My Strange Addiccion
¡¡FELIZ HALLOWEEN!!
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Acto I: Fiesta de Halloween
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La azabache de ojos onix se vistió de bruja, el rubio de ojos azules se vistió de vampiro y el castaño de ojos verdes...
—¡No me pondré eso y punto!— dijo con notable molestia en su voz.
—Vamos Eren, no seas molesto, todos estarán disfrazados, no es que vayas a ser el raro o algo así— Dijo la de orbes onix.
—De hecho si no te disfrazas... así sí que serás el raro— añadió el rubio.
—¡Que no y punto!— se cruzó de brazos. Amaba los vampiros, brujas, zombies, lo paranormal y Halloween en sí, pero ODIABA tener que disfrazarse de alguna criatura fantástica.
—Eren por favor— dijo la azabache con voz suplicante.
—Ya dije— cerró los ojos.
Ambos delante de él dieron un suspiro y guardaron el traje de mago que tenían para Eren.
—Bueno, vamos— dijo el de orbes azules mientras abría la puerta.
Los tres mejores amigos salieron de la casa y se montaron en el auto de Eren, tardaron al rededor de 40 minutos en llegar hasta la casa de Isabel, ya que por alguna razón la casa estaba realmente alejada de la ciudad, incluso estaba en el medio del bosque. La dueña de la casa era una chica amiga de Armin y Mikasa, era de la escuela, pero como Eren era nuevo no conocía a casi nadie y estos le dijeron que así se podría relacionar con las personas del colegio. Cuando llegaron estacionaron el auto y se pararon frente a la casa. Realmente la decoración era impresionante, aunque las paredes se podían ver que eran viejas. El jardín estaba lleno de calabazas con un rostro tallado en el frente y pequeñas velas que iluminaban su interior, el portal estaba rodeado de personas disfrazadas de todo tipo de criaturas y cosplay de anime. Entraron y apenas Eren puso un pie en las frías tablas de madera del primer escalón para subir al portal, un escalofrío recorrió su espalda, los nervios comenzaron a crecer.
—Eren, ¿Estás bien?— la voz preocupada de Mikasa lo hizo salir de una especie de trance en la que se encontraba, su corazón se había acelerado y su respiración estaba entrecortada.
—¿Eren?— Armin se acercó a él colocando una de sus manos en su hombro.
—A-Armin~— la tes de su rostro se tornó pálida y sus manos frías.
Eren perdió el equilibrio y rápidamente fue atrapado por Armin.
—¡Eren!— exclamó Mikasa corriendo hacia ellos —¿Qué te ocurre?—
—N-no me siento bien...— dijo en susurro el menor de los tres.
—¿Hm?— se escuchó una voz femenina —¡Armin, Mikasa!— dijo una chica de cabellos rojizos y orbes verdes olivo, esta traía un vestido negro bordado con encajes en forma de telarañas y en su rostro había un maquillaje de pequeñas arañitas de igual forma que el vestido—¡Feliz Halloween!— corrió hacia ellos, una vez llegó se sorprendió de ver el estado de Eren —¿Ah? ¿Quién eres tú? ¿Te encuentras bien?— se agachó a la altura del castaño quien sintió náuseas con solo ver a la peliroja —Vaya estás muy mal... ¿Estuvo bebiendo?— preguntó a sus amigos.
—No, acabamos de llegar, nada más entró y se puso así— dijo Armin algo preocupado.
—Tal vez mejor lo llevamos a casa— propuso Mikasa.
—Mmm, no voy a permitir que te vayas así— colocó su mano sobre los cabellos de Eren —Vamos a mi cuarto, aquí hay mucha gente y ruido, quizás eso te mareó un poco— sonrió tiernamente.
Eren asintió y con ayuda de sus dos mejores amigos subieron al segundo piso de la casa, al cuarto de la chica.
Eren se estaba sintiendo realmente mal, aún más con el aroma que había en ese cuarto, no era desagradable, de hecho le gustaba, le ponía la vista borrosa y sudaba frío. Mikasa y Armin bajaron a petición de Isabel, como dijo la chica que se llamaba, ella les dijo que no se preocupasen que Eren estaría bien, que ellos disfrutasen de la fiesta.
—Que extraño, no tienes indicios de fiebre, el termómetro dice que tienes 36°C, sin embargo tu piel está ardiendo— dijo Isabel colocando su mano sobre la frente del castaño —Esperame unos minutos, enseguida vuelvo—
La peliroja se levantó de la cama donde se encontraba Eren acostado y fue hacia el baño de esa misma habitación.
Eren dió un suspiro caliente, sus ojos ardían y creía que se desmayaría en cualquier momento, de alguna forma cuando Isabel se fue se sintió un poco mejor, pero no del todo. Repentinamente se escucharon algunos golpes en el baño, Eren semi abrió sus ojos y observó fijamente hacia la puerta de aquel lugar. Un escalofrío se hizo presente en su cuerpo al escuchar algunos gemidos, parecía como si alguien se estuviese muriendo de dolor. Rápidamente pensó en Isabel, ¿y si se había hecho daño con algo? se estaba preocupando, aún más cuando sintió que la puerta fue golpeada desde dentro, como si la chica intentase salir pero no pudiese. Intentó levantarse pero sus manos y pies se tambaleaban, no podía ponerse de pie. Sus nervios volvieron a aparecer cuando todo se quedó en silencio, no escuchaba ni el ruido de una mosca. Intentó llamar el nombre de la chica pero su voz no salía, su incertidumbre era la máxima que se podía experimentar, entonces de repente un gran suspiro de completo alivio se hizo presente al ver a Isabel totalmente sana de pies a cabeza saliendo con una cálida sonrisa del baño.
—Ya está, mira, traje compresas frías para rebajar tu "fiebre"...— hizo comillas con sus dedos —...ya que no sé si de verdad tienes eso—
Eren cerró sus ojos, estaba ardiendo y tenía sueño.
—Agh...— dió un pequeño respingo al sentir la compresa fría ser colocada sobre su frente —...está muy frío...— él mismo se sorprendió de escuchar su voz, la cual hace algunos segundos era inaudible hasta para él.
—Lo sé, pero así te sentirás mejor, ya verás— sonrió y las mejillas del ojiverde se tornaron levemente rojas.
—...Gracias... ¿Isabel...no?— susurró el de orbes verde esmeralda.
—Sí, no es nada, me agradaste mucho desde que te ví, además no podía dejarte solo en mi fiesta en el estado que te encontrabas...— la chica cambió la compresa.
Al hacer esto se agachó ya que se la había caído, entonces Eren pudo observar claramente que a un lado del cuello de la chica había dos marcas, como si la hubiesen pinchado con dos agujas, pero no era posible ya que eran algo redondeadas, como de unos colmillos.
—¿Estás bien?— la voz suave de Eren hizo estremecer a la peliroja y un leve sonrojo se pudo ver en su rostro.
Eren paseó su mano por el cuello de la chica, entonces su rostro cambió por completo a una expresión de seriedad. Apartó la mano de Eren y tapó su cuello con la suya, se levantó dejando algo confundido al castaño.
—...Lo estoy... ¿Me esperas unos minutos? Necesito decir allá abajo que ya es tarde y debo terminar la fiesta—
—C-claro~— asintió lentamente.
La peliroja salió de allí con una sonrisa y en cuestión de segundos el picaporte de la puerta del baño comenzó a girarse solo. Eren abrió sus ojos más de lo normal al verlo ya que sus movimientos comenzaban a ser más rápidos y ruidosos, el castaño comenzaba a asustarse, realmente parecía como si alguien estuviese encerrado allí, su sueño siempre había sido tener una experiencia paranormal pero en estos momentos no se sentía de humor y realmente se estaba asustando.
Algo nervioso y dudoso se levantó dejando a un lado la compresa fría, caminó a paso lento y callado hacia la puerta del baño, una vez estuvo frente a esta los movimientos pararon en seco. Se escuchaba el "plop" de las gotas caer desde adentro del baño, Eren acercó su mano temblorosa hacia el picaporte de la puerta, su vista comenzaba a tornarse borrosa otra vez, los nervios estaban en su límite, podía ver claramente una sombra por debajo de la rendija de la puerta, como de unos pies. En el instante que iba a abrirla se escuchó la voz de Isabel.
—Eren, ¿Qué haces?—
El mencionado detuvo su acción y observó a la recién llegada, está tenía en su rostro una sonrisa, pero ya no se sentía cálida como antes, sino que parecía llena de nervios y quizás amenazas.
—Y-yo... escuché algunos ruidos aquí dentro y...—
—Ah, no te preocupes, eso debe de ser algún pajarillo que se habrá colado— le restó importancia y se acercó a él castaño. Agarró sus manos y lo guió hacia la cama —Venga debes acostarte y...—
De repente la puerta se abrió de golpe, en ella estaba una rubia de orbes azules y recostada a su brazo se encontraba Mikasa.
—~Er-ren... Va...mo....¡nos!~— la voz de Mikasa estaba notablemente ida, sus mejillas estaban rojas y su boca entreabierta.
—¿Estás ebria?— preguntó Eren con algo de estrés.
—¿~Yo...?— se apuntó a sí misma —...Nah...~— sonrió de oreja a oreja y una gota de sudor corrió por la sien de el castaño.
—Isabel p-perdón por e-esto— Dijo Armin entrando a la habitación con la respiración agitada —...Mikasa está ebr— lo interrumpieron.
—Borracha— dijo la rubia de semblante serio y escalofriante.
—¡Es ebria!— corrigió Armin.
—¿No es lo mismo?— alzó una ceja la ojiazul.
—¡No lo es!— reprochó.
—¿Se van a poner a pelear por una palabra? Si van a hacer eso mejor vayanse de mi habitación, estoy cuidando de Eren— hizo puchero la peliroja.
—Ara~ara~— dijo la rubia con una sonrisa burlona en sus labios —¿Así que ya te conseguiste pareja hermanita?— caminó hacia ella —Pues te aconsejo lo dejes o "él" se enfadará, lo sabes perfectamente— la ojiverde pareció tensarse y Eren la miró confundido, ¿quien era "él"? Pensó que era su padre, pero, según Armin le había platicado en el camino Isabel vivía en la ciudad y esta casa era un herencia de sus padres que habían muerto hace como dos años. La rubia se inclinó hasta quedar frente a frente con el rostro del castaño —Eres muy lindo, ya entiendo por qué te fijaste en él—
Las mejillas de Eren se tornaron rojas, normalmente Isabel se sonrojaría pero no lo hizo, de hecho parecía nerviosa.
—Bueno yo me voy a llevar a Mikasa, debería descansar— añadió Armin agarrando de los hombros a la azabache.
—¿Me van a dejar aquí?— Eren se cruzó de brazos.
—Puedes quedarte si quieres— dijo Isabel algo sonrojada.
Eren la observó y después miró a Armin y Mikasa. El rubio asintió y dijo:
—Si no es molestia... así por lo menos nos quitas a un chico molesto por una noche— sonrió.
—¡Hey!— Eren frunció el seño algo apenado.
—Es la verdad, hablas mucho—
—Pf— se cruzó de brazos.
—No es molestia— interrumpió Isabel —Sería un placer tenerlo de compañía esta noche, tenemos un cuarto demás, puede quedarse allí, además...— posó su mano sobre los cabellos de Eren —...él se siente mal, está débil, yo puedo ayudarlo, así voy practicando para ser doctora— sonrió.
Eren observó sus manos un poco avergonzado, después Armin y Mikasa se fueron.
—No me he presentado— habló la rubia quien colocó su mano frente a Eren —Mi nombre es Annie Leonheart, soy la hermana mayor de Isabel, es un gusto conocerte— la rubia sonrió levemente y Eren también lo hizo, estrecharon sus manos entonces el ojiverde dijo:
—El gusto es mío, soy Eren Jeager— dicho esto las dos hermanas palidecieron con sus ojos abiertos de par en par y la puerta del baño comenzó a azotarce sola.
—¡Salgamos de aquí!— exclamó Isabel notablemente preocupada. Annie agarró la mano de Eren y lo jaló para pararse, este estaba confundido y su vista se volvía borrosa otra vez mientras se dejaba llevar por la rubia, su cuerpo estaba muy débil y sentía que en cualquier momento se desplomaría en el suelo.
—¿A d-donde vamos?— dijo mientras bajaban las escaleras.
—Afuera— respondió Annie con voz fría.
—¿Por q-qué?— se sentía cada vez más mareado.
—Solo vamos— dijo cortante.
Isabel pareció perder el aliento y se detuvo, entonces como Annie venía con velocidad se tropezó con ella y cayeron ambas al suelo. Se sintieron algunos pasos como alguien corriendo en el segundo piso, Annie volvió a agarrar la mano de Eren y salió de allí con él dejando atrás a Isabel.
—Oye Isabel se quedó atrás...— por alguna razón Eren se sintió mucho mejor, sus mareos cesaron y sus ojos ya no ardían, pero repentinamente todo volvió de golpe.
—¡Hey!— exclamó la peliroja saliendo de la casa —¡Me dejaron traidores!— hizo puchero mientras caminaba exageradamente hacia ellos.
—Fuera— dijo Annie apuntando a Eren, este la miró confundido.
—¿Q-qué?— respondió tapando su nariz, volvía a sentir aquel extraño pero agradable olor que había en el cuarto de Isabel, era dulce y extravagante.
—Que te vayas— frunció el seño.
—Oye oye, no se lo digas de ese modo, así parece que lo estás hechando— interrumpió la de orbes olivo.
—¿No es lo que hago?— alzó una ceja.
Isabel dió un suspiro y dijo:
—Eren, no te lo tomes como algo personal pero necesitamos que te vayas... más bien... necesitas— aclaró —Es por tu propia seguridad, por favor, debes irte—
Eren estaba avergonzado y mareado, el olor tan extraño que sentía se hacía cada vez más intenso. De repente observó a su lado y estaba la carretera la cual era cubierta por ambos lados de bosque, fijo su vista a la oscuridad y parecían formarse formas extrañas, además de que le causaban escalofríos dos puntos fijos en el medio de algunos árboles, tenían un color carmesí, como el de la sangre, "él" lo observaba, admirando cada detalle de su cuerpo.
—Y-yo...— volvió su vista a Isabel.
—Siento mucho esto, sinceramente estoy muy avergonzada contigo, es tarde y hace frío, te prestaría mi auto pero no está en condiciones de usarse... y al parecer no hay cobertura para hacer llamadas...— dijo alzando su teléfono al aire.
—Que no se te olvide, hay límite de tiempo, de hecho es extraño que ya no esté aquí— agregó Annie frunciendo el seño.
—Lo sé, lo sé, no me presiones, no sé que hacer, no podemos dejarlo y ya— se justificó.
—Tarde—
Las palabras y la mirada sin vida de Annie estremecieron por completo a Eren quien se había abrazado a sí mismo por el frío. Repentinamente se quedó petrificado y sin palabras al ver dos manos pálidas y huesudas frente a su rostro provenientes de detrás de él, pensó en darse la vuelta pero era demasiado el miedo y además por alguna razón su cuerpo no reaccionaba. El viento aumentó seguido del frío y los nervios, aquellas ajenas manos se deslizaron hacia su cuello, comenzaban a apretarlo un poco, y también sentía algo como garras rallando su morena piel. Los rostros de Isabel y Annie eran de absoluto terror, entonces de la nada todo se volvió negro.
