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II

A Taehyung le había costado un poco superar el pequeño shock que le había causado todo aquello. Debido a ello, tiempo después, todavía seguían en la solana a merced del frío. El silencio entre ambos era enrarecido. Tanto así, que ninguno de los dos se atrevía a romperlo.

El primero en reaccionar fue Jungkook, quien asió el brazo ajeno para levantarlo y llevarlo al interior del edificio. Les costó aproximadamente unos cinco minutos entrar en el departamento y otros cinco volver a sentir sus entumecidas extremidades.

-¿Se encuentra bien? -atinó a preguntar Jungkook, acabando por fin con el silencio.

Taehyung alzó la mirada y lo observó con tanta seriedad que Jungkook pensó que en cualquier momento le gritaría o se abalanzaría sobre él.

-Eso debería preguntarte yo -contestó, con su voz algo grave y un poco apagada.

Por un momento, Jungkook no supo que decir, pues se había perdido en el indomable mar de su mirada decorada con el marco de sus gafas y el flequillo castaño sobre su frente.

Taehyung esperó expectante, siendo meticuloso al escrutar el rostro del joven. Es sus pequeños y brillantes luceros color chocolate mirándolo de igual manera. En su nariz, orejas y mejillas enrojecidas. En sus labios color fresa.

-Estoy bien -respondió, tras lo que pareció un minuto entero. Jungkook se veía bastante bien a comparación de Taehyung, a quien parecía le había afectado más.

El contrario asintió y se preguntó porqué un chico tan bonito y joven como lo era él, querría quitarse la vida.

-Me llamo Jungkook -añadió, no sabiendo muy bien que más decir.

-Kim Taehyung.

Jungkook ya lo sabía.

Ninguno dijo nada más, de nuevo un poco perdidos.

¿Qué tan descarado sería decirle que era un gusto haberle conocido? Como si las circunstancias no fuesen ya malas y extrañas de por si. Jungkook se encogió de hombros y agachó la mirada, sintiéndose avergonzado de repente. Miró hacía su costado el reloj en la pared y casi dejó salir un suspiro.

-Voy a hacer un poco de té. ¿Le apetece tomar uno antes de irse?

Asintió ante la propuesta. No estaba seguro de si debería retirarse, pues temía que Jungkook considerase retornar a la azotea.

Taehyung dedujo a través de su aspecto que Jungkook podría ser menor a él. También se fijó en lo ordenada y solitaria que era la casa. Le echó una mirada rápida al reloj que colgaba de la pared y suspiró. Eran casi las dos de la mañana y seguramente su Hyung se enfadaría al descubrir que no estaba por ninguna parte. Rebuscó en sus bolsillos, renegando al no encontrar su móvil. Realmente no lo recordaba, pero tal vez, se le había olvidado en su habitación.

El anfitrión del complejo apareció minutos después, con una bandeja donde llevaba ambas tazas de té y unas galletitas con formas de animales sobre un pequeño plato. Taehyung le agradeció cuando le extendió una de las tazas.

-Siento lo de antes -se atrevió a mencionar por fin.

-¿Es la primera vez? -preguntó, no sintiéndose muy seguro de si debía preguntar o de si quería saber la respuesta.

Jungkook, que no había respondido a su pregunta, miró por la ventana como el amanecer se hacía paso lentamente en el firmamento. Había pasado el resto de la noche en vela, pese a haber intentado descansar tal y como Taehyung le había ordenado.

Se levantó perezoso de la cama, con intención de ir a la sala. Abrió la puerta lentamente y salió al pasillo, caminando con pies de plomo hasta su destino. No se sorprendió al ver que Taehyung todavía estaba dormido, pues apenas estaba amaneciendo. Fué hasta la cocina y se sirvió un vaso de agua.

-¿Jungkook?

El nombrado se estremeció ante la grave y aterciopelada voz de su invitado. -Sí. -respondió, dejando el vaso de lado y caminando de vuelta al salón. -Perdona si te he despertado.

Taehyung negó repetidas veces con la cabeza, estirándose y bostezando bajo la manta. Sentía su cuerpo un poco rígido pero no se quejó. Ni tampoco pensaba hacerlo, pues él se había quedado a dormir voluntariamente aquella noche.

