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Corea del Sur (2002)
Risas
Más risas
HongJoong estaba cansado de escuchar lo mismo una y otra vez.
Su estómago se retorcía mientras vomitó todo el agua contaminada del inodoro que no pudo evitar ingerir, a su alrededor todo daba vueltas, un dolor aún más intenso que el de su estómago lo regresó a la realidad, estaba siendo golpeado innumerable veces en el rostro, tanto que la sangre comenzó a brotar como si hubiesen abierto un grifo.
—La próxima vez no te hagas el valiente delante del profesor, porque te irá peor, "niño perfecto" —el tono burlón y lleno de ira presente en aquella chillona voz.
Estaba tan cansado...
Despertó en el hospital, hacía mucho frío, trató de abrazarse a sí mismo, pero eso solo causó que un gemido abandonadonara sus resecos labios.
Apretó sus puños con mucha fuerza, sentía la rabia correr por sus venas, tejiendo una red que solo a él atrapaba.
Esa misma noche logró llegar a su departamento, por lo menos su mamá le envío un taxi al hospital y su tarifa fue cancelada por ella misma.
Bajó del pequeño auto caminando con pasos lentos hacía la entrada, al estar a punto de ingresar, sintió una penetrante mirada sobre él, generándole escalofríos, volteó lo más rápido que pudo, pero... no había nadie, sacudió su cabeza y prefirió no darle importancia a su mente cansada.
Al llegar, ducharse, vestirse con su pijama y mirarse al espejo, la lástima por si mismo lo abrazó, vio golpes por todas partes, incluso su nariz aún sangraba. No pudo evitar reírse amargamente mientras sus ojos descargaban las saladas lágrimas.
Tomó su bolso y de su billetera sacó una pequeña fotografía que guardaba cómo tesoro, sonrió débilmente admirando el perfecto rostro y el oscuro cabello armoniosamente peinado, Park Seonghwa era un príncipe y cómo uno, era igual de inalcanzable, tan hermoso, siempre dispuesto a ayudar a los demás, y demostrando a cada minuto ser lo o más perfecto que podía alguien imaginar.
Recordó cuando ingresó a la escuela, hacía menos de un año, la primera vez que le vio, cómo aquellos ojos que reflejaban la noche en ello se encontraron con los de él, cuando torpemente tropezó y por primera vez sintió como alguien le ofrecía la mano para ayudarle y no para golpearlo, la primera sonrisa sincera que le dedicaban.
Abrazó fuerte la foto, quizás era estúpido, pero amaba sentirse así, ilusionado por verlo cada día, él era la razón por la que sonreía, no le importaba ser el perdedor que era, solo verle era más que suficiente.
—Lo eres todo para mí —susurró a la fotografía y dejó un pequeño e inocente beso en ésta, logrando poder conciliar el sueño segundos después.
Esa noche en el mundo de sus constantes pesadillas, vio a un príncipe, pero no uno cómo el de los cuentos de hadas, sino diferente, cubierto de carmesí, con una mirada oscura, y una sonrisa retorcida.
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—El informe deberá ser entregado el día jueves, no excedan el número de integrantes, máximo tres, ¡tengan un feliz comienzo de otoño!
El profesor se despidió sonriente y ahora continuaba el dilema de HongJoong: encontrar compañeros para la tarea.
Respiró profundo y reuniendo energía estuvo a punto de levantarse y preguntar si alguno quería incluirlo. Lo más seguro es que terminara haciéndola solo.
Pero quedó hecho piedra al ver cómo se acercaba alguien que jamás imaginó, sintió su estómago retorcerce y sus nervios dispararse, quería correr y esconderse debajo del pupitre.
—¿Quieres unirte a nuestro equipo? —la grave voz resonó en los oídos de HongJoong haciendo eco, ¿de verdad estaba pasando?
—Yo, e... —se sintió el más estúpido, fingiendo que algo se le había caído y por se encontraba como un estúpido mirando al suelo. No podía siquiera articular una palabra correctamente, quería teletransportarse a otro planeta y perderse en éste.
—Tomaré eso como afirmación —el pelinegro mostró una diminuta e inocente sonrisa, al mismo tiempo que se acercaba más al chico sentado en aquella esquina del salón— nos reuniremos mañana en mi casa, te pasaré buscando en la estación más cercana, porque sé que no cuentas con transporte propio y así no te pierdes —lo último fue dicho casi en susurros que enviaron por todo el cuerpo de HongJoong descargas eléctricas, un gran remolino de emoción naciendo en su estómago.
El castaño sintió que su corazón se saldría de lugar, pudo sentir el aliento contrario en su rostro, una mezcla entre mentol y chocolate.
Él es tan... perfecto...
Le seguía pareciendo extraño, completamente increíble que lo invitase al equipo, pero aún así estaba feliz, por lo menos algo bueno le ocurrió, o eso creyó.
El cielo nublado fue lo primero que percibió al salir de la preparatoria, el viento soplaba las hojas que empezaban a caer, todo estaba desolado y entonces el arrepentimiento hizo presencia, una sensación que odiaba sentir se apoderó de él, la próxima vez no se comprometería a ayudar con las carteleras de fin de año, definitivamente no.
De repente el maldito miedo se volvió tan tangible que quería volverse invisible o un superhéroe que podía defenderse con sus superpoderes.
Sus pies comenzaron a moverse muy rápido hasta que echó a correr, su respiración agitada aturdiendole.
—No, no —susurró nervioso hasta que el equilibrio fue su enemigo, cayó al asfalto, sus manos y rodillas recibiendo el mayor daño, la sangre manchando todo a su paso.
—Eres tan tonto que no hubo necesidad de empujarte, te caiste solo —una escándalosa y burlona carcajada se escuchó y HongJoong supo lo que venía.
Y no era nada bueno.
Los odiaba tanto, en lo más profundo de su ser quería destruirlos, verlos sufrir tanto como él lo hacía.
Y todo sucedió como en cámara lenta, paso a paso. Hasta que porfin terminaron.
—Ya sabes, necesito todo listo para el domingo en la noche, si fallas no querrás saber lo que te pasará, aunque deberías imagínartelo —dijo el rubio para acto seguido marcharse riendo con su grupo.
Su rostro cubierto de maquillaje, mezclado con sangre y las lágrimas, no le permitían ver con claridad.
Ahora se habían vuelto aún más creativos...
Para completar la lluvia empezó a caer mientras él trataba de tomar la fuerza suficiente para levantarse, una risa llena de dolor escapó de sus labios, le parecía tan patético y aún más cuando llegó a su casa y le dijo a su madre que fue un buen día, que el maquillaje regado en su uniforme era por la clase de teatro y la lluvia.
"Vaya estupidez" pensó, mientras su madre volvía a aquellas invitaciones que con tanto anhelo decoraba.
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25 de octubre, el sábado que tanto esperó, pero que al mismo tiempo no quería que llegara.
No sabía cómo enfrentarlo, a él y a... su crush, él chico que había aprendido a ver desde la distancia y no sentía que podría manejar la situación teniéndolo tan cerca.
Ser valiente no era su fuerte, pero tenía que ir, era eso o quedar como irresponsable.
Se vistió lo más cómodo que pudo y al llegar a la estación donde Seonghwa lo esperaría tomó asiento, la ansiedad creciendo en su interior poco a poco, hasta que... una mano helada se posó en su hombro haciéndole saltar en sopresa.
—Hola —aquel rostro sonriente le saludó y su corazón comenzó a perder el control.
—Hola —respondió rápidamente, tratando de no trabarse de nuevo.
Caminaron al lujoso auto y HongJoong solo podía mirarle de vez en cuando, vestido completamente de negro, ¿cómo alguien podía ser tan perfecto?
En todo el camino ninguno decía nada hasta que fue Seonghwa quién rompió el silencio.
—Parece que la última vez fue peor.
El castaño lo miró confundido, ¿de qué hablaba?, la seriedad en su rostro no podía negarse y eso lo extrañó aún más.
—Sé lo que te hacen... Te golpe...
—No —agitó sus manos en negación— es solo que...
—Deja de fingir —de nuevo aquella sonrisa haciendo presencia.
HongJoong quiso decir algo más, pero de inmediato el auto paro anunciando la llegada, lo cuál agradeció, lo que menos quería era hablar de algo tan vergonzoso como el acoso y maltrato por el que pasaba.
Decir que la mansión no era extraña sería mentir, incluso el jardín sin vida lo era.
Oscura, lúgubre, descuidada, antigua, y gigante.
¿Vivía con su papás?, y si es así, ¿dónde estaban?
—¿Quieres algo de comer? —su voz lo sacó de las preguntas que tenía rondando por su mente, el chico frente a él lo miraba esperando con entusiasmo su respuesta.
—No, gracias, ya almorcé, ¿dónde está Kang?
Vio como el otro volteó los ojos, mostrando el aburrimiento y fastidio que le causó su pregunta.
—Nos está esperando, acompañame —HongJoong asintió, un extraño presentimiento comenzó a nacer dentro de él, pero intentó ignorarlo.
Todo era tan... silencioso... que lo empezó a incomodar.
A medida que avanzaba la luz se hacía más y más difusa, creía que pronto sería inexistente y eso solo causó que su ansiedad creciera.
Presentía que caminaba a un nido de lobos...
