𝕍 𝔼 𝕀 ℕ 𝕋 𝔼
JUNGKOOK
Se suponía que todo debía de marchar bien. Que las cosas estaban siendo buenas por el hecho de sentirme muy relajado al estar con Arumi, pero no. No todo lo que brillaba era oro, aveces solo eran espejismo de lo que pudo ser.
Arumi está de pie en mi sala, luciendo más incómoda de lo que la había visto antes. Sus ojos brillaban pero está vez no era por anhelo, era dolor. Tenía el rostro como el de una persona que había sido traicionada, pero incluso si la veía en estas condiciones dos palabras fueron claras en mi mente. Me gustaba.
No era la típica atracción física en la que pensé que estaba envuelto después de haber dormido con ella por primera vez, no era eso. Era más. Ella era de las personas que sumaban a tu vida y te deleitaban con su presencia. Arumi me gustaba, más de lo que podía admitir y menos de lo que me iba a gustar mañana.
A pesar de saber como tomar mis sentimientos y persuadirla para que los aceptara, algo me decía que la charla que estábamos a punto de tener no me iba a gustar.
— Hola — pronunció en voz baja después de estar al menos cinco minutos en un duelo de miradas conmigo.
— Supongo que no solo vienes a decir 'hola' — le dije, sintiendo una sacudida pasar por mi pecho.
— Tienes razón... Quiero dos cosas — me dijo con rotundidad — la primera es que quiero que me lleves a tu habitación y hagas conmigo lo que sea que se te pase por la mente...
Levanté una ceja y me crucé de brazos, dudando mucho de si ella estaba completamente lúcida como para pedir eso.
— ... Y la segunda... — hizo una pausa, viéndome de pies a cabeza — la segunda te la diré después.
Sin esperarlo, corrió hacia mi hasta quedar agarrada de mis caderas con sus piernas. Me besó como nunca antes lo había hecho y murmuraba cosas que no podía entender, porque tenerla a ella de esta manera no era bueno para mi y una parte de mi cerebro dejaba de funcionar para darle paso a otra.
Le devolví el beso con el mismo entusiasmo, saboreando sus labios y perdiéndome en lo dulce de su boca, escuchando como cada sonido que hacíamos me provocaba quererla más.
Su petición de llevarla a mi habitación no podía ser cumplida, no podía esperar hasta llegar a mi habitación. La llevé hasta la mi mesa de comedor y de alguna manera logré apartar las sillas y la senté en una esquina de mi mesa de madera. Me separé de ella para verla a los ojos. El brillo de deseo volvió, sus ojos eran los mismos de cada vez que compartíamos nuestros cuerpos.
Empezó a quitarme la camisa desesperadamente, me mordió el cuello y sabía que iba a dejar marcas pero estaba disfrutando cada una de ellas. Le ayudé a quitarme toda la camisa y después fui yo quien atacó su ropa. Con más prisa de lo que ella lo hizo, le quité su camisa y el sujetador, apreté con mis manos sus pechos y lo hice fuerte al punto de hacerla gemir.
Llevé mi boca hasta uno de sus pezones que a gritos pedían atención y mientras hacía eso, sin perder más el tiempo, subí su falda hasta la cintura y aparté su tanga para comprobar si estaba lista. Y lo estaba.
Me bajé los pantalones y por un instante intenté que nuestros ojos hicieran contacto, para transmitía todo lo que sentía, para decirle sin necesidad de palabras lo mucho que me gustaba. Nuestros ojos no pudieron encontrarse porque ella los tenía cerrados, así que la obligué a hacerlo.
— Mírame — tomé con mi mano derecha su mentón, obligandola a abrir sus ojos. Nuestras miradas se conectaron y supe más que nada que estaba perdido — Vas a ser tu. Por mucho tiempo — no me esperé a que ella entendiera porque eventualmente se daría cuenta, simplemente me perdí en ella como muchas otras veces.
•••
Con mi cabeza sobre el hombro de Arumi trataba de controlar mi respiración, exhausto y saciado. Ella siempre era increíble pero esta vez había sido diferente. Había un matiz nuevo. Sabía como a despedida.
Me alejó con sus manos, pidiéndome espacio y aunque me percaté de que en efecto no habíamos usado protección, no quise mencionar el tema porque su mirada estaba ida.
Sin decir nada, en completo silencio se bajó de la mesa y acomodó su camisa y falda, invitándome silenciosamente a que yo hiciera lo mismo.
Sin dejar de verla acomodé mis pantalones y vi como se daba la espalda, en una aparente lucha.
— Ya no puedo seguir viéndote — me dijo cuando estaba por recoger mi camisa del piso — No quiero seguir haciéndolo.
Solté mi camisa y caminé hasta ella.
— ¿Y se puede saber por qué? — se dio la vuelta. Nunca antes la había visto tan vulnerable como ahora.
— Porque no te conozco — se cruzo de brazos y entrecerro sus ojos — porque esto fue un error...
— ¿Un error? Tú estuviste de acuerdo con todo esto — le dije, enojandome fácilmente — ¿Quieres conocerme? — no le di tiempo lara responder — Bien, soy Jeon Jungkook y tengo jodidos veintiséis años, vivo de un taller y soy fanático de los autos. ¿Contenta?
Soltó una risa de burla y rodó los ojos, empezando a caminar por todo mi apartamento.
— Eso ya lo se — dijo — ¿Pero qué hay de la otra parte?
— No sé de qué demonios hablas.
— ¿Recuerdas a Suri? — la sangre empezó a hervir en mis venas — Jodidamente la golpeaste...
Parte de mi pecho se sintió herido.
— ¿De dónde sacaste toda esa mierda? — le pregunté, en medio del enojo y el dolor.
— Lo vi. Las fotos de los golpes — su cara también tenía dolor — No puedo creer que estuve durmiendo con un abusador. Me mentiste...
— No sabes lo que dices, Arumi. Toda esa mierda fue un cuento...
— Pues no te creo...
— Ya lo veo. Pero así como te esforzaste en buscar esa mierda de mi también debiste buscar qué había pasado después — me acerqué a ella muy enojado — Todo esa mierda fue mentira, jamás la golpee. Ella dijo eso solo porque no se presentó a nuestra maldita boda y huyó con su amante — la tomé de los brazos — Inventó todo eso para quedar bien y fingir que había sido mi culpa cuando todo y lo único que hice fue amarla.
— Yo...
— No, tú nada. Decidiste suponer algo sin si quiera investigar. ¿Alguna vez fui abusivo contigo? — la miré a los ojos — ¡Responde!
— No... — contestó en voz baja.
— Exacto, lo único que he hecho contigo es todo lo que no he hecho con nadie más después de ella — parecía como si su boca iba a escupir más palabras pero no se lo permití — Te llevé con mi familia, te involucre con ella y te respete en todo los sentidos y a cambio recibo desconfianza — la solté de los brazos y me pasé las manos por lo cara — Vete. Tienes mucha razón, tu y yo no deberíamos vernos más.
— Ponte en mi lugar... me enseñaron fotos.
— Malditas fotos falsas. Pudiste preguntarme y no suponer las cosas...
— Te pregunté antes por ella.
— No, me preguntaste por mi relación con ella, y eso no era de tu incumbencia — unas lágrimas bajaron por su rostro — Ella Inventó todo eso, me detuvieron por una jodida semana mientras investigaban mi casa y todas mis cosas. Perdí mi negocio y casi me costó un mundo volver a empezar. La justicia probó que fue mentira, ella y sus padres mintieron.
No dijo nada y más enojado que lo que nunca antes había estado la tomé de la mano y recogí su abrigo. La encaminé a la puerta y la abrí.
— Todo esto se acabó — le di su abrigo y la saqué de mi casa — Mucha suerte con Namjoon — Cerré la puerta en su cara.
Enojado y lastimado caminé hasta la cocina y saqué una botella de licor, necesitaba un trago con urgencia.
Me senté en un banco de la cocina y me di cuenta de cuán estúpido había sido al creer que entre ella y yo podía haber algo más que un triste y apasionado capítulo. Yo ya me había imaginado una historia cuando en realidad solo fuimos una pequeña parte de un libro.
Sabía que este dolor me iba a durar unos días, pero me conocía muy bien y sabía que lo iba a superar. Lo había hecho antes con la única mujer que había amado en toda mi vida, con Arumi no sería diferente.
•••
Unas horas antes...
— Señor Park, que gusto verlo — le tendí la mano al viejo hombre que estaba en mi casa.
Me llamó muy temprano en la mañana para pedir una reunión de carácter urgente, diciendo que necesitábamos hablar de un tema muy importante, pensé que se trataba de cuán bueno el negocio, pero no.
— Me gustaría decir lo mismo — respondió dándome la mano.
— Siéntese, por favor — le serví un trago y me senté frente a él.
— Señor Jeon, ¿sabe que hay un dicho que dice 'donde metas la olla no metas la polla'?
— Sí, lo he escuchado...
— Pues imagínese lo defraudado que me siento al saber que usted y mi hija han estado compartiendo algo más que buenas palabras — sone mi garganta, incómodo por el rumbo de la conversación — No es de mi agrado saber que usted y mi hija han estado retozando en la cama.
— No creo que eso intervenga en nuestro negocio...
— Lo hace. Arumi es hija de uno de los empresarios más importantes de todo Seúl y la prensa puede ser un poco cotilla en esos sentidos — de la parte interna de su saco sacó un período y me lo dio — Están en la jodida portada.
Me quedé viendo a la foto. Arumi y yo estábamos afuera de la casa de mi hermano el día de la cena de navidad, aunque la foto no era para nada comprometedora, el título sí lo era.
' Heredera de Park International bussiness picando demasiado bajo con un "mecánico"'
— Sigo sin ver la relevancia del asunto — puse el periódico a un lado. El viejo sonreía.
— La cuestión está en que decida seguir con ella o acabar el negocio...
Pensé que estaba bromeando pero su cara de la nada se volvió seria.
Medite las cosas, ¿Arumi era así de importante? La respuesta en mi cabeza fue un 'sí' rotundo. Dejando a un lado mi deseo de estar con ella, venía a mi la necesidad de dejar a Arumi elegir.
— Entonces... — me puse de pie y le tendí la mano — Fue un placer intentar hacer negocios con usted.
No tomó mi mano y se levantó de la silla.
— No sabe lo que acaba de hacer. Arumi sin duda será más inteligente que usted — me dijo dándose la vuelta para caminar a la entrada — Hay muchas mujeres afuera — 'ninguna como su hija' — Muchas más que están a su nivel...
El señor Park se fue de mi casa.
Unos minutos después recibí una llamada. Hubiera preferido no recibirla. Creo que debí colgar...
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