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•○°-Capitulo 17-°○•

[Narrador/a POV]

Al día siguiente, Victim despertó desperezándose lentamente, aún sintiendo el peso del sueño sobre sus hombros. Sin prestar demasiada atención, se levantó de la cama con su habitual desgano matutino. Vestía una camiseta enorme que le llegaba hasta las rodillas, de esas que probablemente eran dos tallas más grandes, pero perfectas para dormir. Sus pantuflas de conejos acompañaban su estilo cómodo, con las orejas rebotando suavemente mientras bajaba las escaleras con los ojos entrecerrados.

Con pasos lentos y descoordinados, Victim avanzaba por la casa como si estuviera en piloto automático, sin notar lo que ocurría a su alrededor. Fue entonces cuando, de repente, chocó de frente con Orange, quien estaba parado en medio del pasillo, cargando un par de libros y algo distraído en sus pensamientos.

El impacto fue suave pero suficiente para que Victim retrocediera un paso, sus ojos abriéndose ligeramente más al darse cuenta de quién tenía frente a él. Orange, serio como de costumbre, simplemente lo miró con una expresión neutral, como si el choque no le hubiera afectado en lo absoluto. Su mirada fija y tranquila hacía que el ambiente se sintiera más pesado.

—Lo siento... yo... no estaba viendo por dónde caminaba —dijo Victim rápidamente, su voz nerviosa y titubeante mientras daba un pequeño paso hacia atrás, alejándose un poco de la imponente figura de Orange.

El silencio de Orange lo incomodaba más de lo que quería admitir. Victim sentía cómo su pecho se aceleraba un poco, y no entendía exactamente por qué. Siempre había algo en la presencia de Orange que lo ponía nervioso, pero esta vez se sentía diferente, como si su simple mirada lo atravesara. No era miedo, pero tampoco era comodidad.

Orange inclinó ligeramente la cabeza, sin apartar los ojos de Victim, analizando cada uno de sus gestos nerviosos. A pesar de su expresión seria, internamente estaba algo confundido. No entendía por qué la torpeza de Victim lo divertía un poco, aunque no lo demostrara. Después de unos segundos, simplemente suspiró, como si dejara pasar la situación.

—Ten más cuidado la próxima vez —murmuró con un tono bajo y seco antes de seguir su camino, apartándose de Victim.

Victim, que había contenido la respiración sin darse cuenta, soltó un suspiro pesado y se llevó una mano al pecho, intentando calmarse. Su rostro estaba levemente rojo, y no entendía por qué ese simple encuentro lo había dejado así. Se quedó unos segundos inmóvil, mirando cómo Orange se alejaba, antes de sacudir la cabeza.

—¿Qué me pasa...? —se preguntó en voz baja mientras continuaba su camino hacia la cocina, todavía sintiendo el extraño nerviosismo que había despertado dentro de él.

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Orange se detuvo un instante al sentir el peso de la mirada de Victim detrás de él. A pesar de no girarse del todo, sus ojos miraron de reojo, captando cómo Victim parecía quedarse pensativo por un momento antes de empezar a caminar hacia donde él estaba.

Victim, aún con su nerviosismo a cuestas, ajustó la camiseta grande que llevaba puesta, tratando de encontrar algo de valor en medio de su timidez. Su mente le decía que probablemente era una mala idea, pero su corazón le decía que no podía dejar pasar la oportunidad de intentar conectar con Orange.

Cuando finalmente llegó a su lado, Victim se aclaró la garganta y habló con una voz ligeramente insegura:

—Eh... Oye, ¿puedo hablar contigo un momento?

Orange arqueó una ceja, sorprendido por el tono más serio de Victim. No era común que él buscara iniciar una conversación directamente, y menos con esa expresión que mezclaba determinación y algo de nerviosismo. Sin embargo, Orange simplemente asintió y giró para mirarlo de frente, cruzándose de brazos.

—Habla —dijo con su tono serio de siempre, pero sin sonar brusco.

Victim tomó aire profundamente, como si se preparara para enfrentar algo importante.

—Solo quería agradecerte por lo de ayer... cuando me ayudaste con Pixel. Sé que no tenías por qué hacerlo, pero... me salvaste de un buen problema —dijo mientras mantenía sus manos juntas frente a él, jugueteando nerviosamente con los dedos.

Orange lo miró fijamente, su expresión impasible mientras procesaba lo que había dicho. Después de unos segundos, ladeó ligeramente la cabeza, como si evaluara las palabras de Victim.

—No fue nada. Solo me pareció justo. Pixel a veces exagera cuando se enoja —respondió finalmente, restándole importancia al asunto.

Pero Victim no se detuvo ahí. Levantó la mirada, fijándola en los ojos de Orange con una honestidad que lo tomó por sorpresa.

—Para mí no fue poca cosa. En serio, gracias. No sé por qué, pero siento que siempre estás cuidándome de alguna forma, incluso cuando no lo pido. Y no sé cómo compensarte por eso...

Por primera vez en mucho tiempo, Orange sintió cómo algo dentro de él titubeaba. Las palabras de Victim eran genuinas, y la forma en que lo miraba... Había algo en esos ojos que lo desarmaba. Algo que le resultaba extrañamente familiar y, al mismo tiempo, nuevo.

Desvió la mirada por un segundo, incómodo con la intensidad del momento.

—No necesitas compensarme nada. Solo... trata de no meterte en más problemas —dijo con un suspiro pesado, intentando volver a su tono indiferente.

Victim sonrió débilmente, como si esa respuesta fuera suficiente para él. Bajó la mirada, todavía jugando con sus dedos, y asintió.

—Lo intentaré... aunque no prometo nada —respondió con un tono ligeramente juguetón, lo que hizo que Orange soltara un leve resoplido, casi como una risa contenida.

El ambiente entre ellos se suavizó un poco. Orange, con sus brazos aún cruzados, miró a Victim de reojo una vez más. Había algo en su forma de ser, en su fragilidad y su esfuerzo por mantenerse fuerte, que empezaba a intrigarle más de lo que quería admitir.

—Si terminas metiéndote en otro lío, no esperes que siempre esté para sacarte —advirtió, aunque en el fondo sabía que probablemente lo haría de todos modos.

Victim rió suavemente, un sonido ligero y genuino que pareció relajar aún más a Orange.

—Está bien, trataré de no abusar de tu paciencia.

Por un momento, ambos se quedaron en silencio, simplemente mirándose. Luego, Victim tomó un paso hacia atrás y señaló hacia la cocina.

—Bueno, supongo que debería terminar mi café... antes de que alguien más me meta en problemas.

Orange asintió y lo dejó ir, observándolo mientras se alejaba. Sin embargo, en su interior, no podía evitar reflexionar sobre lo fácil que era hablar con él... y lo extraño que se sentía empezar a ver a Victim de una forma diferente.

Cuando Victim desapareció de su vista, Orange suspiró, negando con la cabeza como si intentara apartar esos pensamientos.

—¿Qué demonios estoy pensando? —murmuró para sí mismo mientras volvía a sentarse en el sofá, tratando de enfocarse en cualquier cosa que no fuera ese chico de la camiseta enorme y las pantuflas de conejo.

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Green bajó las escaleras lentamente, como si el peso del mundo estuviera sobre sus hombros. Llevaba los mismos auriculares de ayer, con el volumen lo suficientemente alto como para que una ligera vibración de la música escapara hacia el exterior. Su rostro permanecía inmutable, con esa misma expresión de apatía que parecía haberse instalado en él desde el día anterior.

Se dirigió directamente al sofá y se dejó caer, sacando su celular sin siquiera mirar a su alrededor. Apoyó la cabeza contra el respaldo y comenzó a deslizar los dedos por la pantalla, ignorando todo a su alrededor. Era evidente que no tenía intención de hablar con nadie.

Unos segundos después, Blue bajó las escaleras con energía, marcando el contraste perfecto con la actitud de Green. Llevaba una sonrisa tranquila en el rostro, como si ya tuviera claro lo que iba a hacer con su mañana. Caminó directamente hacia la cocina y, sin perder tiempo, tomó su delantal favorito, uno de color azul celeste con pequeños dibujos de utensilios de cocina, y se lo colocó.

—Hora de un buen desayuno —anunció con entusiasmo mientras se ajustaba el delantal y se ponía manos a la obra.

Desde su lugar en el sofá, Green apenas levantó la mirada, aunque sus ojos brillaron con un leve reconocimiento al escuchar la voz de Blue. Sin embargo, no dijo nada, limitándose a hundirse un poco más en su asiento y a seguir inmerso en su música.

Blue, mientras tanto, tarareaba una melodía mientras sacaba ingredientes de la despensa. Estaba de buen humor y parecía decidido a llenar la casa con el aroma de algo delicioso, quizá para animar a los demás o, en el fondo, a sí mismo. Cada vez que miraba de reojo hacia Green, parecía reflexionar sobre algo, aunque no decía nada al respecto.

—¿Qué te apetece comer hoy, Green? —preguntó de pronto, alzando un poco la voz para hacerse escuchar por encima de la música de los auriculares.

Green apenas movió la cabeza, mirando a Blue por un breve instante antes de encogerse de hombros con indiferencia y volver a mirar su celular.

Blue suspiró suavemente, pero no insistió. Ya conocía esa actitud, y aunque a veces lo desesperaba, también entendía que Green necesitaba su espacio.

—Está bien, yo decidiré por ti. Pero espero que lo comas, ¿eh? No quiero desperdiciar mi esfuerzo —añadió con un tono ligero, intentando mantener el ambiente relajado.

La cocina pronto se llenó con el sonido de los utensilios y el aroma de algo que prometía ser delicioso. Mientras tanto, Green se quedó en el sofá, con su cabeza apoyada contra el respaldo, mirando el techo por unos segundos antes de volver al celular. Aunque no lo mostrara, algo en la presencia de Blue y en su intento de cuidar de él le resultaba reconfortante... aunque fuera un poco.

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Orange los miró fijamente desde su lugar, con los brazos cruzados y una expresión seria que no dejaba lugar a bromas.

—¿Qué está pasando entre ustedes dos? —preguntó con un tono seco y directo, dejando claro que no iba a ignorar la tensión palpable en el ambiente.

Blue, que estaba revolviendo algo en la sartén, se congeló por un momento. No respondió de inmediato, pero su usual sonrisa relajada desapareció lentamente.

Green, por su parte, soltó un suspiro pesado mientras bajaba la mirada, fingiendo que no había escuchado nada. Se colocó los auriculares de nuevo, aunque no reprodujo música. Era un intento de evasión que Orange no iba a permitir.

—Te hice una pregunta, Blue —insistió Orange, dirigiéndose a él con los ojos entrecerrados.

Blue apretó los labios y apartó la sartén del fuego antes de suspirar. Finalmente, dejó la cuchara a un lado y se giró para enfrentar la mirada de Orange.

—No es gran cosa —empezó a decir, aunque la incomodidad en su tono lo traicionó.

Orange arqueó una ceja, impaciente. Green, al escuchar eso, dejó escapar un resoplido y cruzó los brazos, pero siguió sin decir nada.

—Está bien... Ayer, Yellow y yo estuvimos jugando juntos por un rato —continuó Blue, rascándose la nuca—. Sólo eso. Estábamos pasando el tiempo.

Orange lo observó con una mezcla de incredulidad y desconfianza. Era obvio que faltaba algo.

—¿Y eso hizo que Green ande así? —preguntó con frialdad, señalando al chico en cuestión, que estaba hundido en el sofá con su ceño fruncido.

Blue miró de reojo a Green antes de suspirar nuevamente.

—No lo sé... Tal vez. Supongo que se sintió ofendido porque no lo incluimos o algo así —admitió, su tono sonaba resignado.

Al escuchar eso, Green finalmente habló, aunque sin levantar la mirada de su celular.

—No es por eso —dijo en voz baja, pero lo suficientemente claro como para que ambos lo escucharan.

Blue parpadeó, sorprendido, mientras Orange lo miraba con mayor atención.

—Entonces, ¿por qué? —preguntó Blue, frunciendo el ceño.

Green no respondió de inmediato, pero finalmente apartó la mirada de su celular y miró hacia el suelo.

—Por nada —respondió, como si con eso pudiera cerrar el tema.

Sin embargo, Orange no iba a dejarlo ir tan fácil.

—No lo parece "nada", Green. Habla —ordenó, con su voz firme y llena de autoridad.

Green se tensó, pero no dijo nada más. Blue, por su parte, parecía aún más confundido. Tras unos segundos, su expresión cambió, como si hubiera comprendido algo, pero no estaba seguro de decirlo en voz alta.

—Es porque estaba muy cerca de Yellow, ¿no? —preguntó finalmente Blue, con una mezcla de desconcierto y cautela.

El silencio de Green fue toda la confirmación que necesitaba.

—¿En serio? ¿Por eso? —exclamó, pero no había burla en su tono, sino una leve incredulidad.

Green apretó los dientes y finalmente miró a Blue, con una chispa de molestia en sus ojos.

—No parecía que te molestara —dijo en voz baja, pero con una notable amargura—. De hecho, parecías disfrutarlo.

Blue abrió la boca para responder, pero no encontró palabras. Por un momento, su rostro se llenó de sorpresa, y luego desvió la mirada, como si tratara de procesar lo que acababa de escuchar.

Orange observó todo en silencio, su rostro permanecía serio, pero sus ojos mostraban un leve interés. No era fácil entender las relaciones entre los demás, pero podía notar que había algo más profundo en juego aquí.

Finalmente, Blue rompió el silencio.

—Green... no era mi intención hacerte sentir así. No estaba pensando en nada más que en divertirnos. Pero... si te molestó, lo siento —dijo con sinceridad.

Green lo miró por unos segundos, evaluando sus palabras, pero no dijo nada. Simplemente se levantó del sofá y salió de la sala sin mirar a nadie.

Orange suspiró y se pasó una mano por el rostro.

—Tienen que aclarar esto antes de que empeore —dijo, más como una orden que como un consejo.

Blue asintió lentamente, aún algo aturdido por la revelación.

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Las escaleras crujieron cuando Red apareció en lo alto, con una sonrisa traviesa que ya daba señales de que algo absurdo estaba por suceder. Sin pensarlo mucho, decidió deslizarse por el pasamanos de la manera más dramática posible, gritando:

—¡Miren todos, el gran Red ha llegado!

