3.
Había pasado una hora desde que los héroes profesionales decidieron poner a Bakugou y Midoriya en una habitación con un cristal que los separaba del pasillo, aislados de los demás en lo que investigaban acerca del don del villano de las esferas. Por desgracia, el villano del humo alcanzó a escapar y no se supo más de él, aunque por supuesto estarían alerta.
Izuku se quedó sentado en una esquina mientras esperaba pacientemente mientras que Bakugou caminaba de un lado a otro cerca de las barras soltando de vez en cuando un grito en el que exigía que lo sacaran de ahí.
—Kacchan, deberías sentarte un rato, te vas a cansar de caminar de un lado a otro...
—¡Cállate, ¿Qué te importa?!
Izuku se estremeció y permaneció hecho bolita, en unos minutos el maestro Aizawa apareció frente a ellos con un traje amarillo, Izuku se puso de pie y se paró al lado de Katsuki recibiendo una mirada de aversión de su parte.
—¿Cómo se encuentran, chicos?— preguntó el maestro mirándolos con esos ojos tan fríos de siempre.
—Mejor, gracias por preguntar... — respondió Midoriya con una sonrisa débil.
Tanto el peliverde cómo el héroe profesional vieron al rubio esperando su respuesta.
—Como la mierda.
Respondió.
—Al parecer... —comenzó su maestro— se quedarán aquí por cuarenta días más, es el tiempo que durará el efecto del don de ese villano según sus propias palabras. Pero aún no hemos encontrado a su compañero, así que no sabemos en qué consiste el suyo.
Ambos se quedaron boquiabiertos, Izuku creía que cuarenta días encerrado al lado del rubio serían difíciles, pero podía entender que eso era necesario.
Quien no estaba para nada de acuerdo y cualquiera lo esperaría; fue Katsuki, quien golpeó el cristal con todas su fuerzas, haciendo que las otras dos personas agradecieran la fortaleza del material; y gritó:
—¡¿Cuarenta días?!
—Si, Bakugou, cuarenta días, más te vale que te comportes o te pondremos en un cuarto más pequeño.
Finalizó el maestro para después retirarse.
—Kachan... Tranquilízate, no es tan malo...— trató Izuku de calmarlo quedándose a algunos metros de él para evitar cualquier percance.
Ante esto, el rubio solo bufó y le dió la espalda al otro chico, quien agradeció infinitamente que no le hubiera contestado con un grito o un golpe.
Izuku seguía confundido por las palabras de su maestro, pues realmente le daba curiosidad saber que le había hecho aquel villano.
Sin darse cuenta empezó a disociar con la mirada fija en un lugar que incluso estando plenamente consiente ya había observado a detalle de forma intencional, para su desgracia, ésta vez no había pasado desapercibido.
—¿Que me ves?— preguntó el explosivo con ese deje de arrogancia y superiorodad de siempre, tomando desprevenido al pobre Izuku quien antes de que su mente pudiera siquiera procesar la pregunta; y sin poder hacer nada al respecto, respondió:
—No puedo evitar verte las tetas.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro