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I

Ojos azules, vivos y hermosos. Como un cuadro trazado en suaves tonos de acuarelas. Profundos, como un cielo despejado e infinito. Como el oleaje del mar sin su salobre espuma.

Su presencia, pacífica, me hace sentir relajado. Incluso cuando a veces su sonrisa, su roce y su voz me ponen nervioso.

De miles de personas, yo tengo el increíble privilegio de poder estar a su lado. De impregnarme en su aroma y disfrutar de sus dulces caricias.

Tengo la certeza de haberme enamorado de un ángel sin alas.

- JJK



Taehyung liberó una exhalación, dejando que el vaho salga de entre sus labios. Miró hacía abajo, las luces de los coches, la gente y el ruido, perturbando cualquier silencio adyacente a altas horas de la noche en la ciudad. Pese al frío que el invierno conllevaba, no se movió de ahí y observó durante un largo rato, tal vez, como la ciudad se dormía poco a poco.

Bamboleó sus piernas sobre el borde del edificio donde se encontraba sentado y las observó con atención, antes de dejarlas caer de nuevo hacia abajo. Su lugar favorito siempre había sido aquel desde que tenía memoria. Solía ir con su padre a mirar a la gente con sus ajetreadas vidas. O simplemente cogían el viejo telescopio de su abuelo y miraban las estrellas. Lo echaba de menos, pero no se quejaba.

El lugar era bastante grande, decorado con macetas y plantas marchitas debido al frío. Las paredes eran de un azul oceánico, de donde también colgaban varias macetas. Taehyung prefería más el ambiente que se creaba en primavera, cuando las flores resplandecían de vida y las estrellas se veían con más facilidad debido a la falta de nubes.

Sus irises danzaron sobre las calles y sus edificios; sobre las contadas personas que todavía rondaban en la noche. Hasta que algo captó su atención. No muy lejos de dónde estaba, había un joven sobre la azotea, en el edificio de pisos de alquiler que estaba en frente. Se encontraba de pié y al borde de la cornisa. El corazón de Taehyung se aceleró ante la idea de que hiciera algo peligroso que atentara contra su vida. Si avanzaba un paso más hacia delante, sin duda caería.

-¡Oye, tu! -gritó Taehyung, levantándose y alzando ambos brazos para llamar su atención-. ¡No lo hagas! ¡Oye!

Sus miradas se cruzaron durante unos segundos. Había conseguido llamar su atención, pero se vió ignorado cuando el contrario apartó la mirada y volvió su vista hacia abajo.

-¡Esperame ahí! ¡¿Me oyes!? ¡Voy para allá!

Taehyung no esperó ningúna respuesta, ni ninguna mirada para hechar a correr escaleras abajo. Salió a toda prisa por la puerta que daba al exterior y siguió hasta parar en el edificio de enfrente. Su respiración era agitada y el aire frío quemaba en sus pulmones cuando se detuvo frente a recepción. Las puertas cerradas le obligaron a presionar uno de los timbres de los pisos superiores. Recibiendo tan solo griterío y amenazas con la policía por llamar a tan tardía hora. Probó con otros más, pero no hubo suerte a pesar de que intentó explicar con desesperación lo que pasaba. Dió varios pasos hacía atrás y miró hacia arriba, rezando porqué aquel joven estuviera a salvo.

Echó una mirada hacía la callejuela junto al edificio y corrió hasta el final del callejón con la esperanza de encontrar las escaleras de emergencia.

Bingo.

Miró hacía los lados, buscando cualquier cosa que le sirviera para ganar altura, pues la escalerilla estaba demasíado alta. Su mirada viró entre la basura, hasta que dió con una silla vieja y roída mal apoyada junto a los contenedores.

-Esto servirá -murmuró para si mismo, con la respiración agitada y el corazón a mil. Colocó la silla y se subió sobre ella alcanzando contra apenas la escalerilla y tirando de ella hacía abajo.

Su mandíbula se apretó en el momento en que sus brazos empujaron con toda la fuerza que le fue posible hacia abajo, sintiéndose aliviado tras escuchar un chasquido y el sonido del metal haciendo fricción. Con prisa, subió el primer escalón hasta llegar a la primera plataforma que conectaba con las ventanas del primer piso. Y, sin perder más tiempo, fue subiendo los escalones restantes. Cuando por fin llegó arriba, un fuerte remolino de aire frío le arrebató el aliento. La figura que permanecía allí inmóvil le dio cierto alivio.

-Vete -fue lo primero que dijo, cuando tuvo en cuenta su presencia.

Taehyung objetó, pues había venido lo más rápido que pudo con intención de ayudarle.

-No tienes que hacer esto -contestó, sin siquiera replantearse el hacerle caso e irse-. Esta no es la solución.

-¿Qué sabrás tu? -espetó, sin siquiera dirigirle la mirada. Su tono siendo igual de gélido que la suave brisa que se había levantado de repente-. No me conoces, no sabes nada y no puedes ayudarme. Así que vete -repitió.

Sus piernas temblaron y su corazón dió un vuelco cuando el cuerpo ajeno se balanceó hacía delante.

-Tienes razón -su voz flaqueó un poco-. No te conozco, pero sé-. ¡No! Estoy seguro de que no es la solución.

-¡Márchate! -hubo un repentino cambio en su voz. Era débil y estaba rota-. ¡Vete! Solo quiero estar solo.

A Taehyung se le encogió el corazón al oírle llorar. Parecía tan frágil, tan indefenso. Sus ojos también comenzaron a lagrimear, sintiendo sus propias lágrimas deslizarse por sus mejillas.

Se acercó despacio alzando su mano en caso de que cualquier cosa pasara. -Ven conmigo, por favor. -dijo, un poco desesperado al no saber muy bien que hacer. Su voz también se había quebrado -Nos iremos juntos, ¿sí? Todo estará bien, confía en mi.

El joven se giró por primera vez y sus miradas conectaron. Ambas con lágrimas en los ojos. Y Jungkook solo se vió capaz de asentir y tomar la mano que le ofrecían con tanto desespero, bajando de la cornisa. Taehyung apretó su mano con fuerza, incluso cuando el contrario estuvo a salvo y cayó de rodillas frente al mismo, sin ser capaz de contener sus propios sollozos. Jungkook se arrodilló junto a él, apretando también su mano, con el corazón acongojado.

-Lo siento -susurró, el vaho elevándose en el cielo y esfumandose junto a sus palabras-. Lo siento mucho.

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