𝟘𝟚: 𝕎𝕖𝕝𝕔𝕠𝕞𝕖.
Un día más había pasado y seguía sin entender como había terminado aquí. Todavía no comprendía el cómo había terminado viviendo en una rutina; escuchando y atendiendo a un hombre, al cual, comenzaba a desconocer con cada día que pasaba. Era notorio que las actitudes de André habían cambiado, y eso me destrozaba, aunque me estaba comenzando a adaptar. Porque algo que había durado tantos años y había pasado por muchos cambios, no debería terminar así.
Merecíamos un final feliz.
Aunque esos pensamientos no evitaban que en ocasiones me pusiera analizar mi vida y me arrepintiera de ciertas decisiones que había tomado, trataba de evitarlos, al entender que ya no era tiempo para arrepentirse, ya qué ya había pasado. Era un poco contradictorio mis pensamientos, pero esa en ocasiones, no podía estar en un sólo punto.
Volteé a ver el lado de la cama de mi pareja, y este se encontraba vacío. Suspiré y me levanté de la cama tratando de despejar mi cabeza y alejar los pensamientos de esta para poder comenzar mi día de buena forma.
Así que me dirigí al armario para sacar mi vestuario del día de hoy, que consistía en unos jeans ajustados y una blusa de tirantes de color purpura que era pegada a mi cuerpo, para después dirigirme a la cocina y preparar el almuerzo. Y cuando me comencé a bajar al primer piso, el ruido de platos en movimiento, me tomo por sorpresa, y comencé a caminar lentamente hacia el lugar en espera de no encontrar nada malo. Pero cuando estuve frente al comedor, me di cuenta a que se debía aquel ruido de los platos.
En la mesa, se encontraba André ahí sentando, dispuesto a comenzar a almorzar, pero al momento de verme, este sonrió y se acercó a mí para darme un beso en los labios.
─No te quise levantar ─dijo André con una sonrisa─. Se miraba que estabas cansada.
Sonreí sentándome en la silla que estaba frente a la mesa, por su actitud tan atenta.
─Me hubieras levantado para ayudarte a preparar el almuerzo ─susurré poniendo atención a los movimientos de André, que solo me otorgo una sonrisa mientras caminaba a la cocina.
De allí salió con un plato en la mano, que lo puso frente a mí con una sonrisa; eran unos huevos revueltos con tocino. Levanté mi mirada a él, y entre los dos intercambiamos una sonrisa, mientras él me servía jugo de naranja.
─Provecho, cariño.
Sonreí ante sus palabras y me dispuse a devorar de la comida con una sonrisa, disfrutando del sabor de está y del momento. Porque hacia días que André no me trataba de esta forma, y se podría decir que desde que estamos juntos no era tan atento, pero también tenía que reconocer que cuando se lo proponía, lo era.
Él sabía qué hacer para alegrarme el día, y por eso lo amaba. Posiblemente sea una persona que se conformaba con poco, pero yo era feliz así con él.
─¿Qué tal está la comida, cariño? ─cuestionó el hombre con una sonrisa, interrumpiendo mis pensamientos.
─Todo está increíble, André ─contesté con una sonrisa.
Continuamos comiendo sin decir ni una sola palabra, hasta que ambos terminamos al mismo tiempo. Estaba dispuesta a limpiar la mesa, cuando André se ofreció a recoger de ella provocando que sintiera como mi corazón se derretía de amor.
El hombre recogió todo de la mesa y la limpio, para después irse a lavar los platos. Lo seguí con la mirada atenta en él, ya que era poco usual que André hiciera todo eso, porque comúnmente me dejaba haciendo todo a mí. Y por eso agradecía su apoyo en estos momentos.
─Sabes que hoy me voy a ir, ¿verdad? ─comentó André haciendo que mi atención volviera a ser completamente para él.
Suspire frustrada al darme cuenta del porque actuaba de una forma tan linda. Froté mi rostro con cansancio hasta que André se acercó a mí y quité mis manos de mi rostro para cruzar mis brazos en mi pecho, mientras el pelinegro me miraba con atención.
─Tengo que hacerlo, mi amor, para mantenerte bien ─mencionó acariciando mi rostro─. Soy el único que trabaja en esta casa, tienes que entender que en ocasiones debo de irme.
Lo miré seria por un momento mientras trataba de calmarme para no comenzar una pelea, como la otra vez. Ya que no quería que se fuera André sin más. También trataba de luchar con el deseo de gritarle y reclamarle por qué no me dejaba trabajar. Ya que en ocasiones me molestaba que siempre me dijera que él era único que trabajaba en esta casa, cuando él no me daba la oportunidad de hacerlo, pero no quería decirlo ahora, porque no quería que se fuera sin decirme adiós.
Tenía que evitar eso a toda costa.
Por eso me resigne a solo soltar un bufido y caminar hacia él para darle un beso en los labios, tomando la culpa de la pelea de anoche, para que todo estuviera bien entre nosotros.
─Tienes razón, bebé, perdóname ─dije con una sonrisa tímida─. ¿Quieres que te lleve al aeropuerto? ─cuestioné con una sonrisa.
André me sonrió y beso de mi mejilla con una tierna sonrisa, hasta alejarse de mí y continuar lavando los platos.
─No es necesario, linda ─susurró─. Puedo hacerlo solo.
─Claro que puedes ─susurré bajando la mirada mientras jugaba con mis manos.
André terminó de lavar los platos y se acercó a mí, para levantar mi rostro con su mano con delicadeza mostrando una enorme sonrisa, y después besar mi frente y luego darme un casto beso en los labios.
─Recuerda llamarme cuando llegues ─dije con una sonrisa apartándome de él─. La otra vez no me llamaste y estaba muy preocupada.
André soltó una leve carcajada sin apartar la vista de mí, dándome una dulce mirada.
─No lo haré. Y tú no olvides cerrar todas las puertas y ventanas todas las noches ─aclaró con seriedad─. No conoces a los vecinos y recuerda que no estás segura sola ─advirtió apuntándome con su dedo y dándome un leve golpecito en la punta de la nariz con una sonrisa, provocando que sacara una leve sonrisa.
Lo amaba mucho.
─✾───∆ ~ ✡ ~ ∆───✾─
Ya eran las cinco de la tarde y me encontraba sola en la casa. No tenía nada que hacer, ya que ya había terminado mis labores. Posiblemente miraría una película y me iría acostar después de ello, aunque aún no estaba segura de aquello.
Los días en que André y Samantha no estaban, eran los peores y los más lentos de mi vida. Ya que siempre me encontraba sola y sentía como la locura invadía mi vida cada día más, e incluso tomaba pastillas para no alucinar o tener pesadillas, porque cuando estaba sola, tenía problemas con mi pánico a la soledad. Sin embargo, últimamente no me pasaba algo por el estilo, y eso lo agradecía.
Solté un suspiro recorriendo la casa, dándome cuenta que en efecto, ya no había nada que hacer, entonces, este era el momento ideal de cerrar todas las ventanas y puertas de la casa de la forma que André lo hacía, para que ninguna persona entrará.
Entonces, comencé en mi labor por el segundo piso, para finalizar con el primero. Siempre dejaba la puerta principal para el final, ya que así podía salir antes de cerrarla para observar cómo estaba todo en el exterior. Pero al momento de acercarme a está, el sonido del timbre atrajo mi atención evitando que cerrara esa puerta.
Esto era extraño, porque nunca antes había tenido visitas estando sola, ya que cuando no estaba André en la casa, esta parecía abandonada.
Mis manos comenzaron a sudar cuando abrí la puerta. Y al momento de hacerlo, me encontré con una mujer joven de aproximadamente veinticinco años, con cabello pelirrojo, piel pálida, con un buen cuerpo que estaba bien proporcionado, que vestía con un vestido veraniego de color rojo fuerte pegado a su cuerpo que combinaba con su tez y sus labios que parecían estar pintados, pero no era así. Su cabello se encontraba suelto, pero, aun así, permanecía bien acomodado. Definitivamente, era muy guapa.
Por otra parte, venía un joven como de veintisiete años que tenía su cabello medianamente largo que lo tenía bien peinado para atrás, sin verse como un nerd, si no, parecía un bad boy, con sus aires de superioridad y su chaqueta negra medio abierta que mostraba su camisa blanca por abajo, con sus jeans y sus botas.
Y, a diferencia de la pelirroja que mantenía su enorme sonrisa, él parecía estar muy serio. Parecía que ambos eran pareja, ya que no había algo que los identificara como hermanos o familiares, porque ambos eran muy distintos físicamente, y, al parecer, también de personalidad. Inclusive en la piel, a pesar de que el hombre tenía la piel blanca, no lo era tanto como la de la mujer. Ambos eran muy guapos, en especial el hombre, que tenía unos lindos ojos de color chocolate, y, aunque parezca loco, tenía ciertos aspectos físicos iguales a los de André. Y eso lo hacía ser más guapo.
Sonreí nerviosa, tratando de acomodar mi cabello para verme mínimamente decente frente a gente muy guapa. Bajé mi vista un poco, percatándome de la vasija que tenía en las manos la mujer, provocando que nuevamente levantara mi mirada para darme cuenta que la pelirroja me miraba con mucha atención.
─¡Hola! Mucho gusto, mi nombre es Araíd Evanson. ─se presentó con entusiasmo provocándome una sonrisa alegre por su actitud─. Y este es mi hermano Johnny; ambos vivimos en la casa de a lado, y queríamos presentarnos con los vecinos ─mencionó con una sonrisa─. Nos gusta hacer amigos a donde sea que vamos, además, te hice estás galletas para comenzar nuestra amistad. Sé que puede ser un poco extraño, pero me sentiría más extraña en no dar algo a mi nueva amiga.
La mujer hablaba demasiado rápido, pero, a pesar de eso, logré entender sus palabras completamente.
─No es para nada extraño aquello ─aclaré recibiendo las galletas con una sonrisa─. De hecho, es muy dulce.
─¿Verdad que sí? ─preguntó alegre a lo cual sonreí─. ¿Escuchaste, Johnny? ¡Ella si me entiende! ─exclamó con una sonrisa mirando a su acompañante, que sólo asintió mirando el suelo por un instante, para después mirarme con más intensidad.
El silencio nos invadió por un momento, haciéndome sentir incómoda. Entonces, carraspeé dudando de lo que diría.
─¿Gustan pasar?
Probablemente era una mala idea porque no los conocía, además de que André me mataría si se enterara, pero creía que era lo adecuado, porqué ellos me habían traído un regalo.
La mujer, al instante, volteó a mirar al hombre y este seguía mirándome sin decir nada. Volví a bajar la mirada sujetando con fuerza la puerta, dispuesta a cerrarla si era necesario. Ya que aquella mirada que me daba el hombre, me estaba comenzando a incomodar cada vez más.
─Oh, no es necesario, Alanna, sólo queríamos saludar y darnos a conocer. De verdad, creía necesario presentarnos para entrar en confianza e interactuar entre vecinos ─justificó la mujer moviendo sus manos y haciendo demasiados gestos que me causaron gracia.
Araíd parecía ser una mujer muy divertida y simpática. A simple vista se miraba que ella amaba platicar; tenía cierto parecido a Samantha, y eso me gustaba. Sonreí mirándola alegre, hasta darme cuenta de algo importante; yo en ningún momento había mencionado mi nombre y ella parecía conocerlo.
Agarré nuevamente con fuerza la puerta con el miedo recorriendo mi cuerpo.
─Disculpa, pero, ¿cómo sabes mi nombre? ─cuestioné con el nerviosismo y el miedo aumentado en mi cuerpo cada vez más.
Miré atentamente las acciones de ambos, pero la única que parecía tener miedo era Araíd, ya qué Johnny seguía demasiado tranquilo.
─Tú lo mencionaste ─susurró la voz ronca del hombre─. Aunque no lo creas, estoy atento a la conversación.
─Estoy segura de que no lo hice ─mencioné entrecerrando los ojos.
─¡Claro que sí! ─exclamó con una sonrisa nerviosa la mujer─. Pero estabas tan atenta mirando a mi hermano que no te diste cuenta.
La miré extrañada, ¿mirando a su hermano? Para empezar, ahora volvía a mi pensamiento que no podían ser hermanos, por lo diferente que eran entre ellos.
─Bueno, nos tenemos que ir. Mi hermano no es muy social y yo estoy un poco cansada ─aclaró la pelirroja con nervios─, así que, ya nos vamos. Y perdón si te sentiste incómoda...
─No, para nada. Gracias por las galletas ─contesté con una sonrisa, tratando de que se fueran de una vez de mi casa.
La mujer asintió y el hombre me sonrió de forma burlona sin apartar la vista de mí, hasta que Araíd le agarró el brazo para retirarse de allí, y dejarme sola al fin.
Los miré apartarse y de inmediato cerré la puerta con candado. Suspiré y me dirigí a la cocina para tirar las galletas a la basura.
En definitiva, no disfrutaba el desperdiciar la comida, pero sus actitudes fueron tan extrañas que no pensaba comer de sus galletas por seguridad propia.
En el misterio, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧
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