•○°-Capitulo 18-°○•
[Narrador/a POV]
Al día siguiente, la casa parecía haber retomado su ritmo habitual. El sol brillaba con suavidad a través de las cortinas de la sala, iluminando a Blue, quien estaba ya en la cocina preparando el desayuno como de costumbre. Se escuchaba el crujido del sartén y el suave murmullo de una cafetera en funcionamiento.
Yellow bajó temprano, bostezando y pasando una mano por su cabello despeinado. Saludó con un gesto rápido a Blue, quien le devolvió una pequeña sonrisa antes de volver a concentrarse en sus quehaceres.
En el sofá, Second estaba medio recostado con una manta encima, aún luchando contra el sueño mientras hojeaba sin interés un libro que había tomado al azar. Purple, sentado en el sillón contiguo, lo miraba de reojo, divertido, mientras jugaba con un pequeño objeto en sus manos.
Green, como era habitual últimamente, estaba en un rincón, con sus auriculares puestos y el celular en la mano, aparentemente desconectado de todo lo que ocurría a su alrededor. Red, en cambio, subió las escaleras corriendo, lleno de energía, gritando algo incomprensible que hizo que Yellow soltara un suspiro pesado.
—¿Es normal para él tener tanta energía por la mañana? —preguntó Yellow, mirando a Blue.
—Más normal de lo que me gustaría admitir —respondió Blue, con una sonrisa resignada.
Por su parte, Orange estaba sentado en la mesa, hojeando el periódico con su habitual expresión seria. Su mirada se desviaba ocasionalmente hacia la ventana, donde el jardín parecía tranquilo, como si los problemas del día anterior no hubieran ocurrido.
Victim bajó minutos después, con una taza de café entre las manos y su habitual playera holgada que casi le llegaba a las rodillas. Parecía más despierto que el día anterior, aunque sus movimientos seguían siendo un poco lentos. Se sentó junto a Orange, quien apenas levantó la mirada del periódico.
—¿Dormiste bien? —preguntó Victim, rompiendo el silencio.
Orange asintió, aunque no añadió nada más. Sin embargo, Victim notó un leve cambio en su postura, algo más relajado que el día anterior.
Todo parecía tranquilo, como si finalmente hubieran encontrado un momento de paz. Sin embargo, en el aire flotaba una sensación de que aquello no duraría mucho tiempo. Pero por ahora, estaban dispuestos a disfrutarlo.
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En la sala, Victim levantó la mirada de su taza de café, observando a Orange con una expresión casual, aunque sus ojos brillaban con una pizca de nerviosismo.
—Oye, ¿quieres salir hoy? —preguntó de repente, rompiendo el silencio matutino.
El aire se volvió tenso por un momento. Todos en la sala giraron la cabeza lentamente hacia Victim, con miradas de sorpresa o curiosidad. Second incluso dejó caer su libro, mientras Blue levantaba una ceja desde la cocina y Green pausaba la música en sus auriculares.
—¿Qué? ¿Es raro invitar a alguien? —preguntó Victim, mirando a todos con una mezcla de confusión y desafío.
Ante eso, todos rápidamente fingieron volver a sus asuntos, aunque más de uno seguía observando de reojo. Red murmuró algo sobre lo inesperado que era escuchar a Victim invitando a alguien, pero nadie le prestó atención.
Orange, que no había desviado su atención del periódico, finalmente lo dobló con calma y lo dejó sobre la mesa. Sus ojos serios se encontraron con los de Victim.
—No tengo planes, así que supongo que está bien —respondió con su tono tranquilo y pausado.
La expresión de Victim cambió, iluminándose ligeramente, pero mantuvo una actitud relajada.
—Genial. Entonces nos vamos después del desayuno —dijo, tomando otro sorbo de su café como si nada hubiera pasado.
Purple, que estaba sentado junto a Second, susurró con una sonrisa divertida:
—¿Qué crees que planea?
Second se encogió de hombros, mirando a Victim con una mezcla de interés y diversión.
—Ni idea, pero esto va a ser interesante.
Mientras tanto, Yellow y Blue intercambiaron una mirada desde la cocina, claramente igual de intrigados, aunque ninguno dijo nada. Green, por otro lado, simplemente volvió a colocarse los auriculares, murmurando algo como "Es demasiado temprano para esto".
El resto de la mañana transcurrió con normalidad, aunque el aire seguía cargado de una ligera curiosidad sobre qué planeaba Victim y cómo acabaría esa extraña invitación.
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Blue terminó de lavar los platos y, al notar que Green seguía con sus auriculares puestos y aislado del resto, decidió acercarse. Aunque sabía que la mañana había sido extraña para todos, no le gustaba ver a su amigo tan distante.
—Oye, ¿todo bien? —preguntó Blue, apoyándose en el respaldo del sofá donde Green estaba sentado.
Green no respondió de inmediato. Sus dedos tamborileaban en su pierna al ritmo de la música, y su mirada estaba fija en su teléfono.
Blue, sin darse por vencido, le tocó el hombro suavemente. Green finalmente levantó la mirada, quitándose un auricular con un suspiro pesado.
—¿Qué quieres? —preguntó, su tono seco pero no necesariamente hostil.
Blue frunció ligeramente el ceño, tratando de no tomárselo a mal.
—Te he visto raro estos días. Solo quería asegurarme de que estés bien.
Green se encogió de hombros, evitando el contacto visual.
—Estoy bien. No te preocupes por mí.
La respuesta breve y poco convincente no convenció a Blue, quien decidió insistir.
—Mira, sé que no siempre hablas de lo que te pasa, pero estamos aquí para ti. Estoy aquí para ti.
Green lo miró por un segundo, y su expresión cambió brevemente, como si estuviera a punto de decir algo importante, pero rápidamente volvió a su actitud distante.
—No necesito que me cuiden, Blue. No soy un niño.
El tono fue más brusco de lo esperado, lo que hizo que Blue retrocediera un poco. El silencio entre ellos se volvió incómodo, y Blue no supo cómo continuar sin empeorar las cosas.
Finalmente, Green se colocó el auricular de nuevo y volvió a centrarse en su teléfono.
—Gracias por preocuparte, pero estoy bien.
Blue, sintiéndose un poco frustrado y dolido, simplemente asintió. Se alejó con una sensación de impotencia, preguntándose qué más podía hacer para ayudarlo. Desde lejos, Yellow observó la escena, con una expresión preocupada pero sin intervenir. Sabía que algo estaba pasando con Green, pero también que forzarlo no iba a resolver nada.
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Blue, aunque intentó alejarse, no pudo quedarse con los brazos cruzados. Algo dentro de él le decía que debía intentarlo una vez más. Giró sobre sus talones y volvió hacia Green, esta vez con un poco más de firmeza en su tono.
—No puedes simplemente encerrarte así, ¿sabes? Somos tus amigos, no tienes que cargar todo solo.
Green levantó la mirada, visiblemente molesto. Se quitó los auriculares y dejó caer su teléfono al sofá.
—¿Por qué no lo dejas, Blue? Ya te dije que estoy bien. ¿Qué parte de eso no entiendes?
La voz de Green subió un poco, llamando la atención de Yellow, quien dejó de leer su libro y miró de reojo hacia ellos. Blue, sin embargo, no retrocedió esta vez.
—Porque no estás bien, Green. ¿Crees que no lo noto? Has estado raro desde ayer, distante con todos. Algo te pasa y no quieres admitirlo.
Green apretó los puños, su rostro ahora una mezcla de enojo y frustración.
—¡No es asunto tuyo, Blue! No necesito que vengas a decirme cómo me siento.
—¡Pues alguien tiene que hacerlo porque claramente no lo harás tú! —respondió Blue, su voz más fuerte de lo habitual.
El intercambio de palabras tensas hizo que Yellow dejara su libro a un lado y se acercara con cautela, pero sin intervenir todavía. Green, por su parte, se levantó del sofá de golpe, haciendo que sus auriculares cayeran al suelo.
—¿Sabes qué? ¡Tal vez el problema eres tú! —soltó, su tono cargado de resentimiento.
—¿Perdón? —Blue lo miró con incredulidad.
Green respiró profundamente, como si hubiera estado conteniéndose durante mucho tiempo, y ahora todo saliera de golpe.
—¡Siempre estás tratando de ayudar, de ser el bueno, el que resuelve todo! Pero no todos queremos tu ayuda, Blue. ¡A veces solo haces las cosas peor!
