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Amor verdadero
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Narrador Omnisciente.
¿Así es como moriré? ¿Moriré sin decirle a Armin lo mucho que lo amo? Sin poder verlo a los ojos y sentir eso que jamás había sentido por otra persona en la vida.
—¡Haru! ¡Haru! ¡Despierta! ¡Vamos, despierta!
—¡Ah...! — despertó de golpe.
Miró a su alrededor con miedo, se encontraba nadando en litros de sangre de sus compañeros y sus cadáveres, hasta que sus ojos cayeron en su amigo el castaño.
—Eren...
Pegó a llorar en un abrazo a la albina de ojos rojos.
—¡Menos mal! — lloró. —Debemos salir de aquí.
—Pero, Eren... ¿Cómo saldremos de aquí? — preguntó. —Nos acaba de de devorar un titán y no-
—¡Saldremos de aquí! — le gritó sin dejarla terminar. —Juré que iba a aniquilar a todos los titanes, y no moriré hasta que pueda salir de estas murallas. Vamos a conocer el mundo exterior.
La albina soltó lágrimas mientras su sangre seguía cayendo donde están compañeros muertos.
—Juro que los voy a aniquilar, los mataré a todos... ¡Los aniquilaré a todos!
「•••」
—Los mataré a todos. — pronunció aún medio dormido.
—¿Eren? — llamó el rubio.
Este iba recobrando la conciencia y observó el escenario hasta darse un susto a sí mismo.
Sus camaradas estaban rodeando a los cuatro con sus armas apuntando.
—¡Eren! — pronunciaron Mikasa y la albina, esta última que despertó unos minutos antes.
—Eren, ¿ya puedes moverte? ¿Volviste a ser tú mismo? Debes decirles todo lo que sabes, yo sé que ellos entenderán. — dijo con algunas lágrimas escapando de sus ojos.
—¿Qué dices, Armin?
—¿Lo escucharon? Dijo que nos matará.
—También lo escuché. Quiere devorarnos a todos.
¿De qué están hablando? No lo entiendo. ¿Por qué todos nos apuntan con sus armas? Además, esas armas son para matar titanes. ¿Por qué nos miran de esa forma? ¿Qué demonios ocurre? — pensó el castaño sin entender nada.
¿Esto es verdad? Pensé que había sido cosa de mi imaginación todo lo que pasó, mi muerte y la de Eren.
—¡Cadetes Jaeger y Akaime! ¡Y ustedes también, Ackerman y Arlert! — habló el superior, Kitz. —¡Sus acciones son consideras como alta traición! ¿Qué tienen que decir en su defensa? ¡Si intentan engañarnos, o hacen algún movimiento, serán eliminados con los cañones! ¡Voy a ser directo con los dos! ¿Qué diablos son ustedes? ¿Humanos o titanes?
¿Titanes? ¿Dijo titanes? ¿Es que acaso Eren y yo salimos de verdad del interior de un Titán?
—¡No entiendo la pregunta!
—¡Monstruos asquerosos! ¡Sólo fingen demencia! ¡No jueguen con nosotros! ¡Los mataré ahora mismo! ¡No dejaremos que muestren su verdadera forma!
—¿Verdadera forma?
—¡Todos lo vieron, vieron como tú y Akaime salían del interior de un Titán! ¡La humanidad dejó que unos monstruos como ustedes lograran infiltrarse en las murallas! ¡No me importa, ni aunque sean parte de la familia real! ¡Eliminarlos es la mejor decisión posible! ¡Estoy haciendo lo correcto! ¡Sabemos que el maldito Titán Acorazado podría aparecer en cualquier momento! ¡La humanidad está al borde de la extinción! ¡¿No lo entienden?! ¡No podemos perder nada más por culpa de ustedes! ¡Los haré pedazos! ¡La artillería ya está preparada para disparar! — tembló por el miedo, señalándolos, sólo era un cobarde.
—¡Capitán, es nuestra oportunidad! ¡Debemos matarlos ahora que están en esa forma!
—Mi especialidad es... — habló la azabache. —Cercenar cualquier tipo de carne, estoy dispuesta a demostrarselos cuando ustedes gusten. Si hay alguna persona que quiera comprobarlo, por favor, siéntanse en libertad de dar un paso al frente.
—Sigo sin entender... — dijo la albina. —¿Qué soy? ¿Qué somos?
—Díganme, ya Mikasa, Armin. ¿Qué está pasando?
—Mikasa, no puedes pelear con los nuestros. No tenemos escapatoria dentro de estas murallas.
—No me importa a cuántos voy a enfrentar. No permitiré que nadie mate a Eren y Haru. No necesito más razones que esa.
—Armin, tú estuviste ahí, ¿no? Por favor, dime todo lo que pasó-
—¡No hables, Akaime! ¡Tú serás la primera a la que disparemos!
—Recuerda que mis cuchillas no sólo cortan carne de Titán...
—Mikasa, debemos razonar con ellos. Nadie lo comprende aún, sólo tienen miedo. — habló el rubio.
¿Todos ellos piensan que somos titanes? ¿Mikasa y Armin también lo piensan?
La albina recordó ese momento en que su pierna había sido devorada por un titán y que había muerto junto a Eren, si lo veía de esa forma, ya no sabía qué debía creer. Miró su pierna, estaba descalza y su pantalón roto hasta la rodilla. Si era verdad lo que ellos dijeron, entonces ella también podía regenerar su cuerpo, igual que un titán. Se puso a pensar en la situación en la que se encontraban, si decía algo mal, hasta ahí iba a llegar sus vidas como humanos y como soldados. No era su vida la única que está en riesgo, también la de sus seres queridos.
—Ya díganme que soy... — susurró la albina.
—¡Respondan de una vez! ¿Qué son ustedes? ¿Humanos o titanes?
Armin y Mikasa vieron a los dos, esperando alguna respuesta de ambos.
—¡Soy humano!
—¡Soy humana!
Dijeron al mismo tiempo, con toda la firmeza en ellos. Los demás tardaron en responder.
—Ya veo... No lo tomen personal. — empezó a elevar su brazo para dar la orden de disparo. —No tengo alternativa, no pueden demostrar que no son monstruos. Nadie puede hacerlo. — su mano llegó a la cima.
—¡Eren! — Mikasa soltó sus armas y cargó a Eren como a un costal de papas. Armin iba a hacer lo mismo con la albina. —¡Debemos escapar!
—H-Haru... — la llevó con ella en sus brazos, mientras sus mejillas se volvían rojo carmesí. Aunque ella sabía que no era el momento adecuado para eso.
Eren se soltó de su agarre y jaló del brazo a Mikasa, hasta estar los 4 juntos. La bala de cañón se oyó y Eren mordió su mano, evitando ser disparados.
La albina estaba en shock, lo mismo pasaba con sus amigos. No lo podían comprender, era el momento donde la albina aclaró sus dudas.
El griterio de los soldados se hizo oír, ellos más que nada no sabían lo que ocurría. Y ver a un Titán de tal manera les hizo adelantar sus acontecimientos y pensar en lo peor.
—Armin, Mikasa... E-Esto, quiero decir... Eren, ¿él está...? — seguía sin poder creerlo a pesar de verlo con sus propios ojos.
—C-Creo que recuerdo el instante en que escuché el cañón, después de eso, un instrumento retumbó la tierra y sentí calor. Estamos-
—Eren nos acaba de proteger. — dijo Mikasa. —Es lo único que necesitamos saber.
Ambos le dieron una pequeña pero linda sonrisa a la azabache.
—Además de nosotros, salvó a las flores. — dijo la albina.
—¡Oigan! — escucharon. —Oigan, ¿están bien los tres?
—Eren, ¿qué es esto?
—No lo sé, pero esta cosa se está evaporando, es igual al cuerpo de un Titán. Debemos alejarnos. — miró en donde estaban los de las Tropas de Guarnición. —Ellos esperan ver lo que pasará. Las Tropas de Guarnición están en pánico y nos están apuntando con sus armas. Es muy seguro de que nos ataquen de nuevo, después de ver esto, dudo mucho que podamos hablar con ellos. Lo único que sé, es que después de ver esto. — mostró la llave en su cuello. —Recordé el sótano. El sótano de mi casa, mi padre me dijo que todo tendría más sentido si voy ahí. También es la razón por la que me pasa esto. Si voy al sótano podría descubrir por qué me transformo en Titán...
Frunció el ceño molesto y con su puño golpeó uno de los huesos de su titán que aún estaba en pie.
—¡Maldición! Miles de exploradores han muerto, y murieron por algo tan estúpido como esa maldita información acerca de los titanes. ¡Esa es la única esperanza que tiene la humanidad! Y lo mantuvo escondido todo este tiempo en el sótano de nuestra casa. ¿En qué diablos pensabas, papá? Además, ¿en dónde has estado en todos estos años? — cerró los ojos.
—Eren. — Mikasa lo agarró del hombro. —Hay cosas importantes que hacer.
—Es verdad.
El cuerpo del Titán iba cayendo a medida que pasaba el tiempo, los cuatro se sentaron a dialogar entre ellos, pensando en un plan.
—Escúchenme, pienso irme de aquí. — dijo para luego mirar a su amiga la albina. —Y tú también vienes conmigo.
—¿Por qué? ¿A dónde?
—Eso no importa. — le respondió al rubio. —Voy a cruzar la muralla e ir al sótano. Ahí me convertiré en un Titán de nuevo.
—¿Puedes hacer eso?
—Siendo honesto, no sé cómo me transformo. Pero creo que puedo hacerlo, tampoco soy capaz de explicar cómo mover los brazos del Titán, pero... Hace un momento sólo quería protegerlos, por eso el cuerpo del Titán no estaba completo y se va desvaneciendo. Ahora voy a pensar en un titán más grande, seré el titán de 15 metros que aniquiló a todos los demás.
—Eren, tu nariz está sangrando. — dijo la albina. Este con su dedo sacó un poco de su propia sangre. —Estás pálido y te cuesta respirar, algo debe de hacerle daño a tu cuerpo.
—Mi salud no es importante en estos momentos. — limpió la sangre en su nariz. —Por ahora, se me acaban de ocurrir dos ideas. Si ustedes no tratan de cubrirme, nadie intentará matarlos. Ya di muchos problemas. Así que será mejor que me lleve a Haru conmigo mientras tanto.
—No hablas en serio, pero yo-
—Eren. — interrumpió la azabache al rubio. —Yo voy con ustedes.
—No puedes.
—Si no puedo seguirte, no tendrás que preocuparte por mí. Pero tampoco tengo que hacer lo que me dices.
—¡Hablo en serio, Mikasa! ¡No quiero que vengas! ¡No soy tu hijo o algún niño pequeño!
—Yo iré aunque no quieras.
—No lo permitiré.
—Morirás si no voy contigo.
—Nadie te pidió que me cuides.
—No me importa lo que opines, no voy a separarme de ti.
—Estoy harto de que siempre te preocupes por mí, no soy un niño.
—Ya te lo expliqué.
—No vas a venir-
—¡Ya dejen de pelear! — dijo la albina. —Eren, dijiste que tenías otra idea, ¿verdad? Dilo de una vez.
—Sí, justo a eso quería llegar. — miró al rubio. —Armin, quiero que seas tú quien decida.
—¿E-Eh?
—Escúchame bien, estoy consciente de que mi plan es poco realista y puedo poner en riesgo la vida de Haru en el proceso. Usaré el poder del Titán, creo que es el mejor plan si logro controlar mis ataques al ejército. Tal vez sea toda una locura, Armin, si logras convencerlos de que Haru y yo no somos una amenaza, no tendremos que irnos. Esa es mi segunda idea. Pero si me dices que no lo puedes hacer, me iré junto a Haru al sótano. Tienes 15 segundos para decidirte. ¿Puedes hacerlo o no? Sin importar lo que suceda, respetaré tu decisión.
—Eren, oye. ¿Por qué me confías una decisión tan importante?
—Sin importar la situación, tú siempre tienes la habilidad de encontrar soluciones. Es por eso que te lo estoy pidiendo, Armin.
—¿Cuándo hice eso?
—Lo hiciste muchas veces. Hace 5 años, si no le hubieras pedido ayuda a Hannes. Mikasa y yo habríamos muerto siendo devorados.
—Y también, en ese mismo día. Tú me salvaste, cuando yo no podía ni mover las piernas al ver a mis padres muertos, debajo de esa gran roca que los aplastó.
El rubio abrió los ojos con sorpresa.
Es verdad, tuve una idea errónea de mí mismo, pero ellos nunca han pensado mal de mí, en ningún momento.
—Armin, ya no hay tiempo.
Ellos dejaron sus vidas en mis manos, dejando que tome una decisión importante como esta.
Armin se levantó con la mirada baja. Ya tenía la respuesta clara.
—Yo los persuadiré sin fallar. Voy a necesitar que actuen lo menos agresivo posible. — ellos le dieron una sonrisa y asintieron.
—Cuenta con eso. — dijo la albina.
—Y... Antes de eso... — el rubio tomó de la mano a la albina, obligando a que se levante.
Ella estaba confundida, ¿sería que le diría algo, algo importante? Eso pareció pensar, pero el rubio la agarró de las mejillas, cortando la distancia en ellos y plantando un beso en sus labios. La albina abrió los ojos como plato, era tan repentino de su parte, pero no se quejó y cerró los ojos, sus mejillas se volvían rojas y el rubio la soltó a los pocos segundos. Y la miró con firmeza sin ningún rastro de nervios en él.
—Gracias... por abrirme los ojos a la realidad. Gracias. — se alejó.
La albina cayó al piso y puso sus dedos en sus labios, y su rostro tomaba el color de sus ojos.
—Y-Yo... — cerró los ojos con fuerza. —Baka, sólo tú me pones así, hazte responsable de tus actos.
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