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Hay que matar a Eren

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Narrador Omnisciente.

—¡Niñas! ¡Qué hacen ellas aquí! — preguntó Reiner.

—¡¿Qué esperabas cuando nos dejaste atrás?! ¡Sabes que nosotros también podemos pelear!

—¡Annie! — reclamó Reiner para que le dé una explicación.

—El barco de los Azumabito se hundió. — explicó. —No pudo resistir la transformación de Falco. Ni siquiera estábamos seguros de que podría volar... Pero Kiyomi estaba bien con ello y nos dejó ir.

—¡Por eso tenemos que detener el Retumbar! ¡Tenemos de devolverle su amabilidad!

—Gabi... — Reiner estaba muy preocupado por su prima menor, se agachó al lomo de Falco y susurró. —Falco. ¿Recuerdas lo que me prometiste?

Por supuesto que lo recuerdo, oficial Braun... Mantendré a Gabi lejos del peligro por usted, ella y Kikyo ahora son mi responsabilidad en esta guerra titán del cielo y de la tierra. No permitiré que algo les pase, se lo juro... – 🐦

—Entonces... ¿Cómo está Armin...? — la albina soltó una expresión muy aterradora de tan solo recordarlo. —No, perdón... ¿Dónde está Pieck? ¿Cuál es su estado?

—Armin fue capturado por los titanes. Su vida corre peligro. — le dijo la Akaime mayor. —El titán que tomó a Armin debería estar por el coxis. — señaló.

—Ya veo...

—Annie, ayúdanos. —  le suplicó Mikasa.

—... Tus amigos de la infancia aman ser secuestrados, ¿cierto? — miró a la albina. —Por supuesto, lo traeré de vuelta. Cuenta con eso, Haru.

—¿Q-Qué hay de la señorita Pieck? — preguntó Kikyo.

—¡Ella está en el cráneo! Intentamos explotar la nuca, pero el titán Martillo de Guerra nos detuvo.

—¿Explotar...?

—Colocamos explosivos alrededor de la nuca... Pero no pudimos destonarlos.

—Ambas... Haremos ambas cosas... — dijo Levi. —Un grupo rescatar a Armin... Y el otro ir atrás Eren y atacar a la nuca, al mismo tiempo... Podemos usar la explosión del titán Colosal... Nos separaremos en dos equipos y lo haremos simultáneamente...

—¿Capitán?

—ya no estamos en posición para preocuparnos por Eren. No... Para empezar, nunca lo estuvimos.

—Pero...–

—¡¿Pero?! ¡¿Pero qué, Mikasa?! ¡Hubiésemos muerto si no fuera por este milagro volador en el que estamos ahora! — reclamó Connie.

—Cierto... Sin haber hecho nada...

—... Jean.

—Había mucho que quería decirle a ese idiota... Mierda.

—¡Estoy en las mismas...! ¡No quiero rendirme con Eren! Pero... ¡Es mi culpa que el capitán no pueda pelear ahora! — dijo. —¡Además, nos enfrentamos al titán Fundador! ¡¿De verdad crees que seremos capaces de hacerlo con calma?!

—Mikasa... Hay que matar a Eren. — dijo Jean cerrando los ojos con fuerza.

Haru agarró a la azabache del cuello de la camisa para hacerla entrar en razón.

—¡Mikasa! ¡Por ahora debemos ir por Armin! — dijo. —Mientras tanto, no pienses en nada más... ¿Bien?

—Cuando la cabeza de Eren salió volando... — habló Gabi.

—¿Qué?

—Yo... Disparé a Eren con un rifle anti-titán justo antes que el toque al señor Zeke. — explicó. —Cuando lo hice... Algo saltó de la columna de Eren... Parecía un ciempiés brillante, o algo así... Y se conectó a la cabeza de Eren.

—¿Qué...? Asco. — dijo Annie.

—Ese es el titán Fundador... No... Si esa es la verdadera naturaleza del poder de los titanes... La podríamos ver de nuevo... Si lo decapitamos.

El titán de Falco dio una vuelta que hizo que se pusieran alerta.

—¡¿Aún están pegándose el uno al otro?!

—¡Falco! ¡Ten cuidado con los proyectiles! ¡Aquí vienen! — gritó Reiner.

Los antiguos portadores del titán Martillo de Guerra tenían al titán de Falco apuntado con arco y flecha creados por la cristalización de estos, la albina y todos los demás con poderes de titán se prepararon para la batalla, y claro, no sólo ellos.

—¡Ahora! ¡Acelera! — el viento que acosionaba Falco hacía que todos se sujetasen bien de las redes que había en el lomo del Grice.

—¡Vamos! ¡Ustedes ayuden a Armin!

—¡Volveremos después con Falco para respaldarles! — dijo Kikyo.

Haru, Jean y Reiner saltaron al gran cuerpo del titán Fundador aún en movimiento.

—¡Jean! ¡Haru! ¡Reiner! ¡Por favor, no mueran por nosotros!

