━━.𝟷𝟿
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Accidente...
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Narrador Omnisciente.
Casi desde los extremos de la ciudad de Shiganshina, en una casa algo pequeña y apartada, vivía la familia Akaime.
—Mamá... Estoy aburrida... — se quejó con una mueca muy graciosa. —¿Cuándo llegará mi hermano? Ya quiero verlo, me prometió que me llevaría a pasear todo el día.
—Mi pequeña, debes ser paciente. — su madre le sonrió. —Ya no debe tardar en llegar.
—Pero mamá... ¡Es el aburrimiento! — hizo una pose dramática. —¡No puedo con el!
—Mi amor, por eso te digo que debes salir más seguido a conocer a los demás niños. — le dijo. —Eres todo lo opuesto a tu hermano, eres igual a tu padre. — rió. —Para que no te sientas aburrida, ve a recoger a tu hermano a la entrada. De seguro ya está cerca, tal vez lo encuentras por el camino.
—¡Buena idea, mamá! ¡Saldré! — la pequeña albina se levantó del sillón que tenían cerca de la ventana y se puso los zapatos. —¡Veré a Haru!
—Ten cuidado, llévate esta manzana para el camino. — su madre agarró la manzana verde y la puso en la boca de su hija. —Vamos, ya debe estar cerca.
—¡Sí! ¡Ya regreso, mamá! — salió de su casa dando saltos y tarareando. —Mi hermano regresa, mi hermano regresa, mi hermano regresa~
Al ir tan distraída por todas su felicidad acumulada, chocó con alguien. Era un hombre mayor con leña en su espalda, tenía aspecto de ser un buen hombre.
—Disculpe señor, no me fijé.
—No hay problema, hija. — le sonrió con dulzura. —¿Cuál es tu nombre, pequeña?
—¿Mmm? — llevó el pedazo de manzana a su estómago. —Kiara... ¡Soy Kiara!
La niña volvió a alejarse dando sus saltitos y comiendo de su manzana ya casi terminada. Llegó hasta el mercado, donde estaban Hannes y sus amigos, tomando y hablando de cualquier cosa sin sentido, como el típico problema con sus mujeres y familias.
—¡Oh, miren, es la pequeña Kiara! — ella suspiró y se acercó.
—¡Apestan a alcohol! — se hizo la que se asfixiaba. —¿Por qué a las personas les gusta tomar? Ahora por sus malas juntas, mi hermano toma igual que todos ustedes.
Los de las Tropa de Guarnición rieron por el comentario de la menor, era cierto que Haru también tenía la costumbre de tomar desde una temprana edad, y eso no le agradaba a Kiara.
—Ya me voy, estoy perdiendo tiempo valioso aquí. — se retiró. —Hagan algo por la vida, van a engordar.
Ellos volvieron a reír.
—¡Ya te queremos ver cuando tú también agarres esas costumbres!
—¡No pasará, odio el alcohol! — les gritó desde la distancia para volver a correr. —Viejos borrachos...
Al llegar a la puerta, lo vio. Era su hermano mayor, a quien estaba esperando por mucho tiempo a que llegara a casa otra vez.
—¡Hermano! — corrió a abrazarlo. —¡Estás aquí! ¡Estás aquí!
—¡Kiara, no seas salvaje! — la menor se enganchado a su cuello y él perdía el equilibrio. —¡Nos vamos a caer al surlo!
—¡Sí vieras cuánto me importa! ¡Te estuve esperando por mucho tiempo en casa! — algunos ciudadanos los miraban con ternura.
Casi todos los conocían al ser una familia muy especial, la familia en Shiganshina en tener a 4 miembros con el pelo y piel blanco y los ojos como dos rubís.
—Vamos a casa, tienes que estar bien para tu misión mañana. — le quitó a su hermano una pequeña maleta. —¿Qué llevas aquí? Pesa mucho a pesar de ser tan pequeña.
—Son regalos que les traje. — se lo quitó de las manos. —Pero si sigues moviéndolo tan bruscamente, el regalo de mamá y el tuyo se van a romper. — mencionó.
—Está bien... — observó la otra. —Pues entonces te ayudaré con esta.
—Está bien, está bien. Vamos, mamá debe estar ansiosa.
—Dile a tu jefe que te deje venir más seguido, cuando vienes, sólo son por pocos días. — se quejó. —Debe saber que no tienes ni perro que te ladre.
—Cuando termine con mi misión de mañana, pasaremos el resto del día juntos, ¿qué te parece?
—Pero sin sake, eh. — su hermano le dio un pequeño golpe a su cabeza.—¡Con más gentileza, animal!
「•••」
Cuando llegaron a casa, su madre los recibió con alegría. Su madre era una mujer muy hermosa que no aparentaba su edad, delgada y de estatura promedio.
—¡Mi bebé! — dijo. —¡Mi pequeño bebé! — lo abrazo. —¡Mi lindo bebé está en casa!
—Hermano me retracto, vete.
—Kiara, no le digas así a tu hermano mayor, sabes que ambos los quiero con el alma. — los abrazó. —Su padre llegó poco después de que salieras, Kiara. Vamos a servir el almuerzo para comer, hice lo que más te gusta, patatas con cerdo.
—¡Genial! — dijo. —Dejaré esto en mi habitación por el momento, de inmediato bajo.
—Yo te ayudo mamá.
—Aquí está mi princesa. — habló el señor Akaime.
—¡Papá! — lo abrazó. —¿Cómo te fue? ¿Cazaste algo?
—Sí, traje un pato super lindo para comer mañana. — mostró la bolsa. —Linda, ¿crees que puedas hacer la salsa de siempre?
—Claro que sí, corazón. Lo que sea por mis bebés.
—Mamá, ya no soy una bebé. Ya soy adulta, sé preparar arroz. — ellos rieron. —No le encuentro el chiste.
—Cuando tengas 15 años, quiero que tengas a un chico a tu lado.
—Qué asco. — dijo. —Yo quiero estar sola cuidando gatos.
El albino mayor bajó con la maleta llena y llamó a su familia a acercarse.
—Vengan, les compré regalos a todos ustedes. — dijo. —Mamá, te traje este jarrón. Sé que te gustan las flores y para que no las pongas en ese vaso, te compré uno más lindo.
—¡Y es de mi color favorito! ¡Qué lindo eres, bebé! — lo abrazó.
—Y no es todo, también te traje este lindo juego de té de cerámica fino.
—Oh... Se ve tan lindo y tan delicado como para que le ponga té...
—Me alegra que te guste, mamá. Papá, para ti te traje este vino, es de los más dulces y sé que es difícil de encontrar. Directamente de la capital en mi último viaje. Es un pequeño regalo que recibí por parte del dueño de una taberna.
—Gracias hijo, lo aprecio mucho.
—Y para que no tengas que usar ese feo tenedor, te traje este saca corcho para la ocasión, y es de bolsillo.
—Oh... Ahora será más fácil.
—¿Y yo? También quiero ver lo que me trajiste.
—Ahora, para mi traviesa hermana. — sacó del interior una linda caja de madera, decorada con los bordes de azul. —Siempre tienes las cartas que te dejo en un rincón de tu tocador, y no creas que no vi que es un total desastre.
—Hmp. — se sonrojó. —Tampoco está tan mal...
—Esta caja es para que guardes todas esas cartas importantes que te envío.
—Es muy linda, y es de azul favorito. — sacó una lágrima falsa. —¿Ya te dije que te quiero?
—No mucho.
—Los regalos son hermosos, pero ahora sí vamos a comer.
—¡Sí!
Luego del almuerzo, pasaron la tarde jugando y divirtiéndose en familia. Y así pasó la primera noche de su llegada.
A la mañana siguiente, Haru salió desde la tarde después de comer.
—Mamá, cuando sea Policía Militar, estaré al lado de mi hermano. Así no estará solo.
—Hija, ¿segura que quieres ser Policía Militar?
—Sí, mi hermano ya no estará sólo. Aunque me pregunto cuál será su misión, dijo que era importante...
Kiara comenzó con sus labores del hogar, como siempre. Lavó su ropa del día anterior, barrió la casa y ayudó a su madre en la cocina, algo de todos los días.
La tarde volvió a llegar, su hermano había vuelto. Su comportamiento era extraño, desde que llegó, estaba muy distraído y con nervios.
—Hermano, ¿ocurre algo? — le preguntó. —No te dejan de temblar las manos. — suspiró. —Y luego soy yo la que se enferma más rápido.
El albino mayor observó a su hermana menor y forzó una pequeña sonrisa para no preocupar a su hermana.
—Estoy bien, creo que comer mucho pato me hizo daño.
—Mmm... ¿Te traigo algo de beber? — su hermano sonrió. —¡El vino no, animal! Hasta ya te pusieron apodos extraños los de las Tropas.
—¿Qué clase de apodos?
—Señor Vodka. — entrecerró los ojos y sonrió con malicia.
—¿Se-Señor Vodka?
—¡Sí! — asintió. —Por eso te digo que dejes de tomar, no sé por qué te gusta tanto beber, es horrible.
—Algún estarás en mi lugar, tal vez hasta eso estés en la Policía Militar.
—Sí, cuando esté viejo como tú.
—Kiara, tu lengua puede llegar a ser muy venenosa. — ella rió.
La noche cayó muy rápido, Kiara fue la primera en irse a dormir, pero no pudo dormir por insomnio. Así que se quedó despierta. De repente ella escuchó la habitación del lado abrirse y cerrarse con cuidado.
—¿Mamá? — no obtuvo respuesta.
La puerta de su casa fue abierta y otra vez cerrada con silencio. Kiara bostezó y se levantó de la cama, se puso un abrigo de lana y sus zapatos marrones para salir. Kiara abrió la puerta y vio a su hermano irse por las calles, perdiéndose entre las casas.
—Hermano... ¿Qué hará a estas horas de la noche afuera? — sonrió. —Claro que sí, ¿cómo no lo pensé?
Cerró la puerta de su casa y lo siguió por muy detrás sin perderlo de vista.
—Seguro es la hora de su misión, sé que esto es muy peligroso, pero ya quiero ver a mi hermano en acción.
Kiara siguió avanzando, casi pierde de vista a su hermano, pero seguía al pie, cada vez se alejaban más y más. Hasta llegar a una cabaña, algo fea y vieja.
—¿Qué tiene que hacer mi hermano por aquí? — susurró.
Se acercó por la ventana y vio por el interior, lo que vio la dejó con algo de confusión. No podía moverse, es algo cruel para ellos.
Rápidamente quitó la vista de ahí y se tapó la boca. Lo que vio, fue a un hombre mayor junto a un niño, que estaban amarrados en una silla, el señor estaba lastimado, con sangre, el niño sólo lloraba con la boca amarrada.
—¿Por qué mi hermano haría algo así a un anciano y a un niño? ¿Ésta era la misión? ¿Tiene que... matar?
Kiara empezó a sudar frío y tenía lágrimas en los ojos, no podía aceptar algo como eso, no quería que su hermano se manche las manos, matando a un anciano y a un niño. Tomó el valor suficiente como para entrar a la habitación, azotando la puerta.
—¡Hermano! — gritó.
—¿Ki-Kiara? ¿Qué haces aquí? Deberías estar en casa dormida.
—Haru... ¿Qué es esto? ¿Por qué razón tienes a dos personas ahí atadas y lastimadas?
—Pequeña, no podrías entender, por favor, ve a casa. — se acercó a ella y acarició su mejilla. —Confía en mí... ¿Está bien?
—Déjalos... No hagas lo que pienso que harás... No hagas locuras.
—Te dije que vayas a casa.
—¡Pero estás por-...!
—¡Ve a casa! — la agarró de los hombros. —¡Esto no es algo para una niña de tu edad!
—¿Y qué me dices de ese niño? Él es de mi edad, y está llorando. ¿Qué hay de él? Dime.
—Kiara, no sigas con esto. Vete a casa de una vez, no lo volveré a repetir. — volteó.
—No lo haré.
—¿Qué?
—No lo haré. Ni aunque de esto se trate tu maldito trabajo, dime una buena razón para tener que matar a estas dos personas.
—Mira, ¿sabes del delito en la cual las personas salen de las murallas?
—Sí, los altos mandos ordenaron no salir de aquí, ¿qué con eso?
—Ellos estaban por cometer ese delito. — dijo. —La orden fue llevar al sospechoso y acabar con él.
—¿Y qué hay de este niño? ¿También se iría?
—¿El niño? Él no puede vivir, es un testigo, y no se me está permitido dejarlo vivo, la orden fue matar al sospechoso de ser el traidor que saldría de las murallas.
—Entiendo... Están rompiendo las reglas y por eso los vas a matar...
—Sí, pero no quiero que veas esto, así que mejor ve a casa y olvida-
El albino mayor recibió un golpe en la entrepierna, un golpd por parte de la menor, lo que lo hizo caer de rodillas por la fuerza que puso.
—Kia-Kiara... — la albina aprovechó para agarrar el cuchillo de la mesa.
Una mesa con armas especiales de tortura.
—¡Señor, pida ayuda a las Tropas de Guarnición! ¡Rápido!
—¡Mi nieto!
—¡Tiene mi palabra, lo protegeré con mi vida!
El señor huyó con lágrimas y trató de corrar lo más rápido que podía. El niño sollozaba con fuerza, tenía la boca amarrada con cuerdas. El albino se levantó como pudo, ya se había recuperado. Kiara se puso delante de él, con el arma en sus manos, apuntándolo.
—Kiara, dame el arma. — dijo. —¡Te pido que me des el arma! ¡Mi trabajo es acabar con ellos!
—¡Pero pudiste meterle una maldita amonestación y advertencia de no salir de las murallas sin permiso!
—¡Ese no es el tema! ¡La Policía Interior dijo que debía acabar con esas dos personas que saldrían de los muros! ¡No puedo romper las reglas, entiende! ¡Se armería todo un caos por dejarlos vivos!
—¡Al diablo con las reglas, no quiero que te manches las manos!
—Kiara... — salió algo de dolor y tristeza al pronunciar el nombre de la menor. —Perdóname...
—¿Qué?
Haru golpeó fuertemente en el estómago a su hermana, dejándola en el piso.
—Perdóname... — tomó el arma que la albina tenía en sus manos. —No te haré daño, jamás me lo perdonaría... Pequeña hermana.
—Haru... — escupió sangre.
Su hermano estaba por hacer una tontería, matar al niño. Pero eso no lo quería permitir, era algo malo.
Con las pocas fuerzas que tenía, la albina se arrastró y sujetó el brazo de su hermano para morderlo con todas las fuerzas que tenía.
—¡Deja de ser terca! ¡Ahh! — la albina aprovechó ese pequeño momento para agarrar el arma otra vez. —¡Kiara!
Haru le quitó otra vez el cuchillo, ella levantó su brazo para arriba con fuerzas y sin mirar.
—Kia-...
La albina sintió algo líquido en su cabello, ¿qué era?
—Hermano... — su vista se colocó encima de su hermano, observando con terror y las ganas de vomitar se quedaron en su garganta. —¡Ahhhh!
Su hermano tenía el cuchillo atravesando su garganta, el albino cayó de rodillas y Kiara lo puso en sus piernas con desesperación.
—¡Hermano, perdón...! La sangre, debo parar el sangrado... — puso sus manos en su cuello, pero el soltó un pequeño gemido de dolor. —¡Noo! ¡Perdón... Sólo lo estoy empeorando! ¿Qué hago? ¿Qué hago? La tela.
Se sacó el abrigo y con los dientes tiró con fuerza la manga para intentar parar el sangrado.
—Perdón, perdón... No me dejes, por favor, mírame. Todo va a estar bien. ¿De acuerdo? Llegará el señor y te llevarán con el doctor. Aguanta...
Su hermano ya no se movía, las manos de la albina se movían descontroladamente. Su hermano ya había dejado de respirar, había mucha sangre y sus ojos dejaron de brillar.
—¡Hermano, despierta! ¡Despierta! ¡No me dejes sola! — desesperada y con las pocas esperanzas, agitó el cuerpo de su hermano muerto para tratar de despertarlo.
Y así pasaron varios minutos, Kiara lloraba a mares y gritaba. En sus piernas estaba el cadáver de su hermano a quien mató. Los de la Policía llegaron y desataron al niño rubio, lo primero que hizo fue a abrazar a su abuelo.
—¡Armin! ¿Estás bien, hijo?
—Sí, estoy bien, abuelo.
—Menos mal... — la policía sacó a la niña del interior de la cabaña.
El rubio se acercó a ella, él no sintió temor, después de todo, no era su culpa. Le salvó la vida a él y a su abuelo, gracias a ella, estaba viva.
Sin decir nada, abrazó a la niña. Ella no comprendía, ¿por qué? ¿Por qué ese niño no le tenía miedo? Estaba por ser asesinado por su hermano, y ella lo mató. Ambos tenían sangre la fria...
No lo podía comprender.
—Oye, ¿qué pasó aquí?
—Es miembro de la Policía Militar, se llamaba Haru Akaime.
—¿Qué pasa con los niños hoy en día? Hace unos meses ocurrió algo parecido con unos secuestradores que se llevaron a una niña.
「•••」
Luego de las declaraciones del menor y su abuelo, se concluyó que Kiara Akaime era inocente. No iba a ser sentenciada o algo parecido a un castigo, estaba en libertad.
Sin embargo, sus padres lloraban todas las noches, hasta que sus ganas de tomar crecían. Tomaban día y noche sin descanso, hasta que su rabia se descargó en su hija.
La lastimaban y le hacían daño.
—¡Es tu culpa! ¡Es tu culpa! — las botellas caían al piso. —¡Es tu culpa que mi bebé esté muerto!
—¡Eres una asesina! ¡Mataste a tu propio hermano! ¡Maldita asesina!
—Dejaste de ser nuestra hija al matar a tu hermano, pues desde ahora tú estás muerta para nosotros. No existes, ya no eres nadie.
—Es... Es mi... Es mi culpa. — siguió llorando en un rincón, con muchas heridas en la espalda.
Más tarde, la albina salió de su hogar, no tenía que estar ahí otro día más. Corrió y corrió, sin parar. Para alejarse por completo de sus padres, quién está tenían atormentada desde la muerte de su hermano.
Las personas no sabían por qué esa familia que solía ser tan feliz, ahora era la que más gritaba, después de todo, sólo los altos mandos sabían de lo ocurrido, así como los testigos, las víctimas y sus familias. No se informó de nada a los demás, y la declaración que hicieron sobre la muerte de Haru Akaime, fue que murió de una enfermedad.
Kiara chocó y cayó de rodillas, al tratar de levantar la mirada, sintió un mal presentimiento al ver los pies de esa persona.
—¿Estás bien? — preguntó con su voz suave. —Perdón...
—¿Por qué me pides perdón? Casi mueres por mi culpa.
—No es verdad, me salvaste a mi abuelo y a mí, no tienes nada de que culparte. No creo que él estaría feliz de verte así de triste, no tienes por qué atormentarte de esa manera.
—Maté a mi hermano... Dejé de ser quien soy en ese momento, y mis padres me lo repiten a cada minuto. Es mi culpa, que él esté muerto.
El rubio se agachó a su altura, tomó el rostro de la albina y limpió las lágrimas en su rostro.
—Yo te ayudaré... — sonrió. —Te puedes quedar conmigo mientras te calmas y piensas mejor en las cosas.
—¿Por qué harías eso por mí?
—Porque me salvaste, además... Las niñas lindas no deben llorar.
Ella se sonrojó, pero el rubio estaba peor, era la primera vez y de las pocas en las que interactuaba con otra persona de su edad. Y también de las pocas veces que recibía un lindo cumplido. Y para el rubio, era la ptimera vez que interactuaba con una niña, le parecía muy linda.
—¿Cómo te llamas?
—S-Soy...-
"Dejaste de ser nuestra hija al matar a tu hermano, pues desde ahora tú estás muerta para nosotros. No existes, ya no eres nadie."
Es mi culpa... Es mi culpa... Es mi culpa...
—Haru, llámame Haru.
—Soy Armin Arlert.
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