La confesión golpeó a Blue como una bofetada. Por un momento, no supo qué decir, pero la herida en su orgullo y su corazón lo hizo responder con dureza.
—¿Eso es lo que piensas de mí? Que intento ayudar para sentirme mejor conmigo mismo.
Green no respondió, pero su silencio lo dijo todo. Yellow intervino al ver que la situación se estaba saliendo de control.
—Chicos, cálmense. Esto no va a ningún lado.
Pero ni Blue ni Green estaban dispuestos a escuchar. Blue dio un paso atrás, con el corazón roto y las palabras de Green resonando en su cabeza.
—Si eso es lo que piensas, entonces está claro que no necesitas a nadie. Ni siquiera a mí.
Sin esperar respuesta, Blue salió de la sala, dejando a Green con los labios apretados y los ojos llenos de emociones reprimidas. Yellow, que observó todo, se quedó junto a Green, pero no dijo nada de inmediato.
Green suspiró y se dejó caer en el sofá otra vez, mirando sus auriculares en el suelo. Aunque su postura parecía indiferente, por dentro se sentía aún más perdido que antes.
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Yellow, después de unos segundos de silencio, se sentó en el sofá junto a Green. No quiso invadir demasiado su espacio, pero tampoco lo dejó solo. Green miraba hacia el suelo, apretando sus manos sobre sus rodillas, claramente arrepentido pero incapaz de admitirlo.
Yellow habló con un tono suave, pero firme:
—Sabes, Green, lo que pasó ahora no fue justo. Ni para Blue, ni para ti mismo.
Green no respondió. Solo suspiró, recargándose contra el respaldo del sofá. Yellow, al notar su falta de reacción, continuó:
—Si esto es por lo que pasó ayer, creo que estás viendo cosas donde no las hay. Blue y yo... somos solo amigos. No sé qué crees que pasa, pero no tiene sentido que te dejes consumir por algo así.
Green alzó la vista con una ligera chispa de molestia.
—¿Amigos? ¿De verdad? Porque parecía otra cosa, Yellow. Estaban demasiado cerca, riendo como si nada más importara.
Yellow negó lentamente con la cabeza.
—Eso no significa lo que tú crees. ¿Desde cuándo te molesta que me acerque a alguien más?
Green dudó antes de responder, su voz mucho más baja esta vez:
—Desde que siento que soy invisible para ti cuando él está cerca.
La confesión dejó a Yellow momentáneamente en silencio. No esperaba que Green fuera tan directo con sus sentimientos. Tomó aire y puso una mano en el brazo de su amigo, intentando transmitir algo de tranquilidad.
—No eres invisible, Green. Ni para mí, ni para nadie aquí. Pero si sigues dejando que los celos te controlen, vas a alejar a las personas que realmente se preocupan por ti.
Green cerró los ojos y apretó los labios, claramente luchando con sus emociones. Quería responder, justificar su actitud, pero sabía que Yellow tenía razón. Después de un rato, abrió los ojos y lo miró, esta vez con una pizca de arrepentimiento.
—No sé qué me pasa. Supongo que... me siento inseguro. Como si... no fuera suficiente para este grupo.
Yellow apretó un poco más su brazo, intentando consolarlo.
—Eso no es verdad. Tienes que hablar con nosotros, con Blue en especial. Él te aprecia más de lo que crees. Pero, por favor, no sigas dejando que esto te consuma. No vale la pena.
Green asintió lentamente, aunque todavía no estaba listo para enfrentar a Blue. Su orgullo herido y sus emociones enredadas seguían pesando, pero las palabras de Yellow le dieron un pequeño rayo de claridad.
—Lo intentaré... pero no prometo nada ahora mismo.
Yellow sonrió con amabilidad.
—Eso es suficiente por ahora. Pero recuerda que aquí estamos todos para apoyarte, incluso cuando crees que no es así.
Ambos permanecieron en silencio por unos momentos, dejando que la calma regresara poco a poco. Sin embargo, Green sabía que tendría que enfrentar sus problemas tarde o temprano, especialmente con Blue.
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La cocina estaba tranquila mientras los demás desayunaban. Victim devoraba su comida a un ritmo sorprendentemente rápido, ignorando las miradas curiosas de los demás. Claramente, estaba ansioso por salir con Orange. Cada tanto miraba hacia las escaleras, esperando que el mayor bajara ya vestido y listo.
Mientras tanto, el ambiente era algo tenso. Blue seguía encerrado en su cuarto, probablemente todavía procesando lo ocurrido con Green, mientras este último permanecía hundido en el sofá, con los auriculares puestos, aparentemente desconectado de todo.
Red, con su actitud despreocupada de siempre, intentó romper el hielo:
—Oye, Green, ¿quieres un poco? Dejé suficiente jugo para ti.
Pero Green ni siquiera levantó la mirada, sumido en su propia burbuja. Red se encogió de hombros y volvió a su asiento, murmurando algo para sí mismo.
Yellow, por su parte, no dejaba de observar a Green desde la mesa. Aunque había hablado con él antes, le preocupaba que su amigo no estuviera comiendo. Second, medio sonámbulo, ni siquiera notaba la tensión en el ambiente y mordía su tostada con la mirada perdida.
Finalmente, se escucharon pasos en las escaleras. Orange apareció, vestido con ropa casual pero impecable, listo para salir. Su presencia llenó la sala con su usual aura seria. Victim, que había estado esperando este momento, se levantó de golpe, casi tropezando con su silla.
—¡Al fin! —dijo con entusiasmo, caminando hacia Orange con una gran sonrisa.
Orange levantó una ceja, claramente extrañado por la energía de Victim, pero no dijo nada. Solo asintió, ajustándose la chaqueta mientras revisaba si llevaba todo lo necesario.
—¿Listo? —preguntó Victim, casi saltando de la emoción.
Orange asintió nuevamente, pero su expresión seguía siendo neutral. Antes de salir, Orange miró brevemente hacia Green en el sofá. Había notado que algo andaba mal, pero decidió no decir nada por ahora.
Los demás los observaron en silencio mientras salían. Second, todavía medio dormido, murmuró:
—Espero que no hagan algo raro...
Yellow le dio un codazo para que se callara, mientras Red solo reía por lo bajo. En cuanto la puerta se cerró, Green finalmente se quitó los auriculares, suspirando profundamente, mientras los demás continuaban desayunando como si nada hubiera pasado.
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Mientras caminaban por el parque, Orange miró de reojo a Victim, que parecía más animado de lo habitual, observando todo a su alrededor con una sonrisa tranquila. La curiosidad finalmente lo venció, y con su tono característico serio, rompió el silencio:
—¿Por qué quisiste salir así de repente? No pareces del tipo que hace estas cosas sin motivo.
Victim parpadeó, sorprendido por la pregunta, pero enseguida rió nervioso, rascándose la nuca.
—Bueno... pensé que podría ser bueno para ambos, ¿sabes? Después de todo, no siempre podemos hablar tranquilamente en la casa con todos allí... además, creo que necesitas algo de aire fresco.
Orange frunció ligeramente el ceño, tratando de descifrar si había algo más detrás de esas palabras.
—¿Aire fresco, eh? —murmuró con escepticismo—. Suenas como si me estuvieras observando demasiado.
Victim se detuvo un momento y negó con la cabeza rápidamente.
—¡No es eso! Solo pensé que... tal vez sería bueno que despejaras la mente. Después de lo que hablamos ayer, sentí que debía hacer algo.
Orange lo miró fijamente, su expresión suavizándose un poco. Aunque no lo decía abiertamente, agradecía que alguien estuviera al tanto de cómo se sentía.
—A veces piensas demasiado en los demás, Victim, —comentó Orange, cruzándose de brazos—. ¿Y tú? ¿Qué hay de lo que necesitas?
La pregunta tomó a Victim por sorpresa. Bajó la mirada, pateando una piedrecilla en el camino.
—Supongo que... estar aquí contigo también me ayuda, —admitió en voz baja—. No soy el mejor lidiando con mis propios pensamientos.
Orange asintió lentamente. Era raro escuchar a Victim admitir algo así, pero lo apreció. Después de todo, a su manera, ambos estaban tratando de ayudarse mutuamente.
Continuaron caminando en silencio por un rato, dejando que el ambiente tranquilo del parque hablara por ellos.
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Victim rompió el silencio después de unos minutos, mirando el horizonte donde los árboles del parque se movían suavemente con el viento.
