Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐓𝐫𝐢𝐬𝐭𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞, 𝐟𝐞𝐥𝐢𝐳 𝐜𝐮𝐦𝐩𝐥𝐞𝐚ñ𝐨𝐬




Amir es el pequeño terremoto en casa, así suelen llamarle los amigos y familiares cuando van de visita. 

— ¿Por qué no lo apuntas en algún deporte? Siempre está intranquilo, quizás eso lo ayude a agotarse —

— Deberás tener cuidado por como lo crías o solo será un delincuente al final del día —

— Nunca presta atención a lo que le dices, pero si le colocas los dibujos animados ni te contesta al llamarlo ¡Es un desobediente! — 

Su madre, recién divorciada y con dos trabajos, está agotada de escuchar tantos consejos sobre cómo cumplir con sus obligaciones. La depresión y las facturas solo la han llevado a ver a su hijo como un castigo divino. ¿Por qué es así? Siempre se cuestiona si es solo por capricho o si es lo que merece por no cuidar correctamente de su forma de vida. ¿Debí pegarle más y tratar de corregirlo? Se repite esa pregunta una y otra vez, cuando en realidad siempre pegaba a su hijo si algo en su día no estaba a su gusto. Culpar a su padre ya era algo del pasado, pues este se esfumó incluso antes de que el pequeño conociera el mundo. Efectivamente, todo era culpa de Amir, según su madre, pues él solo trataba de castigarla por no tener un padre que lo criara ni riquezas que lo rodearan. 

El niño, que digo niño, ese hermoso principito lucía como ángel caído del cielo. Su piel blanca y ojos como azabache eran una de sus cualidades físicas que adulaban, pero estaba esta sonrisa con hoyuelos que te conquistaba rápidamente y lo hacía lucir tan inocente. Ahora el príncipe tiene 13 años, ya ha pasado mucho tiempo para continuar llamándole niño, pero no el suficiente como para decirle hombre.  Se esforzaba mucho por estudiar, aunque por algún motivo siempre terminaba siendo castigado por incumplimiento en sus deberes. Llegar a casa era el siguiente reto, enfrentar a su madre rendida ante la vida que lo esperaba para castigarlo nuevamente. 

— ¿Sabes cuánto he trabajado para sacarte adelante? — La misma pregunta, cada tarde, era el saludo que lo abrazaba una vez que la puerta se abría.

— ¿Cómo puedes ser tan malagradecido? Si no quieres estudiar, encuentra un trabajo, pero deja de ridiculizarme entre los otros padres— En bucle se reiteraban una y otra vez sus palabras durante la noche. El adolescente optaba por permanecer en silencio, cada vez más delgado, por acostarse sin cenar. 

Estalla el sonido del despertador a las 7:00 am, esta vez Amir abrió los ojos inmediatamente, asustado de que su exasperada madre estuviera ahí para recordarle que estaba tarde para la escuela. Sentado en un rincón de su cama, sacudía su cabello con desesperación, su tarea estaba nuevamente incompleta. Se apresuró a tomar sus cosas para ponerse en marcha. Sus viejos auriculares lo acompañan a aislarse del mundo real, aunque solo él sabe que no está escuchando más que la música que en su mente tararea. Ha llegado a clases y la primera materia que impartirán es mate. Tomaba notas del pizarrón pacientemente, cuando los números comenzaron a distorsionarse y saltar por la ventana, estaba perplejo. Solo condujo su mirada por unos segundos hacia el ventanal confundido por lo que observaba, pero el timbre del colegio lo asustó. Las letras y números que revoloteaban desaparecieron, así que Amir solo pensó para sí mismo: No otra vez.

— Al finalizar el día esperaré sus trabajos en mi oficina, los quiero todos—Las palabras de la profesora rasgaban su mente como un arma filosa, ni siquiera estaba seguro de que trataba el trabajo. 

