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03 | Buenas personas

Hacía rato que las lágrimas habían dejado de brotar de sus ojos. Alrededor de estos no había nada más que picazón e hinchazón, no obstante el dolor y el vacío que sentía por no recordar nada era peor que cualquier dolor físico existente. Podía sentir un gran nudo en la garganta, acompañado de una sensación de ardor en el estómago, así cada vez que esos pensamientos volvían a su mente...

Sin embargo él aún se encontraba ahí. Encima de la cama, en posición fetal, abrazando sus piernas flexionadas y apretando con fuerza la punta de estas, clavando las uñas en ellas debido a la frustración. Su cabeza ya había imaginado mil formas en las que podría haber sido su vida, sus padres, familiares y miles de cosas más. Pero eso lo hacía sentir aún peor.

Cada vez que un nuevo rostro se dibujaba en su mente, se sentía como un golpe en el pecho, porque le recordaba el hecho de estar vacío por dentro. Si no recordaba nada, no tenía nada con lo que sentirse feliz o enojado. Y aún peor, ni siquiera recordaba cómo había sido él, si era buena o mala persona o, al menos, qué tipo de acciones había tomado para ser mejor cada día, pero no.

De pronto su respiración se volvió errática y se le dificultó el respirar. El aire comenzó a sentirse más pesado, y una oscuridad parecía rodearlo. Los malos pensamientos lo estaban carcomiendo.

Apretó los labios temblorosos y tomó aire para así hacer el intento de calmarse. Era demasiado, debía de salir de esa horrible marea de emociones o estas lo hundirían cada vez más.

Cuando por fin se calmó, miró hacia los lados algo desorientado. No tenía ni idea de cuánto tiempo había pasado desde que había comenzado a llorar, así que dio un vistazo rápido al reloj de pared que se encontraba al frente de la cama: eran las 18:25, había pasado un poco más de una hora... Demasiado tiempo.

De repente, su estómago rugió con fuerza, como si al ver la hora recordara que debía comer. A regañadientes y sin ánimos, se levantó de la cama y se dirigió hacia el armario. Tomó lo primero que se encontró y se cambió. Cuando estuvo a punto de abrir la puerta, pensó en que debía verse en el espejo antes de salir... De seguro estaba hecho un desastre, pero al menos debía verificarlo, para así hacer el intento de verse algo más decente. Cuando estuvo frente al espejo, se confirmaron sus sospechas, se arregló y salió puntualmente como si nada hubiera pasado.

No tenía demasiadas ganas, pero el hambre estaba ganando la batalla.

Apenas puso un pie afuera, se cruzó con un chico de cabellos castaños que caminaba a paso ligero, absorto en el libro que traía entre manos. Este último llevaba la misma ropa que el chico que había visto unas horas antes, debajo del árbol.

—Hey, hola —dijo Jimin, alzando la mano de forma amistosa.

No obstante, el joven lo ignoró por completo, apenas alzando la vista para abrir la puerta de su habitación, que se encontraba al frente de la de Jimin. Este último hizo una mueca y suspiró. Solo esperaba que los demás no fueran así de mal educados que ese chico...

Cuando se encontró a pocos pasos de la puerta del comedor, frenó su andar en seco y tomó aire para así relajarse; todavía estaba algo mal debido a la situación, mas no había vuelta atrás.

Cuando abrió la puerta del comedor, los murmullos inundaron sus oídos y los nervios comenzaron a hacer acto de presencia. Había demasiadas personas, demasiados ojos que podrían juzgarlo. Estuvo a nada de darse media vuelta, pero el delicioso aroma a comida recién hecha y pan horneado lo impulsó a buscar un plato vacío entre los tantos disponibles. El hambre estaba siendo el único impulsor de todo, en estos momentos. Hizo fila durante un par de minutos hasta que llegó su turno para servirse todo lo que deseara. El menú era variado: todo tipo de carnes y cortes, frutas, verduras, ensaladas, postres y todo tipo de delicias que le hacían agua la boca. Se sirvió todo lo que el plato le permitía, aunque era probable que ni siquiera pudiera llegar a comer la mitad. Miró a su alrededor, buscó un asiento vacío y se dirigió hacia allí, ansioso por saborear esas delicias.

Comió hasta saciarse, y su plato ni siquiera estaba a la mitad. Sin embargo, no se arrepentía de haber disfrutado de toda esa comida que se veía tan deliciosa como realmente lo era.

—Ah... creo que debería pedir que me guarden lo que sobró, me da lástima tirar todo esto —habló en voz baja, aunque algo más animado que antes.

Cuando estuvo a punto de levantarse para pedir que guardaran lo que sobró, tres chicos ocuparon los lugares vacíos en su mesa. Jimin rogó para que no estuvieran allí para molestarlo.

—Hola, ¿eres nuevo, verdad? Bueno, qué pregunta tan tonta, sabemos que eres nuevo, no vienen muchas personas nuevas... Por no decir nadie —habló de forma apresurada el chico sentado a su izquierda, acompañado de una sonrisa algo pícara.

Los ojos rasgados y de color café no dejaban de verlo con una emoción rebosante, acompañado de una impaciencia más que visible. Como un niño que acaba de encontraba un nuevo juguete.

Jimin asintió, sintiéndose un poco asustado por no saber cuáles eran sus intenciones, lo que provocó que sus hombros se tensaran como piedra y que agachara su cabeza.

Uno de ellos pareció darse cuenta de lo que estaba pensando y habló:

—No te asustes, no vamos a hacerte nada, solo queríamos darte la bienvenida. Como dijo Hoseok, no viene mucha gente nueva y sabemos lo difícil que es que te diagnostiquen amnesia.

Jimin suspiró aliviado, llevando la mano a su pecho y sus hombros se relajaron.

—Pues muchas gracias. La primera persona que me crucé fue un idiota que ni siquiera alzó la vista para mirarme mal... —Se quejó entre risas.

—Ah, ¿era un tipo de pelo castaño que llevaba un libro en la mano, no? Pues no le hagas caso, ese es el más rarito de aquí, y eso es mucho decir... Hay demasiados de ese estilo en este lugar... —agregó el chico de enfrente mientras ladeaba la cabeza debido a la curiosidad que le daba la respuesta, la punta de sus cabellos rubios y rizados danzaron por un par de segundos mientras no despegaba su mirada de él.

Jimin podía sentir como sus ojos color avellana lo escudriñaban tal y como una radiografía. Más no se sintió intimidado, solo pudo ver a un pequeño cachorro de poodle reflejado en él.

—Pues entonces creo que yo no soy el problema.

—Na, por cierto, ¿cómo te llamas? —preguntó Hoseok, apoyando su delgada mano en el hombro del chico, con total confianza —. Por cierto, mi apellido es Jung.

—Park Jimin, tú Hoseok... ¿y los demás?

—Yo soy Jeon Jungkook —dijo el chico de cabellos azabache y algo largo que se encontraba en frente suya.

Cada vez que terminaba de hablar, sus ojos azules se dirigían hacia alguna otra dirección y parecía absorto en sus pensamientos.

—Yo me llamo Jeon Taehyung, Jungkook es mi hermano, aunque no nos parecemos en nada —señaló sus cabellos, acompañado de una sonrisa juguetona.

Eso logró que Jimin soltara una dulce risa, en verdad el problema no era solamente el cabello.

—En fin, estamos aquí para lo que quieras y necesites, recuperar la memoria es un proceso lento y tedioso así que... Si quieres desahogar las penas o al menos charlar con alguien, aquí estamos —sonrió dulcemente Taehyung.

Eso alivió el peso que Jimin sentía en el pecho... En verdad se alegró de que hubieran buenas personas en el lugar.

—Gracias, chicos. Lo tendré en cuenta.

—Oye, Jimin. Perdón que pregunte esto, pero... ¿Te vas a comer eso? —señaló Hoseok el plato que aún estaba rebosante de comida.

Jimin negó con la cabeza e hizo un ademán con el plato.

Sin siquiera dudarlo un instante, tomó el plato y lo vació en tan solo un par de minutos. Al finalizar, se desparramó en la silla des preocupadamente.

Jimin vio por el rabillo del ojo cómo Jungkook rodeaba los ojos con molestia, parecía ser algo típico de él.

De pronto, una campana resonó en toda la institución y como si todos estuvieran sincronizados se irguieron como soldados, sacaron un pastillero, lo abrieron, y se llevaron a la boca una pequeña pastilla de color azul. Luego de eso, todos volvieron a continuar lo que estaban haciendo antes de que la campana sonara.

Eso le pareció muy extraño a Jimin, no era algo normal... De seguro no lo era, mas no tuvo el atrevimiento de preguntar e hizo lo que todos los demás. Seguir lo que estaba haciendo como si nada.

Hola, espero le haya gustado el cap de hoy

Volví a escribir después de tanto tiempo...

La verdad era que extrañaba escribir algo y bueno acá estoy de nuevo.

Voy a editar los caps anterior ya que ahora escribo algo mejor xd.

La imagen que hice con IA es como son Tae y Jk en esta historia, ¿les gusta?

En fin, espero se encuentren bien.

¡Cuídense mucho!

💜💜💜

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