Lo mismo va para ustedes... No se preocupen por mí. Reiner distraerá al Martillo... Y yo distraeré a los titanes Demonio. – 🐿️

La albina tomó su enorme látigo, más grande que antes y lo usó para cortar las cabezas de los titanes, eso hasta que se recuperen otra vez. Jean se abrió paso mientras que los otros dos se mantenían como los señuelos. Al poco rato se oían más destellos que indicaban la transformación de algún titán, de seguro el de Pieck.

Cada uno daba una buena pelea, pero la albina de verdad debía ir a descansar. No puede usar sus poderes de titán tantas veces, pero de los pocos que quedan... Se armó de valor y corrió como un toro para clavar su cuerno a dos de ellos de un sólo tiró, tenía planeado arrojarlos al vacío con esos titanes Colosales para que los pisen y maten por ella. Y eso hizo, clavó su cuerno el uno de ellos y por caminar derecho, se llevó a otro y cayeron. La albina se sujetó de uno de los huesos con su látigo para no caer, pero ahí arriban la estaban esperando los titanes.

Mala idea... La jodió. Estaba por caer y morir siendo aplastada.

Haru intentaba pensar en una forma de subir, pero no tenía ni una idea para hacerlo. Hasta que lo vio frente a sus ojos... El titán que se asemejaba más con Kuro la defendió de los otros titanes y la ayudó a subir rodeándola con su arma.

Kuro...

Este parecía no tener reacción o ser completamente consciente, pero aún así ayudó. Logró ver a otros titanes que ella conocía bien.

El Cascanueces, Ymir y a Bertholdt...

—¡¡Armin!! — escuchó, volteó y vio su cuerpo salir de ese titán con aspecto de puerco.

Este escupió de la saliva que entró en él y mató a ese titán que lo tenía en su interior. Este lo sujetó con su lengua de rana hambrienta para llevárselo con él, pero su novia no se lo permitió.

Endureció sus dedos y cortó la lengua de este, con la otra atrapó a Armin en su mano. Este se sonrojó y sonrió al ver a la chica frente a él.

—Haru... — se alegró.

Armin... — dijo de igual forma.

—Lo siento... Chicos... Pero, ahora estamos bien... — dijo, miró de reojo las espaldas de la ella, su expresión cambió totalmente. —¡¡Haru, detrás de ti!!

¿Qué...? — la albina no tuvo el menor tiempo de reaccionar, pero sí vio como el titán de Ataque de Grisha Jaeger defendió su nuca. Claro que ella no sabía de quién se trataba.

—Ese titán... — habló Armin.

Del otro lado, el Retumbar se detuvo por un momento. Esa era su única oportunidad de acabar con Eren de una vez por todas antes de que algo vuelva a pasar.

—¡N-No te preocupes por mí, estaré bien! ¡Ve a ayudar a Reiner, a Jean y aléjate los más que puedas de mí!

La albina no protestó y obedeció sus órdenes, no podía armar una escena justo ahora que tenían oportunidad.

—¡¡¡Tú... Maldito estúpido suicida desquiciado!!! — gritó Jean.

La explosión sonó, la cabeza de Eren estaba cayendo... Pero otra vez no hacía un cienpiés gigante que se iba a conectar nuevamente con su cuerpo.

—¡Ahí está! ¡Lo está haciendo de nuevo! ¡Se dirige a la cabeza de Eren! — gritó Jean.

Reiner sujetó al "cienpiés" y la de ojos rubí lo amarró con su látigo para retenerlo. Ambos cayeron por la brutalidad de su fuerza.

—¡Haru! ¡Reiner! ¡Jean! ¡Pieck! — gritó Connie. —¡Debemos alejarnos rápido! ¡¡Armin hará volar esos huesos en pedazos!!

Reiner, ya debemos irnos de aquí... ¡Por qué no te mueves! ¡La explosión del titán colosal podría hacerte volar pedazos si no te proteges bien, no puedes estar aquí! Sé que la coraza del titán Acorazado es capaz de soportar cualquier cosa al ser tan dura, pero esto es demasiado para ti... ¿Estás preparado para sufrir las consecuencias que esto trae? – 🐿️

—¡¡Haru!! — llamó Pieck. —¡¡No te preocupes por él y vete de allí!! ¡¡Armin estará pensando que ya estás a salvo!!

La albina volvió a mirar a Reiner, él asintió. Haru salió de la nuca de su titán y llegó al lomo de Falco.

Gracias... Sin la ayuda de ustedes... No hubiéramos podido detener el Retumbar... — escuchó por parte de Armin. —Adiós... Eren.

「•••」

Por como se veía la situación, uno fácilmente podría decir que el Retumbar se había detenido. Pero eso parecía ser un error.

—¡Mira! — habló Jean. —¡Los huesos están desapareciendo! ¡El estruendo cesó! ¿Eren está muerto?

El titán de Falco aterrizó cerca de los eldianos y marleyanos de Liberio y otras partes que sobrevivieron al Retumbar. Pieck ayudó a Kikyo a bajar del lomo de Falco y ella apuntó al padre de ella. Él estaba ahí, ambas fueron hacia él para abrazarlo.

—¡Papá! — Pieck lo abrazó.

—Señor Finger, ¿está bien? Siento mucho haberlo dejado solo... Me fui a escondidas al dirigible que llevaría a Paradis, yo sólo quería–

—No tienes que estar triste, Kikyo. — dijo. —Sé que lo hiciste para salvar a tus amigos... Te entiendo. Eres igualita a Pieck. Puede que no confíes en los Marleyanos, pero sí confías en aquellos con los que pelearon contigo. — empezó a toser un poco, ambas se preocuparon. Él negó diciendo que estaba bien.

—Ahora legalmente somos hermana mayor y menor, ya no tienes que decirme señorita. — la azabache la abrazó con fuerza. —Ahora somos tu nueva familia, Kikyo.

—¿Familia...? — sollozó para hundir su rostro en la mayor. —Sí... Ahora estamos juntos como una familia...

Haru sintió un nudo en su garganta al ver a Kikyo, simplemente apartó la mirada a otro lugar para poder concentrarse en Eren y Armin en estos momentos.

—¡Tía Karina, Reiner  aún sigue peleando! — informó Gabi.

—Sí... Lo vi. — dijo.

—¡¡Reiner!! — gritó la castaña.

—¡Él está bien! — dijo Jean.

—¡Hey, mira...! ¡Ahí! — señaló Connie captando la atención de los demás. —¿Sigue vivo después de la explosión? ¿Qué demonios es esa cosa? — preguntó asqueado.

—No lo sé... Pero es demasiado peligroso dejarlo vivo...

Otra explosión volvió a surgir a espaldas de Armin y Reiner. Debieron suponerlo, esa explosión que causó Armin no lo iba a vencer tan fácilmente. 

—Armin... — la albina sujetó con fuerza su corazón, le dolía mucho.

—Esto es malo... ¡Mantén a Eren alejado de esa cosa! ¡No sabemos qué va a pasar! ¡El Retumbar... Podría comenzar de nuevo!

—Es él... ¡Tenemos que matar al ciempiés! — dijo Connie.

—Sobrevivió a la explosión, ¿cómo podemos matarlo?

—Tenemos que ir... — dijo Haru. —Eren... No termina hasta que él muera... Esta pesadilla no terminará así de fácil...

De la nada el cienpiés gigante comenzó a soltar una especie de humo rojizo muy brillante...

—¿Qué es esto? ¿Está muerto?

—No... — negó Connie. —No huele a titán muerto... — la albina observó su expresión cambiar. —No... Esto es como en Rakago.

—¡Mikasa, Haru y Pieck! ¡Suban en Falco otra vez! ¡Nos vamos de aquí!

—¡¿Qué?! — exclamó Falco.

Kikyo comprendió sus palabras de inmediato, por lo que se acercó al Grice delante de sus padres con la mirada baja y el rostro hecho todo un tomate.

—Falco... Hay algo que debo decirte. — dijo sonrojada.

—¿Qué? ¿En un momento así?

—Sí, en un momento así... — frunció el ceño para luego suspirar. —Voy a ser directa contigo, me gustas.

—¿Q-Qué? — se sonrojó. —Kikyo...

—No te quiero como un amigo o un hermano, tengo sentimientos hacia ti y es muy díficil para mí verte al lado de Gabi, y es mi mejor amiga... — volteó sollozando. —Eso es todo lo que tenía que decirte, adiós... Y gracias, por hacer de mi vida algo muy hermoso por este sentimiento.

—¡Kikyo, espera...!

—¡Falco, date prisa! — gritó Levi.

Haru soltó sus últimas lágrimas al ver a Jean y Connie quedarse. Claro, ellos eran eldianos, no poseían el poder de un titán y no eran un miembro de los Ackerman... Esas eran suficientes razones por la cual no podían ir con ellos.

—¡¡Papá!! ¡¡Kikyo!! — gritó la portadora del titán Cuadrúpedo.

—¡Pieck, no podemos hacer nada por ahora! — dijo Haru. —¡Te puedo comprender bien!

Pieck lloraba desconsoladamente por su padre y por la pequeña Akaime, ésta únicamente sollozaba viendo a Pieck alejarse. 

—Muchas gracias por hacerme parte de su familia. — dijo volteando.

—No agradezcas, pequeña. Gracias a ti por querer cambiar al mundo. — la azabache sonrió feliz y abrazó al señor Finger que ahora era su papá.

El titán de Falco gritó.

—Ya veo... Este es el fin para nosotros... Se los encargamos... — dijo Connie con un brazo rodeando a Jean, él imitó su acción.

—Ese es el objetivo de los reclutas...

—¿Lo recuerdas, Jean? Durante nuestra graduación.

—Sí... — afirmó.

—Nosotros acabamos salvando al mundo... Por tu causa.

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