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Acto II: Cristales quebrados
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Los párpados del castaño comenzaron a abrirse pesadamente, no veía casi nada, pero claramente sabía que estaba en una cama, se sentó exaltado y observó cada detalle a su alrededor. Todo era distinto pero pudo darse cuenta que estaba otra vez en el cuarto de Isabel, ahora las sábanas de la cama y las cortinas eran negras, las ventanas y paredes sin las decoraciones se veían realmente antiguas y escalofriantes.
—¿Q-qué...?— su voz dió retumbos en todo el lugar que guardaba silencio, haciendo eco en las paredes de la fría y hueca habitación. ¿Qué había pasado? Realmente estaba confundido.
Giró su vista hacia la ventana, sus ojos parecieron abrirse más de lo normal, había un extraño paisaje tétrico, los árboles no tenían ni una sola hoja y formaban figuras tenebrosas, el agua del lago ya no era como cuando él llegó, sino que ahora estaba de un color cristalino, reflejando el cielo y la luna, la cual se había tornado de un rojo carmesí. Bajó un poco más su vista topándose con lo que parecía ser un cementerio, había tumbas por todos lados, tal vez quiso contarlas pero sabía que tardaría mucho, eran demasiadas. Una extraña niebla cubría la parte baja, era tan espesa que no podía verse a través de ella. Pero además de todo esto, lo que más llamó su atención fue la silueta negra de un hombre agachado frente a una de las tumbas, no se veía bien por la blancura de aquella niebla pero pudo ver qué tenía el cabello negro, ¿Quien es ese? Se preguntó a si mismo. Iba a acercarse un poco para ver más pero hizo traquear la vieja madera de el bordillo de la ventana y de la nada aquella "persona", si así se pudiese llamar, desapareció rápidamente haciendo que sus nervios volviese a tensarse.
Se levantó dudoso de la cama, la madera bajo sus pies crujía con cada paso que daba. Miró hacia la puerta del baño y estaba abierta, pero no se veía nada ya que la luz estaba apagada, algo que lo ponía nervioso. Agarró el picaporte de la puerta de la habitación y lo volteó lentamente haciéndolo dar un pequeño chillido agudo. La puerta comenzó a abrirse y dejó camino libre hacia el corredor. Sus pies dezcalsos caminaban temerosos hacia las escaleras, miraba toda la casa con completa confusión, desde el punto de vista de cualquier persona parecían las paredes de una casa de las épocas antiguas. Su vista se posó algo asustada en la ventana, le pareció ver desde su visión periférica algo moverse rápidamente por allí. Algo exaltado comenzó a bajar las escaleras casi corriendo, pero justo en el primer escalón se tropesó con la alfombra roja bajo sus pies y cayó frente a un gran espejo alargado hacia arriba, prácticamente era de su tamaño. El "crack" del cristal del espejo al ser quebrado hizo que Eren lo observase.
—¡Agh!— se quejó al sentir un punzante dolor en su cabeza, se había dado un fuerte golpe con el espejo. Miró hacia este y pudo ver el reflejo de un líquido rojo vino en el suelo, observó este en busca del líquido y escurría desde el cristal frente a él.
Su mano se acercó para ver qué era, estaba mareado, tanto que no se daba cuenta que era sangre que provenía de su frente. Al hacer contacto con aquel fluido sintió un fuerte viento detrás de él haciendo que parase sus acciones en seco. Temeroso su vista se levantó lentamente hacia el espejo para ver qué había sido eso, entonces fue cuando se dió cuenta que tal vez hubiese agradecido que el espejo no hubiese estado allí. En el cristal agrietado se podía ver su rostro con algunas gotas de sangre desde su frente hasta su mejilla, pero a eso no le prestó atención, solo se fijaba en aquel reflejo deforme por las roturas, perecia el rostro de alguien, una "persona" de cabellos negros y orbes carmesí, estaba justo detrás de él, observando directo a la sangre de su frente.
Quería gritar pero las palabras no salían de su boca, el extraño olor del cuarto de Isabel volvía a ser captado por su sentido del olfato. Podía percibir la respiración del contrario en su nuca erizando su piel. Las manos de aquel ser salieron a la luz, mostrando unas afiladas garras de un color oscuro que a vista de Eren eran deformes. Se delizaron hacia el cuello del castaño quien estaba petrificado, con los pelos de punta y la velocidad de su respiración y los latidos de su corazón al máximo. El frío de la piel pálida del otro lo estremeció por completo, fue cuando esa criatura abrió su boca y unos afilados y grandes colmillos salieron a la luz, eran relucientes, tanto que cualquiera diría que se podía reflejar lo que fuera en ellos. Aquellos caninos se acercaban cada vez más a la piel tierna y joven del castaño, y de repente un grito de dolor se hizo presente.
—¡¡Aaagh!!— gritó Eren al sentir aquellos colmillos clavarse en su piel, se adentraban cada vez más, hasta quedar al ras de la encía de aquel extraño ser —¡¡N-no!!— llevó su mano hacia la del otro que se había posado a un lado de su cuello —¡B-bas...ta...!— su voz fue bajando de tono y sus mejillas se enrojecieron notablemente. La fuerza de sus manos se esfumó al igual que la de todo su cuerpo. Entre abrió su boca mientras comenzaba a hiperventilar jadeando —¿P-por... qué?...— Eren comenzaba a sentir una sensación muy similar a la exitación, digo similar ya que es imposible que te exites con unos colmillos clavándose en tu piel... ¿o si?...
¿Por qué me gusta? Se preguntaba a sí mismo. La piel de sus labios comenzó a palidecer al igual que la de su rostro, aquel ser estaba quitándole mucha sangre.
Antes de que Eren comenzase a marearse por la falta de sangre, aquella criatura comenzó a sacar sus colmillos dejando un hilo de sangre mezclado con saliva separando su reluciente dentadura de aquella piel. Eren estaba demasiado exitado quien sabe por qué, su vista estaba nublada pero pudo ver perfectamente en el espejo como el azabache relamía sus colmillos saboreando el sabor del ojiverde.
—M-más...— susurró el castaño observando al suelo con las mejillas rojas, el de orbes carmesí sonrió maliciosamente y volvió a clavar sus colmillos en el cuello de Eren —¡Ggh...!— cerró sus ojos con fuerza, su piel se estremecía y temblaba, por alguna razón le dolía pero casi no lo percibía, solo sentía el placer ante aquella mordida, su entrepierna palpitaba y su respiración estaba entrecortada.
El azabache volvió a sacar sus colmillos, no podía dejar que se desmayara, no por ahora. Las manos más pálidas se dirigieron al cuello del menor rasguñando su piel con sus garras. Eren no aguantó más y se dió la vuelta observando a detalle aquel bello y atractivo rostro delante de él, los afilados orbes rojos como la sangre llamaban mucho su atención, incluso se detuvo a observarlos un poco; luego miró hacia los labios pálidos más abajo de aquella respingada nariz, de ellos sobresalían dos colmillos, entonces fue cuando sus ganas y deseo volvieron obligándolo a decir:
—M-más...— sus labios babeaban mientras sus ojos ardían y sus mejillas se tornaban cada vez más rojas. El contrario no respondía, solo lo observaba fijamente. Entonces Eren agarró el pañuelo que sobresalía del cuello del azabache y lo jaló solo un poco acercando su cuello a la boca del mayor —M-más...— susurró otra vez.
El pelinegro deseaba volver a disfrutar de él pero sería imposible, eso le haría daño a Eren. Se levantó y observó al castaño en el suelo pidiendo más, su mirada fría se posó en la ventana cerca de ellos la cual se había abierto por un fuerte viento. Caminó hasta ella y la cerró mientras Eren intentaba acercarse a él pero su cuerpo no respondía.
—P-por... f-favor..— clavó sus uñas en el suelo sintiendo pequeños espasmos.
Aquella "persona" desapareció de la nada, entonces Eren se recostó en la pared aún tumbado en el suelo.
—Q-quiero... m-más...— susurró antes de cerrar sus ojos y quedar dormido en una especie de trance, a pesar de que no había sido tanta, perdió sangre y eso lo había estremecido un poco.
(...)
—Que ser tan interesante— al escuchar aquella desconocida voz Eren abrió sus ojos de golpe retrocediendo un poco, encontrándose con el rostro de aquella criatura de antes.
—¿Q-quién eres?— preguntó algo asustado, estaba en la cama de nuevo.
—Si que eres insistente mocoso— la voz era aterciopelada pero a la vez fría y retumbante.
Eren recordó de golpe lo que había ocurrido, entonces algo preocupado colocó su mano sobre su propio cuello intentando buscar alguna herida. Dió un pequeño respingo al sentir la mano del contrario sobre la suya, lo observó temeroso y el azabache bajó la mano de Eren.
—Ya se te ha sanado— dijo a la vez que lamía el cuello del chico quien cerraba sus ojos con fuerza.
—¡Aléjese!— sus mejillas se sonrojaron mientras empujaba al azabache hacia atrás.
—Tch, no grites mocoso— frunció el entrecejo.
—L-lo siento— tapó su boca —¿Qué pasó? ¿Quién es usted? ¿Qué hago aquí?— preguntó confundido.
—No preguntes tanto, es irritante— dió un suspiro —Soy Levi... Levi Ackerman—
—¿Levi...?—
El azabache asintió entonces Eren sonrió y dijo:
—Soy Eren Jeager, un gusto conocerlo Levi-san— extendió su mano hacia delante, Levi estaba a punto de decir algo cuando Eren se le acercó algo emocionado —¡Sus ojos son muy lindos!— exclamó pero luego se echó para atrás ruborizado —E-es decir... y-yo...— de repente su expresión se tornó algo asustada —¿Sus ojos no eran rojizos...? ¿Por qué ahora son azulados...?—
Una risita se hizo presente y Eren lo vió con nervios.
—Solo se ponen así cuando tengo hambre— una risa con maldad se dibujó en sus labios, luego los entre abrió y pasó su lengua por el filo de su colmillo derecho —¿Quieres ver?— su mano se deslizó por el muslo de Eren quien negó varias veces con los pelos de punta.
—¿Dónde están... Isabel y Annie?— su pregunta hizo que el rostro de Levi se pusiese serio y se levantaste de allí —¿Levi-san?— dijo Eren algo confundido de su comportamiento, el azabache se dirigió a la puerta y salió de allí —¡Oiga, espere!— se levantó también siguiéndolo.
Caminó hacia el corredor divisando la figura de Levi bajando las escaleras.
—¡Levi-san!— corrió detrás de él —O-oiga...— llamó otra vez pero no tuvo efecto así que desidió solo seguirlo.
Levi agarró el picaporte de la puerta para salir y eso hizo, Eren estaba a punto de poner un pie fuera de la casa y fue entonces cuando Levi se desplazó con una velocidad sobrehumana hasta quedar frente a frente con él. El castaño podía sentir la respiración del otro en su rostro, entonces los labios pálidos se abrieron para pronunciar solo dos palabras.
—No salgas— desapareció con aquella velocidad que los ojos humanos no eran capaces de seguir y las puertas se cerraron de golpe haciendo que Eren tuviese que correrse un poco hacia atrás para no ser golpeado.
—¿Qué...?— trató de analizar las cosas "¿Acaso estoy aquí encerrado?" Esa era su mayor preocupación... o solo una de ellas.
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Acto III: Rayos de sol
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Eren se encontraba en la habitación de Isabel, sobre la cama, escondiendo su rostro entre sus rodillas, con unas ojeras más grandes que su cabeza, no había dormido nada. Miles voces, golpes, pasos, susurros, se escuchaban de todas las direcciones. Muchas preocupaciones pasaban por su cabeza en ese momento "¿Qué pasó con Isabel y Annie? ¿Quién o más bien, qué es Levi? ¿Por qué dice que no salga? ¿Estaré aquí encerrado? El me da miedo, cuando miro sus ojos parece como si quisiese tragarme, es escalofriante" Pensó para si mismo, estaba ansioso, se mordía las uñas pero no sacaba su rostro de sus piernas, de alguna forma lo hacía sentir protegido. Quería levantarse pero algo en él no lo dejaba, quería observar qué había afuera pero le asustaba aquel paisaje tétrico. De repente sus pensamientos fueron interrumpidos por un rayo de sol en su mejilla derecha, algo dudoso levantó solo un poco su rostro y observó que estaba amaneciendo. Tragó en seco y pensó: "En algún momento tendré que levantarme ¿no?" Desconfiado se levantó y cerró sus ojos, temía ver otra vez aquel paisaje. Lentamente sus párpados se separaron y sus orbes esmeralda brillaron por la luz del sol que se reflejaba en ellos, sus ojos estaban fascinados ante la vista, el jardín era completamente hermoso, ya no había niebla, todo se veía claro, ya los árboles eran frondosos con un verde intenso, el césped no parecía seco sino que ahora estaba bastante crecido y juraba que le daría por las rodillas, había muchas flores adornando el lugar, rosas rojas, lirias, amapolas, margaritas, petunias, laureles, jazmines... pero solo una especie de ellas llamó más su atención, aquellas rosas negras apartadas un tanto de las demás, estaban al pie de un hermoso árbol de cerezo que parecía estar en pleno florecimiento. Observaba todo confundido, era imposible que ese paisaje se puede así de la noche a la mañana, aunque cuando el llegó aquí estaba en este estado.
Sus nervios volvieron cuando los ruidos pararon, pero se escucharon ruidos cerca de su habitación, provenían de abajo y se escuchaban casi imperceptibles, pero él los escuchaba. Le resultó extraño sentir de la nada algo de tristeza y furia mezclados a la vez, esos sentimientos no eran suyos, pero ¿Cómo iba a saberlo? negó varias veces y miró hacia la puerta de la habitación, la cual estaba completamente iluminada, algo que agradecía.
A paso no muy firme abrió la puerta y asomó su cabeza por el bordillo de esta, mirando hasta al final del pasillo, entonces un escalofrío recorrió toda su espina dorsal. Allí se podía ver una extraña figura, parecía la silueta de una persona pero no provenía de una, la sombra se movía de un lado a otro haciendo gruñidos, no estaba en la pared y fue entonces cuando algo hizo clic en la cabeza del castaño y se dijo "Esa no es cualquier sombra... las sombras no son así" Aquella figura estaba de espaldas a Eren, pero de la nada comenzó a curvarse de forma sobrehumana y su vista se posó sobre el chico, el cual no veía ninguna señal de que esa cosa tuviese un rostro, pero fácilmente sentía como su mirada lo atravesaba, de tal forma que parecía que agujas se clavaban en su cuerpo.
