«𝑪𝑼𝑨𝑻𝑹𝑶»
Después de la anterior plática de ambos jóvenes, actualmente ya en la clase de Encantamientos el de cabellos violetas se encontraba sentado al lado de Namjoon mientras este le explicaba el nuevo hechizo que había acabado de enseñar el profesor Man Young.
— No debes agitar la varita de una manera tan agresiva —explicó el peliplata deteniendo la mano del novato—. Sostenla así, y agítala de manera suave antes de tocar el objeto.
Una vez el brujo atendió a las explicaciones de Namjoon logró de manera exitosa, convertir la taza que tenía enfrente de él en un jarrón de flores.
Después de unas pocas horas las clases se dieron por finalizadas y asimismo el horario académico de los alumnos.
— Fuiste de gran ayuda Namjoon. ¡Muchas gracias! —agradeció el menor alegremente mientras ambos salían del aula de clases.
— No hay problema, aprendes rápido —halagó con una leve sonrisa—. Es hora de que vayas a tu dormitorio, yo iré al mío.
El joven brujo asintió con su cabeza antes de despedirse de Namjoon y alejarse en dirección contraria.
— ¿Qué estás planeando?
El mago se sobresaltó al escuchar una voz detrás de él. Le estaba empezando a molestar el hecho de ser sorprendido tantas veces el mismo día.
— No sé de qué estás hablando. Y buenas tardes Seokjin, yo estoy muy bien, gracias por preguntar —respondió con ironía.
El elfo se cruzó de brazos mientras miraba con desaprobación al de cabellos platinados.
— No te hagas el desentendido conmigo. ¿Por qué estabas hablando con Jungkook?
— Creo que le preguntas a la persona equivocada, después de todo él fue quien me buscó.
— Mientes, desde el primer día yo le expliqué las reglas y todo lo que concierne a ustedes y a su deplorable especie —replicó con molestia.
— Tal vez deberías repetírselas de nuevo, parece que no le quedaron muy claras —sonrió con burla antes de darle la espalda al elfo.
— ¡No me dejes hablando solo!
El rubio observó como el mago se alejaba de él, siendo completamente ignorado. Dio un fuerte golpe en el suelo con su zapato antes de caminar en dirección contraria a su habitación.
[🔮]
— No sé qué le sucede a Jungkook, es como si fuera ignorado todo lo que le dije. ¡Así como lo están haciendo ustedes ahora! —bufó con pesadez.
El elfo tomó dos almohadas y lanzó una hacia cada uno de sus dos amigos que se encontraban ignorándolo desde que llegó al dormitorio.
— Hey, cálmate —contestó el licántropo lanzando la almohada con un poco más de fuerza de regreso a su dueño.
— Creo estás haciendo drama innecesario. Que exista una rivalidad no significa que no podamos respirar el mismo aire que ellos —dijo Hoseok dejando su libro de lado.
— Pero... ¿y si algo malo le pasa? No confío en ese trío, en especial en ese tal Namjoon, tal vez quieran aprovecharse de Jungkook sólo porque es un novato.
Ambos compañeros suspiraron con pesadez, cuando miraron como el rubio permanecía con una expresión de preocupación en su rostro.
— Seokjin, debes tranquilizarte. El chico es nuevo, pero no es un bebé, no exageres las cosas.
Yoongi se acercó al rubio regalándole unas ligeras palmadas en su espalda intentando apaciguar su intranquilidad.
— Creó que tomaré una siesta, necesito descansar. Luego hablaré con Jungkook —suspiró rendido antes de acomodarse en su cama.
[🗡️]
Al día siguiente unas fuertes zancadas se escuchaban en el pasillo de camino a los dormitorios, finalmente resonando el golpe de una puerta al cerrarse.
El chico de cabellos azules quien se encontraba hasta ahora sumergido en un profundo sueño, se despertó un poco desorientado al escuchar el fuerte estruendo que resonó en su habitación.
— ¡Taehyung! ¿Qué te sucedió? —cuestionó desconcertado observando a su amigo.
El vampiro que permanecía con el ceño fruncido, se encontraba con sus ropas originalmente negras salpicadas por un color marrón con apariencia viscosa, tenía ligeros rasguños alrededor de su rostro y su cabello desordenado tenía pequeñas ramas enredadas en él.
— Un estúpido ciervo me atacó —bufó sentándose en la cama de su mejor amigo—. Tan sólo iba a ser una pequeña mordida y se puso todo loco.
— Se supone que eres más veloz y fuerte que un simple ciervo —contestó con una voz cansada.
No era la primera vez que el sílfide veía a su amigo llegar en tales condiciones.
— ¡Lo soy! Pero no puedo ver cuando otro venado me va a atacar por la espalda. Eso es jugar sucio —lloriqueó—. Estoy harto de la sangre de los ciervos y conejos, es amarga y demasiado espesa.
— Fue tu decisión dejar de atacar a otros seres mágicos para alimentarte.
— Lo fue...pero a veces es molesto tener que adentrarme todos los días al bosque para eso. Además creo que los animales de ahí ya empiezan a odiarme, seguro algún día harán un plan para atacarme entre todos.
El sílfide soltó una pequeña risa, a veces su amigo podía actuar como un niño pequeño.
— No te atacarán Tae. Además nunca le has hecho daño a una de esas criaturas, bebes menos de la mitad de su sangre y casi nunca quedas lleno.
— ¡Soy demasiado noble para este mundo! Si tan sólo tuviera un amigo bondadoso y generoso que se preocupara por mi bienestar —se lamentó.
El pelinegro acercó su mano acariciando con delicadeza el cuello del chico alado.
— ¡Ni siquiera lo pienses!
Se alejó después de golpear la mano del vampiro.
— Auch. Eso dolió... Iba a ser sólo una mordidita —murmuró esto último observando la mala cara del mayor.
— Ya casi es hora del almuerzo. Ve a limpiarte deprisa y bajaremos a la cafetería a comprarte un batido.
Después de que el vampiro se aseara a la velocidad de la luz, bajó junto a su amigo a la primera planta del castillo.
— Buenas tardes Eunhye, ¿qué bebida me tienes para hoy? —preguntó de manera coqueta a una de las señoritas de la cocina.
— Hoy guarde especialmente este batido para ti —dijo en un tono meloso entregándole el vaso al joven.
— ¿Sangre de zarigüeya?
— Como a ti te gusta —sonrió con las mejillas sonrojadas.
— Eres la mejor.
El pelinegro le guiñó un ojo y sonrió antes de dirigirse a uno de los comedores.
— Taehyung deberías dejar de coquetear con todas las cocineras. Es incómodo —mencionó el sílfide.
— ¿Acaso quieres que me quede sin mi batido favorito? Si no me guardaran un batido especialmente para mí tendría que seguir bebiendo esos batidos de sangre de ciervo o conejo al igual que todos los vampiros de este instituto, y eso sí que no.
El peliazul bufó negando con su cabeza para luego sentarse en uno de los comedores.
— ¿Qué estás mirando? —cuestionó Jimin.
Taehyung no había desviado su mirada del frente desde que se sentó en el comedor.
— ¿Quién es esa chica? —preguntó el azabache tomando la pajilla entre sus labios.
No podía dejar de observar con intriga a aquella joven de baja estatura y cabello negro que se encontraba hablando con Hoseok, le pareció extraño puesto que jamás lo había visto con esa chica antes.
— No tengo idea... —se interrumpió a sí mismo tomando del brazo a uno de sus compañeros que caminaba cerca de su mesa—. Oye, Soobin. ¿quién es la chica qué está hablando con ese elfo?
El muchacho retenido parpadeó varias veces antes de observar hacia donde le estaba señalando el de cabellos azules.
— Oh, es Jung Dawon.
— ¿Jung? No sabía que tenía una hermana. Nunca los había visto juntos —comentó el vampiro con desconcierto.
— En realidad es su media hermana. No son muy unidos, no se les ve muy seguido juntos tampoco.
— ¿Cómo sabes toda esa información? —preguntó el chico alado.
— Tan sólo repito lo que he escuchado... También he oído que es mitad bruja y mitad elfo. Además dicen que Dawon estudia artes oscuras, ¿no da miedo? Yo de ustedes no me le acercaría a esa chica, desprende un aura sombría.
— No me acercaría a los Jung ni por todo el oro del mundo —dijo con molestia—. Ya te puedes ir, gracias.
El vampiro hizo un ademán con su mano al chico indicándole que ya podía retirarse. Este asintió rápidamente antes de alejarse de ambos jóvenes.
— Soobin siempre es útil cuando se necesita información, que chico tan cotilla —comentó Jimin antes de darle un mordisco a su sándwich.
— Algo no me gusta en esa chica.
— ¿Por qué? Es linda. Quiero decir... es una asquerosa elfo, ugh.
El peliazul levantó sus hombros restándole importancia al ver como la oscura mirada acusadora del menor se posaba en él.
— Sí, como sea... —mencionó antes de darle un sorbo a su batido.
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