
🥀 Capítulo 3.5🥀
CASTILLO DE LOS REYN.
GEMMA
Ya se cumplía una semana desde que Dasha no estaba aquí con nosotros, siete días en los que había tenido que tomar el control del castillo y de todas las personas que estaban bajo la protección de mi padre, el cual se había mantenía alejado y encerrado en su despacho sin recibir a nadie.
—Debemos movernos, quiero evitar que haya escasez de alimento para estos días de clima tan cambiante, ¿cómo van las jornadas de almacenamiento, sir Arnal? —pregunté al viejo caballero, mientras caminábamos por los pasillos del castillo.
—Como usted ordenó mi lady, ya casi estamos por llenar el almacén.
—De acuerdo. —Nos detuvimos frente a la puerta del salón privado —Debo hablar con mi padre, por favor sir Arnal, retírate y sigue con tu trabajo.
—Sí, miladi —entré sin anunciarme. Él estaba igual que el día en que Dasha fue llevada lejos, taciturno, sin hablar con nadie.
—Por lo visto sigues gobernando a nuestra gente, Gemma. —dijo sin mirarme. —el gobernar te queda, igual que a tu hermana.
— ¡No hables de Dasha después de lo que le hiciste!
—Ella hubiera sido una gran señora de este castillo.
— ¡Cállate! Aun sigues ahí, sin ni siquiera hacer el esfuerzo o pensar en cómo recuperar a mi hermana. —recriminé con rabia al escucharlo hablar de Dasha con tanta tranquilidad.
—No podemos hacer nada, ¿por qué no terminas de comprenderlo Gemma? Dasha es de ellos, no volveremos a verla jamás. —tiré al suelo la mesita en donde reposaba su estúpido vino.
— ¡No me pidas que renuncie a mi hermana! ¡Ella no es de ellos, ni de nadie! tú le mentiste, la engañaste diciéndole que la pelea con aquel hombre nos salvaría y volvería victoriosa con nosotros, pero era una horrible mentira. —Mis ojos se aguaron —vendiste a mi hermana, la vendiste como si fuera una yegua de cría y ahora estas ahí, emborrachándote, lamentándote, mostrándote débil y cobarde.
— ¡Te exijo respeto Gemma! ¡Aún sigo siendo tu padre y el amo de este castillo! —reclamo mirándome con severidad pero no le temía. Él se había vuelto a mis ojos un hombre cobarde y sin carácter.
—Mi respeto y el de tu gente lo perdiste el día que vendiste a una de tus propias hijas a salvajes.
— ¡No había otra alternativa! ¡Era necesario!
— ¿¡Vender a tu propia sangre era necesario!? Siempre hay otras alternativas, posibilidades que podrían habernos dado la victoria, una en la que Dasha no hubiera tenido que ser sacada de su hogar amarrada y humillada, pero tú pensasteis la peor de todas. Sé que jamás me devolverás a mi hermana, por eso la recuperaré yo sola sin necesidad de tus consejos.
— ¿En serio crees que podrás arrancarla de las manos de aquellos hombres? Eres solo una niña estúpida al creer eso.
—Y tú un hombre viejo y débil. Ahora no será bueno dejar las tierras para ir por Dasha, el invierno lo tenemos encima y necesito encargarme primero de mi gente, ya que soy la única responsable que queda para mantener el respeto del apellido de nuestra familia. Pero encontraré una forma de rescatar a Dasha del infierno en que la metiste. —Salí de ahí con cólera.
Recuperaría a mi hermana, así tuviera que ir yo misma y sacarla de esas tierras extranjeras.
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NORUEGA. (CASTILLO HORN)
DASHA
Él gemía contra mi oído, su mano en mi sexo, tocándolo de forma desagradable y con su otra mano apretaba con tanta fuerza uno de mis senos, mi cuerpo se contraía.
Quería que sus manos se apartaran de mí, que no sintiera como si me ahogara pero la tortura no paraba. Seguía entrando en mi cuerpo como un animal en celo.
Cuando al fin terminó y salió de mi cuerpo, me puse en posición fetal entre las sábanas del lecho. No fijaba mirada en un punto fijo, quería desconectar mi mente, no pensar en lo que él le hacía a mi cuerpo.
