•○°-Capitulo 13-°○•
[Victim's POV]
El aire fresco de la tarde comenzaba a calmar mis pensamientos, y aunque las palabras de Orange aún rondaban en mi cabeza, algo dentro de mí sentía que debía hacer algo diferente. Había algo en su serenidad, en su capacidad de ver las cosas de manera tan simple, que me atraía de una forma que no podía explicar.
Me levanté del columpio lentamente, mirando hacia él, que seguía allí, mirando al horizonte como si estuviera en su propio mundo. Respiré hondo antes de hablar.
Orange... -comencé, mi voz un poco más baja de lo que pretendía-. ¿Te gustaría salir conmigo mañana? Ya sabes, hacer algo... fuera de todo esto.
Orange giró la cabeza hacia mí, sus ojos se encontraron con los míos, y por un momento, no dijo nada. El silencio se alargó, pero no era incómodo, solo... esperado. Al final, sonrió suavemente.
¿Salir? -repitió, como si fuera algo nuevo para él.
Asentí, sintiéndome ligeramente nervioso por mi propuesta. Era extraño, invitar a alguien a hacer algo tan simple cuando todo parecía estar tan enredado a nuestro alrededor. Pero había algo en este momento que me decía que podría ser lo que necesitaba.
Sí, ir a algún lugar, solo tú y yo. Sin dramas ni expectativas, solo... para disfrutar de la compañía del otro.
Orange se quedó pensativo unos segundos, pero luego su expresión se suavizó, su sonrisa más cálida.
Me parece bien -respondió, levantándose del columpio y acercándose un poco más-. ¿Tienes algún lugar en mente?
Negué con la cabeza, sonriendo ligeramente.
No, aún no. Pero eso está bien, ¿no? Lo importante es salir, hacer algo distinto.
Claro -dijo, su voz tranquila y accesible, como siempre-. Estoy dentro.
El hecho de que aceptara, sin pensarlo demasiado, hizo que mi corazón se relajara un poco. Era una pequeña salida, pero para mí, sentí que era un paso hacia algo más. Algo más simple, pero que podría marcar la diferencia.
Entonces, mañana. ¿A qué hora? -preguntó Orange, como si la propuesta de salir fuera tan natural como cualquier otra conversación.
Mañana por la tarde, quizás. Lo que sea que funcione para ti.
Perfecto. Nos vemos entonces.
Le di una última sonrisa antes de que ambos nos quedáramos en silencio nuevamente. Pero esta vez, el silencio se sentía ligero, lleno de posibilidades.
---
El resto de la tarde pasó como un suspiro, y aunque intenté mantenerme ocupado, no podía dejar de pensar en mañana. ¿Por qué me sentía tan ansioso? No era la primera vez que hablaba con Orange, pero había algo diferente en esto. Era más que una simple salida, al menos para mí.
Esa noche, apenas dormí. Mis pensamientos eran un torbellino de ideas y emociones, desde imaginar cómo podría ir hasta preocuparme de que tal vez hubiera sido una mala idea. Pero al amanecer, una determinación extraña se apoderó de mí. No iba a retroceder.
Al día siguiente, el reloj parecía moverse más lento que nunca. Me preparé mucho antes de la hora acordada, intentando no pensar demasiado en ello. Finalmente, cuando faltaban unos minutos, salí al lugar donde habíamos quedado.
Orange ya estaba ahí, apoyado contra una pared, con las manos en los bolsillos. Su expresión relajada contrastaba con mi nerviosismo. Al verme, alzó una mano a modo de saludo.
—Llegas temprano —comentó, con esa calma que parecía ser parte de él.
—Quería asegurarme de no llegar tarde —respondí, intentando sonar casual.
—Eso es bueno. ¿Ya sabes a dónde iremos?
Me detuve un momento, pensando en lo que había planeado.
—Hay un lugar en las afueras de la ciudad. Un parque tranquilo, no suele haber mucha gente. Pensé que sería un buen sitio.
Orange asintió, empezando a caminar a mi lado.
—Suena bien. A veces, el silencio es lo que uno necesita.
El trayecto fue cómodo, lleno de pequeñas conversaciones sobre cualquier cosa. Hablar con Orange siempre era así, fácil, como si el mundo no fuera tan complicado cuando estaba cerca.
Al llegar al parque, el ambiente era exactamente como lo recordaba: sereno, con árboles altos que dejaban filtrar la luz del sol de forma perfecta. Caminamos un rato en silencio hasta encontrar un banco cerca de un lago pequeño.
—Es un buen lugar —murmuró Orange mientras se sentaba.
—Me alegra que te guste.
Nos quedamos mirando el agua en calma por un rato. Sentí la necesidad de decir algo, pero al mismo tiempo, el momento se sentía completo sin palabras. Hasta que él rompió el silencio.
—Gracias por invitarme a salir.
—¿Eh? —Lo miré, algo sorprendido.
—Hacía tiempo que no hacía algo así. Es agradable.