Cada clase parecía enloquecer ante sus ojos de una forma diferente. Durante Historia: los jinetes con armas y lanzas corrían por el libro enfrentándose entre sí. En Ciencias: los animales prehistóricos cobraban vida solo para él y deambulaban por todo el salón de forma divertida. En Física: las ecuaciones creaban constelaciones en el tablero burlándose de la angosta explicación del profesor. Así transcurría el día, terminaba despertando una y otra vez de su hipnosis con el sonido de aquel timbre o el grito de un maestro malhumorado por su falta de interés en el tema. En el recreo solo finge colocar esos desgastados auriculares para que nadie tenga intensiones de hablarle. Camina por el patio trasero con la intención de alejarse de todos, pero por alguna extraña razón siempre termina envuelto en algún disturbio. Los chicos lo molestan, las chicas caen ante su belleza y aparente rebeldía. Amir parece no estar interesado en estas cosas, según él tiene numerosas inquietudes en mente que lo mantienen ocupado, la verdad es que nunca termina ninguno de esos asuntos. Se sentía incapaz de tener una cita, se imaginaba a sí mismo olvidando el horario, el lugar y hasta la propia cita. No tenía amnesia, pero claro, esos tantos pensamientos no le permitían concentrarse en esos planes de sociabilizar por el momento. 

De este modo repetitivo veía pasar días, meses y años. Como con todos sus cursos anteriores, consiguió a duras penas terminar su preparatoria. Era contradictorio, dentro de este niño ruidoso e hiperactivo vivía uno muy diferente, que luchaba por aprender y hacer las cosas bien, por más difícil que resultara, no se rendía. Su persistencia era en ocasiones molesta para quienes solo querían que se rindiera, así fue que cuando le planteó a su madre sobre asistir a la Universidad esta solo le dijo que buscara un trabajo y se dejara de tonterías. 

— ¿Cómo podrían ser tonterías mis sueños? Incluso si quisiera estar en un circo, deberías estar orgullosa — reprendió por primera vez en 18 años a su progenitora. Esto hizo que ambos se miraran por un tiempo, sin decir ni siquiera una palabra. 

— ¿Quién te crees para gritarme? ¿Te he criado todo este tiempo para que creas que puedes gritarme cuando deseas? Eres idiota, no prestas atención ni obedeces órdenes. ¿Universidad? Solo si estuviera loca te enviaría a allí a malgastar mi dinero. Escúchame bien, encuentra un trabajo o lárgate — reaparecían estas palabras, las escuchaba tan seguido que parecían pregrabadas en su cabeza antes de dormir. 

No tenía caso continuar peleando una guerra en que nadie tenía fe, pues dentro de las dolorosas expresiones de la madre existía algo de verdad, para Amir. No podía controlar cómo funcionaba su mente, no tenía idea de cómo detener toda la información que una y otra vez se desplazaba y los tantos planes inhacederos que tenía. 

Bajo la ducha se repetía a sí mismo las palabras que su mamá le había gritado antes, lloraba, pero no era este un llanto cualquiera. Sus lágrimas se deslizaban por sus mejillas sin restricciones, la impotencia recorría su rostro en cada lágrima. En días así volvía a ser aquel niño, agotado de esconderse en su cuarto para no ser golpeado. Mordía sus labios para que los gemidos de dolor no pudieran ser escuchados fuera, no era permitido llorar en casa, si eres tú quien hizo algo malo solo debes asumirlo. Pero ¿y si no he hecho algo malo? ¿Tengo derecho a llorar si no soy culpable de lo que me acusas mamá? Las interrogantes hacen que golpee su cabeza contra la almohada. 

Ha llegado el cumpleaños #20 del hermoso Amir, nada importante. Un día, como cualquier otro en casa, el joven ha estado trabajando en un taller de mecánica los últimos años. Dio por perdidos sus sueños, aunque ha encontrado nuevos amigos que lo animan a seguir luchando. El jovencito actúa ahora como un gracioso tipo duro, continua esbelto y lo que todos llamaban ''solo rebeldía'' parece haber empeorado. Entra en casa y nota a su madre sentada en la cocina. 

— Mejor voy directo a mi cuarto, si la saludo solo será un motivo para empezar — Pensó y se escabulló rápidamente a su recámara.

Despertó como siempre fatigado porque se le hacía tarde para ir a trabajar, su madre, que permanecía sentada en la cocina, capto su atención. Se acercó y pudo notar que estaba inconsciente. Su corazón se aceleró, pero no lograba pensar en nada. En la tarde todos estaban en casa para los servicios funerales. Personas que ni siquiera había conocido mientras crecía se acercaban para dar su pésame. Amir solo estaba deseoso por escapar de ese lugar. Extrañamente, no estaba triste ni feliz, sentía una paz tan abrumadora que lo hacía lucir culpable. Se cuestionaba ahora si realmente amaba a su madre y si esta alguna vez también lo amo. Cuando todos estos pensamientos tomaron un receso pudo notar que se encontraba en un bar y no en casa, sostenía un vaso de whisky y vestía aún el traje de luto. Efectivamente, escapó de ese sitio, pero hay algo diferente ahora, su madre no estará en casa para tirar de sus orejas por haber corrido del lugar.

— Ella pudo huir también y abandonarme, como lo hizo mi padre, pero se quedó y eligió criarme. Ella permaneció en silencio cuando todos la culpaban de mis alborotos y convenció a los profesores siempre que intentaron expulsarme del colegio. Ciertamente, no puedo odiarla — se hablaba desde su interior mientras contemplaba como el hielo del whisky se derretía. Inmerso completamente en sus pensamientos pasaron algunas horas antes de que bebiera tan siquiera el primer sorbo de aquel trago. 

Volver a casa era ahora una tarea más pacífica, pero por algún motivo por primera vez en su vida se sintió completamente solo. Mientras ordenaba la habitación de su madre encontró un álbum de sus fotos de pequeño, habían demasiadas, pues siempre le gustaron las fotografías. Tenía una nota dentro, se decidió a abrirla. 

— Hoy he escuchado a Amir llorar otra vez, él cree que sus tontos jadeos no son posibles de escuchar aquí fuera. Quiere ir a la Universidad, me alegró mucho escuchar eso, pero es otra de sus mentiras. No puedo seguir haciendo esto. Podía haber sido un niño normal, pero por mi culpa... simplemente debí darlo en adopción a alguien que sí lo pudiera criar bien. Es igual a su padre —

Durante la lectura era posible escuchar cada palabra con el tono grotesco de su madre. Resonaba la oratoria con ecos en sus oídos e irrumpía sin autorización en su corazón para clavarle un aguijón con veneno. Prefirió no continuar leyendo, se dispuso a recoger el cuarto Esta tarea le tomó algunos días, pues como siempre terminaba resolviendo algún otro compromiso que no estaba en su lista.

Algunos años pasaron desde ese día, el apuesto joven no había cambiado mucho. Continuaba siendo desorganizado, iba de allá para acá como trompo que no logra detenerse. Con tan solo 26 años había tenido tantos trabajos como le fue posible. Estaba exhausto, pero no se detenía, incluso si quisiera detenerse se encontraba a sí mismo ocupando su mente en cualquier otra cosa instantáneamente. Un señor que lo observaba intrigado mientras este trabajaba en un bar como mesero, se le acercó.

— Hola muchacho — dijo en tono calmado y con una sonrisa.

— Desea algo, señor, lo atenderé enseguida — gritó esto y ya se encontraba frente al anciano.

— En realidad ordené hace algún rato, parece que no estabas muy atento — la sonrisa de este hombre no desaprecia e inquietaba un poco al extraño Amir.

— Es eso cierto, perdón, pero no estaba atento y olvidé tomar su orden. Me disculpo, me apresuraré a tomarla ahora — avergonzado una vez más de tener que pedir disculpas por estar en las nubes.

— No te preocupes, te sorprendería las tantas veces que me sucede esto. ¿Trabajas hace mucho acá, nunca te había visto? — parecía interesado por su tono de voz y a su vez se mostraba comprensivo con el chico. 

— En realidad solo es de medio tiempo, soy nuevo. Podría no reportarme por esto, prometo que no sucederá nuevamente — con sus ojos clavados en el suelo, solo pensaba en que no podía perder este trabajo también. 

— Tranquilo, tranquilo muchacho, no te reportaré. Pero te tengo una muy buena oferta. Te gustaría ganar algo de dinero extra — esta propuesta parecía confusa viniendo de aquel señor y antes de que pudiera comentarle un poco sobre el tema, Amir lo interrumpió.

— Disculpe, pero no me interesa ir a prisión, así que gracias — justo cuando estaba dispuesto a regresar al otro lado del club, la risa contagiosa del extraño lo detuvo.

— Tranquilo jovencito no es nada de ese estilo. Soy director de cine, esta es mi tarjeta. Me gustaría que actúes en una de las películas en que estoy trabajando, como actor principal ¿Qué te parece? — dijo todo esto de una vez, dejando estupefacto a Amir, que había dejado de escuchar desde que tomo la tarjeta de presentación. 

— ¿Entonces? ¿Qué dices? Sé que no tienes experiencia, pero con un poco de trabajo y tu físico lo podremos lograr — continuaba balbuceando palabrerías de las que Amir parecía no entender nada. 

Las palabras que por tantos años escuchó de su madre estaban organizando una lucha contra las esperanzas que le proponía el anciano desconocido. En aquel punto daba igual lo que otros dijeran, dependía de sí mismo poder conseguir su sueño. Estaba muy nervioso tratando de silenciar los tantos ruidos que circulaban en su cabeza en aquel instante.

Tomó unas pocas semanas, un cambio de look y un tour por todo el set de grabación para que se decidiera a ser actor. Hoy le han entregado su guion, tras una hojeada este no hace más que llorar, hacía mucho tiempo que no lloraba de ese modo. Hasta había olvidado como se sentía. La historia de este filme parece describirlo a la perfección. Sentía que el anciano se estaba burlando de él. Pero se preparó y aprendió el libreto. El cúmulo de emociones que experimentó durante la grabación de la película fueron captados con suavidad. Su interpretación fue muy bien recibida por el público que lo aclamó y lo ayudó a descubrir secretos que había guardado de sí mismo toda la vida. Nuevos trabajos de actuación llegaron y con estos, nuevas oportunidades. 

— Hola mamita, disculpa a tu hijo tonto que tardó tanto en volver a visitarte. Debes estar muy molesta. Hoy es mi cumpleaños y el aniversario de tu partida, es gracioso como te aseguraste de que no festejara mi cumpleaños nuevamente antes de marcharte. No te enojes, solo estoy bromeando. He venido a contarte algo. No soy un maleducado ni un intranquilo, no soy grosero o un peligro para los demás, no me volví delincuente mamita, no era rebelde o molesto mamita. Tengo un trastorno, los doctores le dicen TDAH, dicen que no lo traté de forma correcta y por eso ahora es más complicado. Pero estoy avanzando y mejoraré. Gracias por criarme — Una vez más el grande Amir se mostraba diminuto y lloraba junto a la tumba de su madre. Esta vez no mordía sus labios ni sentía impotencia, no reprimía sus emociones y sus lágrimas no estaban cubiertas con rencor. 

Esa tarde dejó un ramo de flores y un póster de su más reciente labor. En consecuencia, ese joven travieso se esforzó por convertirse en actor y se preparó para convertirse en alguien que ahora puede ayudar a los demás. Creó una organización que ahora apoya a los pacientes que como él no tuvieron oportunidad de tratar su enfermedad y continúa floreciendo tras el lente.

Ahora que has conocido un poco sobre la vida del joven actor, me gustaría que profundicemos en el trastorno con que fue diagnosticado. Para ello lo primero será que conozcas: ¿Qué es TDAH?

El trastorno por déficit de atención con hiperactividad o TDAH es una condición común que afecta la capacidad de enfocarse, dificulta para poder quedarse quieto y pensar antes de actuar. La principal dificultad de algunas personas con TDAH es la concentración (esto también se llama TDA), pero puede afectar otras habilidades como el control de las emociones.

Si bien su concepto no parece referirse a una grave afección mental en comparación con otras enfermedades de esta índole, les reitero que no debemos minimizar la lucha que lideran algunas personas con su propio cuerpo. El TDAH es una condición causada por diferencias en el cerebro. Quienes lo padecen tienen dificultad para concentrarse. Algunos también son hiperactivos e impulsivos, especialmente los niños y adolescentes. Eso crea desafíos en muchos ámbitos: la escuela, el trabajo y la vida diaria. Por ejemplo, a menudo tienen dificultad para organizarse, seguir instrucciones y controlar sus emociones. 

El TDAH como la depresión no son cuestión de pereza o fuerza de voluntad, ese es uno de los muchos estigmas a cerca de esta condición. De hecho, las personas con TDAH suelen hacer un gran esfuerzo para poner atención y controlar sus impulsos. En el caso de este padecimiento no desaparece a medida que las personas crecen. Algunos de sus síntomas suelen disminuir o disiparse durante la adolescencia o un poco más adelante, pero la dificultad para concentrarse suele continuar. Algunos son diagnosticados en la edad adulta, como fue el caso de la anterior historia. 

Si eres madre/padre, tía/o, amiga/o simplemente conocida/o de alguien con síntomas que puedan estar relacionados con el TDAH, evita ese tipo de comentarios con los que solo reducimos la autoestima del paciente y ayúdalo a hallar la manera de mejorar. Puede tratarse de un niño o incluso de un adulto, la mejor cura para las enfermedades mentales es un entorno que nos apoye y entienda.

''Puedo aceptar fallar, todo el mundo falla en algo, pero no puedo aceptar no intentarlo'' 

                                                                                                                                                    Michael Jordan

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro