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⭐CAP12⭐


Me pasé toda la tarde pensando sobre lo de Sans.

Siendo sincera, Sans está en mi lista de husbandos, y antes de caer por el agujero me leí decenas de Fanfics sobre "Sans y tú", por lo que podría decirse que lo que creo que Sans siente por mí le es correspondido.

Pero luego están mis discusiones internas sobre si una relación así pudiera perdurar por mucho tiempo.

Sí, también he leído Fanfics de Frans en los que la mayoría de relaciones acababan hasta con varios mini Sans y mini Frisk correteando por una casa que se compraron después de casarse. Pero ahí está el problema, son historias, invenciones de fanáticas enamoradas de un personaje que el fandom ha llegado a deformar de una forma impensable.

Si se mirase de una forma realista, cualquiera se daría cuenta de las desventajas.

Él al ser un esqueleto, no hay forma de que haya una relación física. A no ser que tuviese los atributos del Sans de Undertail. Es verdad que las relaciones no se basan solamente en el deseo carnal o cosas así, pero toda mujer tiene esos momentos en los que quiere un hombre el cual pueda satisfacerla.

Pero ahí está mi dilema. Aparte de que si quisiera estar con él probablemente tendría que renunciar a eso, ¡lo demás de él me parece perfecto!

Es gracioso, se preocupa por mí, si tengo frío me deja su chaqueta, si le pido algo me ayuda... Con sólo arreglar esos celos que noté que tuvo cuando le presenté a Gabriel, ¡ME COMPRARÍA DIEZ SANS MÁS!

¿Por qué mierda es tan difícil?

Es posible que tenga que esperar para ver si mi enamoramiento por él es por haber sido desde hace bastante fan suya, o si es que lo amo, porque sinceramente ahora mismo no sé cómo sentirme.

Espero que Sans pueda esperar a que me decida...

. . .

Desperté a las seis por la alarma de mi móvil, al parecer me dormí mientras pensaba...

Me cambié el pijama por ropa para salir y me peiné el cabello aún adormilada. Para tratar de despertarme un poco, me eché agua fría a la cara, me lo sequé con una toalla y bajé para desayunar.

Esta vez sólo estaba Asgore y Frisk.

— Hola Asgore, hola Frisky— saludé pausada y lentamente mientras entraba a la cocina y me agarraba un plátano, no me veía capaz de hacerme un cereal sin tirar todo al suelo.

— Buenas, ___— saludó Asgore.

— ¡Hola ___!— saludó Frisk con energía.

Me senté al lado de Frisk, y cuando me senté, casi tiro sus cereales por hacerlo sin cuidado.

— ___, ¿te encuentras bien?— cuestionó Asgore con preocupación.

— Sí... Sólo que... Tengo sueño... Y... Ah— dije pausadamente con cansancio, contándome a mi misma lo último.

— ¿..."Ah"?— reprocharon ambos.

— ...Ah, ¡AH-CHÚ!— y estornudé.

— Veamos...— murmuró Frisk mientras posaba su mano derecha en mi frente y su izquierda en la suya para comparar temperaturas.

— Ya voy a por el termómetro —informó Asgore.

— Y también ve a por mamá. Al parecer realmente se resfrió — demandó Frisk mientras retiraba su mano de mi frente e iba a por papel para luego tendérmelo y yo agarrarlo para sonarme la nariz.

— Dno sé cóhmo hme he pohdidoh resfriard— dije con tono nasal.

— Habrás tomado frío en el picnic.

— Shí...

Entonces por la puerta de la cocina entraron ambas cabras.

— Hola querida. ¿Cómo te encuentras?— preguntó preocupada Toriel mientras se agachaba en frente de mi silla.

— Muhy... Congeshtionadah — respondí aún con tono nasal.

— Me temo que tendrás que quedarte en casa. Haré una llamada al instituto informando de tu resfriado y te prepararé un té de limón con miel— informó mientras iba a por su teléfono y marcaba unos números—. Asgore, tú llévala a su habitación. No queremos que se caiga por la escalera— demandó Toriel.

— ¿Yo puedo ayudar en algo?—preguntó Frisk.

— No. Tú debes de preocuparte por ir al colegio, pero gracias por querer ayudar— respondió Toriel mientras acariciaba la cabeza de Frisk con una mano mientras con la otra esperaba a que atendieran su llamada.

Mientras Toriel y Frisk hablaban, Asgore me llevó a mi habitación cargándome en modo princesa.

Llegados a mi habitación, me dejó en la cama y me dijo que me cambiase por el pijama y me vaya a dormir, para luego salir de mi habitación y cerrar la puerta haciendo el menor ruido posible.

Le hice caso, y me arropé hasta el cuello. Al instante, me dormí.

. . .

Desperté por un toque húmedo en mi frente. Era un paño mojado.

Cuando busqué con la mirada quién me estaba cuidando, me encontré con la mirada de Sans, lo que me provocó un ligero sentimiento de cosquillas en el estómago.

— Siento haberte despertado. ¿Te encuentras mejor?— lamentó y preguntó Sans con una mirada de preocupación.

— N-no pasa nada... Y creo que estoy mejor, no te preocupes... —mentí. En verdad estoy peor: me duele bastante la cabeza, tengo muchos mocos en la garganta y siento los músculos entumecidos. Sólo se me había ido el tono nasal.

— Siéntate si puedes, te voy a traer algo de comer. Dormiste tanto que te saltaste hasta la cena...— informó el esqueleto mientras se levantaba de una silla que estaba al lado de mi cama, para luego dirigirse a la puerta y salir con cuidado de no hacer mucho ruido.

Miré por unos segundos la puerta por la que se había ido y cerré los ojos.

«Qué amable...»

Abrí los ojos y me encontraba en otro lugar. Un prado de flores amarillas, MUCHAS flores amarillas. No se podía divisar el final del prado, al parecer todo era plano.

Observé mi entorno. El sol estaba en lo más alto del cielo, y lejos de mí había una silueta sentada bajo un árbol. Decidí acercarme a la silueta.

Cuando llegué al árbol y vi a la persona, me sentí extraña. No la conocía, pero a la vez sentía una nostalgia que me decía que tenía que darle un abrazo.

Me puse de rodillas delante de la persona, que por su cabello blanco y largo identifiqué como mujer, y le puse mi mano derecha sobre su hombro izquierdo.

-Hey, ¿te encuentres bien?

Al momento de terminar de hablar, la mujer empezó a subir lentamente su cabeza, y cuando nuestros ojos chocaron, me caí de culo por la sorpresa.

-¿T-tus ojos... Son iguales... A los míos?

Mi ojo izquierdo es normal y castaño, como la mayoría de la población, pero mi ojo derecho es diferente. Azul eléctrico, y con unas líneas rosa fosforito que empezaban cerca de la pupila y terminaban tres milímetros fuera del iris, sobre lo blanco. Un ojo que combinado con mi lado del cabello blanco arruinó mi infancia. No tengo rencor, son partes de mí, pero sí me gustaría saber de dónde salieron.

La mujer se me quedó mirando, con esos ojos... Iguales al mío derecho. Analicé su cara y no podía creerlo... Era igual a mí.

— Tú...— comenzó a hablar la mujer con voz tranquila, hasta ser interrumpida por el grito de otra mujer.

¡Hey, Sanna!¡Encontré...! —la mujer tenía pelo castaño y del mismo largo que la peliblanca, y por cómo habló deben de ser amigas. Venía corriendo desde el lado derecho, pero cuando reparó en mí, fue realentizando la marcha hasta pararse a dos metros de mí—. Espera, quién es...— Cuando me miró, pude ver sus brillantes ojos castaños y su cara de sorpresa al supuestamente identificarme.

Ambas mujeres se miraron entre sí (una más calmada que la otra), y luego me miraron a mí.

¿Cómo es que estás aquí? Se supone que tendrías que vivir en la superficie...— Interrogó la castaña.

No pasa nada, Carol. Me parece que ni ella misma sabe cómo llegó.

Y... ¿Supuestamente dónde estoy? — pregunté a ambas.

¡Yo te explico!— dijo con energía la castaña, que al parecer se llama Carol—. Ésto es lo que se podría denominar tu subconsciente.

¿Y vosotras seríais...?— pregunté.

Nosotras somos dos personas distintas, y aunque no te lo creas, tú eres la mezcla de ambas— informó la peliblanca, Sanna.

Yo simplemente me quedé muda. ¿Y qué más iba a decir después de oír aquello?

¿...Hay alguna explicación que me podáis dar?— pregunté medio como súplica. Me están entrando dudas existenciales.

Lo haré yo— informó Sanna—. Pero para entenderlo primero debes de saber quiénes somos. Yo soy... Algo que no puedes llamar ni monstruo ni humano. Como puedes ver, mi apariencia es humana, aparte de mis ojos y cabello, y también tengo poderes mágicos como los monstruos, pero mi alma no es la de un monstruo, es la de un ángel. Te contaré la historia:

«Hace cientos de años, antes de que estallara la guerra entre los humanos contra los monstruos, yo vivía en un bosque, dentro de una cabaña de madera. Tenía muy buena relación con los humanos y los monstruos y siempre que pedían ayuda, les ayudaba.

Un día, entre unos matorrales cerca de mi cabaña, encontré a un bebé humano, y como al parecer la habían abandonado, decidí cuidarla como mi hija, empezando por darle un nombre, Carol. Con ayuda de madres del pueblo humano de cerca del bosque, que me enseñaron a cómo criar a una niña, logré convertirme en una madre para Carol.

Vivíamos plenamente felices, pero cuando Carol ya había cumplido dieciséis años, estalló la guerra.

Los primeros meses pasaron con dificultad, ya que la mayoría de productos los sacaba del pueblo humano. Ambas pasamos miedo, ya que cabía la posibilidad de que alguien viniese a por nosotras, pero confiada en que si venían los derrotaría con mis poderes, traté de cuidar a Carol.

Seis meses después del comienzo de la guerra, la situación parecía haberse calmado. Ya no se olían cenizas, por lo que me vestí con una capa y fui al pueblo a investigar. Cuando llegué, estaban sacrificando a una familia de monstruos. De la sorpresa y el horror de lo que acababa de ver, me quedé helada, y por el viento otoñal se me cayó la capucha.

Cuando se percataron de mi presencia y notaron mis ojos y cabello, gritaron a todo volumen: "¡Otro monstruo! ¡A por él!".

Por el miedo, corrí de vuelta a la cabaña. La razón me había jugado una mala pasada, haciendo que no me diera cuenta de que estaba poniendo en riesgo a Carol.

Cuando llegué, abrí la puerta con fuerza y le dije a Carol que debíamos marcharnos. Carol salió de la cabaña, pero por desgracia al parecer los humanos me habían seguido.

Tratando de proteger a Carol, la puse detrás mío y activé mis poderes. De mis manos salía una llama azul eléctrico, y mis ojos estaban brillando con el mismo color. Cuando se acercaron, empezaron a atacar. Bloqueaba sus ataques con mis llamas, para luego tirarlas hacia ellos. Llegué a noquear a la mitad, no quería matarlos, pero eran demasiados. Se me pasó la idea de agarrar a Carol y salir volando y lo traté de hacer. Las líneas rosas de mis ojos brillaron con fuerza, hasta que se crearon un par de alas rosa fosforito en mi espalda. Tiré una onda de fuego para tirarlos a todos, me di la vuelta y agarré a Carol para escapar volando.

A seis metros del suelo, una lanza me perforó el estómago y por desgracia no paró, llegando a perforar a Carol por igual.

Con dolor y miedo de perder a Carol, seguí volando hasta llegar a una cueva. Al llegar, me desplomé en el frío y rocoso suelo y miré a la inconsciente Carol. Con lágrimas en los ojos, la abracé con fuerza, y envolviéndola con mis alas, me dije: "No voy a dejarla morir..." Y cerré los ojos.

En ese momento, ambas morimos, pero como yo soy un ángel, se podría decir que tenía ciertos privilegios. Cuando mi forma espiritual vio como ambos cuerpos desaparecían, dejando sólo un par de almas, con mis manos las agarré y las estrujé en mi pecho. Las uní con mi poder y me desmayé.

A partir de entonces, ambas reencarnamos varias veces. No teníamos poder sobre las decisiones de la reencarnación, sólo formábamos parte de su subconsciente. Ninguna de las reencarnaciones anteriores era una mezcla de Carol y yo. Siempre tuvieron la apariencia de Carol, y mi personalidad, o al revés. Tú eres la primera en ser mitad ángel mitad humana.»

Después de oír el relato, me sequé algunas lágrimas que se me escaparon.

También eres la primera en poder hablar con nosotras— confesó Carol con alegría.

Y... ¿Ahora qué hago? ¿Trato de sacaros de aquí?— pregunté yo con duda.

Nos es imposible salir. Podríamos intentarlo, pero sólo nos podrías ver tú, y por ahí alguien te cacha hablando sola y te tacha de esquizofrénica— contestó Carol con humor.

Bueno— contesté yo.

¿Eh?— respondieron ambas con sorpresa.

Si hay alguna posibilidad de sacaros de aquí, por mí genial —expliqué.

¿Segura?— preguntó Sanna.

Segurísima— contesté con firmeza.

Carol y Sanna se miraron entre ellas, y luego me miraron con una sonrisa enternecida en sus caras.

Entonces oye atentamente... —ordenó Sanna—. Debes agarrar nuestras manos, desear abrir los ojos y desear que estemos contigo.

Haciéndole caso, agarré las manos de ambas, cerré los ojos con fuerza y miré hacia el cielo.

«Despierta... Despierta... ¡Despierta...!»

Abrí los ojos y sentí algo en mi frente. Era el paño nuevamente.

Miré a mi izquierda, en la silla que antes ocupó Sans, donde encima se encontraba una bandeja con té de limón y una sopa de calabaza junto a una nota que tenía escrito: "Espero que te guste".

Me acomodé con cuidado para sentarme y miré a todos lados.

«¿No funcionó?»

Pero al momento de pensarlo, dos siluetas fantasmagóricas aparecieron desde del suelo.

¡La casa es increíble! ¡Y está llena de monstruos!— gritó con emoción Carol dando vueltas mientras flotaba en el aire, al igual que Sanna.

Al parecer estás resfriada... Sentimos que hayas tenido que esforzarte por ayudarnos...dijo apenada Sanna mientras se acercaba a mí.

No pasa nada. Hasta estoy mejor que antes de conoceros— mencioné para dejar de preocuparla.

Entonces, la puerta se abrió mostrando a Frisk.

— ___, ¿te encuentras mejor?— preguntó mientras se acercaba.

— Sí, estoy mejor. Gracias por preocuparte— contesté.

Detrás de Frisk, apareció quien jamás pensé llegar a poder ver...

— ¿...Esa es Chara?

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¡Hola de nuevo!

Debéis estar como:
Jamás actualiza y de la nada tira dos capítulos en menos de 24h.

Increíble, ¿verdad?

Estoy tratando de prestarle más atención a ésta historia y si es posible, darle un buen final. No digo que vaya a acabar después de dos capítulos más, sino que primero voy a tratar de meterla de vuelta al rumbo que quería que tomara al principio, pero con mejor ortografía y si es posible mejor escrita.

Nos vemos en el siguiente capítulo amores♡

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