—¿Sabes? Siempre he pensado que las personas como tú... como nosotros... llevamos demasiados recuerdos en los hombros. Es como cargar un baúl lleno de cosas que nunca queremos soltar, pero tampoco sabemos cómo llevarlas.
Orange lo miró de reojo, intrigado por sus palabras.
—¿Nosotros? —preguntó, alzando una ceja.
Victim asintió, dejando escapar una pequeña risa.
—Sí, claro. Tú con todo lo que pasó con Gold y Light... y yo... bueno, con Mitsi. No sé, siento que somos más parecidos de lo que crees.
Orange se detuvo en seco, sus ojos clavados en el suelo. La mención de su hijo y su ex-pareja siempre le traía un nudo en el pecho. Pero esta vez, no estaba seguro de si quería discutirlo o agradecerle a Victim por no evitar el tema.
—Tal vez tienes razón, —dijo al final, su voz baja—. Pero eso no cambia el hecho de que algunos de esos recuerdos pesan más que otros.
Victim lo miró con una mezcla de comprensión y ternura.
—Lo sé... pero, oye, para eso están los amigos, ¿no? Para compartir el peso cuando parece que ya no puedes más.
El comentario tomó a Orange por sorpresa. No estaba acostumbrado a que alguien se preocupara tanto por él. Miró a Victim, que tenía una expresión genuina y amable, y por primera vez en mucho tiempo, sintió un pequeño alivio en su pecho.
—Eres raro, Victim, —dijo Orange, volviendo a caminar lentamente—. Pero supongo que eso no es tan malo.
Victim sonrió ampliamente, siguiéndolo.
—¡Gracias! Supongo que lo tomaré como un cumplido.
Ambos caminaron en silencio el resto del camino, disfrutando de la compañía mutua. Aunque ninguno lo admitiera en voz alta, el simple hecho de estar allí juntos, compartiendo el momento, les recordaba que no estaban completamente solos en su lucha con el pasado.
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Victim suspiró profundamente mientras caminaban juntos. La brisa parecía traerle viejos recuerdos que no podía ignorar.
—¿Sabes? Después de perder a Mitsi, pensé que nunca iba a superar esa pérdida. Pero alguien llegó a mi vida en ese momento, alguien que... bueno, intentó ayudarme a reconstruir las piezas rotas.
Orange lo miró de reojo, interesado.
—¿Hablas de alguien más?
Victim asintió, con una sonrisa melancólica.
—Sí... se llamaba Smith. Fue mi mejor amigo durante años, incluso antes de que Mitsi y yo fuéramos algo. Cuando ella murió, él estuvo allí para mí. Al principio, pensé que solo quería consolarme, pero luego... las cosas cambiaron.
Orange levantó una ceja.
—¿Cambiar cómo?
Victim hizo una pausa, mirando sus manos como si buscaran algo invisible.
—Nos comprometimos, Orange. Íbamos a casarnos. Pensé que estaba listo para avanzar, para dejar atrás el dolor, pero... las cosas no funcionaron.
El silencio entre ellos se hizo palpable, como si el aire se hubiera vuelto más denso.
—¿Qué pasó? —preguntó Orange, manteniendo un tono serio pero curioso.
Victim negó con la cabeza, evitando su mirada.
—Eso es algo que no quiero hablar todavía. Solo sé que, al final, yo terminé viendo a Smith de una manera distinta. Creo que siempre lo quise, pero nunca lo suficiente... o tal vez de la forma en que él quería. Y ahora, lo miro, y sé que lo he perdido para siempre.
Orange frunció el ceño, tratando de encontrar las palabras adecuadas.
—A veces, Victim, no se trata de perder a alguien. A veces es entender que ambos tenían caminos diferentes.
Victim dejó escapar una pequeña risa amarga.
—Eso es lo que me digo a mí mismo todas las noches. Pero aún duele, ¿sabes?
Orange asintió lentamente, poniendo una mano firme pero reconfortante en el hombro de Victim.
—Sí, lo sé. Pero el dolor no dura para siempre. Y al menos ahora tienes gente a tu alrededor que se preocupa por ti, aunque no sea como esperabas.
Victim lo miró, sorprendido por el tono cálido en las palabras de Orange.
—Gracias, Orange. No pensé que fueras tan... bueno para esto.
Orange bufó, cruzándose de brazos.
—No te acostumbres, solo digo lo que creo que necesitas oír.
