(18) El Peso de No Saber
Me pego más a la pared, apenas respirando mientras mis sentidos se agudizan. La conversación que estoy escuchando se vuelve cada vez más inquietante.
—¿Qué pasó con Leah en el baile? —dice Draco, su tono grave y cargado de una preocupación que no esperaba escuchar— Dime que ella no era el objetivo...
"¿Objetivo? ¿De qué están hablando?" Siento un escalofrío recorrer mi espalda, pero me obligo a quedarme quieta, a seguir escuchando.
Pansy resopla, y su voz suena aburrida, casi molesta por la insistencia de Draco.
—Yo solo hice lo que se me pidió hacer.
"¿Qué fue lo que hizo? ¿Por qué suena tan despreocupada?" Sus palabras me golpean como una bofetada.
—Draco, tú tienes que cumplir tu objetivo, y yo el mío. Preocúpate solo por eso.
Él eleva la voz, visiblemente molesto.
—Me preocupo porque Leah es mi amiga, y hay algo que me estás ocultando.
Mi corazón late con fuerza al escuchar eso. Me asomo lo justo para verlos sin ser descubierta.
Están frente a frente, Draco apoyado contra la pared con los brazos cruzados y el ceño fruncido. Su postura es tensa, como si estuviera conteniéndose de hacer o decir algo más.
Pansy sonríe, pero no hay calidez en su expresión.
—Si es tan amiga tuya, me extraña que no le hayas contado nada de esto...
Esa frase me atraviesa.
"¿De qué está hablando? ¿Qué es lo que Draco no me ha contado?" Siento como si el aire se me escapara de los pulmones.
Draco responde con un tono agresivo, casi amenazante:
—¿Qué insinúas? Yo no me he vuelto blando.
Pansy alza una ceja, divertida por su reacción.
—Solo digo que espero que sepas a quién apoyar cuando todo esto empiece.
Draco no responde.
Su mirada se pierde en algún punto del suelo, y su postura se relaja ligeramente, pero no parece menos afectado. ¿Dolido? ¿Confundido? No puedo decirlo con certeza...
Pansy, satisfecha con su último comentario, da un paso atrás.
—Ya no eres tan importante, Draco. No eres el único en quien él confía.
Sus palabras son frías, calculadas, y él no las refuta. Se queda en silencio, con la mandíbula apretada. Ella le dedica una última mirada antes de darse la vuelta.
—Y ahora, si me disculpas, tengo cosas más importantes que hacer.
Cuando veo que Pansy se acerca, mi corazón se acelera:"Oh no, viene hacia aquí."
Miro rápidamente a mi alrededor, buscando un lugar donde esconderme. Este pasillo del castillo no es uno que frecuente, lo que hace que todo sea aún más desconocido.
Entonces, mis ojos encuentran una puerta antigua de madera entreabierta. No lo pienso dos veces y voy hacia ella, empujándola con cuidado para entrar.
La habitación está oscura y parece olvidada, llena de polvo y con un aire pesado que huele a madera vieja.
Perfecto. Sonrío con alivio mientras cierro la puerta suavemente detrás de mí. Me pego a la madera, apoyando la oreja para escuchar. Los pasos se acercan... pero, por fortuna, después de unos momentos, se alejan.
Suspiro, cruzando los brazos mientras intento procesar lo que acaba de pasar.
—No entendí muy bien de qué hablaban, pero está claro que no era nada bueno. —murmuro para mí misma, con una mezcla de preocupación y frustración. Luego añado en voz baja—: ¿Qué debo hacer ahora?
De repente, una voz desconocida responde desde la oscuridad:
—Siempre puedes hablar con un amigo.
Doy un salto hacia atrás, el corazón a punto de salírseme del pecho.
—¡Por Merlín! —exclamo, llevándome la mano al pecho mientras giro rápidamente para enfrentarme a quien sea que haya hablado.
En la penumbra de la habitación, una chica rubia aparece de la nada, como si siempre hubiera estado ahí. Lleva el uniforme de Ravenclaw, y unos pendientes azules en forma de espiral cuelgan de sus orejas. Su mirada parece perdida. No obstante, hay algo cálido e inocente en su expresión.
—Perdón, no quise asustarte. —su tono es suave, casi musical. Luego mira alrededor de la habitación, como si la estuviera viendo por primera vez— Es la primera vez que veo a alguien por aquí.
La observo con desconfianza al principio, pero su calma me contagia. Camina hasta la ventana, sus ojos ahora fijos en el cielo.
—Me gusta venir a observar las formas cambiantes de las nubes. —Su voz parece perderse en sus propios pensamientos.
Todavía intentando recuperar el aliento, pregunto:
—¿Quién eres?
Ella deja de mirar por la ventana y se gira hacia mí con otra sonrisa.
—Soy Luna. Luna Lovegood. —su mirada se fija en la mía durante unos segundos, como si estuviera examinándome más allá de lo que mis ojos pueden ver. Entonces añade—: Tú eres Leah, ¿no?
Mi sorpresa es evidente.
—Sí... ¿Cómo lo sabes?
Luna entrelaza las manos detrás de su espalda, moviéndose con un ligero balanceo. Su tono juguetón me desconcierta aún más.
—He oído hablar de ti por aquí y por allá. Estaba segura de que te encontraría en algún momento. Los nargles me avisaron que estabas cerca.
Frunzo el ceño, confundida.
—¿Nargles?
Ella asiente con una sonrisa, como si acabara de mencionar algo completamente normal.
—Los nargles son criaturas invisibles que se llevan cosas pequeñas y se esconden en lugares inesperados. —se inclina ligeramente hacia adelante, como si estuviera compartiendo un secreto— No te preocupes, son bastante inofensivos, pero les gusta jugar y hacer travesuras de vez en cuando.
Coloco una mano en mi barbilla, intentando recordar si he leído algo sobre los nargles en alguna clase. Criaturas invisibles que roban cosas pequeñas... no me suena para nada.
—Desconocía la existencia de esos seres diminutos —admito, con un tono lleno de curiosidad.
Luna ladea la cabeza, mirándome con sus ojos claros y serenos.
—Bueno, no todo está en los libros, ¿sabes? —dice con un encogimiento de hombros, como si aquello fuera algo completamente lógico.
Y, por alguna razón, no puedo evitar sonreír. Esta chica es un completo enigma.
Luna baja la mirada por un instante, y su expresión cambia. Una sombra de tristeza pasa fugazmente por su rostro antes de admitir:
—Solo yo puedo ver a esas criaturas. Es por ese motivo que, excepto una persona, nadie más me cree.
El modo en que lo dice me desarma. Es una confesión simple, pero cargada de una soledad que no puedo ignorar. Sin pensarlo mucho, le sonrío con sinceridad.
—Yo te creo, Luna.
Ella levanta la vista, sus ojos claros brillando como si ya supiera lo que iba a responder. Una sonrisa suave vuelve a su rostro.
—Lo sé. Es por eso que te llevaré con mi amigo. De seguro podrá ayudarte con tu problema.
—¿Tu amigo? —pregunto, desconcertada.
Luna asiente con convicción.
—En unos días son los primeros partidos de Quidditch, así que no creo que pueda ayudarte antes de eso. No obstante, cuando terminen los partidos, sí. Ven al patio del ala oeste, ya sabes, ese que casi nadie usa. Él podrá ayudarte con lo que necesites.
No sé qué responder. Todo en esta conversación parece salido de un sueño extraño. Sin embargo, algo en su forma de hablar, en su confianza tranquila, me hace asentir.
—Está bien, iré.
Luna sonríe una vez más y da un pequeño salto hacia la puerta.
—Perfecto. Me voy, tengo que ir a... —hace un gesto vago con la mano y desaparece, dando pequeños saltitos mientras abandona la habitación.
Me quedo allí, mirando la puerta por donde salió, tratando de asimilar lo que acaba de pasar. Quidditch... Recuerdo que tenía la intención de preguntarle a Draco si quería que lo fuera a ver, pero después de lo de hoy...
No creo que sea buena idea.
Suspirando, decido que lo mejor es regresar a mi dormitorio.
Mi mente está llena de preguntas y pensamientos que me superan. Entre Draco, Pansy, Hermione y ahora Luna, siento que mi cabeza va a explotar...
Cuando llego, encuentro a Araminta sentada en su cama, con un grueso libro abierto entre las manos. Ni siquiera levanta la vista al escucharme entrar.
Me dejo caer sobre mi cama con un suspiro dramático y empiezo a moverme cada pocos segundos, incapaz de encontrar una posición cómoda.
El constante crujir de las sábanas parece irritar a Araminta, quien finalmente suspira con fuerza, cierra su libro de golpe y lo deja a un lado.
—Bueno, va. Has ganado mi atención. —Se cruza de piernas y me mira con una ceja levantada— ¿Qué ha pasado? ¿Algo importante?
Me incorporo un poco, apoyándome en mis codos, y empiezo a hablar, aunque tratando de no dar nombres ni demasiados detalles.
—Pues... imagina que la persona en la que más confías, de repente, puede que no sea tan confiable. Porque, ya sabes, escuchas cosas que no deberías... —hago un gesto nervioso con las manos, tratando de organizar mis pensamientos— ...Y luego está otra persona que pensabas que tenías algo especial con ella, pero parece que ya no quiere verte... Y encima...
Araminta levanta una mano, deteniéndome.
—Un momento. Esto va muy rápido. ¿Confianza rota? ¿Alguien que no quiere verte? —frunce el ceño, tratando de seguirme— ¿Estamos hablando de una persona, dos, tres...?
—¡No sé! —exclamo, dejándome caer de nuevo sobre la cama y cubriéndome la cara con las manos— ¡Es todo un lío!
Ella se ríe, aunque trato de no mirarla.
—Bueno, eso está claro. ¿Y por qué no les preguntas directamente?
Muevo las manos para mirarla con incredulidad.
—¿Y arriesgarme a que todo sea cierto? ¡No puedo hacer eso!
Araminta rueda los ojos.
—¿Sabes lo que necesitas?
—¿Qué? —le respondo, negando con la cabeza y cruzando los brazos.
—Venir al partido de Slytherin contra Gryffindor. Seguro que eso despejará tu mente.
Lo pienso por un momento. Araminta sonríe con suficiencia.
—¿No sabes que yo soy la mejor guardiana de todo Hogwarts? No hay quaffle que pase cuando yo estoy defendiendo los aros.
La miro sorprendida.
—¿Tú... juegas a eso?
Araminta se sienta en su cama, flexionando los brazos exageradamente como si fuera una heroína épica.
—Querida amiga, en ese partido verás lo que es un espectáculo. Tú solo observa, ¿sí?
Antes de que pueda replicar, Araminta se levanta y comienza a prepararse para dormir, con una sonrisa de autosatisfacción.
❀・°・❀
Araminta ha salido temprano para prepararse para el partido, dejándome con Selene y Ophelia. Ambas están emocionadas, pintándose la cara con los colores de Slytherin: verde y plata. Selene está terminando unos detalles en el rostro de Ophelia mientras esta última se gira hacia mí con un pincel cargado de pintura.
—Bueno, Leah, tu turno. No obstante, antes de que empiece... tienes que elegir. Verde y plata o... —hace una pausa dramática y saca otro pincel con tonos rojo y dorado— Los colores de Gryffindor.
Frunzo el ceño, confundida.
—¿Qué? ¿Por qué elegiría rojo y dorado?
Ophelia sonríe de manera traviesa, con una ceja levantada.
—Vamos, ya sabes. Por tu querida Granger...
Al escuchar su nombre, siento una punzada en el pecho. Mi expresión se oscurece y bajo la mirada.
—No sé qué está pasando con Hermione... —admito en voz baja— Pero parece que se está alejando de mí.
El tono de Ophelia cambia a uno más suave, casi protector.
—Oh, Leah...
Antes de que pueda decir algo más, Selene, que ha estado escuchando desde el fondo de la habitación, salta al rescate.
—¡Todo es culpa de ese Ron Weasley! —exclama, levantando los brazos en el aire dramáticamente— ¡Cuando le ponga las manos encima...!
—Selene, por favor. —no puedo evitar reírme un poco, a pesar de todo— Gracias a ambas... Sin embargo, creo que prefiero centrarme en el partido.
Selene se cruza de brazos, resoplando.
