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‹ La caída de shiganshina›

Año 855 Distrito Shiganshina extremo sur afuera de la Muralla María

El viento hacía bailar al pasto junto a las flores violetas dos niñas llevaban leña delgada en sus espaldas mientras un niño dormía bajo la sombra de un árbol

- Eren es hora de volver a casa –la pelinegra azabache lo llamo llegando a su lado, el mencionado se despertó asustado de golpe jadeando

- ¿Estás llorando? –cuestiono una castaña cobriza mientras se acercaba más a él para observarlo mejor

- ¡Claro que no! –se limpio los rastros de lágrimas con su antebrazo derecho– deberíamos irnos –se levanto con brusquedad y tomo la leña que descansaba a su lado izquierdo poniéndola en su espalda comenzando su andar siendo seguido al instante por ambas

Los tres llevaba porta leños estas consistían en 5 ramas fuertemente sujetadas por cuerda y dos tiras más largas que usaban para colgarlas en su espalda, el cielo estaba despejado mientras las aves volaban alto para sobrepasar la gran murralla las personas caminaban de un lado a otro haciendo diferentes actividades

- ¿Tuviste un mal sueño Eren? –pregunto llegando a su lado derecho y al costado izquierdo la pelinegra azabache

- No losé, no lo recuerdo –su mirada estaba fija al frente de pronto como si le echaran agua miro a su izquierda– Mikasa no le vallas a decir a mi padre que estaba llorando

- ¿Por qué? –se limito a responder mientras llegaban a la puerta

- eso no es de hombres, además se burlaría de mi –cerro los ojos avergonzado sus mejillas tomaron un ligero color carmín

- ¿Quién estaba llorando? –una voz conocida para los tres niños pregunto llamando su atención

- ¡Hanes! Otra vez estás borracho –se quejaron ambos niños

- No deberían gritar es muy temprano molestarán a alguien –los miro y revolvió su cabello por turnos– si que tienen una gran voz ¿Eh? Eren, ____ –les dedico una sonrisa

Sus mejillas estaban coloreadas por el alcohol ingerido, tenía puesto el uniforme reglamentario más no llevaba su equipo de maniobras tridimensional su andar era tambaleante

- ¡Eh Hanes, deja a esos mocosos y ven a jugar! –llamo uno de su escuadrón que estaba sentado con los demás bebiendo y jugando cartas a rededor de una caja grande de madera

- Deberían estar vigilando las murallas no estar jugando, no saben si un día vendrán Titanes –su voz reflejaba el enojo

- Eren tiene razón Hanes, las murallas no son eternas algún día alguien vendrá y las romperá los Titanes entrarán ¿Entonces quien nos defenderá, unos soldados borrachos? –se quejo en un grito la joven de lacios cabellos

El escuadrón la miro estupefacto, eran reprendidos por una niña quien apesar de su corta edad sabía el peligro de las afueras y no lo ignoraba como algunos niños del montón

- _____ guarda la compostura –poso su mano sobre su hombro cuando la niña tranquilizaba su respiración– ¿Crees que ellos se sentirán seguros si hiciéramos algo? –miro a la gente que estaba en el mercado realizando sus actividades cotidianas– ellos se sienten más tranquilos cuando no hacemos nada y se dan la libertad de llamarnos parásitos

- Eren, _____ debemos irnos –miro a Hanes y el asintió soltando a la joven

- vayan directo a casa, Mikasa te los encargo que no se metan en problemas –se despidió con un ademán volviendo a su puesto de guardia junto a los demás que al instante volvieron al juego

La pelinegra azabache se llevo a ambos tomados de la mano para que no regresarán a seguir discutiendo con el mayor solo podían escuchar sus risas y gritos casi arrastrados

- Mikasa, podemos caminar solos –murmuro avergonzada mirando la espalda de la mayor que los jalaba

- cierto Mikasa –siguio Eren y así lo hizo los soltó suavemente

Siguieron caminando en silencio solo escuchaban el bullicio a su alrededor, el sonar con eco típico de un cuchillo cortando algo en una tabla

- ¡Miren el equipo de Exploración a regresado! –grito al tiempo que campanas sonaban y por la puerta entraban los caballos con soldados con uniforme de las alas de la libertad

- ¡venga chicos hay que darles la bienvenida! –grito entusiasmado Eren ahora jalando a ambas niñas a la muchedumbre que rodeaba la puerta colocándose sobre cajas de madera altas logrando ver casi perfectamente todo por sobre los hombros de los adultos, el mantenía una sonrisa de oreja a oreja al igual que la castaña que poco a poco se fue borrando por otro lado la última del trío solo miraba todo sin expresión solo atenta

La vista era más que horrible la mayoría de los soldados iban vendados de diferentes partes del cuerpo mientras caminaban con la mirada baja, otros iban en las carretas resguardando algo en sábanas blancas solo se podían ver piernas con botas altas marrones y parte del pantalón grisaseo

- ¡Mi hijo Moisés! Señor no le e visto entrar –una mujer se puso frente al caballo que encabezaba la peregrinación deteniendo a todos y haciéndolo bajar de su caballo

- ¿Usted es la madre de Moisés? –pregunto mirándola la mujer de la tercera edad solo asintió– traiga lo –ordeno mirando por sobre su hombro a la carreta

De ahí bajo un soldado con una sábana que envolvía algo y se lo dió al mayor quien lo tomo con cuidado y lo extendió a la mujer bajando un poco su mirada para ver aquellos ojos cristalinos y esos brazos arrugados temblorosos que dudaban en tomar lo que el comandante le quería dar

- lo lamento –se disculpo entregando la sábana con el contenido la mujer agarro entre sus brazos al instante el objeto cubierto

Sus ojos se abrieron, llevo su mano temblorosa a la esquina de la tela destapando la lijeramente topandose con unos dedos ensangrentados su llanto no se hizo esperar se dejó caer de rodillas abrazando el brazo de su hijo ante la vista de tantos ojos y bocas que murmuran entre ellas ese trajico desenlace de va expedición

- dígame, ¡¿almenos la muerte de mi hijo Moisés fue de utilidad?!, No murió en vano ¿Verdad?, Contesté ¡¿Su muerte ayudo en el avance de la humanidad?! –levanto su rostro afligido

- la muerte de su hijo no ha Sido en vano –sus palabras apenas salían mientras veía a la anciana mujer aferrarse a el brazo de su hijo miro de reojo a las personas a su alrededor– ¡La verdad es que su muerte fue en vano! ¡No hemos avanzado nada en estos años! ¡Solo e llevado a mis hombres a la muerte! ¡¡¡NO HEMOS ENCONTRADO NADA QUE PUEDA AYUDAR AL AVANCÉ DE LA HUMANIDAD!!! –descargo su frustración con esa verdad la gente solo lo miraba con desaprobación y asustada la anciana  fue levantada por un soldado

- comandante debemos ir a reportar esto al cuartel –un soldado apoyo su mano en su hombro y ambos subieron al caballo en silencio

El comandante tenía la mirada baja y el seño fruncido por la tristeza e impotencia, así la caravana comenzó de nuevo a avanzar

- ¡La legión de reconocimiento no sirve, solo son un despilfarro de dinero de nuestros impuestos –grito un niño junto a ellos quien era acompañado por un niño mayor

- ¿Qué demonios acabas de decir? –grito el de ojos verdes acercándose peligrosamente al agresor seguido por sus acompañantes los cinco habían entrado a un pequeño callejón con salida

- Eren –llamo la pelinegra azabache

–lo sujeto del cuello de su camisa– retira tus palabras –solto amenazante la castaña, el de mirada verdosa sujeto de igual manera al acompañante del agresor levantando ambos sus manos derechas para asestar un golpe

- ¿Por qué debería hacerlo?, Solo digo lo que piensan todos los adultos –solto el que había agarrado Eren

Ambos cuerpos chocaron contra la pared, Mikasa los había sujetado a ambos de su brazo derecho y los había arrojado contra la pared tirando la leña los otros dos no esperaron para correr con miedo

- ¿Qué haces Mikasa? –se quejo la castaña

- ¡Eso dolió! –ambos gritaron levantándose– haz tirado toda la leña –se quejo Eren viendo tal desastre

- lo siento, ahora les ayudo –se acercó a ambos para rejuntar los leños

Cuando terminaron de recoger los leños siguieron su camino saliendo del callejón doblando a la derecha el transcurso fue en silencio uno incómodo que se había formado por los hechos anteriores subían las bajas escaleras hasta llegar a su hogar que pronto divisaron en la cima apresuraron el paso

- los veré más tarde ¡Eren, Mikasa! –se despidió con un ademán entrando a la casa frente a la de ellos

- Hasta luego ____ –ambos entraron a su hogar

Eren abrió la puerta topandose con su madre cocinando y su padre sentado en la mesa leyendo un periódico

- ¡Estamos en casa! –grito para llamar la atención de ambos mientras guardaba la leña

- bienvenidos –se dió vuelta la mujer viéndolos guardar la leña- vaya Eren esta vez trajiste más leña, ¿Te ayudaron Mikasa y ____? –se acercó a su hijo mientras limpiaba sus manos en su mandil

- no –desvio la mirada sus orejas se tornaron rojas

–le jala una oreja– no mientas y tú Mikasa deberían dejar de consentir a Eren, si siguen así cuando sean grandes el seguirá dependiendo de ti y _____–suspiro la mujer mirando a ambos con ternura– ahora laven sus manos y tomen asiento la comida está lista

Mientras los niños obedecían la orden Mikasa mantenía una mirada triste ambos se sentaron en la mesa el hombre bajo el periódico y miro atento a la niña de mirada perdida

- ¿Sucede algo Mikasa? –pregunto mientras veía como su mujer servía la comida a los niños

- Eren quiere entrar al cuerpo de exploración –solto neutra todo quedó en silencio unos instantes los presentes la miraban sorprendidos

- ¡Mikasa traidora! –alzo la voz mirándola de reojo

- Eren –llamo su madre asustada acercándose al menor– cariño di algo –miro a su esposo que los miraba atento

- Carla no podemos hacer nada, es su decisión –contesto poniéndose de pie– pero dime Eren ¿Por qué quieres entrar al cuerpo de exploración? –ambos padres esperaron pacientes la respuesta del infante

- quiero salir fuera de estos muros y ver lo que hay afuera –murmuro– ¡Si nos quedamos aquí los Titanes derribaran los muros algún día!, No somos ganado para vivir y morir encerrados en estas murallas que llamamos hogar –solto sin titubear– así que cuando tenga la edad entraré a la academia y entraré a la legión

- ¡Eren! –grito su madre más asustada su padre solo soltó una pequeña risa acompañado de una sonrisa

- no olvides esas palabras Eren –se puso su sombrero y agarró su abrigo del respaldo de la silla– cuando vuelva te enseñaré lo que tengo guardado en el sótano –se encaminó a sus hijos besando su frente para despedirse

- señor Jeager, que tenga buen viaje

- si padre, que tengas buen viaje

- ¡Cariño espera!, ¡Quédate y ayúdame a convencer a Eren de olvidarse de esa absurda idea! –grito Carla siguiendo a su esposo hasta la puerta

- Carla el ya tomó una decisión, será difícil hacerlo cambiar de idea –beso su frente– los veré en unos días –se despidió bajando las escaleras y subiendo a un carruaje que al tan solo subir avanzó

- Casa de los Nishimura al mismo tiempo que la llegada de Eren y Mikasa a su hogar-

- ¡Mamá, papá volví! –aviso tan solo al abrir la puerta

- Bienvenida cariño –saludo la mujer con una sonrisa quitándose el mandil

- Hola pequeña –le sonrió mientras veía como su hija ponía la leña en el depósito– ¿Que tal te fue?

- Genial, aunque –detuvo lo que hacía y soltó un suspiro– vimos al cuerpo de exploración regresar, ¿Enserio no hay una manera de ganarle a los Titanes? –miro a sus padres por sobre su hombro– ¿tendremos que seguir viviendo encerrados como ganado, privados de nuestra libertad esperando a ser devorados por esas cosas siempre?

–se levanto de su lugar avanzando en su dirección – no digas eso dulzura, nunca dejaría que algo les pasará a nuestra familia–miro por sobre su hombro a su esposa que se dirigía a ellos acariciando su abultado vientre

- cuando sea grande, iré a la academia y entraré al cuerpo de exploración ¡Así podré derrotar a los Titanes! Y asegurar un lugar seguro y libre para mí familia ¡Lo prometo! –su madre tenía en su rostro rastros de miedo mientras que su padre sonreía y la cargaba

- no olvides esas palabras, porque serán lo que te aferren a tu objetivo cuando sientas miedo –dijo y miro a su mujer

- no te preocupes mamá ¡Yo no moriré hasta ver cumplido mi objetivo!, ¡Traeré la libertad a estas tierras exterminando a los Titanes! –vocifero alegré

- cuando vuelva del trabajo te mostrare lo que guardo en mi lugar secreto –bajo a la niña y abrazo con delicadeza a su mujer

- hablas de dónde guardas las plantas para el te, que aburrido –murmuro lo último mirando a su padre

- cuídate cariño –la mujer beso los labios de su amado con dulzura y el correspondió mientras le cubría los ojos como podía a su curiosa hija

Ambos se separaron y se despidieron con un abrazo familiar como todos los días, así el se marchó topandose con su amigo afuera que subía a una carroza sin tiempo para despedirse solo le quedó desearle buen viaje en silencio

- Horas más tarde -

El atardecer era visible por su habitual color un niño de rubios cabellos era acorralado bruscamente contra una pared

- retira tus palabras –agarro al niño de el cuello de su camisa preparando su mano derecha para golpearlo

- No –cerro sus ojos preparado para recibir el golpe

- ¡Hey! ¿Que creen que hacen! – gritaron al unisono ambos niños corriendo hacia ellos– suéltalo –ordeno la castaña

- ¡Já! Alparecer vienen por otra paliza –solto al chico bruscamente trono sus nudillos y sus dos compañeros rieron maliciosos imitandolo

- oigan, Mikasa viene con ellos –dijo casi en un grito ahogado el líder mirando a la pelinegra azabache que mantenía su ceño fruncido su mirada filosa los asustaba salieron corriendo

- ¡Eso es huyan! –grito la castaña llegando a lado de Armin ayudándolo a levantarse

- ¡Viste Armin huyeron en cuanto me vieron! –solto contento mirándolo mientras paraba su andar al igual que la pelinegra azabache

- no, han huido en cuanto vieron a Mikasa –corrijio con dificultad el rubio

- ¿Estás bien? –lo ayudo a sentarse

- ¿Por qué nunca te defiendes? –ambos preguntaron al unisono

- la violencia provoca más violencia –explico– además si peleaba significaba que les daba la razón

- nunca cambiaras –suspiro cansada  la castaña

- horas después -

4 niños estaban sentados alrededor de un libro abierto cerca de un pequeño rio lejos de la muralla

- ¿Qué es eso? –pregunto señalando un dibujo de llamas en la parte derecha de la página

- Es una tierra de fuego, dice el libró que es tan caliente que no se puede caminar sobre ella, y esto –señala un paisaje a la vista frio en la página contigua– están frío que te congelarias  –dio vuelta a la página

- ¿Eso que es Armin? –pregunto el de mirada verdosa

- Es el mar –contesto con ensoñación

- ¿El mar? –cuestionaron confundidos los tres

- Está lleno de agua salada tanta que no se puede beber

- Pero que dices, no hay agua salada seguro son solo inventos de ese libro –se burló la castaña

- claro que no –señala la página contigua– de ahí se pueden sacar grandes montañas de sal

- ____ tiene razón son puras tonterías, si eso fuera verdad los mercaderes ya hubieran acabado con ella

- El mar es tan grande que no importa que tanta sal saquen no se secara, es una fuente infinita de sal –sus palabras reflejaban emocion

Una parvada de patos pasaron sobre sus cabezas graznando pasando la muralla un extrañó sonido llamo su atención solo vieron un rayo amarillo impactar cerca de la entrada

- ¿Que fue eso? –los cuatro se pusieron de pie el último de ellos cerrando el libro y abrazándolo

La gente estaba con la mirada fija en la muralla justo arriba de la puerta, iban pasando por el costado de las casas hasta que llegaron junto a los demás siguieron la dirección de dónde veían y jadearon en sorpresa al ver cómo la cabeza de un titán se asomaba mirándolos

- ¿Que demonios, como un titán puede ser más alto que la muralla? –hablo un hombre asustado

Todo quedó en silencio nadie se movía, solo el sonido del concreto romperse y el viento que guiaba los escombros logro despertarlos con brusquedad

La puerta del distrito shiganshina había sido destruida

El fuerte viento violento arrojo a personas lejos, otros fueron aplastados por escombros de la puerta, escucharon el suelo retumbar

- ¡Los Titanes han entrado! ¡Corran! –grito despavorido un hombre dando unos pasos atras– como es posible que esto pasé –su mirada estaba fija en el agujero de la puerta

- Eren, Armin, _____ ¿Están bien? –se acercó a ellos, los tres  habían intentado cubrirse de el viento son sus brazos lo cual fue inútil y fueron arrastrados sin recivir una herida

- nuestra casa –murmuro Eren y vio a Mikasa aterrado saliendo corriendo al instante

- Armin debemos alejarnos de aquí! –jalo del brazo al rubio que estaba petrificado– ¡vamos muévete!

Los gritos de súplica comenzaron a escucharse por todo el distrito los pasos se multiplican cada vez más Titanes entran por el agujero el titán responsable desapareció pero nadie estaba lo suficientemente tranquilo para percatarse mientras corrían a la entrada de la ruta de evacuación del muro María

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