06
Uno de los hombres, quien parecía ser el líder y era el único que había estado hablando desde el comienzo, chasqueo los dedos como una orden directa. Los soldados desenfundaron sus espadas y apuntaron hacia EunGi, no la tocaron sino que solamente amenazaban con herirla.
—Si se niega a seguir las órdenes del rey y la iglesia, estaría atentando contra la ley y Dios. Esto es oposición y se castiga con los calabozos, o quizás le agrade más terminar en la iglesia con cien azotes por mentir.— advirtió sin importancia.
Agust quiso acercarse y evitar que se llevaran a su madre, pero YoonGi lo detuvo por el hombro y se lo apretó un poco para calmarlo. A su vez, Suga cayó de rodillas en el suelo, teniendo un ataque de ansiedad al ver lo que causó.
—No es un pecado ni atentado, mi madre olvidó el cumple años de mi hermano menor porque somos tres y eso es normal.— alegó YoonGi —Iremos con ustedes, no hay necesidad de amenazar a una mujer indefensa y confundida.
Eso logro que el líder de los soldados ordenara que bajaran las armas y el hombre canoso se giró para observar con cinismo y vileza al niño de cabello negro que lo convenció. Comenzó a evaluarlos, podía ver que el mayor de ellos tenía agallas e inteligencia, sin duda se volvería un soldado muy valioso. Luego observó a los otros dos con desaprobación, uno demasiado impulsivo y el otro demasiado infantil, estaba seguro de que ambos durarían máximo una semana.
—Es comprensible, algunas mujeres solamente son hoyos utilizables y no sirven ni para ser buenas madres.— comentó con desprecio, intentando provocarlos.
EunGi agacho el rostro y las lágrimas descendieron por sus mejillas, no tuvo el valor de ver el rostro de sus amados hijos. Se sintió extremadamente inferior y no por la ofensa, más bien por su incapacidad de protegerlos al ser una mujer.
—Acompáñenos.— ordenó un soldado, empujando a los hermanos.
—¿Podemos despedirnos?— preguntó Suga y puso cierta resistencia.
El hombre buscó la mirada de su líder para preguntar y lo vio negar con la cabeza, eso lo incito a continuar empujando a los niños hacia la carreta. Los tres hermanos intentaban acercarse a su madre de alguna manera para abrazarla o decirle algo, pero pronto fueron arrastrados con total violencia.
EunGi vaciló y dio unos pasos para impedir que los lastimaran, pero se detuvo en seco cuando observó a su hijo mayor. YoonGi luchó con el soldado para verla una última vez y usó los puros labios sin pronunciar sonido para pedirle un "no lo hagas" silencioso.
—Tenemos prisa, noquéenlos de ser necesario.— sentenció el líder sin escrúpulos, subiendo a su caballo y tirando de las riendas para partir de una buena vez.
YoonGi se aseguró de darle un apretón de manos a Agust y Suga, como diciéndoles que dejaran de pelear. Los dos menores obedecieron y montaron sus cuerpos doloridos en la carreta, iniciando un llanto roto por frustración.
—No haremos lo que nuestro padre hizo... no prometamos algo que no sabemos con exactitud si podemos cumplir.— proclamó YoonGi, negándose a provocar el mismo daño para su madre con falsas esperanzas.
Agust no comprendió sus palabras al instante, más lo hizo al meditarlo en su cabeza y sollozó con mucho sentimiento, dándose cuenta de que su padre murió. Suga decidió asomarse y ver a su madre, le pidió perdón en un sonoro grito y fue tirado hacia atrás con la fuerza de la carreta cuando esta comenzó a avanzar.
Los hermanos Min se miraron con aflicción, se abrazaron entre sí para consolarse y simplemente vieron como la imagen de EunGi se desvanecía poco a poco con la distancia.
Los primeros dos años los hermanos Min lograron sobrevivir, lo cual los diferenciaba de los demás niños reclutados, que murieron casi desde el inicio. Al ser más pequeños y delgados que la mayoría, los enemigos evitaban herirlos por mera lástima y ellos utilizaban eso a su favor.
Los militares estaban fascinados con su utilidad, servían para fingir ser cebos y además, compartían una afinidad entre los tres que les permitía predecir lo que el otro haría. No importaba si se encontraban a cierta distancia o que solo pudieran usar miradas para comunicarse, se conocían tan bien que lograban descifrar sus próximas acciones.
Gracias a eso básicamente los obligaban a ponerse en peligros inminentes como entrar al territorio del enemigo y hacerse pasar por huérfanos de guerra, niños que perdieron todo en la batalla. Cuando se infiltraban en los campamentos, plantaban bombas, robaban mapas o el armamento que pudieran cargar y volvían a su compañía cuando todos dormían, como si nada hubiese pasado.
Durante ese tiempo, YoonGi y Agust hicieron de todo por mantener seguro a Suga, evitando que se expusiera y terminara muerto por su inocencia. Siempre lo resguardaban en su carpa y hacían las tareas que le daban, esperando que así su hermano menor tuviera la oportunidad de crecer con normalidad.
Desgraciadamente, las estrategias que utilizaban dejaron de funcionar cuando crecieron y tuvieron que enfrentar riesgos mayores. Debido a eso, YoonGi y Agust no pudieron continuar protegiendo a Suga de las batallas y masacres.
Se volvió imposible para los tres mantener la cordura con todas las sangrientas muertes que presenciaron y las innumerables vidas que tuvieron que arrebatar siguiendo órdenes. Especialmente para Suga, que al ser el menor, no procesaba muy bien que era un asesino y terminó cerrándose, incluso dejó de hablar, aunque algunas veces lo hacía consigo mismo, como si fuera dos personas.
YoonGi y Agust lo sabían, pero no podían hacer nada, más que luchar por mantenerse vivos. Se aferraron con uñas y dientes a ese anhelo, solamente para poder volver con su madre y lograr tener la paz que la guerra les arrebató.
Después de casi diez años se acostumbraron a matar sin lamentarse, era la única forma en que eso terminaría y exclusivamente se cuidaban las espaldas entre ellos, no confiaban en nadie.
Transilvania y los enemigos no parecían torcer el brazo, aun cuando llevaban quince años peleando, era absurdo e inhumano. Muchas personas habían muerto, al punto en que la población de ambos países se redujo notoriamente.
YoonGi estaba harto de todo eso, los reyes ni la iglesia pensaban en sus vidas, quería terminar con la guerra y estaba dispuesto a todo con tal de lograrlo. Ya no soportaba escuchar por las noches como Suga lloraba traumatizado y como Agust tenía constantes pesadillas que lo hacían padecer terrores nocturnos.
Con eso en mente, aprovechó que tenían un viaje al pueblo más cercano para reabastecer las municiones y creyó que debía ir a la iglesia para rogar a Dios nuevamente. No obstante, ya no tenía la suficiente fe, sus oraciones ya habían sido ignoradas por varios años y eso lo molesto, volvió sin pisar el lugar santo.
Regresando al campamento, en el camino, se encontró con una mujer que era una vieja bruja errante y decidió preguntarle si podía ayudar con algo de magia. Sin embargo, ella dijo que no tenía suficiente poder para acabar con una guerra y le contó sobre un ser en las montañas que podría otorgarle lo que necesitaba.
Agust y Suga estaban con YoonGi y le dijeron que esa bruja seguramente les mentía o los enviaba hacia un demonio de esos que les hablaban en la biblia. Pese a eso, el mayor de los hermanos no escuchó y consideró que podría ser la única manera de finalizar esa guerra sin sentido.
Esa misma noche, tras tener la batalla diaria contra sus enemigos, los tres se escabulleron para subir a las alturas y hablar con aquel ser. Buscaron entre las rocosas montañas hasta encontrar un túnel oscuro que apenas y se notaba. El lugar estaba muy escondido y la entrada recibía un poco de luz lunar, aunque YoonGi distinguió la flama de una vela en medio de las sombras y se adentró.
—Deberíamos marcharnos.— opinó Agust, deteniéndolo por la muñeca.
—Los generales se darán cuenta y nos castigarán.— agregó Suga temeroso, no temía en realidad de los militares, pero esa cueva era aterradora y quería irse.
YoonGi se soltó de Agust y fue directamente hacia la vela para ver fijamente la llama bailar en ondas suaves. Desconocía cómo era el ser físicamente, pero siendo este fuego lo único presente creyó que era un tipo de comunicación.
—Buscamos fuerza y poder para terminar con la guerra, deseamos la paz para volver a nuestro hogar.— explicó con sinceridad.
Esperó unos momentos y nada ocurrió, la vela se mantuvo intacta, no había ningún sonido en la cueva. YoonGi se decepcionó y se reclamó mentalmente por haber llegado a esos extremos de confiar en las locuras de una vieja bruja.
—Ves, no pasó nada, la mugrosa errante nos mintió.— comentó Agust más tranquilo con que todo fuera una total farsa.
Pronto un fuerte soplo de viento arrasó y apagó la llama de la vela, múltiples murciélagos salieron de la cueva, chillando agudo y volaron por el anochecer. Suga se encogió en su sitio porque le pasaron muy cerca y no deshizo su postura hasta que sintió una mano en su hombro, la cual lo sacudió ligeramente. Entonces se recompuso y alzó la mirada, encontrándose con un hombre alto de iris rojos, piel pálida arrugada y escaso cabello blanco.
—¿T-tú eres?— balbuceo Suga sorprendido.
—Soy quien buscan.— respondió el ser, observando a los tres con detenimiento —¿Quieren poder?— preguntó y ellos asintieron en respuesta —¿Están dispuestos a dar lo que sea por obtenerlo?— insistió y volvieron a afirmar.
El hombre chasqueó sus dedos y un sin número de veladoras se encendieron, estaban colocadas por toda la cueva y las llamas alumbraron el camino. Los hermanos Min lo vieron adentrarse y lo siguieron sin detenerse a dudar, fue así hasta que llegaron a un cenote con un lago de agua roja y un manzano.
—Muerdan y beban para obtener lo que tanto anhelan.— proclamó.
—¿Así de simple?— cuestionó Agust sin poder creerlo.
El ser asintió —Es sencillo, pero el costo es alto y después de elegir ya no habrá vuelta atrás. No existe nadie que pueda ayudarlos tras esta decisión ni siquiera Dios.— advirtió inmutable.
Suga y Agust no estuvieron muy conformes con eso, pero YoonGi para ese instante ya se encontraba tomando con sus manos un poco de agua y yendo por una manzana del árbol. Los menores siguieron sus acciones, bebiendo y mordiendo, condenándose por igual porque estaban dispuestos a hacerlo por el amor que se tenían y si uno de ellos iba al infierno, los otros lo seguirán sin dudar.
—De acum înainte, ei vor trăi doar din asta.— informó el ser, acercándose a cada uno para tocar sobre sus corazones, los cuales dejarían de latir con el veneno que el lago de su sangre tenía —Dumnezeu i-a blestemat și i-a abandonat.
¿Qué les está pareciendo? Me gustaría leer sus opiniones :3
Tengo un dato curioso de este capítulo, el hecho del manzano en medio del lago, esa imagen hace referencia al árbol de la tentación que se menciona en la biblia, del cual Eva y Adán comieron. Luego de alimentarse ellos fueron sacados del paraíso por su pecado y en este caso, el ser es como la serpiente (demonio) y les advierte de su decisión. Obviamente los Min no caen por tentación, sino por necesidad y deseo de vivir en paz.
*De acum înainte, ei vor trăi doar din asta: De ahora en adelante, solo vivirán de esto.
*Dumnezeu i-a blestemat și i-a abandonat: Dios los maldijo y los abandonó.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro