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𝕋 ℝ 𝔼 𝕊

ARUMI

Domingo

Una vez más tuve un sueño con Namjoon como protagonista, pero como siempre mi querido sueño se veía interrumpido por el desesperante toqueteo en la puerta de mi habitación.

Por desgracia de mi existencia tenía que asistir a la nefasta reunión con el hombre con quien mi papá haría un trato. No me agradaba la idea de ir y escuchar a un viejo hablar sobre autos y más. Prefería quedarme en casa comprando o tomando  el sol que mi  piel estaba muy pálida y si  quería gustarle a Namjoon tenía que ser un poco más dorada.

Yeeun mi amiga y secretaria de mi Romeo tenía un especial pedido el día de hoy. La molesté toda la semana para que convenciera a Namjoon en ir a un bar que estaba en Itaewon.

Dado que la comida de la reunión era para medio día tenía tiempo suficiente por la tarde para prepararme e ir al encuentro con Namjoon. Solo esperaba que él aceptara.

Después de una dura conversación con mi papá sobre ir o no ir al almuerzo me vi obligada a tomar una ducha y prepararme para salir. Me daba mucha pereza salir de casa el día de hoy, porque hacía mucho frío, Diciembre no era muy cálido que digamos. La nieve ya se estaba haciendo presente en algunas partes y yo, como la mayoría preferiría quedarme en casa y ver programas de televisión o envidiar la lujosa vida de las Kardashians.

Busqué entre mis cosas algo acorde con el ánimo que tenía el día de hoy. Un vestido Chanel de la última colección de invierno, aun sin usar, llamó toda mi atención. Ya ni siquiera recordaba que estaba en mi armario.

Me quité la toalla frente al espejo y observé mi cuerpo desnudo. Una de las cosas que más me atormentaban era el tamaño de mi cintura, no era tan delgada como yo quería y por más que me esforzaba en el gimnasio nunca podía obtener el abdomen marcado.

— Talvez hacer más horas en el gimnasio — me dije a mi misma con tristeza.

Busqué mi ropa interior y empecé a vestirme. Incluso si me veía de nuevo al espejo ya con la ropa interior puesta me daba cuenta que de las orillas de la tanga se acumulaba grasa que nadie quería en su cuerpo.

— Vamos, Arumi. A Namjoon no le gustará tu cuerpo regordete — trate de ignorar mi figura en el espejo y empecé a poner toda la ropa.

Empecé a obsesionarme con mi figura luego de escuchar a Namjoon decir que a él le gustaban las mujeres atléticas y yo era todo lo contrario a ello. Después, uno de esos tantos días mientras estaba tratando de seducirlo, tomó mis mejillas entre sus dedos y dijo que mi "grasa" era adorable. Por eso, cada vez que veía que algo de mi cuerpo no estaba en su lugar trataba de mejorarlo.

Todo con el traje iba bien hasta que intenté subir el cierre del lado de la cintura pero al hacerlo agarró parte de mi piel produciendo un dolor infernal cuando trate de bajarlo.

— ¡Diablos! Esto no te pasaría de no estar tan gorda — chille, buscando algo con que limpiar la sangre que había salido.

Enojada me deshice del vestido y quedé una vez más frustrada porque una prenda no entraba.

Me había pasado eso incontables veces. Durante mis años de instituto cuando iba de compras, siempre fui una talla más grande que mis amigas y eso me frustraba. Porque mientras ella compraban S yo tenía que comprar M.

Me quedé inerte en la cama sin ánimos de ir, porque todo asunto con mi cuerpo me ponía de mal humor.

Flashback;

Mi cumpleaños. Todo estaba justo a como lo quería, decoraciones de princesas por todos lados y un gran pastel de naranja cubierto de chocolate del cual sabía que no iba a poder probar una sola rebanada.

— ¿Eres la bella durmiente, Arumi? — Jimin me tomó de la mano mientras me llevaba a recibir a unos invitados.

— Es Cenicienta... — le dije observando mi vestido azul con un montón de brillos por todos lados.

— Y esta Cenicienta... ¿será que hoy pueda sonreír más? — me dijo, mientras el fingía una sonrisa hacia mamá y papá.

— Lo intentaré...

Me perdí entre tantos invitados y traté de aparentar felicidad. Todo marchó bien por unas horas hasta que llegó la hora de partir el pastel.

Mientras todos cantaban la canción de "Feliz Cumpleaños" yo solo ansiaba probar un poco del pastel. Moví mis dedos para que se llenaran un poco del betún y probar un poco, pero tenía la mirada de mamá clavada en cada uno de mis movimientos.

Como cada año, todos obtuvieron una pieza de pastel menos yo.

Cuando todos se marcharon me escurri hasta la cocina mientras las personas de servicio andaban limpiando todo. Aproveché y partí una rebanada de pastel dispuesta a comerla entera.

Probar el primer pedazo fue verdaderamente una maravilla. La naranja era mi fruta favorita y aunque mi mamá sabia que no me iba a dejar probar ni un poco, se empeñaba en que mis pasteles fueran de naranja.

— ¿Qué estás haciendo? — mi cuerpo tembló cuando escuché la voz de mamá a mis espaldas — Te dije que no ibas a comer pastel — arrebató el plato y la cuchara de mi mano.

— ¿Por qué? Es mi cumpleaños — le dije en voz baja.

— Porque estás gorda. Porque ya tienes trece años y no es posible que sigas teniendo ese cuerpo — ella me miraba enojada — Hoy todos hablaron de como es que eras la Cenicienta más gorda que alguna vez habían visto — tiró el pedazo de pastel a la basura al igual que el resto.

Empecé a llorar porque las palabras de mamá me habían dolido.

— Lo hago por tu bien — me dijo acercándose a mi.

Solo asentí y salí de la cocina hacia mi habitación.

Mientras lloraba por lo que había pasado Jimin entró. Traía en su mano una pieza de pastel y una velita de cumpleaños.

— Guardé mi pieza de pastel para ti — sonreí y me acomodé mejor en la cama.

Esa noche, por fin pude comerme una rebanada de pastel sin que mamá me lo impidiera.

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Sin ánimos y con muchas ganas de llorar luego de recordar uno de los episodios más tristes, me levanté y busqué ropa.

— Llorar no te hará bajar de peso — me repetí mientras me miraba al espejo una vez más.

                         ┤⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛├

Media hora más tarde aparqué mi auto en el club donde seria el almuerzo.

Al final, y sin mucho ánimo, me decidí por un pantalón talle alto para que ocultara mi cintura y una camisa suelta con mangas, porque a último momento incluso note que mis brazos eran demasiado grandes.

No me fijé mientras baja del auto, que al lado había una motocicleta estacionada y que de alguna manera estorbaba mi paso y por ende termine golpeando mi cuerpo.

— ¡¿Quién diablos dejó esto aquí?! — enojada empecé a sobar la parte que me lastimé.

Seguí caminando hasta llegar al restaurante del club y buscar a mi familia en medo de las personas.

Mi papá y mamá estaban en frente de mi y había un tipo con una espalda bien ancha. El viejito, supongo.

— Oh, aquí viene mi hija — dijo mi papá cuando me acerqué a la mesa — Siéntate mi amor.

Me acerqué hasta la mesa y me desprendi de mis gafas de sol.

— Buenas tardes — saludé, sin ánimos.

— Buenas tardes — dijo el hombre sentado a la par mía.

No le di la atención suficiente cuando me sente a su lado, pero ahora que había hablado necesitaba verlo, porque esa voz no pertenecía a un viejo.

Lo volví a ver muy lentamente y me encontré con la cara del estúpido que me mojo de agua el día que salí de compras. Entrecerre mis ojos hacia él y el sonrió.

— Señor Jeon, le presento a mi hija — dijo mi papá muy cordial.

— Encantado — dijo el tal 'Señor Jeon' con mucha falsedad en sus ojos.

— Igualmente — le dije apretando los dientes.

De todas las personas en el mundo tenía que ser precisamente él. Prefería soportar a un viejo y no a este estúpido con cara de perdona vidas.

Sin embargo, tenía que admitir que era condenadamente guapo y varonil. Incluso su voz era sexy. Pero eso no quitaba que era un maleducado.

Mi papá y mamá conversaban animadamente con él y me quede sorprendida cuando escuché su edad. Veintiséis años, sorprendente.

Mientras la plática se hacia aburrida y se hablaba de negocios, un mesero llegó con nuestros platos.

Todos en la mesa obtuvieron un corte de carne y pasta. A mi me llevaron una ensalada insípida con unos pequeños trozos de pan.

— ¿Por qué me han dado ensalada? — le pregunté a mi mamá, ella tenía mucho que ver con eso.

— Tu sabes porqué — me dijo, sonriendo a medias mientras se giraba para continuar la conversación con el tal "Jeon"

Sin mucho ánimo me dispuse a comer la ensalada. Y a como había dicho antes, estaba insípida a más no poder.

Nada de lo que pasaba a mi alrededor me interesaba si quiera un poco. El señor Jeon hablaba emocionada acerca de cómo se le había ocurrido la idea de empezar a restaurar autos y de como de un taller de mecánica salio un gran negocio. Nada que me importase realmente.

Por lo bajo revisé mi celular para comprobar si la tarea de Yeeun ya estaba completa.

Yen: Listo pequeña zorra.
Me debes 1

Sonreí. Operación Namjoon, sección 1: Emborracharlo, listo.

Tan emocionada por la noticia al pensar que Namjoon si iba a estar donde yo quería, no me percaté de que accidentalmente derramé mi vaso con agua sobre el pantalón de nuestro querido Señor Jeon.

— ¡Rayos! — dijo levantándose de manera rápida de su silla y empezó a sacudir los hielos que habían caído en su entrepierna.

Su Jean estaba todo mojado por la parte de adelante.

— Oh, lo siento de verdad — dije apenada al ver como intentaba calmarse — No fue mi intención.

— Si dejaras de estar con ese estúpido celular talvez estas cosas no pasaran — me dijo mi papá enojado — Ve y busca servilletas para él.

Me levanté rápido de la mesa pero antes de salir en marcha su mano atrapó la mía.

— No es necesario — dijo con la voz suave — Todo está bien.

Su toque fue tan suave y delicado que parecía ser un verdadero caballero. Suavemente me solté de su mano y tomé mi lugar.

— Gracias — dije en casi un susurro — Padre, me voy a retirar — recogí mi bolso que estaba al lado de mi silla y coloqué mis lentes de sol en mis ojos — Los veo en casa.

Mi papá gruñó en descontento y mamá aguanto el tipo. Sabía que en casa me esperaba una pelea por 'no saber comportarme'.

— Adiós, Señor Jeon — le dije por ser cortez, porque a pesar de haberse portado amable seguía siendo el mismo bruto que nos mojó con su estúpida moto el otro día — Ah, por cierto. Supongo que la moto que está afuera es suya — él asintió — le recomiendo que aprenda a cómo aparcar.

Me quedó viendo con cara de sorpresa pero no esperé a que dijera algo más. Tenía una misión para la noche de hoy.

┤⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛├

Revisé mi aspecto por última vez en el espejo y la imagen no era más que perfecta. El traje de dos piezas hecho especialmente con un tipo de seda traída desde Francia, se amoldaba a mi figura y resaltaba la mejor parte de mi cuerpo. Mis pechos.

— De esta noche no pasas, Namjoon — dije viendo mi rostro en el espejo y dándome los últimos retoques en el maquillaje — ¡Perfecta!

Tomé mi bolso para salir de casa, pero no todo sería tan fácil. Mamá estaba al pie de las escaleras esperándome seguramente enojada.

— ¿Vas en busca de ese hombre verdad? — mi mamá no era muy partidaria de mi enamoramiento con Namjoon.

No, voy a una noche de chicas — mentí.

— Te lo advierto, Arumi. Es mejor que lo olvides porque aunque te de unos segundos de atención no dejaré que pase de ahí — torci los ojos y traté de pasar a su lado pero me tomó la mano — Deja de ser una ofrecida. Las mujeres decentes no hacen eso.

— Yo no soy una mujer decente — me solté de su agarre y pasé a su lado.

Tome las llaves de mi auto y traté de salir de casa sin los nervios de punta, porque la noche que más esperaba estaba aquí.

┤⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛⁛├

Aburrida. Esa era la palabra correcta que describía mi velada de esta noche.

Llegué al bar donde se había acordado al principio y todo bien, Namjoon llegó unos pocos minutos después y pude ver su cara de desilusión cuando me vio esperándolo. Me dolió el hecho de que decidí lucir mu guapa para él y que ni siquiera lo haya notado.

Me invito a una copa, y a pesar de que yo no tomaba alcohol por mi dieta, la acepté, porque venia de él. Charlamos un poco sobre el estrés de la vida y de que las cosas estaban yendo bien el el ámbito laboral, aunque yo no trabajaba escuché cada cosa que él tenia que decir.

Fui tan obvia. Fingí que una gota de licor cayó entre mis pecho para así meter el dedo entre ellos y parecer sugerente, pero a pesar de que casi mostré el pezon jamás me miró.

— Voy al baño — me dijo levantándose.

Se acercó al mesero y le pagó la cuenta. Raro.

Se veía tan guapo esta noche, traía puesta una camisa de botones de color negra, mostrando mucha porción de su dorado pecho. Unos pantalones de vestir negros y ajustados que dejaban resaltar sus piernas y vergonzosamente su pene.

Si todo marchaba según lo acordado, a la hora que él regresara del baño, fingiria un dolor de estómago y le iba a pedir que me llevase a su casa. Al pasar los minutos me di cuenta de que su estancia en el baño era demasiado larga, así que empecé a desesperarme.

Como no podía esperar más, me levanté de la silla y fui a buscarlo. Pasé en medio de todas las personas que estaban en la fiesta y me percaté que muchos de ellos estaban casi follando en medio de la pista.

Llegué al baño de los varones luego de pasar por un pasillo de color rojo. Me detuve frente a una puerta de color verde y pensé en llamar, pero era mejor entrar de una vez.

— Namjoon, me has hecho espera mucho y la verdad a mi no me gus... — me quedé inmóvil al ver que el hombre que estaba dentro no era Namjoon. Era el señor Jeon y tenía en su mano todo su miembro mientras orinaba. Genial.

— ¿No te enseñaron a llamar a la puerta? — me dijo enojado, metiéndose el pene entre sus pantalones — En todo caso, ¿qué diablos haces aquí?

— Yo... yo... estaba buscando a alguien — le dije atropelladamente.

— Joder con las mujeres. Bueno, el alguien a quien buscas no está aquí — me dijo acercándose a mi — Y has visto mi polla, entonces...

— ¿Qué? No planeo hacer nada — le dije asustada.

— ¿No? — me dijo sonriendo. ¿Estaba coqueteando?

No. Señor Jeon — sonrió y pasó a mi lado.

— Ten cuidado de a quien le miras el pene, porque si vuelves a hacer eso conmigo, pagarás las consecuencias — me quedé estática pero él aún estaba a mi espalda — Adiós, Chanel.

Me quedé sola en el baño, asustada, acalorada y un poco exitada por la manera en la que pasó todo. Sin embargo, estaba dolida. Namjoon me dejó plantada y eso dolía de verdad.

Indispuesta a seguir pensando en ello salí del baño y fui hacia la barra.

— Deme un vaso del licor más fuerte que tenga — el mesero me observó con curiosidad y después sonrió — Rápido.

Se dio la vuelta para preparar la bebida y mientras él hacía eso yo estaba empezando a llorar.

— Aquí tiene... — puso un vaso frente a mi y se detuvo al verme llorando — Wow, ¿está bien?

Negué.

— Me he puesto así de guapa para un hombre y me ha dejado plantada, ¡A mi! — le dije en medio de lagrimas.

— Bueno, seguro hay una razón — negué, tomándome de una sola vez el licor.

— No la hay... sirvame otro...

Me quedo viendo con duda pero lo hizo. Tomé mucho licor, tanto que logré emborracharme.

Saqué todo lo que tenía dentro y el mesero no hizo más que escuchar lo que le decía. Presto atención a cada cosa que mencionaba y si hacía una pausa para sonarme la nariz él esperaba con una sonrisa.

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