-¿Qué tal te encuentras?

Jungkook parpadeó repetidas veces un tanto confundido. ¿Cómo se debería de encontrar? ¿Y por qué a él le importaba el bienestar de un completo desconocido?

-Mh. Estoy bien. -contestó cortamente. -¿Usted que tal ha dormido? Se que el sofá no es muy cómodo...

-¡Ah! No, que va. He dormido bien y más tranquilo. -Taehyung se mordió la lengua, no quería empezar una conversación sobre lo que pasó anoche, pues ya estaba hablado. -En fin, creo que debería irme.

Taehyung se levantó y le agradeció el haberle dejado pasar la noche al extenderle la manta. Jungkook se debatió mentalmente en si debería invitarle a desayunar o no, pero para cuando se decidió, él ya se había ido.

Jungkook dejó salir el aire de sus pulmones, abrazando la manta con sus brazos y dejándose caer sobre el sofá. No notando todavía el pequeño aparato tirado en el suelo junto a este. No fué, sino horas después, cuando se dispuso a limpiar el departamento por cuarta vez a quella semana, que vió el teléfono de Kim Taehyung tirado sobre su alfombra.

Cogió el pequeño aparato entre sus manos y lo observó expectante. Una suave e involitaria sonrisa brotó de sus labios al pensar que podría volver a verle. Sintiéndose feliz de poder hablar con él de nuevo. Pulsó el botón que lo encendía y vió la foto que tenía de fondo en la pantalla de bloqueo. Su sonrisa se convirtió en un pronunciado puchero cuando vió quien posaba en la imagen junto a Taehyung.

Era un hecho para todos que él y Jimin eran mejores amigos desde siempre.

Jungkook esperó la hora apropiada para salir e ir al edificio de enfrente, pues sabía perfectamente que ahí vivía Taehyung. Solo tendría que averiguar el número de la puerta y el piso que era. Era relativamente fácil. O eso pensó. Si tan solo se supiera la contraseña del castaño él mismo podría haber llamado y avisado de que su móvil lo tenía él.

Pero era normal. ¿Por qué un desconocido para Taehyung iba a saber su contraseña? Tenía bastante lógica. Así que solamente le quedó probar su suerte. Porqué realmente tendría suerte si lograba acertar al tercer o cuarto intento. Por su mente pasó el preguntarle al mismísimo Jimin, quien también era amigo suyo, pero lo desechó a sabiendas de que tendría que darle una explicación.

-¿Si? ¿Quién es? -Jungkook distinguió la voz de una señora mayor al otro lado de la línea.

-Buenos días, ¿es este el apartamento de Kim Taehyung?

-No, muchacho. Te has equivocado de número. Él vive un piso más arriba. -explicó, dejando al joven entrar al abrirle la entrada a recepción. -Su puerta es la número catorce.

-Muchas gracias, señora. Que tenga un bonito día. -contestó Jungkook, dando por terminada aquella corta conversación.

Bien, había sido más fácil de lo que pensaba y solo había tenido que hacer dos intentos. No había acertado el timbre pero al menos una amable mujer lo había ayudado. Subió los pisos correspondientes, hasta que frente a sus ojos el número catorce se hizo visible.

Tardó unos minutos más en darse valor para alzar la mano y llamar al timbre. La puerta se abrió poco después, dejando ver a un joven alto y apuesto al otro lado, quién lo miró con una sonrisa.

-Hola. -saludó a la espera de que Jungkook dijiera algo.

-Mh. Hola. -respondió al saludo, haciendo una leve inclinación. -¿Está... Está Taehyung en casa? Se dejó el móvil en mi apartamento.

-Oh. Tu debes de ser su novio, ¿no? -dijo, instándole a pasar. -Yo soy Seokjin, su primo. -se presentó.

Jungkook no se molestó en objetar que no era su novio, aunque tampoco hubiera podido. Pues el rubio se adentró más en piso, hablando casi de inmediato. -Pasa y siéntate. Voy a buscarlo. -aseguró.

Seokjin se alejó por el pasillo de la derecha y Jungkook se sentó sobre el sofá, un poco tenso. No sintiéndose acostumbrado a visitar casas ajenas que no fueran las de sus amigos. Aunque de todas formas, él nunca se sentía cómodo fuera de su propia casa. Si por él fuera, no saldría nunca de allí.

Se mordió el labio un poco ansioso, escuchando tan solo murmullos de la conversación que parecía llevarse a cabo en una de las habitaciones. ¿Por qué tardaban tanto?

Dejó de mordisquear su labio inferior, cuando escuchó unos pasos junto a ambas voces aproximarse. Alzó la mirada en su dirección y su corazón se aceleró de repente ante la inquietante imagen de un Kim Taehyung con el cabello húmedo callendo sobre su frente. Tragó saliva, no pudiendo devolver la sonrisa que este le dió.

-Hyung me ha dicho que tienes mi móvil. -dijo, acercándose ha Jungkook para sentarse a su lado.

Demasiado cerca para el gusto de Jungkook.

-No seas mal educado, sabes perfectamente que antes debes saludar. -bufó Seokjin. -¿Te apetece tomar algo, bonito?

-Y-yo...

-Te traeré un vaso de limonada. ¿Te parece bien o prefieres otra cosa?

-Está bien. -dijo, tratando de hablar lo más normal posible.

Jungkook metió la mano en su bolsillo cuando vió a Seokjin ingresar a lo que supuso sería la cocina y extendió el aparato hacía su dueño.

–Gracias, Jungkook– El menor solo asintió, entrelazando sus propios dedos con nerviosismo. No sabía que decir, no sabía que hacer–. Oye, creo que deberías marcharte ya...

Jungkook alzó la mirada y con el rostro un poco ruborizado se levantó y caminó hacía la salida. -Claro, adiós. -alcanzó a decir antes de cerrar la puerta.

-¿Y Jungkook? -escuchó preguntar a Seokjin desde afuera.

-Dijo que tenía prisa, déjalo.

Su mirada se ahogó en lágrimas y sin permitirse soltarlas, caminó a paso apresurado hacía las escaleras, bajando los escalones de dos en dos.

-Chico, ¿te encuentras bien?

Jungkook reconoció la voz de la mujer, pues la había escuchado hace no mucho.

-Sí. -contestó, sonriendo forzosamente.

La mujer le devolvió una cálida sonrisa. Pero antes de que Jungkook pudiera continuar su marcha, lo detuvo.

-¿Podrías hacerle un favor a esta vieja anciana? -preguntó, sin borrar la sonrisa. El muchacho asintió, pues la mujer le había ayudado antes. -Tengo que bajar a por el correo. ¿Te importaría ayudarme? Sinceramente, no creo que pueda hacerlo yo sola.

-Yo puedo traerle el correo. -se ofreció. -Así no tendría que bajar.

-¿Harías eso? -preguntó la mujer, extendiéndole la pequeña llave de su buzón. -Te lo agradecería mucho.

Jungkook la tomó y, tras hacer una leve reverencia, bajó hasta el último piso y volvió a subir. Encontrando únicamente la puerta del departamento de la mujer abierto.

-¿Señora?

-Entra, querido. -dijo la mujer desde el interior. Jungkook obedeció. -Cierra la puerta y acompaña a esta pobre anciana un rato. ¿Te apetece un té?

Jungkook terminó de ingresar, dejando el manojo de cartas sobre la mesa. Parecía que algunas llevaban bastante tiempo en el buzón. Jungkook imaginó que era porqué la mujer no podía bajar sin ayuda.

-Está bien.

-Puedes llamarme señora Lee. -sonrió, desplazándose con cuidado a la cocina. -¿Cómo te llamas tu, muchacho?

-Jeon Jungkook.

Nunca se había sentido así fuera de casa. Hablar con la señora Lee lo había animado de sobre manera, hasta el punto de olvidar siquiera quién era Kim Taehyung en aquel momento. La señora Lee le recordaba a su querida abuela.

Jungkook se marchó esa tarde con la promesa de que volvería otro día y con la llave del buzón de la señora Lee guardada en un lugar seguro.

Se había sentido como en casa. Pero mucho mejor, pues había estado acompañado.

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