
ℂ𝕒𝕡𝕚́𝕥𝕦𝕝𝕠 𝟠: 𝕄𝕒́𝕤 ℚ𝕦𝕖 𝕌𝕟𝕒 𝕍𝕒𝕣𝕚𝕒𝕟𝕥𝕖
El espacio es un lugar enorme, su tamaño no conoce limites, lleno de infinitas maravillas por descubrir, fenómenos que muy pocas mentes mortales pueden llegar a conocer, y muchos menos pueden comprender.
Muchos sueñan el poder viajar hacia allí, hacia aquel océano oscuro donde los mas grandes misterios del universo se esconden a la vista de los simples ojos mortales. El pensamiento de aventurarse hacia lo mas profundo de las estrellas para descubrir que misterios hay mas haya de su planeta es algo que deja maravillados a millones.
El espacio, un lugar que puede ser tanto aterrador como hermoso, dependiendo de a quien se le pregunte, pero todos coincidirán en algo. Y eso es que allí afuera, entre las hermosas estrellas que alumbran el firmamento, se esconden millones de misterios, los enigmas mas grandes de todo el universo, escondidos en las profundidades del espacio, cual tesoro antiguo escondido en un cofre.
Secretos que ningún mortal puede tan siquiera imaginar, secretos mas antiguos que las propias estrellas, algunos tan hermosos que podrían hacer llorar de jubilo y felicidad al mas duro de los hombres, y otros tan horribles y nefastos que parecen sacados de las mas profundas y retorcidas pesadillas de Dios.
Civilizaciones antiguas, seres desconocidos capaces de devorar planetas y estrellas como si fueran meros bocadillos, fenómenos cósmicos que desafían toda lógica o ley del universo, el espacio era un sin fin de misterios que dejaban tanto maravillados como aterrados a todos los seres pensantes de todas las civilizaciones que aun no se habían aventurado a las oscuras y desconocidas aguas de aquel océano cósmico.
Y es precisamente en aquel oscuro océano, en aquel cofre lleno de infinitos misterios, es donde se esconde el que para muchos es el secreto mas grande de toda la existencia, la verdad que miles de millones de filósofos y eruditos a lo largo de las eran han ansiado por descifrar, en su afán de satisfacer su curiosidad y hambre por el conocimiento prohibido que esta más haya de sus capacidades mortales.
Allí, en aquel oscuro océano infinito, Dios se encontraba volando, viajando por el amplio jardín cósmico que era su creación, luego de haber tenido aquella conversación con la variante de Sasuke Uchiha que había creado. El ser cósmico le había perdonado la vida a ese planeta y a sus creaciones, simplemente decidió que el mismo tiempo y el ciclo natural de la vida se encargara de eliminarlos, al fin y al cabo, un par de millones de años ya no eran nada para un ente como el, eran menos que un simple parpadeo.
Mientras la colosal figura de la entidad corrupta vagaba por el infinito vacío de su universo, este se bañaba en la radiación cósmica que emanaban las estrellas, deslumbrando la belleza incomparable de los distintos cuerpos celestes, su colosal figura creando leves distorsiones en la propia realidad mientras se movía.
La figura humanoide y hecha de carne podrida que era Dios viajaba a velocidades que dejaban en ridículo a la velocidad Luz, viendo los distintos planetas, sistemas solares, galaxias y demás astros que albergaba su universo.
Aun con todos los fallos que este tenia, no podía negar la gran belleza que era el contemplar el fruto de su creación, una leve chispa de orgullo nacía en su deforme y grotesco ser al contemplar los distintos planetas que había en el espacio.
Disminuyendo la velocidad, su figura de proporciones bíblicas floto frente a varios planetas, los cuales comenzaron a verse afectados por su mera presencia, su colosal tamaño emitía una fuerza de gravedad que afectaba a aquellos planetas, los cuales comenzaron a acercarse al cuerpo de la deidad.
Aun viendo esto, Dios no hizo nada, solo vio con cierta fascinación como uno de esos planetas flotaba enfrente de su deforme y horrendo rostro, su tamaño siendo tal que aquel astro solo podía llegar a compararse a como seria uno de sus ojos, si es que los tuviera.
— Tan hermoso... Nunca podre negarlo, la existencia... Es algo sencillamente hermoso, no importa cuantos universos cree... La propia naturaleza de la existencia es algo que siempre me dejara maravillado... El como los astros y los fenómenos cósmicos mas locos son capaces de existir, el como la propia vida puede surgir incluso en las condiciones mas hostiles, es tan increíble y tan hermoso...— La voz de la deidad corrompida resonaría como un eco en el oscuro vacío del espacio, su sonido lográndose escuchar incluso sin que haya aire, gracias a la capacidad de Dios de jugar y manipular la propia realidad a su antojo.
Naruto lograría ver como en ese planeta, que flotaba enfrente de su rostro, había vida, no avanzada, ni siquiera eran seres pensantes, pero aun estaban allí, seres primitivos que ni siquiera habían aprendido a caminar en dos patas, pero aun estaban allí, pequeños y débiles animales, luchando por su supervivencia en aquel planeta en el que se había logrado el bello y complejo milagro que era la vida.
En varios millones de años, esos seres evolucionarían y se convertiría en una especie estable, la cual con suerte lograría vivir durante miles de años, y eso, el propio milagro de la vida que el había permitido, era algo tan bello.
Pero, aun así este no olvidaba su objetivo principal, no importara cuan bello resultara eso, al final, todo perecería por su propia mano.
— Es una pena que hayan tenido que nacer en un universo fallido como lo es este, me siento mal por ustedes... Pero al final todo valdrá la pena, por ellos... Por el final feliz que se merecen... Todo valdrá la pena...—
Dios no puede evitarlo, su figura repugnante se estremece de forma enfermiza mientras se abraza a si mismo, soltando pequeñas risas mientras acaricia de forma casi depravada su horrendo rostro.
— Ellos volverán... Al final, todo esto valdrá la pena... Volverán, les daré su final feliz... Y todos seremos felices, como debió haber sido desde el inicio...—
Las risas de la entidad corrompida resuenan en aquel sistema solar, un sonido viejo y oxidado, antiguo y repugnante, retorcido y asqueroso como la propia apariencia de la entidad cósmica. Una risa la cual es el perfecto reflejo del declive mental de Naruto, el como un fino cristal lucha por mantenerse intacto ante la tempestad, pero que poco a poco se va agrietando.
Tras unos pocos segundos, la inquietante y macabra risa de Dios finalmente cesaría, dejando el vacío oscuro y frio del espacio nuevamente en silencio. Este simplemente se retiraría de aquel sistema solar, y con su mera velocidad aparecería nuevamente en la superficie de una estrella hiper masiva a unos veinte mil millones de años de distancia.
Mientras su colosal figura caminaba como si nada por la superficie de aquella estrella, como si fuera suelo normal, este no podía evitar perderse en sus pensamientos, mientras se bañaba en la luz y radiación de aquel astro.
Había ocasiones en las que Naruto prefería refugiarse en la paz que le daba en estar en ambientes solitarios pero hermosos, los cuales seria letales para cualquier otro ser mortal, nada mas podía estar en aquellos ligares, excepto el.
En medio de las véngalas cósmicas, varios recuerdos pasaban por la mente de la entidad corrompida.
El como había pasado de ser aquel niño imperativo e ingenuo, a ser la entidad cósmica que era ahora, habían pasado tantas cosas, y todo había cambiado... ¿Cierto?.
No...
Las cosas no habían cambiado, él no había cambiado...
Admite que ya no era el mismo idiota ingenuo que antes, pero, a pesar de su asquerosa apariencia, seguía siendo el mismo, seguía siendo aquel ninja que daría lo que fuera por proteger a los que ama, seguía siendo Naruto Uzumaki.
