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VI

En cuanto vieron a su amiga desaparecer entra todo el alumnado no se detuvieron, siguieron corriendo, no podían dejarla ir. No sabían cómo podía sentirse, pero se daban una idea, les preocupaba y quieren hacerle saber que no está sola.

— No contesta. — le estuvieron llamando y no daba señales. — Tampoco los mensajes. —

— ¿A dónde podría haber ido? — pensaban alguna opción de su paradero.

Estuvieron buscándola sin rumbo, hasta que vieron su cabellera rubia sobresalir dentro de la multitud.

— ¡ROSÉ! — Jin alzó la voz para que su amiga lo escuchara. Irene al ver la cara de su amiga, completamente roja con los ojos hinchados rápidamente corrió a abrazarla.

— Tranquila, aquí estamos. — le dijo a su amiga, estaba realmente preocupada.

Al separarse del abrazo la notaron rara, estaba tensa y era obvio, pues por algo había salido corriendo de esa forma.

— ¿Quieres ir a casa? — le preguntó la pelinegra acariciando su cabello. Ella simplemente asintió.

Caminaron en dirección a su casa, Jisoo estaba en shock ¿Qué hacía en otro cuerpo? ¿Cómo se lo explicaría a Yongsun?

La caminata no fue tan larga, y llegaron a los apartamentos donde vive Rosé, los había dejado acompañarla porque no tenía idea de dónde vive la rubia.

Llegando a este la pelinegra ingresó el código y se adentraron a él.

— ¿Quieren agua? — preguntó Jisoo forzandose a salir de su trance, no sabía bien dónde estaba la cocina, pero el lugar no era tan grande, lo averiguaría.

— No, estamos bien. — dijo taehyung.

— Okay. — se dedicó a mirar cada rincón del apartamento, era su primera vez ahí.

— ¿Tú estás  bien? — parecía estar más tranquila. Ella volteó su vista hacía ellos, se daba una idea de lo que le había pasado a Rosé, pues una vez escuchó decir a Sungjae su plan.

— Lo estaré. — les dió una sonrisa. — Me gustaría estar sola. — se acercó a ellos. Claro que quería hablar con su hermano y con Tae, pero primero tenía que averiguar que estaba pasando.

— Está bien, cualquier cosa nos marcas. — dijo Irene después de debatir entre irse o quedarse.

Cuando por fin se fueron, se dedicó a inspeccionar cada rincón de la casa, había talismanes por todos lados escondidos, si estaría viviendo ahí tendría que quitarlos.

Pensó en muchas formas de salir de ese cuerpo, pero no se le ocurría ninguna y ya era muy tarde para ir a buscar a la chamana. Se quedó dormida pensando en qué le estaba ocurriendo.

Un ruido parecía estarle martillando los tímpanos, era el despertador. Se levantó y estaba en la habitación de Rosé, con el cuerpo de esta. Se empezó arreglar para ir a la escuela, no podía arruinarle las calificaciones a la rubia. Tenía muchos mensajes de sus amigos, durante la noche le mensajearon, pero ella al estar dormida no contestó.

Se dirigió a la escuela, rosé aún tenía dinero en su cartera por lo que usaría ese mientras estaba en su cuerpo. Estaba realmente emocionada, tendría su primer día en la universidad, siempre quiso experimentarlo.

— ¡Hola! — saludó a todos de un abrazo. Ellos se extrañaron, si bien ella siempre ha sido cariñosa casi no lo hacía, además de que venía muy energética.

— ¿Cómo estás? — Irene aún seguía abrazándola.

— Bien, excelente — se soltó, tenía una sonrisa de oreja a oreja. — Estoy viva ¿por qué habría de estar mal? — las respuestas salían inconscientemente de su boca. Ellos se alegraron ante la actitud de la rubia, no esperaban que tuviera tanto optimismo y en su cara no mostraba indicio de que fuera falso.

— Nos vemos en receso — comentó Irene dejando a los chicos para irse con Rosé a clases.

Durante estas prestó atención y tomó nota a todo, lo hacía por la rubia, no quería que al recuperar su cuerpo se atrasará con sus estudios.

Después de algunas clases era hora del receso, jaló la mano de la pelinegra para ir a la cafetería, no tenía mucho dinero pero hace tanto no comía. Sí comía en los velorios, pero la comida era insípida y en los ritos ancestrales también, pero era una vez al año.

— Hoy sí que tienes hambre. — iban caminado a los jardines.

— Siempre tengo hambre. — podía sentir el aire, como los rayos de sol pegaban a su piel, hace tanto que no lo hacía que se estaba olvidando de esa sensación.

Una vez llegaron al lugar se dispusieron a comer, los chicos no tardaron en llegar.

— Hoy compraste toda la cafetería. — bromearon, con ella. Solo sonrió y siguió comiendo.

— Todavía tengo kimchi que me dio tu mamá. — dijo Irene poniéndolo en la mesa, Jin estaba a punto de agarrar pero Jisoo le ganó y se burló de él, era preparado por su mamá y extrañaba su sabor.

— ¡Qué delicia! — la miraron sorprendidos, estaba comiendo bastante y rápido, como si la fuesen persiguiendo.

— Tranquila, no son carreras. — le dijo Jin, entonces lo miró y le sonrió. No había visto a la rubia sonreir de esa forma, esta vez su sonrisa le impedía ver sus ojos al mimo tiempo que arrugaba la nariz. Sintió un escalofrío al recordar quién sonreía así, por lo que desvió la mirada.

— Irene me dijo que irían a comprar cuerdas para tu guitarra. — miró a Taehyung quién habló mientras al igual que los demás degustaba de la comida. — ¿las puedo acompañar? — Jisoo paró de comer y lo miró un poco sorprendida.

— ¿hoy? — no podía hacer planes, tenía que pedirle ayuda a Yongsun. Él asintió.

— Hoy no puedo. — el apetito había desaparecido. Se sentía feliz, se sentía viva, pero esta no era su vida. No podía disfrutarla, no así.

— ¿Por qué? — Irene notó el repentino cambio de humor de la rubia — ¿A dónde tienes qué ir? — su amiga últimamente ponía excusas, quería que soltara todo lo que la acomplejaba.

— Hoy haré ejercicio. — no se le ocurría que excusa poner, no conocía a rosé ni nada de su historia. Todos miraron extrañados.

— Nunca haces ejercicio. — se quería Bae reír ante la respuesta de su amiga, pero la situación requería seriedad.

— Bueno, hoy empieza mi vida fit. — se levantó y empezó a estirarse.

— ¿Qué haces? — estaban riendo ante la repentina ocurrencia de la rubia.

— Siempre hay una primera vez. — empezó a trotar para luego irse de ahí dejando a todos riendo, pero curiosos ante su actitud.

Nunca se había acercado a Rosé porque sabía que ella tenía la capacidad de verla, por ende no sabía ni como era el comportamiento de la rubia.

Se encontraba cambiando entre los pasillos de la institución, sola. Había dejado a los demás en el jardín porque no sabía cómo fingir ante ellos. De repente siente como alguien la jala del brazo.

— Te di la oportunidad de volver conmigo y me rechazaste. — era Sungjae, quien estaba lastimandola ejerciendo fuerza sobre su brazo — A mí nadie me rechaza. — estar en esta situación le daba flashes de recuerdos, le daba pánico, pero quería verse fuerte e intentó librarse. No había nadie en el pasillo a quien pedirle ayuda.

— Te dije que esas solo eran la primeras fotos ¿Quieres que publique las demás? — sonaba amenazador. Quizá ella no tenga tanta sabiduría, pero sabía cómo acabar con él.

— Adelante, Hazlo. — dejó de forcejar para que la soltara — La pornografía es un delito en este país y tú solo te estás poniendo en evidencia. — él soltó un poco su agarre, no fue tan inteligente para pensar en eso. — Tengo pruebas. — no sabía si realmente las tenía rosé, pero vió como el tipo frente a ella se asustaba que era mejor hacerle creer eso. — No te tengo más miedo. Veamos quién pierde más. — pon fin logró soltarse y salió corriendo de ahí.

Con ayuda de la pelinegra tomó todas las clases, poniendo atención a cada una de ellas.


No había recibido trabajo en todo el día, estaba aburrida. Yongsun decidió dedicarse a esto porque su abuela le dijo que así podría ayudar a los demás, además de que le llamaba la atención el tema.

Estaba absorta  viendo su celular que el ruido de la puerta abrirse abruptame la sobresaltó.

— ¿Qué se le ofrece? — dijo la chamana enojada, pero tratando de sonar tranquila.

— Perdón, sé que te desobedecí. — dijo acercándose rápidamente a la mayor, quien estaba confundida ante su comportamiento. — Este cuerpo no es mío. Ni siquiera se cómo pasó. — le tocó las manos y la miró a los ojos— Ayúdame. — Yongsun sintió lo frías que estaban sus manos y la mirada que le daba la hacía sentir como alguien cercana.

— ¿Jisoo? — ella asintió rápidamente.
— ¿Cómo pasó? — ambas fueron a tomar asiento tratando de tranquilizarse.

Jisoo empezó a relatar como había ocurrido todo sin que se le olvidara algún detalle. La mayor solo escuchaba atentamente tratando de encontrar el por qué y alguna solución.

— ¿Por qué me pasó esto? — la menor quería respuestas.

—  Tienen la misma carga de energías — eso lo comprobó tocando sus manos — Cuando te apoderas de un cuerpo y tienes la misma carga de energías es muy difícil salir de este. — la miró seria — Te dije que era hora de ascender. Solo puedes apoderarte de cuerpos cuando tu alma se está volviendo maligna. — amabas estaba asustadas.

— Creo que tendrás que vivir como ella — Jisoo rápidamente se levantó del sillón.

— ¡NO! — Yongsun la miró sorprendida. Las lágrimas comenzaron a salir de sus ojos. — Está no es mi vida. — hizo una pausa y secó sus lágrimas— Mi vida ya acabó, no puedo robarsela. — se acercó a Yongsun y se puso de rodillas. —Ascenderé, si no tengo otra opción lo haré. — la mayor la abrazó mientras sollozaba.

Jisoo quería vivir, el rencor que guardaba era hacia quien le había arrebatado sin piedad. Pero era consciente que el hecho que lo deseara no validaba que le robara la vida a alguien más. Sí, quizá Rosé quiso atentar contra su propia vida, pero eran sus decisiones porque es su vida.

Tenía que encontrar la solución, pero en lo que eso pasaba viviría como la rubia lo haría. Egoistamente disfrutaría de una vida que no le correspondía, sabía que no era lo correcto pero lo haría, quizá como despedida.






-A 🌷





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