•○°-Capitulo 19-°○•
[Narrador/a POV]
La caminata de regreso fue silenciosa, solo el sonido de las hojas moviéndose con el viento y el leve crujir de la grava bajo sus pies acompañaba el ambiente. Victim, que normalmente llenaría el aire con sus comentarios y risas, ahora estaba callado, sujetando el panda gigante de peluche que Orange había ganado para él. Su expresión reflejaba una mezcla de cansancio y una ligera tristeza, aunque trataba de ocultarlo con pequeñas sonrisas que no alcanzaban sus ojos.
Orange, por su parte, mantenía su mirada fija en el camino, con las manos en los bolsillos de su abrigo. Su mente estaba llena de pensamientos; recuerdos de Light, de Gold, y ahora de Victim. Había intentado disfrutar del día, pero sentía que no podía permitírselo, no cuando el peso del pasado seguía aplastándolo.
Cuando llegaron a la casa, Victim abrió la puerta primero, entrando con una energía más contenida de lo habitual. Dejó el panda en el sofá, ocupando casi todo el espacio, y suspiró antes de quitarse los zapatos. Orange entró detrás de él, cerrando la puerta con suavidad. Ambos se detuvieron un momento en la sala, sin saber muy bien qué decir o hacer.
Los demás estaban en sus habitaciones, o al menos no se escuchaba ningún ruido en el resto de la casa. Era como si todo estuviera suspendido en un extraño silencio, cargado de emociones no dichas.
Victim se giró hacia Orange, con una sonrisa que parecía forzada.
—Bueno, fue un buen día, ¿no crees? —dijo, intentando llenar el vacío.
Orange lo miró de reojo, asintiendo lentamente.
—Sí... estuvo bien. —su tono era neutral, casi distante, como si estuviera evitando algo.
El ambiente se tornó incómodo. Victim bajó un poco la mirada, jugando con las mangas de su chaqueta. No sabía por qué, pero sentía que algo había cambiado entre ellos durante el día.
Finalmente, Victim dio un paso hacia él.
—Orange, si hice algo mal, solo dime, ¿sí? No quiero que las cosas sean raras entre nosotros...
Orange lo miró directamente, sorprendido por la pregunta, pero no dijo nada de inmediato. Había tantas cosas que quería decirle, pero ninguna salía de su boca. Después de unos segundos, suspiró y apartó la mirada.
—No hiciste nada mal, Victim. Es solo... cosas mías.
Eso no era suficiente para Victim, pero sabía que no debía presionar. Asintió despacio, aunque en su interior sentía que se estaba rompiendo un pequeño pedazo de la conexión que habían compartido en la feria.
—Está bien, lo entiendo. —dijo al final, con una sonrisa suave, aunque forzada.
Victim tomó el panda de peluche y lo abrazó, diciendo que lo llevaría a su habitación. Antes de irse, miró una vez más a Orange, como si esperara que él dijera algo más, pero no ocurrió. Así que subió las escaleras, dejando a Orange solo en la sala.
Orange se dejó caer en el sofá, pasando las manos por su rostro y dejando escapar un suspiro pesado. Quería seguirlo, quería explicarle lo que sentía, pero sabía que no podía. Había un muro invisible entre él y Victim, uno que había construido con los ladrillos de su pasado, y no estaba listo para derribarlo.
Mientras tanto, en su habitación, Victim dejó el panda en una esquina y se sentó en la cama, mirando hacia la ventana. Aunque había intentado ignorarlo, la actitud de Orange le dolía más de lo que quería admitir. Quizá algún día entendería lo que realmente estaba pasando, pero esa noche, el silencio era la única respuesta que tenía.
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Orange permaneció en la sala un rato más, perdido en sus pensamientos. La casa estaba tranquila, pero su mente era un caos. Sentía una extraña mezcla de culpa y vacío; había visto cómo la sonrisa de Victim se apagaba poco a poco durante el día, y sabía que él era el culpable. Pero no podía evitarlo. Cada vez que Victim intentaba acercarse más, los recuerdos de Light y Gold lo detenían como un muro infranqueable.
Finalmente, se levantó del sofá y se dirigió al patio trasero. La brisa nocturna era fría, pero le ayudaba a despejarse un poco. Miró el cielo estrellado, preguntándose si algún día sería capaz de dejar atrás el pasado y abrirse de nuevo.
Mientras tanto, en la habitación de Victim, el silencio era abrumador. Se recostó en su cama, abrazando el panda gigante como si fuera un escudo contra sus propios pensamientos. Una y otra vez se preguntaba si estaba haciendo algo mal. Había sentido una conexión con Orange, un vínculo que parecía crecer cada día, pero ahora sentía que ese vínculo se estaba desmoronando.
Después de unos minutos de mirar fijamente al techo, Victim se levantó y se acercó a la ventana. Desde allí, podía ver el patio trasero y a Orange de pie, mirando las estrellas. La silueta de Orange bajo la luz tenue de la luna le pareció increíblemente solitaria.
Tomando una decisión impulsiva, Victim salió de su habitación y bajó las escaleras en silencio. Cuando llegó al patio, se detuvo en la puerta, observando a Orange por un momento antes de acercarse.
—¿No puedes dormir? —preguntó, rompiendo el silencio.
Orange giró ligeramente la cabeza, pero no lo miró directamente.
—No, solo necesitaba un poco de aire.
Victim se acercó más, quedándose a unos pasos de él.
—¿Quieres compañía?
Orange dudó, pero al final asintió. No dijo nada mientras Victim se sentaba en el suelo junto a él, abrazando sus piernas contra su pecho. Durante un rato, ninguno de los dos habló, simplemente escuchaban el sonido del viento y las hojas moviéndose.
Finalmente, fue Victim quien rompió el silencio.
—No sé qué pasa por tu cabeza, Orange, pero quiero que sepas que estoy aquí. No voy a presionarte para que me cuentes nada, pero… no quiero que te cierres.
Orange lo miró por primera vez desde que había salido al patio. Había algo en los ojos de Victim, una mezcla de sinceridad y preocupación, que lo conmovió más de lo que esperaba. Por un momento, quiso decirle todo: sobre Light, sobre Gold, sobre el dolor que todavía lo consumía. Pero las palabras no salieron.
En lugar de eso, simplemente suspiró y miró de nuevo al cielo.
—A veces, el pasado es demasiado pesado, Victim. No siempre es fácil dejarlo atrás.
Victim asintió, entendiendo más de lo que Orange pensaba.
—Lo sé. Pero no tienes que cargarlo solo.
Orange no respondió, pero las palabras de Victim quedaron grabadas en su mente. Era un pequeño recordatorio de que, aunque el pasado lo atormentara, no estaba completamente solo.
Después de un rato, Victim bostezó y se levantó, sacudiéndose la hierba de la ropa.
—Deberías dormir. Mañana será un día mejor, ya verás.
Orange asintió levemente, viéndolo regresar a la casa. Se quedó unos minutos más afuera, dejando que el frío de la noche calmara un poco su mente. Cuando finalmente regresó adentro, encontró a Victim dormido en el sofá con el panda de peluche, abrazándolo como si fuera su mayor tesoro.
Por primera vez en mucho tiempo, Orange permitió que una pequeña sonrisa asomara en su rostro. Quizá, solo quizá, las cosas podían mejorar.
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Orange se detuvo en seco al ver a Victim profundamente dormido en el sofá, con el panda gigante todavía entre sus brazos. Era evidente que no había logrado llegar a su habitación y simplemente había sucumbido al cansancio en ese lugar.
Por un momento, Orange contempló la escena en silencio. Había algo genuinamente tierno en cómo Victim dormía, con su expresión completamente relajada, como si el peso del día hubiera desaparecido por completo. Una pequeña sonrisa se formó en los labios de Orange sin que se diera cuenta.
Sacudiendo la cabeza, se acercó al sofá con cuidado.
—Siempre te estás metiendo en líos, ¿no? —susurró para sí mismo, aunque sabía que no habría respuesta.
Con un movimiento firme, pero delicado, Orange se inclinó y cargó a Victim en sus brazos, levantándolo como si fuera una princesa. Victim murmuró algo ininteligible, medio despierto por el movimiento, pero enseguida volvió a hundirse en el sueño, apoyando la cabeza contra el pecho de Orange.
Mientras subía las escaleras, Orange no pudo evitar recordar cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había sentido este tipo de cercanía con alguien. Había algo reconfortante en el simple acto de cuidar a Victim, aunque no quería admitirlo.
Al llegar a la habitación, abrió la puerta con cuidado y se dirigió a la cama. Con la misma delicadeza con la que lo había levantado, colocó a Victim sobre el colchón, asegurándose de que estuviera cómodo. Ajustó la almohada bajo su cabeza y tiró de la cobija para cubrirlo.
Antes de salir de la habitación, Orange hizo una pausa. Victim seguía abrazando al panda de peluche, con una pequeña sonrisa en su rostro. Algo en esa imagen le hizo sentir una ligera punzada en el pecho, pero no era dolor. Era algo diferente, algo más cálido.
—Descansa, Victim —murmuró en voz baja antes de apagar la luz y cerrar la puerta con cuidado.
Esa noche, mientras Orange regresaba a su propia habitación, no podía dejar de pensar en cómo alguien tan aparentemente frágil como Victim había logrado entrar en su vida y, de alguna manera, empezar a mover las piezas de su corazón que él creía que nunca volverían a encajar.
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Al día siguiente, Orange despertó con la luz suave del sol entrando por la ventana. Era temprano, pero el peso de la noche anterior aún lo acompañaba. Se levantó, aunque su mente no dejaba de revolotear alrededor de lo que había ocurrido con Victim. El chico que había traído algo que no esperaba: una especie de calidez que no sentía desde que Light se fue.
Se frotó la cara, tratando de despejar la niebla mental. A pesar de todo lo que había pasado, algo en su interior seguía resistiéndose a la idea de seguir adelante. Light siempre sería una parte de él. No importaba cuánto se acercara a Victim, no importaba cuánto intentara dejar que alguien más ocupara ese espacio en su corazón, Light siempre estaría allí.
Bajó a la cocina y vio que el resto de la casa ya empezaba a despertar. Blue estaba sentado en la mesa, aparentemente concentrado en algo en su teléfono, mientras que Green seguía en su rincón habitual, con los audífonos puestos, ajeno a todo lo que sucedía a su alrededor.
La ausencia de Victim fue evidente. Normalmente, el chico estaría allí, siendo un torbellino de energía, causando caos en la casa. Pero hoy estaba callado, probablemente aún dormido después de la noche agotadora.
Orange suspiró mientras preparaba su café, su mente volviendo al momento en que había cargado a Victim anoche. No quería reconocerlo, pero había disfrutado de la cercanía. Era un alivio poder cuidar de alguien, algo que no había hecho en mucho tiempo. Pero a medida que avanzaba el día, la duda comenzaba a nublar su juicio. ¿Qué significaba realmente todo eso? ¿Era solo un impulso momentáneo? O… ¿podría ser algo más?
Un ruido interrumpió sus pensamientos. Era Victim, quien bajaba las escaleras aún con el panda gigante entre sus brazos. Sus ojos aún estaban algo adormilados, y su paso era algo torpe, pero esa pequeña sonrisa, esa energía que siempre llevaba consigo, no había desaparecido.
—¡Buenos días! —dijo Victim, frotándose los ojos, como si todo estuviera perfectamente normal.
Orange lo miró en silencio, un nudo en el estómago al ver cómo Victim se movía con tanta naturalidad, como si nada hubiera cambiado. ¿Cómo podía ser tan difícil no dejarse llevar por esa sensación? ¿Por qué cada vez que Victim estaba cerca, todo lo que parecía ser sólido y controlado se desmoronaba?
—Buenos días —respondió, con un tono más neutral de lo que realmente sentía.
Victim sonrió de nuevo, sin percatarse del conflicto interno de Orange. Tomó asiento junto a Blue, comenzando a platicar animadamente sobre algo sin importancia. Todo parecía regresar a la normalidad. Pero para Orange, esa sensación persistía. Había algo en el aire, algo que no lograba comprender, algo que temía más que cualquier otra cosa. ¿Debería dejarse llevar por ello, o debía seguir guardando su corazón para sí mismo?
Mientras Victim hablaba sobre sus planes para el día, Orange se quedó allí, observando desde la distancia. No podía evitar preguntarse qué haría si, por una vez, dejara a su corazón decidir.
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Victim seguía charlando con Blue, gesticulando con entusiasmo mientras el panda de peluche gigante reposaba en sus piernas. A pesar de estar a medio despertar, parecía tener la energía de siempre. Orange, por su parte, observaba en silencio, apoyado contra la encimera de la cocina con su café en mano. Sus pensamientos seguían siendo un torbellino, pero la voz alegre de Victim lo anclaba al presente.
En ese momento, Red bajó las escaleras de forma ruidosa, como siempre, tropezando en los últimos escalones y riendo de su propia torpeza. Yellow, que lo seguía detrás, suspiró con cansancio.
—Un día te vas a romper algo —dijo Yellow, casi en tono maternal.
—¡Nah! Soy invencible —replicó Red, chocando su puño contra el pecho de forma exagerada antes de caminar hacia la mesa.
Victim soltó una carcajada, y Orange notó cómo esa risa llenaba el ambiente, aligerando la tensión que sentía desde que había despertado. Sin embargo, cuando los ojos de Victim se encontraron con los suyos, el chico dejó de reírse abruptamente y se puso algo nervioso. Victim desvió la mirada rápidamente, enfocándose en su conversación con Blue, pero era evidente que algo lo incomodaba.
Orange tomó un sorbo de su café, dejando escapar un suspiro imperceptible. Tenía que decir algo, pero no estaba seguro de qué. La incomodidad entre ambos no era algo que pudiera ignorar mucho más tiempo.
Finalmente, Victim se levantó de la mesa, dejando el peluche a un lado. Caminó hacia Orange, sus pasos algo vacilantes, pero con determinación.
—¿Podemos hablar? —preguntó, en un tono más bajo de lo usual.
Orange lo miró con calma, aunque por dentro sentía que su corazón comenzaba a latir más rápido. Asintió con un leve movimiento de cabeza y dejó su taza en la encimera. Ambos salieron de la cocina hacia la sala, dejando atrás las miradas curiosas de los demás. Red incluso intentó seguirlos, pero Yellow lo detuvo con un tirón del brazo.
Ya en la sala, Victim se giró hacia Orange, cruzando los brazos y apretando los labios. Parecía estar buscando las palabras correctas, como si tuviera algo importante que decir pero no supiera cómo empezar.
—Anoche… —comenzó, con la mirada fija en el suelo—. Lo siento si hice que te sintieras incómodo o algo así. No era mi intención. Solo… no sé, supongo que me dejé llevar.
Orange frunció el ceño, confundido por las palabras de Victim.
—¿De qué estás hablando?
Victim levantó la mirada, encontrándose con los ojos de Orange. Había un brillo de vulnerabilidad en ellos, algo que no mostraba con frecuencia.
—De todo esto. De salir contigo, de intentar animarte. Sé que todavía piensas en Light, y que probablemente no sea justo que intente… no sé, acercarme tanto. Pero solo quiero que sepas que no estoy tratando de reemplazar nada ni a nadie. Solo quiero estar ahí para ti, como amigo o lo que sea que necesites.
Las palabras de Victim golpearon a Orange como una ráfaga de aire frío. No esperaba esa sinceridad, ni esa percepción tan clara de lo que había estado sintiendo. Durante un momento, no supo qué decir. Finalmente, respiró hondo y habló.
—No tienes que disculparte —dijo, con un tono más suave de lo habitual—. Aprecio lo que intentas hacer. Pero… hay cosas que todavía no puedo superar. Y no quiero que te metas en algo que podría terminar haciéndote daño.
Victim asintió lentamente, aunque la decepción era evidente en su rostro.
—Lo entiendo —murmuró, aunque su tono decía lo contrario—. Supongo que solo quería ayudarte, pero tal vez me estoy esforzando demasiado.
Orange lo miró, sintiendo una punzada de culpa. Pero antes de que pudiera responder, Victim forzó una sonrisa y le dio un leve golpe en el brazo.
—No te preocupes, ¿ok? Solo quiero que seas feliz. Eso es lo único que me importa.
Antes de que Orange pudiera decir algo más, Victim dio media vuelta y regresó a la cocina, dejando a Orange solo en la sala. Mientras lo veía alejarse, Orange no pudo evitar preguntarse si alguna vez podría dejar de lado el pasado lo suficiente como para aceptar lo que Victim estaba ofreciéndole.
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El sonido de la puerta al abrirse interrumpió el silencio en la casa. Smith entró, con su usual aire de confianza, pero al ver a Victim sentado en el sillón con el rostro algo abatido, su expresión cambió a una de preocupación.
—Victim, ¿todo bien? —preguntó Smith, acercándose con cautela.
Victim levantó la mirada, forzando una sonrisa, pero no pudo ocultar la tristeza en sus ojos. A pesar de los esfuerzos por ocultarlo, la preocupación de Smith se hizo más evidente.
—Sí, todo bien… —murmuró Victim, intentando hacer sonar su voz más alegre de lo que realmente se sentía.
Orange, que estaba de pie cerca de la mesa, observaba la escena con una mirada seria. Algo en el aire se había vuelto denso, como si la presencia de Smith y su conexión con Victim trajeran a la superficie algo que aún no estaba resuelto.
Smith, notando la tensión, miró brevemente a Orange antes de volver su atención a Victim.
—¿Por qué no has ido a trabajar? —preguntó con suavidad, pero su tono mostraba que no se conformaría con una respuesta superficial.
Victim suspiró y miró hacia abajo, evitando el contacto visual por un momento. La visita de Smith era un recordatorio de lo que había dejado atrás. La relación que habían tenido, aunque llena de altibajos, aún tenía un peso sobre él. Aunque estaba feliz de verlo, también le dolía.
—No tenía ganas de salir de casa, eso es todo… —respondió, buscando no hacer que la situación fuera más incómoda de lo que ya era.
El silencio se instaló de nuevo, pero esta vez era más denso. Smith estaba por decir algo cuando Orange intervino, su tono directo y frío.
—¿Y qué esperas? —preguntó Orange, sin mover un músculo, su mirada fija en Smith—. ¿Que todo se resuelva solo con una visita?
Smith lo miró, algo sorprendido por la dureza de su tono. Pero no retrocedió. No tenía la intención de pelear, pero tampoco estaba dispuesto a permitir que Victim se quedara atrapado en su propio dolor sin intentar ayudar.
—No me estoy metiendo donde no debo —respondió Smith con calma, sin desviar la mirada—. Solo vine a ver cómo estaba Victim porque me preocupaba. Si eso te molesta, lo lamento.
Victim miró a ambos, notando la tensión entre ellos. A pesar de su propio conflicto interno, no quería que las cosas empeoraran. Se levantó lentamente del sillón y se acercó a Smith, intentando suavizar la situación.
—Gracias por venir… —dijo, forzando una sonrisa, pero aún sintiendo el peso de la incomodidad—. Estoy bien, de verdad. Solo necesito un poco de tiempo.
Smith asintió, pero antes de dar un paso atrás, miró a Orange una vez más.
—Solo cuídate, ¿vale? —le dijo a Victim, un toque de preocupación sincera en su voz. Luego, volvió su mirada a Orange y dijo, con un tono más firme—: Y tú también, mantén la cabeza fría.
Orange no respondió, pero su mirada se mantuvo fija. Sabía que Smith no quería más que lo mejor para Victim, pero la aparición del ex prometido de Victim solo lograba agregar más confusión a la situación.
Mientras tanto, Victim sintió la presión de los ojos de ambos sobre él. Se sentó de nuevo en el sillón, mirando a Smith mientras intentaba procesar todo lo que había sucedido en los últimos días.
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Orange cruzó los brazos, mirando fijamente a Victim. No estaba seguro de cómo sentirse respecto a la visita de Smith; había algo en el aire que lo hacía sentirse incómodo, pero no podía evitar preguntar.
—¿Es normal que Smith venga de la nada así? —preguntó Orange, su tono cargado de dudas. Su voz no tenía el mismo toque frío y serio de antes, pero aún así había un resquicio de molestia que no podía ocultar.
Victim suspiró, pasando una mano por su rostro antes de mirarlo. No quería que la situación se volviera más tensa, pero la verdad era que aún había muchas cosas por resolver, tanto con Smith como con Orange.
—Sí, es normal… A veces me busca, se preocupa por mí. Aunque no estemos juntos, siempre está ahí cuando me necesita —respondió Victim, sin evitar sonreír un poco al recordar los momentos que compartió con Smith. Aunque sabía que las cosas no habían terminado bien, una parte de él aún guardaba un sentimiento por él.
La respuesta de Victim dejó a Orange pensativo, su mirada se oscureció por un momento. No estaba seguro de si se sentía celoso o simplemente incómodo, pero algo dentro de él no podía dejar de preguntarse si había algo más entre Victim y Smith.
Victim, notando la reacción de Orange, trató de aliviar la tensión, aunque no sabía si sus palabras ayudarían.
—Ojalá algún día… podamos hablar bien las cosas. Pero por ahora, no quiero pensar en eso —añadió, con una leve tristeza en la voz.
Orange no respondió de inmediato. En lugar de eso, se acercó lentamente y, sacando algo de su bolsillo, lo colocó en las manos de Victim. Era un pequeño llavero en forma de abeja de peluche, el mismo que Orange le había dado en el pasado, cuando las cosas se habían puesto difíciles para él.
Victim miró el llavero, sorprendido, y levantó la vista hacia Orange. Sus ojos reflejaban una mezcla de gratitud y confusión.
—Pensé que te haría falta… —murmuró Orange, sin mirar a Victim, su tono más suave de lo habitual.
El silencio se instaló entre ellos de nuevo, pero esta vez no era incómodo. Victim sostuvo el llavero con delicadeza, sintiendo que, aunque las cosas aún no estaban claras, algo en la relación con Orange comenzaba a sanar.
Victim sonrió débilmente, agradecido por el gesto, pero su mente seguía ocupada, pensando en Smith, en lo que había perdido y en lo que aún quedaba por resolver.
Orange permaneció callado, mirando hacia otro lado, sintiendo que sus propios sentimientos se mezclaban. No podía evitarlo, le molestaba que Smith apareciera sin previo aviso, pero también sabía que no podía controlar todo lo que pasaba en la vida de Victim.
—No tienes que decir nada —dijo finalmente Orange, aún evitando mirarlo—. Solo… quiero que estés bien.
Victim, tocado por sus palabras, asintió lentamente, aunque no dijo nada más. La conexión entre ellos seguía siendo frágil, pero era un paso hacia la comprensión mutua.
Orange y Victim se quedaron en silencio, cada uno con sus pensamientos, mientras fuera de la habitación la casa seguía su curso, llena de tensiones no resueltas.
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Orange, sin pensarlo demasiado, rompió el silencio que había entre ellos. Las palabras le salieron antes de que pudiera detenerse.
—¿Quieres ir al parque? Podríamos caminar un rato… despejarnos —dijo, su tono más calmado que de costumbre, aunque su expresión seguía siendo seria.
Victim parpadeó sorprendido, pero una sonrisa rápidamente iluminó su rostro.
—¡Claro que sí! —respondió con entusiasmo, casi sin pensarlo, levantándose del sofá con energía. La idea de salir con Orange era un cambio refrescante después de la incomodidad que había sentido con la visita de Smith.
Orange, al ver la emoción en Victim, se relajó un poco, aunque aún mantenía cierta rigidez en su postura. Sin decir más, ambos se dirigieron hacia la puerta, dejando atrás el ambiente tenso de la casa.
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En el parque, la atmósfera era tranquila, con el suave sonido del viento moviendo las hojas de los árboles y el ocasional canto de algún pájaro. Victim caminaba ligeramente delante de Orange, mirando a su alrededor con una expresión curiosa, como si quisiera absorber cada detalle del lugar.
Orange, por su parte, mantenía las manos en los bolsillos, caminando a su propio ritmo detrás de Victim, observándolo sin darse cuenta. Había algo en la forma despreocupada de Victim que lo hacía sentir… diferente, aunque no estaba seguro de cómo explicarlo.
—Este lugar siempre me ha gustado —comentó Victim, girando la cabeza para mirar a Orange con una sonrisa.
Orange asintió, mirando hacia los árboles. —Es tranquilo. A veces hace falta algo así.
Victim lo miró de reojo, notando que Orange parecía más relajado de lo habitual, aunque seguía siendo reservado. Decidió aprovechar el momento para romper un poco más el hielo.
—¿Sabes? —dijo Victim, deteniéndose y girándose para mirarlo directamente—. Me alegra que hayamos salido. Últimamente las cosas han sido un poco… tensas.
Orange se detuvo también, mirándolo con una ceja levantada. —¿Te refieres a lo de Smith?
Victim negó rápidamente con las manos. —¡No, no solo eso! Me refiero a todo en general. Creo que a veces necesitamos momentos como este para respirar.
Orange lo miró en silencio por un momento antes de asentir. —Tienes razón.
Victim, animado por la respuesta, se acercó un poco más, con las manos detrás de la espalda. —¿Y tú? ¿Por qué quisiste salir?
Orange se quedó en silencio, mirando hacia el horizonte. Finalmente, respondió, aunque con cierto titubeo.
—A veces solo… necesito alejarme un poco. Pensé que te haría bien también.
Victim sonrió suavemente. —Gracias por pensar en mí.
Continuaron caminando, el silencio entre ellos ahora más cómodo, con Victim ocasionalmente señalando algo interesante del parque, mientras Orange lo escuchaba con atención, aunque sin decir mucho.
Por un momento, Orange sintió que, a pesar de todo lo que cargaba en su corazón, este pequeño respiro era justo lo que necesitaba.
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Cuando llegaron a la colina, se encontraron con un pequeño bosque escondido entre los árboles, donde la luz del sol se filtraba suavemente a través de las hojas, creando patrones dorados en el suelo. Era un lugar tranquilo, casi mágico, y Victim no pudo evitar sonreír al verlo.
—¡Vaya, este lugar es hermoso! —exclamó, girándose para mirar a Orange, quien seguía caminando con las manos en los bolsillos, aunque su mirada recorrió el lugar con cierto aprecio.
—Sí, no está mal —respondió Orange, manteniendo su tono serio, aunque internamente le agradaba haber encontrado un espacio tan relajante.
Victim, con una sonrisa traviesa, comenzó a acercarse lentamente a Orange, caminando hacia atrás mientras lo miraba.
—¿Sabes? —dijo con un tono juguetón—. Este lugar tiene un ambiente... romántico, ¿no crees?
Orange frunció ligeramente el ceño, mirándolo con desconfianza. —¿Romántico?
Victim se encogió de hombros, fingiendo inocencia, aunque su sonrisa lo delataba. —Bueno, estamos en un bosque lindo, alejados de todos, solo nosotros dos... —Se inclinó un poco hacia Orange—. ¿No sientes esa vibra especial?
Orange lo miró fijamente, intentando mantener su expresión seria, pero la manera descarada en la que Victim lo estaba mirando le hizo suspirar con cansancio.
—No empieces, Victim —dijo, dándole la espalda para seguir caminando, pero Victim no se dio por vencido.
