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🎼 Canción Recomendada para este capítulo:
❝ Cold Rain - 4Minute ❞
2 meses antes...
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Me encontraba disfrutando de una de las series que actualmente se transmite en la plataforma de internet más popular del mundo, cuando, de la nada, mi prometido entró hecho una fiera a la habitación.
─¡¿SaRang, qué carajos te pasa?! ¡Sabes perfectamente que no puedes andar como si nada por estas calles! ─expresó JungKook, completamente colérico desde el marco de la puerta.
Creí absurdamente que se trataba de algo mucho más importante, por lo que, esbozando un suspiro, me viré a verlo aún estando acostada en la cama.
─¡¿Y morir de hambre aquí encerrada?! ─le respondí con el mismo tono de voz.
Su semblante colérico disminuyó tras escucharme.
─Me lo hubieras pedido... ─respondió un poco más calmado para después acercarse al buró de la habitación y recargarse ahí, dándome la espalda.
─Ni siquiera contestas mis llamadas. Además, ¿qué va a pasar? Si solo fui al minisúper de la esquina ─respondí tranquilamente mientras me acercaba a él con lentitud.
Observé cómo colocó su mano izquierda sobre su frente en un claro gesto de frustración, y su mirada a través del espejo me fulminó por completo.
─¿A no? ¿Qué hubieras hecho si alguien te reconoce? ─se giró bruscamente después de golpear el buró.
Esa mirada de furia y recelo extrañamente me excitaba.
─Por favor... ─aseveré fastidiada. ─Todo es culpa tuya; ni siquiera puedo ir a casa de mi madre. ─Me crucé de brazos, observando detenidamente sus pectorales; el trabajo en el gimnasio estaba notándose considerablemente.
─¿Mi culpa? Tú fuiste la que cometió el estúpido error de quitarse la máscara en pleno robo. ─respondió nuevamente molesto, acentuando su enojo con las manos e imitando mi postura.
Lo observé incrédula.
─¡Si no hubieses lanzado el gas pimienta antes de que yo saliera de ahí, nadie me reconocería! ─refuté, golpeando con fuerza su hombro.
Suspiró sin darle importancia alguna al golpe.
─¿Te das cuenta de que solo hablamos en círculos? ─me miró fijamente.
Cansada de su absurda discusión, torné los ojos y respondí con burla.
─Responde mis llamadas y nada de esto volverá a suceder. ─Me di media vuelta para volver a recostarme en la cama y continuar viendo la serie que se reproducía en el computador.
─¿Desde cuándo hemos peleado tanto? ─preguntó después de sentarse en la orilla de la cama, justo detrás de mi espalda.
Tuve que pausar el capítulo y dejar de comer mis botanas para responderle con toda la sinceridad posible.
─Que yo sepa, desde que empezamos a robar y a vender cocaína, tu maravillosa asociación con ellos solo nos ha estado distanciando desde hace años...
Él, sorprendido y sopesando mis palabras, me respondió.
─Pero, mi vida, el negocio nos ha traído buenas cosas. No me digas que tus vestidos, zapatos y maquillaje son gratis. ─Esa suave voz varonil y seductora la usaba únicamente para distraerme de lo que realmente discutíamos. ─Ni que decir de la casa de tu madre. ─Mencionó tranquilamente mientras acariciaba mis piernas suavemente con las yemas de sus dedos.
Después de ello, me golpeó el glúteo a su alcance; el impacto resonó fuertemente, causándome un ardor instantáneo en la zona. Fastidiada por tal acto, golpeé mi talón contra su muslo, muy cerca de la entrepierna, ganándome una sonrisa de conejito como recompensa. Él sabía perfectamente que mi debilidad es verlo sonreír así, por lo que me giré de nuevo hacia el computador para no darle importancia.
─Son cosas que van y vienen, pero tu atención no. ¿Cuándo fue la última vez que me follaste tan duro que no pude mover las piernas en días?
Con un gesto de asco en el rostro, me respondió.
─Nena, no seas tan vulgar. Si no te tocó como antes, es por el negocio. ─Se recostó detrás de mí, dejando pequeños besos sobre mi cuello y se aferró a mi cintura.
De inmediato, me alejé molesta, empujando el computador hacia el otro lado de la cama.
─¡Querrás decir por las putas de tu negocio! ─grité furiosa; claramente, mis celos salían a relucir y suspiré, calmándome un poco para responderle. ─Desde que te obligaron a administrar el club, ni caso me haces. ─Volví a darle la espalda.
Él logró recostarse completamente detrás de mí y volvió a aferrarse a mi cintura, susurrándome al oído.
─Bebé, no digas estupideces. Tú eres la única mujer a la que deseo y no me obligaron; fue un ascenso. ─Recalcó lo último, reposando su frente contra mi hombro.
Me era incómodo sentir su calor corporal cuando estaba molesta con él, por lo que decidí sentarme en la cama, recargando mi espalda contra el cabezal acolchado, cruzándome de brazos.
─Dime algo creíble, esos pendejos solo te están utilizando para no ser descubiertos...
JungKook se recostó sobre mi regazo, restregándose como un gato buscando mimos.
─¿Algo creíble? ─se quedó ahí en silencio por unos segundos. ─Pues probablemente mañana en la noche vendrá un apuesto hombre en su auto de lujo para llevarte a cenar a ese restaurante que tanto amas en JeJu, y quizás ocurra algo más en la playa.
Siempre ha logrado adularme con cualquier cosa romántica.
─Embaucador. ─Le jalé la oreja suavemente, ganándome un quejido tan tierno de su parte.
Realmente odiaba que recurriera a sus encantos para distraerme y hacerme cambiar de humor tan rápido.
JungKook terminó por recostarse sobre mis muslos, y la molestia de hace unos segundos desaparecía paulatinamente mientras observaba esos ojos grises bastante atrapantes.
─Entonces, mi niña... ─me sostuvo del mentón, suavemente acariciándome con la yema de su pulgar. ─¿Te pondrás preciosa para mí mañana? ─preguntó, mordiéndose suavemente el labio.
Lo pensé un poco; no iba a perdonarle tan fácilmente el cómo me habló hace unos minutos, pero anhelaba esos momentos en los que él y yo éramos uno, así que acepté con un simple gesto.
Emocionado, tras cumplir su objetivo, sonrió ampliamente y se levantó de la cama para después besarme la mejilla.
─Perfecto, te quiero como siempre, mi perrita... ─susurró cerca de mis labios.
Los levanté un poco para corresponder al semibeso, pero, en lugar de darme un piquito, se alejó de mí dirigiéndose hacia el baño. Asombrada, giré la cabeza, observando cómo poco a poco se deshacía de sus prendas para darse una ducha antes de ir a dormir.
Desde hace meses, sigue la misma rutina: se levanta a las diez de la mañana, se da una ducha, desayuna café y un poco de fruta, se perfuma antes de salir y se va por horas. Cuando llega a casa, entra directamente a la cocina, se sirve un poco de la comida que preparé en la tarde, cena, se ducha y se va a dormir.
En ningún momento me dirige la palabra ni pregunta cómo estoy; si llega a hablarme, es para discutir u ordenarme cosas.
Extrañaba al hombre del que me enamoré cuando tenía dieciséis años, siempre tan atento y romántico.
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Al día siguiente, desperté, como siempre, al escuchar el sonido proveniente de la ducha. Estiré mis extremidades y después me levanté de la cama para ir a la cocina por mi taza de café diaria. Casi choqué con la puerta de la habitación por caminar con los ojos entrecerrados.
Estaba de buen humor, algo muy extraño en mí. Normalmente amanezco con dolor de cabeza, así que aproveché la ocasión, dispuesta a elaborar un desayuno para JungKook.
En la cocina, tomé los ingredientes necesarios para preparar un par de emparedados asados y encendí la cafetera después de colocar el café importado de Colombia que compré hace poco. Leí en Twitter que era exquisito, por eso decidí traerlo a casa para probarlo.
JungKook entró a la cocina con sigilo; no me había dado cuenta de su presencia hasta que me tomó por la cintura y besó mi cuello. El sartén casi termina en el piso por el susto.
─¡Cariño, deja de hacer eso! ¡Algún día me matarás de un infarto! ─mencioné, intentando calmar mi ritmo cardíaco.
Él permaneció inmutable a mis gritos, aferrándose cada vez más a mi cuerpo e inhalando fervientemente el aroma de mi cabello.
─El que está sufriendo un infarto soy yo. Esa pijama te queda muy bien... ─afirmó con voz grave y ronca.
─A mí todo me queda bien. ─Moví mis caderas suavemente, provocando que la falda de mi camisón negro de seda se levantase ligeramente. ─Anda, siéntate, que ya está listo el desayuno. ─Intenté darme vuelta, pero él siguió detrás de mí, ahora aprisionándome contra la barra de la cocina.
─Lo sé, está frente a mí. ─Se pegó a mi espalda, restregando contra mis glúteos la erección que se marcaba en sus pantalones, mientras me besaba lentamente el cuello.
Gemí un poco y le seguí el juego, moviendo mi cadera de arriba a abajo.
─Mmm, señor, aguardé un poco.
Sus manos descendieron lentamente hacia mis muslos, donde presionó sus dedos.
─Es tu culpa por tentarme así ─susurró para después morderme el lóbulo de la oreja y colar sus dedos por debajo de mis bragas.
Debía detenerlo o caería ante su intento de seducción, gritando su nombre como un perro en brama.
─Solo es un pequeño adelanto para esta noche; sea paciente y deguste lo que le he preparado, mi señor...
─Está bien, mi perrita, lo haré solo para ver lo que me tienes preparado ─se alejó de mí después de dejar una marca roja y violácea en mi cuello.
Ambos nos sentamos en la isla de la cocina a disfrutar de lo que anteriormente había preparado. Mis hormonas habían despertado y me tenían bastante acalorada; tenía ganas de sentarme sobre las piernas de JungKook y montarlo ahí mismo.
Me perdí tanto en mis pensamientos sucios que no me di cuenta de que él ya se había levantado de la mesa hasta que me besó en los labios, sacándome de mi ensoñación. Tenía semanas sin probar sus labios, inmediatamente sonreí y me percaté de que estaba listo para irse; desde mi asiento vi cómo salía de nuestro hogar.
Volví a mi habitación minutos después con una taza extra de café en las manos. Aún era muy temprano, así que decidí volver a mi cama y terminar de ver esa serie de adolescentes tan popular.
Pasé toda la mañana viendo los capítulos. Cuando uno comenzaba, decía que sería el último y que comenzaría a hacer las labores de la casa, pero en lugar de eso, continuaba viendo el siguiente.
En punto de las tres de la tarde, comencé a limpiar y a sacudir una vieja maleta. La última vez que la usé fue para nuestro viaje a Tailandia, hace cinco años. Desde entonces ha permanecido dentro del armario; no lucía muy bien y el cierre no cerraba correctamente. Pensé en usar un bolso deportivo, pero conociendo a mi conejito, estaríamos más de tres días en JeJu y debo llevar todo lo que necesito para la playa.
Pensé en no molestar a JungKook, pero, en definitiva, mi maleta no cerraba, aunque le pusiera cinta adhesiva en los costados. Así que opté por tomar mi celular y enviarle un mensaje en Kakao Talk.
Mi vida ❤🐰
Últ. Vez 3:50pm
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Mi amor, ¿estás ocupado? 👉🏻👈🏻 ✓✓
4:30pm
No, voy de vuelta a casa
¿Por qué?
¿Aún no estás lista?
4:30pm
Estoy a punto de alistarme, pero... ✓✓
Tengo un inconveniente. ✓✓
Mi maleta no funciona y es la única que tengo 😭 ✓✓
¿Podrías comprar una antes de llegar a casa? 🙏🏻💜 ✓✓
4:31pm
Mmmm...
Solo si la usarás para llevar mucha lencería sexy 😏
4:31pm
Tenlo por seguro 😏🔥 ✓✓
4:32pm
De acuerdo, iré por una 🔥❤
4:32pm
Muchas gracias 😍 ✓✓
Estoy segura que no te arrepentirás ✓✓
😏❤️😘 ✓✓
4:33pm
Eso espero 🔥
4:33pm
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Dejé mi celular sobre la cama, a un lado de toda la ropa que empacaría, para después tomar los accesorios de baño y un par de sandalias, dispuesta a darme un baño.
Dentro del cuarto de baño, abrí la llave, esperando a que el agua tomara la temperatura adecuada y entré disfrutando del líquido correr sobre mi cuerpo. Salí minutos más tarde; normalmente tardo entre treinta y cuarenta minutos en ducharme, ya que amo masajear mis músculos debajo del torrente cálido con ayuda de unas cuantas sales exfoliantes.
Me coloqué el vestido negro que le encanta a JungKook; según él, mi cuerpo se ve perfecto cuando luzco vestidos ajustados y atrevidos.
Esperé a que llegara a casa para terminar de empacar mis cosas y salir juntos para disfrutar de nuestra velada.
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