Wanda Maximoff
El viaje a la Balsa fue silencioso, la sangre te hervía en silencio mientras tus ojos estaban enfocados en las cadenas que los guardias habían puesto alrededor de vuestras muñecas.
Todos fuisteis considerados héroes, solo para ser despreciados y tratados como criminales en el instante en que os negasteis a actuar como títeres del gobierno.
Las yemas de tus dedos todavía estaban manchadas por la batalla, mientras levantabas la cabeza para mirar el paisaje que pasaba fuera del helicóptero, millas de océano para separarlos a todos de la ciudad y de las personas que alguna vez amaron.
Fue repugnante.
Para cuando los guardias los tuvieron a todos en sus celdas, la adrenalina de la pelea del aeropuerto se disipó, cada uno de vosotros aceptando el destino mientras os encerraban en vuestras propias cárceles, con amplias ventanas que daban al centro de la habitación para ver los castigos que cada compañero sufría.
Todos tus amigos habían aceptado su destino, pero cuando los guardias llegaron a Wanda, algo en ti se enfureció, se acercaban a ella con una camisa de fuerza.
Te lanzaste contra ellos y rompiste tus cadenas mientras la adrenalina recorría tu cuerpo, tus manos y ojos se encendieron de ira cuando recordaste a tus torturadores en HYDRA : - ¡ No la toquéis!
Tan enfadada como estabas por la batalla, tu resistencia fue inesperada para todos en la sala, todos los guardias se alejaron cuando vieron que tus poderes volvían a resurgir.
Y por muy duro que luchaste, no eras nada contra una cantidad aparentemente interminable de guardias armados hasta los dientes y entrenados por expertos.
En cuestión de minutos, los guardias te sometieron, inmovilizándote contra el suelo mientras te abrochaban un collar más grande antes de levantarte mientras se reían.
- Golpéame todo lo que quieras, pero no les hagas daño - miraste a los guardias más cercanos a ti y escupiste la sangre que comenzaba a acumularse en tu boca - Soy la única que necesitas, la que pueden caer y levantarse de nuevo cada día ... el Fénix, soy lo único aquí que puede curarse a sí misma, soy el sujeto perfecto y lo sabes.
Los guardias te miraron , viendo como los moretones que dejaron en tus brazos y rostros sanaban a pesar del collar anulador de poder alrededor de tu cuello, sus sonrisas se torcieron.
Uno de ellos fue lo suficientemente valiente como para dar un paso adelante, ansioso por demostrarle a su propia masculinidad que de alguna manera era más fuerte que un Vengador - Gracias por tu oferta, pero también tenemos formas de hacer que te calmes, no te preocupes.
No tenías mucho tiempo para preguntarte qué quería decir antes de que continuase el ataque, el sonido de puños desnudos y porras reforzadas golpeándote mientras gruñíste en voz baja, reprimiendo cualquier signo del dolor que sentieses, ignorando los gritos de preocupación de tu amigos mientras golpeaban sus celdas con enfado.
Cuando finalmente se detuvieron, estabas demasiado cansada para mantener los ojos abiertos, dejando que tu cuerpo se debilitara mientras los guardias se reían y llevaban tu cuerpo a tu celda personalizada, enfriada a una temperatura constante de 15° grados para ralentizar tu curación.
Cada día era como el siguiente, una paliza tras otra, el único respiro de la tortura por el gobierno eran las pocas horas que pasabas inconsciente entre las palizas, encerrada en esa caja de hielo para mantenerte en ese estado debilitado.
Las largas palizas y la habitación fría a menudo te dejaban demasiado aturdida como para comprender lo que decían tus amigos, la única voz que podías distinguir en ocasiones era la de Wanda, prometiéndote que las cosas mejorarían pronto, que ella saldría a salvarte, que ella te amaba.
Pero cada vez que pensabas que tenías la fuerza para responder, todo lo que salía era un gemido antes de toser más sangre, manchando de rojo diferentes partes de su jaula congelada.
A medida que los días se difuminaban, sentías que perdías más y más conciencia con cada golpe. El ambiente frío ralentizaba tus poderes curativos lo suficiente como para que sus ataques finalmente dejasen marca en tu voluntad mental y en tu cuerpo.
La próxima vez que recuerdas haber abierto los ojos, estabas envuelta en los brazos de Wanda, con el cuerpo cubierto de vendas, ya no atrapada en esa habitación helada y manchada de sangre.
- ¿Wanda?- tu voz sonaba extraña a en tus propios oídos, todavía baja y ronca mientras tu cuerpo aún se recuperaba de los múltiples golpes - ¿dónde estamos? ¿Estamos a salvo?
Al escuchar tu voz, Wanda inmediatamente se animó y te sonrió, pasando suavemente su pulgar sobre tu mano - Estamos a salvo, Steve vino y nos rescató, pensé que era nuestro turno de salvarte.
- Lamento haberte preocupado - te obligaste a sentarte y abrazar a Wanda como si tu vida dependiera de ello - yo sólo... No podía ver cómo te lastimaban, no podría vivir conmigo misma. Si dejo que eso suceda.
Se relajó en tu abrazo y dejó escapar el aliento que no se dio cuenta de que estaba conteniendo, el miedo al encarcelamiento en la Balsa ahora os sobrepasaba a las dos mientras Steve continuaba volando el jet lo más lejos de la prisión - Lo sé, y no tengo más que palabras de agradecimiento, te amo.
- ¿Me amas? - Te alejaste con una pequeña sonrisa cuando Wanda puso los ojos en blanco, demasiado feliz de verte hablando como para lamentar su confesión - ¿he escuchado bien? Señorita Maximoff, ¿me ama?
- Lo hago.
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