«𝑻𝑹𝑬𝑰𝑵𝑻𝑨»
{ Capítulo largo }
Bajo la luz de la luna llena se lograban distinguir las siluetas, que cada vez se hacían más claras conforme se iban acercando. El destello y reflejo que se deprendió de aquella figuras, hizo paso a reconocer que no sólo iban portando armaduras, también se encontraban blandiendo filosas espadas de adamantina.
— Namjoon ¿Qué está ocurriendo? —la voz del brujo salió temblorosa, a lo que retrocedía sus pasos.
— ¿Debemos hacer algo al respecto? —preguntó Jimin escandalizado.
— ¡Hay que avisarle a los demás! ¡Todos devuelta al castillo, ahora! —ordenó el peliplata.
El grupo de jóvenes tan pronto como giraron, frenaron sus pasos al ver el castillo cubierto de una delgada capa dorada.
— Parece una especie de campo de fuerza —mencionó Yoongi frunciendo su ceño.
Cubriendo el rostro con sus manos, Namjoon dejó escapar un gruñido de frustración.
— En efecto, lo es. Cuando esa protección está activada nadie puede entrar y tampoco salir del castillo.
La afirmación del joven mago no hizo más que el pánico y la tensión aumentara. Seokjin sentía que le faltaba la respiración, y sus brazos se negaban a dejar de apretujar al minino.
— Se supone que ellos fueron desterrados hace siglos, no lo entiendo —musitó Jimin sintiéndose mareado.
— ¿Estamos condenados? ¿Quieren hacernos daño? —esta vez preguntó Jungkook.
— Creo que deberíamos enfrentarlos. Nada bueno han de tramar.
Sólo se escuchaban las voces de los dos menores discutiendo y sin llegar a ningún lado. Yoongi se mantenía al margen de la situación, mirando de soslayo las manos temblorosas del mago y como la cólera empezaba a tintar su rostro.
— ¡Cállense de una buena vez! —bramó con desesperación—. ¡Estoy intentando pensar!
La atención de todos fue dirigida hacia Namjoon, quien parecía estar ahora un poco menos alterado, y dispuesto a hablar.
— Estamos solos en esto. Así que debemos trabajar juntos ¿de acuerdo?
Exhaló profundo al recibir una respuesta positiva por parte de sus compañeros.
— Yoongi, te necesito unos metros detrás de mí. Ya sabes que fuerza usar para atacarlos —sentenció el mago.
Los músculos del licántropo empezaron a aumentar su tamaño, al igual que su estatura. Su cuerpo empezó a retorcerse, cayendo de cuatro al suelo; el pelaje comenzó a cubrir cada una de sus extremidades, de pies a cabeza. Un hocico hizo reemplazo de su antigua cavidad nasal, y unos filosos caninos hicieron aparición; tan pronto como se irguió sobre sus dos patas dejó escapar un estridente aullido.
— Jungkook y Jimin, ustedes permanezcan cerca de Yoongi, sabrán cual es el momento de actuar cuando se los ordene —explicó observándolos asentir una vez se dirigían hacia donde el mencionado—. ¡Jungkook, espera un momento! ¿sabes usar una espada? —preguntó obteniendo una respuesta afirmativa del contrario—. Es el momento para demostrarlo.
Namjoon chasqueó sus dedos, y a continuación el brujo se encontraba empuñando una pesada espada y un escudo de acero.
Los ojos del pelivioleta reflejaban miedo, pero aun así no permitiría que su determinación flaqueara. Asintió dirigiéndole una mirada firme al mago, para luego ponerse en posición junto a sus otros dos compañeros.
— Seokjin, tú... —inhaló y tomó el brazo de quien parecía querer huir hace unos segundos.
— Erwin acabó de escapar de mis brazos. Tengo que alcanzarlo, no sé dónde se puede meter y...
— Seokjin, necesito tu atención, ahora. No puedo dejar que vayas detrás de él —interrumpió.
— Pero... —suspiró ante la firmeza en la mirada del menor—. Tienes razón, lo siento. ¿Qué debo hacer?
— Quedarte a mi lado —ordenó, y a la vez sintiendo su corazón encogerse al ver el cuerpo del rubio temblar como una hoja de papel—. Sé que estás asustado, yo también lo estoy. Pero será más fácil si todos cooperamos —acarició las mejillas contrarias mientras juntaba ambas frentes—. ¿Sabes manejar alguna arma?
— Sí, el a-arco... y la flecha —titubeó.
