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Alberto Giordano estaba que no lo calentaba el sol, Min Yoongi del Clan Diamante le había dado el  beso de la Mafia, el beso de la muerte, significaba que le había declarado la guerra y que lo iba a ejecutar. El beso era una sentencia de muerte.

          —¡Hijo de puta! —Gritaba haciendo escándalo.

Maximiliano lo miraba impasible, no podía meterse en los asuntos de su padre ya que éste no lo dejaba pero si lo hubiera hecho estaba seguro de que podía haberle dado alcance a los Min.  pero su padre solía sibestimarlo demasiado.

     —Bien hecho  padre, estamos en guerra con la Mafia Coreana entonces... ¿Todo por un capricho de Francesca? —Espetó escupiendo en el suelo.

     —Capricho o no, nadie rechaza a un Giordano. Min va a pagar. Me humilló frente a todos en la reunión. 

Estaba molesto, no lo había podido atrapar. Los Min habían logrado escapar rumbo al aeropuerto y seguramente a estas alturas ya estarían en el aire, y ya estando allá en Corea se le haría más difícil atraparlo.  Todos sus intentos por asesinar a Park Jimin habían fracasado rotundamente y ahora se le sumaba Min Yoongi,  cada vez era más difícil sin embargo, no imposible. 

Ahora sus planes se habían arruinado porque el quería al heredero De los Diamante con vida pero ahora debía también asesinarlo.

     —Como sea, ahora debo comprar dos cajas y no una.

Maximiliano soltó una sonrisita de nariz mirando a su padre.

     —Debo planear bien mi próximo movimiento.  —Añadió llevando sus dedos a la barbilla, pensando bien que debía hacer. —¿Haz querido participar en mis cosas no? Pues es tu hora Maximiliano,  que mejor que carne fresca cazando más carne fresca.

Maximiliano miró a su padre sorprendido y luego sonrió y asintió.

     —Bien padre atraparé a Min Yoongi para ti y te lo traeré.  —Habló convencido el hijo mayor de Giordano.

Su padre asintió satisfecho de sí mismo. Ya podría comenzar a sacarle provecho a su hijo.

La puerta del despacho se abrió abruptamente y una muy enojada Francesca entró hablando en italiano.

Se plantó frente a su padre y le miró muy ofendida.

     —¿Qué te pasa papá? ¡Casi matas a mi futuro esposo!

     —Pues ahora lo único que quiero es tenerlo a mis pies no me interesa si vivo o muerto.  —Gritó el hombre mayor provocando que Francesca pusiera una cara de terror.

     —¿Qué? ¿como se te ocurre?

     —Fran, Min Yoongi le dio el beso a papá.  —Interrumpió Maximiliano.

La mujer pálida se paró en seco abriendo la boca sin lograr comprender la situación.

     —¿Qué? ¿Por qué? —Chilló cómo loca.

     —¿Por quien más? Por Park Jimin.  —Maximiliano sonrió con suficiencia. —Vino a vengarse de lo que tú y papá planearon.

Francesca tiró el cenicero que reposaba en la mesa de su padre.

     —¡Ahhhhh! ¡Maldito Park Jimin! —Gritó como desquiciada. —Siempre acaba arruinando mis planes.

     —Shhh Shhh Shhh. —Maximiliano hizo ruidito con su boca. —Te lo traeré descuida y a Park Jimin también. 

Ella lo miró dudando, Maximiliano jamás se había metido en los asuntos de su padre y menos de ese tipo.

     —Más te vale que no fracases. —Espetó.

Salió del despacho de su padre molesta seguramente a desquitarse con alguna de sus sirvientas.


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Min Yoongi estaba sin habla en ese momento mirando la escena que tenía enfrente.

Jimin se encontraba en la cocina,  Yoongi le había prohibido que se acercara a la cocina ya que él no estaba obligado a hacer cosas en la Mansión para ello estaban las Maids  ellas hacían todo.

Pero Jimin no era un osioso  y siempre buscaba que hacer así que eran las 7 de la noche y se hallaba preparando un postre para recibir a su novio quien le había avisado que llegaría pronto y quería sorprenderlo.

Le estaca colocando las últimas  frutillas silvestres y lo observó,  era un postre  Pavlova y si, realmente se veía delicioso. Agradecía a su madre el haberle enseñado a cocinar. 

Satisfecho comenzó a limpiar su tiradero,  Jimin movía sus caderas de un lado al otro mientras Coreaba "Love Game" de Lady Gaga que se reproducía en su teléfono. Su cuerpo se dejaba llevar por la música.

     —Mmm te mueves muy bien.

Jimin dio un respingo cuando las manos de Yoongi se posaron en su cintura, rápidamente volteó con su rostro rojo y lo besó sin esperar más.

Sus labios ansiaban tanto probar los contrarios desde hacía días, así que se los devoró delicadamente haciendo bailar también su lengua dentro de la boca de Yoongi.  El pelinegro soltó un jadeo que demostraba cuan ansiado estaba por los besos del menor.

Finalmente se separaron por la falta de aire en sus pulmones que gritaban por ayuda.

     —Yoonie amor, te extrañé mucho. —Se colgó del cuello del mayor tratando de impregnarse el aroma de la colonia de Yoongi.

Él sonrió satisfecho al ver que su amado chico lo había extrañado mucho como él. 

     —También me hiciste falta bebé  ahora ven...no quiero que alguien interrumpa.

Yoongi lo tomó de la mano y lo llevó por las escaleras hasta la habitación.

      —¿Que sucede? —Inquirió Jimin con curiosidad.

     —Dijiste que habías comprado lenceria para mi  quiero verla y quitartela ahora mismo. 

Jimin tragó saliva, no creyó que Yoongi le fuera a pedir tan pronto eso. Sus mejillas ardieron pero asintió y fue en busca de las bolsas que contenían las prendas.

     —Mmm iré al baño a ponérmelas para que sea sorpresa.  —Habló bajito por lo cohibido que estaba.

Yoongi asintió y se sentó al borde de la cama esperando con ansias.

Jimin por el contrario estaba nervioso,  sería la primera vez que hacía eso para alguien. 

Sacó un conjunto y despacio, delicadamente se lo colocó con cuidado de no dañar las prendas finas de encaje.

Se miró en el espejo de cuerpo completo que había en el baño y sonrió tímido ante lo que llevaba puesto. ¿Le gustará?

Tomó una bata y se la puso sobre las prendas para cubrir la sorpresa y luego salió del baño.

Yoongi estaba sentado en la orilla de la cama mirando al techo y tenía un vaso de Whisky en su mano. Sonrió al ver a Jimin salir del baño envuelto en esa bata blanca.

El castaño se acercó hasta quedar a centímetros de él y llevó sus dedos a la cinta de la bata pero cuando estuvo a punto de desatarla Yoongi lo detuvo.

     —¡Espera... esto merece algo más especial.  —Sus ojos brillaron cuando dijo aquello y Jimin sintió su cuerpo temblar cual gelatina ya que Yoongi se portaba un tanto enigmático.

El pelinegro lo tomó de la mano de nuevo y lo llevó fuera de la habitación, caminaron por el pasillo de las demás recámaras y luego hasta el final del pasillo Yoongi abrió una puerta, entraron a una estancia en penumbra que de inmediato se iluminó tenuemente al percibir movimiento en la habitación.

Jimin abrió sus ojos al verse rodeado de una habitacion finamente adecuada con un escenario pequeño y un cómodo sillón de terciopelo rojo frente a él,  tenía luces de reflector por todos lados, más allá se hallaba una serie de utensilios para Bondage, sumisión, y dominación al igual que una pequeña cama con sábanas rojas de seda.

     —¿Y-yoongi?

     —Shhh. —Yoongi puso un dedo sobre los labios de Jimin y lo acarició suavemente.  —Antes de que digas algo y como  sé lo impulsivo que sueles ser, esta habitación está instalada aquí gracias a Hoseok quien me la regaló para mi cumpleaños número 24, según él yo pasaba por una situación de depresión, y quiso darme algo para mantenerme ocupado. Jamás la estrené hasta ahora.

Jimin asintió mirando todo, lo que más le llamaba la atención era el escenario. Un mini bar con variedad de bebidas de las que le gustaban a Yoongi, también un Jacuzzi y baño privado. Una serie de sillas especiales para sexo.

Yoongi observaba con paciencia como Jimin miraba todas y cada una de las cosas en la habitación. Su castaño se acercó despacio hasta la mesa donde encontró varios látigos y sogas, ganchos y arneses.

     —¿Te gustaría que hiciéramos algo de esto? —Preguntó antes de hacer cualquier cosa que pusiera incómodo a su pequeño. —Para serte honesto hay cosas que no me llaman la atención definitivamente, como colgarte con esos ganchos, pero hay cosas que muero por hacerte.

Jimin se puso más colorado aún si le era posible, su cuerpo estaba tan caliente que pensó que si Yoongi lo tocaba seguramente podría quemarse.

     —¿Qué dices bebé? —Yoongi enarcó una ceja.

Jimin le miró con sus ojos brillos y asintió tímido.

     —Si a ti te gustaría a mi también... pero jamás he hecho algo así.

     —Tranquilo yo tampoco pero tengo una noción.  —Sonrió el pelinegro tomando de la cintura a Jimin y planteándole un beso en la nariz.

     —Bien, si lo hacemos que sea bien ¿De acuerdo? Como en las películas...

Yoongi asintió.

     —Comprendo.  ¿Con reglas y todo? ¿Pongo las reglas? —Yoongi lo miró alzando una ceja.

Jimin volvió asentir.

     —Bien. —Yoongi se sentó en el sofá y lo hizo a Jimin sentarse a su lado. —Primero bailarás sensualmente para mí,  dos... me llamaras Daddy, mi nombre ahora está prohibido para ti, tres, si te digo que no te muevas no lo harás, y vas a obedecer todo lo que yo te pida. ¿Estas de acuerdo? —Preguntó.

     —Sí Daddy.  —Simplemente respondió el castaño.

      —Así me gusta. —Sonrió Yoongi dando una suave caricia en su mejilla. Si desobedeces tendrás un castigo,pero tranquilo Bebé seré bueno contigo.  —Susurró en el oído de Jimin provocandole que su piel se eriza.

     —Bien chico lindo, arriba. —Yoongi le dió un suave empujón hacia el escenario y el castaño camino para posicionarse en el centro.

Su corazón latía sin control,  era algo tan exitante y fetichista lo que iba a hacer pero se moría por experimentar con su amado hombre todo aquello.

Sería una experiencia nueva.

     —Listo Daddy. Anunció dejando caer lentamente su bata al suelo.

Yoongi casi se ahogó con su propia saliva en ese momento.

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