Sin darse cuenta su poco equilibrio volvió a fallarle haciendole tropezar, casi impactando con el suelo, pero evitandolo unos fuertes brazos que le sostuvieron con mucha fuerza.
Podía sentir aquel helado tacto sobre su cintura, lo que le hizo estremecerse, su corazón latiendo a mil.
—Graci...as —susurró sintiendo como el pelinegro no se alejaba, por el contrario, sentía su respiración más y más cerca, incluso podía sentir su respiración, de nuevo una corriente eléctrica atravesó todo su ser, pero esta vez con más intensidad.
—Hueles... muy bien —dijo con aquella voz seductora y grave voz.
Un ruido rompió el mágico momento, del sobresalto HongJoong se alejó como un rayo y lo siguiente que escuchó lo dejó helado, sin palabras, hecho piedra de nuevo.
—¡Ayuda por favor, auxilio!
El castaño miró el rostro del chico a su lado quién solo sonreía, pero ya no era aquella sonrisa inocente que siempre mostraba ante todos en la escuela, era una retorcida, oscura.
No estaba loco, con seguridad podía afirmar que había escuchado a alguien pedir ayuda y esa voz le resultaba escalofriantemente muy familiar.
Pero en segundos lo que escuchó pasó a segundo plano cuando observó una silueta emerger del sombrío pasillo.
Tenía que ser una broma, se estaban burlando cruelmente de él.
Era él, Kang Yeosang, el rubio popular, líder del grupo de malnacidos que le hacían la vida una mierda día tras día. Su rostro, manos y pies cubiertos con algo que él pudo reconocer perfectamente: sangre.
Comenzó a alejarse, el miedo apoderandose de cada una de sus extremidades.
—Le dije que nos esperara, pero por lo visto no me hizo caso, perdón honey, quería darte una sorpresa, pero fue arruinada —su voz sonaba tan normal, cómo si no hubiese una persona malherida frente a ambos.
—No, no, no...
—¿No me digas que no te gusta lo que ves?
Aquel tono juguetón e irónico presente en su voz, la emoción brillando en sus ojos, mientras HongJoong solo quería vomitar y correr, correr muy lejos.
—Hong... Ayu...dame —el chico se desmayó justo a unos pasos de él, mientras lo miraba en shock.
—Eres un... demente —le dijo mirándolo con horror, lo que hizo que Seonghwa solo riera a carcajadas, mientras se acercaba al adolescente mal herido a escazos dos metros de él.
—1, 2, 3 —fue el único sonido que sus oídos captaron, lo siguiente fue ver cómo introducía una y otra vez el mismo cuchillo dentro de un cuerpo que ya no tenía ni el más mínimo rastro de vida, la sangre chispeando su perfecto rostro, era cómo ver a un ángel caído, la escena debió aterrizarlo, pero por lo contrario su corazón latió de emoción, al mismo tiempo que quiso vomitar y entonces volvió a la realidad...
—¿Un demente?, quizás si, quizás no, quién sabe, pero lo único certero aquí es tu gran hipocresía, sé quién eres, sé cuáles son tus anhelos, tus sueños, tus pesadillas, así que no me mientas tan descaradamente.
HongJoong seguía con la misma expresión de terror, pero ahora sus manos temblaban.
—Deja de decir estupideces y... llama a una ambulancia, tu juego está yendo muy lejos, él puede morir —intentó correr hacia el cadáver de quien fue su más grande pesadilla en la secundaria, pero en ese momento lo detuvo, agarrando con fuerza sus muñecas.
—Ya está muerto, además, ¿sabes algo?, mantener mi máscara me aburrió y ver la tuya mucho más, sé que vives ocultandote, te da miedo ser juzgado por una sociedad normal.
—Suéltame por favor —su voz temblorosa, no iba acorde con el brillo de euphoria en sus ojos.
Sintió como poco a poco el otro se acercaba, sus labios rozándose en un ritmo tan lento que resultaba una tortura.
—Sé quién eres, te he observado hace un tiempo, tan intrigante como hermoso, te quiero para mí y no dejaré que nadie vuelva a tocarte, desde un inicio te ví diferente, y angelical, aún lo sigues siendo, solo que esa diferencia, me di cuenta que no es tan grande —susurraba mientras dejaba pequeños besos en el rostro de HongJoong, quién quiso golpearse por sentirse emocionado y con ansias de que profundizara aquellos besos, lo deseaba.
—Seonghwa... Gracias... —dijo sintiendo como se derrumbaría por el placer que el toque del más alto le causaba.
—Tú también fuiste mi crush desde que te conocí.... HongJoong...
Y así fue cómo por primera vez se entregó en cuerpo y alma a quién sería su eterno y oscuro príncipe, su sangriento y psicópata chico ideal.
Senya ❤︎
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