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𝕌 ℕ 𝕆

ARUMI

Las manos de un moreno musculoso recorrían mi cuerpo, tocando cada terminación nerviosa y cada espacio que no cubría el cortisimo vestido que decidí usar.

Por fin estaba pasando, llegó el día en el que Kim Namjoon ya no pudo resistirse más a mi y se dio cuenta de que eramos el uno para el otro. Era evidente, le gustaba. A pesar de que todos estos años el huía de mi, pero ahora lo tengo aquí, entre mis piernas con el pantalón a medio desabrochar y la camisa completamente abierta dispuesto a darme una noche de placer.

— Ummm, no sabes cuanto tiempo te he deseado — Namjoon susurró con voz sensual en mi oído — Espero y estés lista para tomar todo lo que yo puedo darte.

— Sí, Namjoon, estoy más que lista — abrí más mis piernas y empecé a tocar su cuerpo.

Vi que se desprendió de su camisa por completo, dejandomee ver esos abdominales tan marchado que tenia. Era todo un Adonis, su piel no era pálida ni oscura, simplemente tenía una piel dorada que me hacía desearlo cada vez más.

— Déjame tocarte — le pedí. Puse mis manos en sus abdominales y sentí lo duros que eran y la suavidad de su piel — besame — le exigí. Me acerqué a él y cuando ya estaba cerca de rosar sus labios y sentirlos de nuevo, el me sonrió y se apartó para desnudarse.

— Primero lo importante — yo también empece a desnudarme, hasta quedar sin nada sobre mi cuerpo — Jodidamente caliente — me dijo con esa voz ronca que tanto amaba.

Como un tigre se acercó a mi, besando mi abdomen y apretujandome contra el. Al fin estaba pasando.

Cuando estaba a punto de llegar hasta donde yo quería, solo un empujoncito y estaríamos unidos, ni siquiera me importaba el condon. Cuando creí que ya todo estaba listo, él ya estaba en posición, listo para todo, pero...

— Señorita Arumi, el desayuno está listo.

Bufé, mi asistente personal interrumpió mi sueño con Namjoon. Siempre que llegaba a la parte de él tomándome por completo alguien interrumpía y todo se acababa.

Cuanto deseaba que mis sueños fueran ciertos, que Namjoon de verdad me tomara como una mujer con ferviente deseo y con rudeza, claro. Lo deseaba, cada día que pasaba era una tormenta porque me tocaba verlo de la mano de su nueva novia, Yumeko, por alguna razón estaba obsesionado con las Japonesas.

Cada vez que intentaba acercarme a él encontraba la forma de separarme gentilmente y a pesar de que siempre trataba de usar vestuarios sugerentes para que viera mi cuerpo y se diera cuenta de que ya no soy una niña, nada funcionaba. Lo único que recibía de él eran miradas fraternales o de incomodidad, en algún punto hasta me llegue a sentir como una acosadora pero debido a sus constantes rechazos yo tenia que acudir a medidas mas drásticas.

Ir tras un hombre que no te desea puede ser complicado y doloroso, sobre todo la parte en la que tienes que ver como toma a alguien más cuando en el fondo deseas que pronto sea tu turno. Cuando le platiqué a mi mamá sobre mi enamoramiento ella me dijo que solo estaba siendo caprichosa y que Namjoon no era el hombre adecuado para mi. Tonterías.

¿Quién más si no él? Era perfecto desde la cabeza hasta los pies, inteligente como nadie y muy atractivo, además, había oído por ahí de que era un buen amante y que todas las mujeres que alguna vez habían compartido cama con él quedaban deseosas de más. Aunque yo no había comprobado eso de primera mano no dudaba en que fuera cierto.

A regañadientes me levanté de la cama y salí a encarar a Jina.

— ¿Por qué eres tan fastidiosa? — aún no me había lavado la cara o acomodado mi cabello pero no me preocupaba estar así frente a Jina porque ella ya me había visto incluso desnuda.

— Lo siento señorita, pero su mamá dijo que tenia que bajar.

Mi asistente dio la vuelta y yo cerré la puerta de mi cuarto. Fui hasta mi cuarto de baño para ver mi aspecto. Perfecta.

Durante toda mi adolescencia había tenido especial cuidado de mi cara comprando tratamientos de gran calidad y haciendo cualquier tipo de tratamiento facial para evitar marcas de expresión o manchas. Gaste mucho dinero en ello y no me importaba porque desde pequeña fui educada para eso.

No aprendí otra cosa más que ser la mujer perfecta. Y ni siquiera me importaba porque solo esperaba encontrar un marido con el mismo estatus social que el mio, y Kim Namjoon era ese hombre, solo faltaba que él lo notará.

Bajé hasta el comedor donde mi papá y mi mamá me esperaban para desayunar, perfectamente arreglados y tan serios como siempre.

Ellos no eran la típica pareja de ricos que solo pretendían ser felices ñara quedar bien frente a sus amistades, ellos de verdad se llevaban bien. Aunque eran estirados en algunas cosas, cuando estaban tras las puertas de casa tener una conversación a me a con ellos era bastante fácil.

— Hasta que por fin bajas — dijo mi papá doblando la servilleta para acomodarla bien en su regazo.

— Buenos días, Papi — le saludé con un beso en la mejilla e hice lo mismo con mamá — Hola, mamá.

— ¡Arumi, ya te he dicho que no me gusta que bajes a desayunar tan descubierta! — mi mamá aunque no era alguien que tratara de controlar mi forma de vestir siempre tenía una opinión acerca de lo que usaba.

— Mamá, aun no he tomado una ducha. Se me pegaron las sábanas.

Frente al mundo yo podía ser una niña caprichosa y malcriada algunas veces pero si algo tenía es que siempre era bien responsable conmigo misma. Es decir, me levantaba temprano para ejercitar y moldear más mi figura porque aunque Dios me envió con pechos aceptables, para darme trasero fue bastante mezquino.

Además, no siempre habia sido tan delgada, aun tenia ciertos rollitos que quería desaparecer, sobre todo en mis brazos.

— El domingo tendremos una comida en el club de golf — mientras comíamos mi papá hablaba de lo que haríamos el domingo y apenas estábamos en lunes — Es para un nuevo negocio que quiero cerrar.

Jamás me han interesado los negocios, no fui hecha para el mundo laboral, lo mío era la moda y Kim Namjoon. Por esa razón no prestaba atención a lo que se haría.

— ¿Y de qué trata, querido? — a mi mamá tampoco le importaban los negocios pero cada vez que mi papá mencionaba algo de ellos ella le seguía la corriente para no dejarlo hablando solo.

— Quiero comprar unos autos que son una verdadera reliquia para los coleccionistas. Son autos verdaderamente antiguos pero con toda la tecnología del mundo moderno — tal y como pensaba, nada de esto me interesaba — El creador se llama... Jeon... no me acuerdo. He visto su trabajo y es espectacular.

— ¿Vas a meterte en otro negocio? — le pregunté aburrida — apenas y puedes con el que tienes.

— No será todo mio, este hombre se encargará de la parte de los autos, yo le daré el espacio que necesita para que pueda exponerlos.

— Pero dijiste que los comprarías — le dije.

— Compraré solo el diseño, de modo que él no sea capaz de replicarlo bajo ninguna circunstancia, pero el auto en sí es de él — mi papá explicó pero sin duda no me interesaba.

— Y en todo eso... ¿Qué pito tocamos mi mamá y yo?

— Bueno, son mi familia. Además, pienso que será agradable, talvez puedes conocer un poco del negocio...

— Ay, porfavor cariño. Arumi ni siquiera empezó la universidad, ¿qué puede saber?

— Sí, pero ya vez que Jimin no me sirve de nada — mi papá tenía resentimiento hacia Jimin luego de que el se comprometiera con la hija del carnicero y no con la hija de uno de sus socios.

— A ese ni me lo menciones, mira que mandar a trabajar a su mujer... — mi mamá creía que ninguna mujer fue hecha para trabajar, por ende yo jamás me preocupe por prepararme y la verdad no me faltaba.

— Dejen a Jimin tranquilo — les dije cansada de siempre escuchar que estaban enojafos con él.

— Aún tengo fe en que tu elijas bien — me dijo mi papá y sabía que se refería a que mi elección tenía que estar lejos de Kim Namjoon.

— Olvidemos eso, papá — rodé los ojos y mi papá también — No voy.

— ¿A dónde "no vas? — me preguntó mi papá.

— A ese almuerzo ridículo que quieres. Voy de compras.

— No pregunté si querías ir, te dije que iríamos — mi papá era alguien que podía enojarse fácilmente si se le llevaba la contraria.

— No quiero escuchar a un viejo hablar de sus autos.

— Él señor Jeon puede llegar a ser muy simpático — me dijo mi papá.

— Lo dudo, seguro está tan viejo como tú.

— Respetame, mocosa — mi papá odiaba que lo llamaran viejo.

— Quiero que sepas que si me haces ir a ese horrible almuerzo te haré pasar vergüenza — me levanté de mi silla y tiré la servilleta en la mesa.

Me dispuse a ir hasta mi cuarto a tratar de despejarme y darme una ducha, obviamente.

Detestaba que en mi familia tratarán de actuar como que si todos estábamos interesados en lo mismo. Ahorita mi único interés era Kim Namjoon, nada más.

Dado que no tenía nada que hacer llamé a mis amigas, Yeeun quedaba fuera porque estaba trabajando y además salir con ella era aburrido, siempre se negaba a gastar dinero y cada vez que le preguntaba por una manera de conquistar a Namjoon me decía que estaba loca.

Jisu y Minha me respondieron bastante pronto. A diferencia de mi ella si habían acabado su carrera de universidad pero no ejercían porque también eran millonarias y prácticamente no necesitaban trabajar.

Me vestí con ropa cómoda, pero no por eso dejaba de ser de diseñador, toda mi ropa lo era. Dior, Chanel, LV, y muchas más eran la las que llenaban mi closet.

Mi vida era envidiable, cada cosa que tenia costaba más de mil dólares, no esperaba menos por ende mi empeño en casarme con Namjoon. Sabía que él era el único hombre sobre la faz de la tierra que era capaz de complacerme de la misma manera agregando que el sexo con él seguro sería estupendo.

Salí con mis amigas a una pequeña plaza a la que nos gustaba asistir. Estaba en el centro de la ciudad y evidentemente solo llegaban personas con dinero, como nosotras.

Mientras íbamos caminando por la calzada de la plaza nos quedamos distraídas en unos mostradores donde se podía observar joyería de lujo. Tanto mis amigas como yo estábamos dispuestas a comprar algo cuando de la nada sentimos como éramos bañadas por agua lodosa y asquerosa.

Las tres gritamos por la sorpresa y por el asco que sentíamos. Quien sabe cómo un desgraciado paso sobre uno de los pequeños charcos que habían en la calzada con su estúpida motocicleta y nos bañó en agua.

Me quedé viendo furiosa al hombre que se estaba quitando el casco.

— ¡Eres un imbécil! — le grité exasperada.

Lo siento — él hombre hablo con poco interés.

— ¿Lo sientes? Ni siquiera tienes idea de cuanto cuesta mi atuendo y el de mis amigas. Todo esto vale más que tu estúpida motocicleta.

— Puedes ofenderme a mi, peor con pecas no te metas — el hombre, que tenía una voz atractiva, me miró fijamente y por unos momentos me quedé hipnotizada por su belleza.

— ¿Qué clase de imbécil le pone nombre a su motocicleta? — Minha trataba de limpiarse el agua que tenía salpicada en su cara.

— ¿Imbécil yo? Ustedes son quienes se han quedado de pie a media calle justo al lado de un charco.

— Nos has salpicado, no te hagas el digno — le dije enojada.

— Bueno, seguro se secaran más tarde — el chico empezó a poner su casco — Adiós, pija — se dirigió completamente hacía mi y cerró uno de sus ojos.

El idiota nos había dejado a media calle todas llenas de lodo y suciedad mientras él podía pasear en su estúpida pecas sin ningún problema.

De todo no me enojaba tanto el hecho de estar mojada por agua sucia, me ponía más furiosa el hecho de que me había llamado pija. Y nisiquiera sabía sabía significaba esa palabra.

Imbécil, en toda la extensión se su significado.

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