Por supuesto, como era de esperarse, perdió el equilibrio a la mitad y terminó cayendo de cara contra el suelo, generando un estruendo que resonó por toda la casa.

Yellow, que estaba cerca de la cocina, se alarmó al escucharlo y corrió hacia él con rapidez.

—¡Red! ¿Estás bien? —preguntó mientras lo ayudaba a levantarse, sosteniéndolo del brazo con cuidado.

Red, aunque adolorido, soltó una carcajada entre toses.

—¡Estoy perfectamente! Sólo... comprobando que el suelo sigue siendo duro.

Yellow suspiró, tratando de no reír, aunque una pequeña sonrisa se asomó en sus labios.

—Eres un desastre —murmuró, sacudiéndole el polvo de la ropa.

Mientras tanto, Second bajaba por las escaleras con pasos lentos y torpes, claramente aún atrapado en el mundo de los sueños. Tenía el cabello despeinado, los ojos entrecerrados, y parecía estar murmurando algo incomprensible mientras se sostenía del pasamanos para no tropezar.

Orange, sentado en el sofá, levantó la vista y lo observó con una mezcla de incredulidad y resignación.

—¿Acaso no sabes cómo despertar antes de bajar? —preguntó en tono seco, aunque sin esperar una respuesta.

Second, ignorando por completo el comentario, llegó al final de las escaleras y se dejó caer en un sillón cercano. Cerró los ojos de inmediato, como si estuviera a punto de quedarse dormido de nuevo.

Blue, que seguía en la cocina, observó la escena desde lejos y soltó una risa leve mientras se ponía el delantal.

—Parece que todos decidieron empezar el día con estilo. Bueno, menos Green, claro...

Green, sentado en el rincón con sus auriculares puestos, simplemente levantó la vista por un momento, pero no dijo nada. Victim, que había regresado a la sala después de desayunar algo rápido, miró a Second con curiosidad antes de dejarse caer en el sofá junto a él.

—¿Siempre es así de... dormilón? —preguntó en voz baja, dirigiéndose a Orange.

Orange asintió con una leve sonrisa.

—Esto es normal para Second. Dale unos minutos y será el mismo hiperactivo de siempre.

La casa, como siempre, estaba llena de caos, pero ese era el tipo de rutina al que todos parecían estar acostumbrados.

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Victim, aún con los ojos pesados por el sueño, se dejó caer junto a Orange en el sofá. Sin darse cuenta, terminó acurrucándose contra él, buscando calor como un gatito perdido. Orange, por su parte, permaneció completamente inmóvil, su mirada seria fija en algún punto distante. A pesar de todo, no lo apartó; simplemente dejó escapar un suspiro resignado.

En ese momento, Purple bajó las escaleras con una energía completamente opuesta. Al llegar al final, notó a Victim prácticamente pegado a su padre. Una sonrisa divertida se dibujó en su rostro, y no pudo evitar soltar una pequeña risa burlona.

—¿Qué tenemos aquí? —dijo, con un tono juguetón, acercándose al sofá.

Orange lo miró de reojo, su expresión tan seria como siempre, pero con un leve destello de incomodidad en sus ojos.

—No empieces, Purple.

Victim, aún medio dormido, alzó ligeramente la cabeza y parpadeó confundido. Sus mejillas se tiñeron de un leve color rosa al darse cuenta de lo cerca que estaba de Orange, y se apartó rápidamente.

—¡Ah! Lo siento, yo... no me di cuenta... —balbuceó, claramente avergonzado.

Purple no pudo evitar reír más fuerte al verlo reaccionar así.

—¡Es adorable! ¿Siempre te acurrucas con papá cuando tienes sueño?

Victim lo miró horrorizado, sus ojos abiertos como platos.

—¡No fue intencional! ¡Estaba medio dormido!

Orange, sin querer alimentar el caos, se levantó del sofá y estiró los brazos como si nada hubiera pasado.

—Dejen las tonterías y despiértense de una vez. Purple, ve a desayunar. Y tú —dijo, señalando a Victim con la cabeza—, despiértate bien antes de seguir avergonzándote.

Purple todavía reía mientras se dirigía a la cocina, y Victim, completamente despierto ahora, se hundió en el sofá, murmurando algo ininteligible mientras cubría su rostro con las manos.

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Victim, aún con el rostro levemente rojo por la escena anterior, giró la cabeza y notó que Second estaba en el mismo sillón que él, recostado con la cabeza ladeada y claramente medio dormido. Lo observó por unos segundos y luego, con una sonrisa traviesa, le habló en voz baja:

—Oye, Second. Ve con Purple. Hazlo. Así molestamos un poco a Orange.

Second, quien apenas entendió lo que dijo, abrió un ojo con pesadez y lo miró.

—¿Ah? No quiero problemas tan temprano, Victim —murmuró, su voz arrastrándose entre sueño.

Victim cruzó los brazos, aún divertido, y le insistió.

—Vamos, sabes que quieres estar con Purple. Además, será gracioso. Orange ya está medio molesto conmigo... ¿por qué no repartir un poco la carga?

Second suspiró profundamente, cerrando los ojos por un momento. Aunque parecía reacio, su expresión delataba que estaba considerando la idea.

—Lo haré... pero no porque me lo pidas. Lo haré porque... bueno, sí quiero estar con Purple —admitió finalmente, con una pequeña sonrisa que intentó ocultar mientras se levantaba del sillón.

Victim dejó escapar una risa ligera al verlo caminar somnoliento hacia la cocina.

Second entró a la cocina, todavía con los ojos entrecerrados, y se dejó caer en una silla junto a Purple, apoyando la cabeza en la mesa con aire relajado. Purple, al verlo, sonrió ampliamente.

Mientras tanto, desde la sala, Victim esperó pacientemente a que Orange se diera cuenta. Y como si lo hubiera llamado con el pensamiento, Orange apareció en la cocina segundos después, su mirada seria recorriendo la escena: Second prácticamente pegado a Purple.

Orange suspiró pesadamente, llevándose una mano al rostro, ya sintiendo la molestia subir por su cuerpo.

—Second... —dijo, con un tono que combinaba exasperación y advertencia—. ¿Qué haces aquí tan temprano junto a Purple?

Second, sin siquiera levantar la cabeza de la mesa, respondió con una calma despreocupada:

—Desayunando. ¿Por qué más estaría aquí?

Purple, mientras tanto, estaba encantado con la situación y trataba de contener una risa.

Orange cerró los ojos un momento, intentando mantener la calma. Desde la sala, Victim apenas podía contener su propia risa al escuchar la tensión crecer. Sabía que había logrado su cometido.

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Orange cruzó los brazos y dio un par de pasos hacia la mesa, sus ojos fijos en Second con una mezcla de frustración y ese aire protector que siempre tenía cuando se trataba de Purple.

—¿Desayunando? —repitió, levantando una ceja—. Second, ni siquiera hay comida en la mesa.

Second, aún con la cabeza apoyada y los ojos entrecerrados, levantó una mano para señalar a Purple.

—Estoy desayunando su compañía.

Purple soltó una carcajada, claramente disfrutando del caos.

—¿De verdad, Second? Qué cursi suenas —comentó, aunque su tono no mostraba molestia alguna, sino más bien una diversión sincera.

Orange, por otro lado, exhaló profundamente, como si estuviera reuniendo toda su paciencia. Se giró hacia Purple, ignorando por un momento a Second.

—¿Y tú? ¿No tienes algo mejor que hacer que estar aquí con este... —pausó, mirando a Second como si buscara la palabra correcta— ...sonámbulo pegajoso?

Purple, sin perder su sonrisa, negó con la cabeza.

—No, la verdad no. Me gusta estar aquí con él, papá. ¿Hay algún problema con eso?

La pregunta lo dejó en silencio por un segundo. Orange apretó los labios y se rascó la nuca, claramente incómodo. No quería discutir con su hijo, pero tampoco podía ignorar la incomodidad que sentía al ver a Second tan cerca. Finalmente, soltó un suspiro.

—No tengo problemas... siempre y cuando Second sepa mantenerse en su lugar —dijo, lanzando una mirada fugaz hacia el mencionado, que seguía medio dormido.

Second finalmente levantó la cabeza de la mesa, apoyándose en sus brazos mientras sonreía con cansancio.

—No se preocupe, señor Orange. Yo siempre sé cuál es mi lugar: junto a Purple.

Purple rio suavemente mientras Orange lo miraba con incredulidad.

—Eres un descarado, Second —murmuró, antes de darse la vuelta para salir de la cocina—. Pero ya veremos cuánto dura eso.

Cuando Orange salió, Purple y Second intercambiaron una mirada divertida.

—Te gusta molestar a mi papá, ¿verdad? —preguntó Purple, tomando un sorbo de su jugo.

Second sonrió con aire triunfante, apoyando la barbilla en su mano.

—Un poco. Pero solo porque me encanta verte sonreír cuando lo hago.

Purple lo miró, claramente sorprendido por la respuesta. Se sintió un leve calor en sus mejillas, pero rápidamente trató de disimularlo.

—Cursi otra vez —murmuró, aunque su sonrisa delataba que no le molestaba en absoluto.

Mientras tanto, en la sala, Victim se recostaba nuevamente en el sofá, satisfecho con el pequeño caos que había provocado. Orange, al pasar por la sala, lo miró con suspicacia.

—¿Tú tuviste algo que ver con esto, verdad?

Victim sonrió inocentemente, cerrando los ojos como si fuera a dormirse otra vez.

—¿Yo? Para nada.

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Orange, claramente molesto, caminó hacia Victim, que seguía recostado en el sofá con su típica actitud despreocupada. Sin mediar palabra, lo tomó firmemente de los tobillos y, con un solo movimiento, lo alzó en el aire como si fuera un saco de plumas.

—¡Eh, eh! ¿Qué estás haciendo? —se quejó Victim, agitándose mientras reía nerviosamente.

Orange, con su altura y complexión más imponente, lo sostuvo sin esfuerzo, mirándolo con una expresión seria y ligeramente amenazante.

—¿Quieres decirme la verdad ahora, o te lanzo directo a los arbustos de afuera? —dijo con un tono grave, pero con un brillo divertido en los ojos que delataba que no estaba tan enojado como parecía.

Victim, a pesar de estar en una posición tan incómoda, no pudo evitar reírse más fuerte.

—¡Ya, ya! ¿Qué arbustos? ¡Estamos dentro de la casa!

Orange levantó una ceja, sosteniéndolo más alto, como si estuviera evaluando si valía la pena cargarlo hasta el jardín.

—Eso tiene fácil solución. Te saco por la puerta ahora mismo.

Victim, aún colgando de cabeza, levantó las manos como si se rindiera.

—¡Está bien, está bien! Lo admito, tal vez... solo tal vez... provoqué un poco a Second. Pero fue divertido, ¿no?

Orange lo miró durante unos segundos, evaluando la respuesta, antes de suspirar con resignación.

—Eres un caso perdido, Victim —dijo, bajándolo finalmente al suelo, pero sin soltarlo por completo.

Victim se ajustó la playera grande que llevaba, todavía riéndose por lo sucedido.

—¿Y qué puedo decir? Me gusta animar la mañana —dijo con una sonrisa traviesa.

Orange negó con la cabeza, aunque una pequeña sonrisa apareció en sus labios.

—La próxima vez que armes algo así, no habrá advertencias. Vas directo a los arbustos.

Victim, riendo aún, le dio un ligero golpe en el brazo.

—Tranquilo, papá gallo. Lo tengo claro.

Desde la cocina, Purple y Second, que habían presenciado todo desde la distancia, intercambiaron una mirada divertida.

—¿Tu papá siempre es así de intimidante? —preguntó Second en un susurro.

Purple, sonriendo de lado, asintió.

—Solo cuando le gusta alguien.

Second levantó una ceja, mirando a Orange con una expresión pensativa.

—¿Crees que le gusta Victim?

Purple rio suavemente.

—No lo sé, pero sería interesante ver a Victim lidiando con mi papá.

Ambos se rieron en voz baja mientras volvían a sus lugares, dejando a Orange y Victim lidiar con su peculiar dinámica.

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Victim, aún acomodándose la playera tras ser bajado, notó que Orange lo seguía mirando con esa mezcla de seriedad y molestia. No pudo resistirse a hacer otro comentario.

—Oye, no te preocupes tanto. Tu hijo no va a desaparecer así como así, ¿sabes?

El ambiente cambió en un instante. Orange se quedó inmóvil, sus ojos parpadearon un par de veces antes de cerrarse con fuerza, como si acabara de recibir un golpe directo al pecho. La tensión en su rostro era evidente, y el tono juguetón de Victim desapareció al darse cuenta de que algo no estaba bien.

Sin decir una palabra, Orange giró sobre sus talones y se dirigió hacia el patio, sus pasos firmes pero pesados. No miró atrás ni dio ninguna explicación. Su figura desapareció tras la puerta corrediza, dejando a Victim de pie, confundido, en medio de la sala.

Desde su lugar, Purple lo había visto todo. La expresión en su rostro cambió al instante, comprendiendo exactamente lo que acababa de pasar. Second, al no entender del todo, dio un pequeño paso hacia Purple para preguntar qué ocurría, pero Purple levantó una mano para detenerlo.

—Espera aquí —le dijo con voz baja, antes de caminar apresuradamente hacia donde estaba Orange.

Victim, viendo cómo Purple pasaba junto a él sin siquiera mirarlo, levantó una mano como si fuera a detenerlo.

—¿Hice algo mal?

Purple no respondió, aunque una breve mirada de reojo fue suficiente para hacer que Victim retrocediera un poco, sintiéndose más culpable de lo que quería admitir.

En el patio, Orange estaba sentado en una vieja silla de jardín, mirando al horizonte. Sus codos descansaban sobre sus rodillas, y tenía las manos entrelazadas frente a su boca, como si estuviera tratando de contener algo.

—Papá... —dijo Purple en un tono suave mientras se acercaba, llamándolo como hacía tiempo no lo hacía.

Orange no respondió, pero tampoco se movió cuando Purple se sentó a su lado. Purple lo miró de reojo, notando la forma en que apretaba los labios y cerraba los ojos, como si intentara suprimir algún pensamiento doloroso.

—Lo siento por lo que dijo Victim. Él no sabía...

Orange exhaló profundamente, dejando que el aire saliera como un suspiro pesado.

—No es su culpa. Él no lo sabe, y no tiene por qué saberlo —dijo, aunque su tono seguía siendo frío y distante.

Hubo un silencio incómodo entre ambos, roto solo por el sonido del viento moviendo las hojas. Purple, sintiendo que no podía dejarlo así, tomó suavemente la mano de su padre.

—Papá, estás aquí conmigo. Yo estoy aquí contigo.

Orange abrió los ojos lentamente, mirando sus propias manos entrelazadas con las de Purple. Por un instante, su rostro perdió toda dureza, y una leve melancolía se apoderó de sus facciones.

—Lo sé, Purple. Pero a veces... a veces, el pasado no deja de perseguirte —murmuró con voz grave, apretando ligeramente la mano de su hijo antes de soltarla.

Purple, entendiendo que no era momento de insistir más, se levantó y le dio un ligero tirón a su padre del brazo.

—Vamos, necesitas despejarte. Vámonos de aquí.

Orange, aunque reacio al principio, asintió lentamente. Se puso de pie, tomando una última mirada al horizonte antes de seguir a Purple de vuelta hacia la casa.

Mientras tanto, Victim miraba desde una esquina, frotándose nerviosamente el cuello, sintiéndose más fuera de lugar que nunca. Second, por su parte, lo observaba con una mezcla de curiosidad y preocupación, pero decidió no decir nada. Era evidente que había cosas más grandes en juego que sus chismes matutinos.

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Cuando Purple y Orange regresaron a la sala, un incómodo silencio se apoderó del lugar. Nadie decía nada, pero las miradas hablaban por sí solas. Victim sabía que no podía quedarse quieto, no después de lo que había pasado. Se levantó del sillón con decisión y caminó hacia Orange, quien evitó mirarlo.

Sin pensarlo demasiado, Victim tomó el brazo de Orange con firmeza.

—Ven conmigo —le dijo, y antes de que Orange pudiera protestar, lo estaba arrastrando fuera de la casa.

Purple, al verlos salir, pensó en intervenir, pero Second lo detuvo suavemente con una mano en el hombro.

—Déjalos. Parece que necesitan hablar.

El camino al parque fue largo, más de diez minutos de andar por calles tranquilas y apenas iluminadas por la luz del día. Orange no dijo una palabra, su mirada fija al frente mientras Victim lo guiaba, con un aire de nerviosismo y determinación.

Finalmente llegaron a una banca en el parque, cerca de una fuente pequeña rodeada de árboles. Victim soltó el brazo de Orange y se giró para enfrentarlo, sus ojos reflejando una mezcla de arrepentimiento y preocupación.

—¿Qué fue lo que dije mal? —le preguntó, su voz sincera y temblorosa—. Lo siento si te lastimé, pero dime qué fue, porque quiero arreglar las cosas.

Orange respiró hondo, cruzando los brazos frente a su pecho. Por un momento, pareció dudar, pero finalmente se sentó en la banca, su expresión más seria de lo habitual.

—Gold... —empezó a decir con voz baja, como si el simple nombre fuera difícil de pronunciar—. Era mi hijo. Mi pequeño hijo.

Victim frunció el ceño, sentándose a su lado, pero sin atreverse a interrumpir.

—Era un niño brillante, lleno de vida. Solía jugar aquí, en este parque. Le encantaban las atracciones, los juegos... pero... —Orange hizo una pausa, cerrando los ojos mientras apretaba los puños sobre sus rodillas—. Un día, lo perdí.

El aire pareció volverse más pesado. Victim tragó saliva, sintiendo cómo las palabras se le atascaban en la garganta.

—¿Cómo... cómo fue?

Orange levantó la vista hacia la fuente, sus ojos perdidos en el agua que caía lentamente.

—Fue en una feria. Había una atracción nueva, una de esas que parecen seguras, pero no lo son. Gold insistió en subir, y yo... lo dejé. Lo dejé porque quería verlo feliz. —Su voz se quebró ligeramente, pero se aclaró la garganta para continuar—. Algo salió mal con el sistema. La atracción se detuvo de golpe, y... Gold no sobrevivió.

Un profundo silencio siguió a sus palabras. Victim lo miró con los ojos llenos de compasión, sintiendo el peso de la culpa y el dolor en cada palabra de Orange.

—No sabes lo que es eso, Victim —continuó Orange, con un tono más frío ahora—. Perder a alguien así. Sentir que fue tu culpa por no haber dicho que no. Por no haberlo protegido lo suficiente.

Victim bajó la mirada, sus manos temblando ligeramente. Entonces, como si algo dentro de él le diera fuerzas, metió la mano en el bolsillo de su pantalón y sacó un pequeño peluche de abeja.

—Orange... —dijo suavemente mientras le extendía el peluche—. ¿Recuerdas esto?

Los ojos de Orange se abrieron ligeramente al reconocer el pequeño objeto.

—Es... —empezó a decir, pero no terminó la frase.

Victim sonrió con tristeza, acariciando el peluche con cuidado.

—Me lo diste hace semanas, cuando yo también estaba pasando por un momento difícil. Dijiste que, aunque la vida puede ser dura, siempre hay pequeñas cosas que pueden darnos consuelo. Cosas que nos recuerdan lo bueno, lo que importa.

Orange miró fijamente la abeja, como si de repente todo lo que sentía se hiciera más llevadero. No la tomó, pero tampoco apartó la vista de ella.

—Yo no conocí a Gold, pero sé que era alguien increíble porque tú lo criaste —dijo Victim, con una voz más firme—. Sé que lo extrañas, y sé que nunca dejará de doler, pero eso no significa que no puedas seguir adelante. No significa que tengas que cargar con todo tú solo.

Orange cerró los ojos, dejando escapar un largo suspiro.

—Es más fácil decirlo que hacerlo, Victim.

—Lo sé —admitió Victim, inclinándose un poco hacia él—. Pero no estás solo, Orange. Nos tienes a nosotros. Me tienes a mí.

Por primera vez en mucho tiempo, Orange permitió que una leve sonrisa se asomara en su rostro, aunque solo duró un instante.

—Gracias... por recordarme eso.

Se quedaron en silencio un rato, mirando la fuente mientras el sol empezaba a salir por completo. Aunque las heridas del pasado no desaparecían, Orange sintió que, tal vez, con el tiempo, podría aprender a vivir con ellas. Y con alguien como Victim a su lado, tal vez no sería tan difícil.

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Orange dejó escapar una risa amarga, mirando la abeja de peluche en sus manos mientras recordaba lo que había dejado atrás. De alguna forma, el aire estaba cargado de una mezcla de nostalgia y melancolía.

—Light... —dijo, con la voz un poco quebrada—. Fue la chica más hermosa que conocí. Era mi todo. Pero cuando los ataques de The Chosen One y The Dark Lord ocurrieron... todo cambió. Perdí tanto en ese momento. A ella. A mi mundo. No sé cómo seguir adelante sin ella, aunque ya no estemos juntos... siempre la amaré.

Victim lo miró, su rostro en un silencio que parecía pesado. Sabía que había algo más en esa historia. Algo que resonaba en su propio corazón. Algo que lo hacía recordar el dolor de perder a alguien cercano.

Victim se congeló al escuchar las palabras de Orange. El peso de sus propias pérdidas lo golpeó de inmediato. No solo por Orange, sino también por él mismo. Algo en su pecho se apretó, y las palabras se le atragantaron.

—Yo también... —dijo, casi susurrando, mientras sus ojos se volvían vidriosos—. Yo también perdí algo ese día.

Orange lo miró, confundido al principio, pero algo en el tono de Victim lo hizo quedarse en silencio. Como si hubiera una conexión invisible entre ambos, un dolor compartido que los unía en este momento.

Victim tragó saliva, sin poder contener la emoción que subía en su garganta.

—Perdí a Mitsi... —su voz se quebró, y sus manos temblaron al recordar—. Era la persona más importante para mí, y cuando los ataques de The Chosen One y The Dark Lord llegaron, todo se derrumbó. No solo mi mundo, sino todo lo que creía que tenía. La perdí de una manera que aún no puedo entender.

El aire se volvió aún más denso entre ellos. Ambos compartían una tristeza profunda, una herida abierta que nunca parecía sanar del todo. Pero había algo liberador en admitirlo, en compartir ese dolor con alguien más.

Orange lo miró, la comprensión reflejada en su rostro. No necesitaba más palabras para saber que Victim lo entendía, que el dolor de perder a alguien querido no tenía fronteras.

—No sabía... —dijo Orange suavemente, su tono lleno de empatía—. No sabía que habías perdido a alguien tan importante.

Victim asintió lentamente, su mirada fija en el suelo. No necesitaba que Orange dijera más. Las palabras sobraban ahora. Ambos sabían lo que era perder a alguien que amaban, y aunque la herida seguía ahí, también había algo más: la sensación de que, tal vez, no estaban tan solos en su dolor.

—La vida no fue justa con nosotros ese día, ¿verdad? —comentó Victim, con una sonrisa triste—. Pero supongo que solo podemos seguir adelante, aunque sea difícil. No podemos quedarnos atrapados en el pasado.

Orange suspiró, mirando al frente, como si finalmente pudiera dejar ir una parte del peso que había estado cargando durante tanto tiempo.

—Tienes razón. Es difícil, pero seguir adelante es lo único que podemos hacer. Si Mitsi y Light estuvieran aquí, seguro nos dirían lo mismo.

Victim lo miró por un momento, una pequeña chispa de esperanza brillando en sus ojos.

—Entonces, sigamos adelante. Juntos, como siempre.

Orange asintió lentamente, por fin permitiendo que su rostro se relajara un poco. Sabía que el camino no sería fácil, pero al menos ahora tenía alguien con quien caminarlo.

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[Continuará...♡]


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