♡ ྀ𝟎𝟏
El día se encontraba cálido, el clima era amigable para los trabajadores de aquella cafetería que trabajaba todos los días sin falta.
Jake era uno de ellos, tenía que trabajar porque si no trabajaba no podía estudiar y si no estudiaba no podría encontrar un buen trabajo y si no encontraba un buen trabajado no podría comprar una casa, un carro o no podría adoptar a un gran perro para llamarlo máximo y uno pequeño que se llame mínimo y si no los adopta no será nadie en la vida y si no era nadie en esta vida jamás sería feliz.
O eso es lo que se decía todos los días al despertar para poder levantarse.
Como si no le costara la vida tener que dejar sus cálidas y cómodas sabanas calientitas se levantó y se preparó para un día más.
Un día más, siempre era así, un día más hasta que, bueno, quien sabe hasta cuando la vida deje de ser solo un día más.
Se preparo para salir de su departamento, que fue alquilado por sus padres, que no eran los más adinerados pero al menos tenían estabilidad económica y un cálido hogar.
Tomo su desayuno y salió de casa, camino tranquilamente disfrutando del helado viento que chocaba contra sus mejillas, en un sentimiento de relegación.
Se presentó en su universidad, tomó sus clases, almorzó con sus amigos, tenía un poco de tiempo libre al terminar sus clases así que aprovechó en adelantar proyectos en la biblioteca.
Su vida universitaria era algo común, no le gustaba sobresalir, no es como si resaltara de todas maneras, solo se resignaba con tener buenos amigos y graduarse.
Las buenas calificaciones estaban de más, pero le gustaba por lo menos ver sonreír a sus cansados padres con orgullo al ver la boleta de calificaciones de su hijo.
Cuando su alarma sonó, guardó todo y emprendió camino a su trabajo de medio tiempo.
Trabajaba en una acogedora cafetería, el ambiente era tranquilo y cálido, las decoraciones tenían colores tenues y suaves, le encantaba trabajar porque su jefe era totalmente adorable y simpático, Jake siempre le mencionaba que su cafetería era la mejor de la cuadra y él le respondía que era gracias a sus empleados.
Su jefe tenía la firme idea de que si la cafetería tenía la fama de ser acogedora era por sus trabajadores, Jake creía que sus pensamientos eran exagerados.
"¿Cómo un lugar puede ser acogedor por una persona?"
Aunque los clientes siempre terminaban dándole la razón a su jefe, le aseguraban que desde que la cafetería empezó a andar se
volvió popular, entre internautas había alagado el servicio y ahora todos en la cuidad querían pasar en las tarde por un americano para relajarse un rato.
—Chicos, ya llegué.
—Oh, Jake, ¿ya estas aquí? Acércate estoy conversando con Niki y Sunoo.—le hablaba su jefe Hoseok desde el cuarto de trabajadores.
Jake tomó asiento, estaban en la parte trasera de la cafetería, listos para cambiar de turno.
—Bien, bueno, le comentaba a los chicos que hoy tendremos un evento, se trata de regalar vanilla lattes a quienes compren el nuevo brownie que lanzaremos. ¡Será popular lo presiento! Tuvimos mucha respuesta por las redes.
—¿Eso es todo? —preguntaba seriamente Sunoo—Bueno, entonces me retiro.
Sunoo se levanto rápidamente y se dirigió a los cambiadores.
—¿Y a este que le pasa? —preguntaba Hoseok indignado.
—Peleamos, me acabé su bebida de choco mint en equivocación por mi enjuage vocal.
—...
Hoseok y Jake soltaron a carcajadas, ambos cayendo de sus sillas y chocando entre ellos por la risa. Tenían el hábito de caer sobre alguien cuando reía.
—A cualquiera le pudo pasar.—Jake limpiaba sus lágrimas todavía riendo.
—No puede ser, se me saldrá un pedo.—Hoseok masajeaba su estómago aún riendo a todo pulmón.
Niki solo suspiraba resignado.
El día estaba en su climax, la cafetería estaba más llena de lo normal por el evento del vanilla latte, todos pedían el brownie nuevo y lo alababan tan pronto lo comían.
A Jake le rugió el estómago, había comido su almuerzo pero al parecer no fue suficiente, así que se compró un brownie para el mismo, así calmar su hambre y antojo.
En un pequeño momento de descanso saboreo el chocolate en su boca, estaba encantado, ese brownie tenía mariguana o algo, porque parecía que se iba a hacer adicto. Estaba completamente delicioso.
El vanilla latte que esperaba por él quedó en segundo plano porque solo podía saborear el delisioso brownie en su boca.
Sus pensamientos de chefsito saboreando los sabores en su cabeza se vieron interrumpidos, susurros y ruidos extraños se escuchaban por toda la cafetería.
Sunoo, Niki y Hoseok se asomaron junto a él desde el mostraos para ver tal alboroto que perturbaba el tranquilo ambiente del lugar.
Los cuatros quedaron con el ojo cuadrado, veían como un chico de cabello plateado miraba al piso con detenimiento, no podían observar su rostro pues su cabello lo tapaba, mientras que otro de cabello rosa le señalaba y gritaba parado justo enfrente a él.
Toda la cafetería calló en silencio, solo se escuchaban los gritos de aquella persona.
No sirvió para nada que ambos estaban en una mesa en el centro de la cafetería, todos podían escuchar y observar lo que pasaba.
—¿Acaso crees que yo quería estar contigo? Solo acepte por lastima. Es aburrido estar con alguien como tú, eres patético. Creí que sería más feliz pero parece que me equivoqué.
El otro chico solo apretaba sus puños.
—Pobre chico. —susurro Hoseok.
Niki y Sunoo no podían dejar de abrir sus bocas, que persona tan mala.
Jake dejo el brownie de lado, su apetito se fue al caño por completo, solo quería correr y darle un enorme abrazo de oso a ese pobre chico, se sentía muy mal y ni siquiera era él quien estaba en esa situación.
Pero le hizo recordar ese momento que siempre quiso olvidar.
—Ves, ni siquiera hablas para nada, lo nuestro termina aquí, me tienes harto.
Antes de irse agarró el americano que estaba bebiendo anteriormente y se lo vació por completo al pobre chico.
En vez de silencio, la cafetería soltó una enorme exclamación por la sorpresa, ahora si que estaban indignados.
Jake miraba con lastima al chico que se quedó inmóvil en su asiento completamente empapado.
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