— Soy el mismo... Sigo siendo el mismo... Aun soy el mismo...— Eran las palabras que se decía una y otra vez a si mismo el ser cósmico.
Este intentaría alejar esos pensamientos de su dañada mente, volviendo a concentrarse en su gran creación que era el universo. Al alzar la mirada hacia arriba, podía verlo, un espacio tiempo independiente, el cielo, en donde descansaban las almas buenas que se habían ganado un el descanso y la paz eterna, un reino custodiado por seres que eran grandes aros de oro con cientos de ojos y grandes alas blancas, a los cuales llamaban ángeles.
Y al mirar hacia abajo, veía los distintos circulos del infierno, cada circulo un espacio tiempo independiente de los demás, donde iban las almas de los peores seres que su creación, para ser atormentados para siempre los grotescos seres que habitaban esos reinos, a los cuales llamaban demonios.
Mientras el creador seguía vagando por el amplio cosmos, este pasa a través de varios planetas, en donde logra contemplar los vestigios de lo que fue una civilización, puede ver varias estructuras reducidas a escombros, monumentos caídos, antiguas pinturas sobre ruinas, no queda mucho y nadie mas que el para reconocer la existencia de tales cosas.
Una de las tantas especies, de las cientos de millones de civilizaciones que había contemplado en el infinito universo que el creo, tantas especies. Algunas pensaron que los dioses los habían abandonado, mientras que otras aun tenían fe, cayendo de rodillas mientras rezaban a los cielos, rogando que sus plegarias se hicieran realidad, confundiendo actos al azar con milagros y buena suerte con plegarias hechas realidad.
Aquello le provocaba una extraña mezcla de tristeza y nostalgia a la entidad corrompida, el hecho de ver a aquella miles de civilizaciones rezando al cielo, esperando un milagro le resultaba muy triste, porque sabia que, sin importar el nombre que le den a sus respectivas figuras religiosas, todos le estaban rezando a el, esperando ser salvados. Pero, si tan solo ellos supieran la verdad, de que el no escuchaba ni una sola de aquellas plegarias, que ninguna de sus suplicas es escuchada.
Porque, Dios no esta interesado en ellos, a Dios no le importan esas razas, sonaba y era cruel, pero era la verdad, Dios tenia un solo objetivo en mente, y no iba a retroceder ni a distraerse hasta lograrlo.
Una meta, impulsada por el amor que siente hacia aquellos que perdió... Por amor...
La entidad creadora finalmente saldría de sus pensamientos, decidiendo que ya habría vagado lo suficiente, era hora de irse a descansar, a hibernar hasta que el momento en que toda la vida en el planeta Tierra desapareciera, cuando el momento de crear el universo de nuevo, llegara.
El ser de bíblicas dimensiones solo caminaría en el oscuro vacío del espacio, como si estuviera caminando sobre un suelo real y firme, a pesar de que no había nada firme en dicho lugar. Mientras este se dirigía a su lugar de descanso, paso por decenas de miles de sistemas solares y galaxias, viendo y deleitándose con todos los astros en el camino, incluso viendo algunas naves espaciales de un par de razas inteligentes.
Pero hubo algo que llamo su atención, fueron unos seres enormes, del tamaño de planetas, seres amorfos y horribles, como el, solo que dichos seres parecían ser masas gigantescas de carne con distintas extremidades por todo su cuerpo, ya sean tentáculos gigantescos, brazos deformes o hasta patas del tipo insectoides. Aquellas abominaciones cósmicas solo vagaban y flotaban por el vacío cósmico. Aunque estos seres podrían parecer dioses para razas inferiores, para Dios no eran mas que otra raza mas del montón, solo que estos eran capaces de engullir planetas enteros gracias a su bestial tamaño.
Lo que atrajo la curiosidad de Dios, fue el hecho de que dichos seres parecían sentirse atraídos por la presencia de la deidad cósmica, al punto en que estos comenzaron a seguirlo, al principio fueron unos pocos, pero rápidamente mas y mas de estas grotescas criaturas fueron apareciendo, hasta que se convirtió en un pequeño ejercito de cientos de estas horribles bestias deformes, todas siguiendo a Dios como si fueran sus fieles seguidores.
Todo un desfile de horribles monstruos deformes deambularían por el oscuro y frio espacio, al ritmo sordo y desesperante de tambores viles y del leve quejido monótono y agonizante de flautas demoniacas, a cuyo horrendo y blasfema melodía danzan los seguidores de Dios, siguiendo al gran creador de toda la existencia cual ovejas siguen a su pastor.
Naruto no supo cuanto tiempo estuvo viajando, siendo seguido por aquellas abominaciones, pero no le importo, solo siguió hasta que finalmente llego al lugar perfecto para su hibernación. En el momento en que este dejo de moverse, los monstruos deformes lo miraron con curiosidad enfermiza, como si estuvieran esperando ansiosos ver que es lo que haría su Dios.
El creador solo se pondría en posición fetal, abrazando sus piernas mientras escondía su rostro entre ellas, quedándose en total y completo silencio, no moviendo ni un solo musculo. Y fue en ese momento, que sucedió, fue demasiado rápido, mucho mas rápido que un simple parpadeo, tanto que ninguno de los monstruos que acompaño a la deidad pudo reaccionar.
Al rededor de Dios, el mismismo espacio se deformo de forma brutal, mientras una fuerza gravitatoria indescriptible se hacia presente, deformando la tela misma de la realidad a su alrededor. Dios fue cubierto por una singularidad, por un agujero negro supe masivo, cuyo tamaño era tal que superaba el tamaño de varias galaxias.
La masiva fuerza gravitatoria se sintió por cientos de millones de años luz a la redonda, al punto en que las mismísimas galaxias cercanas comenzaron a verse afectadas, viajando lentamente hacia el origen de dicha fuerza cósmica.
Pero los que mas se vieron afectados, fueron los propios monstruos que habían seguido a Dios cual si fueran ovejas. Aquellas horrendas y monstruosas abominaciones fueron las primeras en ser afectadas por la masiva e indescriptible fuerza gravitatoria.
Sus enormes y grotescos cuerpos fueron estirados de formas indescriptibles, gracias al vacío del espacio fue que no se pudo oír sonido alguno, ni el de los cuerpos de los seres monstruosos siendo brutalmente despedazados por aquella poderosa fuerza gravitatoria, ni los eufóricos gritos de alegría que estos dieron antes de perecer.
Para aquellas criaturas, el morir a manos de Dios era el mayor placer y honor que podrían sentir en sus retorcidas existencias, para ellos, el morir por la mano de Dios era una muestra de su amor, ya que gracias a aquel gesto, se estaban volviendo uno con el creador, se volvían uno con Dios.
En menos de una milésima de segundos, todos los monstruos habían perecido, dejando aquel que nuevamente reinara el silencio absoluto en aquella sección del cosmos, en donde ahora residía Dios, durmiendo plácidamente en su gran cama cósmica, mientras esperaba el momento adecuado para despertar y seguir con su plan.
Esperando, deseando desesperadamente, que la próxima vez lo logre... Que ellos vuelvan...
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..
...
Las cosas habían estado muy extrañas últimamente en la familia del joven heredero Uchiha, el cambio de personalidad tan abrupto que sufrió el hijo mas joven era algo que termino llamando la atención de todos los que lo conocían, debido a que era bien conocida la actitud seria y algo cortante de Sasuke, por lo que fue una enorme sorpresa ver como aquel joven ahora parecía estar hundido en una profunda depresión. No obstante, quienes mas notaron este cambio fueron la propia familia del peli negro, quienes no podían estar mas confundidos y preocupados ante aquel cambio tan abrupto en la personalidad del miembro mas joven de la familia.
Su hermano mayor intento acercarse a el en varias ocasiones, intentaba hablar con el, preguntarle que era lo que ocurría y si podía hacer algo para ayudarlo. Pero, ninguno de sus intentos funciono, cada vez que este le preguntaba a Sasuke, este simplemente lo ignoraba o evadía la pregunta, mientras sus ojos mostraban un gran miedo, el cual este ni siquiera era capaz de esconder correctamente.
Debido a esto, Itachi se dio cuenta al instante de que algo andaba muy mal con su hermano, algo que lo estaba afectado demasiado, y le dolía ver a su hermano menor en ese estado. Se sentía impotente, se sentía inútil al no poder ayudar a una de las personas mas importantes en su vida.
Así fue, hasta que una idea llego a su mente, cual relámpago alumbrando la oscuridad de la noche. Puede ser que el no pueda ayudar a su hermano, pero sabia dos personas que definitivamente si podían, sus padres.
Aquella conversación fue simple, rápida y directa. Itachi fue directamente con sus padres y les dijo que ellos debían de hablar con Sasuke, que ellos eran las personas mas cercanas para el, así que era mas probable que se abriera con ellos y les confesara lo que estaba pasando y el porque se encontraba en aquel estado de depresión.
La pareja Uchiha no dudo ni por un segundo en aceptar esto, ambos adultos estando igualmente o preocupados por el estado que su hijo menor había presentado los últimos días. Sin embargo, lo que sucedió en ese momento, fue algo que nadie se esperaba.
— Yo hablare con el—
Aquel que había hablado, no era otro que el mismísimo Fugaku Uchiha, el propio padre de Sasuke, aquel que lo comparaba bastante con Itachi, que solía ser frio y severo con su hijo menor, ahora estaba diciendo que seria el quien hablaría con Sasuke para descubrir que era lo que estaba ocurriéndole.
Las palabras del líder del clan no fueron lo que dejo sorprendidos a Itachi y a Mikoto, lo que dejo a ambos sorprendidos fue el brillo de preocupación que había en los ojos del adulto, un brillo de genuina preocupación de un padre por el bienestar de uno de sus hijos, algo que incluso dejo a Itachi sin palabras, ya que ver aquella faceta de su padre era algo extremadamente raro.
Mikoto e Itachi se miraron de reojo ante esto, sus expresiones mostrando ciertas dudas hacia la decisión del patriarca de la familia, pero aun con las aquellas dudas que habían en ambos, estos decidieron dejar que este hablara con Sasuke. De todos modos, no era como si ellos pudieran impedírselo, aunque solo rezaban a que el peli negro mayor no hiciera nada que terminara por empeorar el estado de Sasuke.
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Sasuke Uchiha caminaba sin rumbo fijo por las calles de la aldea, su mirada perdida en el horizonte, apenas si prestando atención a su camino o a las personas que lo veían de reojo con curiosidad por su estado, pero a el ni siquiera le importaba en lo mas mínimo.
Sus ojos vacíos y carentes de toda voluntad de vivir, carentes de toda esperanza, una esperanza que el mismo creador del todo se encargo de destrozar sin ningún tipo de piedad, destrozar hasta la ultima chispa de luz en aquellos ojos ónix hasta arrastrarlo al mismo pozo oscuro y frio de desesperación en el que ese ser estaba.
Lentamente el cielo se fue tiñendo de un bello color anaranjado, mientras el sol se iba ocultando en el cielo, dándole paso a la fría noche, lentamente las estrellas comenzaban a hacerse visibles en el firmamento nocturno, junto a la gran y hermosa luna, la cual alumbraba todo con su luz, cual un faro ilumina la oscuridad.
Aun así, Sasuke no se detuvo, no se preocupo por nada, ni por lo que le dirían sus padres por estar afuera sin avisarle a nadie, ya había hecho antes, y no le importaba... Nada le importaba.
El frio aire de la noche golpeaba sus facciones mientras su cabello se mecía suavemente ante su toque, sus pasos lentos, casi arrastrando sus pies por el suelo. No tenia un rumbo fijo o lugar al que ir, solamente estaba caminando por la aldea sin importarle nada mas, como si se tratara de un alma en pena que vagaba en busca de algo que pudiera darle el descanso que tanto anhelaba. Pero en su caso, no había nada que pudiera brindarle dicho descanso o paz.
Levanto su mirada, sus ojos ónix clavados en el firmamento nocturno, viendo aquellas cientos de estrellas brillando en el cielo, y al verlas, solo podía sentir miedo, miedo por que sabia que él estaba allí, esperando a que el tiempo los consuma a todos para volver a repetir ese infinito ciclo de destrucción y creación, el cual parecía que nunca terminaría.
Sasuke ahogo un sollozo lamentable, sabiendo que no había nada que pudiera hacer, que todo esfuerzo seria en vano por detener a Dios, lo único que quedaba por hacer, era esperar su inminente final.
Ahora, cada vez que escuchaba o veía a alguien rezando, solo podía sentir un profundo sentimiento de lastima por esas personas, totalmente ignorantes de la horrible verdad, una verdad en la que Dios no los ama, no los escucha ni lo hará nunca, porque para el gran creador, no son mas que un numero mas en su larga lista de intentos fallidos, un número que será olvidado y bien este decida borrarlo todo.
No eran especiales... No eran únicos...
Y el tampoco lo era...
Cuando el peli negro pudo finalmente salir de sus pensamientos, este se dio cuenta de que estaba en la cima del monte de los Hokages, no le importaba cuando o como había llegado allí, no era relevante.
Este simplemente se sentó en el suelo rocoso, viendo a la aldea desde aquella altura, teniendo una vista perfecta de todo aquel sitio. Y fue en ese momento, mientras veía las luces iluminando la aldea, que una pregunta se escapo de sus labios.
— ¿Quién soy...?—
Una pregunta que fue como un breve e imperceptible susurro que se perdió en el aire como polvo, mientras el mismo se cuestionaba su propia existencia.
¿De verdad el era Sasuke Uchiha?... No, no lo era... No era mas que una copia del original, un intento fallido mas del montón en la larga lista del creador. Una falla a la cual se le fue daba el nombre y la identidad de aquel amigo y rival que Dios perdió hace mucho tiempo, pero la verdad, era que no era aquel joven Uchiha.
— No soy nadie...—
Aquella era una completa verdad, un hecho horrible que atormentaba la mente del joven. El hecho de que no era nadie, solo era un intento fallido, uno el cual pronto seria borrado por la mano de Dios, no seria recordado, su vida sin valor solo era un número mas del montón.
No supo cuanto tiempo estuvo allí, viendo la aldea iluminada por la luz de la luna y las estrellas. Pero este sintió una presencia acercándose detrás suyo, una la cual este reconoció perfectamente, la cual logro sacarlo de su confusión.
Sasuke vio como su padre se sentaba al lado suyo, mirando en completo silencio la aldea enfrente de ambos. El peli negro se sorprendió un poco de ver a su padre allí, pensó que su madre o su hermano irían a buscarlo, por lo que ver a su padre frio y estricto fue algo que lo tomo con la guardia baja.
— Padre...— Murmuro con voz melancólica el peli negro menor, mirando con tristeza a esa variante de Fugaku Uchiha— ¿Qué haces aquí?—
— Te estaba buscando...Y al parecer tu también estabas buscando algo...— Diría con seriedad el patriarca Uchiha, mientras su mirada seria y firme seguía clavada en la aldea, pero aun así escuchando cada palabra que decía su hijo menor, analizando cada una de ellas.
— La verdad, ni siquiera se que estoy buscando... Ni siquiera se que soy...— Las palabras de Sasuke apenas se escuchaban, siendo apenas mas que un leve susurro cargado de pesar y tristeza, y aun así fue escuchado perfectamente por Fugaku, gracias al silencio de la noche.
— ¿Quién eres?... Muchos se hacen esa pregunta al menos una vez en su vida, pero son pocos los que se atreven a buscarla, la mayoría no hace nada, creyendo que Dios bajara del cielo a darles la respuesta de todo solo por rezar...— Fugaku diría de forma seria y dura, mientras sus ojos mientras la experiencia de un hombre que había visto mucho en su vida.
La sola mención del creador hace que un escalofrió tétrico recorra el cuerpo de Sasuke, el cual aun así escucha atentamente cada palabra de su padre.
— Pero al final, son las propias acciones las que define quien eres, las acciones son las que forjan al hombre...—
— Si, pero mis acciones no importan... Al final, nada de lo que haga importara...— Diría con pesimismo el Uchiha, recordando las millones de veces que sus anteriores variantes intentaron hacerle frente a Dios, solo para terminar fracasando una y otra vez, desde su punto de vista, sus acciones no valían nada.
— ¿Y eso quien lo decide? Muchos dirán que tus acciones fueron en vano o que no cambiaran nada, pero esas mismas acciones tienen el potencial para cambiar la vida de muchos, incluyendo la tuya... Solo tienes que tener el valor para realizarlas y volverlas realidad—
— Pero... Ya lo intente antes... Intente y falle, y muchos pagaron el precio por ello, necesitaban a alguien que fuera capaz de guiarlos, de ayudarlos, de darles... Esperanza— El Uchiha menor expresaría con pesar, recordando con culpa la cantidad incontable de vidas que se perdieron en sus anteriores intentos por derrotar a Dios, personas que lo seguían, ya sea por lealtad o miedo, pero al final todos terminaron pereciendo, y todo por su culpa.
— Entonces conviértete en ese alguien que sea capaz de guiarlos— Dijo Fugaku, haciendo que los ojos de su hijo se ensancharan de golpe.
— ¡¿Que?! No, eso es imposible. No lo entiendes Papá, esto es algo que simplemente no puedo hacer, no puedo ganar— Sasuke apretó los puños con gran fuerza, sintiendo como sus propias uñas de clavaban en su piel, al punto en que había comenzado a sangrar. La impotencia y desesperación que sentía le impedía el creer que podía haber siquiera una pequeña esperanza de vencer a Dios y escapar de aquel bucle infinito.
— Pero, No se trata solo de ti, ¿Cierto?— Pregunto el patriarca Uchiha, logrando que su hijo levante la cabeza confundido, mirándolo directamente, mientras que el seguía viendo a la aldea— Por lo que me dijiste, esto también afecta a muchas mas personas... No es solo por ti, es por ellos—
— Pero... No puedo volver a intentarlo...— Sasuke dijo, negando nuevamente, pero esta vez sus propias palabras vacilando, como si estuviera dudando de aquel hecho, al haber escuchado las palabras de su padre.
— Es que no hay elección, hijo...— Por primera vez desde que comenzó la conversación, Fugaku se volteo, mirando directamente a los ojos a Sasuke, dejando que este viera la expresión seria pero a la vez reconfortante de su padre, una expresión que extrañamente logro darle algo de paz a la atormentada mente del chico— Ningún hombre puede huir de su propia historia...—
Aquellas palabras resonarían como un eco dentro de la mente del joven peli negro, el cual solo mantenía sus ojos abiertos, aun sorprendido por lo dicho por su padre, no creyendo que el fuera capaz de decir algo tan profundo.
— Es hermoso... ¿No lo crees?—
Las palabras de Fugaku hicieron que el chico levantara nuevamente la mirada, viendo aquello que su padre veía, y aquello se trataba de la aldea, en donde aun se podían ver algunas personas caminando por las calles.
Pero, no era la aldea lo que ambos Uchihas estaban viendo, lo que de verdad veían... Eran posibilidades, un mundo entero lleno de infinitas posibilidades, en donde cualquiera podía elegir que ser en la vida, ya sea elegir ser el Shinobi mas fuerte de todos, o un simple civil que disfrutaba de la vida con sus amigos y familia, y eso... Era hermoso.
Aquella revelación golpeo a Sasuke con gran fuerza, sus ojos abiertos de par en par mientras el brillo volvía a ellos.
— Si... Lo es...— Respondió el peli negro, mientras una pequeña sonrisa se hacia presente en sus labios, sus ojos ónix brillando con una nueva luz que ninguna de sus variantes tenia, porque no eran capaces de ver lo mismo que el.
Gracias a las palabras de su padre, ahora podía verlo. Ante cualquier situación, sin importar que tan cruel sea, siempre podemos elegir, podemos elegir mejorar. Somos lo que nosotros elegimos ser y siempre podemos elegir hacer lo que es correcto.
Aquellas supuestas fallas, tenían aquella capacidad, la capacidad de elegir, de mejorar para ser mucho mas de lo que el creador quería, pero el no era capaz de verlo, y en su segada visión de perfección, les estaba quitando su libre albedrio, les quitaba el derecho que tenían a elegir.
Y era por eso, que no podía y no iba a rendirse...
Sus anteriores variantes luchaban por odio, por venganza o por desesperación. Pero el no haría eso, no volvería a cometer ese error que cometieron millones de Sasukes anteriores. El lucharía por ellos, para que todos puedan elegir en que convertirse, ser mas que ello para lo que los creo Dios.
Lucharía para romper aquel bucle de creación y destrucción, y devolverles la capacidad de elegir a todos, para brindarles lo que su padre le había devuelto... Esperanza.
Por que esa era su historia...
— Gracias, Papá— Dijo Sasuke con una sonrisa llena de agradecimiento, volteando a ver a su padre, el cual lo miro y también esbozo una sonrisa al ver una mejora en el estado de su hijo.
El joven peli negro se acerco y le dio un fuerte abrazo a su padre, el cual este correspondió, mirando a su hijo con cariño y orgullo.
Fue en ese momento, en esa misma noche y con la luna como espectadora, donde aquella variante de Sasuke Uchiha había tomado una decisión que cambiaria por completo el destino de su universo.
El joven Uchiha decidiría ir en contra de los mandatos de Dios, no solo por el, sino por todos los demás seres que habitaban en el cosmos. Usaría su libre albedrio para ser mucho mas de lo que el creador esperaría.
Seria mucho mas que solo una variante... Seria el que les devolvería la libertad a todos en aquel universo.
Aun estando en aquel abrazo con su padre, los ojos ahora llenos de esperanza del joven peli negro se fijaron en el cielo nocturno repleto de brillantes estrellas, sabiendo que allí afuera estaba él.
Aquella vista que antes le aterrorizaba ahora solo le recordaba el porque debía de luchar, avivando mucho mas aquella llama de determinación en su interior.
— (Prepárate, Naruto... Por que voy a derrotarte)— Fue el pensamiento de Sasuke, mientras le declaraba la guerra al creador de todo, al que alguna vez había sido el amigo y rival del primer Sasuke.
La guerra contra Dios... Había comenzado.
Fin del Capitulo.
Joder!! Creo que este fue uno de los mejores caps que he escrito! Además de uno de los que mas disfrute y mas esfuerzo le puse. Le puse todo mi empeño a la conversación de Sasuke y Fugaku, tomando como base varias conversaciones y escenas de mis películas favoritas.
Además de hacer un paralelismo entre Sasuke y Naruto. Mientras el primero avanza y tiene esperanza, Naruto se quedó estancado en el pasado y sumergiéndose en la desesperación.
También aprovecho para decirles que este fic esta cerca de terminar, a lo mucho le deben quedar como unos 5 capítulos, sin contar con el epilogo.
Sin mas, espero que les haya gustado este cap y dejen su voto para apoyar a esta historia y sus opiniones en los comentarios.
1-10¿Que les pareció?.
¿Qué les gusto?.
¿Qué no les gusto?.
Sin mas que decir, nos vemos luego.
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