Namjoon soltó el rostro del mayor, para después tomar un poco de distancia. Y al igual que sucedió con el pelivioleta, un carcaj y un arco aparecieron en el hombro y mano del elfo, respectivamente.
Después de que el mago se hallara blandiendo una espada ropera. Ambos se tomaron de sus manos libres con fuerza; dieron una última mirada hacia atrás confirmando las posiciones de sus amigos. Ahora sus ojos estaban devueltos hacia al frente, sintiendo con cada paso de la muchedumbre como el suelo bajo sus pies temblaba, al igual que sus corazones.
¿Cuántos eran? ¿Tal vez un poco menos de una centena? No estaban del todo seguros, pero tendrían suerte si lograban vencer a toda esa multitud.
[🗡]
— ¿Puedes dejar de caminar tan rápido? Me duelen las piernas —se quejó Taehyung deteniéndose.
Desde que habían emprendido el viaje, en todo el transcurso no hubo más que silencio acompañado de pasos apresurados como si se tratara de una maratón, y la verdad es que a Taehyung todo el ambiente le estaba resultando tan extraño como incómodo.
— Falta poco, no nos detengamos ahora —tomó la mano del menor, escuchándolo bufar en el proceso.
Una vez el vampiro estuvo dispuesto a retomar su marcha, un estrepitoso ruido en la lejanía hizo que su cuerpo se negara a moverse de su lugar.
— ¿Qué fue eso? —cuestionó alarmado. Quiso girar su rostro, pero una mano posada en su mejilla izquierda se lo impidió.
— No es nada, ya vámonos.
Enfurruñado omitió la orden de Hoseok, pero este una vez más llamó su atención, tomando ahora su rostro con ambas manos, para después plantar un corto beso en sus labios, provocando que por unos segundos la curiosidad de Taehyung pasara a segundo plano.
Un poco más relajado una vez obtuvo la atención del vampiro, retomó sus pasos sin soltar la mano del contrario. Lo que no notó fue que una vez habían emprendido de nuevo la caminata, Taehyung giró su cabeza de lado, logrando mirar de soslayo la escena detrás de él; los ojos del azabache se entrecerraron, enfocando con sus ojos ahora relucientes de un rojo brillante divisar al centenar de sujetos que se acercaban al instituto.
Taehyung no lograba detectar de quienes se trataban, todos lucían exactamente igual en esa gran armadura plateada que portaban en sus cuerpos; jamás había visto esas características físicas en ninguno de sus compañeros de Aestimare. Parecían elfos: por sus orejas puntiagudas, pero... ¡Un momento! ¿Por qué llevaban sus cabellos teñidos de blanco?
«Con facilidad se puede confundir un drow con un elfo» escuchó retumbar en sus oídos las palabras de su profesor «Estos casi siempre poseen el cabello blanco y los ojos color negro intenso, aunque no siempre los llevan así».
— Hoseok, algo malo está pasando —musitó llamando la atención del castaño.
Los ojos del mayor se abrieron de golpe al darse cuenta hacia donde la mirada de Kim iba dirigida.
— ¿De qué hablas?
— Debemos ir al castillo, en este momento —aseguró, sintiendo con el agarre en su mano se afianzaba—. ¡Suéltame! No es momento para esto, todos pueden estar en peligro. Hay una gran multitud de sujetos armados que se dirigen hacia allá.
El vampiro refunfuñó desesperado al notar que el agarre de Hoseok no disminuía.
— No iremos a ningún lado, continuaremos nuestro paseo —ordenó.
— Podemos dejar eso para otro día, creo que ahora no es conveniente que...
— ¡No! —gruñó, a lo que recibía una mirada de desconcierto por parte del menor—. Ya déjalo, no pasa nada, sigamos nuestro camino.
Taehyung removió su brazo con molestia, empujando al castaño con rudeza.
— ¡¿Qué carajos pasa contigo?! —cuestionó enfurecido—. ¡Si no me vas a acompañar, entonces iré solo!
— Pareces un niño caprichoso, deja de actuar así —levantó la voz al ver el enojo en la mirada del pelinegro.
— Si no quieres que actúe así, entonces ven conmigo —suplicó obteniendo una negativa como respuesta—. Está bien, me voy contigo o sin ti.
Al ver como el vampiro hizo caso omiso a sus palabras, Hoseok supo que en ese momento su paciencia se había agotado; tomó su muñeca con brusquedad, y tirando de ella lo encaró mirándolo con enojo.
— ¡¿Por qué demonios no escuchas?!
El cuerpo de Taehyung se congeló al ver la apariencia que había tomado el mayor. Sus ojos parecían dos pozos negros, las facciones de su rostro se marcaban cada vez más, y sus castaños cabellos ya no estaban, habían sido reemplazados por una melena de color nieve.
El vampiro se tambaleó alejándose rápidamente, sintiendo los latidos de su pecho en sus oídos.
Al ver el terror en los ojos contrarios, Hoseok se había dado cuenta que había metido la pata. Inhaló profundo intentando apaciguar su enojo; volviendo así a su antigua apariencia.
— ¿T-tú eres uno de ellos? —tartamudeó retrocediendo sus pasos.
— Las cosas no son así, si me dejas explicar...
— ¡No me toques! —bramó alejándose del tacto Hoseok, como si este quemara—. ¡No te me acerques! Tan sólo, aléjate.
Jung resopló con exasperación cubriendo su rostro llevándose consigo su cabello hacia atrás, mientras observaba como el menor empezaba a acelerar sus pasos en dirección contraria.
— ¡Taehyung, vuelve aquí! —llamó siendo ignorado—. ¡Taehyung! No me hagas usar la fuerza. ¡Te dije que vengas!
Antes de poder continuar con sus pasos, el vampiro sintió como algo lo rodeaba, sus muñecas fueron atrapadas con fuerza al igual que sus tobillos, por unas gruesas hebras: eran lianas. Su cuerpo fue halado hacia atrás con brusquedad, quedando su cuerpo en medio de dos grandes árboles.
Taehyung al percatarse de como sus extremidades superiores e inferiores se hallaban apresadas y sin poder realizar ningún movimiento; se angustió. Era inútil, las hebras se encontraban enrolladas a los troncos de aquellos dos árboles.
Con poco tacto, el azabache sacudió sus muñecas, en un intento fallido de librarse de las lianas que lo aprisionaban.
— Quédate quieto, te vas a lastimar —dijo cruzándose de brazos.
— ¡Suéltame ahora mismo! —exclamó con furia.
— Si te suelto ¿huirás?
— ¿Estás de broma? por supuesto que sí.
— Entonces no, lo siento —respondió impasible, permaneciendo aún de pie y con la mirada fija en el chico atado.
— ¡Al menos explícame qué está sucediendo! —exigió con frustración—. Joder, no entiendo nada.
— Es una larga historia —musitó desviando la mirada.
— Bueno, tengo bastante tiempo, ya que no parece que me vayas a soltar pronto —respiró profundo antes de decir: — Parece que los elfos y los vampiros siempre estuvimos equivocados, y solo teníamos un enemigo en común ¿no es así?
Hoseok cerró sus ojos, y agachando su rostro siendo incapaz de conectar su mirada con la del azabache, tomó una bocanada de aire antes de hablar.
— Desde hace varios siglos atrás mi especie desertó del mundo subterráneo para permanecer en tierra firme, tenían que adaptarse a las condiciones físicas de la superficie terrestre. —se detuvo unos segundos intentando acomodar sus palabras—. El rencor hacia los elfos por habernos exiliado nunca se ha ido, tal vez esa fue una de las razones por la cual decidieron inculparlos en primer lugar, eso... y que tampoco es que hubieran muchas otras opciones. —confesó—. Los drows siempre han deseado obtener el mando del mundo mágico... desde el momento en que fuimos desterrados, ese ha sido el principal objetivo.
— Esto es increíble... —respondió entre dientes, empuñando sus manos—. ¿Todo este tiempo sólo estuviste sacándome información?
El castaño agachó su cabeza sintiéndose débil ante la mirada herida que le dirigía Taehyung.
— Lo lamento... —su voz se había vuelto tenue y temblorosa.
— No, no lo lamentas —interrumpió con un nudo creciendo en su garganta—. ¿Por qué me trajiste hasta aquí? —frunció su ceño al no recibir ninguna respuesta—. ¡Hoseok, te estoy hablando!
— No sé del todo que pasará allá —desvió su mirada hacia el instituto—. Pero podrías salir herido y...
— ¿Ahora te preocupas por mí? —dejó escapar una risa seca—. No te creo una mierda.
— Si estuviera en tu lugar tampoco lo haría, pero esta vez no estoy mintiendo. No hay una razón ahora para ello.
El vampiro no apartaba la mirada de los chocolatados ojos del mayor. Se estaba odiando a sí mismo al pensar por unos instantes en creerle, pero no lo haría, no iba a cometer ese error dos veces.
