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02

Jimin está observando alrededor, siempre lo hace cuando visita lugares públicos como esta cafetería y decide quién será su próxima víctima. Sí, lleva años siendo un asesino y nadie lo ha descubierto, en los medios lo han apodado face deer por llevar una máscara con cuernos. El nombre no es tan relevante, pero le encanta ver la reacción de la gente cuando anuncian otra muerte realizada por él. Entonces se intercala entre las masas y como un pequeño niño juega al de tin marin de do pin gue, esa persona aparecería sin vida.

Sin embargo, hoy es distinto, está lloviendo a cántaros, no recordó traer un paraguas y está empapado hasta los huesos, se estremece con el viento del otoño. Un hombre desconocido se le acerca y por costumbre da un paso atrás para ponerse en modo defensivo, apenas logra reaccionar a que no está peleando con nadie. Es JiMin, Park JiMin, estudiante de tecnología y computación, tiene veinticinco años, está en Corea del Sur en Seúl y son las seis con ocho. Está a salvo, dentro de una cafetería elegante de moon bucks.

—Lamento si te asuste, solo venía a entregarte esto.— comenta el desconocido y ahora se da la oportunidad de observar la mano pálida extendida con un paraguas rojo.

JiMin recorre con la mirada al dueño, antes de tomar el objeto, es muy blanco, puede verle las venas recorrer las partes descubiertas de su piel, cabello rubio y unos hermosos ojos de color negro tan oscuros como el abismo. Tomó el paraguas y rozó ligeramente su mano con la del contrario, fue apenas un milisegundo, pero puedo ver como se alzaba una comisura de los finos labios. Le intrigó y a la vez se sintió avergonzado, sin su traje y máscara era más vulnerable, menos intimidante para situaciones como esta.

—Gracias, pero ¿Cómo te irás tú?...— cuestionó con decadencia, no quería que descubriera sus verdaderas emociones.

—Vine en auto, así que no te preocupes y soy YoonGi.— se presentó con la sonrisa más hermosa que JiMin había visto en toda su vida, fue tan hipnotizante que se quedó pasmado unos cuantos segundos antes de responder.

—Ya veo, te lo agradezco nuevamente.

YoonGi alzo los hombros, restándole importancia y se fue directamente hacia la barra para pedir un café negro con doble carga, poca leche y una de azúcar. Se agachó para ver el mueble de postres y panadería, donde eligió una rebanada de pay de limón. Espero su orden y le pidió al empleado muchas, demasiadas, servilletas y regreso a él,

—Sé que no ayudarán demasiado, pero deja qué.— comenzó a decir, dejando la charola en una mesa cercana, tomando las servilletas y sin detenerse a preguntar, simplemente invadió el espacio personal de JiMin.

Se sintió desorientado y algo cálido brotó en su interior, podía sentir las manos pasando las servilletas por sus mechones húmedos, en un intento de secárselo. YoonGi y él eran de la misma estatura, así que no fue complicado alcanzarlo, pero sus brazos estaban abarcando mucho espacio, estaba demasiado cerca. Después de unos confusos minutos, en los que inhaló profundamente el delicioso aroma del contrario y disfruto de ver la vena yugular palpitar, YoonGi se alejó con una mirada expectante.

—Eres realmente tierno.— soltó de la nada, agachando su rostro sonrojado.

JiMin se despabiló muy tarde, ya cuando la bandeja estaba en sus manos junto al paraguas y YoonGi se alejaba a paso acelerado, como si no quisiera ser alcanzado, Se acomodó en una mesa y proceso todo lo que había pasado, una y otra vez en su cabeza, provocando que la confusión se volviera en una obsesión. Ese sentimiento desconocido que había causado en él fue la cosa más hermosa que le había pasado en la vida, era como matar, pero con mucha más adrenalina y tensión.

Para el momento que reaccionó, obviamente el desconocido ya no estaba, aunque seguramente trabajaba en los alrededores porque era la hora del almuerzo para muchos empleados y podía hackear el sistema de la cafetería para obtener algunas fotos. Luego, al llegar a casa solo debía encender sus monitores y cargar el rostro en la base de datos, sabría todo sobre YoonGi y quizás lo dejaría para una ocasión más especial que un asesinato quincenal.

Pese a la perplejidad, se dispuso a probar el café y aunque era muy amargo para su gusto, una vez que tomó una cucharada del pay de limón, se equilibró con sus papilas gustativas. A partir de ese momento, cada vez que podía volvía a la misma cafetería, pedía la misma orden y esperaba que su chico desconocido también apareciera, pero eso no pasó.

Cuando el mes transcurrió sin saber nada más, lo busco en sus computadoras y descubrió que YoonGi era Min YoonGi, tenía veintisiete años, era el subdirector de las empresas Kim, las cuales se dedicaban al reportaje. No tardó en entrar en el sistema, sinceramente las cámaras no tienen tanta seguridad como a él le gustaría, pero le pondría un nuevo software para proteger a su presa. Observando las tres pantallas, de ocho divisiones cada una, encontró a YoonGi en el área de descanso hablando con otro hombre, más alto, delgado, de hombros anchos y un rostro particularmente bello. Los celos gruñeron y lo busco, era solo su jefe Kim SeokJin, tenían un historial desde la secundaria, que fue cuando se hicieron amigos.

Al parecer YoonGi venía de una familia con poca estabilidad económica, mientras SeokJin era un chaebol, por lo que cuido desde siempre de su menor. Bueno, sin ese amigo probablemente su YoonGi no habría llegado hasta donde está, sano y salvo, lo confirmó cuando vio que las matrículas eran patrocinadas por los Kim. Procedió a imprimir una foto del hombre y lo colocó con una tachuela en su pizarra de corcho, escribiéndole debajo la información que obtuvo.

Recalco "No amenaza", matar solo si se propasa.

De esa manera, diariamente vigilaba a YoonGi, continuaba llenando su pizarra para ver qué personas eliminar y cuáles no. Estaba atento a su horario de labor, que hacía en sus recesos, qué papeles firmaba y como era su caligrafía. Cuando estaba en su oficina solía mirar algunos libros de recortes con una expresión extraña e indescifrable, pero el zoom de las cámaras no eran lo suficiente buenas para mostrarlo limpio en vez de pixelado.

JiMin no pudo evitarlo ni detenerse, solo estaba empezando y pronto, observó su calendario y marcó el treinta y uno de octubre con un corazón de marcador negro. Tenía tiempo para divertirse, calmar el ansia de asesinar y también seguir a YoonGi, eso haría, se propuso, acariciando el paraguas rojo que el hombre le había prestado.

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La intensión era acabarlo todo de golpe ayer, pero tenia que llevar a mi hijo a pedir dulces y la verdad he andado muy mal de salud, aunque me agarro mis ratitos como este para escribirles mis locuras :3

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