Ambos rieron suavemente mientras continuaban caminando, el peso de sus confesiones aliviado, aunque fuera solo un poco.
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Mientras caminaban por la acera, Victim se detuvo de repente, sus ojos brillando con una emoción que Orange no había visto en mucho tiempo.
—¡Mira eso! —exclamó, señalando hacia una feria que se levantaba en un terreno cercano, llena de luces, música y risas que resonaban en el aire.
Sin esperar respuesta, Victim tomó a Orange del brazo y lo jaló con fuerza.
—Vamos, vamos, tenemos que ir. ¡Hace años que no voy a una feria!
Orange, a pesar de su resistencia inicial, permitió que lo arrastraran, rodando los ojos con una mezcla de exasperación y resignación.
—¿De verdad? ¿Aún te emocionan estas cosas? —preguntó, aunque en el fondo estaba un poco divertido por el entusiasmo de Victim.
—¡Por supuesto! —replicó Victim, sin soltarlo mientras caminaban hacia la entrada. Una vez allí, Victim miró a su alrededor como un niño en Navidad—. Mira eso, ¡juegos! ¡Comida! ¡Premios! ¡Es perfecto!
Orange soltó un leve suspiro, cruzándose de brazos.
—Si esto termina con que me obligues a subirme a una montaña rusa o algo igual de ridículo, me largo.
Victim le lanzó una mirada divertida.
—Vamos, Orange, sé que en el fondo disfrutas estas cosas. Y si no, yo lo disfrutaré por los dos.
Antes de que Orange pudiera responder, Victim ya estaba arrastrándolo hacia un puesto de juegos.
—Vamos a ganar algo. Siempre quise uno de esos osos gigantes, y tú eres mi boleto ganador.
Orange soltó una risa seca, aunque sus ojos mostraban un atisbo de diversión.
—Esto va a ser interesante.
Y así, los dos se adentraron en la feria, dejando por un momento atrás sus preocupaciones, permitiendo que las luces brillantes y la música vibrante les dieran un respiro de sus días llenos de pesares.
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Victim observaba con determinación el panda de peluche gigante que colgaba justo en frente de él, desafiante y atractivo, como si estuviera diciendo: "No puedes alcanzarme".
—¡Lo quiero! ¡Lo quiero mucho! —dijo Victim, mirando el peluche como si fuera su tesoro más preciado. Miró a Orange con una sonrisa ansiosa—. ¿Me ayudarías a ganarlo?
Orange se cruzó de brazos, levantando una ceja.
—¿Cómo planeas ganar eso? Ni siquiera estás lanzando los aros bien. —respondió, observando la actividad en el puesto de juego, donde Victim ya había intentado varias veces sin éxito.
Victim frunció el ceño y se acercó más al puesto, dándole una mirada desafiante al hombre que atendía el juego.
—Este panda es mío, lo sé. —dijo con determinación—. ¡No voy a rendirme tan fácil!
Orange suspiró, sin poder evitar sonreír ante la actitud de Victim. Pero decidió intervenir.
—Deja que te muestre cómo se hace. —dijo Orange mientras tomaba uno de los aros.
Victim observó, completamente intrigado, mientras Orange tomaba un aro con habilidad y lo lanzó perfectamente, pasando por encima de los conos de manera limpia.
Victim se quedó boquiabierto.
—¡Wow! ¡Eres un experto!
Orange le sonrió con una ligera sonrisa arrogante, pero divertida.
—Un par de trucos de vez en cuando no vienen mal. —respondió, mientras le entregaba el aro a Victim.
Con una sonrisa radiante, Victim tomó el aro y lo lanzó, y, aunque al principio parecía que iba a fallar, logró encajarlo perfectamente en su lugar. El hombre del puesto, visiblemente sorprendido, aceptó su victoria.
—¡Lo lograste! —gritó Victim, saltando y abrazando a Orange—. ¡Lo conseguimos, lo conseguimos!
Orange se rió ante la emoción de Victim, no pudiendo evitar sentirse un poco feliz por él.
—Te dije que podías hacerlo, solo tenías que tener un poco de ayuda. —respondió, sin embargo, algo satisfecho de ver a Victim tan contento.
El hombre del puesto le entregó el panda gigante, y Victim lo abrazó con todo su ser, mirando a Orange como si acabara de conseguir el mayor premio del mundo.