No supe qué decir al principio, pero luego asentí, sintiendo que mi decisión había valido la pena.
—Bueno, a veces, es bueno salir un poco de todo...
Orange me miró, y por primera vez, vi una pequeña chispa en su expresión que no había notado antes.
—Tienes razón.
Y aunque no era mucho, esas palabras fueron suficientes para que mi corazón se sintiera un poco más ligero.
---
Mientras caminábamos, terminé mi helado y tiré el cono vacío en un basurero cercano. Orange aún saboreaba el suyo con calma, pero no pude evitar fijarme en una pequeña zona del parque llena de actividades, como juegos, un estanque con patitos y un pequeño área con bicicletas para alquilar.
Mis ojos se iluminaron.
—¡Mira eso! —dije, señalando hacia una zona con un aro de básquet y un par de pelotas de goma abandonadas.
Orange levantó la vista, algo desconfiado.
—No me digas que tienes otra idea infantil…
—Por supuesto que sí.
Sin esperar su respuesta, lo tomé de la muñeca y lo arrastré hasta el lugar. Al soltarlo, tomé una de las pelotas y traté de lanzarla al aro.
—¡Mira y aprende!
El balón rebotó en el borde del aro y salió disparado hacia mí, golpeándome en la frente antes de caer al suelo.
—¡Ay! —exclamé, llevándome la mano a la frente mientras Orange soltaba una risa genuina, intentando contenerla detrás de su mano.
—Eso fue… impresionante —comentó con sarcasmo, todavía riendo.
—Oh, sí, claro, como si tú pudieras hacerlo mejor —respondí, pasándole la pelota con una sonrisa desafiante.
Orange aceptó el reto, aunque con un ligero suspiro. Tomó la pelota y la lanzó con un movimiento que parecía despreocupado… y la encestó perfectamente en el aro.
—¡¿Qué?! —exclamé, incrédulo.
Él simplemente se encogió de hombros.
—Tal vez no soy tan malo como piensas.
—Esto no se queda así —respondí, tomando la pelota de nuevo.
Pasamos los siguientes minutos compitiendo para ver quién podía encestar más veces. Yo fallé casi todos mis lanzamientos, mientras que Orange acertaba al menos la mitad, aunque de vez en cuando me dejaba ganar solo para ver mi expresión triunfante.
—Está bien, tú ganas esta vez —dije finalmente, tirándome al césped con los brazos extendidos—. Pero te advierto que no te dejaré ganar la próxima.
Orange dejó la pelota en su lugar y se acercó, cruzando los brazos mientras me miraba desde arriba.
—¿Eso suponiendo que haya una próxima vez?
Le sonreí con picardía.
—Oh, habrá una. Te lo prometo.
---
Después de eso, seguimos explorando el parque hasta que vi un pequeño estanque donde se podían alquilar botes de pedales en forma de cisne.
—¡Tenemos que hacer eso! —dije, señalando los botes emocionado.
Orange frunció el ceño, claramente menos entusiasmado.
—No pienso subirme a uno de esos.
—Oh, vamos, no puede ser tan malo. Además, ya hicimos básquet, ahora toca algo más tranquilo.
—Tranquilo… y ridículo.
Ignorando su queja, fui directo al encargado para alquilar un bote. Minutos después, estaba sentado en un cisne gigante, tratando de convencer a Orange de que subiera.
—No puedes dejarme aquí solo —dije, fingiendo un puchero.
Orange rodó los ojos y finalmente subió al bote, sentándose con resignación a mi lado.
—Esto es lo más tonto que he hecho en años —comentó mientras comenzábamos a pedalear.
—Y lo estás disfrutando, admítelo.
Él no respondió, pero su ligera sonrisa lo delataba. Pedaleamos sin rumbo por el estanque, chocando intencionalmente contra otros botes y causando miradas molestas de las demás personas. Al final, ambos terminamos riendo como idiotas, olvidándonos de todo lo demás.
---
Después de devolver el bote de cisne y caminar un rato más, decidimos sentarnos en una banca junto al estanque. Las risas de las actividades tontas se fueron calmando poco a poco, dejando solo el suave sonido del agua y los ocasionales graznidos de los patos.
Orange se recostó contra el respaldo de la banca, observando el cielo que comenzaba a teñirse de tonos anaranjados y rosados. Yo, por mi parte, jugueteaba con una ramita que había encontrado en el suelo, intentando no hacer ruido. El silencio entre nosotros no era incómodo, pero sentí que debía decir algo.
—Gracias por venir conmigo hoy —murmuré finalmente, mirando hacia el agua.
Orange giró la cabeza para mirarme, levantando una ceja.
—¿De qué hablas? Fuiste tú quien prácticamente me arrastró.
—Sí, pero podrías haberte negado.
Él bufó, pero su tono no era cortante.
—¿Y dejarte solo para que te golpees en la cabeza con una pelota o para que te pierdas en medio de un estanque? No, gracias.
Solté una pequeña risa, aunque luego mi sonrisa se suavizó.
—Hablo en serio. Ha pasado mucho tiempo desde que me divertía así con alguien… así que gracias.
Orange se quedó callado por un momento, mirando al horizonte. Sus ojos parecían menos tensos de lo habitual, como si la tarde le hubiera quitado algo del peso que siempre cargaba.
—Supongo que… no estuvo tan mal —admitió en voz baja.
—¿Eso es un cumplido? Porque lo voy a tomar como uno.
—No te emociones demasiado —respondió, aunque la ligera curva de sus labios me hizo saber que no estaba molesto.
Nos quedamos en silencio de nuevo, esta vez más cómodos. Observé cómo el viento jugaba con las hojas de los árboles y sentí una especie de tranquilidad que no experimentaba muy a menudo.
—¿Sabes? —comencé de nuevo, rompiendo el silencio—. Siempre pensé que eras alguien muy serio, como si no supieras cómo relajarte.
Orange me miró de reojo, claramente intrigado.
—¿Y qué piensas ahora?
—Creo que no eres tan malo como aparentas —respondí con una sonrisa traviesa—. Es más, creo que hasta podrías ser divertido si te lo propusieras.
Él rodó los ojos, pero no pudo evitar reírse suavemente.
—Tú eres demasiado infantil, ¿sabes?
—Lo sé —respondí sin dudar—. Pero creo que es algo bueno, ¿no?
Orange no respondió de inmediato. En cambio, volvió a mirar el cielo, que ahora se había oscurecido un poco más.
—Tal vez tengas razón.
Esa pequeña respuesta fue suficiente para mí. Me sentí satisfecho, como si hubiera logrado algo importante, aunque no pudiera explicarlo del todo.
---
La caminata hacia casa fue tranquila, con el aire fresco de la tarde acompañándonos. Orange parecía más relajado que al inicio del día, aunque aún conservaba esa mirada seria que siempre llevaba consigo. Yo, por otro lado, no podía evitar sentirme satisfecho. Había logrado sacarlo de su rutina y, aunque fuera solo por unas horas, había visto un lado de él que parecía estar enterrado bajo capas de responsabilidades y preocupaciones.
Cuando llegamos, Orange abrió la puerta con un leve suspiro. Apenas cruzamos el umbral, escuché pasos rápidos acercándose desde el interior.
—¡Papá! —exclamó Purple, apareciendo en la sala con el ceño fruncido y los ojos llenos de preocupación—. ¿Dónde estabas? Pensé que habías ido al bar otra vez.
Orange detuvo sus pasos y dejó escapar un suspiro pesado.
—Purple, no empieces. Ya te dije que dejé eso..hace poco.
—¿Entonces por qué no avisaste? Me preocupé —dijo el chico, cruzándose de brazos mientras miraba a su padre con evidente reproche.
Me quedé en la puerta, observando la escena. No quería entrometerme, pero tampoco quería irme sin intentar calmar las cosas.
—Hey, Purple —intervine con una sonrisa amistosa—. Lo arrastré conmigo para pasar el día afuera. Ningún bar estuvo involucrado, lo prometo.
Purple desvió la mirada hacia mí, como si no hubiera notado mi presencia antes. Su expresión se suavizó un poco, pero aún parecía algo molesto.
—¿Es cierto? —preguntó, mirando nuevamente a su padre.
Orange asintió con un leve movimiento de cabeza.
—Sí. Victim insistió en que saliéramos… hicimos cosas tontas todo el día.
Purple lo observó detenidamente, como si buscara alguna señal de mentira. Finalmente, suspiró y dejó caer los brazos a los costados.
—Bueno, está bien… pero me asustaste.
—Lo sé —respondió Orange, rascándose la nuca con cierta incomodidad—. No volverá a pasar.
Purple pareció aceptar la respuesta, aunque aún tenía el ceño ligeramente fruncido. Luego se giró hacia mí y habló con más calma.
—Gracias por no dejarlo ir a… ya sabes.
—De nada —respondí con una sonrisa—. Aunque para ser honesto, creo que se divirtió más de lo que esperaba.
—No lo exageres —murmuró Orange, llevándose una mano al puente de la nariz como si estuviera cansado, pero no molesto.
Purple soltó una pequeña risa, y algo en el ambiente pareció aligerarse.
—Bueno, si hicieron tantas cosas, seguro que tienen hambre. Iré a preparar algo.
—Yo ayudo —ofrecí, levantando una mano—. Aunque no soy un experto, puedo seguir instrucciones.
Purple asintió con una sonrisa y desapareció hacia la cocina. Orange, por su parte, se dejó caer en el sofá con un suspiro de alivio.
—¿Ves? Salir no estuvo tan mal después de todo —dije, sentándome en una silla cercana.
—Eres insoportable, Victim —murmuró, pero no había verdadero enojo en su tono.
Sonreí ampliamente, sintiéndome satisfecho. Había sido un buen día, después de todo.
---
[Continuará...♡]
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro