry se acerca un poco, su voz llena de preocupación.
—Hermione, pareces... preocupada.
Ella finalmente levanta la mirada, enfrentándose a todos nosotros.
—Necesitaría hablar un momento con Leah a solas.
Mi corazón salta en mi pecho, como si supiera que estoy a punto de escuchar algo que cambiará todo.
Hermione está a punto de decirme algo que ha guardado durante mucho tiempo... algo que nunca quiso que supiera.
Harry señala la puerta.
—Está bien. Nosotros esperaremos fuera.
—Harry, ayúdame antes. Llevaremos a Albus a un lugar seguro.— Le pide Aberforth.
Harry asiente, aunque lanza una última mirada hacia nosotras antes de salir de la sala.
—Ahora nos vemos, chicas.
La puerta se cierra con un suave clic, dejándonos solas. El silencio tenso que queda es abrumador, como si la habitación estuviera esperando junto a mí a que Hermione hablara.
Mis pensamientos se desbordan, dando vueltas en círculos.
"He estado a solas con Hermione muchas veces antes, pero esto... esto se siente diferente." Hay una tensión en el aire que no puedo ignorar.
Es como si estuviéramos en el borde de un precipicio, y sus palabras fueran lo único que puede empujarnos al vacío.
Su voz finalmente rompe el silencio, sacándome de mis pensamientos.
—Leah.
El tono de su voz me hace temblar. Levanto la mirada hacia ella, tragando saliva.
—¿S-sí?
Está junto a la ventana, con la luz de la luna iluminando su rostro. La claridad resalta cada detalle: la línea tensa de su mandíbula, el leve temblor en sus labios, la sombra de dolor en sus ojos.
—Antes de nada... —empieza, su voz baja— quiero que sepas que mi intención siempre fue mantenerte a salvo.
Mi pecho se aprieta al escuchar esas palabras.
—Aquella noche, la del baile de invierno, fue una de las más felices de mi vida... —su tono se suaviza, casi nostálgico.
Mis ojos se iluminan. Pero entonces, la expresión de Hermione cambia. Su mirada se oscurece, como si lo que viene después estuviera teñido de un dolor insoportable.
—No obstante, todo lo que siguió después... fueron decisiones llenas de dolor.
Cierra los ojos con fuerza, sus hombros temblando mientras trata de contener las lágrimas. Mi instinto me lleva a acercarme rápidamente a su lado.
—Hermione...
Mi mano encuentra la suya y entrelazo nuestros dedos. Tratando de transmitir la fuerza que necesita para continuar.
— Quiero que sepas que estoy aquí para ti, para lo que sea.
Hermione abre los ojos, y por un instante, veo algo brillar en ellos. Una chispa de gratitud, de vulnerabilidad.
Su sonrisa aparece, esa sonrisa pura que tanto había extrañado.
—Lo sé, Leah. Créeme.
Su mirada se queda fija en la mía mientras da un paso atrás, y nuestras manos se separan. La sensación de vacío me invade al instante, como si algo esencial se hubiera perdido en el momento en que soltó mi mano.
Ella respira hondo y continúa hablando, su tono más firme.
—Aquella noche, tú y yo nos sinceramos. Hablamos de nuestros sentimientos y... nos besamos por primera vez.
Un torrente de recuerdos comienza a fluir, imágenes fragmentadas que finalmente empiezan a encajar.
—Cuando los dementores nos atacaron, —continúa, su voz temblorosa— tú me defendiste. Usaste demasiada magia antigua. En consecuencia, te desmayaste y no despertabas.
Mi garganta se cierra al escucharla. Ella prosigue, su voz quebrándose con cada palabra que pronuncia.
—Fui en busca de la Piedra del Despertar porque quería ayudarte. Me sentía culpable por todo. No podía perderte, Leah...
Hermione mira hacia el suelo, sus hombros temblando de nuevo mientras la culpa se refleja en su rostro.
—Estaba dispuesta a mantenerme alejada de ti, a esconder todo lo que sentía, solo para que estuvieras a salvo. Sin embargo... no consigo hacerlo.
Entonces sus ojos se levantan hacia los míos, brillantes por las lágrimas que amenazan con caer. La intensidad en su mirada me deja sin aliento.
—Leah... yo te quiero.
El aire abandona mis pulmones en un suspiro involuntario. Mi mente está en blanco, pero mi corazón late con fuerza, como si hubiera estado esperando escuchar eso todo este tiempo.
Hermione sigue hablando, sin detenerse, como si temiera no poder terminar su confesión.
—Durante todo este tiempo lo he hecho. Te he querido, Leah. Pero fui una cobarde... —Hermione dice entre sollozos, las lágrimas descendiendo con fluidez por sus mejillas— Y ahora que sé que tu vida corre peligro... a pesar de todo... ya no puedo más.
Sus manos tiemblan mientras intenta limpiarse las lágrimas sin éxito.
—Solo quería que estuvieras bien, pero por más que lo intenté, no puedo conseguirlo... Lo siento tanto...
Entonces, se derrumba por completo.
Su rostro se hunde entre sus manos, y un desgarrador llanto escapa de ella. No puedo quedarme quieta. Algo dentro de mí me empuja a acercarme, a envolverla en mis brazos y ofrecerle un refugio.
—Hermione... —susurro mientras me inclino hacia ella, quitando suavemente sus manos de su rostro— No llores más, por favor.
Hermione intenta resistirse al principio, ocultando su cara detrás de sus manos como si tuviera miedo de dejarme ver toda su vulnerabilidad. No obstante, no puedo dejarla así.
—Te entiendo... —digo con suavidad— Yo hubiera hecho lo mismo para protegerte. Lo sé porque...
Poco a poco, sus manos descienden, revelando unos ojos cansados, enrojecidos por las lágrimas. La miro con ternura, posando una mano en su mejilla húmeda.
—Granger... —digo con una pequeña sonrisa— Yo también te quiero. Daría todo para protegerte y mantenerte a salvo.
Sus ojos se abren con incredulidad, su voz un susurro quebrado.
—¿De verdad? ¿D-después de todo?
No puedo evitar sonreír ante su desconcierto.
—Pues claro, tonta. —respondo, mi voz llena de calidez— Sin embargo, a partir de ahora debes prometerme algo.
Hermione, todavía temblando, asiente con atención.
—Dime, lo que sea... —susurra, su voz temblorosa.
—A partir de ahora, nada de ocultarnos nada, ¿sí? —le acaricio la mejilla con suavidad, mis dedos recorriendo su piel cálida— Sé que si estamos juntas, todo va a mejorar con el tiempo. Me lo prometes, ¿verdad?
Sus ojos se llenan de una nueva ola de lágrimas.
—Lo prometo...
La miro con una mezcla de amor y alivio, inclinándome un poco más cerca de ella.
—¿Entonces por qué sigues llorando? —pregunto, nuestras caras ahora a escasos centímetros.
Hermione sonríe mientras limpia las lágrimas de sus mejillas con el dorso de su mano, su risa mezclándose con los restos de su llanto.
—Porque... estoy muy feliz —admite, su sonrisa iluminando su rostro con una calidez que hace que mi corazón lata más rápido.
Entonces, sus manos se mueven con suavidad, ascendiendo hasta rozar mi cuello. Me quedo inmóvil cuando siento sus dedos acariciando mi piel.
Hermione se acerca, tan despacio que siento el calor de su aliento antes de que su rostro esté completamente cerca.
Su mirada se posa en mis labios, buscando, dudando por un segundo, como si necesitara confirmar que esto es lo que ambas queremos. Casi sin darme cuenta, asiento, dándole permiso para cerrar la distancia.
Y entonces, me besa.
El beso es intenso, pero no por la fuerza, sino por lo que lleva consigo: emociones contenidas, confesiones al fin liberadas, y un amor que parece haber estado esperando este momento.
Mis manos encuentran su cintura casi por instinto, atrayéndola más cerca. Sus dedos trazan un camino delicado a lo largo de mi mandíbula, como si quisieran memorizar cada centímetro.
La calidez de su aliento y la forma en que sus dedos rozan la línea de mi mandíbula envuelven mis sentidos.
Podría quedarme así para siempre.
Pero entonces, un sonido rasga el aire como una aguja sobre un vinilo.
— "Ejem."
El corazón se me detiene, y siento a Hermione tensarse contra mí. Sus manos, que hace un segundo parecían hechas para sostenerme, caen rápidamente a sus costados como si hubieran tocado algo prohibido.
Me giro hacia la puerta con un movimiento torpe.
Allí está Ron, apoyado en el marco con una ceja arqueada y sonrisa burlona.
—Vaya, vaya. —dice él, cruzándose de brazos— Parece que puede haber amor en tiempos de guerra...
A su lado, Luna está mordisqueándose las uñas, un rubor extendiéndose hasta sus mejillas.
—No estoy preparada para ver estas cosas. Soy demasiado inocente... —susurra, desviando la mirada.
Mis mejillas arden de vergüenza.
—L-Luna, Ron... ¿Qué estáis haciendo aquí? —pregunto, mi voz saliendo más aguda de lo que me gustaría.
Antes de que puedan responder, alguien se aclara la garganta. Hermione y yo giramos la cabeza al mismo tiempo, encontrándonos con Harry.
—Los he reunido yo. —dice con seriedad, avanzando hasta colocarse frente a nosotras—Juntos vamos a encontrar todos los horrocruxes y acabar con esta guerra de una vez por todas.
╔══❀・°・❀══╗
Qué bonita escena de "primer" beso, ¿no creéis?
Yo en la vida, soy Ron.
Espero que os haya gustado, no olvidéis dejar un voto en cada capítulo o comentar, me ayuda mucho <3
Gracias por leer.
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