—¡Lo mejor es que este panda ahora es mío, todo gracias a ti! —dijo Victim, sonriendo de oreja a oreja, sintiendo que todo valió la pena.
Orange le dio un pequeño empujón amistoso.
—Lo sé, lo sé. Pero, la próxima vez, no hagas que me metas en estos juegos ridículos.
Victim solo se rió y le dio una mirada juguetona.
—Prometido. Pero ahora... ¡Vamos a pasear por la feria con nuestro amigo panda!
Y así, con el panda gigante en brazos, Victim y Orange caminaron juntos por la feria, dejando atrás cualquier sombra de preocupación por un rato.
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La feria estaba llena de risas, luces brillantes y el aroma a algodón de azúcar flotando en el aire. Victim y Orange caminaron por el lugar, disfrutando de las atracciones, mientras Victim se mantenía siempre al frente, con el panda gigante en sus brazos como si fuera su tesoro más preciado.
Se subieron a la rueda de la fortuna, y mientras ascendían lentamente hacia lo alto, Victim no dejaba de mirar alrededor, maravillado por las vistas. La ciudad se veía diminuta desde allí, como un pequeño mapa de luces parpadeantes.
Victim, sintiéndose eufórico por la experiencia, sonrió con sinceridad, sus ojos brillando con una felicidad que se notaba genuina.
—Mira qué bonito se ve todo desde aquí, ¿verdad? —dijo Victim, mirando a Orange con una expresión casi de niño pequeño.
Orange miró a Victim con una sonrisa, pero algo en su mirada era más distante, más fría. Él no podía evitar pensar en todo lo que había dejado atrás, en Light, y en cómo aún no había logrado dejarla ir por completo. No quería reemplazarla. No quería empezar de nuevo con nadie más, no de esa manera.
—Sí, es bonito. —respondió, pero su tono fue más seco de lo habitual, una ligera capa de hielo cubriendo sus palabras.
Victim lo notó, pero, tal vez por la atmósfera o por sus propios sentimientos en ese momento, no lo comentó. En su lugar, se acomodó mejor en el asiento, abrazando más fuerte al panda de peluche.
A medida que la rueda subía más y más alto, Victim se permitió un momento de vulnerabilidad. Miró a Orange directamente a los ojos, un gesto que raramente hacía con los demás. Sus ojos reflejaban una mezcla de afecto y una leve inseguridad.
—¿Sabes? Estoy muy contento de haber venido contigo. A veces siento que me hace falta alguien con quien compartir estos momentos, y... no sé, tú eres alguien con quien me siento bien.
Orange sintió una punzada en su pecho. No era algo que pudiera ignorar, pero lo apartó rápidamente. Sentía algo por Victim, pero estaba demasiado asustado de abrir su corazón nuevamente.
—No pienses demasiado en eso. —respondió, con una seriedad que no pasaba desapercibida para Victim. Era como si una barrera invisible se hubiera levantado entre ellos.
Victim lo miró, tratando de comprender esa frialdad repentina, pero, sin embargo, no insistió. De alguna manera, lo entendía. Había algo en Orange, algo que lo mantenía distante, como si estuviera atrapado en una especie de laberinto emocional del que no quería salir.
La rueda llegó a su punto más alto, y por un breve momento, todo quedó en silencio. Los dos observaban la ciudad desde allí, pero la distancia emocional se sentía más profunda que nunca.
—¿Te gustaría quedarte un poco más aquí arriba? —preguntó Victim, un intento de aliviar la tensión que comenzaba a formar un nudo en su estómago.
Orange simplemente asintió, pero sus pensamientos seguían ocupados con Light, con los recuerdos de lo que había perdido. No podía permitirse dejarse llevar por un sentimiento que no estaba listo para enfrentar. Y aunque algo dentro de él deseaba acercarse más a Victim, sabía que no podía. No en este momento.
La rueda comenzó a descender, y con ello, Orange volvió a su posición de antes, la barrera entre ellos más sólida que nunca.
Cuando finalmente llegaron al suelo, Victim se bajó rápidamente, su entusiasmo de antes opacándose un poco, pero sin perder la esperanza de que quizás, algún día, Orange pudiera abrir su corazón.