—Deberías comenzar a ser más afectiva, a ningún hombre le gusta cogerse a un cadáver —dijo el asqueroso bastardo. — ¡Mírame!
Tomó mis piernas y me arrastró hacia él, haciendo que lo mirara.
—Te estas volviendo aburrida y las mujeres aburridas me cansan. ¿Acaso ya perdiste tu espíritu de lucha, celta? —preguntó con burla.
—No me escucharás jamás suplicar. Puede que me tomes a la fuerza, pero mi cuerpo jamás te pertenecerá, ¡solo me produces asco! —lo escupí en la cara y vi como su rostro se transformaba. Sus ojos se oscurecían de una manera que no había visto y el primer golpe fue hacia mi rostro, luego vino otro.
Comencé a luchar contra él, evitaba los golpes que provenían de sus puños, enterré mis dedos en sus ojos y salí del lecho casi arrastrándome, el dolor no importaba.
— ¡Perra desgraciada!—gritó lleno de cólera, busqué con que defenderme. Pero nada filoso y pequeño estaba a mi alcance, tomé una silla para golpearlo con ella pero la sujetó y la tiró a un lado, se encontraba más fuerte que yo, que no había recibido una comida decente en días.
Golpeó mi estómago y caí al suelo por falta de aire, no podía respirar y eso a él no le importó, como un vil cobarde siguió con sus patadas, me contraía para evitar algunos golpes, el sabor a sangre era palpable en mi paladar y cuando al fin se detuvo, me sentí medio muerta.
—Me harté de ti, ¿te doy asco? Veremos cuanto asco tendrás mañana, cuando te entregue a mis hombre para que todos, uno a uno se den un festín contigo. No serás absolutamente nada, celta —salió de la habitación. Dejándome ahí tirada, el aire poco a poco volvía a mis pulmones, me levantaba del suelo duro y frio.
Me paré encorvada, mis costillas dolían. Miré mi reflejo en el espejo y vi a alguien que no reconocía, me negaba a creer que éste ser lastimado y casi sin vida pudiera ser yo, mi rostro marcado por los moretones, mi piel lastimada, sangre en el interior de mis muslos y en mi labio inferior.
—Cada día que pasa, muero en vida atrapada en este infierno —limpié la sangre con una toalla. Me vestí con el único vestido decente que me habían dejado. Peiné mi cabello con cuidado, dejándolo suelto. —Acabaré antes de que esta tortura se alargue más…
Repetí casi las misma palabras que le había dicho al hijo de rey, Drakk. Salí de esa habitación, cuyas paredes habían presenciado cada cosa que él me había hecho, el suelo se sentía frío bajo mis pies descalzos. Buscaba una salida al patio central, cuando al fin pude salir sin ser vista, una bella noche me recibió.
Me escondí entre las sombras hasta que para mí suerte, los vigías del muro decidían abandonar su guardia para ir atender otros asuntos, los cuales eran meterse entre las piernas de las muchachas del servicio. Subí aquellas escaleras nuevamente.
El muro era alto, lo suficiente para hacer lo que necesitaba. Me subí al borde, solo un pequeño paso y todo acabaría. La brisa fría pegaba contra mi rostro, ¿cómo sería cuando cayera? ¿Tendría una sonrisa en mis labios cuando al fin mi cuerpo cayera y la deliciosa muerte que tanto deseaba al fin llegara? Me balanceaba en el borde, lo extraño era que no tenía miedo, no sentía nada que no fuera un gran alivio, solo un pequeño paso.
Cerré los ojos, no me importaba ir a mil infiernos, ninguno sería peor que este que sufría en mi vida. “Perdóname Gemma. Perdóname por no cumplir mi promesa”.
Me dejé caer.
— ¡Dasha! —mi muñeca fue sujetada, abrí los ojos y ahí estaba Drakk. Él me sujetaba con gran fuerza y de un impulso me llevó de nuevo hacia la seguridad del piso del muro. Pero en su rostro se veía una gran furia mezclada con preocupación — ¡¿Qué pensabas hacer, maldita mujer?!
—Quiero morir… ¡Debiste dejarme morir! ¡Yo quería morir!—comencé a golpear su pecho furiosa — No lo soporto, no lo entiendes. ¡Estoy harta de sufrir violaciones cada maldita noche!
»De ser encerrada en ese cuarto todo el día y toda la noche, mañana él hará que todos ustedes me violen uno por uno, pude soportarlo solo a él pero si eso pasa mañana… me volveré loca. Jamás poder recuperarme, solo querré suicidarme para no vivir con eso en mi cuerpo y en mi memoria. —él limpió mis lágrimas. Estaba temblando y Drakk con cautela se acercó, me rodeó con sus brazos y me dejé abrazar, quería sentirme segura.
—Yo te salvaré de todo eso Dasha. Ninguno de mis hombres te violará, no lo permitiré. —susurró, me refugié como una niña entre esos gruesos brazos y su pecho cálido.
—No puedo creerte, nunca prometas nada que no serás capaz de cumplir.
—Yo jamás prometo nada que no seré capaz de cumplir, Dasha Reyn. Nunca te haré daño. —se inclinó y sus labios tocaron los míos. Me permití disfrutar de ese beso, me forcé apartar por unos pequeños instantes aquellos recuerdos desagradables. Nos separamos y él acarició mi mejilla con un gesto tierno y sin malicia. —Mi bella diosa, con solo haber probar el sabor de tus labios, podría morir feliz en este instante.
—Calla por favor, vuelve a besarme. Dame un recuerdo y una sensación diferente que destierre todo el asco y dolor que siento. —Drakk asintió y sus labios calientes volvieron a juntarse con los míos.
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GEMMA.
La calma que había logrado entre mis pobladores me parecía casi una ilusión, adoraba haber conseguido calma, pero los días seguían pasando, días en los que mi hermana todavía era una esclava de los vikingos. No recibía alguna noticia de ella o de su estado, lo último que sir Arnal me informó es que jamás la dejaban salir del dormitorio.
Ser la responsable de tantas personas resultaba agotador, velar por su seguridad, sus necesidades, extrañaba los días en los que mi única preocupación era no saber qué color de tela seria el indicado para hacerme un bello vestido.
— ¿Ya encontró alguna manera de sacar a mi hermana de ese lugar, sir Arnal?—volví a preguntar al viejo caballero.
—Mi lady, mi espía dice que ese castillo posee paredes y puertas gruesas, guardias que vigilan desde el muro gran parte del día y toda la noche. Sería un suicidio atacarlos.
—Sir Arnal, no me puedo quedar tranquila. —Dije con cautela —Usted sabe lo que ese hombre le hace a mi hermana ¿cierto?
—Mi lady Gemma, no creo que deba saber los detalles…
— ¿No cree que deba saberlo? —Pregunté molesta —Estoy harta de que todos piensen que no debo saber nada, sir Arnal. Yo misma puedo suponer lo que le hacen a mi hermana, créame que cada día que mi hermana pasa en ese lugar una parte de ella seguramente muere ahí.
—La entiendo miladi pero debe ser inteligente, ahora la posición de su familia comienza a ser cuestionada por algunos hombres, muchos se sintieron furiosos cuando lady Dasha fue llevada pero también dicen que ustedes ya no deberían ser los líderes del clan, se les comienzan a considerar débiles. Debe quedarse a demostrar que aún se puede confiar en los Reyn. Mi señora, yo las vi crecer a usted y a su hermana, me duele lo que su padre les hizo pero ahora hay que priorizar la lealtad de los hombres.
—Siento que envejezco más rápido de lo que debería. Ahora debo preocuparme que en cualquier noche los hombres que conozco desde niña, entren a mis aposentos y me corten la garganta, me duele la cabeza de pensar en muertes y ver conspiraciones a donde quiera que pose mi vista.
—Usted no lo hace mal miladi, a pesar de su juventud se ha mostrado como una justa y acta gobernante. —sonreí al viejo caballero.
—Lo tengo a mi lado para aconsejarme, sir Arnal. Ahora es el único hombre en el que realmente puedo confiar y recibir consejos, descasaremos por esta noche. Ya fueron demasiados problemas para tratar en un solo día. —nos levantamos de la mesa. Él hizo una reverencia.
—Que pase buena noche, mi señora.
—Usted igual sir Arnal.
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