Capítulo 5
—No puedes irte, lo siento —dijo Jimin, cruzando los brazos frente a Jungkook.
—¿Qué? Pensé que teníamos un trato —respondió Jungkook, levantándose de la cama. Ya no llevaba el saco ni la corbata; su camisa tenía las mangas dobladas y los primeros botones desabrochados.
Jimin desvió la mirada, intentando ignorar la piel del pecho de Jungkook que se asomaba entre los botones abiertos. Aclaró su garganta y lo miró a los ojos con esfuerzo—Es que... no puedes irte.
Jungkook frunció el ceño, visiblemente confundido—¿De qué estás hablando? No puedes retenerme aquí en contra de mi voluntad. Lo que hice anoche fue ayudar, y tú deberías estar agradecido.
—Yo... —Jimin bajó la mirada, mordiéndose el labio. Lo que estaba a punto de decir era una locura, pero tenía que intentarlo— Quizá pueda convencerte de quedarte, solo por una semanas —
—¿Convencerme? —repitió Jungkook, arqueando una ceja. Su tono era escéptico, pero la ligera sonrisa que asomaba en su rostro sugería otra cosa.
Jimin dio un paso hacia él, algo nervioso pero decidido. Se pasó la lengua por los labios, sin darse cuenta del efecto que eso tenía en el médico—Eh... bueno, pensaba que podríamos encontrar una forma... algo que te motive a quedarte.
Jungkook tragó saliva, apartando la mirada un momento como si intentara mantener la compostura. Jimin no podía estar sugiriendo lo que él creía, ¿o sí?
El silencio entre ambos se volvió pesado, cargado de algo que ninguno de los dos estaba dispuesto a nombrar. Jungkook finalmente regresó la mirada al chico y dio un paso más cerca, inclinándose ligeramente hacia él—¿Y qué harías para convencerme?—
La pregunta salió en un tono bajo, como si fuese un desafío. Jimin sintió que el calor subía a sus mejillas. La distancia entre ellos se acortó aún más, y el aire parecía cargado de algo eléctrico.
—Podría... persuadirte —susurró Jimin, sus palabras temblorosas pero llenas de intención. Lentamente, levantó la mano y la apoyó en el pecho de Jungkook, sintiendo la tela de la camisa y los músculos tensos debajo.
Jungkook no pudo evitar contener el aliento. Su mirada se enfocó en los labios de Jimin, tan cerca y tan tentadores. Por un instante, el mundo desapareció, y solo existían ellos dos en ese pequeño espacio. Su rostro se inclinó apenas hacia él, acercándose a esos labios que lo llamaban como un imán.
Jimin cerró los ojos, su corazón latiendo desbocado. Pero justo cuando estaban a punto de cruzar esa línea, una voz interrumpió el momento.
—¡Chicos! —El grito desde la puerta los sobresaltó.
Jimin se apartó rápidamente, su rostro completamente rojo—Iré a abrir —balbuceó, huyendo de la habitación antes de que pudiera empeorar su vergüenza.
Jungkook lo vio salir, soltando un suspiro pesado—¿Qué demonios estaba a punto de hacer? —murmuró para sí mismo.
Se pasó una mano por el cabello, tratando de recomponerse. Era cierto que llevaba meses sin tiempo para su vida personal debido al trabajo, pero no era excusa para casi dejarse convencer por el chico que lo había secuestrado.
Sacudió la cabeza, intentando recuperar la lógica. Pero por más que quisiera ignorarlo, algo en Jimin lo desarmaba por completo.
¿Cómo diablos empezaban los síntomas del síndrome de Estocolmo? ¿Querer acostarse con su secuestrador era uno de ellos? Jungkook debía salir de allí lo antes posible. Estar cerca de Jimin le estaba jodiendo la cabeza.
Cuando salió de la habitación, Hyun Sik estaba hablando con Jimin.
—Oh, buenos días, Jungkook —lo saludó de inmediato con una sonrisa.
—Buenos días —respondió Jungkook, asintiendo con la cabeza.
—Solo quería asegurarme de que estuvieran bien, pero Jimin me dice que ni siquiera notaron la tormenta. Supongo que estaban demasiado cansados —dijo Hyun Sik con tono despreocupado.
—¿Tormenta? —preguntó Jungkook, confundido.
—Sí, empezó a llover a eso de las once de la noche, y empeoró pasada la medianoche. Se cortó la electricidad y las líneas telefónicas, pero por suerte encendimos el generador de emergencia. Sung-rok quiso ir a la ciudad apenas amaneció, pero hay árboles caídos por toda la carretera. Es imposible pasar.
Jungkook asimiló la información, sin poder creerlo. ¿Era en serio? Había estado tan agotado por las pocas horas de sueño de los últimos días, sumado al incómodo viaje en el maletero del auto de Jimin, que apenas tocó la cama, cayó profundamente dormido. Ni siquiera una tormenta lo había despertado—¿Estamos atrapados aquí? —preguntó, aunque ya sabía la respuesta.
—Sí, al menos por unos días —respondió Hyun Sik, encogiéndose de hombros—. Pero seguramente pronto despejarán la carretera.
Jimin, por su parte, estaba asombrado. Por primera vez en su vida, la suerte parecía estar de su lado. Jungkook, quisiera o no, iba a quedarse. Ya no tendría que encontrar la forma de convencerlo, y, por alguna estúpida razón, eso lo decepcionaba un poco.
Se aclaró la garganta al recordar un pequeño pero importante detalle.
—Hyun Sik, ¿puedo pedirte un favor? —preguntó a su cuñado.
—Claro, ¿qué necesitas? —respondió Hyun Sik con una sonrisa. Jungkook arqueó una ceja, curioso.
—Es que olvidé las maletas de Jungkook con todas sus cosas antes de venir —dijo Jimin, tratando de sonar convincente. Mentir no era lo suyo—. Estaba pensando que tal vez podrías prestarle algo de tu ropa. Creo que le vendría bien; son casi de la misma estatura.
Hyun Sik miró a Jungkook por un momento antes de asentir—No hay problema. DaHyun siempre empaca de más, y yo todavía tengo ropa aquí de las vacaciones pasadas. ¿Hay algo más que necesiten?
—No, eso es todo. Siento molestarte —respondió Jimin, mordiéndose el labio inferior.
—Para nada, no es ninguna molestia —dijo Hyun Sik con amabilidad. Luego miró a Jungkook—. Buscaré la ropa. Imagino que querrás cambiarte.
—Muchas gracias, de verdad. Jimin es algo despistado —dijo Jungkook, sonriendo mientras pasaba un brazo por los hombros del pelinegro.
—Lo sé, lo conozco desde hace años —respondió Hyun Sik con una ligera risa—. Iré por las cosas, no tardo.
—Entonces, ya que está decidido que vas a quedarte, deberías darte una ducha. En el baño hay toallas y cepillos de dientes nuevos —dijo Jimin, apresurándose a cambiar de tema—. Iré por mis cosas al auto.
Sin darle oportunidad a Jungkook de responder, Jimin salió rápidamente. Después de lo que había pasado hace un momento, moría de vergüenza y necesitaba aire fresco.
Fue a su auto tomando respiraciones profundas llenando sus pulmones, sus hermanos no estaban en ningún lado por suerte, la tormenta había arrastrado algunas ramas de árboles, pero todo se veía muy bien. Se quedó recostado en su auto un rato asimilando todo lo que había pasado, su corazón se aceleró con el recuerdo de lo cerca que había estado de besar a Jungkook.
Los labios del médico eran rosados y sexys, su pecho bajo el tacto de Jimin se sintió duro y firme, seguro que hacía mucho ejercicio. Dejó salir el aire de sus pulmones lentamente, tenía que dejar de desear a un hombre que no podía tener, después de que terminaran sus vacaciones Jungkook desaparecería de su vida.
No supo cuánto tiempo estuvo allí perdido en sus pensamientos hasta que escuchó la voz de Hyun Sik.
—¿Jimin? —Lo llamó, Hyun Sik tenía un bolso en su hombro.
—Vine por mi maleta —Le dijo sacándola del auto.
—Bien, te ayudo con eso —Hyun Sik se acercó a Jimin y le quitó la maleta tendiéndole una bolsa—. Son las galletas caseras que hace tu mamá con chispas de chocolate, están recién hechas, sé que te encantan.
—¡Oh gracias, Hyun Sik! —A Jimin se le iluminaron los ojos y tomó la bolsa, amaba las galletas que preparaba su madre, era muy raro, pero con el único miembro de su familia con quien se llevaba bien era su cuñado. Podían tener una que otra platica de vez en cuando, claro, solo si DaHyun no estaba a la vista.
—De nada —respondió su cuñado—. Tenía algo de ropa sin estrenar que le irá bien a Jungkook y también un par de botas que compré hace poco, las usé una vez pero me quedan algo grandes, creo que a Jungkook le ajustarán perfectamente, sabes que con las lluvias que estamos teniendo son necesarias.
—Te lo agradezco mucho, Hyun Sik.
—Por favor deja de agradecerme, Jimin, no es nada —Hyun Sik se encogió de hombros mientras caminaban de nuevo a la cabaña.
Cuando Jimin entró a la habitación se encontró con un Jungkook recién bañado, con una toalla alrededor de su cintura y otra secándose el pelo. ¡Diablos, eso era demasiado para su pobre corazón! Se obligó a apartar la mirada carraspeando su garganta.
—Hyun Sik dijo que la mayoría es ropa nueva, y también trajo botas —dijo tendiéndole el bolso con las cosas y desapareció para entrar al baño, necesitaba darse una ducha con mucha agua fría, se sentía demasiado caliente de repente.
Después de estar listos y vestidos juntos, fueron a la casa principal, para tomar el desayuno. No hablaron sobre lo ocurrido en ningún momento y preferían evitar la mirada del otro. DaHyun y Jae Hyun reinaron por su ausencia y eso, de cierto modo, hizo a Jimin sentirse aliviado. Sus padres no le hablaron mucho, solo le hacían preguntas a Jungkook sobre su carrera de medicina. Resulta que Jungkook tenía 29 años y ya figuraba como uno de los mejores cardiólogos del país.
Saber toda esa información hizo a Jimin sentirse incómodo y darse cuenta del pésimo error que había cometido al secuestrarlo. Su madre parecía adorar al castaño y, una vez que Jungkook estuviera fuera de su vida, le reprocharían por haber dejado escapar a un "gran partido", y sí, el remedio resultaría peor que la enfermedad.
Cuando terminaron de comer, Jimin decidió que tenía que hablar más con Jungkook. No sabía absolutamente nada del castaño, e iba a pedirle que fueran directo a la cabaña, pero su padre habló primero.
—Jeon, me gustaría hablar contigo un momento —dijo saliendo de la casa hacia el porche.
Jimin sintió un escalofrío recorrer su cuerpo. ¿De qué podría querer hablar su padre con su falso novio? Antes de que Jungkook saliera, Jimin le dio una mirada suplicante.
—¡Por favor no me delates! —dijo en su mente, aunque si lo pensaba bien, si Jungkook hubiera querido delatarlo, lo habría hecho desde el primer instante en que llegó.
Jimin pidió a todos los dioses que su padre no fuera a descubrirlo.
Jungkook siguió a Park Sung-rok, sin tener idea de qué pudiera querer decirle ese hombre. Personalmente no le agradaba el padre de Jimin, era prepotente y sin escrúpulos, eso se veía a simple vista.
Sung-rok se detuvo y miró a Jungkook a los ojos.
—Ya puedes dejar de fingir, Jeon —dijo simplemente.
Jungkook se quedó un poco paralizado.
—¿Disculpa? —preguntó con cautela.
—Soy un hombre difícil de engañar, Jeon —dijo con una sonrisa arrogante—. Puedes dejar de fingir ser el perfecto novio de Jimin, ambos sabemos lo que un hombre como tú puede querer de alguien como él.
Jungkook arqueó una ceja.
—Realmente no estoy entendiendo lo que quieres decir —aunque el pelinegro sí lo entendía, esperaba estar equivocado.
—Eres un hombre inteligente, Jeon, lo entiendes, y sabes que lo que digo es verdad. Jimin es un chiquillo rebelde, que no sabe qué hacer con su vida, pero es muy atractivo, eso llama la atención. Alguien como tú solo lo querría para jugar un tiempo con él, utilizarlo un tiempo para después dejarlo al aburrirte. No te juzgo, lo comprendo, no sé qué le pasa a ese chico por la cabeza, es tan fantasioso, nadie lo tomaría en serio.
La indignación que sintió Jungkook en ese momento fue demasiada y realmente quiso golpear al hombre frente a él. ¿Cómo diablos era posible que un padre hablara de esa manera de su propio hijo? Empuñó sus manos hasta que sus nudillos se pusieron blancos.
—Pues te equivocas, Sung-rok. Soy muy serio con mi relación con Jimin, lo nuestro es algo que veo a futuro. Sí, estoy consciente de que es malo para tomar algunas decisiones, es intrépido y algo torpe, pero nadie es perfecto. Jimin es un hombre maravilloso que es capaz de mantenerse a sí mismo y me complementa, es mi catalizador. Llevamos saliendo muy poco, pero ya me estoy planteando la idea de pedirle que vivamos juntos —aseguró con tanta convicción que hasta él mismo se sorprendió.
—¿Vivir juntos? —preguntó Sung-rok todavía incrédulo.
—Por supuesto que sí, y si en este país fuera legal el matrimonio de personas del mismo sexo, encantado le pediría que fuera mi esposo, pero ahora quiero dejarte claro que Jimin no es ningún juguete, es mi novio y tu hijo, así que te exijo respeto para él y para nuestra relación —retó sin quitar la mirada de la de Park Sung-rok.
Este entrecerró sus ojos, ninguno de los dos apartó su mirada hasta que un grito ahogado rompió el silencio. Era estremecedor, lleno de terror y era de Jimin.
Jungkook de inmediato corrió hasta donde se escuchó el grito, hacia el jardín trasero, topándose con Jimin que tenía los ojos llenos de lágrimas y se limpiaba la ropa con desesperación.
—¡Quítamelos, quítamelos! —gritaba moviendo sus manos.
—¿Qué te quito? —preguntó Jungkook alarmado, intentando entender qué le estaba pasando al pelinegro.
Jimin temblaba como una hoja al viento y se pasaba las manos por su cabello con los ojos llenos de lágrimas.
—¡Quítalos, por favor, quítalos! —era lo único que decía, parecía en estado de shock.
—Jimin, no tienes nada. ¿Dime qué te pasa? —preguntó sosteniendo el rostro de Jimin entre sus manos, pero Jimin no le dijo nada, tenía el rostro pálido como si le hubieran drenado toda la sangre de su cuerpo.
—¿Qué le pasó? —La voz de Sung-rok se escuchó después de un momento, dirigiéndose a sus hijos mayores que miraban la escena riendo.
Jungkook había estado tan concentrado en Jimin que hasta en ese momento los notó.
—No le pasa nada, papá, es que solo le jugamos una broma. Pensamos que Jimin ya había dejado de temerle a las mariposas y las orugas, así que le lanzamos algunas, pero Jimin sigue siendo un exagerado —dijo DaHyun con cinismo.
Jungkook sintió que la vista se le nublaba de la ira.
—¡Pudieron causarle un infarto! —gritó—. ¿Acaso no piensan? No pueden simplemente jugar con la fobia de alguien más.
Sung-rok frunció el ceño—Ya son mayores y están casados, déjense de bromas estúpidas —gruñó a los mellizos.
—No creímos que Jimin fuera a alterarse así, padre, lo sentimos —contestó Jae Hyun entre dientes.
Jungkook los ignoró a todos y acarició el pelo de Jimin revisando que no tuviera ninguno de esos insectos en la ropa.
—Estás bien, cariño, no tienes nada —susurró suavemente.
Todo el cuerpo de Jimin estaba tembloroso y enterró su rostro en el cuello de Jungkook. El castaño lo levantó del suelo con mucha facilidad y lo cargó en brazos hasta la cabaña, alejándolo completamente de su malintencionada familia.
Lo dejó en el sillón y buscó en la pequeña cocina un vaso con agua.
—Tranquilo, aquí no hay mariposas ni orugas, lo prometo.
—Estaban en mi cabello —sollozó Jimin entre lágrimas.
Jungkook le pasó los dedos por el cabello y le dejó un beso en la melena azabache.
—No tienes nada, está bien —le tendió el vaso.
Jimin tomó solo un poco de agua y se pasó las manos por el rostro todavía aturdido, siendo presa del pánico, sintiendo su cuerpo como una gelatina.
Jungkook no pudo soportar verlo tan indefenso, un instinto protector lo llenó por completo removiendo cada fibra de su ser, así que estrechó a Jimin contra su cuerpo—Relájate, ya pasó, estoy contigo, tú no estás solo. Ya no —le susurró en el oído.
Hola ternuras espero que esté capitulo les haya gustado besos, nos leemos pronto...
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