—Está bien, pero si necesitas algo, ya sabes dónde encontrarnos.
Ophelia sonríe, aceptando mi decisión.
—Perfecto. Entonces vamos con los colores verde y plata, ¿verdad?
—Sí. —respondo, y me dejo pintar el rostro.
Mientras ambas trabajan, me explican las reglas del Quidditch con una mezcla de emoción y orgullo. Para cuando terminamos, ya me siento un poco más entusiasmada por el partido.
Cuando finalmente salimos del castillo y nos dirigimos al campo, el ambiente es electrizante.
Gritos y cánticos llenan el aire mientras los estudiantes se dividen en sus respectivas gradas, ondeando banderas y bufandas de colores vibrantes.
—¡Este va a ser el partido del año! —grita Ophelia mientras nos apresuramos para conseguir un buen lugar.
Yo solo sonrío, intentando contagiarme de su entusiasmo. Por un momento, dejo que mis preocupaciones se desvanezcan entre el bullicio y la emoción de este deporte.
El ambiente en las gradas está tenso y está lleno de energía.
Gryffindor y Slytherin comparten espacio, lo que inevitablemente resulta en miradas de reojo, comentarios sarcásticos y cánticos de apoyo que intentan ahogar los del otro lado.
Selene y Ophelia se sientan a mi lado, colocándome estratégicamente entre ellas, como si quisieran protegerme de algo.
—Oye, Leah, ¿por qué no miras hacia allá? —dice Selene de repente, señalando en dirección opuesta mientras Ophelia se inclina hacia adelante para bloquear mi vista.
—¿Qué hay allá? —pregunto, levantando una ceja.
—¡Oh, nada! ¡Solo un grupo de alumnos de Ravenclaw haciendo caras raras! —responde Ophelia rápidamente.
Su comportamiento es demasiado evidente, y eso solo despierta mi curiosidad. Antes de que puedan detenerme, miro hacia la derecha.
Y allí está Hermione.
Está sentada junto a un grupo de chicas de Gryffindor, su rostro iluminado mientras observa con atención el campo. Sin embargo, no es el partido lo que parece tener toda su atención, si no Ron Weasley, quien está calentando en su posición de guardián.
Su mirada orgullosa hacia él es inconfundible, y siento una mezcla de emociones que prefiero no analizar ahora.
Decido aprovechar que Hermione no se ha dado cuenta de mi presencia para ignorarla. Me centro en el campo, tratando de absorber la emoción del momento.
El partido comienza, y los equipos salen disparados al aire.
Reconozco a varios jugadores en ambos lados. En Gryffindor están Harry Potter, Ginny Weasley y, por supuesto, Ron. En Slytherin, Araminta ya está en posición como guardiana, saludándonos con una sonrisa confiada.
—¡Vamos, Araminta! —gritan Selene y Ophelia al unísono, levantando los brazos.
Araminta nos saluda con la mano, y su energía es contagiosa. Cuando Draco, que está flotando cerca en su escoba, nota la escena, dirige su atención hacia mí. Me saluda con un leve gesto de cabeza y una sonrisa casual. Intento no parecer incómoda, así que le devuelvo la sonrisa como si todo estuviera perfectamente bien.
El silbato suena, marcando el inicio del partido. Harry y Draco se lanzan como flechas en busca de la Snitch dorada, mientras Ginny toma posesión del quaffle.
—¡Ginny Weasley tiene el quaffle y avanza rápidamente hacia los aros de Slytherin! —anuncia el comentarista, cuya voz resuena por todo el campo.
El público grita con emoción mientras Ginny maniobra con destreza, esquivando a los cazadores de Slytherin. Al llegar a los aros, lanza el quaffle con fuerza.
No obstante, Araminta está atenta.
Con un movimiento rápido y preciso, se lanza hacia la izquierda y desvía la pelota con su escoba, enviándola directamente de vuelta al equipo de Slytherin.
—¡Qué parada espectacular de Araminta Burke! —grita el comentarista, y la grada de Slytherin estalla en vítores.
Ginny, claramente frustrada, frunce el ceño. Desde su posición, Araminta le sonríe con aire triunfal y, para rematar, le guiña un ojo.
Mientras tanto, los cazadores de Slytherin aprovechan la oportunidad para contraatacar. Con una rápida serie de pases, consiguen acercarse a los aros de Gryffindor y anotar los primeros 10 puntos del partido.
El público de Slytherin celebra a todo pulmón, mientras los de Gryffindor comienzan a animar aún más fuerte a su equipo.
En medio del bullicio, escucho una voz peculiar llamándome.
—¡Leah!
Me giro hacia el sonido y, para mi sorpresa, veo a Luna Lovegood acercándose. Lleva un disfraz extravagante de león que cubre toda su cabeza, con una melena de felpa que se mueve mientras ella salta y aplaude.
—¡Hola! —me saluda alegremente, ignorando por completo el ambiente tenso entre Gryffindor y Slytherin.
No puedo evitar sonreír al verla.
—Luna... ¿Qué estás haciendo aquí?
—Oh, animando, claro. —hace un gesto hacia el disfraz— Aunque no estoy segura de que los leones lo aprecien.
Selene y Ophelia me miran, desconcertadas.
—¿Quién es? —susurra Selene, inclinándose hacia mí.
—Una... amiga —respondo, todavía con una sonrisa.
Luna no parece notar la conversación entre nosotras y sigue observando el partido como si estuviera completamente absorta. Segundos después, se levanta de su asiento, ondeando los brazos con entusiasmo cuando Harry pasa cerca de nuestra grada, persiguiendo la snitch.
—¡Vamos, Harry!—grita, su voz destacando incluso entre los vítores y gritos generales.
No puedo evitar mirarla y preguntarme: ¿Será él el amigo del que hablaba?
Tendré que esperar hasta que terminen los partidos de clasificación para descubrirlo, pero la idea se queda flotando en mi mente.
De repente, el rugido de una escoba a toda velocidad me devuelve al presente. Es Draco, volando tras Harry en una carrera frenética por la pequeña esfera dorada que brilla bajo el sol.
Pasan tan cerca de la grada que siento el viento que dejan a su paso.
En el campo, los cazadores de Slytherin logran añadir otros diez puntos más al marcador.
Los estudiantes de Slytherin a mi alrededor se levantan para celebrar una vez más.
Mi atención está en la persecución por la Snitch dorada.
Harry y Draco zigzaguean entre jugadores, esquivan Bludgers y mantienen los ojos fijos en la snitch. Estoy tan absorta siguiendo sus movimientos que no me doy cuenta del peligro que se dirige hacia mí.
Una Bludger, pesada y furiosa, se dirige directamente a mi posición. Selene y Ophelia gritan mi nombre, pero el sonido queda ahogado en la emoción del partido.
Entonces, todo sucede muy rápido.
Draco, quien estaba persiguiendo la snitch a unos metros de distancia, ve la Bludger.
Con un movimiento brusco, da media vuelta y se lanza hacia mí. Apenas tengo tiempo de procesar lo que ocurre cuando aterriza frente a mí, justo a tiempo para interponerse entre la Bludger y yo.
Con un bate que ha tomado prestado de un golpeador de su equipo, desvía la Bludger con un golpe potente, enviándola lejos hacia el campo. El sonido metálico del impacto retumba en mis oídos, y el público ruge de asombro y emoción.
—¡Draco Malfoy desvía una Bludger con un movimiento espectacular! ¡Esto sí que es inesperado! —grita el comentarista, su voz cargada de incredulidad.
Draco se gira hacia mí con una sonrisa de lado, sus ojos brillando de una forma que me deja sin palabras.
—¿Estás bien? —pregunta, su tono casual, como si no acabara de salvarme de un golpe que podría haberme enviado a la enfermería.
Asiento, incapaz de articular una respuesta.
Mientras regresa al partido, mi mente se llena de pensamientos confusos.
Sigue ayudándome a pesar de todo... Draco, ¿qué es lo que estás haciendo?
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Necesitaba incluir alguna escena de quiddich en el fanfic, me encanta (^.^)
Pd: Nuevo Ship desbloqueado: Araminta X Ginny
Espero que os haya gustado, no olvidéis dejar un voto en cada capítulo o comentar, me ayuda mucho <3
Gracias por leer.
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