—Gracias por la compañía, Orange. —dijo, esta vez con una sonrisa algo melancólica. No era el mismo entusiasmo de antes, pero no quería mostrarle que algo en él había cambiado.
Orange asintió, pero las palabras que quería decir se quedaron atrapadas en su garganta. Sabía que, por más que quisiera acercarse a Victim, no podía simplemente reemplazar lo que había perdido.
El aire fresco de la feria no era suficiente para despejar la nube de dudas que Orange llevaba dentro. Se giró hacia Victim una última vez antes de caminar hacia el siguiente puesto.
—Vamos a seguir dando una vuelta. —dijo, como si nada hubiera pasado.
Pero dentro de él, una tormenta de emociones seguía rugiendo.
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Al final de la tarde, Victim y Orange decidieron regresar a casa. El aire fresco que había acompañado su salida de la feria se estaba tornando frío, y el ambiente ahora parecía más silencioso, más cargado con la tensión que ambos sentían pero que ninguno había sido capaz de mencionar.
Al caminar de regreso, la distancia emocional entre ellos era palpable. Victim intentaba mantener su entusiasmo, pero la desconexión de Orange le pesaba. No podía entender por qué Orange se mantenía tan distante, por qué su actitud había cambiado tan drásticamente después de haber compartido esos momentos en la rueda de la fortuna.
Llegaron a la casa, donde el ambiente seguía siendo tan tranquilo como siempre. Victim notó que no había nadie en la sala, tal vez todos aún se encontraban ocupados o fuera de casa. Al entrar, dejó el panda gigante en el sofá y se dirigió al pasillo, como si pensara en lo que había sucedido.
Orange lo siguió, sus pasos más lentos, como si estuviera arrastrando el peso de sus pensamientos. Miró a Victim por un momento, pero no dijo nada. No estaba listo para hablar, y tal vez nunca lo estaría. Victim ya lo sabía; algo lo había entendido, aunque no podía poner el dedo exacto sobre lo que era.
Victim se detuvo en medio del pasillo y miró a Orange una vez más, esta vez con una expresión algo más seria, aunque triste.
—Orange, ¿por qué actúas así? No sé si es por mí o por otra cosa, pero te noto distante. ¿Te pasa algo?
La pregunta quedó suspendida en el aire. Orange no podía mirarlo directamente. Sabía que, si lo hacía, lo que sentía por él saldría a la luz, y no estaba listo para enfrentarlo. Finalmente, suspiró y se acercó un paso, aunque seguía sin saber qué decir.
—No es por ti. —respondió, de manera casi automática, sin siquiera pensar en lo que estaba diciendo. —Es solo que... hay cosas que no puedo dejar ir. Hay cosas que aún me afectan y no sé cómo manejarlas.
Victim lo observó en silencio, comprendiendo que había algo mucho más profundo en todo esto. No quería presionar a Orange, pero la preocupación comenzó a apoderarse de él.
—Te entiendo. No tienes que decirme nada si no quieres. —dijo, con una sonrisa suave, aunque triste. —Solo quiero que sepas que... si alguna vez necesitas hablar, yo estoy aquí.
Orange lo miró, y por un momento, el hielo que rodeaba su corazón pareció derretirse un poco. Quería abrazarlo, quería decirle que también sentía algo por él, pero esas palabras se quedaron atoradas en su garganta. En su mente, solo resonaba el recuerdo de Light, y el miedo a perder a alguien más lo paralizaba.
Ambos se quedaron allí, en silencio, uno al lado del otro, pero con una distancia invisible que ninguno de los dos quería o sabía cómo romper.
Al final, Victim se dio la vuelta y subió las escaleras hacia su habitación, dejando que Orange se quedara atrás con sus propios pensamientos. Sabía que no podía forzar nada, pero no podía evitar desear que las cosas fueran diferentes.
La casa se llenó de un silencio pesado, como si las paredes mismas sintieran la carga de las emociones no expresadas. Orange se quedó allí, mirando el lugar donde Victim se había ido, y por un momento, se permitió dejarse llevar por sus pensamientos. Quizá, en algún momento, podría abrir su corazón, pero por ahora, se limitó a seguir adelante, con la esperanza de que las respuestas llegaran por sí solas.
Sin decir una palabra más, ambos continuaron con su día, pero la tensión entre ellos seguía flotando en el aire.
---
[Continuará...♡]
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