— Déjame ir, por favor
El drow cerró sus ojos con fuerza. Sentía como su corazón empezaba a flaquear al escuchar las súplicas del menor.
— ¿Y si te lastiman? —preguntó en voz baja.
— Alguien más ya lo hizo. —respondió intentando ignorar el picor en sus ojos, no iba a permitirse llorar, no en ese momento.
— Taehyung...
— ¿Sabes lo inútil que me siento en este momento? Mis amigos están allá y ni siquiera puedo ayudarlos. No tengo una maldita idea de que pueda suceder, pero no quiero quedarme aquí sólo esperando. ¡No soy un cobarde! No seré lo que siempre ha creído mi familia.
— Si te dejo ir... ¿volverías en una sola pieza? —preguntó fijando su mirada en los ojos vidriosos del chico frente a él.
Suspirando con resignación, el castaño bajó sus manos lentamente, a lo que de a poco las lianas que aprisionaban las muñecas y tobillos de Taehyung empezaban a aflojarse.
El azabache hizo una mueca de alivio una vez se encontró liberado, a la vez que masajeaba sus muñecas.
— Gracias —musitó pasando por el lado de Hoseok.
— Taehyung —llamó provocando que los pasos del nombrado se detuvieran—. Sal vivo de esta, por favor.
El menor sólo lo miro de soslayo con una débil sonrisa ladina en su rostro. Y una vez se vio transformado en murciélago: después de girar sobre sus pies, extendió sus alas para desaparecer tan rápido como alzó su vuelo.
Hoseok resopló con cansancio llevando las manos en su nuca, mientras observaba como el vampiro se alejaba.
[🔮]
Quien se encontraba sobrevolando por los aires se detuvo un momento, una vez había llegado al lugar indicado.
El vampiro pensaba que estaba listo para enfrentarlos, hasta que vio el caos que había debajo de él. Escuchando resonar el sonido del metal de las espadas chocar, los rugidos y gruñidos que inundaban todo el lugar, por parte de ambos clanes.
...
Namjoon miraba con ferocidad a quien se encontraba blandiendo su espada contra la suya. Retrocedió unos pasos para esquivar el golpe que estaba punto de recibir, y en su lugar hizo que el filo de su espada rozara el cuello de su oponente, escuchando como este soltaba un aullido de dolor al sentir como el filo del arma rasgaba su piel. Después de ver el drow yacido en el suelo, giró velozmente sobre sus pies empujando con una patada a quien se había lanzado hacia él dispuesto a atacarlo, para luego arremeter contra él con su espada.
— ¡Seokjin, cuidado! —advirtió el peliplata con un grito, haciendo que el nombrado reaccionara al drow que se le acercaba por detrás.
El rubio cargó su arco lo más rápido que sus temblorosas manos se lo permitieron, para después disparar la flecha contra el pecho de la criatura, y a la vez agachándose para lanzar otras dos seguidas, a quienes se acercaban a toda velocidad hacia él.
Jungkook unos metros más atrás se hallaba mirando estupefacto a Yoongi, el cual tan pronto divisó al primer drow, corrió hacia este para embestirlo con una fuerza atroz, para luego encajar sus caninos en su pecho. El de cabellos violetas abrió sus ojos de golpe al notar como ahora uno de ellos corría en su dirección; desenvainó su espada velozmente deteniendo con ella el ataque de la espada contraria, provocando que trastabillara: por el impacto de frenar a sí mismo su cuerpo, a lo que las dos espadas chocaban.
Desde un rincón el sílfide seguía cada uno de los movimientos de Jungkook, quien parecía tener un tiempo difícil, al igual que todos sus compañeros. Dejando escapar un pesado suspiro se sintió inútil por un momento, puesto que no había salido de su escondite desde que observó cómo la multitud se aglomeraba a su alrededor. ¿Qué se suponía que hiciera? No sabía utilizar ningún arma y tampoco contaba con la condición física para luchar cuerpo a cuerpo. Jimin estaba a punto de llorar por su lamentable rol; miró a su alrededor y sus labios se hicieron en un pequeño círculo a la vez que una idea cruzó su mente.
Colocándose de pie, el peliazul levantó su vista al cielo y posicionando sus brazos horizontalmente a la altura de sus hombros, su cuerpo comenzó a elevarse hasta el punto de lograr divisar todo el campo de batalla; al tiempo en que alzó sus brazos, el despejado y estrellado cielo nocturno de a poco se arropaba de nubes grises mientras era iluminada por los relámpagos que empezaban a caer sin miramientos. Ubicó con su mirada a cada uno de sus objetivos, a lo que sus manos dibujaban círculos invisibles en el aire; una sonrisa ladina se asomó en sus labios al ver como vórtices de viento se creaban hasta formar un gran tornado, el cual tan sólo bastó dirigir con sus manos para conducirlo hacia los drows, quienes de uno en uno iban siendo arrastrados por aquella corriente de aire.
...
Taehyung reconocía que llevaba más tiempo del debido tan sólo observando, pero no podían culparlo; estaba aterrado, pero si llegó hasta ahí es porque estaba decidido, no iba a dejar a sus amigos solos. Sus pies tocaron el suelo una vez había vuelto a su forma humana, y a la vez que giraba su rostro se encontró con los ojos de Namjoon, quien parecía estupefacto por la presencia del vampiro.
— Taehyung... ¡¿Dónde carajos estabas? ¿Sabes lo preocupado me tenías?! —recriminó, para luego esquivar una espada que pasó casi rozando su rostro—. ¡Necesitas algo para defenderte! –obvió al ver de reojo como su amigo se encontraba desarmado.
El mencionado estaba a punto de replicar, pero tan pronto vio como una espada ropera aparecía en sus manos notó como una de las criaturas se abalanzaban hacia él. Con torpeza el azabache intentaba esquivar cada uno de los ataques y hacer frente con su espada lo mejor que podía. El aire abandonó sus pulmones al sentir un fuerte golpe caer directo en su estómago, y con una patada la espada que sujetaba había sido apartada de sus manos.
Taehyung permanecía con ambas manos en su estómago, y no sabía si sentía abrumado por el dolor o por el pánico que lo estaba invadiendo al ver como el sujeto frente a él blandía con aún más fuerza su espada dispuesto a arremeter contra él. Estuvo a punto de cerrar sus ojos en espera de lo peor, pero al contrario estos se abrieron de par en par al ver como su atacante caía en frente suyo. Su rostro era un poema cuando al levantar su mirada vio a Hoseok parado detrás del cuerpo caído; su cabello se encontraba empapado de sudor, su pecho subía y bajaba con velocidad, a lo que empuñaba una daga tintada de rojo.
— Hoseok... —su corazón comenzó a latir frenéticamente—. ¿Qué haces...
— ¡No hay tiempo para hablar de eso! Tienes que ir a la torre ahora —demandó sin recibir más que la mirada confundida del azabache—. ¡Todo esto es sólo una distracción, tienes que sacar a la líder de ese lugar antes de que sea muy tarde!
Aún enmudecido y sintiéndose descolocado intentaba asimilar las palabras dichas por el castaño, pero volviendo en sí tan pronto como sintió unas manos tomándolo de sus hombros y agitándolo con brusquedad.
— ¡Lárgate ya, Taehyung! —rogó con desesperación al percatarse de la cantidad de drows que acercaban a ellos—. Y lleva a alguien contigo, no vayas solo.
El vampiro asintió reiteradas veces, y a lo que giraba inmediatamente sobre sus pies: hizo de nuevo su cambio de forma, y batiendo sus alas a toda prisa se marchó.
...
Con exasperación Taehyung movía sus ojos de un lado a otro en busca de ayuda. Un atisbo de alivio se instaló en su pecho al ver a su mejor amigo levitando a unos escasos centímetros de él.
— Hey, Jimin —chilló en el oído del peliazul, recibiendo un manotazo por parte de este—. Soy Taehyung, idiota. Ten más cuidado —replicó observando como una expresión de asombro se reflejaba en el rostro del contrario.
El chico alado bajó sus brazos, deteniendo así por unos instantes los torbellinos que había creado. Importándole poco el tamaño del vampiro, abrazó con fuerza a su —por ahora— pequeño amigo, escuchando como este se quejaba por lo bajo.
— Auch, me dolió —reprochó el mayor, y acariciando su mano después de sentir como unos colmillos lo habían mordido.
— No hay mucho tiempo, Jimin. Necesito que me acompañes ahora mismo.
— Pero... debo ayudar aquí.
— Sé que ellos podrán arreglárselas por un rato. Te aseguro que tu compañía me es más necesaria ahora.
El de cabellos azules mordió su labio mirando de soslayo todo el caos bajo sus pies. Pero sabía que su amigo no le suplicaría por ayuda si no fuera totalmente necesaria, así que sin dudarlo dos veces dijo:
— ¿A dónde debemos ir?
— Tú sólo sígueme. —ordenó el menor emprendiendo su vuelo, y a su vez siendo seguido por el sílfide.
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