Corrió frente a Orange, bloqueándole el paso, y se inclinó hacia él con una sonrisa pícara. —Vamos, Orange, no seas tan frío conmigo. Admítelo, te encanta mi compañía.
Orange lo miró con una ceja levantada. —¿Eso crees?
Victim asintió con entusiasmo, poniendo las manos en la cintura. —Por supuesto. Si no fuera así, no me hubieras traído aquí. Además... —Se acercó un poco más, invadiendo el espacio personal de Orange—, no puedo evitar notar que cada vez que sonríes, aunque sea un poquito, siempre es por algo que digo.
Orange dio un paso hacia atrás, intentando recuperar algo de distancia, pero Victim lo siguió con una sonrisa aún más amplia.
—Eres un caso perdido, Victim —dijo finalmente Orange, aunque había una ligera curva en sus labios, apenas perceptible, que traicionaba su actitud.
—¿Ves? ¡Eso fue casi una sonrisa! —exclamó Victim, señalándolo con el dedo, triunfante.
Orange negó con la cabeza, volviendo a girarse para seguir caminando. —Deja de hacer tonterías y disfruta el lugar.
Pero Victim no se rendía. Caminó al lado de Orange, fingiendo una expresión pensativa.
—¿Sabes? Creo que podríamos hacer algo más interesante aquí. Tal vez subirnos a algún árbol juntos, o... no sé, sentarnos en el suelo y admirar el paisaje mientras me dices algo bonito.
Orange se detuvo en seco y lo miró, cruzando los brazos. —¿Algo bonito?
Victim asintió rápidamente, sus ojos brillando con emoción. —Sí, algo como… “Victim, eres la mejor compañía que he tenido en mucho tiempo” o “Nunca conocí a nadie tan increíble como tú”.
Orange se quedó en silencio, observándolo por unos segundos antes de responder. —“Victim, nunca conocí a nadie tan… molesto como tú”.
Victim soltó una carcajada. —¡Eso cuenta como un cumplido!
Mientras los dos seguían caminando, Orange no pudo evitar sentir que la energía despreocupada de Victim estaba logrando algo que pocas cosas lograban últimamente: hacerlo olvidar, aunque fuera por un momento, todo el peso que llevaba consigo.
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Orange se inclinó ligeramente, mirándolo desde su altura. Victim, que apenas le llegaba a la mitad del cuerpo, levantó la mirada con una sonrisa inocente, aunque sus ojos brillaban con ese característico toque travieso.
—Escucha, Victim, —dijo Orange, con un tono serio, pero sin rastro de enojo—. Necesito que dejes de pasarte de listo. No estoy aquí para tus juegos.
Antes de que pudiera continuar, sintió las manos de Victim en su rostro, tomando sus mejillas con suavidad pero con suficiente firmeza como para sorprenderlo.
—¿Juegos? —repitió Victim, ladeando la cabeza mientras lo miraba con una expresión exageradamente ofendida—. ¿Eso piensas de mí, Orange? Yo nunca juego con nadie.
Orange parpadeó, claramente desconcertado, sin apartar las manos de Victim. —¿Qué estás haciendo?
—Shh, no hables —le interrumpió Victim, acercando su rostro al de él, como si estuviera a punto de decir algo importante—. Solo... mírame.
Orange retrocedió un poco, pero las manos de Victim seguían firmes en sus mejillas, impidiéndole apartarse demasiado. Había algo tan inesperado en la situación que, por un segundo, olvidó cómo responder.
—¿Sabes algo, Orange? —continuó Victim, suavizando su voz, casi como si estuviera compartiendo un secreto—. A veces pienso que te tomas todo demasiado en serio.
Orange arqueó una ceja, cruzando los brazos mientras lo miraba directamente. —¿Y eso qué tiene que ver con que me estés sujetando la cara?
Victim sonrió ampliamente, encogiéndose de hombros. —No lo sé, quería asegurarme de que realmente me prestaras atención. Siempre estás tan distante... Pero, ahora que lo mencionas, tienes una mandíbula muy fuerte. Es impresionante.
—Deja de decir tonterías y suéltame.
Victim soltó una pequeña risa, pero no apartó las manos. —Solo si prometes relajarte un poco y disfrutar más las cosas. Anda, Orange, inténtalo.
Por un momento, Orange estuvo tentado a apartarlo bruscamente, pero algo en la expresión alegre y sincera de Victim lo hizo suspirar profundamente.
—Eres un caso perdido, ¿sabes? —dijo finalmente, con un tono más suave.
Victim soltó sus mejillas y dio un paso atrás, sonriendo satisfecho. —¿Eso fue un cumplido? Porque yo lo tomaré como uno.
Orange negó con la cabeza, enderezándose nuevamente. —Llamarlo cumplido sería darle demasiado crédito.
Victim, como era de esperarse, soltó una carcajada mientras comenzaba a caminar delante de él, dejando a Orange atrás, quien, por mucho que intentara mostrarse indiferente, no pudo evitar esbozar una ligera sonrisa. Aunque se negaba a admitirlo, Victim tenía un extraño talento para sacarlo de su zona de confort... y eso lo desconcertaba más de lo que le gustaría.
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Antes de que Orange pudiera enderezarse por completo, Victim se movió con una velocidad sorprendente, acercándose tanto que casi no le dio tiempo a reaccionar. Fue un segundo, un simple toque, pero lo suficiente: Victim había robado un beso.
El contacto fue tan ligero, tan fugaz, que Orange apenas lo sintió, pero fue suficiente para congelarlo en su lugar. Sus ojos se abrieron de par en par, y el aire pareció quedarse atrapado en su pecho.
Victim, mientras tanto, perdió el equilibrio por la velocidad de su movimiento y cayó al suelo de espaldas, riéndose a carcajadas.
—¡Oh, por tu cara! —exclamó entre risas, llevándose una mano al abdomen mientras trataba de recuperar el aliento—. Nunca pensé que Orange, el hombre más serio y frío del mundo, pudiera quedarse tan... pasmado.
Orange seguía inmóvil, con una mezcla de sorpresa y furia en su rostro. Finalmente, levantó una mano hacia sus labios, como si tratara de procesar lo que acababa de ocurrir.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo? —gruñó, su voz baja y cargada de irritación.
Victim se incorporó, todavía riendo mientras sacudía la tierra de su ropa. —Solo te estoy enseñando a relajarte un poco. ¿No me agradeces?
Orange se acercó a grandes zancadas, inclinándose sobre él con el ceño fruncido. Victim, lejos de asustarse, lo miró con una sonrisa traviesa.
—¡Fue solo un beso, Orange! Ni que te hubiera robado el alma o algo así.
Orange apretó los dientes, tratando de contenerse. Su mente estaba en caos, luchando entre el enfado y algo más, algo que no quería identificar. Finalmente, se enderezó, pasándose una mano por el cabello en un intento de recuperar la compostura.
—No vuelvas a hacerlo —murmuró, su voz grave y seria.
Victim se levantó lentamente, todavía con esa expresión juguetona en su rostro. —¿Por qué no? ¿Acaso temes que te guste?
Orange giró bruscamente hacia él, señalándolo con un dedo. —No pruebes mi paciencia, Victim.
Pero Victim simplemente le guiñó un ojo y comenzó a caminar delante de él, sus pasos ligeros y despreocupados. Orange lo siguió a regañadientes, su mente aún atrapada en lo que había sucedido, preguntándose cómo un gesto tan simple había logrado descolocarlo de esa manera.
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Orange caminaba a grandes zancadas, su molestia evidente con cada paso. Su respiración era pesada, y aunque trataba de ignorar a Victim, este seguía detrás de él, riendo y lanzando comentarios para molestarlo.
—Oh, vamos, Orange. ¿No puedes admitir que fue gracioso? —bromeó Victim, con esa sonrisa juguetona que tanto lo sacaba de quicio.
Orange se detuvo de golpe, girándose hacia él con el rostro rojo de furia. —¡Ya basta! ¿Por qué tienes que ser tan insoportable? ¿No puedes actuar como un adulto por una vez en tu vida?
El tono de su voz fue tan cortante que Victim dejó de sonreír. La burla desapareció de su rostro, y por un instante, pareció encogerse ligeramente. El silencio se hizo pesado entre ellos, el aire cargado de tensión.
Victim, con un destello de orgullo herido en sus ojos, dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección contraria. —¿Sabes qué? Tienes razón, Orange. Tal vez soy insoportable. Pero al menos no voy por la vida con un palo metido en el... bueno, ya sabes.
Orange frunció el ceño, dando un paso hacia él. —¿Adónde crees que vas?
Victim no se detuvo, ni siquiera volteó a mirarlo. —Voy con Smith. Al menos él sabe cómo tratarme.
La mención de Smith encendió algo en Orange que no podía explicar. Un extraño nudo de incomodidad se formó en su pecho, mezclado con una ira que no tenía sentido. Frunció el ceño aún más, sus manos apretadas en puños.
—¿Smith? —preguntó con un tono agrio, casi burlón—. ¿Qué demonios tienes que hacer con él?
Victim se detuvo por un momento, girándose apenas para mirarlo por encima del hombro. —¿Por qué te importa, Orange? ¿No te gusta mi compañía? Entonces no veo por qué debería quedarme.
Esa respuesta lo dejó sin palabras. Orange quiso responder, pero nada salió de su boca. Era cierto, él mismo lo había alejado con sus gritos, y ahora esa misma distancia lo hacía sentir... incómodo.
Sin decir nada más, Victim siguió caminando, dejándolo allí, solo en medio del sendero. Orange miró cómo se alejaba, sus pasos cada vez más rápidos, mientras una sensación extraña lo invadía, algo que no quería aceptar pero que no podía ignorar: no quería que Victim estuviera con Smith. Y eso lo enfurecía más consigo mismo.
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Orange se quedó parado en el camino, viendo cómo Victim desaparecía entre los árboles. Apretó los puños con fuerza, sintiendo que su orgullo le decía que lo dejara ir, que no tenía por qué importarle a dónde iba ni con quién. Pero algo dentro de él no lo dejaba tranquilo, una sensación de inquietud que crecía con cada segundo.
Finalmente, suspiró frustrado y comenzó a caminar en la misma dirección que Victim, aunque con pasos lentos, como si estuviera buscando una excusa para alcanzarlo. Se repetía a sí mismo que no era porque le importara, sino porque no confiaba en Smith. Sí, eso era.
Cuando lo alcanzó, Victim estaba sentado en una roca al borde del camino, mirando hacia el suelo con los brazos cruzados. Ya no tenía esa sonrisa juguetona en el rostro; parecía cansado y un poco triste.
Orange se detuvo frente a él, cruzando los brazos. —¿Por qué siempre tienes que ser tan dramático?
Victim levantó la mirada, arqueando una ceja. —¿Dramático? ¿Yo? Tú eres el que se enoja por un simple beso.
Orange se tensó, desviando la mirada. —No era un simple beso. Fue... fue una falta de respeto.
Victim se rió, pero no con burla, sino con un dejo de resignación. —¿Falta de respeto? Por favor, Orange. No fue gran cosa. Pero supongo que todo lo que hago te molesta, ¿no?
El silencio que siguió fue incómodo. Orange no sabía qué responder. No quería admitir que lo que realmente lo molestaba no era el beso, sino el hecho de que Victim pudiera irse con Smith en cualquier momento.
Finalmente, Victim suspiró y se puso de pie, dándole la espalda. —Sabes qué, olvídalo. Tienes razón, soy insoportable. Tal vez debería irme de verdad.
Cuando Victim dio un paso para seguir caminando, Orange lo agarró del brazo con firmeza, pero sin brusquedad. Victim se giró para mirarlo, sorprendido.
—No te vayas —dijo Orange, con un tono más bajo, casi susurrando.
Victim parpadeó, tratando de entender lo que acababa de escuchar. —¿Qué dijiste?
Orange lo soltó rápidamente, como si el contacto le quemara, y se cruzó de brazos, desviando la mirada. —Dije que no te vayas. No quiero que estés con Smith.
La confesión lo tomó por sorpresa, pero también le arrancó una pequeña sonrisa. Victim se inclinó un poco, tratando de ver el rostro de Orange. —¿Estás celoso?
—¡No! —respondió rápidamente, pero su tono defensivo lo delató.
Victim rió, esta vez de verdad, con esa alegría despreocupada que solía tener. —¿Entonces por qué no quieres que me vaya?
Orange respiró hondo, luchando con las palabras. Finalmente, murmuró: —Porque prefiero que estés aquí, conmigo.
El silencio que siguió fue diferente al de antes. No era incómodo, sino cargado de algo nuevo, algo que ninguno de los dos sabía cómo manejar. Victim lo miró fijamente, intentando encontrar algún rastro de broma o sarcasmo en sus palabras, pero no lo encontró.
—Está bien —dijo finalmente, con una pequeña sonrisa. —Me quedaré. Pero sólo porque me lo pediste.
Orange bufó, dándole la espalda. —Haz lo que quieras.
Pero mientras caminaban de regreso juntos, aunque sin decir mucho, ambos sabían que algo había cambiado. Tal vez no era algo grande, pero era un comienzo.
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Mientras caminaban en silencio por el sendero de regreso, Victim no podía evitar tocarse los labios con la punta de los dedos, una sonrisa traviesa curvándose en su rostro. Pensaba en el beso fugaz que le había robado a Orange y en la reacción exagerada que había provocado. ¿Por qué sería tan divertido molestarlo?
Le lanzó una rápida mirada de reojo. Orange caminaba con las manos en los bolsillos, la mandíbula tensa y la vista fija al frente, como si intentara ignorarlo deliberadamente. Eso sólo hacía que a Victim le dieran más ganas de volver a probar suerte, pero sabía que si lo hacía ahora, probablemente terminaría siendo empujado a algún arbusto cercano.
Se rió para sí mismo y murmuró con un tono juguetón: —Estás pensando en eso, ¿verdad?
Orange levantó una ceja sin girarse a mirarlo. —¿En qué?
Victim sonrió aún más, inclinándose un poco hacia él mientras caminaban. —En el beso.
Orange se detuvo de golpe, girándose para mirarlo con una expresión severa. —¿Qué tiene de gracioso, Victim?
Victim levantó las manos, fingiendo inocencia. —Nada, nada. Sólo me preguntaba si... tal vez... te gustó.
El rostro de Orange se endureció, pero un leve rubor apareció en sus mejillas. —Estás loco si crees eso.
Victim no pudo evitar reír, pero retrocedió un paso para mantener la distancia, viendo cómo Orange apretaba los puños con frustración. —Tranquilo, tranquilo. No lo haré otra vez... por ahora.
Orange suspiró, cerrando los ojos un momento como si intentara recuperar la calma. —Deja de jugar con eso, Victim. No es un juego para mí.
El tono serio de su voz hizo que Victim se detuviera, bajando la mirada por un instante. No quería herirlo, sólo hacer las cosas más ligeras entre ellos. —Lo siento —murmuró.
Orange asintió, girándose para seguir caminando. —Es mejor así.
Pero mientras continuaban en silencio, Victim no podía quitarse de la cabeza la idea de lo fácil que sería robarle otro beso. No ahora, pero tal vez más tarde, cuando Orange estuviera menos alerta. La sola idea lo hacía sonreír, aunque también sabía que tendría que ganarse su confianza antes de intentar algo así otra vez.
Por ahora, se contentó con caminar a su lado, disfrutando del momento, aunque en su mente ya estuviera planeando su próximo movimiento.
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Victim soltó la frase con un tono juguetón mientras caminaban por el sendero. —Tengo ganas de besar a alguien.
El silencio que siguió fue incómodo, pero Victim no parecía notarlo, pues caminaba mirando al cielo con una sonrisa, esperando que Orange reaccionara como siempre, con un comentario sarcástico o algún regaño.
Pero esta vez no hubo nada.
Cuando Victim bajó la mirada, vio que Orange había dejado de caminar. Estaba quieto, mirándolo con una expresión que era difícil de leer. Luego, sin decir una palabra, Orange dio unos pasos hacia él, inclinándose hasta ponerse a su altura.
Victim parpadeó, sorprendido. —¿Q-qué haces? —preguntó, su tono temblando entre nervios y emoción.
Orange, todavía serio, lo miró directamente a los ojos, sus manos metidas en los bolsillos como si intentara mantener el control. —¿De verdad tienes ganas de besar a alguien, o sólo estás bromeando?
La pregunta tomó a Victim por sorpresa. No era común que Orange fuera tan directo. Tragó saliva, su sonrisa disminuyendo un poco mientras trataba de procesar lo que estaba ocurriendo. —Bueno... tal vez sí. Pero, ¿por qué lo preguntas?
Orange no apartó la mirada, y Victim sintió que su corazón empezaba a latir más rápido. El aire entre ellos se volvió tenso, como si todo el bosque alrededor se hubiera quedado en silencio.
Finalmente, Orange suspiró, su voz firme pero baja. —Porque si vas a decir cosas como esa, más te vale estar listo para las consecuencias.
Victim sintió que se le aceleraba el pulso, una mezcla de emoción y nerviosismo recorriéndolo de pies a cabeza. —¿C-consecuencias? —murmuró, su voz más débil de lo que quería.
Sin decir más, Orange dio un paso más cerca, la distancia entre ellos casi inexistente. Victim podía sentir su aliento, cálido y algo acelerado. Era como si Orange estuviera debatiéndose consigo mismo, luchando entre mantener el control y dejarse llevar.
Pero, justo cuando Victim pensaba que algo iba a pasar, Orange se enderezó de golpe, rompiendo la tensión en el aire. —Olvídalo —dijo en tono seco, dándole la espalda y retomando el camino. —No tienes idea de lo que estás diciendo.
Victim, todavía aturdido, lo vio alejarse unos pasos antes de reaccionar. Una sonrisa traviesa apareció en su rostro, aunque su corazón todavía latía desbocado. —¿Estás seguro de que tú sí lo sabes, Orange?
Orange no respondió, pero el leve rubor en sus orejas era imposible de ocultar.
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Orange siguió caminando, pero el peso de la conversación no lo dejaba tranquilo. Sabía que Victim lo estaba provocando, como siempre lo hacía, pero algo en su pecho se sentía diferente esta vez. El aire estaba tenso entre ellos, y no podía dejar de pensar en lo que acababa de pasar.
Victim, por otro lado, lo observaba desde atrás, disfrutando de la confusión que había sembrado en Orange. Le gustaba ver cómo se ponía incómodo, pero a la vez, no podía evitar sentirse intrigado por la reacción de Orange. Algo en sus ojos le decía que no todo estaba tan claro como parecía.
Finalmente, Victim dio un paso hacia adelante y, con una sonrisa traviesa, lo alcanzó. Se puso a su lado, sin decir palabra, pero el ambiente entre ellos era denso, como si ambos estuvieran esperando a que el otro hablara.
Orange no se atrevió a mirar a Victim, pero podía sentir su presencia a su lado. Era un recordatorio constante de todo lo que estaba tratando de evitar, de esa incomodidad que seguía apoderándose de él cada vez que estaba cerca de él.
Finalmente, Victim rompió el silencio con una voz suave, pero llena de intenciones no dichas. —Sabes, Orange, no me voy a detener. Si sigo queriendo besarte, lo haré. — Su tono fue casi una amenaza, pero no una que Orange pudiera rechazar fácilmente.
Orange apretó los dientes, la tensión creciendo de nuevo. Victim había tocado algo profundo en él, y aunque su mente le decía que no debía caer en ese juego, su cuerpo reaccionaba de manera diferente.
—No lo hagas, Victim —respondió, su voz más baja de lo que había pretendido. No quería sonar débil, pero algo en su pecho lo hacía querer dejarse llevar por ese impulso, ese sentimiento que siempre había estado enterrado.
Victim lo miró, un brillo en sus ojos. —¿Por qué? ¿Te da miedo lo que pueda pasar?
Orange no pudo responder de inmediato, y cuando intentó hacerlo, sus palabras se quedaron atrapadas en su garganta. No quería perder el control, no quería admitir que, de alguna manera, Victim había logrado desconcertarlo.
Finalmente, dio un paso atrás, mirando hacia el horizonte. —Es complicado, ¿entiendes? No es algo que se solucione con un beso.
Victim lo observó en silencio, comprendiendo más de lo que Orange quería admitir. El silencio volvió a caer sobre ellos, pero esta vez no era incómodo. Era más bien una pausa, como si ambos estuvieran esperando que el otro diera el siguiente paso.
Victim sonrió suavemente, aliviado de que, a pesar de todo, había logrado hacer que Orange pensara en él. Aunque la situación no estaba resuelta, al menos ahora, algo había cambiado entre ellos.
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Victim se detuvo por un momento, notando la tensión creciente en el aire entre ellos. A pesar de que había disfrutado viendo a Orange reaccionar, algo dentro de él lo hizo detenerse. Tal vez estaba presionando demasiado.
Se giró hacia Orange, con una mirada más suave, casi comprensiva, y dijo: —No quiero besarte solo por… Light.
Orange frunció el ceño, mirando a Victim con una mezcla de confusión y curiosidad. —¿Qué quieres decir con eso?
Victim dio un suspiro, sus palabras más lentas, como si finalmente estuviera pensando en lo que realmente quería expresar. —Sé que tienes algo con ella. O lo que fue con ella. Y aunque yo pueda bromear o molestar, no quiero ser el que te haga olvidar eso, ni tampoco el que te haga sentir que tienes que reemplazarla de alguna manera.
El aire se volvió denso entre ellos, y Orange sintió que un peso que no sabía que llevaba encima comenzaba a aligerarse. Victim había entendido algo que él no podía decir en voz alta: que había algo en su corazón que aún pertenecía a Light.
Orange no dijo nada al principio, simplemente se quedó en silencio, tratando de procesar lo que Victim había dicho. No esperaba esa sinceridad de su parte. Alguien como Victim siempre había sido más directo, más juguetón, pero esa vulnerabilidad que ahora mostraba lo hizo mirar las cosas desde otro ángulo.
—No es que quiera reemplazarla… —empezó a decir Orange, con una voz baja, como si estuviera hablando más consigo mismo que con Victim. —Es solo que… no sé cómo dejarla ir. Me pesa, y todo esto es confuso.
Victim asintió, sus ojos fijos en Orange, pero con una mirada más tranquila, sin la provocación habitual. —No tienes que hacerlo, Orange. No tienes que olvidarla para seguir adelante. Y yo no quiero ser el que te haga sentir que tienes que tomar una decisión entre ella y yo.
Orange lo miró por un largo momento, notando que las palabras de Victim eran genuinas. Aunque las circunstancias entre ellos no fueran las más fáciles, al menos Victim había demostrado ser alguien que entendía su dolor sin juzgarlo.
Finalmente, Orange sonrió ligeramente, la expresión más relajada que había tenido en todo el día. —Gracias, Victim. Eso significa más de lo que parece.
Victim sonrió a su vez, y aunque no había resuelto todo, sentía que había dado un paso importante. —Y no te preocupes, no voy a presionarte por nada más. Solo… tomemos las cosas a nuestro ritmo, ¿vale?
Orange asintió, sintiendo que, por primera vez, no tenía que cargar con todas sus emociones solo. Aunque el camino hacia la sanación no sería fácil, al menos Victim había demostrado ser alguien que podía caminar a su lado, sin expectativas, sin presiones.
El aire entre ellos había cambiado. Aunque todavía quedaba incertidumbre en el horizonte, algo en su conexión se había afianzado, de una manera que Orange no esperaba. Y por primera vez en mucho tiempo, se permitió pensar que tal vez, solo tal vez, las cosas podrían mejorar.
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Victim se quedó mirando a Orange, sin saber qué esperar en ese momento. El aire a su alrededor parecía haberse detenido, la tensión que había estado flotando entre ellos comenzaba a disiparse. Orange no dijo nada, simplemente se acercó, su mirada fija en los ojos de Victim.
Victim apenas tuvo tiempo de reaccionar, antes de que Orange se pusiera a su altura, y en un movimiento suave, lo besó. Fue un beso breve, pero lleno de algo más profundo, algo que no necesitaba palabras para explicarse. Era suave, tierno, como si Orange estuviera buscando algo en Victim que había estado guardado en su corazón.
El contacto fue ligero, como una promesa silenciosa, una apertura a un nuevo capítulo. No hubo presión, ni prisa. Solo el momento, la conexión que ambos compartían, y el suave roce de sus labios.
Cuando Orange se separó, sus ojos no dejaban de mirar a Victim, buscando alguna respuesta, alguna señal de lo que había provocado en él.
Victim, por su parte, se quedó en silencio unos segundos, sintiendo el calor de ese beso, antes de sonreír suavemente. No dijo nada al principio, pero su expresión lo dijo todo: había algo allí, algo que valía la pena explorar.
Finalmente, Victim habló, con una ligera risa que no parecía forzada. —Creo que eso fue más allá de lo que esperaba.
Orange sonrió, aunque aún parecía algo nervioso, como si no hubiera sido completamente consciente de lo que acababa de hacer. —Lo siento si fue demasiado rápido… solo… no pude evitarlo.
Victim se acercó un poco más, sus ojos brillando con una mezcla de diversión y comprensión. —No fue demasiado rápido. Solo… fue justo. Y creo que lo necesitábamos, ¿no?
Orange asintió, la ansiedad de antes desapareciendo lentamente. No sabía qué depararía el futuro, pero por primera vez, no le parecía tan aterrador enfrentarlo.
Aún no todo estaba claro entre ellos, pero ese pequeño beso había sido un paso más hacia algo que ninguno de los dos había anticipado, pero que, de alguna manera, sentían que era el siguiente paso natural en su conexión.
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Orange miró a Victim con una suave sonrisa, como si al final de ese beso, una cierta calma se hubiera instalado entre ellos. No dijo mucho, pero su tono era firme, aunque sin forzar la situación.
—Creo que es momento de regresar —dijo, su voz tranquila pero con un toque de sinceridad. La tarde estaba avanzando y la luz del día comenzaba a desvanecerse, pero el ambiente entre ellos seguía cargado de una energía diferente, algo nuevo que había surgido.
Victim, por un momento, pensó en objetar, en hacer alguna broma para aligerar el momento, pero en lugar de eso, asintió con una pequeña sonrisa y caminó junto a Orange. No dijo nada, pero sentía que en ese gesto, aunque breve, había más que palabras. Había un entendimiento silencioso, como si ambos supieran que las cosas entre ellos no serían iguales después de ese día.
Mientras caminaban de regreso, el ambiente seguía tenso, pero no incómodo. Victim no dejó de observar a Orange, notando cada pequeño gesto, la manera en que él parecía más relajado, como si hubiera dejado atrás parte de lo que lo había estado molestando. Aunque no hablaban, el silencio entre ellos ya no era pesado.
Cuando finalmente llegaron a casa, Victim se detuvo un momento en la entrada, mirando a Orange con una expresión más suave, más abierta que antes.
—Gracias por hoy —dijo, aunque de una manera más honesta de lo que esperaba. Había algo genuino en sus palabras, algo que no solía mostrar tan fácilmente.
Orange asintió, su mirada aún seria pero también menos distante. —No hay problema. Me alegra que hayas estado bien.
Con eso, ambos entraron a la casa, sabiendo que el día de hoy había marcado un cambio, aunque no sabían exactamente hacia dónde los llevaría este nuevo camino.
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[Continuará...♡]
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