De forma instintiva entró a la habitación evitando ver a esa criatura, su pecho subía y bajaba desesperadamente. Unos exagerados pasos se escuchaban que venían en su dirección, su corazón aumentó el ritmo y su respiración igual. Los objetos que habían en la habitación comenzaron a levitar, algunos se estrellaban fuertemente contra las paredes y otros simplemente flotaban, el pequeño escritorio salió volando y cayó justo a su lado, las ventanas se abrían y cerraban solas haciendo ruidos estremecedores. Eren comenzó a soyozar, realmente sentía miedo, no sabía que hacer, aún lo afectaba la muerte de sus padres hace dos semanas y eso hacia que su llanto incrementara, se preguntaba a si mismo "Mamá ¿Dónde estás? Ayúdame" Las lágrimas de su rostro lo decían todo, estaba confundido y aturdido, sentía presencias a su alrededor como si lo vigilaran, era realmente irritante. Con sus manos en su boca para que su llanto no se escuchase deslizó su espalda por la puerta hacia abajo, cayendo sentado en el suelo, tenía miedo, estaba aterrado. Los pasos se detuvieron en la puerta, Eren estaba petrificado, esperando que en cualquier momento esa cosa entrase y le hiciera quien sabe Dios qué cosa. Miraba al suelo con los ojos más abiertos de lo normal y contenía su respiración. De repente sintió una mountruosa furia que se acumulaba en su interior, era enorme, tanto que lo hacía gruñir de vez en cuando y su entrecejo fruncido era exagerado, pero ni él mismo sabía por qué hacía eso o se sentía así, ese sentimiento no lo estaba sintiendo él, su cuerpo lo hacía solo, sin su consentimiento.
Pasaron dos minutos y se estaba poniendo ansioso, la incertidumbre lo carcomía por dentro. Algo temeroso observó por debajo de la rendija de la puerta, no había nada, solo era el corredor vacío, ninguna señal de que algo fuera de lo normal hubiese estado allí.
Tomó una gran bocanada de aire dando un suspiro estresado, su frente y manos estaban sudadas, y cada cierto tiempo sentía escalofríos. Pensó "¿Debería buscar a Levi-san?" Tal vez era un error pero tal vez no... Estaba dudoso pero no podía solo quedarse a que pasase todo a su alrededor sin él hacer nada. Se levantó mientras que sus piernas temblaban levemente y tragaba fuerte. Puso su mano sobre el picaporte de la puerta de madera oscura y cerró sus ojos con fuerza preparándose mentalmente, lo abrió haciéndolo rechinar, un escalofrío se coló en su cuerpo seguido de un erizamiento de piel, hacía frío. Escuchó algunos movimiento en la planta baja y se sintió nervioso. A paso lento se dirigió hacia las escaleras, la madera crujía bajo sus pies descalzos que captaban fácilmente el frío del suelo. Volvió a captar algunos ruidos, esta vez pudo identificar de dónde venían y eran nada más y nada menos que de dentro del sótano. Si vista se fijó en la puerta principal, quería irse ya de allí, eso era lógico, pero algo le decía que debía entrar al sótano. Se decidió y se acercó a la puerta de este, dudó al colocar su mano sobre la manilla color negro algo desgastada por el tiempo. La abrió sintiendo un espasmo en su cuerpo, estaba helado. Los rayos de sol se colaron en el oscuro y frío sótano que estaba en penumbras, se escuchaba como caían algunas gotas de agua desde el fondo. Sus nervios se tensaron al ver aquella figura temblorosa que yacía en una sombría esquina, apenas alumbrada por la tenue luz que se colaba por la puerta, de hecho, no llegaba a tocarlo. Él también lo veía, con pánico y miedo, emanando un aura de angustia que hacía que el sótano pareciese más frío de lo que ya era. Sus orbes verdes chocaron con las azules grisáceas que lo veían desde el otro lado con molestia y a la vez temor.
—¿L-levi-san?— pronunció con voz temblorosa —¿S-se encuentra b-bien?— inconscientemente abrió un poco más la puerta para ver mejor y casi de inmediato el azabache recogió sus piernas más de lo que ya las tenía.
Eren lo vió confundido y Levi desvió la mirada hacia sus propios pies, parecía estar nervioso y tener miedo, eso confundía aún más a Eren, hace no mucho el azabache despredía un aura amenazante pero ahora no, ahora parecía un animalito inofensivo necesitado de ayuda.
—Déjame— susurró el de orbes grises mientras rasguñaba el suelo con sus uñas y sus manos temblaban.
—Y-yo...— Eren no sabía que decir ni hacer, por alguna razón sentía lástima y no miedo como antes, quería ayudar y decirle que todo está bien aunque no entendiese lo que estuviese pasado, así era él.
Dió un paso al frente sin hacer ruido pero seguido de esto Levi se removió en su lugar.
—¿Q-qué le pasa?— dijo tímido.
—V-vete de aquí, q-que no me toque— susurró como respuesta.
Eren no sabía a lo que se refería, sentía miedo al seguir allí molestándolo ya que ya eran dos veces que le pedía que se fuese.
—¿Q-qué es lo que no quiere que lo t-toque?— Eren abrió más la puerta y la luz alcanzó la punta de los dedos de los pies de Levi y se escuchó un "Chh" de su piel soltando un pequeño rastro de humo, se estaba quemando.
—¡¡Ngh!!— gimió de dolor el más pálido.
—¡Ah! ¡L-lo siento mucho!— cerró un poco la puerta y la luz se alejó de aquella criatura frente a él.
Levi parecía soyozar por lo bajo y sus ojos estaban llorosos, Eren por lo menos había captado algo, la luz lo dañaba, eso estaba claro y le daba más motivos para pensar que Levi era un vampiro, no quería creerlo pero todo parecía indicar eso, sus ojos se tornaban color carmín cuando tenía hambre, sus colmillos eran más grandes de lo normal, la luz le hacía daño y ni hablar de las mordidas que había hecho en su cuello la noche anterior, eso seguía pendiente, debían de explicarle por qué rayos en ese momento quería que los siguiensen mordiendo.
El castaño se acercó al azabache quien intentaba no temblar mientras sobaba la parte de afuera de la quemadura de su pie. Eren se agachó con un poco de miedo a su altura y colocó su mano sobre la suya sobresaltando al azabache.
—¿Le duele?— dijo con voz amable haciendo eco en aquel lugar.
Los ojos de Levi observaron a los de Eren fijamente y se tornaron color sangre. Eren dió un pequeño respingo al ver aquella mirada sobre él, sabía que ese color de ojos no significaba nada bueno.
—L-levi-san...— tartamudeó al sentir como el azabache comenzaba a acercarse a su cuello. Enseguida se acordó de que hace menos de tres semanas, justo cuando entró a la nueva escuela, Isabel estaba conversando con Armin acerca de qué harían para Halloween, desviaron el tema hacia la existencia de los vampiros y la peliroja pareció tensarse, pero aún así hablaba cómodamente de el tema, Eren estaba estudiando con Mikasa así que no les prestaba mucha atención, solo una de las frases de Isabel se grabó en su memoria "Si los vampiros están heridos, beben de la sangre de los humanos para regenerarse" La chica lo dijo como un dato curioso y Armin rió, al igual que Eren y Mikasa, pero en este momento lo estaba tomando en cuenta, tal vez Levi quería regenerarse y así no sentir más el punzante ardor de su quemadura.
El castaño, que se había echado para atrás se acercó voluntariamente a Levi entregándole en bandeja de plata su sangre, tal vez si eso era cierto él se regeneraría y podría ayudarlo, siempre fue así de solidario y considerado con las personas. El azabache se echó para atrás dejando confundido a Eren, la mirada de Levi estaba acompañado de una de sus finas cejas más alta que la otra, entonces dijo:
—¿Por qué no pones resistencia?—
—Y-yo...— tragó con dificultad —Así p-podrá curar s-su herida ¿n-no?— desvió la mirada.
—¿Cómo lo sabes?—
—Lo escuché de alguien...— respondió volviendo a mirarlo —Entonces...— acercó su cuello a la boca de Levi mientras apartaba su camisa de este —...m-muérdame— sus mejillas estaban rojas a causa de que podía oler el aroma dulce de Levi, era agradablemente suave.
—¿Por qué lo haces?— cuestionó mirando a su cuello.
—S-solo hágalo— su voz era casi en susurro, pero era fácilmente captada por el pelinegro quien tragó saliva y se acercó a la piel de Eren hundiendo sus colmillos en ella.
—¡¡Ngh!!— se tapó la boca con su propia mano, comenzaba a sentir un cosquilleo en su abdomen bajo y su entrepierna comenzó a palpitar como mismo había hecho la última vez que fue mordido por ese ser —Mgh..— sus uñas aprisionaron el suéter de Levi en la parte del pecho.
—Sabes muy bien— dijo el vampiro mientras sacaba sus afilados colmillos del cuerpo del menor, quien comenzaba a sentirse caliente.
—¿P-por qué... s-se siente... a-así...?— preguntó entre jadeos mientras observaba al suelo con cansancio.
—Te lo esplicaría pero ahora me duele la cabeza— observó como la quemadura ya no se veía, había sanado —Puedes irte— volvió a esconder su rostro entre sus rodillas mientras que Eren agarró el brazo de Levi y lo apretó no muy fuerte sintiendo espasmos.
—Ngh...— la calentura de su cuerpo comenzó a bajar pero aún así estaba ruborizado y tenía la boca entreabierta. Su mano se deslizó hacia su cuello en busca de la marca de la mordida, las yemas de sus dedos rápidamente captaron las endiduras y dió un suspiro algo cansado.
—Se sanarán en algunos minutos...— susurró Levi observándolo por la rendija que se formaba entre sus brazos y rodillas.
—¿Se siente mejor?— lo observó sonriendo levemente mientras que Levi lo vió con molestia.
—Tch, ya lárgate de aquí— su entrecejo se fruncía al igual que sus labios, Eren suspiró desanimado y se fue.
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Acto IV: Voces
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Ahora Eren estaba sentado en el sofá de la casa, era negro con detalles violetas. El chico comía sin muchas ganas una manzana madura, se escuchaba el "crack" de la fruta al ser mordida por sus dientes, miraba todo a su alrededor, de vez en cuando escuchaba algunos objetos moverse en el piso superior, lo ponía ansioso, pero ahora, todos se preguntarán... "¿Por qué no te has ido de ahí?" Pues ya había intentado escapar más de dos veces y cuando estaba a punto de poner un pie fuera de la casa se incrementaban los ruidos en el segundo piso y una extraña molestia se acumulan en su ser, sentía miedo de que pasara algo si él salía, así que prefería quedarse dentro. Cualquiera ya hubiese escapado, pero por alguna razón a él le preocupaba Levi, miraba de vez en cuando a la puerta del sótano y sentía ruidos dentro, "seguramente está triste" pensaba mientras seguía comiendo. La manzana se terminó y Eren dió un suspiro, volvía a sentir aquellas miradas sobre el que le ponían los bellos de su cuerpo alertas. El castaño volteó a mirar el sótano al sentir otra vez movimientos en él, sentía dudas de si entrar o no.
"Ve a verlo"
Se escuchó una voz femenina, Eren dió un pequeño respingo al escucharla, pero por alguna razón no sentía miedo. La voz le resultaba familiar, pero no sabía de quién era.
"Eso quizás lo ponga feliz, tal vez se siente solo"
Ahora la voz era distinta pero seguía siendo femenina, volteaba en todas las direcciones buscándola, pero la voz parecía venir de todos los lugares de aquella mansión.
—¿Q-quién es..?— preguntó temeroso.
"Vamos, ve y habla con él"
Otra vez cambió, intentó reconocerla pero le era imposible, se escuchaba algo ida y cansada.
Pasaron unos cuantos minutos y la voz no volvió a hablar, entonces Eren pensó en lo que dijo ¿Acaso le pedía que fuese a ver a Levi? ¿De quién era esa voz? Dió un suspiro algo cansado, dudó pero se levantó y se paró frente a la puerta del sótano.
—¿L-levi-san...?— dijo mientras daba tres pequeños golpes en la puerta —¿P-puedo pasar?—
—Tch ¿Qué quieres?—
—Y-yo... q-quisiera hablar con u-usted— dijo algo nervioso, bueno, la verdad estaba temblando.
Hubo unos segundos en silencio y después volvió a hablar.
—Pasa—
Eren dió un suspiro y abrió la puerta no mucho para evitar que la luz tocase a Levi. Sus ojos rápidamente dieron con el cuerpo de Levi que seguía en el mismo lugar que lo había dejado, en una esquina, sin mover siquiera un dedo, aunque se veía a kilómetros que estaba temblando, Eren también pero no tanto ya que tenía un abrigo un poco grueso, realmente ese sótano estaba frío.
—¿Ya te estuvieron molestando?— su voz fue acompañada de muchas risas que estremecieron y paralizaron a Eren, toda la habitación estaba inundada de susurros y risas burlonas, como si estuviesen riéndose de ellos.
Las voces se hacían cada vez más fuertes, todas parecían ir directo a los oídos de Eren quien cerró sus ojos con fuerza y con sus dos manos que comenzaban a dudar frío tapó sus oídos.
—¡B-bas...ta!— dijo el castaño quien apegó su espalda a la pared, esas voces lo estaban asustando demasiado y hacían que su cabeza comenzase a palpitar brutalmente —¡¡N-no!!— de repente sintió algo como fuego quemando su pecho, sentía agujas clavándose en él, el ardor y dolor eran insoportables y comenzaba a faltarle el aire. Cayó de rodillas al suelo totalmente inmóvil, el oxígeno se hacía ausente en su cerebro y estaba a punto de desmayarse cuando...
—¡Silencio!—
Aquella voz llena de molestia y odio hizo callar a toda voz en aquel lugar aparentemente solo. Eren respiraba exageradamente con las manos en su pecho, estaba temblando lleno de miedo. Algunas risitas se escuchaban en susurro, entonces Levi se levantó y gran velocidad se paró delante de Eren el cual yacía sin aliento en el suelo.
—Tch— se agachó a su altura —¿Estás bien?— su pregunta por alguna razón emocionó un poco a Eren, después de todo era un chico el cuál amaba las historias de cosas sobrenaturales, entonces si ahora las tenía en frente llamaba mucho su atención, lo veía con fascinación aunque lo atemorizaba un poco.
—Eso creo— sonrió tiernamente con las mejillas ligeramente rojas. Levi lo vió con una ceja alzada y una expresión de confusión en su rostro —¿Qué era eso?— dijo esta vez algo más tenso e intentando ponerse de pie.
—Solo no les prestes mucha atención, se enfadan mucho— respondió con la mirada fría, fija en el rostro del menor.
—¿Pero qué es?— insistió, le ponía nervioso no saber que eran esas voces y mucho más si le intentaban hacer daño.
—Tch, eres muy molesto ¿sabes?— estimuló su entrecejo buscando relajarse —En fin, ¿a qué venías?—
—B-bueno...— las mejillas de Eren se ruborizaron — q-quería hablar c-con usted... s-supongo...— desvió la mirada.
—¿Hablar conmigo?— lo miró indiferente —De verdad que eres un mocoso... te pareces a "ella"— susurró
—¿Eh?—
—Que eres estúpido, ¿por qué no has escapado? ¿No me tienes miedo? ¡Puedo matarte ahora mismo!— exclamó mientras de un momento a otro sus ojos ya eran rojo vivo, brillaban como dos rubíes ya que estaba todo escuro, Eren se echó para atrás con una expresión de espanto, la cara de Levi era terrorífica, sus colmillos sobresalían de su boca notablemente y tenía el seño fruncido. De la nada Eren volvió a sentir aquellos sentimientos de los cuales él no era el dueño, sentía rabia y furia. Esto era demasiado para él, con solo mirar a Levi sentía arcadas, sus ojos se tornaron llorosos a medida que Levi se le acercaba, las voces volvieron y ahora parecían como palmear las paredes y hacían ruido, como insitando a Levi a continuar, como cuando animas una pelea. El menor cerró sus párpados con fuerza y algunas lágrimas se deslizaron por sus mejillas, no decía nada, estaba aterrado, sus manos se aferraban a su propio pecho levantando un poco su ropa e intentar cubrir su cara, no quería ver nada, quería despertar y que esto hubiese sido un sueño, una pesadilla.
Los ojos de Levi parecieron expresar lástima de un momento a otro, entonces se tornaron azulados otra vez mientras Eren temblaba sin verlo. El seño fruncido en el azabache volvió y gruñó con fuerza espantando aún más al castaño. Levi se alejó de Eren y comenzó a rasguñar las paredes con sus garras a toda velocidad, el chico intentó verlo pero era imposible, no podía seguirlo con la vista, aunque ahora mismo eso no le importaba, solo quería escapar y eso hizo. Salió de la habitación desesperado, miró hacia la puerta principal y esta se azotaba sola causando mucho alboroto, las ventanas hacían lo mismo, entonces sin más opción corrió escaleras arriba y se encerró en la habitación de Isabel, que por cierto, ¿Dónde demonios estaba ella?
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Acto V: Isabel
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Un segundo, un minuto, una hora, un día pasaron mientras Eren se dedicaba a dar vueltas por aquella aparentemente solitaria habitación. Desde que comenzó a oscurecer los susurros, golpes y ruidos se hacían más fuertes y notorios. Estaba dudando, pero veía como el sol comenzaba a ponerse y pensaba "¿Debería intentar irme antes de que anochesca?" Realmente le aterraba la idea de que pasase algo en la noche, algo relacionado con aquellos extraños comportamientos en la casa, cosas que levitaban, se tiraban de un lado a otro, etc... Se ponía a temblar con solo pensar en aquel extraño ser en la primera planta, aquel que hacía unas horas lo había dejado completamente pálido y estático, con solo ganas de salir corriendo y escapar.
Por fin terminó de oscurecer y todo quedó en penumbras, se escuchaba el viento chocar contra la pared exterior y las cortinas se movían por este. El chico levantó la vista y volvió a visualizar aquellos árboles sin hojas, el césped seco, tumbas y cuervos por todos lados, pero aún más notorio se hizo el reflejo de la luna en el lago de aguas cristalinas.
—Quiero salir de aquí...— susurró entredientes.
—Eso no te será posible—
El castaño dió un pequeño respingo al sentir aquella escalofriante voz justo en su oído, se quedó tiezo, temblando y con los ojos más abiertos de lo normal, respirando agitadamente.
—Vaya, ¿Y ahora dónde está el mocoso valiente de hace algunas horas?— dijo con una sonrisa burlona de oreja a oreja.
—D-Déjam-me...— susurró con los ojos cerrados —...p-por... f-fav-vor...— sentía ganas de llorar, quería desaparecer de la fas de la tierra.
—Hmmm— posó su mano sobre su barbilla, como si estuviese pensando —No, mejor no— sonrió aún más que antes.
Todo quedó en silencio mientras Levi se levantaba y encendía algunas antorchas que colgaban de la pared, de hecho, ahora era que Eren se daba cuenta que ya no estaban ningunas de las luces artificiales que habían cuando él llegó.
—Debes de tener frío...— susurró el de cabellos negros de espaldas al menor —¿Por qué no bajas?— volteó a verlo.
Cuando los ojos del pelinegro dieron con la figura de Eren, este estaba con su rostro escondido en sus rodillas.
—Oe— llamó el más blanco algo irritado.
—¿Puedo irme?— murmuró como respuesta, sin levantar la vista.
Se escuchó un suspiro pesado por parte del azabache. Eren escuchó pasos en su dirección, calmados y precisos.
—Puedes irte—
La mirada de Eren se levantó, estando sorprendida y a la vez feliz.
—¿E-en... serio?— tragó duro.
El contrario se encogió de hombros, entonces el viento que golpeaba contra la pared pareció cesar, de igual forma cualquier otro ruido exterior.
—¿A qué esperas?— se cruzó de brazos.
Eren se levantó de golpe y se dirigió a la puerta a paso apresurado. Una vez estuvo frente a ella se detuvo, estaba dudoso, el picaporte estaba a medio girar y en el fondo no quería ser completado. Los orbes esmeralda se posaron nuevamente sobre el cuerpo pálido de aquel extraño ser, y le envió una mirada de... ¿Preocupación?
—¿Usted estará b-bien?—
La pregunta tan inesperada molestó lo suficiente a Levi como para que frunciese los labios al igual que el seño ¿Qué tenía que hacer para que ese chico dejase de comportarse así? Realmente era irritante.
—Tch—
Su rostro era completamente aterrador, Eren sintió furia, molestia y miedo, los dos primeros no venían de él, que extraño se sentía sentir algo que no venía de él.
Sin decir nada Eren abrió la puerta y salió de allí.
Los pasos de el castaño resonaban al bajar las escaleras de manera apresurada, la madera crujía, escalón por escalón, y aquellas miradas... todas y cada una de ellas, clavadas en él, pero en silencio, todas con ganas de reír en cualquier momento por la locura que iba a cometer.
El chico llegó a las grandes puertas y se detuvo estando frente a ellas, dió un paso al frente para abrirlas, pero no fue necesario, ellas lo hicieron solas, sin hacer el más mínimo ruido. Tal vez en algún momento lo había olvidado, pero ahora lo recordó de golpe, aquel tétrico paisaje, aterrador ante cualquier ojo humano. Comenzó a caminar fuera de aquella mansión, las tumbas envolvían el camino que se formaba por la ausencia de plantas, secas en este caso. Los pasos eran cortos y los sonidos emitidos por los animales los hacían temblar. Pero había algo que faltaba y comenzó a hacerse notar.... la densa niebla.
Caminando asustado, abrazándose a si mismo, escalofrios en su cuerpo, miedo en su interior, Levi en su mente.
El chico escuchó el crujir de las ramas de los árboles siendo movidas bruscamente por el fuerte viento, caminaba sin rumbo, algo en él volvió en sí y prefirió volver atrás, pero cuando observó de dónde venía anteriormente solo había más árboles, la mansión ya no estaba.
—¿E-ehh?— susurró confundido.
Le restó importancia y comenzó a caminar, así pasaron varias horas, parecía caminar en círculos ya que siempre volvía al mismo punto, la entrada de la gran mansión, entonces miraba hacia otro lado y cuando volvía a mirar ya no estaba, se repitió así más de tres veces, el chico estaba cansado y prácticamente dándose por vencido.
De la nada comenzó a escuchar susurros, eran inentendibles a su oído, un escalofrío recorrió su espina dorsal mientras volvía a caminar hacia adelante, aunque no viese ni siquiera sus propios pies. Escuchó como un viento fuerte pasaba por su lado, vió hacia allí dudoso solo encontrando más niebla. De repente otra vez, pero esta fue por la izquierda. Sus pies temblaban, el frío incrementaba cada vez más. Ahora se veían luces a su alrededor, al principio pensó que eran personas pero no, solo estaban allí, levitando en la nada, rodeándolo, como si lo estuviesen vigilando. Ahora pasó por su lado otra vez, pero con más fuerza, el chico tembló, aún más cuando volvió a presenciarlo, ya que parecía empujarlo hacia adelante. Eren tapó sus oídos intentando ignorar o detener los susurros en sus mismos oídos, pero se intensifican cada vez más, siendo ahora gritos desgarradores tomando más potencia, gritaban, lloraban, se quejaban, perturbado al de ojos verdes, quien cayó de rodillas al suelo pidiendo que se detenga, sus ojos lagrimeaban, aquellas lágrimas cristalinas, aquellas lágrimas de sangre. Sintió como si lo estuviesen pateando por todo su cuerpo, cada extremidad era presionada por algo que no era visible a ojos de aquel inocente chico atrapado como el punto eje de aquel círculo de sombras, voces, susurros, luces y la densa neblina que opacaba la visión.
—¡Detenganse ya!— exclamó, pero en la última sílaba sangre salió de su boca, comenzó a toser sintiendo su garganta desgarrarse, cerrando sus puños aferrándose al suelo, encajando sus uñas en este —L-levi-san... ayúdem-me...— susurró con su voz desgastada, pidiendo ayuda a la única "persona" que pasaba por su mente en esos momentos, todo fue en unos segundos antes de caer inconsciente al suelo.
(...)
Los orbes jades comenzaron a verse cuando el castaño separó sus párpados unos milímetros. Estaba acostado sobre una superficie no muy cómoda, aunque aún así no era molesta. Levantó su cuerpo algo confundido, sobando su cabeza por el dolor punzante en esta, además de que su garganta dolía al igual que sus oídos. Observó en todas las direcciones, estaba en el bosque, recostado al pie de un árbol.
—¿Qué pasó...?— preguntó para si mismo en susurro, audible para aquella presencia que recién comenzaba a presentarse allí. Rápidamente Eren se percató de esto y no dudó en buscar algo o alguien con la vista.
—Eren— susurró una voz fácilmente reconocida por el chico, quien veía a todos lados buscando el origen —Por aquí, Eren— se refirió a su posición, pero aún así el castaño no distinguía de dónde venía la voz, parecía venir de todos lados al mismo tiempo —Eren— volvió a llamar, ahora se sentía mucho más cerca —¿Quieres mi ayuda?— se sintió como el césped crujía justo frente a él, lo observó y se marcaba la silueta de dos pies caminando sobre aquellas plantas secas, acercándose cada vez más —Puedo ayudarte— aquellos cabellos como el fuego salieron a la luz, con sus orbes tan verdes como las esmeraldas y brillantes como los diamantes, aquella chica que había desaparecido hace dos días aproximadamente, ya que el castaño no sabía con certeza por cuánto tiempo estuvo dormido antes de despertar en el cuarto de ella al lado de Levi.
—Isabel— susurró dando un suspiro de alivio, al ver a la chica sana y salva —¿Dónde estabas? Me tenías preocupado...— sonrió de lado, aunque luego su rostro se tornó preocupado listo para decir: —E-en tu casa...—
—Lo sé— lo interrumpió sonriendo de forma sincera —Dime algo ¿En serio quieres irte?— la pregunta dejó tenso a Eren, quien ahora mismo se reprochaba en el interior por dudar de su propia desición —Él se va a quedar solo— se agachó a su altura colocando ambas manos sosteniendo su propio rostro, haciendo puchero —Él me salvó la vida y me convirtió en su cáliz, hizo mucho por mí, aunque sabía que en algún momento iba a suceder esta tragedia—
¿Tragedia?- pensó el chico alzando una ceja con curiosidad.
—Pero bueno, qué se le va a hacer, ahora eres tú su cáliz— colocó su dedo índice en el pecho del ojiverde quien la vió con confusión —Debes de protegerte si quieres protegerlo, dime ¿Tú quieres eso, no?—
El más alto bajó la mirada, tenía muchas preguntas, su cabeza estaba hecha un lío.
—¿Por qué dices que debo protegerme si quiero protegerlo? ¿Qué es un cáliz? ¿Qué es Levi? ¡¿Por qué desapareciste por todo este tiempo?!— exclamó la última oración con el entrecejo curvado hacia arriba, la chica dió un suspiro pesado, sentándose a su lado, cruzando sus piernas en forma de x.
—Son muchas preguntas... a ver, primero lo primero, ¿Lo protegerás o no?— interrogó tensando nuevamente y dejando pensativo al contrario.
—¿Cómo voy a proteger a alguien que me quiere hacer daño?— susurró escondiendo sus ojos bajo su flequillo.
—¿Eh? Eren, ¿En algún momento Levi te hizo daño?— su pregunta hizo que Eren abriese sus ojos más de lo normal, a decir verdad Levi nunca lo dañó, claro, sin contar cuando bebía de su sangre.
—Él... no, no me hizo daño— jugó con sus dedos tímido.
—Mmm, ¿Ves? Levi nunca te dañaría, así solo se haría daño a si mismo— dijo cerrando sus ojo mientras le sonreía a la nada.
—Isabel, ¿Cómo es que conoces a Levi?—
—¿Mh? Pues... Fue hace dos años, después que mis padres murieron intenté suicidarme— Eren la vió sorprendido y la chica sonrió —Cuando estaba a punto de lanzarme de la azotea de la escuela justo a la media noche él apareció, me dijo que no tenía que sacrificarme por otras personas que ya estaban muertas y que probablemente sufrirían si veían lo que iba a hacer, le dije que ya no tenía a nadie y me sonrió a la vez que me decía que podía quedarme con él... pero solo con una condición, debía ser su cáliz—
—¿Desde ese entonces has vivido con Levi-san?— ladeó la cabeza y la peliroja asintió.
—Él bebía de mi sangre todas las mañanas antes de que me fuera a la escuela, también en la noche antes de acostarme a dormir— sonrió recordando aquellos tiempos, a los cuales nunca volvería a acudir.
—D-dime algo...— la chica observó que Eren estaba sonrojado por lo que lo vió confundida —C-cuando Levi-san te mordía... ¿Q-qué sentías?—
—Vaya pregunta— rió y Eren se encogió de hombros —Bueno... lo normal... es lógico que duela un poco ¿no?— sonrió nerviosa a lo que el chico la vió confuso.
—A m-mí me duele pero...— observó sus manos mientras las movía jugando una con la otra y sus mejillas se tornaban más rojas de lo que ya estaban —...el dolor es mínimo... lo que más siento... e-es...— sentía vergüenza de decirlo y desviaba la mirada evitando el contacto visual.
—Ajajajaja— de la nada Isabel comenzó a reír como loca y Eren parecía entender que la chica sabía a lo que se había referido anteriormente —C-cierto... Eres un Jeager— decía entre pequeñas risas —Así que dime— lo vió con malicia —¿Te gusta cuando él te muerde?— lo codeó suavemente sonriendo de lado.
—¿D-de qué hablas?— miró hacia otro lado sonrojado al 100%.
—Vaya vaya no es posible ¡Te gusta Levi!— exclamó emocionada alzando ambos brazos al aire y luego abrazando a Eren.
—N-no digas bobadas, él e-es un...— se encogió de hombros otra vez.
—Pero eso no importa, ¡El amor no tiene límites!— alzó la voz sonriendo con las mejillas rojas, luego se calmó un poco y su sonrisa se volvió nostálgica y algo triste —Seguro se pondría molesto por tus sentimientos hacia él si se entera... Él es muy terco, le gusta que le demuestren afecto pero también se molesta ya que no está acostumbrado. Realmente es un tonto— rió casi en silencio —¿De verdad lo quieres...? ¿En tan poco tiempo...? Si le haces daño prometo matarte— amenazó con una mirada asesina y Eren rió por esto.
—Yo... c-creo... que sí— afirmó las teorías de la chica.
—¡Eren! ¿Dónde estás mocoso inútil?— se escuchó la voz de aquel misterioso ser que siempre habitaba en las sombras. Pasos apresurados se escuchaban que iban en su dirección y eso solo lo escuchó Isabel, Eren estaba aún metido en su conversación y no prestaba atención a su alrededor.
—Y-yo... quiero a Levi-san— susurró observando el suelo, palabras que fueron escuchadas por el azabache de ojos grisáceos quien frenó en seco al instante, anteriormente venía a una velocidad realmente rápida, lo que hizo que al frenar hiciera un ruido no muy fuerte, pero aún así fue escuchado por Eren.
El de orbes jades lo observó por unos segundos sin reaccionar, luego su cara se volvió un tomate por lo que acababa de decir, ya que era obvio que Levi lo había escuchado, su expresión sorprendida y a la vez confundida lo decía todo.
—L-levi-san y-yo...— giró su rostro a su derecha, esperando que de alguna manera Isabel lo ayudase a contestar... pero no había nada —¿Eh...?— dijo atónito, viendo un pequeño rastro de luz desvaneciéndose frente a sus ojos.
—Oe— el chico lo vió de reojo y después a vista completa —¿Por qué esa cara tan estúpida?— comenzó a caminar hacia él —Parece que viste un fantasma— metió las manos en los bolsillos de su pantalón negro.
—¿Dónde...?— buscó con la vista a su amiga de ojos verdes, pero no había rastro alguno de ella —¿Para donde se fue?— se dirigió al de hebras negras.
—¿Quien se fue para donde?— ladeó la cabeza ya estando frente a él.
—Isabel— respondió.
Una ráfaga de aire fría hizo que los cabellos de ambos revoloteasen, el rostro de Levi era neutral, no hacía ni decía nada. Eren simplemente esperaba una respuesta, era imposible que la chica se hubiese desaparecido así como si nada.
—¿Isa...bel?— sus ojos parecieron perder su vida, sus cabellos como la noche dejaron de moverse cuando el viento se detuvo, ambos se observaban fijamente, como intentando leer la mente del otro —¿Qué pasa con Isabel?— su voz fría hizo a Eren tragar con dificultad.
—E-ella estaba aquí conmigo... ¿No vió para donde se fue?— dijo con preocupación.
Los ojos del contrario se abrieron más de lo normal, estos comenzaron a llenarse de pequeñas lágrimas, pero rápidamente desvió la mirada, ocultando sus orbes bajo el cabello que caía con gracia en su frente.
—¿Levi-san?—
De la nada el azabache a una velocidad sobrehumana como la de antes se paró a su lado y agarró su brazo con fuerza, la vista de Eren comenzó a nublarse al mismo tiempo que escuchaba susurros y risas burlonas provenientes de todas partes, era aterrador, pero confortante ya que el de cabellos negros lo cargó en sus brazos. Lo último que Eren vió antes de desmayarse fue una lágrima traicionera, que se deslizaba desde la mejilla del más pálido hasta caer en la suya.
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Acto VI: Un beso de media noche
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El de cabellos castaños caminaba apresurado, bajó las escaleras poco a poco y se encontró con la silueta de Levi sentado en un sillón negro, junto a la ventana.
—Levi-san— llamó y las orbes grisáceas se dirigieron hacia él, con el seño relajado al igual que todo músculo facial de su rostro —¿Por qué me trajo de vuelta aquí?— miró hacia el suelo —Usted dijo que podía irme, mintió—
—No mentí— dijo cortante observándolo fijamente hacia sus ojos —Dije que podías irte, pero también dije que no te sería posible—
Eren abrió sus ojos más de lo normal, era cierto, el lo había dicho, pero el no le había tomado la debida importancia, creyó que solo era para mortificarlo.
—Ya veo...— jugó con sus dedos de forma tímida y dijo: —¿Entonces me voy a quedar aquí?— un pequeño sonrojo se acentuó en sus mejillas y el azabache alzó una ceja, esto hizo que Eren desviase la mirada hacia otro lado. Para ser sinceros tenía miedo de su reacción, recordó de golpe lo que pasó en el sótano y sus piernas temblaron, debía haber pensado mejor esa pregunta antes de interrogarla, de cierto modo no quería irse y se juzgaba a si mismo por eso, además si se ponía a pensar prefería convivir con un vampiro a pasarse el tiempo estudiando, aunque cuando pensaba en sus amigos sentía algo de nostalgia por no volver a verlos, no obstante de alguna forma quería saber más de Levi, quería conocerlo mejor y ser más cercano a él...
El de hebras negras lo analizó con la mirada relajada y desinteresada, su rostro era neutral y de la nada una nueva mueca comenzó a formarse en su rostro. Los laterales de sus labios comenzaron a elevarse y sus pómulos también, sus colmillos se vieron levemente sobresaliendo de su boca, una sonrisa maliciosa se había plasmado en su rostro.
—¿Por qué pareces tan emocionado sobre eso?—
Su pregunta hizo que Eren lo mirase con los ojos más abiertos de lo normal, ¿Emocionado? No, para nada, el simple hecho de pensar en quedarse allí le causaba temblores cuando recordaba aquellas voces, susurros y sombras misteriosas que rondaban por el lugar. Cómo mismo en parte quería quedarse también quería irse, volver a su casa y colegio con sus amigos y olvidar todo esto.
—No estoy emocionado...— se sentó frente a él en otro sillón, el cual se hundió un poco acostumbrándose a su peso —...para ser sinceros me ha costado mucho analizar todo lo que está pasando... es difícil... y me da miedo... he estado aterrado— clavó su vista en sus pies, mientras sus manos se dedicaban a jugar con la otra.
Levi seguía viéndolo sin expresión alguna, ahora su mirada lo veía justo a su rostro y esto causó un rubor en las mejillas del menor, quien comenzó a removerse en su lugar sintiéndose algo incómodo.
—¿A qué le temes exactamente?— su voz fría dejó al ojiverde pensativo, el viento se paseó por su rostro y acarició sus oídos, dejando escapar un suspiro pesado.
—Tengo miedo de no volver a mi hogar, quedarme aquí con esas cosas extrañas y presencias que me hablan de la nada. De cierta forma... m-me gustaría quedarme— el azabache frunció el seño —Pero también quisiera irme y regresar a mi vida normal... no sé que le pasó ni a Isabel ni a Annie— el contrario desvió su mirada a la ventana, viendo a través de ella —Tampoco sé exactamente por qué sigo estando aquí... ¿Acaso me quedaré para siempre en este lugar?—
Hubo un silencio, silencio en el que Levi nunca dió una respuesta.
Los días comenzaron a pasar, siempre era la misma rutina, por el día Levi se encerraba en el sótano y Eren se dedicaba a deambular por la casa, de vez en cuando entraba al sótano e intentaba charlar con el vampiro, pero normalmente este evitaba la plática con algo de molestia y lo echaba de allí. Por las noches Eren le daba de beber su sangre y luego el azabache se quedaba con él un rato, no para conversar, simplemente lo observaba en silencio, después Eren caía dormido y Levi se iba, o eso pensaba el de ojos verdes. Cómo todas la noches Levi estaba al lado de Eren después de tomar su sangre, el castaño observaba a través de la ventana sentado en la cama y Levi yacía a su lado observando el rostro del menor.
—¿Qué miras tanto afuera?—
Eren miró al más pálido y le sonrió con las mejillas rojas, sabía que eso lo molestaba, después de pasar más de una semana con él se había dado cuenta que lo que le había dicho Isabel era cierto, le gustaba que le demostrasen afecto pero se molestaba en el acto. El azabache gruñó como de costumbre y Eren soltó una risa seca, volviendo su vista al paisaje tétrico frente a sus ojos.
—Me gusta ver el reflejo de la luna en el lago—
Los ojos azules eléctrico veían los verdes esmeralda fijamente, con una expresión de relajamiento observando la sonrisa sincera dibujada en los labios del menor. El viento movía los cabellos de ambos, la brisa era fresca, dejando un ambiente agradable para aquel par tan diferentes en toda la extensión de la palabra.
—¿Por qué el paisaje es así solo por las noches?— dijo aún sin mirarlo, otra vez aquel silencio, nunca hubo respuesta, así que dió un suspiro restándole importancia.
—En realidad no lo sé muy bien— respondió sorprendiendo al menor quien se encogió de hombros al no tener una respuesta clara del todo.
—¿Por qué hay tantas tumbas?— preguntó con curiosidad, ahora observando al más blanco quien ocultó sus ojos bajo su flequillo haciendo que Eren no pudiese ver la expresión de su rostro.
El azabache siempre evitaba pensar en "eso" y ahora un mocoso preguntón venía y le recordaba "eso", realmente era irritante. Los labios fríos del pelinegro se movieron con suavidad para pronunciar una respuesta generando más dudas.
—Son personas que han muerto, ¿Qué hay de nuevo en eso?— dijo con molestia y a la vez tranquilidad.
—Si... pero...— Eren no estaba seguro si debía seguir, pero se armó de valor para interrogar otra vez —¿Por qué muerieron... o... quién las mató?— apretó su puño contra las sábanas temblando levemente, el azabache notó esto fácilmente ya que lo estaba mirando de reojo.
—No creo que quieras saberlo—
Otra vez una respuesta dejando más hilos de preguntas atrás, el menor tragó con dificultad y gotas de sudor comenzaron a recorrer su frente, estaba nervioso, tenía miedo, estaba aterrado. Dió un suspiro a borbotones intentando calmarse, soltando un rastro notable de vaho. La noche era fría, sus manos temblaban, miles de preguntas acumulándose más en su cabeza... ¿Qué habrá sido de Isabel y Annie? ¿Armin y Mikasa lo estarán buscando? ¿Por qué no podía salir? ¿Que eran aquellas misteriosas voces que le hablaban cuando menos se lo imaginaba? ¿Qué eran aquellas sombras y comportamientos extraños en la casa? ¿Qué pensaba hacer Levi con él? Todas, preguntas sin respuestas, o por lo menos aún no se las habían dado, tal vez porque no se ha atrevido a cuestionarlas o porque Levi no se las respondería... todo su mundo ahora estaba de patas arriba, pero había algo que lo hacía feliz todos los días... a medida que pasaba el tiempo se iba encariñando con Levi, de cierta forma le temía a él y también al hecho de que cuando se fuese de allí, si es que lo hacía, no lo volviese a ver, pero aún así le gustaba todas las mañanas levantarse e ir al sótano a darle los buenos días, también llevarle de comer cuando el reloj marcaba las doce en punto, que después de cenar Levi lo mordiera... sí, leyeron bien, a Eren le gustaban sus mordidas. El chico siempre se preguntaba por qué se sentía tan bien cuando su piel era invadida por aquellos colmillos relucientes y afilados, Levi aún no le respondía eso, solo sabía que le gustaba, en ciertas ocasiones quería pedirle más, pero sería muy vergonzoso, por eso no lo hacía.
—¿Puedo hacerle otra pregunta?— dijo el castaño con las mejillas rojas observando a los ojos del contrario, quien chasqueó la lengua y dijo:
—¿Qué maldita manía tienes con hacer pregun—
—¿Podría morderme?—
Eran pocas las veces que Eren veía como Levi abría sus ojos más de lo normal impresionado por algo... y está ocasión era una de esas. Los ojos del más bajo lo observaban con sorpresa y curiosidad, mientras que el menor jugaba con sus dedos por milésima vez en el día con un gran rubor en sus regordetes cachetes morenos. Tragó duro esperando un comentario burlón o tal vez un rechazo, pero Levi siempre había sido difícil de leer, no era fácil predecir lo que haría.
El cuerpo del mayor se acercó suavemente hacia el chico de ojos verdes quien lo observaba estudiando sus acciones para ver lo que haría. Se preguntaba: ¿Habrá aceptado?, pero su duda dejó de existir cuando vió como los ojos de Levi se tornaban rojos, dejando atrás aquel bello azul eléctrico y acercaba sus labios, deslizaba sus manos hacia sus muslos provocando rigidez y clavaba sus colmillos en su cuello, hundiéndolos por completo allí, en esa zona sensible, haciéndolo jadear.
—Ngh... L-Levi-san...— gimió cerrando sus ojos y llevando sus manos a los cabellos del azabache, acariciándolos e incitándolo a más.
Las mejillas de Eren comenzaron a calentarse al igual que todo su cuerpo, su entrepierna despertaba poco a poco y un bulto se hacía presente allí. El vampiro sacó sus dientes y el menor gimió, lo observó y el chico estaba completamente exitado, su rostro lo decía todo con solo mirarlo, quería más.
El castaño agarró el cuello de la ropa del azabache y la empujó levemente hacia él con sus manos temblorosas, dándole a entender al mayor lo que quería. Levi dió un suspiro mientras su expresión se mantenía seria, llevó su mano y acarició la mejilla ruborizada del ojiverde, quien lo veía con los ojos llorosos, después dirigió sus dedos hacia los labios rosados del chico, paseándolos de un lado a otro, acariciándolos con delicadeza.
—Ya te he dicho que no puedo excederme, podrías quedar inconsciente por la falta de sangre— observó fijamente a los labios contrarios, Eren notó eso y por la exitación no dudó en hacer aquello que dejó helado al de hebras negras, besó sus labios.
El castaño reaccionó instantáneamente y se echó para atrás separando la unión corta y rápida que había sido juntada por sus labios. Llevó sus manos a su rostro y lo tapó evitando que el otro viese su vergüenza.
—L-lo siento... nh.. n-no debí...—
Las palabras del menor fueron calladas por un chasquido de lengua por parte de Levi. El ya mencionado se acercó peligrosamente hacia el rostro de Eren y detuvo su acercamiento a unos milímetros de juntar sus labios, los obsevró y con voz extremadamente grave, de forma que hasta se podría decir seductora dijo:
—¿Tan bien se siente?— susurró refiriéndose a sus mordidas.
El de orbes esmeraldas con sus ojos entrecerrados y mejillas rojas tragó con dificultad al sentir el aliento del azabache chocar con su rostro, sus labios estaban húmedos ya que algunos hilos de saliva caían por ahí mientras jadeaba.
—S-se siente... m-muy bien...— susurró en respuesta mientras internamente gritaba por la vergüenza que sentía.
Hubo un silencio que para Eren fue una tortura, de verdad quería que Levi lo siguiese mordiendo, quería sentir más aquella agradable sensación de placer. Mientras más tiempo sin hacer nada, solo observándose fijamente, más incrementaban sus ganas, a tal punto que ahora solo quería besar y saborear los labios finos del más pálido, comenzaba a desear su cuerpo, esa tortura debía terminar, Levi debía responder.
—¿Quieres sentir algo mejor que mis mordidas?— mientras hablaba con voz pícara subió lentamente su mano fría por el muslo del moreno, hasta tocar casi su ingle.
—Ggh...— gimió cerrando sus ojos, disfrutando de aquel satisfactorio tacto —Y-yo...— balbuceó mientras el de cabellos oscuros y finos comenzaba a besar suavemente su cuello, en el lado contrario de dónde había mordido minutos atrás —q-quiero...— abrió sus ojos nuevamente hablando con un tono trémulo en su voz, sentía su piel erizarse con cada toque que le brindaba el contrario. Fue entonces cuando sintió como Levi bajaba despacio la manga de su playera hasta que su hombro derecho quedaba al descubierto, una sensación húmeda y cálida pasó por allí y supo que era su lengua —e-espere...¡Nh!— gimió cuando su oreja fue mordida sultimente por el vampiro de ahora orbes rojos.
—¿No te gusta?— sonrió maliciosamente mientras llevaba su mano por debajo de la ropa superior del chico, acariciando su abdomen y pecho, haciéndolo estremecer.
—Agh... mgh...— cerró sus ojos otra vez con su boca entreabierta, en serio le encantaba, tanto que ni siquiera podía hablar en ese momento.
—Tomaré eso como un sí— sonriendo de lado se colocó entre las piernas del castaño y fue pasando delicadamente sus dedos desde el extremo inferior de sus piernas hasta llegar a sus muslos, viéndolo de manera lacsiva.
(...)
A la mañana siguiente Eren abrió sus ojos lentamente, adormilado dirigió su mirada a su lado, salí estaba totalmente dormido, con la cara y expresión de un ángel, aquel ser de piel blanca como la nieve. Sus pómulos rápidamente enrojecieron al recordar todo lo que había sucedido la noche anterior, realmente nunca pensó que su primera vez sería con un vampiro, era extremadamente subreal. Se sornojó aún más al recordar como le pedía más y soltó aire a borbotones nervioso, recordó también cuando lo fue recostando poco a poco hacia atrás, hasta que su espalda dió con las sábanas blancas que cubrían el suave colchón, luego el azabache sobre él comenzó a besarlo en los labios y él se dejaba llevar... cuando la imagen de el momento en el que sus manos fueron sujetadas por las muñecas, y llevadas hacia ambos lados de su cabeza siendo aprisionadas contra la superficie en la cual se mantenían acostados dió un pequeño bostezo casi en silencio para no despertarlo, sintió como un dolor en sus caderas lo atacaba de repente, por esto cerró sus ojos con fuerza esperando a que se pasase un poco. Una vez hecho esto le dirigió toda su atención a el contrario, dirigió su mano manera tímida hacia sus mejillas y las acarició suavemente, luego la deslizó hacia sus labios, eran cálidos, suaves y rosados, como la misma seda. Los orbes grises comenzaron a verse y en seguida Eren retiró su mano de su rostro temiendo a su reacción. Levi lo vió con su expresión relajada sin decir nada, solo mirándolo, como intentando descubrir sus pensamientos. Eren desvió la mirada hacia abajo avergonzado, pero justo cuando hizo esto vió que la luz del sol estaba a punto de tocar a Levi porque la cinta de una de las cortinas negras comenzaba a desatarse gracias al fuerte viento de la mañana. Rápidamente se colocó sobre él y en ese instante la luz entró a la habitación, el castaño estaba en una posición que fácilmente tapaba la luz porque la dirección en que venía era la contraria. Los rostros de ambos estaban a solo centímetros, Levi parecía respirar agitadamente ya que fue sorprendentemente rápido como la luz lo tomó desprevenido, observaba a los ojos verdes con los suyos más abiertos de lo normal, tragó con dificultad aún conservando el pequeño susto que se llevó.
—¿S-se encuentra b-bien... Levi-san?— susurró con las mejillas rojas.
—Y-yo... estoy bien...— desvió la mirada y frunció el seño sonrojándose levemente —G-gra...cias— murmuró entre dientes, nunca antes recuerda haber agradecido algo.
El castaño sonrió tiernamente y le dijo con voz suave.
—Ahh, eso es bueno...— llevó su mano a una de las mantas a su lado, la arrastró hacia ellos y logró taparlos sin que la luz quemase al mayor —Listo, así podré salir...— comenzó a quitarse de encima pero la mano firme de Levi lo detuvo sosteniéndolo por el brazo que llevaba su peso hacia el otro lado —¿Levi-san?— dijo sonrojado cuando el ya mencionado lo arrastró nuevamente hasta quedar milímetros de su rostro —¿Q-qué pasa?... ¡Nh!— el de orbes grises no dijo nada, solo juntó sus labios con el menor tomándolo por sorpresa, sus ojos más abiertos de lo normal lo decían todo... poco a poco fue entrecerrándolos siguiendo el beso, era suave y tierno, con una extraña delicadeza cuando se movían, parecía como si estuviesen frente al mar en calma, observando las mismísimas estrellas, ¿En una sola palabra? Encantador, simplemente perfecto.
Las manos del más blanco pasaron hasta rodear la cintura del castaño y este llevó sus manos hacia el rostro del azabache, abrazándolo al meterlas detrás de su cuello. El chico no quería que esa sensación terminase, se sentía como si estuviesen bailando juntos en la oscuridad de aquella casa, y exactamente era así, porque su toque al cielo terminó cuando la puerta comenzó a azotarse sola, abriéndose y cerrándose sin haber nada visible ejerciendo fuerza en ella. El castaño del susto se hechó para atrás sentándose sobre las caderas del azabache y rompiendo el beso. Las ventanas se cerraron solas, ya quitándole la preocupación de que la luz del sol tocase a Levi, pero añadiéndole otra más, temer por su vida.
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Acto VII: Llanto
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—L-levi-san...— susurró con temor, cerrando sus ojos, no quería ver hacia la puerta, prefería ver la solitaria oscuridad que había cuando cerraba sus ojos. Sintió a Levi removerse, tal vez se estaba levantando. Sintió dos brazos rodear su cuerpo y su cabeza ser empujada contra su pecho.
—Tranquilo, mocoso— acarició sus cabellos y los movimientos de la puerta se apaciguaron, hasta quedar poco a poco quieta.
El chico cerró sus puños con fuerza, uno en el suéter de Levi y otro aferrándose a las sábanas. El azabache no ignoró esto y dirigió su mano hacia la morena, dándole una pequeña caricia, suficiente para calmar al de ojo verdes.
—Eren... voy a bajar al sótano ¿De acuerdo?—
El miedo invadió el cuerpo del chico, no quería separarse de su única protección allí, sus manos comenzaron a temblar descontroladamente, pero rápidamente fueron calmadas por un beso de Levi en su cabeza.
—Tranquilo, estarás bien— sobó su espalda y el menor respiró más calmado.
—Levi-san... ¿P-por qué la casa se comporta así...? ¿No me lo va a explicar?— dijo con algo de temor, el azabache siempre eludía ese tema, pero en algún momento saldría a la luz ¿No?
—Cuando comas algo baja conmigo—
Pues parece que no.
El de hebras negras se levantó apartando a Eren de manera lenta, luego a gran velocidad desapareció de allí. El castaño soltó un suspiro, miró las sábanas y las estrujó entre sus dedos. Mientras sus ojos eran ocultados por su flequillo, sus mejillas se tornaban rojas y mordía su labio inferior, recordando el beso de hace solo 3 minutos. Él quería a Levi, de eso no cabía la más mínima duda. Pero ahora... ¿Levi lo quería a él?
(...)
—¡Levi-san!— dijo el chico corriendo hacia el ya mencionado después de haber entrado al sótano.
—No grites tanto...— desvió la mirada jugando con sus dedos, haciendo círculos sobre el frío suelo bajo ellos.
—Perdón— rodó los ojos divertido mientras se sentaba frente al contrario —¿Qué está haciendo?— sonrió.
—Nada— respondió seco mirando hacia sus pies, con el rostro neutral pero no serio.
—Mmm, ¿Quiere hablar de algo en especial?— el azabache iba a hablar pero Eren lo interrumpió —¡Ah! Ya sé, aún me tiene que explicar muchas cosas— hizo un pequeño puchero inflando sus cachetes rojizos. Levi rodó los ojos y dió un suspiro.
—Mejor después— ocultó su rostro entre sus rodillas.
—¿Ah? Vamos, usted siempre me dice lo mismo— lo sacudió levemente con voz suplicante.
—No molestes— su voz era aburrida.
—Si no me dice voy a salir— frunció el seño.
—Has lo que quieras— se encogió de hombros sin verlo.
El castaño sonrió con malicia y se levantó, una vez estuvo frente a la puerta del sótano la abrió lentamente y acompañado de esa acción dijo:
—Yo que usted me cubriría—
Dicho esto Levi levantó su rostro con sorpresa, la puerta comenzaba a llegar a su límite y la luz a pasar hacia aquel somrbío lugar. Los ojos del pelinegro se abrieron más de lo normal y rápidamente se levantó, ocultándose en una esquina que aún conservaba algo de sombra.
—¡C-cierra la p-puerta, mocoso!— dijo con voz titubeante y desesperada.
—¿Ehhh? Pero si usted no me quiere explicar— abrió un poco más la puerta mientras colocaba una expresión de lástima mezclada con una sonrisa en su rostro.
—¡E-eren, déjate de juegos! ¡Agh!— la luz lo rozó pero rápidamente se echó para atrás, lástima que ya quedaba muy poco espacio para su cuerpo allí.
—No sea tan testarudo, si decide explicarme las dudas que tengo puede evitar ser quemado— dijo con una sonrisa ahora relajada.
—¡No vas a quemarme!— dijo desafiante mientras fruncía el seño algo preocupado.
—¿Mh? ¿Me está usted retando?— ahora su sonrisa de cierta forma parecía hasta sádica, y eso comenzaba a erizar la piel del azabache.
La puerta llegó a su límite y los rayos deslumbrantes de luz llegaron a la piel de Levi, su vestimenta cubria la gran mayoría de su cuerpo y por eso no se quemaba allí, pero sus pies, manos y cabeza estaban al descubierto. Rápidamente con sus manos tapó sus pies haciéndose una bolita en el suelo.
—¡¡Está bien, te lo diré!!—
Dicho esto Eren cerró de golpe la puerta dejando respirar al mayor, quien ahora fue hacia él a gran velocidad y se detuvo justo frente a su rostro, con mirada amenzante.
—T-tranquilo~— sonrió el menor mientras escuchaba los gruñidos por parte del otro —No se hizo mucho daño, solo fueron quemaduras leves— agarró las manos del contrario viendo las muy leves quemaduras rojizas —Venga, tome y estará bien— ofreció su cuello apuntandose a si mismo con su dedo índice.
—¡Eres...! ahhh— optó por dar un suspiro para intentar calmarse, después colocó su mano sobre el hombro de Eren y acercó su boca a su cuello, el chico cerró sus ojos con fuerza esperando la intromisión, después de unos segundos pudo captar el leve dolor de los colmillos ser clavados en su morena piel.
—¡Ggh!— gimió el menor, pero de la nada Levi de apartó de su cuello dejandolo confundido—...¿Q-qué p-pasa?— el chico ya estaba un poco exitado con solo esos segundos, jadeaba por lo bajo con un sonrojo en su cachetes.
—No pasa nada— miró hacia otro lado mientras limpiaba con su mano derecha una pequeña gota de sangre que escurría de su labio inferior.
—¿Entonces? ¿P-por qué tan r-rápido?— la calentura de su cuerpo comenzó a disminuir, después de todo solo lo había mordido por unos prolongados segundos.
—Con eso basta— le enseñó sus manos extendiendo las hacía el frente, mostrando que ya no habían quemaduras visibles en su blanca piel.
—Y-ya veo...— observó hacia el suelo ruborizado —Esto... ¿Entonces me va a responder mis dudas?— ahora habló con más emoción, acercándose un poco a él.
El azabache agarró su mano y lo arrastró cerca de la pared, allí ambos se sentaron en el suelo y se prepararon para una larga conversación. Tiempo después el azabache comenzaba a irritarse, ninguna de las preguntas que hacía Eren eran acerca de la casa sino que tenían que ver con sus gustos, le preguntó cual era su color favorito a lo que respondió rojo como la sangre, luego le dijo que si tenía mejores amigos a lo que no se animó a dar respuesta, también cuáles eran sus platillos favoritos y muchas tonterías más, nada importante... o eso creyó hasta que...
—¿Se ha enamorado alguna vez?—
Levi parecía confundido y a la vez sin saber que decir, lo único que se preguntaba en su cabeza era "¿Para qué quiere saber eso?". Su duda y preocupación aumentaron caidno vió a Eren desviar la mirada hacia sus manos, sus mejillas se sonrojaron y comenzó a jugar con sus dedos.
—¿Por qué preguntas?— lo vió serio pero relajado.
—B-bueno... u-usted dijo que me respondería así q—
—Esa no fue mi pregunta— su voz cortante y fría estremeció a Eren, quien levantó la mirada para verlo a los ojos —¿Para qué quieres saberlo?— frunció el seño y Eren evitó mirarlo nuevamente.
—Y-yo...— susurró tímido —...p-pues...—
"Trock trock trock"
Se escucharon pisadas apresuradas lo cual los desconcentró a los dos, validando por unos segundos lo que habían estado hablando.
—¿Q-qué fue eso?— Eren agarró la mano del azabache con temor y este gruñó ante su acción. No podía permiterse eso, de ninguna forma se permitiría volver a cometer los mismos errores del pasado, bajo ninguna circunstancia dañaría el corazón de Eren.
—¡¡Detente, Mikasa!!— el castaño rápidamente reconoció esa voz que venía de afuera, era Armin.
—¡¡Eren!! ¡¿Dónde estás?!— esta vez fue la clara y firme voz de Mikasa, llena de preocupación y desespero.
—¡Mikasa, Armin!— Eren se levantó lleno de felicidad por volver a poder ver a sus amigos, pero la mano fría del azabache lo detuvo antes de que comenzase a caminar —¿Levi-san?—
—No vayas— apretó más su mano.
—P-pero... ¡Ngh!— cerró sus ojos con fuerza, su muñeca comenzaba a doler —Espere, me está haciendo daño...— intentó sacarse pero Levi no parecía inmutarse antes esto, simplemente lo sostenía viéndolo de manera que no tenía ninguna expresión en su rostro —Levi-san s-suélteme— su voz tartamudeó al ver el seño fruncido y la mirada amenazante dale ojigris.
—¡Mikasa ya basta! ¡Solo te harás más daño!— la voz del rubio parecía escucharse acompañada de un desgarrador llanto.
—¡¡Eren!!— gritó la chica llena de agonía que la carcomía por dentro.
—¡Suélteme!— el chico intentaba sacarse con toda su fuerza pero no era suficiente.
—¡Te dije que no fueras! ¡No vas a salir!— alzó la voz el mayor acercándose a él, afirmando su agarre.
—¡Basta, eso duele Levi-san!— seguía aguantando su dolor —¡Déjeme ir!— observó hacia la puerta —¡¡Mikasa, Armin!!— gritó esperando ser escuchado.
Cuando el chico decidió volver su mirada hacia el de ojos grises quedó petrificado, inmóvil, con el terror recorriendo cada parte de su cuerpo, la mente en blanco perdiéndose en aquellos orbes ahora negros, totalmente oscuros, no se podía ver otro color rodeándolos, tanto sus pupilas, como su iris y esclerótica eran de ese color, carentes de señales de vida o alma si quiera.
De repente la puerta fue abierta, en ella se encontraban el rubio de ojos azules y la azabache de ojos onix.
—¡¡Eren!!— la chica corrió en la dirección del ya mencionado, pero al ser la puerta abierta de par en par la luz tocó la piel del segundo en ese lugar con cabellos negros y casi de inmediato sus ojos volvieron a su color natural, su piel comenzó a quemarse y se echó para atrás, intentando buscar un lugar con sombra, pero no lo había, así que sin más opción se encogió en una esquina, llorando, pidiendo que parase.
Eren observó a sus amigos, luego a Levi, después nuevamente a sus amigos, entonces frunció el seño y fue a dónde el más blanco allí.
—¡Levi-san!— rápidamente lo cubrió con su abrigo color verde y lo abrazó, escondiéndole su cabeza en su pecho.
—Ngh...— el mayor cerró sus ojo con fuerza al sentir como sus quemaduras eran tocadas sin querer por Eren y este intentaba echarse para atrás y no hacerle daño. Clavó sus colmillos en el cuello del menor y este gimió ante esto, solo fueron unos segundos para que las lesiones de Levi desapareciesen, por lo que retiró su boca del cuello ageno y el chico lo vió con una sonrisa, satisfecho de poder ayudarlo.
—¡¡EREEEEEN!!— Mikasa cayó de rodillas al suelo, golpeando la pared con toda su fuerza, sin importarle el dolor de sus quemaduras, rasguños y pequeños cortes en sus manos. Sentía sus costillas palpitar, anunciándole que estar en esa posición no era nada bueno.
—¡Mikas— la voz de Eren fue interrumpida por la acción de Levi agarrar su mano y oprimirla levemente, el chico lo miró y este negó con la cabeza varias veces dejandolo confundido.
—¡Mikasa basta! Eren no está aquí— el rubio con algunas lágrimas en sus hermosos ojos color cielo, se acercó a su amiga, que lloraba sin consuelo alguno.
—A-Armin...— susurró con la voz quebrada, ahogada en un llanto agonizante.
—¿Eh? ¡Mikasa, Armin, estoy aquí!— Eren se levantó, Levi intentó frenarlo pero no pudo por la luz, solo se escondió bajo el abrigo del castaño, observando al mismo por una pequeña separación de la tela y su sensible piel.
Eren se lanzó a abrazar a sus amigos sin embargo los atravesó, fue inesperado, fue aterrador. La sensación de sentirte rechazado por toro organismo existente no era para nada gustosa, mucho menos si eran tus amigos.
—¿E-ehh?— observó sus manos y luego atrás, viendo a sus compañeros no inmutarse ante sus llamados —¿P-por qué...?— pronunció al agarrar la muñeca de Mikasa en un intento fallido, era como si la piel de la azabache fuese intocable por la suya.
—Ven conmigo, Eren— escuchó la voz de Levi al otro lado del sótano, extendiéndole su mano para que fuese, teniendo cuidado de no ser quemado.
—Vamónos de aquí, ya nos dijeron que cuando vinieron no encontraron rastro ni de Isabel, Annie o Eren... Tal vez salieron y...— la voz de Armin fue interrumpida por la de Mikasa.
—¡¿Salieron?! ¡¿Te escuchas cuando hablas?!— respondió desesperada —No sé dónde están... pero lo más probable...— apretó sus puños, hasta el punto de que el castaño pudo ver algunas gotas de sangre derramarse desde sus palmas —...es que estén muertos...— prácticamente tragaba sangre cuando pronunció aquellas palabras que apuñalaban a su propio corazón.
Las piernas y manos de Eren comenzaron a temblar, intentaba desesperadamente tocar alguna parte de los cuerpos de sus amigos, pero era imposible, solo se dedicaba a gritar sus nombres, intentando ser escuchado.
—¡Chicos, déjense de bromas...!— Mikasa y Armin se levantaron poco a poco ignorando el llanto del castaño, era imposible detectar algo que ahora no pertenecía a su mundo.
—Ve despacio, si no fuera por ese accidente de auto que tuvimos no estarías tan débil...— el rubio ayudaba a la chica a caminar, sosteniendo la de su brazo.
—P-por favor...— susurró Eren, dejando salir sus lágrimas, haciendo brillar sus lindas esmeraldas verdes.
—También hubiésemos podido llegar antes... estuvimos mucho tiempo en el hospital...— respondió Mikasa —Nunca debimos dejar a Eren solo con Isabel y Annie, debimos llevarlo a casa. Fue mi cul...—
—¡No digas eso!— el rubio la interrumpió —Tu estabas ebria... todo es mi culpa, yo soy el culpable de todo esto—
Estas palabras fueron las últimas que Estén escuchó antes de que sus amigos saliesen de allí, dejando la puerta totalmente cerrada.
El azabache se levantó y corrió hacia el castaño, el cual lloraba totalmente destrozado, con su corazón despedazado, crujiendo, rompiéndose cada vez más.
Levi se le acercó, decidido a tocar su hombro y darle consuelo.
—Ere—
—¡¡NO ME TOQUES!!— gritó apartando bruscamente la mano del de hebras negras, quien lo vió con sorpresa.
—¿Qué pa— fue interrumpido nuevamente.
—¡¡¿QUÉ PASA?!! ¡¡LO QUE PASA ES QUE POR ALGUNA ESTÚPIDA RAZÓN NO PUEDO SER ESCUCHADO O TOCAR A MIS AMIGOS!!— frunció el seño con lágrimas en sus ojos, parándose del suelo, enfrentando al contrario.
—¡DEJA DE GRITAR!— fue en un segundo cuando Levi con una fuerza sobrenatural incrustó a Eren contra la pared, levantándolo del suelo sujetándolo con una mano, apretando su cuello, impidiéndole respirar.
—G-gh..— el castaño pataleaba con lágrimas en sus ojos, al mismo tiempo que llevaba sus manos a su cuello, intentando sacarse —N-no... l-lo haga...— susurró difícilmente, suplicando porque no lo matase, pues los orbes de Levi volvían a ser negros, totalmente aterradores —P-por favor...— el azabache frunció el seño y lo apretó aún más —¡Y-yo... l-le... q-quiero!—
Solo tres palabras, suficientes para calmar la sed de sangre de aquel demonio.
Levi volvió sus ojos a su color normal y dejó a Eren caer al suelo. El chico comenzó a toser y a hiperventilar jadeando, tratando de recuperar el aliento... aquel aliento sin vida.
El azabache dió un suspiro sobando sus sienes y dijo:
—Mira, sé que es difícil de afrontar, pero...— tragó con dificultad, comenzaba a sudar, era complejo decirlo, aunque ya tenía esas palabras grabadas a fuego en su cabeza y que con el poco tacto que tenía se animó a decir —...Estás muerto...—
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Acto VIII: Mi extraña adicción
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Golpeó su puño con fuerza contra la pared, creando nuevas grietas en ella, ya tenía sus puños rojos de tanto hacerlo. Sus ojos verdes sin brillo o rastro de vida, fácilmente comparables con la rosa negra que veía cada prolongados segundos, aquella que estaba recostada frente a una tumba en medio de aquel tétrico paisaje. Sus ojos lagrimeaban, era imposible, aún no podía asimilarlo ni mucho menos lo haría.
"Estás muerto"
Dos palabras, tan desgraciadas como ellas solas. Su mente no lo creía, el estaba totalmente vivo, eso era lo que se decía para sí mismo. Podía moverse, hablar, pensar... todo lo que hacía alguien con vida, no podía estar muerto, solo decirlo era simplemente extravagante e increíble, no había manera de que entendiese eso.
La puerta rechinó al ser abierta, enseñando aquella criatura de tes pálida y ojos grises... por ahora.
El castaño lo observó y rápidamente ocultó sus manos detrás de su espalda, observando ahora el suelo. El azabache frunció el seño y se le acercó, lo abligó a enseñarle sus manos y vió sus nudillos raspados, con quemaduras por fricción.
—¿Qué has estado haciendo?— interrogó serio, mientras sobaba suevemente las heridas de Eren.
El chico desvió la mirada, y Levi se percató de las grietas en la pared, volvió a ver a Eren y dijo:
—¿Eres estúpido o qué? ¡Te has hecho daño!— regañó pero el ojiverde apartó sus manos bruscamente y dió unos cuantos pasos atrás.
—Ni que te importase...— susurró entre dientes, apretando sus propios puños sin importarle el dolor.
—¿Qué dijiste?— ladeó la cabeza sin poder haberlo escuchado.
—No es nada— repsondió cortante, pasando por su lado mientras chocaba con su hombro.
—Después de todo... estás molesto...— susurró sin verlo.
Eren frenó frente a la puerta y se volteó.
—¡Claro que estoy molesto!— alzó la voz, haciendo eco en aquella habitación.
El pelinegro gruñó ante su reacción y Eren de encogió de hombros, debía calmarse un poco... Después de todo era una mentira... ¿No?
—N-no me gusta que me mientan— esta vez habló con un tono más suave.
Levi dió un paso al frente.
—¿En qué momento te he mentido?— alzó una ceja, colocando una de sus manos en su bolsillo, y la otra en el hombro del chico quien la apartó al instante.
—Yo no estoy muerto— habló seguro de lo que decía, levantando su mirada hasta chocar con las orbes grisáceas.
—...Es difícil de asimilar per—
—¡¡No estoy muerto!!— gritó, emanando un aura de terror y desesperación, simplemente no lo creía, estaba demás decirlo.
Si grito retumbó en toda la casa aparentemente sola, despertando las miradas de aquellos testigos silenciosos que presenciaban aquella escena de desespero y miedo.
—Estás pasando una etapa de negación...— Eren tapó sus oídos respirando agitadamente, comenzaban a escucharse risas en sus propios oídos —Es completamente norm—
—¡¡YA BASTA!!— agarró un cuchillo que por alguna razón estaba tirado en una esquina en el suelo y lo apuntó cerca de la garganta de Levi.
—Eren... baja el cuchillo— dijo con sus manos levantadas, intentando demostrarle que no le haría daño.
—¡Deja de decirme eso!— cerró sus ojos, sus manos temblaban, las voces resonaban en su cabeza.
"Vamos, hazlo"
—¡Cállense!— negó con su cabeza, su dolor allí era terrible.
"Eres tan patético"
"¿Crees que tus padres estarían satisfechos si no vengas su muerte?"
"El tiene la culpa"
—¡Él no lo hizo!—
"Deberías sentirte avergonzado"
"Eres la decepción de tus padres"
—¡Basta ya!— suplicó, comenzaba a acercar su cuchillo cada vez más hacia la garganta de Levi y este retrocedía, Eren no tenía el control de su cuerpo, alguien más lo hacía.
—¡Cállense!—
Todo se volvió camara lenta. Eren volteaba su cuchillo en su dirección y este reflejaba en su metal la mirada sorprendida y preocupada de Levi. Acercó el objeto filoso a su pecho y lo incrustó allí. Solo por unos segundos creyó ver una cebellera roja...el brillo de unos ojos verdes y unas delicadas manos sosteniendo el cuchillo, clavandolo en su piel. El líquido rojo comenzaba a manchar la ropa blanca de Eren. El cuchillo creando un agujero en su pecho, pero casi al punto de tocar su corazón Levi lo detuvo, colocando su mano en la empuñadura de este.
Eren levantó la mirada mientras las voces en su cabeza desaparecían, esfumándose ante la mirada ahora rojiza de aquel ser. Fue todo rápido cuando Levi sacó el cuchillo y lo lanzó a otra parte de la habitación, Eren estaba en shock, inhalando muy poco aire en sus cortas ventilaciones.
—L-le— antes de que el chico pronunciarse cualquier palabra el mayor se apegó a su pecho, oprimiendo su herida, evitando una hemorragia más grande.
La vista de Eren comenzó a nublarse, solo escuchó dos palabras antes de desplomarse en los brazos de Levi totalmente inconsciente.
—Estarás bien—
(...)
—¡Aaaah!— gritó el de ojos verdes cuando despertó de golpe algo alterado, estaba acostado y Levi a su lado.
—Oye, tranquilo— la voz de Levi a su lado lo hizo que virase su cabeza en su dirección. Estaba acariciando sus cabellos, lo que le extrañó fue que por alguna razón los ojos de Levi estaban inchados y la punta de su nariz rojiza, como si hubiese estado llorando.
Desvió su mirada hacia su pecho, aún podía sentir la impresión de cuando su cuerpo se movió solo, clavándose aquel cuchillo... o eso creía Levi, ya que él lo hizo para no herirlo a él... prefería herirse a si mismo.
—¿Q-qué paso con—
—Yo las zané...— susurró más para si mismo que para Eren, aunque de todas formas el chico lo escuchó.
—Yo... N-no puedo creer lo que hice...— puso sus manos cubriendo su rostro con frustración.
—Tú no lo hiciste... fue ella— el azabache observó hacia abajo.
—¿Ella?— Eren lo vió confundido.
El mayor suspiró y seguido de esto abrazó al castaño por la cintura. Eren seguía algo sockeado, por esto simplemente se quedó inmóvil, sin decir o hacer nada.
—Te lo explicaré...—
—¿En serio?— reaccionó, ahora viendo sorprendido la cercanía de Levi a su cuerpo.
—Sí... solo... un poco más— susurró cerca de su oído, mientras afirmaba el abrazo.
Las mejillas de Eren enrojecieron y una pequeña sensación de escalofrío recorrió su estómago.
—B-bien...— respondió algo avergonzado, aceptando el abrazo.
El azabache respiraba en su cuello, haciendo su piel erizar.
—Levi-san... Perdón por haberle gritado...— dijo tímido.
El de orbes azulados tenía sus ojos cerrados, analizando las palabras del otro. Se separó un poco de Eren quedando sus rostros muy cerca y las mejillas del castaño se ruborizaron más de lo que estaban.
—Eso no me importa... yo...— observó las piedras verdes fijamente —Tch— frunció el seño —...s-solo quiero que me perdones— una lágrima se deslizó por su mejilla derecha, humedeciéndola y dejando sorprendido al menor.
—L-Levi-san... está... ll-llorando...— el chico limpió con su dedo anular aquella lágrima cristalina y lo vió con preocupación.
El azabache cerró sus ojo y se acercó aún más al rostro de Eren, aspirando su aroma, perdiéndose en él. Sus hermosos ojos se posaron sobre los contrarios, luego observó sus labios y no dudó en juntarlos. El menor cerró sus ojos, aceptando el beso. Las manos pálidas llegaron y acariciaron las mejillas sonrojadas y tibias del castaño, mientras este sostenía sus antebrazos con sus manos. Se separaron dejando un hilo de saliva uniendo sus bocas, los ojos llorosos del azabache pestañearon pesadamente, para al final unir sus párpados mientras el moreno se lanzaba a abrazarlo.
—¿Por qué quiere que lo perdone?— el azbache frunció el seño, tratando de ocultar su agonizante llanto, pero Eren sintió como Levi soltaba un pequeño soyoso —No siga llorando...— afirmó su agarre y el de hebras negras acarició sus cabellos.
—Yo... no quisiera decírtelo... de verdad... no quiero...— frunció ahora sus labios, dejando salir más lágrimas.
—¿Por qué?— dijo extrañado, ahora observando fijo a los ojos del otro.
—Yo... tch...— se levantó llevando al chico de la mano.
Salieron de la habitación, Eren se limitaba a seguirlo, o más bien, a dejarse llevar.
Mientras comenzaban a bajar las escaleras las manos de Levi sudaban, era algo que no pasaba desapercibido por Eren, quien ahora comenzaba a sentirse inquieto, pues podía percibir miradas sobre el, sin hablar de los casi imperceptibles murmullos lejanos.
—¿A dónde vamos?— se abrazó a si mismo con su brazo derecho, mientras llegaban frente a la puerta.
El contrario no dió una respuesta, solo coló su mano sobre el picaporte y se veía a kilómetros que no quería girarlo, pero no podía seguir así, mientras más rápido terminasen esto mejor.
La puerta fue abierta, la brisa bruscamente sacudió los cabellos de Eren, quien veía sorprendido como Levi lo arrastraba afuera, es decir, él nunca lo dejaba salir. Levi sabía perfectamente que tal vez no volvería a ver a Eren, que dejaba por segunda vez a alguien que amaba de verdad. Sabía que hacía mal, se dañaría a si mismo y también a aquel chico que llegó por coincidencia... Pero después de todo... Esa era su naturaleza...
Los dos chicos comenzaron a caminar entre las tumbas, el castaño estaba temblando, escuchaba gritos, susurros, todos inentendibles pero que por alguna extraña razón sabía que no eran para nada buenos. Caminaba en un campo minado, en el cual si daba un solo paso en falso explotaría de inmediato. Apretó la mano del azabache al cual no le podía ver el rostro ya que iba más al frente y este le devolvió otro apretón por respuesta.
Ahora de la nada comenzó a lagrimear cuando las voces sesaron, solo escuchaba llantos, gritos desgarradores, llenos de agonía y tristeza. Parados frente a aquella tumba, Eren cayó al suelo totalmente devastado, su corazón no podía quebrarse más, simplemente ya estaba triturado, sintió puñaladas en él, era como si lo hubiesen estado posteando y pateando con la fuerza más descomunal posible. Observaba aquellas letras malditas en orden no deseado, formando las palabras que nombraban a aquel ángel que desgraciadamente no había sobrevivido al campo minado...
Isabel Leonhart
Totalmente frustrado colocó ambas manos en su cabello, jalandolo con fuerza, no era posible, simplemente era demasiada información que procesar en solo unos segundos.
—¿P-por... qué...?— susurró con voz quebrada, ignorando la furia, tristeza, dolor, amor, agonía, miedo y culpa que llenaban en esos momentos el corazón de Levi, quien se encontraba detrás de él, pasando desapercibido por el de ojos verdes.
Allí se vió otra vez, aquellos cabellos color fuego como las llamas del infierno, dónde se encontraba ahora, condenada a ser vil esclava de su destino, se sentó sobre su propia lápida dónde yacía su cuerpo sin vida, con una sonrisa sincera, tranquila y llena de paz en su rostro.
—Perdón— susurró la chica, posando sus ojos sobre los también verdes frente a ella, llenos de lágrimas y tristeza.
—I-isabel...—
—Disculpa por no decírtelo antes... Está tragedia terminaría pasando...—
—¿Tragedia?— el castaño la vio, recordando su anterior conversación, donde ella había dicho algo parecido.
FlachBack:
—Él me salvó la vida y me convirtió en su cáliz, hizo mucho por mí, aunque sabía que en algún momento iba a suceder esta tragedia—
Fin del FlachBack:
—Sé que estuvo mal no decirlo... prácticamente te incité a quedarte con un demonio— sonrió nerviosa.
—¿Demonio?— volvió a interrogar sin ser escuchado.
—Voy a explicarte un poco más a detalle—
De la nada, el cuerpo del castaño sintió una presión en su pecho, su vista comenzó anublarse, vió agua, se ahogó en ella.
(...)
—¿Isabel?— llamó el chico, estaba en un lugar totalmente oscuro, era un vacío, solo podía ver su cuerpo y el de aquella chica incada de rodillas en un suelo, si es que había uno, con sus manos encadenadas, pero lo que más llamó su atención fueron aquellas hermosas alas, eran enormes y voluminosas, blancas, aquel hermoso color puro, como el alma que estaba atrapada allí.
—Es realmente bueno...— soltó con voz ida y sonriendo con una extraña felicidad, sus manos sangraban por la presión que hacían aquellas cadenas divinas en ella.
—¡Isabel!— corrió a auxiliarla.
Cuando llegó al frente de ella, se acucliyó e intento quitar aquellas cadenas, pero justo cuando las tocó sintió un corrientazo invadir su cuerpo, alertándole de que no podía tocar allí.
—No puedes hacer nada, esas cadenas son irrompibles. Además...— sonrió con las mejillas rojas —...quiero conservarlas—
—¿Conservarlas?— dijo confundido —¿Dónde estamos?—
—En el paraíso—
De la nada vió aquellas llamas ardientes rodearlos, haciendo un círculo del cual no podrían escapar. El calor comenzaba a hacerse presente y el castaño empezaba a sudar.
—¿P-paraíso?— vió con temor aquel fuego candente, aquel del cual no se podía escapar una vez estabas dentro.
—Sí...— respondió sin quitar la sonrisa de su rostro —Es hermoso... ¿Verdad?—
Las llamas subieron de nivel, ahora el calor era más abrazador, sus cuerpos era iluminados por aquella luz y realmente no era para nada bueno... al menos eso creía Eren.
—¡¿Cómo que hermoso?!— dijo desesperado, viendo aquel fuego a su alrededor —¡Debemos salir de aquí!—
—Es imposible—
—¿Eh?— volvió su vista a ella, sus ojos se abrieron más de lo normal al ver aquella felicidad clavada en su rostro —¿P-por qué estás tan feliz?—
—Todos creen que estar en este lugar es un castigo, uno indeseable, que preferirían su muerte antes de venir aquí...— habló con voz tímida —...pero yo no creo eso... el infierno uno puede hacerlo bueno o malo... solo depende de tu punto de vista—
Los temblores se apoderaron del cuerpo del castaño.
¿Infierno?-Se preguntaba.
—Debo aclararte un par de cosas, debes de estar muy confundido y en parte es culpa mía, debí explicarte antes... no puedes irte si saberlo, así que estate atento a mis palabras, resumiré lo más posible— suspiró pesadamente y Eren se preparó para escucharla —Levi Ackerman es el llamado Demonio de la Calamidad, un ser totalmente destructivo y maligno. Desde que tiene memoria a devorado las almas de los humanos en un período de tiempo de 14 días. Estas personas mueren antes de convertirse en lo que llamamos cáliz, ya que son el sostén de Levi en ese prolongado tiempo, el resto de los días son almas que vagan en aquella casa mientras que el Demonio de la Calamidad devora su alma, si me entiendes y atas cabos... su alma es su sangre. Su piel es frágil ante el sol ya que siempre a estado en la oscuridad...Él ha vivido en aquella casa del bosque, alejado de la ciudad, por más de un millón de años. Allí a enterrado a todas sus víctimas en un cementerio que solo puede verse al anochecer. Hay dos familias que de cierta forma influyen por su tipo de sangre o alma, como quieras llamarle, estas son los Leonhart y los Jeager. Los Leonhart pueden ser visibles aunque ya hubiesen sido asesinados por Levi, es decir... todo este tiempo yo estuve muerta... también nuestra alma es más difícil de obtener, por lo que tarda un período de dos años aproximadamente en ser adquirida. Los Jeager simplemente tienen un alma mucho más gustosa, o de cierta forma... una que te deja más satisfecho y puedes esperar más tiempo antes de devorar otra alma... por esto cuando Levi escuchó tu nombre no dudó en terminar de tomar mi alma, aunque no te sientas culpable... ya me estimaba solo unos días más de "vida". Te había dicho que intenté suicidarme, pero no fue así... yo me suicidé, yo morí, estuve a punto de desprenderme de este mundo e irme al lugar que llamamos "Cielo o Paraíso"... Pero él me arrastró de vuelta, llevándome a las puertas del infierno. Destruyó mi vida... o lo que quedaba de ella... Pero también me salvó, me dió a conocer lo que significaba ser amado... me enseñó el significado del amor...— de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas —Fui al infierno al lado de un ángel— sonrió —Un ángel esclavo de su propia naturaleza... Aún recuerdo el momento en que atravesó mi pecho, condenándome a pasar el resto de mi tiempo aquí, sus lágrimas no paraban de brotar de sus ojos...— sonrió nerviosa, llorando a más no poder —...yo soñaba con que me amase y lo logré... ¡Hice que un demonio amase a una humana!— gritó con la voz quebrada, mientras veía como los ojos de Eren se llenaban de lágrimas al ver su estado y escuchar la verdad de la historia, ¿Vampiro? Demasiado fantasioso... Era un demonio... Él se enamoró de un demonio... Se condenó a si mismo... Se ganó un boleto al infierno —Seguramente le hice mucho daño...— soltó una risa seca mirando sus manos encadenadas —Aunque no me arrepiento— removió sus alas varias veces, como si hubiese intentado emprender vuelo... pero no podía... ese era su destino —Amé y fui amada... es lindo— soyosó en voz baja —Me alegro que que Levi haya encontrado a otra persona a quien amar...— observó con tristeza a Eren —Aunque lo condenaste a seguir sufriendo— el castaño iba a hablar pero Isabel continuó sin escucharlo... No quedaba mucho tiempo —¡Pero el te trajo aquí! ¡Al paraíso!— ahora lo vió con felicidad, extendiendo ambos brazos a los lados, muy poco ya que las cadenas no la dejaban.
—¿P-por qué le llamas Paraíso al... Infierno?— soyosó entre lágrimas.
—¿Ah?... Jajajajaja— rió divertida dejando a Eren confundido —Este lugar es perfecto, aquí puedo permanecer en paz, sin ser molestada por aquel cruel mundo, mis padres murieron ¿Qué más tenía que hacer allí? Por si te preguntas, Annie no era mi hermana, simplemente es una chica que fue cáliz de Levi hace más de quinientos años y como es Leonhart permanecía visible para mí y los demás... ella y yo éramos unas de las pocas almas que le guardaban cariño a Levi, la mayoría lo detestaban y quería verlo muerto aunque fuese inmortal, por eso me tomaban tanto a mi como a ti para herirlo ya que solo su cáliz podía hacerle daño, hablando de eso... cuando tomaron tu cuerpo... quien te apuñaló fui yo... lo siento... no podía permitir que dañases a Levi, aunque eso ya es otro cuento— sonrió —Aquí puedo estar por la eternidad, pensando y conservando el amor de Levi hacia mi y viceversa... esa es mi extraña adicción... es realmente hermoso cuando puedes revivir tus recuerdos con solo pensarlos... Eren, si te das cuenta... si de verdad lo amas... después de todo, no es tan malo—
Dicho esto ya los ojos de Eren no podía estar más inchados, se lanzó a abrazar a la ojiverde y esta se esfumó al instante.
—¿Isabel?...— observó sus manos, no había nada, vió a su alredor, estaba vacío —¡¡Isabel!!—
Y de un momento a otro, en un segundo, derramaba sangre de su pecho, sus ojos sorprendidos y llorosos lo decían todo. Frente a él, yacía aquella criatura maldita, miró su cabello, era blanco como la nieve, miró su rostro, aquel pálido y de rasgos fino, miró sus ojos, orbes negros como dos piezas de carbón, se sumergió en ellos , vió cosas, escuchó cosas, estuvo en el infierno frente al mismo diablo. Hoy en día se olvidó de ese dolor, solo recuerda aquellos pálidos labios besar los suyos y susurrar un "Te amo". Que extraño era, hundirte en el agua y quedar en lo más profundo del océano, que nadie te encuentre y calles lo que ves, que tú y solo tú tiemblen de miedo.
Pero con el paso del tiempo, se dió cuenta de algo.
Estar en el infierno no era tan malo. No si podía disfrutar de su extraña adicción.
—Me pregunto, Eren. ¿Cuáles son tus flores favoritas?— decía el azbaache de orbes azulados, mientras le hablaba a aquella lápida blanca, que llevaba escrito delicadamente "Eren Jesger 2004 - 2021" —Las mías son las rosas negras, estas representan la belleza y la muerte— colocó suavemente aquella hermosa rosa teñida de negro sobre las demás, aquellas blancas, emanando paz y pureza en el ambiente —Su color negro es la muerte y la rosa en sí es la belleza, entonces quiere decir, que hay belleza en la muerte—
Estuvo a punto de apartar su mano del tallo de aquella flor pero una mano sobre la de él lo detuvo, parecía no verse bien, más bien era casi transparente, al punto que podía ver su piel a travez de ella. Desvió su mirada sorprendida hacia aquella sonrisa sincera, llena de amor y dulzura. Lágrimas comenzaron a caer de su rostro, pero no eran de tristeza, mucho menos de culpa, estaba feliz, feliz de poder ver cómo aquel chico podía cumplir su deseo, disfrutar se su amor en el infierno, esa era su adicción, su extraña adicción.
Vió como el castaño se alejaba y se paraba junto a la tumba de Isabel con una sonrisa, la chica apareció de entre los árboles y le extendió su mano. El de ojos verdes la estrechó y ambos observaron a Levi, sonriendo, así quería que los recordase, sonriendo, disfrutando de las llamas del infierno a las cuales fueron arrastrados. Ambos jóvenes se dieron la vuelta, el Sol comenzaba a salir, la luz era tenue por lo que no era suficiente aún para dañar la piel sensible del ojigris, quien veía con amor aquella escena, las dos personas que más amó caminando, el sol iluminando la unión de sus manos, resaltándola de lo demás, ambos dirigiéndose a las puertas del infierno, solo para seguirlo pensando... para seguirlo amando... para vivir en carne propia... su extraña adición.
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FIN
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Hola, les doy las gracias por leer este hermoso one-shot, les deseo un feliz Halloween, que la pasen bien.
El amor puede romper barreras, a veces las menos esperadas. ¿Es posible que un ser que no pertenece a este mundo, un demonio, se enamore de un humano? Eso solo lo saben los que lo han vivido, los que han sido testigo silencioso de ello, ya que no han vivido para contarlo. Eren amaba a Levi y este lo amaba a él, justo ahora sería el mejor momento para decir aquella conocida frase "Hasta que la muerte los separe" ¿Qué hay más allá de la muerte? Eso nadie lo sabe, hay muchos secretos en este mundo que en algún momento serán descubiertos y ese día, será el que todos nos demos cuenta de que no estamos solos en este mundo, pero eso es otra historia.
¡Espero les haya gustado! ¡Comenten y dejen su voto! De verdad lo apreciaría. Una vez más, ¡Gracias por leer!
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