HOLDEN

*Llamando a Johansi*

— Jojo, por lo que más quieras, contesta por favor — Susurré nervioso.

— ¿Aló? — Contestó. — ¿Aló?

Mi respiración es agitada, no la puedo controlar, tan solo escucharla hace estragos en mi cuerpo, empezando por ese incesante revoloteo de las mariposas en mi estómago, los nervios en mi voz y ese nudo en la garganta que hace que las palabras se queden en mi mente.

Inspira - espira

— ¡JoJo! — Al fin logro articular la primera palabra — ¿Qué tal nena? ¿Te gustó la sorpresa en el restaurante?

JOHANSI

Agh, fascinante, desearía no haber contestado el teléfono, cuando en mi sano juicio he respondido números desconocidos.

~ Y el número del más idiota respondes, idiota ~ Me recrimina mi subconsciente.

~ De verdad que eres masoquista, ya renuncia, tiene a alguien más en su vida, y ese algo, no eres tú ~ A veces no quisiera escuchar a mi subconsciente, por más razón que tenga

— ¿Nena? Nena tu enamorada, idiota — Respondí despectivamente — ¿Qué quieres? Oye, sabes, te tardas en borrar mi número, no creo que a Alisson, tu enamorada, le agrade del todo que guardes en tu teléfono a su enemiga, ¿o sí? — Sugerí burlona

— Ella no es nada mío, se podría decir que estaba ebrio — Alto, acaso acaba de decir que no son nada.

Mi corazón empezó a latir desmesuradamente queriendo salir de mi pecho, me seguía sorprendiendo como proposiciones como tales lograban desbocar mis sentimientos llevándolos a un pozo sin fondo.

— A otro perro con ese hueso, Rooney, no te creo — Mi voz salió en un puchero al decir lo último.

— ¿Acaso estás celosa, Brown? — Preguntó Holden del otro lado de la línea, agradezco tener esta conversación por teléfono, porque apuesto que ahora parezco un tomate con patas.

— Y porque lo estaría, imbécil. — Ahora mi voz sonó estoica y cortante.

— Solo decía, pero de verdad, no miento, créeme — Su voz sonó suplicante, algo me dice que tiene cara de cachorro arrepentido de haber roto las pantuflas de su amo. — Ella y yo, no somos nada - Sonó seguro, otra vez esa ola de emociones arremolinaron mi pecho.

— Mira, Rooney, no me interesa tu vida, solo quiero hacerte una pregunta, ¿eres el heredero de la empresa ''Yaramoshi''? — Silencio, eso fue lo que recibí de Holden.

— Prometes no decírselo a nadie — Su voz sonó en un hilo de susurro y súplica.

— Palabra de una cerebro de nuez, a un idiota — Comenté para que se sintiera seguro y hacer del ambiente telefónico más ameno.

— Sí, lo soy, al despertar recibí una santa regañada de mi abuela — Comentó divertido.

Otra vez silencio, pero en esta ocasión el silencio fue mío, eso significaba una sola cosa.

HOLDEN

4:00 p.m - Hora de Alemania.

Cuando le confesé a Johansi que era el heredero de esa empresa, se quedó callada y me cortó casi de inmediato.

Ahora estoy paseando por el jardín de la mansión de mis abuelos meditando todo lo sucedido anoche y esta mañana, comenzando con la borrachera, el beso, la pelea, la regañiza por la mañana, el compromiso, la llamada con JoJo y unos cuantos sermones de mis amigos por mensaje, por no decir que me estaban molestando.

— Joven, su abuela lo espera en su despacho — La voz de Adolf Goethe, el mayordomo de la familia, interrumpe  mis pensamientos.

Estaba viendo las flores del jardín para luego voltear y sonreirle a Goethe y asentir con la cabeza.

— Joven Holden — Me habló con la característica cortesía de siempre. — Si me lo permite, quiero darle un pequeño, pero sabio consejo de un viejo a un adolescente.

— Sabes que eres el único con la autoridad moral en esta casa para regañarme, aconsejarme y porque no, darme de vez en cuando mi estate quieto — Sugerí divertido y aunque era verdad, Adolf era el único con la autoridad moral de corregirme, después de todo, él trabaja en esta casa desde antes de mi nacimiento.

Una risilla fue lo que recibí por parte del mayor.

— Holden, acepta el compromiso — Mi respiración se aceleró, de verdad me está pidiendo esto.

— Mi abuela y mi padre te dijeron que me convencieras, ¿verdad? — Pregunté exaltado, él se mostraba tranquilo, no inmutaba su característica seriedad en su rostro.

— No, ellos no tienen nada que ver, la señorita que es su prometida me pidió por una llamada que lo convenciera, ella ya ha llegado a la casa con la esperanza de conocerlo en diversas ocasiones, sabe, creo que harían buena pareja, ella también es testaruda, igual que usted y hasta donde me comentó usted en gustos, le gustan las chicas fuertes, inteligentes e independientes, ¿no es así?

— Tienes razón Adolf, me gustan ese tipo de chicas, no quiero que solo sean bellas, sino inteligentes e independientes.

— Sin contar que su amigo Adam gusta de usted — Me miró pícaro, viejo pervertido, le gusta el yaoi.

— Es solo mi amigo, Adolf — Comenté tomando asiento en la banca que se encontraba cerca de la fuente que había en el jardín.

— Algo me dice que serán algo más en un futuro no muy lejano — Sugirió con una sonrisa.

— Quizás, el futuro es una montaña rusa, nunca sabes lo que pasará. — Una sonrisa surcó mis labios, era cierto, nunca sabemos lo que pasará, solo nos queda esperar a la estrepitosa caída que nos puede esperar a la vuelta de la esquina.

JOHANSI

NOOOOO

Listo, me rindo.

No lo haré.

Holden era el heredero, eso apuntaba a una cosa, él era mi prometido.

Pero, recuerdan el trato con Charlotte, pues loca no estoy como para hacerle este daño a Holden, acostarme con él y luego desaparecer de la nada, y la peor parte es que estoy enamorada del imbécil ese y eso complica más mi plan y a este paso me declarare a Holden

— Mierda — Musité — Esto debe ser una broma, ya sé, no le voy a decir nada, de seguro ya le dijeron que tiene una prometida

— Que tanto balbuceas hermanita — La voz de April me interrumpió con su maldita sonrisa socarrona.

— Lárgate, April — Exclamé irritada.

— Wou hermanita, calmate, solo vine a disculparme — Empezó a ladear sus manos de lado a lado.

— Muy tarde, April, el daño ya está hecho. — Respondí ya harta.

— Oye, mira, no fue mi intención, vale. — Qué hipócrita.

— No te quiero escuchar April, tengo mil cosas en la cabeza como para venir a escuchar tu estúpida excusa barata, ahora sí, lárgate — La empujé hasta la salida y le cerré la puerta en la cara.

— Pero si se tratara de Holden, hasta le abres las piernas — La escuché gritar detrás de la puerta.

— Fácil — Grité desde el interior de mi habitación.

— Zorra — Continuo April

— Seudosanta

— Ofrecida

— Hipócrita

— Mentirosa

— Descerebrada

— Cerebro de pulga

— Tabla de planchar

— ¿Quieres saber por qué te llaman paño absorbente? — Preguntó detrás de la puerta con voz socarrona

— ¿Por qué?

— ¡Por qué te mojas rápido! — Estupendo, ya tuve suficiente de ella por hoy.

— Prepárate para correr por tu vida, maldita escuincla — Abro la puerta de mi habitación y ella se aleja de mí rápidamente corriendo, mientras cierro la puerta de mi habitación de un azote y empiezo a seguirla.

UNA SEMANA DESPUÉS

— ¡HEY! HOLDEN — Gritaba mientras corría para llamar su atención y alcanzarlo.

Ya había pasado una semana desde todo aquello, esa semana en la escuela, lo extrañe como nunca pensé, pero mi conciencia me sigue carcomiendo por el hecho de tener que hacerle eso, es decir, enamorarlo y romper su corazón para luego desaparecer y me odie de por vida.

~ Vaya, que brillante eres, ¡YUPI! ~ Maldición hasta mi subconsciente me lo recuerda cada 5 segundos.

El hecho de que él sea mi prometido y mi presa de cacería para los siguientes seis meses, me aterra, empiezo a aferrarme a este sentimiento que surge en mi.

— ¿Eh? — Volteó para luego abalanzarme sobre él abrazándolo, al mismo tiempo que hundo mi rostro en su pecho ocultándome.

— Te extrañe, idiota — Dije contra su pecho golpeando su hombro. — La escuela no es lo mismo si no estás tú — me separé y noté como sus mejillas estaban teñidas de un rojo carmesí, para luego notar la posición en la que nos encontrábamos, yo estaba encima suyo con mis piernas rodeando sus caderas, pues habíamos caído al suelo — Ay, perdón — Me disculpé parandome inmediatamente.

Apuesto que en estos momentos parezco un tomate con patas por lo roja que estoy.

Extendí mi mano buscando ayudarlo a ponerse de pie, me miró y sonrió socarrón y se puso de pie por cuenta propia.

— Sabes, también te extrañé, cabeza de nuez — Dijo sacudiendo su ropa con las manos — Veo que de verdad te gusto

— Sí, claro, eso en tus sueños más húmedos Rooney — Bufo divertida, aunque no va muy lejos de la realidad que está viviendo mis sentimientos, un remolino de confusiones y ambigüedades pasan por mi mente y corazón.

— No soy Jhonatan, niña hueca — Fascinante, apodo nuevo — Dile al rarito de tu amigo para coordinar el día para hacer el trabajo de literatura de la vieja ofuscada esa que dice ser nuestra maestra, ¿quieres?

— Oye, que tal si dejas de hablar mal de los maestros y nos vamos a la clase de Trigonometría — Traté de empujar a Holden en dirección al salón, cuando me dispuse a ver qué le pasaba lo escuché musitar.

— Mierda, la tarea, no la hice — Y ahí fue cuando recordé que el gordo de Trigonometría el año anterior nos dijo que nos volvería a enseñar la materia y nos había dejado todo un libro para desarrollar, el cual revisaría la segunda semana de clases. — Johansi, vámonos — Sugirió Holden tomándome de la muñeca mirándome a los ojos.

— ¿Acaso estás orate, rizitos de oro? — Damas y caballeros, fue un placer conocerlos, por primera vez desde que lo conocí, Holden Rooney no ha hecho una tarea y quiere huir de la escuela.

— Solo dime si vienes o no, cerebro de pulga, hasta un asno capta el mensaje — Bufó manteniendo su agarre en mi muñeca.

— Espero y tengas un plan para salir de este infierno llamado escuela — Sugerí divertida con una ceja enarcada.

— Las cosas salen mejor de lo que esperamos cuando no es planeado, cerebro de nuez — Me guiñó y así ambos compartimos una sonrisa cómplice.

No se si soy yo o mi masoquismo, pero empiezo a acostumbrarme al apodo.

Holden Rooney, eres una maldita y bella perdición.